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Prácticas de ordenación


Para asegurar un suministro constante de pescado es indispensable evitar la sobrepesca. Las comunidades pesqueras pueden limitar la actividad pesquera, pero también es posible introducir mejoras y utilizar métodos de pesca que no perjudiquen al medio ambiente.

Cuando los ríos o los lagos contienen muchas especies de peces, es difícil saber si hay un problema de sobrepesca. Probablemente se está produciendo ese fenómeno si disminuyen las especies de peces de mayor tamaño y abundan más las especies más pequeñas de crecimiento rápido. Cuando tal cosa ocurre pueden aumentar las capturas pero disminuye su valor y en última instancia la pesquería puede resultar amenazada. Una forma de impedir la sobrepesca y garantizar el suministro de pescado es asignar derechos de pesca a la población que utiliza las aguas.

Asignar derechos de pesca implica también decidir con el máximo cuidado quién puede ejercer la actividad y durante cuánto tiempo se mantendrán sus derechos de acceso a las zonas de pesca. Una vez se han asignado los derechos debe establecerse con toda claridad quién está autorizado a pescar en unas aguas determinadas, ya sea con barcas, desde la orilla o con balsas.

En las aguas continentales existen muchos tipos diferentes de propiedad y derechos de acceso. Los derechos van desde la propiedad privada completa de pequeños lagos y estanques hasta el libre acceso para todos. En ocasiones, los derechos de acceso pertenecen a comunidades locales o al Estado y el acceso se limita a quienes han obtenido una licencia. Cuando no existen derechos reconocidos de acceso, se puede considerar que el acceso es universal. En tales casos, la pesca es con frecuencia un último recurso para quienes no tienen tierra. En las zonas de libre acceso la pesca puede ser considerada como una actividad para evitar el hambre.

En aquellos países en los que existe un sistema establecido de derechos de pesca que se asignan por largos períodos, los pescadores son los más interesados en manejar los recursos de forma sostenible. Cuando los derechos se asignan para un plazo excesivamente breve, los pescadores comerciales desarrollarán quizá una actividad muy intensiva que les permita obtener rápidos beneficios. Tal cosa ocurre especialmente cuando se conceden los derechos de acceso mediante subasta (es decir, cuando los pescadores compiten entre sí para comprar un derecho de pesca durante un período concreto o para un volumen determinado de pescado).

Para que las políticas relacionadas con la propiedad y el acceso den buenos resultados puede ser necesario imponer restricciones respecto de los artes de pesca. Los responsables de la ordenación pesquera deben formular reglamentos que limiten el uso de artes y métodos de pesca que causen daño a las poblaciones ícticas o a sus hábitats. Tal vez será necesario prohibir los artes perjudiciales, pero se han de tener en cuenta las necesidades de las comunidades pesqueras.

En las aguas continentales se utilizan distintos aparejos, según el tipo de pesca, la tradición y las condiciones de las aguas en diferentes períodos del año. Generalmente, los pescadores más acomodados utilizan aparejos costosos y más eficaces, mientras que los pobres sólo tienen a su alcance los artes más elementales. Se ha de poner buen cuidado en que los pescadores desfavorecidos no sean perjudicados por las restricciones de los aparejos.

Frecuentemente, las políticas de ordenación establecen, como complemento de esas restricciones, una longitud mínima de los peces capturados. Por ejemplo, puede exigirse la utilización de redes de malla grande que permita escapar a los peces más pequeños. También se pueden determinar restricciones estacionales para desalentar la sobrepesca y proteger a las poblaciones durante el período de reproducción. Las medidas de conservación o sostenibilidad, como el control de la sobrepesca y las restricciones relacionadas con los aparejos, la temporada de pesca y el tamaño de los peces tienen por objeto proteger a las poblaciones ícticas.

También es importante evitar el despilfarro debido al deterioro del pescado. Los pescadores deben asegurarse de que el pescado capturado conserve las propiedades nutritivas y la calidad hasta su transporte al mercado, su venta o su consumo. Generalmente, los pescadores no disponen de mecanismos organizados para mantener fresco el pescado desde el momento de la captura hasta la venta. El ahumado y el secado al sol (que reduce la calidad) son métodos comunes de preservar el pescado que ha sido capturado mucho antes de su aparición en el mercado. Sin embargo, dado que la utilización intensiva de madera para el ahumado puede causar deforestación, es necesario aplicar métodos más adecuados de conservación.

La pesca continental exige una buena gestión de los lagos y los ríos. La industrialización, la urbanización, la deforestación, la minería y los usos agrícolas de la tierra y el agua degradan muchas veces el medio acuático. Muchas de esas amenazas se plantean al mismo tiempo y están interrelacionadas. A menudo se materializan en las cuencas de los ríos y los lagos y también afectan a la costa. Por ello, es importante que en la ordenación de la pesca continental se tengan en cuenta las consideraciones ambientales y las realidades institucionales y socioeconómicas de las cuencas lacustres y fluviales.

Para regular y reducir las interacciones negativas y los conflictos entre la pesca continental y otros sectores es necesario adoptar un enfoque basado en las cuencas para formular el marco de ordenación normativo, jurídico e institucional. Este enfoque contribuye asimismo a coordinar la planificación y gestión de recursos que comparten los pescadores y otros usuarios. Los administradores y las partes interesadas del sector pesquero deben participar en la formulación y aplicación de esa planificación integrada de las cuencas. Las partes interesadas de todos los sectores, también las comunidades pesqueras, deben ser consultadas cuando se vayan a aplicar decisiones y planes que afecten al conjunto de la cuenca.

Una colaboración apropiada entre diferentes organismos permitirá establecer sistemas para el seguimiento del proceso de gestión de las cuencas. Estos sistemas de seguimiento pueden ser también de gran utilidad para evitar efectos ambientales transfronterizos negativos en los ríos y los lagos.

La financiación suele ser una consideración importante para conseguir la pesca sostenible. A nivel local, la compra de aparejos y la construcción de instalaciones para la conservación del pescado tiene costos elevados. A nivel regional y nacional, hace falta dinero para reglamentar y controlar las actividades pesqueras, adoptar medidas de rehabilitación y conservación de las aguas interiores y estudiar el impacto ambiental y social en una zona. En aquellos lugares en los que la contaminación industrial amenaza las pesquerías locales, el costo de controlar los sedimentos y los productos químicos puede ser muy elevado. Las políticas de pesca deben exigir a quienes contaminan que se hagan cargo de ese costo.

En muchos casos, los pescadores artesanales de las aguas interiores no pueden financiar todas las medidas necesarias para establecer y efectuar una pesca sostenible. Los gobiernos deben colaborar con los bancos de desarrollo y otros organismos financieros para ayudar a la pesca artesanal y de subsistencia. Como los usuarios de las aguas interiores para usos distintos de la pesca tienen menos dificultades para conseguir financiación externa, los gobiernos podrían considerar la posibilidad de establecer financiación para los programas de ordenación y programas de lucha contra la contaminación por medio de esas fuentes. De esa forma se podrá adoptar un plan de gestión financiera para todos los usuarios de los recursos acuáticos.

El principio rector básico para el desarrollo de las aguas interiores debe ser la maximización de los beneficios de todas las actividades para el mayor número posible de interesados, manteniendo al mismo tiempo el medio ambiente en buen estado.


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