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Aparatos y procedimientos para la manipulación de las semillas forestales

E. MAGINI

E. MAGINI es profesor en el Istituto di Selvicoltura de Florencia. La primera parte, escrita por el Prof. P.. MORANDINI, se publicó en Unasylva, Volumen 15, Número 4.

II. Tratamientos sanitarios, almacenamiento, ensayo de semillas y transporte

Tratamientos sanitarios

Los insectos y los hongos pueden destruir las semillas almacenadas, por lo que sus enemigos bióticos tienen que combatirse lo más eficazmente posible. En general, la lucha indirecta, manteniendo durante el almacenamiento condiciones de temperatura y de humedad que puedan inhibir el desarrollo de mohos y la actividad de los insectos, da resultados satisfactorios si las semillas se extraen en estufas y se conservan en recipientes herméticos desinfectados.

Las semillas que no pasan por estufa o que no se almacenan en recipientes precintados puede que necesiten a veces, para reducir los daños debidos al ataque de hongos o de insectos, un tratamiento con productos químicos, aunque el método de almacenamiento adoptado sea el más apropiado.

Sea como fuere, los recipientes en que se almacenen las semillas deberán limpiarse antes de usarlos y se tratarán con fungicidas e insecticidas potentes que habrá que eliminar luego de los recipientes o dejar que se evaporen bien después que produzcan su efecto. Frecuentemente se emplean como fungicidas soluciones de formaldehido, aun cuando el insecticida más corriente es el sulfuro de carbono. El local de almacenamiento deberá mantenerse muy limpio, siendo conveniente aplicar fumigantes a la terminación de cada campaña de almacenamiento.

Son varios los productos químicos que se emplean. Algunos de ellos dañan las semillas, sobre todo si éstas no están suficientemente secas. Dichos productos químicos se aplicarán únicamente a recipientes o locales de almacenamiento. Otros no afectan al poder germinativo de las semillas, siempre que se empleen en la concentración y con arreglo a los métodos recomendados por los fabricantes. Estos productos químicos se pueden utilizar para tratar tanto las semillas como los recipientes.

El formaldehido fue uno de los primeros productos químicos cuyo empleo se generalizó como desinfectante. Nunca se ha puesto en duda su facultad de combatir adecuadamente las enfermedades, pero hay pruebas de que perjudica la calidad de las semillas tratadas.

Algunos compuestos orgánicos que contienen mercurio (como «Ceresan», «Semesan», «Uspulun») se usan desde hace algún tiempo con resultados variables. Actualmente se dispone de nuevos compuestos orgánicos que parece que no tienen efectos tóxicos. Baldwin (1955) recomienda el empleo de insecticidas, tales como el sulfuro de carbono, el bromuro de metilo y el paradiclorobenceno, para tratar las semillas de árboles forestales.

En términos generales, parece ser que las infestaciones de muchas clases de semillas por insectos se pueden eliminar mediante diversos productos químicos, dentro de un amplio margen de seguridad para las semillas, mientras que el margen de seguridad en el caso del tratamiento fungicida de las semillas no es tan grande. Sin embargo, antes de tratar en gran escala las semillas con un determinado producto químico es necesario conocer los resultados de experiencias o prácticas de almacenamiento con la especie en cuestión.

Algunos fumigantes son venenosos, por lo que su manejo hace indispensable el empleo de una máscara protectora. Existen diversos tipos de pulverizadores consistentes en un depósito con una capacidad de hasta unos 20 litros o más, una bomba y un dispositivo de descarga.

Actualmente se encuentran en el mercado bombas nebulizadoras basadas en el principio del aerosol, con una capacidad de 2 litros o más. Las minúsculas partículas producidas por las bombas de aerosoles, que son expulsadas al abrirse una válvula, poseen una potencia de penetración máxima, por lo cual se recomienda este tipo de pulverizador.

Almacenamiento

La finalidad del almacenamiento es mantener las semillas en forma que éstas conserven el máximo poder germinativo el mayor tiempo posible. El almacenamiento de las semillas durante períodos de tiempo más o menos largos suele ser prácticamente necesario en los programas de regeneración artificial y de forestación.

Lo ideal sería sembrar semillas frescas inmediatamente después de su extracción y limpieza pero, en la práctica, esto no siempre es posible ni conveniente. Para reducir los peligros que representan los roedores o para aumentar la facultad germinativa y la supervivencia, la siembra deberá efectuarse en la época más favorable. En las regiones templadas las semillas se suelen extraer en otoño y se conservan hasta la primavera siguiente. Por otra parte muchas especies forestales importantes sólo fructifican irregularmente, por ejemplo: Pinus taeda, Pinus sylvestris y Picea abies, que dan una buena cosecha cada tres o cinco años o más. Las semillas de estas especies recogidas en los años buenos tendrán que almacenarse a veces durante varios anos con objeto de disponer de reservas para los anos de escasa o ninguna fructificación.

El conocimiento de los métodos de almacenamiento facilita la formación de reservas de semillas en los anos de buena fructificación, en que el costo de las semillas es bajo y la calidad de las mismas, elevada. El almacenamiento de las semillas puede ser de duración variable. En general, esta duración tiende a aumentar con la del intervalo entre los años de fructificación, pero depende grandemente de las características de almacenamiento de la especie de que se trate y del costo de las semillas.

En el caso de algunas especies, el almacenamiento es cosa sencilla (por ejemplo, para muchas semillas de leguminosas arbóreas y de pinos); para otras, el almacenamiento es difícil o muy difícil, figurando entre tales especies el sauce, el álamo, el olmo y el ocumé, cuyas semillas pierden completamente su poder germinativo al cabo de uno o dos meses si se almacenan en condiciones ordinarias. Por lo común, no resulta económicamente ventajoso almacenar las semillas grandes, sensibles y baratas de algunas frondosas durante períodos superiores a tres o cuatro meses, mientras puede que sea conveniente conservar las semillas pequeñas y valiosas de muchas coníferas durante más de dos o tres años. En particular, el almacenamiento en frío, que requiere aparatos e instalaciones caros, deberá limitarse a las semillas con humedad inferior a 10 o 12 por ciento de su peso, siempre que se conozca su comportamiento y, en cambio, no se deberá usar jamás para las semillas baratas y fáciles de conseguir.

Sin embargo, deberá tenerse presente que las semillas completamente maduras tienen mayores posibilidades de permanecer viables durante largos períodos de tiempo, y que las semillas de viabilidad inicial elevada resisten mejor el almacenamiento. En la práctica, pues, sólo deberán almacenarse durante mucho tiempo las semillas de buena calidad.

Por lo general, las semillas se conservan mejor en condiciones de humedad y temperatura bajas, pero existen muchas excepciones de esta regla general. Ciertas semillas se conservan satisfactoriamente a las temperaturas ordinarias y otras sufren daños si se reduce ligeramente su contenido de humedad. Al estudiar los problemas del almacenamiento adecuado habrá que tener claramente presente qué es lo que sucede a las semillas después de la maduración, y a qué se debe que pierdan su poder germinativo. Son varios los factores que influyen en la longevidad y en las propiedades de conservación de las semillas.

La longevidad depende de las características morfológicas y fisiológicas de la semilla, así como de los métodos de tratamiento y de las condiciones de almacenamiento. Holmes y Buszewicz (1958) han hecho un estudio excelente de los problemas y los métodos de almacenamiento de semillas de especies forestales de las zonas templadas.

Los peligros principales que entraña el almacenamiento de las semillas y a que se debe en gran parte la deterioración de las propiedades de conservación de las semillas se pueden dividir en dos categorías:

a) Daños debidos a agentes externos: plagas y enfermedades.
b) Velocidad del metabolismo destructivo; es decir, velocidad de respiración.

El desarrollo de mohos se reduce mucho si la temperatura o la humedad relativa son bajas. La actividad de los mohos se inhibe casi completamente cuando la humedad de las semillas es de 5 a 10 por ciento y la temperatura está próxima a 0° C. Frecuentemente, se ha propugnado el uso de fungicidas, como formalina o los compuestos organomercúricos, pero tales fungicidas no pueden recomendarse de un modo general pues pueden ser perjudiciales para las semillas, ocasionando una germinación anormal. En general, la buena regulación de la temperatura y de la humedad durante el almacenamiento constituye el método de lucha más apropiado.

Muchos insectos dañan únicamente las semillas que estaban infestadas ya antes de almacenarlas. La fumigación y otros métodos de lucha son, sin embargo, adecuados en ciertos casos, sobre todo si se trata de especies cuyas semillas son propensas a infestación por gorgojos (Carga, Castanea, Quercus, Leguminosae), y cuya extracción no requiere temperaturas altas. Para las semillas que se extraen al sol o en estufas a temperaturas superiores a 40-42° C. no suele ser necesaria la fumigación, pues casi todos los insectos mueren a estas temperaturas.

La respiración ocasiona el consumo de sustancias de reservas, la liberación de energía y la producción de CO2 y de agua por la oxidación de los hidratos de carbono y de las grasas. La continua respiración puede originar el agotamiento completo de las sustancias de reserva. Por el contrario, la falta de oxígeno atmosférico puede producir una respiración anaerobio. A las temperaturas ordinarias, esta respiración puede causar la total deterioración de algunas semillas grandes de frondosas.

La velocidad de respiración disminuye al hacerlo la humedad y la temperatura, por lo que, en general, la duración de la vida de las semillas depende principalmente de dichos factores. En el almacenamiento artificial, la respiración puede reducirse mucho manteniendo bajas la temperatura y la humedad.

Si uno de estos factores es demasiado alto, la reducción del suministro de oxígeno puede favorecer la retención de la capacidad de germinación. El almacenamiento hermético es beneficioso también desde este punto -de vista. Más eficaces para reducir la velocidad de respiración pueden ser: a) El almacenamiento en vacío o a presión atmosférica reducida, difícil y caro en la práctica, y b) El almacenamiento en una atmósfera en que el oxígeno se haya sustituido por otros gases como CO2 0 N.

OPERACIONES PRELIMINARES (SECADO DE LAS SEMILLAS)

Para las semillas que deben almacenarse con poca humedad, es necesario ajustar dicha humedad, especialmente cuando se utilice el almacenamiento hermético.

Para muchas semillas el contenido de humedad apropiado, al comienzo del almacenamiento, es inferior a 10 ó 12 por ciento y corrientemente se obtiene esta humedad en las estufas donde se abren los conos.

Algunas especies que no alcanzan el nivel de humedad requerido o que no pasan por la estufa (por ejemplo, Oucumea, Abies) deberán secarse previamente. Las pinas de Abies no requieren secadero porque se abren por sí solas. Las semillas, por tanto, tienen corrientemente un mayor contenido inicial de humedad.

Las semillas se pueden secar de varias maneras. Los métodos más comunes consisten en el secado al sol, en cámaras calientes o en una estufa de extracción. El primer procedimiento da buenos resultados sólo cuando las condiciones atmosféricas son favorables, pues si no lo son falla a menudo. El segundo método requiere mucho espacio y tiempo y no siempre da resultado. El método de la estufa es generalmente preferible, sobre todo cuando hay que secar grandes cantidades de semillas.

Para este fin, las más apropiadas son las estufas de tiro forzado, pues permiten secar con exactitud y seguridad las semillas, que se exponen a la acción de una gran masa de aire a una temperatura relativamente baja. Las temperaturas altas son especialmente peligrosas para las semillas de humedad elevada (Barton, 1935). En general, la temperatura de secado no deberá pasar de 40° C. Actualmente, se tiende a emplear temperaturas más bajas y corrientes de aire mayores, a fin de lograr una mayor seguridad de desecación (Holmes y Buszewiez, 1958).

El secado químico, mediante agentes deshidratantes como CaO, gel de sílice, ácido sulfúrico o CaCl2 anhidro, puede aplicarse eficazmente a lotes pequeños de semillas valiosas.

MÉTODOS DE ALMACENAMIENTO EN SECO

El estado óptimo para almacenar todas las semillas que resisten una desecación considerable es, probablemente, el secado adecuado seguido de almacenamiento hermético en ausencia de oxígeno y a temperatura baja (Crocker, 1938). Sin embargo, puede que estas condiciones resulten innecesarias o imposibles en la práctica.

Secado sin regulación de la temperatura y de la humedad

Este es el método más sencillo y más antiguo. En él las semillas se almacenan generalmente en montones o en capas, en sacos o cajas. Las semillas deben protegerse de los roedores y almacenarse en bodegas frescas y ventiladas o en almacenes a propósito (cobertizos), donde la temperatura, aunque no se regula, sufre una elevación y un descenso graduales según las estaciones. Las semillas de muchas especies, entre ellas algunas Leguminosae y ciertos pinos y eucaliptos, pueden conservarse bien por lo menos durante seis meses en almacenes de este tipo, siempre que el aire esté suficientemente seco. Las semillas de Picea excelsa y de Larix decidua se pueden mantener también en sacos de yute puestos en pie o echados. Deberán evitarse los montones grandes. Para obtener un buen almacenamiento, convendrá remover frecuentemente las semillas.

Aunque este método puede dar en ciertas circunstancias resultados bastante buenos, no es suficientemente seguro y no puede recomendarse ni para semillas de valor ni para el almacenamiento prolongado. Son excepciones diversas especies de leguminosas (Acacia y Robinia, particularmente) que se pueden almacenar normalmente de esta manera durante diez anos al menos.

Cuando la humedad atmosférica es elevada, las semillas pueden pudrirse rápidamente. El almacenamiento de las semillas en bodegas frescas y húmedas, en recipientes abiertos, tal como la practicaban comúnmente muchos viveristas en otro tiempo, es el peor tipo posible de almacenamiento.

Almacenamiento en seco en recipientes herméticos

La hermeticidad es el modo más económico de conseguir condiciones de humedad constante. Cuando las semillas contienen poca humedad al colocarlas en los recipientes, esta humedad inicial permanece inalterada durante el almacenamiento.

Los recipientes se mantienen corrientemente en locales o bodegas sin calefacción. Para reducir la humedad de las semillas se pueden emplear diversos agentes deshidratantes (H2SO4, CaCl2). La humedad se puede eliminar en cierto grado mediante el uso de gel de sílice (por ejemplo, con las semillas de ocumé, en Africa). Este método da resultados buenos con varias especies de los géneros siguientes: Betula, Ulmus, Picea, Pinus, Pseudotsuga y con Gleditsia y Caragana. No se recomienda para las especies del grupo de pinos del sur y de los Estados Unidos ni para los pinos de cinco agujas.

La humedad inicial de las semillas determina en gran manera el éxito del almacenamiento. Dicha humedad deberá ser baja, pero una desecación excesiva puede ser perjudicial. Las semillas son más sensibles al contenido de humedad cuando la temperatura no está regulada más que a temperaturas bajas constantes.

En general, y para un período de almacenamiento que no pase de un año, es muy apropiado el método siguiente:

Almacenamiento en seco y frío en recipientes herméticos

Las condiciones de temperatura y humedad reguladas son las mejores para muchas especies durante un período largo. La temperatura puede estar próxima al punto de congelación o incluso puede ser algo inferior a él. En la práctica, se consideran adecuadas para muchas aplicaciones las temperaturas comprendidas entre 0° y 50 C., pero para algunas especies el almacenamiento prolongado requiere temperaturas inferiores al punto de congelación. Generalmente cuesta mucho mantener temperaturas inferiores a - 15° C. y se corre además el riesgo de que se produzca un súbito incremento de la temperatura como consecuencia de un accidente en la instalación de congelación.

Son muchas las especies que se pueden conservar largo tiempo a temperaturas de 3° a 5° C. pudiendo citarse entre ellas Abies spp. (para Abies alba conviene una temperatura inferior a 0° C.), Acer, Cedrus Fraxinus, Larix, Picea, Sorbus, Pinus y Pseudotsuga. Probablemente, éste es también el método mejor para las semillas caras de muchos eucaliptos.

Las temperaturas inferiores al punto de congelación se usan generalmente para las semillas que pierden rápidamente su viabilidad en condiciones ordinarias, como son las de sauce, chopo y olmo, o cuando el almacenamiento persigue una finalidad particular. La regulación de la humedad es muy importante, tanto para el almacenamiento a temperaturas inferiores al punto de congelación como para el almacenamiento a temperaturas superiores al mismo.

Baldwin (1955) cita los ejemplos siguientes de contenido de humedad recomendado para almacenamiento en frío: Pinus, 7-9 por ciento; Abies, 11 por ciento; Picea, 6-7 por ciento; Ulmus, 3-7 por ciento; Thuja, 8 por ciento; Betula 1-5 por ciento; Eucalyplus, 7-9 por ciento.

Se han obtenido resultados buenos para Abies alba con una humedad de 9 a 10 por ciento; para Fraxinus, con una de 7 a 10 por ciento; y para Chamaecyparis obtusa y Cryptomeria japonica, con una de 4 a 8 por ciento. Para Pseudotsuga la humedad de las semillas no deberá exceder de 7 por ciento, aproximadamente.

En Nancy, este método (temperatura de 2° a 4° C.; humedad de las semillas comprendida entre 9 y 11 por ciento) se ha aplicado últimamente con éxito a Abies cephalonica, A. nordmanniana, A. grandis, Larix europaea, Picea excelsa, Pinus laricio (var. calabrica, corsicana y pallasiana), P. pinaster, P. sylvestris y Pseudotsuga douglasii (P. Bouvarel y M. Lemoine, 1958). Se observó que es preferible colocar las semillas en recipientes herméticamente cerrados tan pronto como se pueda después de su extracción, y que aquellas deberán usarse a la mayor brevedad posible después de sacar los recipientes de la nave o depósito de almacenamiento en frío.

Semillas de ocumé se han mantenido bastante bien durante más de diez meses con una humedad de 12 a 13 por ciento para una temperatura de 2° a 5° C. (Gauchette, 1958).

Para evitar toda posible deterioración de las semillas debida a la condensación de humedad sobre las semillas frías, las semillas almacenadas en recipientes cerrados deberán adquirir la temperatura ambiente antes de extraerse.

MÉTODOS DE ALMACENAMIENTO EN HÚMEDO

Diversas semillas no toleran la desecación en las condiciones ordinarias por lo que generalmente deben almacenarse con un gran contenido de humedad. Por el contrario, muchas semillas que pueden almacenarse secas pueden beneficiarse de un almacenamiento frío en húmedo, para favorecer la posmaduración y acelerar la germinación.

Almacenamiento en o bajo tierra

Las semillas se almacenan, generalmente, mezcladas o estratificadas con arena húmeda, turba u otras sustancias porosas, en montones formados sobre el suelo, en hoyos poco profundos hechos en suelos bien avenados, o en capas colocadas en cobertizos ventilados.

La elección del procedimiento dependerá de circunstancias locales así como de las necesidades de la semilla de que se trate, pero la finalidad es la misma en todos los casos: mantener constantemente las condiciones de humedad y frescura y la buena ventilación para evitar el recalentamiento. Los montones de semillas deberán cubrirse con hojarasca y con una capa de arena o de tierra. La ventilación necesaria puede conseguirse mediante manojos de paja o de remitas intercalados en los montones.

La estratificación bajo tierra se hace en fosos protegidos contra los roedores. A veces se encierran las semillas en recipientes de tela metálica.

El cobertizo ideado por Allemann (G. Vincent, 1955) proporciona suficiente ventilación y defensa contra los roedores y asegura al mismo tiempo temperaturas casi uniformes y medios para inspeccionar y regular la humedad de las semillas. Estas se almacenan en capas de 15 a 30 centímetros. Los cobertizos Allemann son muy conocidos y utilizados en Europa.

Los siguientes métodos de almacenamiento en húmedo son apropiados sólo en los meses de invierno en localidades frescas o frías. Los riesgos principales son los mohos y la germinación prematura, si bien ésta no siempre ocasiona daños reales.

Todos estos métodos se emplean con resultados variables casi exclusivamente para las frondosas de semilla grande, como Aesculas, Castanea, Carya, Fagus, Juglans y Quercus.

Almacenamiento frío, en húmedo

Este método entraña el empleo de bajas temperaturas reguladas, poco superiores a la de congelación o, menos comúnmente, inferiores a la misma.

La humedad se mantiene generalmente al nivel requerido, añadiendo un medio húmedo (arena o turba) a las semillas, o más raramente regulando la humedad relativa de la atmósfera de la cámara de almacenamiento.

FIGURA 15. - Una instalación de acondicionamiento.

A. Ventilador de 38 cm.
B. Calentador, con aletas, de 1.000 vatios C. Cubeta
D. Aliviadero
E. Calentador longitudinal de 1.000 vatios
F. Motor del ventilador
G. Entrada, de 12,7 mm., con flotador para mantener el nivel del agua

FIGURA 16. - Recipientes para semillas: (a la izquierda) un tipo apropiado tanto para el almacenamiento como para el transporte.

Este tipo de regulación es, en principio, preferible, pero frecuentemente resulta demasiado caro.

Los resultados mejores se han obtenido con algunas especies de semillas grandes como Quercus robur, Q. petraea, Fagus sylvatica y Araucaria excelsa.

Las temperaturas inferiores a la de congelación pueden dañar las semillas cuando su contenido de humedad es demasiado alto. Generalmente se recomienda una temperatura uniforme de 2° a 4° C. Este método se puede aplicar para acelerar la germinación de gran número de especies.

Almacenamiento en agua corriente

Las semillas se mantienen en agua en movimiento y bien ventilada. A menudo se encierran en recipientes de tela metálica que, cuando es necesario, se pueden sujetar o lastrar para impedir que se muevan.

Este método primitivo se usa a veces en varios países pero, en general, no es recomendable. Puede ser útil para conservar durante el invierno semillas grandes de frondosas.

OTROS MÉTODOS

Aunque los métodos de almacenamiento en seco y en húmedo antes mencionados son los más corrientes, se emplean a veces otros, especialmente para lotes pequeños.

Un método que debe mencionarse, aun cuando se usa exclusivamente para semillas grandes con objeto de impedir que pierdan humedad, es el que consiste en sumergir las semillas en parafina, o en rociarlas con látex pulverizado, y envasarlas luego en un medio blando. El procedimiento de la parafina no es eficaz para las semillas de ocumé mantenidas a la temperatura ambiente, pero ha dado resultado con otras especies (por ejemplo,

Araucaria imbricaba

El intercambio de gases se reduce manteniendo las semillas en recipientes herméticos donde el aire se reemplaza con nitrógeno gaseoso, elemento barato y fácil de obtener en botellas metálicas en las fábricas de aire líquido. Investigaciones en este sentido se efectúan en el Camerún con semillas de diversas especies tropicales.

Para el almacenamiento en seco de algunas especies se podrían utilizar los silos corrientes. La circulación adecuada del aire tiene que conseguirse y podría ser útil el empleo de recipientes con ácido sulfúrico o cal que sirvan de deshidratantes y que deben renovarse frecuentemente.

Es probable que las semillas se puedan almacenar en estado seco y a una humedad de equilibrio constante mediante ciertas instalaciones de acondicionamiento, sin tener que regular la temperatura.

En Australia se ha construído una instalación de acondicionamiento sencilla para conservar madera con un determinado contenido de humedad constante (Figura 15). El principio en que se basa esta instalación se podría aplicar al almacenamiento en seco de las semillas.

Con dos de estas instalaciones se puede acondicionar el aire de una cámara de 6,4 x 2,3 metros y 2,75 metros de alto. La circulación del aire la proporciona un ventilador de 38 centímetros y un motor eléctrico monofásico de ¼ de C.V. colocado en cada unidad de acondicionamiento. El calentamiento del aire se efectúa en esta instalación mediante un calentador eléctrico, con aletas, de un kilovatio. La humectación se consigue por medio de una cubeta de 21 x 46 centímetros con agua, colocada en el fondo de la instalación, mantenida a un nivel constante y con un calentador de inmersión de un kilovatio para que el agua se evapore. Un higróstato mantiene constante la humedad elevando la temperatura del aire cuando la humedad aumenta o, cuando disminuye, ajustándola calentando agua y humedeciendo de esta manera el aire.

EFICACIA DEL ALMACENAMIENTO EN FRÍO

En la literatura forestal aparecen algunos ejemplos significativos de la eficacia del almacenamiento en frío. Las muy sensibles semillas de Ulmus americana y Populus sieboldii se han mantenido almacenadas durante varios años a temperatura inferior al punto de congelación. Las semillas de Ulmus americana, conservadas herméticamente a - 4° C. con una humedad de 2 ó 3 por ciento, mantuvieron la viabilidad 15 años, mientras que las de Populus sieboldii (con 6 por ciento de humedad y a - 15° C.) se conservaron bien sobre un agente deshidratante durante cinco años. Las sensibles semillas de Abies balsamea en recipientes herméticos a 1-3,5° C. con un contenido de humedad de 8 por ciento conservaran su viabilidad durante cinco años.

Algunas semillas más fáciles de almacenar, como las de Pinus silvestris, P. ponderosa y P. radiata, mantenidas a temperaturas no superiores a la de congelación (4 a 6° C), conservaron su viabilidad durante períodos de 10 a 21 años, encerradas en recipientes herméticos al aire. En términos generales, los métodos de almacenamiento en frío son los más eficaces.

ALMACENAMIENTO DE SEMILLAS POCO CORRIENTES

Los métodos naturales de almacenamiento puede que suministren ciertas indicaciones, pero talles métodos no proporcionan una base suficiente para el almacenamiento práctico satisfactorio. En realidad, muchas especies requieren, durante el almacenamiento, condiciones de humedad o de temperatura estrictamente específicas. Debe subrayarse la importancia de efectuar ensayos preliminares puesto que éste es el único medio de descubrir cuáles son los métodos mejores de almacenamiento en gran escala.

RECIPIENTES PARA SEMILLAS

Estos recipientes pueden ser de forma, construcción y tipo variables, según se vayan a usar para el transporte de las semillas o sólo para su almacenamiento. Un tipo de recipiente adecuado para ambos fines es uno hecho con láminas de acero de calibre 26 recubiertas electrolíticamente con cinc, y que lleva un cuello de 7,5 centímetros y cierre a rosca (Figura 16). Los recipientes para almacenamiento solamente se hacen de hojalata recubierta interiormente con laca y soldada, toda ella. Para cantidades pequeñas de semillas se usan frecuentemente frascos de vidrio, mientras que en la investigación se utilizan a menudo receptáculos de plástico. Para la mayoría de las semillas, los recipientes habrán de ser herméticos al aire.

Los recipientes de lámina de acero galvanizado tienen generalmente una capacidad de 30 a 120 litros. El empleo de recipientes cilíndricos en vez de recipientes cúbicos o rectangulares entraña la pérdida de alrededor de 20 por ciento del espacio del almacén, pero los huecos que quedan entre los recipientes permiten una mejor circulación del aire y, por consiguiente, una temperatura de almacenamiento más uniforme.

ARMARIOS Y CÁMARAS PARA EL ALMACENAMIENTO EN FRÍO

Cuando las semillas se almacenan en recipientes cerrados, la regulación de la humedad del aire dentro del armario o de la nave carece de importancia siempre que los recipientes que contienen la semilla estén herméticamente cerrados.

Sin embargo, cuando la semilla no esté en recipientes herméticos al aire, será preciso regular la humedad del mismo. Esto hace necesario el mantenimiento de una temperatura constante y el empleo de un dispositivo de humectación y deshumectación regulado mediante un higróstato o un psicrómetro. Si la humectación puede conseguirse por medios relativamente sencillos y baratos, la deshumectación exige un equipo caro.

En el almacenamiento frío, en húmedo, puede generalmente prescindirse de este costoso dispositivo utilizando otros medios particulares. En el almacenamiento frío, en seco, tal dispositivo es innecesario si las semillas se conservan en recipientes herméticos.

Ciertos dispositivos sencillos de acondicionamiento construidos para conservar la madera con una humedad constante definida no parece que sean apropiados para el almacenamiento en frío de las semillas, pues la temperatura no se puede mantener a nivel constante.

Cuando se trate de cantidades pequeñas de semillas y se empleen recipientes herméticos, se podrán utilizar con seguridad refrigeradores normales, a condición de que permitan una buena regulación de la temperatura, especialmente si dentro del refrigerador se coloca un ventilador a fin de uniformar en lo posible la temperatura interna.

Corrientemente se construyen armarios con capacidades que verían desde 120 ó 140 litros hasta 1.200 litros. Los mayores se destinan en general a los laboratorios, pues se pueden utilizar para almacenamiento y para preenfriamiento. En el mercado se encuentran diversos tipos de armarios de esta naturaleza. Algunos de ellos proporcionan una buena regulación de la temperatura y de la humedad del aire pero son muy caros (por ejemplo los armarios de temperatura baja y climatizados).

Se construyen armarios para diferentes gamas de temperatura. La de la humedad frecuentemente oscila sólo entre 40 por ciento y 95 por ciento con un margen de ± 3 por ciento. Con la humedad regulada, estos armarios pueden trabajar generalmente a temperaturas de sólo 2° C. o 5° C., pero no a temperaturas inferiores a la de congelación. Los tipos más corrientes no llevan regulador de la humedad y pueden alcanzar temperaturas de alrededor de 2° C.; otros tipos llegan hasta temperaturas de - 40° C. o de casi - 84° C.

Algunos armarios pueden proporcionar temperaturas frías, inferiores o superiores a la de congelación, y temperaturas de hasta 50° C., con una tolerancia de ± 0,3° C., y pueden servir para diversas aplicaciones.

Es posible lograr dos temperaturas en ciclos alternativos empleando cronómetros interruptores, lo cual puede resultar muy útil en las investigaciones del almacenamiento en frío y de la estratificación de las semillas.

Muchos armarios tienen puertas dobles en las que por lo menos la hoja interna es de vidrio para permitir observar las semillas contenidas en el armario sin alterar las condiciones reinantes dentro de éste. Se construyen modelos especiales con láminas dobles de vidrio en la parte superior, a fin de poder usar luz ultravioleta, en caso necesario, para estudios especiales. Un modelo interesante lleva compresores de Freon 12 de 1 C.V. y la Dirección de Montes de Melbourne utiliza un calentador del aire de 750 vatios (Figura 17).

FIGURA 17. - Armarios para el almacenamiento en frío, fabricados en Australia.

Puede obtenerse un almacenamiento frío, en húmedo, sin regulación de la humedad del aire, mezclando las semillas con medios húmedos y colocando la mezcla, primero en recipientes abiertos y después dentro de armarios. Debajo de éstos habrá que disponer un buen sistema de desagüe para evacuar todo exceso de agua que pueda añadirse durante el almacenamiento.

Para cantidades grandes de semillas, por ejemplo en las saquerías, se necesitan cámaras o naves refrigeradas.

Cuando se trata de cantidades grandes, se evita en lo posible el acondicionamiento de la humedad del aire, por razones económicas, adoptando el almacenamiento hermético para las semillas que toleran la deshidratación y dispositivos especiales para las que no la toleran.

El almacenamiento frío en húmedo, en gran escala, se efectúa frecuentemente entremezclando capas de semillas con medios húmedos en barriles de madera o en tambores metálicos, cuyo fondo tiene varios orificios para el desagüe.

Sin embargo, mediante instalaciones costosas de acondicionamiento del aire, se podría obtener la regulación simultánea de la temperatura y de la humedad. Por lo general, el almacenamiento de semillas en gran escala se hace en locales donde sólo la temperatura se regula estrictamente.

La Comisión Forestal del Reino Unido dispone de una superficie de almacenamiento para 20.000 kilogramos, con tres cámaras de 6,6 x 3,3 x 3 metros, aisladas totalmente por medio de tableros de corcho de 10 centímetros. Dos de las cámaras se mantienen a 2° C. y la otra a - 5° C. La Estación de Experiencias Forestales de Francia tiene tres cámaras frías que se mantienen a 2-4° C.

En el Japón, las cámaras de almacenamiento en frío o de preenfriamiento se disponen en dos pisos de 5,5 x 5,5 metros. En el piso superior, en marzo, se apila hielo y nieve que se cubre con una capa de 30 centímetros de serrín. De este modo se consigue que la temperatura permanezca entre 1°-2° C. Este invernadero se usa para Abies mayriana. Este método sencillo puede dar buenos resultados en localidades relativamente frías, pero no asegura una temperatura constante durante todo el año. Por ello, incluso donde es practicable, sólo se puede recomendar para estimular las semillas durante uno o dos meses.

FIGURA 18. - Cilindro para escarificar semillas.

La capacidad de la cámara fría depende de la cantidad de semillas que haya que almacenar y del número de especies o de lotes. Se relaciona también con la forma de los recipientes y con el método de almacenamiento, sobre todo si se efectúa en seco o en húmedo. En Nancy, se ha visto que para la manipulación de muchos lotes la cámara no deberá tener más de 24 a 40 metros cúbicos en cuyo caso se limitará a 2 ó 3 especies. En los tipos menores, se calcula una capacidad de 60 kilogramos de semillas, con peso específico de 0,4, por metro cúbico.

Estas cifras se refieren a las semillas mantenidas en recipientes cerrados. En general, lo mejor es que, la cámara con buen aislamiento no sea mayor de 2 ó 3 metros. En la zona templada del hemisferio septentrienal, las cámaras se construirán orientadas al norte y con paredes gruesas. La descongelación automática evita la interrupción del almacenamiento para proceder al deshielo. La potencia de compresión necesaria dependerá de la diferencia entre las temperaturas interna y externa, del calor específico de las semillas (que por lo común es de 0,5 aproximadamente), y de la frecuencia y el volumen de las entradas y salidas. En Nancy, para un movimiento de 200 kilogramos diarios y diferencias de temperatura de 20°-23° C., se calcula que la potencia requerida es de 50 FH por metro cúbico, siendo F las calorías negativas (o frigorías) y H el tiempo en horas.

Las semillas contenidas en una cámara no deberán amontonarse a granel, sino que se dispondrán en recipientes apilados en estantes colocados a 10 centímetros del suelo y separados de las paredes. Cuando se disponga de bastante espacio será preferible emplear recipientes cilíndricos. La circulación del aire dentro de la nave se establecerá mediante un ventilador para que la temperatura sea uniforme.

ETIQUETADO

Antes de almacenar cada lote de semillas habrá que etiquetarlo y numerarlo debidamente para evitar mezclar semillas de distintas procedencias. Cada vez que se saquen semillas del almacén habrá que anotar su utilización, destino y nombre de la persona responsable de la remoción. La contabilidad y el registro apropiados del movimiento de semillas deberán hacerse por medio de etiquetas dobles que se archivarán en una estación central de inspección. Baldwin (1955) ha descrito detalladamente el envasado y el etiquetado para envíos.

Los certificados de procedencia y calidad de las semillas deberán ser análogos a los recomendados por la Conferencia de la FAO de 1951 (véase, además, el Catálogo de Semillas Forestales 1961, de la FAO).

Tratamiento previo de las semillas

Diversas especies de semillas tienen tendencia a germinar tardíamente aun cuando las condiciones ambientales sean favorables. Dichas semillas requieren un tratamiento especial para acelerar la germinación, ya sea para efectuar ensayos o para la siembra en vivero o de asiento. Baldwin (1942) y Crocker y Barton (1953) han hecho estudios interesantes de este problema.

Las causas principales de la latencia de las semillas se supone que son:

a) un episperma impermeable al agua y al oxígeno;
b) un embrión durmiente.

En algunas especies, existe una latencia doble debida a dos causas: cubierta dura y latencia interna.

TRATAMIENTO PREVIO DE LAS SEMILLAS CON CUBIERTA DURA

Escarificación

La finalidad de esta operación es adelgazar o desgastar el episperma a fin de permitir la absorción de agua y el intercambio de gases y de este modo provocar la germinación de la semilla. La escarificación se puede hacer a mano, sobre todo con fines experimentales, o mediante el empleo de dispositivos mecánicos especiales. Se han descrito ya diversos tipos de escarificadores. Uno de ellos, mediante un chorro de aire, proyecta las semillas contra una superficie abrasiva, generalmente cóncava; otro, utilizado para Juniperus virginiana, consiste en un tambor metálico, forrado interiormente con papel de lija; para usarlo, se llena hasta la mitad con semillas y se le hace girar a 20 r.p.m.

El Servicio Forestal de los Estados Unidos ha creado un modelo consistente en un cilindro de hierro galvanizado (calibre 28) formado por dos mitades para facilitar la carga y la descarga, forrado con papel abrasivo de carburo de silicio N° 2 ½ Grade 30 E, pegado con caseína. En la mitad inferior se suelda una faja de tela de alambre de 16 mallas que permita el paso del polvo a su través. Las paredes del cilindro pueden ser de madera de 2,5 centímetros. En el interior del mismo giran discos alrededor de un eje de acero de 1,9 centímetros; los discos son de madera de 0,6 de centímetro, forrada también con papel abrasivo, aunque en lugar de estos discos se pueden utilizar igualmente ruedas de esmerilar de carburo de silicio. Los discos están a 10,2 centímetros de distancia entre sí y a 1,27 centímetros de distancia de las paredes del cilindro. Giran a una velocidad de 500 a 900 r.p.m. cuando se llena la mitad del cilindro con semillas, que de este modo pueden tratarse satisfactoriamente en pocos minutos, según las semillas que haya que ensayar en cada caso. Un cilindro de 61 centímetros de largo por 28 centímetros de ancho sirve para tratar cargas de 4,5 kilogramos (Figura 20; véase también F. 327823 en el Woody-Plant Seed Manual, U.S.D.A., 1948).

La escarificación da resultado con muchas semillas de especies de Leguminosae, como son las de Cercis Colutea, Gleditsia y Robinia. También puede ser eficaz para otras semillas (por ejemplo Crataegus).

Otros tratamientos

Generalmente consisten en someter la semilla a la acción de ácidos o en remojarlas en agua. El tratamiento con ácidos se efectúa normalmente con ácido sulfúrico concentrado y se aplica a diversas especies de Leguminosae. Los resultados no son siempre buenos, especialmente cuando el tratamiento se hace en gran escala. El ácido sulfúrico debe manejarse con el máximo cuidado y las semillas tratadas tienen que escurrirse y lavarse bien. Los resultados mejores se obtienen cuando antes de la operación se hacen ensayos preliminares con el lote de semillas para determinar el período óptimo de inmersión.

Para el tratamiento en gran escala todo lo que se requiere es recipientes apropiados para el ácido (preferiblemente de madera o de cerámica), y recipientes y cribas de tela de alambre para manipular, escurrir y lavar las semillas. El mejor procedimiento es el que se describe detalladamente en el Woody-Plant Seed Manual (U.S.D.A., Forest Service, 1948).

El remojo en agua a temperaturas diversas y durante períodos de tiempo diferentes puede ser más o menos eficaz para determinadas semillas. El tratamiento con agua caliente se recomienda a menudo para las semillas de leguminosas, pero conviene efectuar ensayos preliminares para evitar daños a las semillas. No se necesitan materiales ni aparatos especiales.

El tratamiento en gran escala con una solución de sosa cáustica al 2 por ciento durante un tiempo que vería desde algunos minutos a varias horas, según la especie, ha resultado satisfactorio para algunas semillas de leguminosas (Soster, 1955). Este tratamiento, sin embargo, requiere muchas precauciones, pues la sosa cáustica puede ser peligrosa para quienes efectúan el tratamiento.

La separación de una pequeña porción (de 1 milímetro cuadrado) de la testa en la parte del cotiledón y su remojo subsiguiente durante 3 a 6 horas ha resultado ser el método más seguro para favorecer una germinación rápida en varias clases de semillas de leguminosas, para efectuar ensayos de las mismas. Con Quercus spp. se puede obtener el mismo resultado poniendo la semilla a remojo 48 horas, quitando luego 1/3 de la semilla en la parte en que se quitó la porción de testa y separando luego ésta.

TRATAMIENTO PREVIO PARA COMBATIR LA LATENCIA INTERNA

Aunque se han hecho algunos intentos para interrumpir la latencia mediante el empleo de productos químicos, el tratamiento en gran escala más utilizado es el de la estratificación en frío. Unas pocas especies se tratan por estratificación en caliente seguida de estratificación en frío. La estratificación en frío no es necesaria para todas las especies y su utilidad para un lote de semillas determinado sólo se puede establecer por ensayos comparativos. El empleo de la estratificación en frío y los resultados que con ella se obtienen dependen en gran medida de la experiencia personal del viverista y de los aparatos de que éste disponga.

Los períodos de tratamiento recomendados difieren mucho según la especie, pero en los tratamientos en gran escala la duración más apropiada es generalmente de 30 a 45 días para los pinos y para otras diversas especies. La prolongación de este período puede traducirse en el recalentamiento de las semillas aunque éstas se inspeccionen y remuevan frecuentemente. Sea como fuere, algunas especies requieren un período más largo que el antes mencionado (por ejemplo, Carpinus betulus, Crataegus spp., varias Juniperus spp., Pinus cembra, Rosa spp.). Las temperaturas recomendadas oscilan corrientemente entre 0° y 5° C.

Aunque la finalidad de la estratificación en frío es diferente de la del almacenamiento frío en húmedo los procesos y los aparatos para ambas operaciones suelen ser muy semejantes. Se necesita un refrigerador, una cámara fría o una nevera, y debe ser posible regular la temperatura dentro de los límites antes mencionados o hasta 10° C. Las semillas deberán mezclarse uniformemente o colocarse en capas alternas con medios húmedos, dentro de recipientes adecuados.

Para efectuar ensayos, las semillas se extienden generalmente sobre papel secante humedecido u otro sustrato equivalente, en cajoneras o en pequeños germinadores portátiles, que se colocan en el refrigerador o en la nave fría. Terminada la estratificación o el preenfriamiento, las cajoneras o los germinadores pequeños se pueden poner en cámaras de germinación sin alterar las semillas. Otro modo de operar consiste en sacar las semillas de aquellos y colocarlas en vasijas Jacobsen o en otros germinadores corrientes.

La estratificación en frío es beneficiosa no sólo para las semillas que no toleran la desecación, sino también para otras muchas especies tales como abeto, abeto sitka, arce, fresno, ciertos pinos (por ejemplo, Pinus cembra, P. attenuata, P. strobus) y tilo.

La estratificación en caliente seguida de estratificación en frío es menos frecuente pero ha resultado ser eficaz para buen número de especies de ciertos géneros (por ejemplo, Carpinus, Ostrya, Malus, Viburnum).

Algunas especies requieren un tratamiento previo frío, en húmedo, seguido de un período a temperatura más elevada, después de lo cual se necesita un segundo período a temperatura baja para interrumpir la latencia.

Para las semillas de las dos categorías últimamente citadas lo más conveniente son los armarios que proporcionan una amplia gama de temperatura, no solo para efectuar investigaciones, sino también para tratar pequeños lotes de semillas.

PREPARACIÓN Y REVESTIMIENTO DE LAS SEMILLAS

Mediante el revestimiento, la superficie de las semillas se cubre con alguna materia inerte a la que se pueden añadir productos químicos de varias clases.

Al revestimiento se le atribuyen, entre otras, las ventajas siguientes:

1) La incorporación de fertilizantes en el recubrimiento proporciona a las plantitas jóvenes el nutrimento necesario.

2) los reguladores o estimulantes del crecimiento de las plantas pueden favorecer el arraigamiento o acelerar la nascencia de las plantitas.

3) los fungicidas y los insecticidas son más eficaces cuando están en contacto directo con las semillas.

4) las semillas pueden protegerse contra los roedores añadiendo al revestimiento sustancias inapetecibles, repelentes o tóxicas.

5) las semillas pequeñas aumentan de tamaño y de peso, lo cual facilita la siembra y, en ocasiones, permite efectuar ésta desde aeroplanos.

Sin embargo, antes de utilizar cualquier revestimiento, será conveniente determinar el efecto del mismo sobre las semillas en que vaya a emplearse. Las semillas se revisten a veces para repeler los pájaros, los roedores, los insectos, y para combatir las enfermedades, pero rara vez para añadirles nutrientes. En Estados Unidos se han obtenido resultados prometedores con los repelentes.

Las semillas se humedecen con una lechada adhesiva a la cual se añade el polvo del tratamiento en cantidad suficiente para secarla, generalmente en una relación volumétrica de una parte de lechada por 4 de polvo. El espesor del revestimiento se regula por la cantidad de lechada en proporción a la cantidad de semillas.

Como agente adhesivo se emplean emulsiones de látex (por ejemplo Dow 512 R), metilcelulosa, o «Hydrol» (por ejemplo C-13 HCP, Flinktote). Para el revestimiento mecánico se puede usar una mezcladora de cemento movida por un motor eléctrico.

Se recomienda tratar de una vez unos 11,5 kilogramos de semillas. Estas deberán colocarse en una pequeña mezcladora de hormigón. Para 45 kilogramos de semillas, se emplean generalmente 5 a 10 litros de solución de látex (una parte de látex por nueve partes de agua).

Frecuentemente se emplea como fungicida Arasan (disulfuro de tetrametiltiouramio) 75 o Arasan 50 y Endrin. Parece que estos productos también tienen efecto repelente para los pájaros y los roedores. Sólo debe usarse uno de ellos en la relación de al menos 0,9-1,3 kilogramos por 45 kilogramos de semillas, pero Endrin se puede mezclar con Arasan (por ejemplo, una parte de Endrin por 2 de Arasan). La eficacia de la mezcla como repelente para pájaros y roedores se acrecienta mediante la adición de antraquinona o polvo de aluminio, en escamas. Las escamas de aluminio, por su brillo, resultan especialmente eficaces contra los pájaros (bastan 225 gramos para 45 kilogramos de semillas).

Los utensilios necesarios, aparte una mezcladora de cemento o aparato equivalente, consisten en balanzas y medidas, latas para mezclar la lechada, cribas o bandejas para las semillas tratadas, gafas, guantes y máscaras protectoras. El tiempo de mezclado total no deberá pasar de cuatro minutos, pues la agitación prolongada daña las semillas o desconcha el revestimiento.

Para grandes cantidades de semillas, se podrían usar algunos de los instrumentos especiales utilizados para preparar las semillas agrícolas, o podrían construirse pequeñas instalaciones para semillas forestales basadas en el mismo principio en que se basan las instalaciones de tratamiento de las semillas agrícolas. Algunas de estas máquinas combinan el método en seco y el método en húmedo breve. Otras sólo sirven para preparar la lechada adhesiva. Las máquinas mejores permiten trabajar rápida y uniformemente y efectuar el espolvoreo de la sustancia activa del revestimiento, que es irritante o tóxica para el operario. Dichas máquinas pesan las semillas y aplican las sustancias químicas obedeciendo a un ciclo automático y sincronizado.

El ensayo de semillas

Las semillas se pueden ensayar para la determinación de características muy diversas, pero tiene por primordial objetivo determinar su valor para la siembra. Generalmente se ensaya la identidad, la pureza, la viabilidad, el contenido de humedad, el peso de mil granos y el estado sanitario de las semillas.

FIGURA 19. - Sonda para toma de muestras, fabricada en Suecia. (Foto: Statens Skogsforkninginstitut)

FIGURA 20. - Partidor de semillas con 18 canales.

FIGURA 21. - Extractor Koyama de muestras, empleado en el Japón. (Foto: Estación Oficial de Experiencias Forestales, Meguro, Tokio)

En la Asamblea General de la Asociación Internacional de Ensayo de Semillas, celebrada en Dublín, Irlanda, en 1953, se aprobaron las Reglas Internacionales de Análisis de Semillas. Posteriormente estas Reglas se han revisado en la Asamblea celebrada en París en 1956 y en la que tuvo lugar en Oslo el 10 de julio de 1959. En la asamblea de Oslo se modificaron o ampliaron muchas reglas relativas al ensayo de las semillas forestales, con vistas sobre todo a dar prescripciones más detalladas para gran número de especies arbóreas (International Rules for Seed Testing. Proceedings of the International Seed Testing Association, Vol. 24, N° 3, 1959, Wageningen y Catálogo de Semillas Forestales 1961, de la FAO).

Estas reglas entraron en vigor en el hemisferio septentrional el 1° de julio de 1960 y en el hemisferio austral el 1° de enero de 1961, quedando anuladas todas las reglas internacionales anteriores.

La existencia de un procedimiento normalizado para la determinación de la calidad de las semillas es muy importante no sólo para los investigadores sino también para el comercio de semillas.

El equipo utilizado en el laboratorio de semillas forestales reproduce parcialmente, en menor escala, el equipo e instrumental de producción corrientes.

TOMA DE MUESTRAS

Se procurará por todos los medios tomar de un lote de semillas una muestra media, en manera tal que la muestra media del lote represente, en la medida de lo posible, el lote en cuestión.

Análogamente, al tomar de la muestra media del lote la muestra media de análisis, es decir, la pequeña muestra que ha de servir para efectuar todos los ensayos en el laboratorio de semillas, habrá que tener gran cuidado de obtener una muestra media de análisis representativa del material que se haya enviado para su análisis al laboratorio.

Para tomar una muestra media representativa de un lote de semillas se utilizan sondas y mezcladores y partidores mecánicos, pues la primera operación consiste en extraer un número de pequeñas porciones de diferentes partes del lote, y la segunda fase consiste en mezclar y separar las porciones sacadas hasta obtener la cantidad requerida para la muestra de análisis.

Existen en el mercado diversos tipos de aparatos para la toma de muestras de semillas de cultivos agrícolas que pueden utilizarse a menudo para tomar muestras de algunas semillas de árboles forestales. Son muy corrientes las sondas de tamaños diferentes hechas de latón o aluminio fuerte sin soldadura. Estas sondas consisten generalmente en un tubo hueco con varios orificios, que termina en punta por un extremo. En su interior se coloca otro tubo que puede hacerse girar para cerrar los orificios del primero. La sonda se introduce en la masa de semillas con los orificios cerrados. Una vez dentro de la masa se abren los orificios de la sonda para que las semillas penetren en ella. Cuando se ha cogido bastante semilla se cierran los orificios girando el tubo interior. Por último, se saca la sonda de la masa de semillas y se vacía. No deberán emplearse las sondas conocidas comúnmente por sondas «ladronas», que sólo tienen un orificio abierto, pues dañan las semillas.

La sonda empleada en Suecia para la toma de muestras de semillas forestales consiste en un tubo con orificios rectangulares uniformemente separados que lleva dentro otro tubo perforado (Figura 19).

Se afirma que se obtienen muestras exactas de semillas mediante una lata tomamuestras: una corriente de semillas sale de un recipiente superior y cae en otro inferior y de esta corriente se recogen muestras, a intervalos regulares, con una taza tomamuestras.

Se han ideado varios tipos de partidores de semillas, de los que la lata tomamuestras es un ejemplo, con el fin de reducir las porciones de muestras sacadas a la cantidad requerida para la muestra media del lote, así como para obtener de esta última la muestra media de análisis. El fundamento general consiste en dividir las semillas en varias corrientes distintas (de 16 a 36) que se recogen alternativamente para obtener dos porciones iguales.

Un partidor sencillo consiste en una tolva con 16 a 20 canales o conductos que alternativamente conducen a lados opuestos, un bastidor en que descansa la tolva, y dos bandejas colectoras. Para utilizar este partidor, se echan las semillas en cantidades aproximadamente iguales a todo lo largo de la tolva. Esto puede conseguirse mediante un cucharón de fondo plano y tamaño apropiado (Figura 20).

El algunos partidores de precisión, la división y el mezclado se efectúan por la acción centrífuga de un disco situado bajo la tolva que gira impulsado por un motor. En el aparato para toma de muestras Bœrner, descrito por Baldwin (1942), en que las semillas descienden obedeciendo únicamente a la gravedad, las múltiples corrientes distintas se reúnen en dos divididas igualmente. En el mercado existen diversos aparatos para la toma de muestras, del tipo Bœrner o basados en el mismo principio que éste, que se usan para extraer muestras de semillas forestales. (La Figura 21 presenta un extractor de muestras utilizado en el Japón.)

FIGURA 22. - Germinadores móviles de plástico, en que e puede emplear como medio de germinación arena y papel de filtro. (1)

FIGURA 22. - Germinadores móviles de plástico, en que e puede emplear como medio de germinación arena y papel de filtro. (2)

Los partidores que actúan por centrifugación no deberán utilizarse para las semillas sensibles a la vibración como son las Abies spp.

DETERMINACIÓN DE LA IDENTIDAD

Para determinar si las semillas son de la especie indicada en la etiqueta o no, se necesita una cantidad abundante de semillas, especialmente cuando la persona que efectúa el ensayo no tiene bastante experiencia. Para la identificación de las semillas es útil una clave analítica apropiada que habrá de tenerse siempre a mano en las estaciones de ensayo. Los laboratorios de ensayo de semillas forman generalmente espermotecas y muestrarios de semillas para demostraciones y ensayos comparativos. A pesar de ello, la identificación de semillas a veces sólo puede efectuarse mediante la identificación de las plantitas, como en el caso de algunas especies de Quercus, por lo cual un herbario de plantitas y una clave analítica para la identificación de las mismas son muy útiles.

La determinación de la identidad del tipo, la variedad y la raza se puede lograr en ocasiones por inspección directa. Generalmente es necesario efectuar ensayos de cultivo cuyo resultado dependerá mucho de los conocimientos y la experiencia que tenga el personal del laboratorio de semillas.

DETERMINACIÓN DE EA PUREZA

El objeto del análisis de pureza es determinar ponderalmente el porcentaje de semillas puras. La separación de las semillas puras de los demás componentes se puede hacer totalmente a mano o en parte manual y en parte mecánicamente.

La separación manual de las impurezas es siempre pesada. Se hace con espátulas, cuchillas y fórceps. En Italia se usa una espátula fabricada especialmente para los análisis de pureza de las semillas. Consiste en una delgada varilla de acero, de casi tres milímetros de diámetro y 20 centímetros de largo, que está doblada en ángulo recto a un centímetro del extremo inferior. El superior va encajado en un vástago de madera de forma cónica, y la parte encorvada es cada vez más delgada y más ancha. Esta espátula se sostiene en la mano en la misma forma que una pluma.

Entre los utensilios mecánicos que pueden emplearse están las cribas y los aventadores. Un juego de pequeñas cribas puede servir para eliminar muchas impurezas. Los aventadores son eficaces para separar los trozos de cáscara ligeros, siempre que la corriente de aire que aquellos produzcan se pueda regular debidamente.

En los laboratorios de ensayo de semillas se utilizan frecuentemente mesas para toma de muestras y tableros para la selección de muestras de semillas. Las mesas de toma de muestras son simples tableros donde se analizan las muestras de semillas sin limpiar. Los tableros de selección de muestras de semillas, denominados también mesas para determinación de la pureza, se construyen de diversos modelos utilizando un diafanoscopio que permite separar más fácilmente ciertas impurezas; otro tanto puede decirse de los tableros iluminados para la determinación de la pureza y de las lámparas de luz negra. Más frecuentemente que el diafanoscopio y las lámparas de luz negra se usan las lentes de tamaños y aumentos diversos. Una lente de aumento combinada con un brazo flexible con una luz fluorescente puede resultar muy útil para el analista.

FIGURA 23. - Estufas de temperatura constante. (Las dos incubadoras que tienen puertas de vidrio dobles son apropiadas para efectuar ensayos de germinación a una intensidad de iluminación pequeña y sin regular; la estufa de la derecha se utiliza para ensayos en la oscuridad, a temperatura inferior a la ambiente.)

DETERMINACIÓN DE EA FACULTAD GERMINATIVA

La finalidad de este ensayo es obtener una indicación del porcentaje de semillas que puede esperarse que han de producir plantas. La viabilidad de las semillas se puede determinar mediante ensayos de germinación o se puede calcular por métodos indirectos (por ejemplo, prueba del corte o ensayos bioquímicos).

Ensayos de germinación

Estos ensayos deberán efectuarse en condiciones reguladas. La temperatura y la humedad deberán ser lo más cercanas posible a las óptimas para la especie de que se trate. Para varias especies son también muy importantes las condiciones de iluminación.

Los ensayos de germinación se deberán efectuar de conformidad con las reglas adoptadas por la I.S.T.A. (Asociación Internacional de Ensayo de Semillas) en 1959. Los métodos prescritos para el ensayo de la germinación de semillas de árboles forestales se refieren a más de 40 géneros y, en particular, a casi 70 especies. Para la mitad de las especies y para la mitad de los géneros considerados se recomienda un tratamiento especial contra la latencia, en el que se incluye:

a) el enfriamiento previo a 3-5° C. o 1-5° C.;
b) la estratificación en medio húmedo;
c) la remoción del pericarpio;
d) el remojo en agua o en ácido sulfúrico concentrado;
e) la perforación de la semilla o el levantamiento o raspado de un fragmento de la testa;
f) el corte y la separación de una tercera parte de la semilla en la extremidad de la cicatrícula.

Para cada género o especie se dan detalles relativos al mejor tratamiento previo. Las reglas de la I.S.T.A. prescriben también el sustrato que debe utilizarse, las condiciones de temperatura y de iluminación, así como los días en que deben hacerse el primero y el último conteo.

Germinadores y estufas de germinación

Se han ideado muchos tipos de germinadores para el ensayo de semillas forestales. La eficacia de todos estos aparatos depende, sin embargo, de la regulación de la temperatura, la humedad, el aire y la iluminación. Todo aparato que pueda proporcionar una buena regulación de estos factores es adecuado para los ensayos de germinación, pero el aparato que adopte una estación de ensayo de semillas deberá ajustarse a los requisitos de la Asociación Internacional de Ensayo de Semillas.

Algunos tipos de germinadores grandes, construidos para contener varios lechos de germinación, como son los tipos Jacobsen o Rodewald, permiten la regulación simultánea de todas las condiciones ambientales que influyen en la germinación. Se usan mucho para el ensayo de semillas de árboles forestales.

También se emplean germinadores pequeños o móviles (Figura 22). Estos son adecuados en tanto permitan una buena regulación de la humedad y la ventilación, consientan el paso de la luz y se coloquen en estufas de germinación (denominadas también termostatos cerrados) o incubadoras, donde la temperatura (Figura 23), o la temperatura y la luz, se regulan constantemente. Muy a menudo, estos germinadores pequeños no son germinadores propiamente dichos, sino sólo semilleros de caja o bandeja, en tanto que las estufas de germinación se consideran verdaderos germinadores.

FIGURA 24. - Germinador Rehovot construído en Israel. Foto: Estación de Investigaciones Agronómicas, Beit pagan, Rehovot, Israel

Un germinador móvil especial ha resultado útil para las zonas áridas. Consiste en una caja o bandeja (de 15 X 25 X 10 centímetros) de marga arenosa, porosa, permeable, que se llena con arena esterilizada y se sumerge en otra bandeja mayor que contiene agua (Figura 24). En ocasiones, se usan cámaras de germinación o una combinación de cámara y estufa de germinación. Una descripción detallada del aparato de Jacobsen y del de Rodewald puede hallarse en Rohmeder (1938), Baldwin (1942, 1955), Toumey y Korstian (1947), y en las Actas de la Asociación Internacional de Ensayo de Semillas (1959).

Respecto de las cámaras de germinación y de la combinación de cámara y estufa de germinación, pueden hallarse datos en Baldwin (1955) y en las Actas antes mencionadas.

La humedad se proporciona por riego del medio donde se coloca la semilla o mediante una mecha sumergida en un recipiente con agua que se coloca debajo de las semillas y cuyo nivel se mantiene constante o también graduando la humedad relativa de la atmósfera que rodea las semillas.

El sobre todo si hay que repetirlo a intervalos frecuentes, deberá evitarse, si bien se usa a menudo, particularmente para la arena. Sin embargo, la cantidad inicial de agua que hay que añadir a la arena depende de las carácterísticas de ésta y de las semillas que haya que ensayar. En general, la arena deberá humedecerse hasta 50-60 por ciento de su capacidad hídrica.

FIGURA 25. - Chapa contadora-plantadora para semillas grandes, fabricada en Estados Unidos. Foto: E.L. Erickson Products

Es preferible un procedimiento automático de suministro del agua por capilaridad, adoptándose frecuentemente el sistema de la mecha. El tipo Jacobsen se basa en este sistema. En el aparato de Rodewald la arena se humedece por medio de mechas que penetran en la cubeta de agua. Para mantener una humedad grande en el aire, cada lecho de semillas se cubre con tapas de vidrio, vasijas de filtración o tapas perforadas. Se disponen campanas de vidrio o embudos que llevan una abertura en que se puede introducir una mecha de algodón que permite la ventilación e impide una evaporación excesiva y la penetración de organismos patógenos. También puede cubrirse todo el aparato con una placa de vidrio formando un ángulo de 150° a 160° para impedir que el agua de condensación empape el lecho de germinación. Esta capa no deberá estar completamente cerrada, a fin de que haya bastante aire y se reduzca la condensación.

Puede convenir que en las estufas de germinación haya agua suficiente para mantener una humedad relativa de 90 a 95 por ciento aproximadamente. Algunas estufas de germinación llevan dispositivos de humidificación.

Los germinadores de Jacobsen y de Rodewald funcionan generalmente a una temperatura comprendida entre 20° C y 30° C. Se construyen estufas para diversas gamas de temperatura. Estas oscilan comúnmente entre 10° y 45° C.; y también entre 25° y 50° C, 5° y 50° C., y 0° y 49° C.

Varios tipos de germinadores o de estufas de germinación trabajan corrientemente dentro de límites de temperatura más amplios, pero no a temperatura inferior a la ambiente. Como la temperatura requerida oscila muy frecuentemente entre 20° y 30° C., muchos de los germinadores se pueden utilizar satisfactoriamente siempre que la temperatura ambiente no supere a la de funcionamiento. Muchas estufas de germinación modernas pueden calentarse y enfriarse eléctricamente, con lo cual el trabajo puede proseguirse en los meses de calor o en climas cálidos, a la temperatura estipulada.

Algunas incubadoras de buena calidad construídas originariamente para otras aplicaciones se pueden emplear, con ciertas modificaciones, para el ensayo de semillas, por ejemplo, dotándolas de luz fluorescente o colocando en ellas bandejas especiales. Otras incubadoras son apropiadas para el ensayo de semillas en la oscuridad. Algunos de los armarios descritos para el almacenamiento en frío que funcionan a temperaturas muy diversas pueden servir también de estufas de germinación, resultando particularmente útiles para las semillas que requieren para su germinación una temperatura baja.

La I.S.T.A. prescribe la alternancia de dos temperaturas, por ejemplo, 16 horas a unos 20° C y ocho horas a unos 30° C., para las semillas de muchas especies arbóreas. Una alternancia rápida se obtiene a menudo, por ejemplo en el germinador Jacobsen, cambiando el agua o haciendo pasar una corriente de agua fría por el serpentín a los tubos hasta alcanzar la temperatura inferior.

Algunos armarios permiten una alternancia rápida pues para enfriarlos se puede utilizar una camisa de agua por la que se hace circular una lenta corriente de agua fría.

Otros armarios de germinación, en que el cambio de temperatura es gradual, pues el enfriamiento y el calentamiento requieren un cierto tiempo, pueden funcionar automáticamente a intervalos predeterminados a dos temperaturas distintas. Estos armarios están unidos sincronizadamente con un segundo termostato y un interruptor de reloj.

La alternancia de la temperatura se puede obtener, aunque con cierto trabajo, pasando los germinadores móviles o las bandejas de germinación de un armario que permanece a la temperatura inferior a otro que se mantiene a la superior, o de un compartimiento a otro de un mismo armario. Algunos armarios, en efecto, tienen un compartimiento frío y otro caliente, o varios compartimientos a temperaturas distintas. A veces, la temperatura ambiente es lo bastante segura especialmente cuando la habitación está aislada en un sótano.

En caso necesario se pueden usar acondicionadores del aire para mantener una cámara todo el año a la temperatura deseada. Cuando la temperatura de toda la cámara se mantiene tan baja como la temperatura mínima requerida, se pueden colocar diversas estufas de germinación o germinadores en esta cámara, que se calientan en la medida precisa para mantener las diversas temperaturas necesarias.

La elección del medio en que se colocan las semillas para la germinación depende de los aparatos que se empleen, de la especie de las semillas, de las condiciones en que se trabaje y de la experiencia de quien efectúe las operaciones. Los medios preferidos generalmente son papeles apropiados (por ejemplo, papel filtro, papel secante, o papel absorbente que no contenga sustancias químicas tóxicas) y arena, pero se emplean otros muchos, como, por ejemplo, placas porosas, turba, agar-agar, o tierra vegetal. La arena y el papel se pueden esterilizar en estufas.

El gel de sílice parece ser apropiado para diversas semillas forestales, porque retiene la humedad mejor que el agar-agar, aun cuando puede que sea selectivo para ciertas especies. Este gel se prepara por la fórmula de Winogradsky. No se recomienda su empleo en ensayos corrientes, pues aún no ha sido suficientemente estudiado.

Se puede emplear también papel filtro, papel de embalar fuerte, o cualquier otro papel absorbente, enlazados con una mecha de papel de filtro o de algodón sumergida en agua, o colocados sobre una capa de arena. Esta, como sustrato de germinación, es preferible para las especies de período de germinación largo, por ejemplo, Rosa sp., Pinus caribaea, P. elliotti y P. palustris, o con semillas grandes (por ejemplo, Pinus pinea, Quercus spp.).

El papel secante y las toallas dobladas de papel absorbente se usan para los ensayos entre papel. Aunque este tipo de ensayo no debe recomendarse para las semillas de árboles forestales, en Marruecos es corriente efectuar, con buenos resultados, la germinación de semilla de eucalipto entre papel. Frecuentemente los ensayos de germinación se hacen en una bandeja de 150 x 60 centímetros y 4 centímetros de alto, llena con una capa de dos centímetros de arena que se mantiene húmeda por vaporización. Sobre esta bandeja se coloca un buen trozo de papel para embalar después de empaparlo, colocando sobre él un peso determinado (de uno a cinco gramos) de semillas pequeñas y doblando luego el papel de forma que cubra las semillas hasta que germinen. En el mercado se encuentran diversas clases de papel de filtro y de papel germinador.

FIGURA 26. - Contadores de semillas por aspiración. (A la izquierda se ve una pequeña aspiradora casera. En el centro y a la derecha, se ven varias chapas de tipo y tamaño diferentes; una chapa retiene, por succión, 100 semillas.)

Los germinadores de bandeja suelen ser de vidrio o, como se ha dicho antes, de una mezcla porosa de marga y arena, de porcelana, de arcilla, acero inoxidable o material plástico. Las paredes de las cubetas de agua en el aparato de Jacobsen y en el de Rodewald son metálicas (de acero inoxidable, cinc, latón o cobre rojo). Las láminas de latón o de cobre rojo (de un milímetro), deberán estar forradas interiormente con estaño o con un revestimiento bituminoso.

La luz, para las semillas que precisan de ella, puede ser natural o artificial. La intensidad luminosa habrá de ser de unos 750 a 1.250 lux. Cuando los germinadores se colocan cerca de una ventana amplia, basta la luz del día para dar esa intensidad luminosa, pero no hay que olvidar que los germinadores no deben recibir directamente los rayos del sol.

La luz artificial puede obtenerse mediante tubos fluorescentes colocados sobre los germinadores o dentro de las estufas de germinación. Para regular la intensidad luminosa habrá que utilizar un interruptor que sirva para encender y apagar diversos tubos. Lo mejor es que este interruptor forme parte de la estufa de germinación.

Equipo para el conteo

Frecuentemente se utilizan dos tipos de contadores: las chapas contadoras y los aspiradores.

Las chapas contadoras son útiles solamente para las semillas de forma regular y tamaño relativamente grande, como son las de P. cembra, Tilia spp. y algunas leguminosas. Las chapas deberán ser de un tamaño aproximadamente igual al del lecho de germinación. El contador consiste en dos chapas, una fija superior perforada y una inferior sin perforar que sirve de falso fondo. Para contar las semillas se coloca una cierta cantidad de éstas sobre la chapa perforada que se inclina y se mueve para que en cada orificio penetre una semilla. Se coloca luego el contador sobre el sustrato y se retira la chapa inferior, con lo que las semillas caen en el sustrato esparcidas regularmente. Algunos tipos de contadores tienen una segunda serie de perforaciones en la chapa inferior. Deslizando la parte superior un centímetro aproximadamente, las semillas caen sobre el lecho de germinación.

En los ensayos en bandejas con tierra se puede emplear una sola chapa perforada para contar las semillas. Primero se coloca la chapa sobre la bandeja. Luego, se ponen las semillas sobre la chapa y se levanta ésta, con lo cual quedan las semillas en la bandeja donde con la misma chapa se comprimen (Figura 25). Por este procedimiento, las semillas se comprimen más uniforme y rápidamente.

Los contadores de semillas por aspiración pueden resultar eficaces con semillas de tamaño y forma diversos. En su empleo con semillas muy pequeñas y de forma irregular se tropieza con algunas dificultades. Los contadores mecánicos no son apropiados para las semillas muy grandes, como, por ejemplo, muchas nueces.

Un contador por aspiración consta de tres partes esenciales:

a) un sistema de aspiración con tuberías:
b) chapas contadoras; y
c) una válvula de relajación rápida.

Puede usarse una pequeña aspiradora casera (Figura 26), pero son preferibles, en general, las aspiradoras especiales (con motor eléctrico de ¼ a ½ C.V.). Para establecer una instalación central, con tuberías que vayan a diversos compartimientos de un edificio, son convenientes las aspiradoras de ½ a 3 C.V.

Las placas perforadas con orificios distribuídos uniformemente (por lo general, en número de 100) en que se alojan las semillas, retienen éstas por succión y después las abandonan y depositan sobre los lechos de germinación. Las chapas para conteo tienen forma cuadrada o circular, según la forma del lecho de germinación empleado. El diámetro de los orificios y la separación entre los mismos deberán ser proporcionados al tamaño de las semillas. Las chapas pueden ser de plástico, de cromo, de latón y de aluminio. La superficie de las chapas deberá ser relativamente opaca y de un color que contraste con el de las semillas que haya que contar, pues de este modo es más fácil comprobar si todos los orificios están debidamente llenos. Se necesita una válvula buena para dejar rápidamente en libertad las semillas y para evitar absorber una proporción demasiado grande de las semillas más ligeras.

Métodos indirectos para la determinación de la facultad germinativa

Son varios los métodos que se han ideado. El más antiguo es la simple prueba del corte, que no ofrece garantías, sobre todo para las semillas de coníferas y para las semillas pequeñas de frondosas. Para estas pruebas del corte sólo se necesitan generalmente cuchillas de afeitar, cortaplumas, escalpelos y bisturíes. Puede ser útil una lente de aumento. Para una estimación preliminar aproximada este ensayo puede ser satisfactorio.

Los ensayos bioquímicos se utilizan mucho. La I.S.T.A. admite el ensayo con tetrazolio como prueba oficial para determinar la viabilidad de las siguientes semillas: Carpinus spp., Crataegus spp., Fraxinus spp., Juniperus spp., Malus spp., Pinus cembra, Prunus spp., Pyrus spp., Rosa spp., Taxus spp., Tilia spp. Las semillas frescas, una vez terminado el período de germinación deberán ensayarse preferiblemente por el método del tetrazolio. Para este método se utiliza una solución al uno por ciento de cloruro o bromuro de 2, 3,5-trifenil-tetrazolio. Durante este tratamiento las preparaciones deben mantenerse en la oscuridad a 30° C. Aparte los productos químicos (agua destilada y sales de tetrazolio) y de las vasijas de vidrio (frascos pequeños, placas Petri, etc.), se necesitan cizallas pequeñas, agujas de disección, cuchillas de afeitar y tijeras pequeñas. Son útiles las incubadoras pequeñas o las estufas de precisión, como las empleadas para la inmersión en parafina. Una superficie negra puede ayudar a descubrir debidamente los embriones y endospermos teñidos. Deberán tenerse a mano microscopios binoculares o esterooscópicos. Para el ensayo de las semillas de Taxus se necesita, además, establecer el vacío.

Mediante todo esto se puede determinar rápidamente, en unos pocos minutos, el equivalente de la capacidad germinativa, en el vacío, a la temperatura constante de 45° C. Las semillas se rajan previamente mediante una máquina divisora para que quede expuesto a la solución de tetrazolio el embrión. Esta instalación que merece probarse en el caso de las semillas forestales funciona eléctricamente a 30 vatios y lleva un cronómetro que indica el final de la reacción.

El análisis de las semillas por rayos X puede arrojar datos interesantes relativos al desarrollo del embrión y del endospermo, pero no permite distinguir las semillas viables de las que no lo son, pues las alteraciones fisiológicas de las semillas raramente pueden descubrirse. Según Gustafsson y Simak (1958), la viabilidad de las semillas se puede descubrir en una película de rayos X después de impregnar las semillas con sales de cationes pesados (por ejemplo, BaCl2). El procedimiento de los rayos X se ha elaborado en Suecia y es muy rápido para algunas semillas forestales. Actualmente, tal procedimiento debe considerarse útil para determinadas finalidades, pero no para los ensayos oficiales. Este procedimiento, que es objeto de investigación en muchos países, requiere un generador de rayos Grenz.

En Suecia, se utiliza un tubo de rayos X que trabaja a 10 KV, con corriente de 18 ma. En Nancy, el aparato de rayos X puede usarse con un voltaje que oscila entre 7 KV (para semillas pequeñas) y 15 KV (para semillas grandes), obteniéndose las películas mejores cuando la corriente es de 60 a 90 ma. y la distancia entre el tubo y la semilla, 25 a 60 centímetros. Se afirma que el ensayo con rayos X es más seguro y más fácil de interpretar que la prueba del corte (Bouvarel y Lemoine, 1959).

DETERMINACIÓN DE LA HUMEDAD

Según las Reglas de la I.S.T.A., la humedad de las semillas de los árboles forestales deberá determinarse por el método de la estufa con acceso de aire a 130° C. (Por ejemplo, Alnus spp., Pinus spp., Prunus spp. y Pyrus spp.) o a 105° C. (por ejemplo, Ceratonia siliqua.) En el caso de las semillas para las que incluso el método a 105° C. es inadecuado por contener aquellas constituyentes extremadamente volátiles, se recomienda el método de destilación con tolueno (por ejemplo, Abies spp. y Picea spp.). Con las semillas grandes de leguminosas, como Ceratonia siliqua, es necesario proceder a una trituración grosera.

Los métodos mencionados se aplican a semillas con un contenido de humedad del 18 por ciento (las de leguminosas el 20 por ciento) o menor, calculada en húmedo. Las semillas con humedad mayor deberán secarse previamente a temperatura relativamente baja.

Los aparatos necesarios para determinar el contenido de humedad de las semillas por el método de la estufa con acceso de aire consisten en balanzas con precisión de un miligramo, por lo menos, platillos de metal no corrosivo con fondo esférico, provistos de tapa que encaje lo mejor posible, estufas calentadas eléctricamente, desecadores con gel de sílice coloreada de azul o alúmina activada como desecantes, y molinos.

La duración del secado a 130° C. será de 60 minutos, y a 105° C. de 16 horas. El procedimiento de secado por el método de la estufa con acceso de aire se describe detalladamente en las reglas de la I.S.T.A. para 1959. En cuanto al método de destilación con tolueno véanse los métodos oficiales de análisis de la Association of Official Agricultural Chemists, publicados en Wáshington en 1955 por esta asociación. Para estos ensayos se necesita: un matraz de destilación de 250 mililitros; un colector tubular de destilación; un refrigerante Liebig de tubo recto.

Estufas

Varios son los tipos que se pueden usar y que se encuentran en el mercado. Los más comunes son las estufas «de ventilación libre», pero frecuentemente se emplean las semiautomáticos de tiro forzado. En estas últimas, el porcentaje de humedad se puede leer directamente en un cuadrante. Los aparatos automáticos de infrarrojo, para la determinación de la humedad, permiten determinar ésta en muy breve tiempo. En general, no se pueden recomendar para los ensayos oficiales, sino solamente para cálculos rápidos aproximados.

Para los ensayos oficiales hay que emplear estufas con buena ventilación natural y regulación automática de la temperatura que permiten mantener ésta después del calentamiento en 130° con un error de ± 3° C. o en 105° C. con un error de ± 2° C.

Algunas estufas proporcionan una regulación exacta completa de la temperatura desde la ambiente hasta 200° C, con una precisión de ± 2° C; otras sirven para cambios de temperatura rápidos y pueden trabajar hasta 300° C. La circulación del aire en estas últimas se consigue mediante un ventilador centrífugo, a fin de que las diferencias entre la temperatura en el centro y en cualquier otro punto sea de 1° C. a 110° C. La precisión puede ser de ± 1° C. con el empleo del ventilador.

Los tipos con circulación del aire son más adecuados para efectuar esterilizaciones y en tal caso el grado de exactitud puede ser menor. Existen diversos tipos.

DETERMINACIONES DEL PESO

En un laboratorio de semillas es frecuentemente necesario determinar pesos. La pesada se hace para determinar:

a) el peso de muestras de semillas;

b) el peso de semillas puras, de semillas de otros cultivos, de semillas de malas hierbas y de materias inertes (análisis de pureza);

c) la humedad de las semillas por el método de la estufa con acceso de aire;

d) el peso de 1.000 granos;

e) las cantidades de productos químicos.

Peso de 1.000 granos

Este peso deberá determinarse pesando en gramos cuatro o más lotes de un centenar de semillas cada uno. Los resultados se expresarán con distinto número de cifras decimales, según el peso.

Balanzas

En un laboratorio para ensayo de semillas deberá haber balanzas de tipos y exactitud diversos, según la aplicación a que se destinen. Las balanzas que se usan para determinar la humedad deben tener una precisión de un miligramo por lo menos, como ya se ha dicho, y deben ser del tipo de las que se emplean en análisis. Estas balanzas se pueden utilizar también para dosificar los productos químicos.

Para el ensayo de pureza y para determinar el peso de 1.000 granos, conviene disponer de dos o tres balanzas de distinto grado de exactitud. La más sensible se utilizará para las semillas más ligeras, que requieren pesos mínimos para el análisis de pureza inferiores o iguales a 10 gramos (por ejemplo Alnus spp., algunos pinos, Picea spp., Populus y Salix spp.). La balanza menos sensible de todas se empleará para las semillas que requieren en el ensayo de pureza pesos mínimos de 100 gramos o más (por ejemplo, varias especies de Abies, Araucaria spp., Acer spp., Carpinus spp., Castanea spp., Cedras spp., Fagus spp., algunos pinos Quercus spp., etc.).

En general, se puede suponer que para los ensayos de pureza las balanzas deben usarse con una precisión de al menos un miligramo cuando se trate de semillas pertenecientes a la categoría primeramente mencionada antes, en tanto que para las semillas más pesadas bastan las balanzas con una sensibilidad de 10 a 25 miligramos.

En el mercado se encuentra una gran variedad de balanzas. Las de precisión con capacidad de 200 gramos y sensibilidad de 1/20 miligramos, que no requieren pesas desde 1/10 a 100 miligramos, son muy útiles para distintas aplicaciones.

Entre las balanzas de precisión media que pueden recomendarse están las semiautomáticos con capacidad de 500 ó 1.000 gramos y sensibilidad de 10 ó 25 miligramos, que no requieren pesas hasta 2 ó 5 gramos.

En Nancy, se utiliza la balanza «Vivancyl» producida en Francia entre cinco fabricantes de aparatos de precisión. Esta balanza es del tipo de platillo único suspendido de un hilo de oro. Permite efectuar pesadas con gran rapidez. Su sensibilidad es de 1/10 miligramos.

Peso específico: peso por búshel o por hectolitro

Las reglas de la I.S.T.A. prescriben que estas determinaciones se hagan con un aparato normalizado. Fundamentalmente, un aparato correcto consiste en un dispositivo de precisión para llenado, una medida tipo para áridos exactamente ajustada, y una balanza de precisión. Como en un laboratorio de análisis de semilla hay generalmente diversas balanzas, puede que baste disponer solamente de una o dos tolvas de llenado de precisión con soporte y un número igual de cubitos de la capacidad que convenga.

La tolva de llenado es estrictamente indispensable porque cuando los cubitos se llenan directamente a mano o con cuchara se cometen grandes errores. La tolva tiene forma de embudo y una válvula de puerta corrediza para permitir la salida instantánea de las semillas por el fondo. Una base pesada permite dar mayor estabilidad a la tolva. Esta deberá situarse sobre el cubito justamente a la altura indicada (generalmente, 5 centímetros).

Para determinar el peso por hectolitro se emplearán cubitos de 1/4 de litro o de un litro. Para la determinación del peso por búshel se recomiendan los cubitos de una pinta o de un cuarto. Los cubitos, así como las tolvas de llenado, son de metal pesado no corrosivo, generalmente latón compacto.

DETERMINACIÓN DEL ESTADO SANITARIO

Los métodos generales comprenden un examen macroscópico y un examen microscópico. A la recepción de un lote de semillas debe investigarse en éstas macroscópicamente la presencia de alteraciones debidas a organismos patógenos. En las semillas de Abies, Larix, Pseudotsuga, Quercus y (Castanea spp., etc., se atenderá especialmente a descubrir las semillas que presenten orificios que pudieran contener insectos vivos.

El examen microscópico es de la máxima importancia. En general, la presencia de organismos patógenos se determina después de un tratamiento apropiado de las semillas. Las esporas o hitas de hongos pueden eliminarse sacudiendo fuertemente 100 semillas o más en un tubo de ensayo que contenga agua y un agente mojante, o alcohol. Después se centrifuga o se deja evaporar el líquido hasta que no queden de él más que unas gotas que se examinan al microscopio.

A veces, es necesario completar este procedimiento mediante métodos de cultivo en que se emplea agar. Para identificar insectos puede que se necesite criarlos en vasijas de vidrio provistas de una tela de alambre de malla muy tupida. Estos exámenes se pueden hacer también durante o inmediatamente después del ensayo de germinación.

En las Reglas Internacionales de Análisis de Semillas, de 1959, figura una lista fundamental de organismos patógenos y plagas que afectan al estado sanitario de las semillas forestales. Los certificados relativos al estado sanitario deberán ajustarse a lo prescrito en dichas reglas. Los aparatos esenciales para determinar el estado sanitario son: un microscopio estereoscópico, uno o dos microscopios de precisión (de 500 aumentos por lo menos), una centrifugadora, y una o dos incubadoras. Estas no deberán colocarse en la misma habitación en que se hallen los germinadores. También se necesitan diversos instrumentos de vidrio, como placas Petri, tubos de ensayo, frascos, etc. Como sustrato de cultivo se deberá emplear agur.

FORMULARIOS PARA EL REGISTRO DE LOS RESULTADOS DE LOS ENSAYOS

Los formularios para registrar los datos de los ensayos efectuados deberán concebirse en forma que abarquen todos los datos importantes relativos a la muestra objeto de examen.

Se dejará espacio suficiente para los resultados de todos los tipos de ensayo, teniendo en cuenta también la posibilidad de repetición de los mismos. Un formulario satisfactorio para reseñar los resultados de los ensayos de semillas es el que presenta Baldwin (1942).

Desinfección y conservación

Las estufas de germinación y las incubadoras deberán desinfectarse al menos una vez al año con una solución de formaldehido al 10 por ciento. Todas las aberturas y grietas habrán de cerrarse, y estas últimas, si es necesario, con cinta adhesiva. Pasadas 24 ó 48 horas se sacan las vasijas que contienen la solución desinfectante y se dejan escapar libremente los vapores antes de usar nuevamente las estufas y las incubadoras.

Los germinadores. móviles y las bandejas para semillas se pueden desinfectar con alcohol o pueden colocarse dentro de una estufa de desecación. Las almohadillas para germinación hachas con algodón deben hervirse después de su uso o esterilizarse en autoclave.

Otros sustratos de germinación que se usan sólo una vez (papel de filtro o arena) se desinfectan generalmente en estufas de desecación. Por lo general, las semillas no se desinfectan porque las que se pudren en un germinador limpio suelen ser de mala calidad. Varios experimentos efectuados con distintos métodos de desinfección de semillas, justamente antes de la germinación o durante ella, no han originado ningún mejoramiento seguro del porcentaje de germinación.

Las placas Petri, los tubos de ensayo y los frascos de vidrio se esterilizarán en autoclaves cuando se usen para criar organismos y plagas patógenos. La nave donde se instalen los germinadores. y sus aparatos auxiliares deberá mantenerse bien limpia. Unicamente deberán usarse determinados materiales de limpieza específicos. Se recomienda el empleo de aspiradoras portátiles para mantener limpias las habitaciones. Existen aspiradoras de tamaños y tipos muy diversos. Además, pueden utilizarse también como aventadores. A un ritmo de 40 a 175 pies cúbicos por minuto (12.000 a 26.000 pies lineales por minuto) soplan aire seco o caliente (a 52° C.), que se puede utilizar para secar, con un consumo de 260 a 890 vatios.

Transporte

El transporte y la expedición de las semillas requieren cierto cuidado para evitar todo posible enmohecimiento o sobrecalentamiento de las semillas. Estas se expedirán en recipientes apropiados que sean lo suficientemente resistentes y proporcionen una cierta protección contra la humedad.

Comúnmente se usan sacos de lino. Con una cubierta doble se consigue mayor protección. Se han comenzado a usar recipientes metálicos para el transporte a largas distancias.

Los tamaños que se usan corrientemente tienen una capacidad que oscila entre 1 y 20 kilogramos de semillas. Los recipientes mayores sólo se pueden usar para el almacenamiento.

La Dirección de Montes y Productos Forestales de la FAO, Viale delle Terme di Caracalla, Roma, proporcionará gratuitamente a quien lo solicite una bibliografía y la lista de los fabricantes de los aparatos que se mencionan en el presente trabajo.


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