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CARTAS

Unasylva está abierta a la correspondencia de sus lectores, en particular sobre cuestiones sustantivas. Unasylva se reserva el derecho de publicar las cartas a la Redacción de la revista y de resumirlas por razones de espacio.

31 de mayo de 2005

A la Redacción:

Torcí el gesto al leer el título de portada de Unasylva 218, «Impulsar las acciones regionales». El título ilustra lo equivocado de todo el enfoque de la FAO en los países del Tercer Mundo, por lo menos en esta parte de África, durante los últimos 30 años más o menos.

Es comprensible que por razones de economía la FAO tenga oficinas regionales, para sus propios fines administrativos. La dificultad viene cuando el personal de la FAO adopta un enfoque regional para las actividades de campo.

Nunca se insistirá bastante en que cada país del Tercer Mundo en África difiere de sus vecinos y en que, porque una cosa haya funcionado en un país, no hay garantía alguna de que pueda tener éxito en un país vecino. Los intentos de «regionalización» son una de las razones de la escasa efectividad de la FAO (y de la mayoría de los demás organismos donantes) en la silvicultura. Estoy seguro de las ventajas de utilizar las ONG localmente establecidas para programas concebidos localmente.

Dentro de una región con análogas características forestales, los oficiales forestales pueden –y deben– convenir en enfoques forestales comunes, normas comunes, actividades transfronterizas, etc. Todas estas son cuestiones técnicas. Pero nunca ha tenido sentido tratar de coordinar las actividades de campo regionales, como no sea en términos muy generales. Un país puede sin duda haber ratificado un determinado acuerdo forestal regional, pero que asigne bastantes de sus escasos recursos a la ejecución del acuerdo depende de las prioridades del país en cada momento concreto.

Atentamente,

David May

Maseru, Lesotho

 

 

Douglas Kneeland, Presidente de la Junta Consultiva Editorial de Unasylva, responde:

La FAO conviene en que la mayoría de las cuestiones forestales han de considerarse por países, no por regiones. El artículo de recopilación de R.M. Martin en Unasylva 218 recalcaba que «se pone énfasis en las medidas nacionales», y que los enfoques regionales complementan la acción nacional. La piedra angular del programa de campo de la FAO en silvicultura es el apoyo a los programas forestales nacionales. Me sorprende en verdad que el Sr. May tenga la impresión de que el programa de campo de la FAO es básicamente de índole regional. Por cada proyecto forestal regional de la FAO en África, hay más de diez proyectos de países.

Estamos de acuerdo en que las ONG locales pueden aportar mucho. El innovador Mecanismo para los programas forestales nacionales, patrocinado por la FAO, insiste en el apoyo a las ONG locales y propicia las soluciones propuestas desde las bases para los problemas nacionales.

Aunque convenimos en que los países son responsables de tomar medidas efectivas para cuidar de sus bosques, consideramos también que las Comisiones Forestales Regionales constituyen un importante foro para que los países intercambien información y aprendan unos de otros. A los países incumbe explorar los ámbitos en que la colaboración tiene sentido. En fin de cuentas, el beneficio más importante de los enfoques regionales es que refuerzan los enfoques nacionales.

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