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Documento No. 6
Medidas para mejorar la producción agrícola, el comercio y la seguridad alimentaria en el marco de las negociaciones de la OMC

I. Introducción

Las reglas y disciplinas del Acuerdo sobre la Agricultura tienen por objeto restringir el uso, por parte de los países, de medidas políticas que distorsionan los mercados mundiales de productos agropecuarios. No obstante, todavía hay flexibilidad para utilizar una amplia gama de opciones en materia de políticas con el fin de conseguir los objetivos de la política agraria nacional. Para cada país, el alcance exacto de dicha flexibilidad está determinado por sus compromisos específicos en materia de acceso a los mercados, ayuda interna y subvenciones a la exportación. A propósito de la próxima ronda de negociaciones que está por comenzar, muchos países en desarrollo han expresado la preocupación de que sus opciones políticas para el futuro puedan verse limitadas por las disposiciones generales del Acuerdo, así como por sus propios compromisos específicos. Estas preocupaciones, que se relacionan con las cuestiones que están en juego en las próximas negociaciones, fueron examinadas en el documento N° 4. En el presente documento se continúa aquel debate y se identifican las medidas que los países en desarrollo pueden tratar de obtener en las próximas negociaciones, para seguir contando con suficiente flexibilidad para alcanzar sus objetivos de producción y comercio de productos agropecuarios y de seguridad alimentaria.1

I. Producción agrícola interna

En el marco del Acuerdo sobre la Agricultura, un país tiene básicamente dos opciones políticas generales para ayudar a la producción interna y al desarrollo agropecuario: las medidas en la frontera, es decir a través de los aranceles, siempre que se mantenga dentro de las consolidaciones arancelarias; y las medidas de ayuda interna, es decir un sostenimiento de los precios y una ayuda no basada en los precios, siempre dentro de los límites de las reglas y los compromisos de la OMC.

Por lo que se refiere a las medidas en la frontera, en general, los aranceles consolidados de los países en desarrollo aplicados a los productos agropecuarios están a niveles suficientemente altos como para permitirles una considerable flexibilidad para estabilizar los mercados internos o proteger a los productores.2 Pero, hay algunos aspectos problemáticos. Por ejemplo, muy pocos países en desarrollo racionalizaron sus aranceles consolidados y, como consecuencia, se han observado algunas anomalías en sus compromisos.3 Para muchos países en desarrollo importadores netos de alimentos que cuentan con un número grande de familias de bajos ingresos, el aumento de los aranceles tiene también sus limitaciones por razones sociopolíticas.4

Por lo que se refiere a la ayuda interna, el Acuerdo distingue diversas categorías de medidas: las medidas de la caja "ámbar" (tanto las referidas a productos específicos como las no referidas a productos específicos), las medidas de la caja "verde" y "azul", y, para los países en desarrollo, una categoría especial de medidas de desarrollo agrícola. Se han establecido límites cuantitativos sólo para las medidas de la caja ámbar (a través de la MGA), cuyo monto exacto depende de la MGA del período de base (1986-88) notificada. Muchos países en desarrollo notificaron una de nivel cero. Con respecto a otras medidas, no se han impuesto límites a los desembolsos; pero hay una falta de claridad en su definición. Como en el caso de los aranceles consolidados, el alcance de la flexibilidad para ayudar a la agricultura depende, por lo tanto, de lo que se ha comprometido en la RU.

Además de los miembros actuales de la OMC, también necesitan flexibilidad para la ayuda interna los países en desarrollo que están negociando su entrada a la OMC, habida cuenta particularmente de sus intereses en materia de desarrollo y seguridad alimentaria.

Sobre una y otra de estas opciones políticas amplias, es posible que los países en desarrollo tengan que seguir una estrategia a dos puntas: la primera consistiría en eliminar algunos de los desequilibrios que existen en las disposiciones actuales del Acuerdo sobre la Agricultura y que han permitido una cantidad considerable de ayuda que ha tenido efectos de distorsión en la producción y el comercio por parte de países que se lo pueden permitir. Con respecto a esto, se pueden examinar las siguientes reformas:

El segundo componente de la estrategia consistiría en asegurarse de que los países en desarrollo tengan el grado necesario de flexibilidad para realizar políticas en materia de desarrollo agrícola y seguridad alimentaria. Esto podría requerir aclaraciones/interpretaciones/ajustes en las disposiciones actuales del Acuerdo sobre la Agricultura, como las siguientes:

II. Acceso a los mercados mundiales

Para un país que depende de las exportaciones agropecuarias, el aumento de sus ingresos de exportación es esencial para el desarrollo económico y la seguridad alimentaria. Con mayor razón para los países en desarrollo, ya que su parte de exportaciones agropecuarias no sólo es baja (alrededor del 30 por ciento del total mundial), sino que también se ha estancado, y muchos de ellos dependen del mercado mundial para una gran parte de sus necesidades alimentarias. Aunque los resultados de la RU han contribuido a mejorar el acceso a los mercados para los productos de exportación que son de interés para los países en desarrollo, todavía queda mucho por hacer, a saber: reducir aun más los niveles arancelarios y la progresividad arancelaria, mejorar el acceso a los contingentes arancelarios (CA), y limitar el uso de las salvaguardias y de nuevas medidas no arancelarias. Algunas de las reformas que se pueden examinar serían las siguientes:

III. Estabilidad del mercado interno

Las reformas arriba mencionadas deberían dejar un margen considerable para aumentar la producción interna de alimentos. El acceso mejorado a los mercados y las otras reformas conexas deberían contribuir a aumentar los ingresos de exportación, que son fundamentales para mejorar la capacidad de importar alimentos, particularmente por parte de los países menos adelantados (MA) y los países en desarrollo importadores netos de alimentos (PEDINA).

Aunque cabe esperar que estas reformas contribuyan algo a la estabilidad de los mercados mundiales de productos agropecuarios, éstos son por su naturaleza inestables. La OMC tiene disposiciones generales para estabilizar los mercados internos (por ejemplo, las medidas antidumping y las medidas de salvaguardia), pero que no sirven para muchos países en desarrollo, que necesitan instrumentos más accesibles y más simples. Por consiguiente, se podría tratar de conseguir las siguientes reformas:

IV. Medidas complementarias

La Decisión de Marrakech

La Decisión sobre medidas relativas a los posibles efectos negativos del programa de reforma en los países menos adelantados y en los países en desarrollo importadores netos de productos alimenticios exige que se preste asistencia a estos países en el caso de que se vean perjudicados por el proceso de reforma. Hasta ahora, no se han obtenido ventajas concretas de esta Decisión. En consecuencia, los países MA y PEDINA podrían tratar de incluir, en una Decisión revisada, disposiciones que la hicieran más eficaz y conveniente para sus necesidades:

Creación de capacidad

Por último, pese a las mejoras obtenidas en los últimos años, la participación de muchos países en desarrollo en las negociaciones comerciales multilaterales sigue siendo débil y su capacidad para ejecutar los diversos acuerdos y sacar ventaja de las oportunidades del comercio es limitada. Evidentemente, queda mucho por hacer en este terreno para nivelar el campo de juego. Es esencial la asistencia técnica y financiera para la creación de capacidad, siendo las siguientes algunas de las esferas prioritarias:



1 Muchas de las sugerencias incluidas en el presente documento fueron expresadas por participantes de países en desarrollo en una serie de seminarios regionales y de otro tipo organizados por la FAO en 1998 y 1999.

2 Los aranceles altos no son exclusivos de los países en desarrollo; los aranceles de los países desarrollados aplicados a muchos productos de zonas templadas son incluso más altos.

3 Una de las anomalías consistió en que algunos de ellos comprometieron un arancel general, a menudo a tasas relativamente altas, p.e. 100 por ciento. Mientras un compromiso de este tipo podría ser útil para algunos productos sensibles, no tiene valor para muchos otros productos. Análogamente, algunos países consolidaron sus aranceles a niveles tan bajos que las medidas en frontera dejan poco margen para una estabilización y protección en años de mercados mundiales deprimidos.

4 El aumento de los aranceles supone un aumento de los precios no sólo para los productores internos sino también para los consumidores. Podría objetarse que un remedio para este dilema podría ser utilizar los ingresos aduaneros generados por los aranceles para beneficiar a las familias aquejadas de inseguridad alimentaria, permitiendo al mismo tiempo a los productores beneficiarse del aumento de los precios internos. Pero esta opción exige una buena capacidad administrativa para identificar a las familias necesitadas (reduciendo al mínimo las filtraciones), y una infraestructura institucional para realizar las transferencias de recursos a dichas familias de una manera eficaz en función de los costos.

5 Véase el documento WT/MIN(96)/14, Ginebra, 1997.

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