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La Dirección de Montes y Productos Forestales de la FAO, precursora del actual Departamento Forestal, se estableció a fines de la primavera de 1946; por ello conmemoramos nuestro sexagésimo aniversario en 2006, prolongando las celebraciones del sexagésimo aniversario de la FAO en octubre de 2005. Con esta ocasión hemos estimado conveniente abarcar una serie de temas más bien que centrarnos en uno. Los temas van desde la formulación de políticas hasta las prácticas sobre el terreno. Esperamos que este número ofrezca algo para cada lector.

El primer artículo, de D. Kneeland, examina el progreso y los problemas del sector forestal de la FAO a sus 60 años, mostrando cómo la FAO adapta su trabajo a un mundo cambiante. El artículo repasa brevemente los primeros 50 años –de los que trató ampliamente un número de Unasylva en 1995– para centrarse después en los aspectos del programa en los últimos diez años: fortalecimiento institucional; vigilancia, evaluación e información sobre bosques; evolución de programas forestales nacionales; equilibrio de demandas de la silvicultura y la agricultura; mejores prácticas silviculturales; y liderazgo en el diálogo forestal internacional.

A continuación, en un artículo estimulante adaptado de una ponencia en una consulta de expertos sobre formación de redes de política forestal, N. Byron considera las dificultades de definir, aplicar y renovar las políticas forestales. Examina varios factores –deficiencias en la ejecución, cambios en las prioridades sociales, nuevas oportunidades– que pueden motivar a los gobiernos para cambiar sus políticas. Analiza después cómo las organizaciones públicas modifican su estructura, sus funciones o sus principios para operar el cambio. El mensaje fundamental es que es esencial tener claras las razones de la reforma de políticas y asegurarse de que es la mejor manera de servir al interés de toda la sociedad a largo plazo. Los países pueden y deben aprender unos de otros para no repetir errores pasados.

El siguiente artículo presenta un sistema factible para evitar que la producción ganadera cause daños en el medio ambiente. M. Ba Diao describe el Proyecto de ordenación integrada de ecosistemas en Senegal (PGIES), que estimula la participación comunal en la ordenación de los recursos naturales en zonas protegidas y sus alrededores. El PGIES promueve la intensificación y la diversificación de la producción, a partir de la premisa de que una ganadería debidamente ordenada puede ser beneficiosa para el medio ambiente. El autor considera también las condiciones necesarias para la ordenación sostenible de los recursos naturales, tales como el acceso legal a la tierra, políticas apropiadas, instituciones adecuadas, la creación de capacidad y el establecimiento de nuevos mercados.

En los últimos decenios, se ha reconocido cada vez más la descentralización basada en la comunidad como forma prometedora de aumentar los incentivos para la ordenación forestal sostenible. Pero la transición de la centralización a la descentralización no siempre es fácil, ya que las organizaciones locales pueden no estar preparadas para afrontarla. E. Raufflet y P. Moctezuma Barragán examinan los procesos locales necesarios para descentralizar la ordenación de los recursos naturales, a partir de un estudio monográfico en México central. El artículo considera cómo una cooperativa de agricultores (ejido) en una municipalidad boscosa ha empezado a organizar la ordenación en el contexto de la reciente descentralización. El estudio evalúa la capacidad organizativa del ejido examinando los tres componentes generales de cualquier organización: su proceso, su estructura y su cultura. El comportamiento del ejido ofrece interesantes datos para los investigadores, los planificadores y los ingenieros forestales.

En los últimos diez años, Kuala Lumpur ha plantado cientos de miles de árboles como parte de una campaña para hacer de Malasia una «Nación Jardín» en 2005. De hecho, pese al énfasis histórico en la horticultura y el paisajismo, la plantación de árboles ha sido siempre una prioridad en las ciudades de Malasia, y las prácticas de arboricultura no han dejado de mejorar. M. Sreetheran y sus colaboradores presentan la historia de la plantación de árboles en el reverdecimiento de la Malasia urbana y esbozan algunos desafíos y perspectivas de su constante desarrollo.

L. Christersson y K. Verma apoyan la silvicultura de rotación corta como medio para suministrar materia prima a las industrias forestales y combustible a la población conservando al mismo tiempo los bosques naturales. Una serie de ejemplos de países tanto desarrollados como en desarrollo demuestra las ventajas y los usos de una silvicultura de alta densidad en la que se realiza todo el potencial de crecimiento de los árboles asegurando las mejores condiciones de riego y nutrientes, eliminando la competencia de plantas herbáceas y otras especies arbóreas e impidiendo los daños bióticos y abióticos. Las plantaciones de corta rotación pueden hacerse en tierras de cultivo que ya no se utilicen con fines agrícolas, tierras forestales de zonas tropicales y templadas en las que se haya llevado a cabo una corta rasa y tierras degradadas, especialmente en muchos países en desarrollo.

Finalmente, se presenta brevemente la Asociación Global sobre Restauración del Paisaje Forestal, iniciativa emprendida en 2003 por la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la Comisión Forestal de Gran Bretaña. La restauración del paisaje forestal es una manera práctica de restablecer el equilibrio de los beneficios medioambientales, sociales y económicos de los bosques y los árboles dentro de un mosaico de usos de la tierra. La Asociación Global es una red de más de dos docenas de gobiernos y organizaciones que colaboran con especialistas, comunidades y empresas para promover y reforzar la restauración del paisaje forestal.

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