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Distribución de los beneficios de las biotecnologías

Aunque había muchas oportunidades para conseguir una intensificación que no dependiese de las biotecnologías, en ocasiones se presentaba un cuadro en el que la intensificación de la agricultura, la pesca y la silvicultura resultaba en gran medida de los avances en las biotecnologías. A este respecto, el Cuadro de Expertos subrayó la importancia de evitar el uso en singular del término «biotecnología», que tendía a agrupar muchas biotecnologías diferentes. Esta forma de expresarse causaba confusión en el debate acerca de la utilidad o los riesgos relativos de las diferentes tecnologías. Muchas biotecnologías modernas, como el cultivo de tejidos, el aislamiento de células y el diagnóstico molecular, no suscitaban polémica y podían utilizarse sin peligro para aumentar la seguridad alimentaria. Sin embargo, la situación con respecto a los organismos modificados genéticamente (OMG) era algo más problemática (véase más adelante la sección titulada «Los OMG y la ética en la toma de decisiones: participación, seguimiento y rendición de cuentas»). La biotecnología ofrecía muchas soluciones distintas de los productos a base de OMG, que debían ser preferidas cuando la utilización de éstos plantease incertidumbre o riesgos y en particular cuando los beneficios previstos fueran escasos.

Las biotecnologías suscitaban diversos problemas éticos. Muchas de ellas reportaban beneficios considerables, por lo que la distribución del acceso a esas tecnologías beneficiosas en el mundo constituía una cuestión fundamental. Las biotecnologías tradicionales y modernas, tales como la selección, la recombinación mediante la fecundación cruzada y otras técnicas, habían sido esenciales para el progreso; sin ellas la tierra no habría podido sustentar a su población actual. Tal vez fuese necesaria una combinación de biotecnologías tradicionales y modernas para resolver algunos problemas actuales, como la escasez de agua de riego, especialmente para cultivos de arroz, la degradación de la tierra como resultado de la utilización excesiva de plaguicidas, y la dependencia de los cultivos de alto rendimiento respecto de cantidades ingentes de fertilizantes que provocaban la contaminación de los ríos, la eutrofización y la degradación del medio ambiente.

Un importante problema ético era cómo distribuir los beneficios derivados de los progresos en la ciencia y la tecnología. La mayor parte de las investigaciones y las biotecnologías elaboradas a partir de ellas tenían lugar en el Norte, mientras que los recursos genéticos, que eran los elementos a los que se aplicaban, se encontraban principalmente en el Sur, aunque había que reconocer que en algunos países en desarrollo se habían realizado importantes investigaciones biotecnológicas que habían dado resultados considerables. Sin embargo, se observaba un grave dese-quilibrio entre el Norte y el Sur, y la ética debía ofrecer una orientación sobre cómo distribuir los beneficios derivados de la interacción entre la investigación y la utilización de los recursos genéticos.

Con arreglo a los convenios sobre derechos humanos, toda persona tiene derecho a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten (Declaración Universal de los Derechos Humanos, Artículo 27.1; Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Artículo 15.1 b). Sin embargo, en la actualidad el control de las biotecnologías modernas estaba distribuido de manera muy desigual, debido a las grandes diferencias en cuanto a capacidad de investigación y desarrollo, así como a la concesión de numerosas patentes, que daban lugar a monopolios.

La ética exigía que se buscasen medios para distribuir los recursos y los beneficios de las biotecnologías modernas. Un estricto cumplimiento del Convenio sobre la diversidad biológica contribuiría a garantizar el mantenimiento de la biodiversidad necesaria. El Tratado Internacional sobre los Recursos Genéticos, recientemente aprobado, ofrecía la posibilidad de compensar la privatización de las patentes o de los derechos de los fitogenetistas sobre los recursos genéticos (junto con los productos comerciales resultantes a los que se aplicaba el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio [ADPIC]) con los derechos colectivos de los agricultores sobre esos mismos recursos genéticos. Este tratado podría servir para garantizar que los beneficios económicos se distribuyeran de modo equitativo. El Cuadro de Expertos tomó también nota con interés de la reciente legislación sobre este tema en la India, donde un mismo instrumento jurídico se ocupaba de los derechos y patentes de los agricultores y de los derechos de los fitogenetistas.

Los miembros del Cuadro de Expertos examinaron los esfuerzos que se habían realizado o se estaban realizando para superar la desigualdad en el control y la utilización de biotecnologías. La Sra. Lenoir presentó un reciente estudio realizado por un grupo de trabajo presidido por ella («Relever le défi des biotechnologies»), que contenía propuestas relativas a un considerable incremento de los recursos destinados por las autoridades francesas a la investigación y el desarrollo, tanto en el sector público como en el privado, asegurando también la adopción de medidas para promover la solidaridad con los países en desarrollo en esta materia. La Sra. Tablada Romero presentó información sobre la etapa relativamente avanzada de las biotecnologías en Cuba, que era el resultado de las cuantiosas inversiones y de la atención prestada a la educación casi inmediatamente después de la revolución en Cuba y estaba reportando en esos momentos beneficios considerables. La Sra. Chen Chunming, al examinar la utilización de los OMG en China, señaló que, desde comienzos del decenio de 1980, el Gobierno de ese país había hecho de la elaboración de biotecnologías adecuadas uno de los objetivos prioritarios en la esfera de la ciencia y la tecnología nacionales, y había invertido ingentes cantidades en la investigación con ese fin, por lo que China desempeñaba actualmente una función innovadora en los países en desarrollo. Se habían introducido cinco tipos de cultivos a base de OMG y el cultivo predominante era el algodón transgénico. China había concedido prioridad a la investigación y el desarrollo en materia de biotecnologías; la posición de los científicos era en general favorable a la obtención de OMG capaces de reducir la necesidad de los plaguicidas y fertilizantes que daban lugar a la contaminación de los ríos y disminuían la sostenibilidad del medio ambiente. El Gobierno chino confiaba también en que algunas variedades derivadas de OMG permitirían reducir la utilización de agua en la producción de arroz.

El Sr. Salleh, en un documento sobre el desafío que planteaban las biotecnologías a los países en desarrollo, señaló el dilema de muchos de ellos, debido a que las prioridades eran proporcionar servicios básicos y alimentos, pero faltaban tecnologías avanzadas y personal científico y los fondos para la investigación científica y el desarrollo eran muy limitados. Teniendo en cuenta que la tecnología estaba avanzando rápidamente, quienes no estuvieran preparados quedarían marginados y rezagados, a pesar de que los países en desarrollo situados en los trópicos eran en general muy ricos en recursos biológicos y en biodiversidad. Una solución parcial podría ser lo que denominó «asociaciones inteligentes» entre instituciones de países desarrollados y en desarrollo, basadas en el respeto mutuo, la confianza y la voluntad de trabajar en común en beneficio de todos.

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