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Indicadores de la biodiversidad en los inventarios forestales nacionales

A.C. Newton and V. Kapos

Adrian C. Newton y Valerie Kapos son,
respectivamente, director de programas
y asesor en el Programa bosques, tierras
secas y agua dulce del Centro de Mundial
Vigilancia de la Conservación del Programa
de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (CMVC-PNUMA), Cambridge,
Reino Unido.

Es posible utilizar variables simplificadas -indicadores de la biodiversidad- para obtener información sobre la situación y las tendencias de la biodiversidad forestal a partir de los datos de los inventarios forestales generales.

La fragmentación de los bosques -que se muestra aquí en la Amazonia central- tiene repercusiones importantes sobre la biodiversidad de los ecosistemas forestales y puede ser un indicador valioso de la situación de la biodiversidad forestal

- V. KAPOS

Evaluar la biodiversidad forestal -la diversidad existente en las especies forestales y entre ellas y la diversidad de ecosistemas forestales- es esencial para conservar eficazmente y ordenar de forma sostenible los recursos forestales (Hunter, 1999). Las evaluaciones son necesarias para conseguir información en la que sustentar el proceso de adopción de decisiones relativas a la biodiversidad en la política y la gestión forestales. Sin embargo, la evaluación de la biodiversidad forestal presenta una serie de problemas. En primer lugar, la complejidad de la biodiversidad obliga a recoger y expresar la información al respecto sobre la base de variables simplificadas, normalmente en la forma de indicadores (Noss, 1990, 1999). En segundo término, habida cuenta que las decisiones relativas a los bosques se adoptan a diferentes niveles, los datos e indicadores sobre la biodiversidad deben ser agregados en los diferentes niveles a efectos de la tarea de supervisión y notificación (Noss, 1990; Turner, 1995).

En la Evaluación de los recursos forestales mundiales 2000 (ERF 2000) se incluyeron algunos indicadores básicos con el propósito de poder comprender mejor la situación y las tendencias en la diversidad biológica forestal, en relación con la condición natural, el estado de protección y la fragmentación de los ecosistemas forestales. Además de estimaciones de la superficie forestal y de las variaciones de la cubierta forestal, la ERF 2000 facilitó datos estadísticos sobre el porcentaje de la superficie de bosques existente en las zonas protegidas, la distribución de la superficie forestal por zonas ecológicas y el número de especies endémicas y amenazadas para siete grupos de especies. Esta información constituye una base adecuada para controlar las variaciones que puedan producirse en el futuro en la situación de los ecosistemas forestales y la biodiversidad asociada. No obstante, las conclusiones de la evaluación subrayaban la necesidad de controlar no solamente la cantidad de bosques existentes, sino también su calidad, y sugerían que las actuaciones futuras se centraran en la elaboración, ensayo y aplicación de nuevos indicadores relacionados con los criterios comúnmente aceptados para la ordenación forestal sostenible (FAO, 2002c).

En el presente artículo se analiza en qué forma las futuras evaluaciones podrían facilitar información más detallada sobre la situación y las tendencias de la biodiversidad forestal, específicamente mediante la utilización de indicadores. Dichos indicadores deben ser adecuados para ser utilizados a nivel local, y al mismo tiempo proporcionar información que pueda agregarse fácilmente a niveles más amplios (FAO, 2002c). Para que las evaluaciones futuras sean viables, en la medida de lo posible deberían utilizar indicadores de la biodiversidad que puedan establecerse a partir de los datos recogidos en los inventarios forestales generales. Además, los indicadores propuestos deberían basarse en las numerosas iniciativas internacionales que se han adoptado en los últimos años para establecer indicadores de la biodiversidad forestal. En el artículo se hace primero un examen somero de esas iniciativas, con referencia a su contexto normativo. A continuación se consideran los diferentes marcos propuestos para elaborar los indicadores. Por último, se examina la aplicación de los datos de los inventarios forestales a dichos indicadores.

INDICADORES DE LA BIODIVERSIDAD: CONTEXTO NORMATIVO E INICIATIVAS

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) celebrada en 1992 se reconoció la necesidad de elaborar indicadores que permitieran a los países adoptar decisiones bien fundadas en relación con el desarrollo sostenible (capítulo 40 del Programa 21). En el curso del decenio posterior a la CNUMAD, numerosas iniciativas, entre las que se incluye una iniciativa de la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible (CDS) de las Naciones Unidas, han tratado de establecer indicadores del desarrollo sostenible. Sólo algunos de los indicadores formulados por la CDS se refieren de forma explícita a la biodiversidad forestal, pero entre los que son pertinentes a estos efectos figuran la superficie forestal como porcentaje de la superficie de tierras, la extensión de determinados ecosistemas básicos y la superficie protegida como porcentaje de la superficie total (CDS, 2001).

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) establece un contexto normativo más explícito para los indicadores de la biodiversidad. El artículo 7 del Convenio requiere a las partes que identifiquen y controlen los «componentes de la diversidad biológica que sean importantes para su conservación y utilización sostenible» y que determinen aquellos procesos o actividades que pueden tener efectos negativos sobre la biodiversidad. El texto del Convenio reconoce también la función de los indicadores de ayudar a las Partes en el Convenio a vigilar la situación de la biodiversidad y las consecuencias de las medidas adoptadas para su conservación y utilización sostenible. Hasta la fecha, el CDB ha exhortado a las Partes y los gobiernos a identificar indicadores apropiados de la biodiversidad para aplicarlos a la gestión de la diversidad biológica en los planos local y nacional y para evaluar la aplicación del Convenio, y les ha instado a intensificar la cooperación regional y la creación de capacidad para la formulación y utilización de dichos indicadores (CDB, 2001). En las Decisiones de las Conferencias de las Partes se ha hecho hincapié en la necesidad de adoptar un enfoque por ecosistemas para la elaboración de indicadores. También se han hecho propuestas para establecer un conjunto básico de indicadores de la biodiversidad que puedan ser utilizados por las Partes para confeccionar sus informes nacionales y para evaluar la eficacia de las medidas adoptadas (CDB, 1997a). Asimismo, se han propuesto indicadores que se refieren de forma específica a la biodiversidad forestal (CDB, 1997b).

En el capítulo 11 del Programa 21 y los llamados «Principios forestales» se exhorta a identificar criterios e indicadores para evaluar los progresos realizados en las iniciativas nacionales encaminadas a poner en práctica la ordenación forestal sostenible. Como resultado, se ha puesto en marcha un gran número de iniciativas nacionales, regionales e internacionales, entre ellas los procesos de la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT), paneuropeo (o de Helsinki), de Montreal, de Tarapoto, de Lepaterique, del Cercano Oriente, de la zona seca de Asia y de la zona seca de África, cada uno de los cuales ha formulado conjuntos de criterios e indicadores (Grayson y Maynard, 1997; FAO, 2001a). En la actualidad, son casi 150 países los que participan en esos procesos (FAO, 2001b). Aunque los diferentes procesos comparten objetivos similares y un enfoque general, difieren en su estructura y contenido específico (FAO, 2001b). Sin embargo, en los diez procesos principales se ha identificado la conservación de la diversidad biológica forestal entre los criterios de sostenibilidad, y muchos de los numerosos indicadores que se refieren específicamente al criterio de la biodiversidad son comunes a más de un proceso (CDB, 1997b).

Las evaluaciones de los criterios e indicadores que ha llevado a cabo sobre el terreno el Centro de Investigación Forestal Internacional (CIFOR) en varios países han puesto de manifiesto que la mayoría de los criterios e indicadores relacionados con la biodiversidad que se han propuesto para su utilización a nivel local -o todos ellos- eran deficientes en algún sentido (Prabhu et al., 1996). En particular, la mayor parte de ellos se referían al cumplimiento de una buena gestión forestal pero no a la evaluación directa de los efectos de la ordenación forestal sobre la biodiversidad. En el estudio se reconocía que la evaluación directa es costosa, está limitada por la disponibilidad de datos y raras veces forma parte de las prácticas de manejo forestal. Se reconocía también la importancia de establecer vínculos nítidos entre el manejo forestal y el mantenimiento de la biodiversidad para poder aceptar los indicadores basados en los procesos de ordenación como indicadores apropiados para medir los efectos del manejo sobre la biodiversidad. A la vista de esas conclusiones, el CIFOR propuso una lista preliminar de indicadores que podrían ser utilizados para evaluar esos efectos, así como un marco para aplicar sobre el terreno los criterios e indicadores de la biodiversidad (Stork et al., 1997).

MARCOS ADECUADOS PARA LA FORMULACIÓN DE INDICADORES DE LA BIODIVERSIDAD

Para formular indicadores adecuados, es preciso establecer un marco o modelo conceptual (Holdgate, 1996) que determine las definiciones y las relaciones entre los fenómenos de interés y los indicadores. El más ampliamente utilizado es el marco de «presión-situación-respuesta», que elaboró la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE, 1993) sobre la base del modelo de «estrés-respuesta» formulado por Friend y Rapport (1979). Este marco establece que las actividades humanas (como la tala de bosques para la agricultura) ejercen una presión sobre el medio ambiente que puede provocar cambios en el mismo (por ejemplo, la extensión de la cubierta forestal). En tal caso, la sociedad puede dar respuesta a los cambios que se registren en las presiones o la situación mediante políticas y programas encaminados a impedir, reducir o mitigar las presiones y, de esa forma, limitar los daños causados al medio ambiente. Los indicadores proporcionan instrumentos para establecer relaciones de presión-situación-respuesta, tanto en la fase de notificación como del análisis de políticas.

Este marco se ha utilizado profusamente para la formulación de indicadores; por ejemplo, ha sido reconocido de forma explícita por el CDB (CDB, 1997a). La CDS ha utilizado una variante de este enfoque, el modelo «fuerza impulsora-situación-respuesta» (CDS, 2001). En este marco se utiliza el término «fuerza impulsora» en lugar de «presión» con el fin de contemplar con mayor precisión indicadores sociales, económicos e institucionales y de reconocer que sus efectos sobre el desarrollo sostenible pueden ser tanto positivos como negativos. La Agencia Europea para el Medio Ambiente (EEA, 1998) amplió el sistema presión-situación-respuesta para incluir fuerzas impulsoras e impactos, dando forma un marco compuesto.

Se han propuesto otros marcos para los indicadores. Hyman y Leibowitz (2001) sugirieron que un modelo conceptual basado en principios ecológicos permitiría evaluar las relaciones entre los indicadores propuestos y los «puntos finales» de la evaluación, como la biodiversidad. Noss (1990) presentó un marco jerárquico para formular indicadores de la biodiversidad, reconociendo que tres elementos de la biodiversidad -composición, estructura y función- pueden ser considerados en varios niveles o escalas de organización. El marco de Stork et al. (1997) se basa en un modelo conceptual de la relación entre las actividades antropógenas que afectan a los bosques y los procesos que influyen en la biodiversidad.

La investigación en esta esfera se ha caracterizado por la confusión en la terminología adoptada y por la incertidumbre sobre cuáles son los métodos más apropiados. Por ejemplo, con frecuencia se utilizan indistintamente los términos «marco» y «modelo conceptual». Los autores sustentan la afirmación de Boyle (1998) de que para formular indicadores se necesitan un modelo conceptual y un marco, el primero para definir la relación entre el indicador y el punto final, y el segundo para clasificar las variables y establecer cuáles de ellas son adecuadas para la evaluación.

UTILIZACIÓN DE LOS INVENTARIOS FORESTALES PARA EVALUAR LA BIODIVERSIDAD

Los numerosos enfoques existentes para evaluar la biodiversidad (Groombridge y Jenkins, 1996; Jermy et al., 1995; Heywood, 1995; Beattie, Majer y Oliver, 1993) varían respecto de la intensidad del muestreo y la necesidad de conocimientos taxonómicos y, por ende, en el costo. Cuando la finalidad es establecer las variaciones registradas en el tiempo, se requieren métodos que sean repetibles y que puedan facilitar resultados comparables entre distintos muestreos. Dado que los recursos son casi siempre limitados, los sistemas utilizados han de tener la mayor eficiencia y la mejor relación costo-eficacia que sea posible para que se puedan mantener a lo largo del tiempo.

Es preciso integrar las evaluaciones de la biodiversidad con los inventarios de otras variables que se llevan a cabo para facilitar la información necesaria para las futuras evaluaciones forestales mundiales (que se ocuparán de otros parámetros como la situación biofísica y el desarrollo de los bosques, la utilización de los bosques y los beneficios que proporcionan) (FAO, 2002c). La evaluación de la biodiversidad debe realizarse, asimismo, de manera acorde con los procesos relativos a los criterios e indicadores que haya adoptado un país determinado, así como con las obligaciones de notificación a escala internacional, como las que establecen el CDB y la CDS.

Las metodologías de los inventarios forestales y los estudios de la biodiversidad son similares en muchos aspectos, aunque también presentan algunas diferencias (Vanclay, 1998). La metodología del inventario forestal se ha elaborado principalmente para estimar el volumen de madera en pie existente en los bosques y para controlar las variaciones en la estructura y crecimiento de los rodales a lo largo del tiempo. Por lo general, no incluyen la medición de otros componentes del ecosistema como los animales o las plantas no leñosas (Burley y Gauld, 1995). Normalmente, los datos cuantitativos sobre la estructura de los bosques que figuran en los inventarios forestales adoptan la forma de listas de árboles con mediciones del diámetro (y a veces también de la altura), o del número total de árboles en cada una de las clases diamétricas. Desdichadamente, muchos inventarios forestales tradicionales se centran hasta tal punto en el potencial de extracción de madera que ofrecen muy poca información, o ninguna, sobre los árboles de menor tamaño o sobre su distribución espacial.

En los últimos años se han intensificado los esfuerzos para establecer parcelas de muestreo temporales y/o permanentes con el fin de evaluar la biodiversidad de los bosques. Por ejemplo, en 1986, el Programa sobre el hombre y la biosfera (MAB) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Institución Smithsoniana iniciaron una iniciativa conjunta para establecer una red de áreas forestales sujetas a distintos regímenes de manejo, junto con protocolos para el control de la biodiversidad. Dichos protocolos se han adoptado en unos 200 centros de investigación de 23 países (Dallmeier y Comiskey, 1998).

Sin embargo, en muchos países, los inventarios forestales son insuficientes o inexistentes. Además, en un estudio realizado por Kapos y Jenkins (2002) se indica que los inventarios forestales, estudios o redes de parcelas permanentes existentes son a menudo insuficientes para proporcionar una evaluación representativa de la biodiversidad forestal. En consecuencia, la evaluación de la biodiversidad exigirá en muchos casos formular y aplicar un sistema de inventariación adecuado. En la sección siguiente se señala cómo se podría diseñar y aplicar en la práctica dicho inventario, centrándose en la utilización de indicadores de la biodiversidad que se han propuesto en los procesos relativos a los criterios e indicadores existentes, conjuntamente con inventarios forestales generales.

LOS INDICADORES DE LA BIODIVERSIDAD Y LOS INVENTARIOS FORESTALES NACIONALES: UN POSIBLE ENFOQUE

La mayoría de los indicadores de la biodiversidad forestal que se han propuesto hasta la fecha se han elaborado para su aplicación a nivel nacional y no son apropiados para utilizarlos en la unidad de ordenación forestal (Stork et al., 1997). Aunque los indicadores de nivel nacional son necesarios para formular y actualizar instrumentos normativos nacionales e internacionales (Castañeda, 2001), algunos cambios importantes en la biodiversidad sólo se pueden detectar en el plano local. Los datos recogidos en la unidad de ordenación forestal se pueden agregar o extrapolar a una escala más amplia para contribuir a la labor de notificación en el ámbito nacional o regional (Raison, Flinn y Brown, 2001). Las tendencias en los indicadores observados podrían utilizarse para ajustar los enfoques de manejo de los bosques con el fin de asegurar la consecución de objetivos nacionales.

Las estimaciones del número total y del estado de conservación de las especies dependientes del bosque -como este perezoso del Amazonas- son indicadores importantes de la biodiversidad forestal

- V. KAPOS

Selección de indicadores

La selección de indicadores para su utilización en una evaluación determinada dependerá de los objetivos de dicha evaluación (que se han de definir con toda claridad) y del marco que se haya adoptado para la formulación de los indicadores. Por otra parte, la relación entre los indicadores seleccionados y los puntos finales ha de ser analizada utilizando métodos estadísticos apropiados (Hyman y Leibowitz, 2001). Muchos indicadores de la biodiversidad forestal no ha sido experimentados adecuadamente y exigen una validación rigurosa para ser interpretados con confianza (Noss, 1999).

Los indicadores de la biodiversidad existentes y propuestos que son apropiados para su aplicación a nivel de la unidad de ordenación forestal pueden agruparse en ocho grupos generales:

No se consideran aquí los indicadores de la variación genética, pues por lo general exigen análisis de laboratorio complejos (Namkoong et al., 1996; pero véase Jennings et al., 2001).

Algunos indicadores, como la superficie de los diferentes tipos de bosque y la superficie forestal protegida, son comunes a todos los procesos relativos a los criterios e indicadores y obligaciones internacionales de notificación (véase el cuadro). Generalmente, requieren datos espaciales sobre la cubierta forestal y datos de inventario obtenidos mediante reconocimiento directo del terreno, que ayudan a definir los tipos de bosque. Luego, esos datos pueden combinarse con los datos cartográficos sobre las zonas protegidas y su estado de manejo (Iremonger, Ravilious y Quinton, 1997).

La mayor parte de los procesos incluyen también indicadores relativos a la composición de los bosques, principalmente en lo que respecta a la riqueza de especies y la presencia de especies cuya conservación reviste un interés particular (especies amenazadas o endémicas). Sin duda, esos indicadores exigen datos tomados del inventario forestal y otros tipos de estudios para confeccionar listas de especies, que puedan cotejarse con evaluaciones nacionales e internacionales del estado de las especies, como las Listas rojas y los apéndices de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) (Dallmeier y Comiskey, 1998b; Vanclay, 1998; Hawthorne y Juam Musah, 1993).

Es menos común la inclusión de otros indicadores, como la fragmentación y la tasa de transformación de los bosques, y la estructura forestal y la superficie alterada solamente son objeto de atención en algunos de los procesos. Los indicadores relativos a la fragmentación de los bosques exigen datos espaciales sobre la cubierta forestal a nivel del paisaje y pueden incluir mediciones del tamaño, forma y conectividad de los tramos de bosque, o índices que combinen esos parámetros (Kapos, Lysenko y Lesslie, 2000).

Es relativamente sencillo evaluar las características estructurales de las masas forestales (Ferris-Kaan, Peace y Humphrey, 1998; Boyle y Sayer, 1995) y tienen una gran importancia para la biodiversidad (Noss, 1990,1999; Ferris y Humphrey, 1999). La estructura de las masas forestales suele ser heterogénea, tanto desde el punto de vista vertical como horizontal; la complejidad estructural puede determinar la disponibilidad de hábitats y, en consecuencia, puede influir en la diversidad de las comunidades vegetales, animales y microbianas (Ferris y Humphrey, 1999). Los elementos de la estructura del bosque que pueden contribuir a los indicadores comprenden la cubierta de copas, la estructura vertical de la cubierta y el tamaño o distribución por edades de los árboles.

La incidencia e intensidad de las alteraciones naturales y antropógenas pueden influir profundamente en la estructura y composición del bosque y, por consiguiente, afectar a la existencia de hábitats para diferentes grupos de organismos. Las alteraciones pueden ser causadas por procesos en pequeña escala como la vejez y la muerte de los árboles, o en gran escala, como los temporales o los incendios. Sin embargo, a veces es difícil evaluar la alteración; puede resultar necesario formular o adaptar los indicadores a nivel local en función de las características de la estación (Ramírez-Marcial, González-Espinosa y Williams-Linera, 2001).

Los indicadores relacionados con la fragmentación de los bosques requieren datos espaciales sobre la cubierta forestal a escala del paisaje y pueden incluir mediciones del tamaño, forma y conectividad de los tramos de bosque

- V. KAPOS

Las mediciones de la estructura del bosque que pueden contribuir a los indicadores de la biodiversidad comprenden la cubierta de copas, la estructura vertical de la cubierta y el tamaño o distribución por edades de los árboles (en la imagen, una zona de la Amazonia central)

- V. KAPOS

 

Inclusión de indicadores de la biodiversidad en los conjuntos indicadores elaborados en el marco de los procesos internacionales sobre criterios indicadores, por organizaciones internacionales y por el Convenio sobre la Diversidad Biológica

Indicador general de la biodiversidad

Montreal

Paneuropeo

Tarapoto

Zona seca de África

Zona seca de Asia

Lepaterique

Cercano Oriente 

Organización Africana de la Madera

OIMT 

CIFOR

CDS

CDBa

Superficie forestal por tipo, y estadio de sucesión en relación con la superficie terrestre

x

x

x

x

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x

x

 

x

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Superficie forestal protegida por tipo, etapa de sucesión y categoría de protección en relación con la superficie forestal total

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x

Grado de fragmentación de los tipos de bosque

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Tasas de transformación de la cubierta forestal (por tipo) a otros usos    

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Superficie y porcentaje de bosques afectados por alteraciones antropógenas y naturales    

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Complejidad y heterogeneidad de la estructura forestal    

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x

   
Número de especies dependientes del bosque

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Estado de conservación de las especies dependientes del bosque

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x

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x

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x

a Hace referencia a una lista provisional de indicadores de la biodiversidad forestal, que han sido publicados pero que aún no han sido ratificados oficialmente (CDB, 1997b).

Métodos de evaluación y análisis

Los datos necesarios para formular los indicadores de la biodiversidad que se han considerado aquí pueden obtenerse en buena medida de los inventarios forestales tradicionales, complementados con la aplicación de las tecnologías de la teledetección y los sistemas de información geográfica (SIG). En determinados casos puede ser necesario recurrir a otras técnicas de reconocimiento sobre el terreno para inventariar taxones que habitualmente no se incluyen en los inventarios forestales. Se ha de prestar suma atención al diseño del muestreo y a los métodos de estratificación y de reconocimiento, tanto en el inventario forestal como en los estudios complementarios (Dallmeier y Comiskey, 1998a; Bachmann, Köhl y Païvinen, 1998; Boyle y Boontawee, 1995; Vanclay, 1998). Las imágenes por teledetección pueden proporcionar una base para estratificar las actividades del muestreo sobre el terreno y para cartografiar la distribución de especies que están estrechamente asociadas con tipos específicos de vegetación. La teledetección, aunque puede facilitar indicaciones de la diversidad del ecosistema observables en la distribución espacial de diferentes tipos de vegetación, no puede ofrecer todavía información directa sobre la diversidad de especies (Tanner, Kapos y Adams, 1998). La teledetección y los SIG pueden utilizarse para confeccionar datos espaciales, por ejemplo, sobre la distribución de la cubierta forestal, y para extrapolar los resultados de estudios intensivos sobre el terreno. Los SIG pueden servir también para combinar datos de distintas fuentes; por ejemplo, se pueden superponer datos espaciales referentes a la distribución de especies o las zonas protegidas en mapas de la cubierta forestal para examinar la vinculación entre ambos.

La síntesis y presentación adecuada de los datos es también fundamental para la utilización eficaz de indicadores. Para agregar los resultados del inventario forestal a escala local a efectos de notificación a escala nacional, y para controlar las variaciones a lo largo del tiempo, se pueden resumir los datos por categorías y presentarlos en relación con la superficie forestal. Por ejemplo, la fragmentación de los bosques, evaluada mediante un índice de integridad espacial, puede expresarse como la superficie forestal perteneciente a cada clase de integridad espacial (Figuras 1 y 2). Un país puede caracterizar la complejidad estructural de sus recursos forestales en términos de la superficie total de bosque en diferentes clases de aclareo del vuelo, profundidad de la copa o estratos del dosel. Igualmente, la riqueza de especies puede presentarse como la superficie de bosque que posee más de un determinado número de especies arbóreas por unidad de superficie o por cada 1 000 árboles. Estas categorías pueden expresarse en términos cualitativos determinados en función de las condiciones locales o nacionales. Por ejemplo, se pueden definir clases de alteración derivadas de la extracción alta, media o baja de madera sobre la base de la frecuencia de tocones cortados que aparecen en las parcelas de inventario.

1. Cubierta forestal de Belice clasificada con arreglo al índice de integridad espacial, que combina mediciones del tamaño, forma y aislamiento del tramo de bosque (resumido estadísticamente en la Figura 2)

2. Superficie forestal de Belice por clase de integridad espacial - resumen estadístico

CONCLUSIONES

En los últimos años se ha desplegado un esfuerzo notable para elaborar indicadores de la ordenación forestal sostenible y muchos de esos indicadores guardan relación con la biodiversidad forestal. Sin embargo, no se ha avanzado mucho en su aplicación a nivel local ni en la evaluación de su pertinencia o fiabilidad como base para la adopción de decisiones. Probablemente, la investigación futura y la elaboración de modelos conceptuales referentes a los procesos que influyen en la biodiversidad forestal permitirán conocer mejor las relaciones entre los indicadores y las variables o procesos de interés, y superar la incertidumbre que rodea a esas relaciones.

Existen varios marcos para la formulación y aplicación de los indicadores de la biodiversidad. Aunque se ha generalizado la utilización de algunos de ellos (particularmente el marco presión-situación-respuesta), es probable que en el futuro los estudios de investigación permitirán obtener métodos más adecuados para estructurar y organizar los indicadores. En particular, es necesario desarrollar instrumentos prácticos que contribuyan a la formulación y aplicación de indicadores de la biodiversidad basados en dichos marcos. La provisión de esos instrumentos, junto con un programa de creación de capacidad, ayudaría a incrementar la utilización de indicadores entre las instancias decisorias y permitiría mejorar el control del medio ambiente. Hasta la fecha, y a pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional en la formulación de indicadores, éstos sólo se han utilizado raras veces de forma práctica como fundamento de la formulación de políticas o las intervenciones de gestión.

Los ocho indicadores generales de la biodiversidad forestal que se identifican en el presente artículo son compatibles con los que se han formulado en el marco de los procesos sobre los criterios e indicadores, pero pueden ser ajustados para su aplicación práctica a nivel local. Puede resultar necesario adaptar cada uno de esos indicadores a las circunstancias locales y las características del bosque. Existen metodologías para evaluar esas variables y podrían aplicarse con un costo relativamente bajo mediante la integración con los inventarios forestales generales.

La agregación de la información recogida a escala local a los efectos de la evaluación nacional y la notificación a los procesos y convenios internacionales puede realizarse sintetizando los datos en distintas categorías y combinándolos en relación con la superficie forestal. Aunque por el momento los informes al CDB se han centrado principalmente en medidas de respuesta adoptadas por las partes en el convenio, es probable que en el futuro se dará importancia al control de la eficacia de esas medidas de respuesta y de su impacto en la biodiversidad. Los enfoques que aquí se presentan permitirían disponer de una metodología adecuada para evaluar esos impactos sobre la biodiversidad asociada con los ecosistemas forestales.

Bibliografía


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