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Introducción

La alta incidencia y la gravedad de la pobreza en muchos países provoca hambre, elevadas tasas de abandono escolar y bajos niveles de aprendizaje, problemas que afectan a millones de escolares de enseñanza primaria. Los principales problemas relacionados con la nutrición que enfrentan los niños en edad escolar son los retrasos de crecimiento, bajo peso corporal y la deficiencia de micronutrientes, entre ellos el hierro, el yodo y la vitamina A. Los niños que llegan a la escuela con hambre, o que sufren de malnutrición crónica, tienen una menor capacidad cognitiva, lo cual lleva a un rendimiento escolar inferior. Padecen asimismo de una actividad física disminuida y de menor resistencia a las enfermedades, lo cual les acorta las expectativas de vida. A largo plazo, la desnutrición crónica y las deficiencias de micronutrientes disminuyen el potencial individual y tienen efectos adversos en la productividad, los ingresos y el desarrollo nacional.

El bienestar nutricional requiere que todas las personas puedan acceder en todo momento a alimentos, atención sanitaria, educación y servicios sociales adecuados. En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA) de 1996, celebrada en la sede de la FAO en Roma, y en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después (CMA:cad), celebrada en 2002, se reafirmó el derecho de todas las personas a tener acceso a alimentos inocuos y nutritivos y a no padecer hambre. Además, la necesidad de superar el hambre, la pobreza y el analfabetismo está comprendida en los dos primeros objetivos de desarrollo del Milenio.

A fin de proteger y promover el acceso a alimentos adecuados para todos, la FAO ha puesto en marcha una serie de programas e iniciativas destinados a reducir la pobreza y ayudar a las personas y hogares a mejorar su bienestar nutricional y su calidad de vida. El Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA), iniciado en 1994, dos años antes de la CMA, es el programa emblemático de la FAO, mediante el cual la Organización ayuda a los países miembros en desarrollo a reducir el hambre y la malnutrición principalmente aumentando la productividad y diversificando los sistemas de producción de los pequeños agricultores. Como resultado de la CMA:cad, todos los gobiernos participantes reafirmaron su compromiso de alcanzar el objetivo de reducir a la mitad el número de personas subnutridas en el mundo antes de 2015. El Programa de Lucha contra el Hambre (PLCH), iniciado durante la CMA:cad, justifica ampliamente la adopción de un enfoque de doble vía a fin de alcanzar el objetivo de la CMA, que combina medidas tendentes a mejorar el rendimiento de la agricultura de pequeña escala con otras destinadas a ampliar el acceso a los alimentos de forma que las personas más pobres, que no están en condiciones de producir ni comprar suficientes alimentos, puedan alimentarse debidamente. En los países que han demostrado tener voluntad política para poner en marcha un programa nacional de seguridad alimentaria, la FAO, por medio del PESA, programa que está en constante evolución, ayudará a definir y aplicar la combinación de medidas necesarias para alcanzar el objetivo de reducir a la mitad el número de personas subnutridas para el año 2015.

A este respecto, la FAO reconoce la importante contribución que pueden aportar las escuelas a los esfuerzos de los países miembros a fin de superar el hambre, la pobreza y el analfabetismo. Las escuelas constituyen uno de los principales contextos sociales en los que se desarrollan los conocimientos, los comportamientos, las actitudes, los valores y la preparación para la vida (p. ej., responsabilidad personal, autoestima, trabajo en equipo, adopción de decisiones y planificación). Ofrecen un canal efectivo por el que llegar hasta los niños en los momentos en que están formándose los hábitos y las actitudes. Las escuelas tienen la función de guiar a los jóvenes hacia la madurez y, por lo tanto, pueden desempeñar una importante tarea de de fomento del aprendizaje sobre la alimentación, la agricultura y la nutrición. Cuentan con personal cualificado; pueden difundir los conocimientos teóricos y prácticos adquiridos por los niños haciendo participar a las familias en la educación de sus hijos; pueden también servir de canal de participación de la comunidad y proporcionar intervenciones rentables en materia de alimentación y nutrición.

Los huertos escolares son áreas cultivadas que se encuentran alrededor o cerca de las escuelas primarias o secundarias, que pueden emplearse fundamentalmente con fines didácticos, pero que también pueden producir algunos alimentos e ingresos para la escuela. Las actividades hortícolas de las escuelas suelen consistir en cultivos de huerto, aunque es posible que se extiendan a la pequeña ganadería y la pesca, la apicultura, los árboles frutales, las plantas ornamentales y de sombra, así como la producción de alimentos básicos a pequeña escala.

En el pasado, los interesados que tenían prioridades diferentes han desarrollado una horticultura escolar siguiendo distintos criterios. En el Norte prima la enseñanza basada en los huertos (es decir, que los huertos hagan las veces de laboratorios para un aprendizaje práctico de temas básicos, tales como la biología, el medio ambiente, las matemáticas, la química, los idiomas, las artes, etc.), que ha tenido resultados bastante satisfactorios, en tanto la principal tendencia en el Sur ha sido la producción de alimentos basada en las escuelas. Ésta última se ha enfrentado con numerosas dificultades y, en general, se ha demostrado insostenible. Por consiguiente, los expertos en esta esfera comparten la opinión de que el reto que se plantea ahora a los huertos escolares es el de contribuir a que los alumnos aprendan sobre la producción de alimentos, la nutrición y el medio ambiente, así como sobre el desarrollo personal y social en relación con unos conocimientos académicos básicos (lectura, escritura, aritmética) en tanto que producen algunos alimentos para complementar los programas de alimentación escolar.

Para que los niños puedan crecer y convertirse en ciudadanos saludables, con medios de subsistencia seguros, una de las necesidades más urgentes es hacer posible que los niños permanezcan en la escuela y adquieran los conocimientos teóricos y prácticos importantes para su vida y su medio ambiente. Se entiende por ello aprender a preparar un huerto para que produzca hortalizas, frutas y otros alimentos; conservar el agua y otros recursos naturales; plantar, procesar y preparar alimentos para obtener el mayor valor nutricional posible y los mayores ingresos; seleccionar y comprar alimentos de mercados de agricultores y supermercados de modo que se obtenga el mejor precio posible por los productos; mantener la debida inocuidad de los alimentos, higiene personal y saneamiento; aprender a trabajar en grupo y a resolver problemas; aprender a seguir un régimen alimentario y un estilo de vida saludables, aún en situaciones de tasas elevadas de infección por el VIH/SIDA; etc. Son éstas algunas de las aptitudes que ayudarán a los niños a manejarse con eficacia en el futuro, frente a las distintas situaciones que les plantee la vida. Y puede lograrse introduciendo una enseñanza basada en los huertos.


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