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La FAO y las industrias forestales

En la conferencia celebrada en Quebec, Canadá, en 1945, en la cual se creó oficialmente la FAO se hizo la siguiente declaración: «La integración de los bosques y de la industria maderera, tal como lo dispone la constitución de la FAO, viene a llenar una necesidad sentida por largo tiempo. La costumbre de tratar los bosques y la industria maderera por separado, invariablemente, se ha traducido en una mala ordenación de aquellos. Organizadas principalmente con miras a los productos finales, con poco o ningún contacto con el bosque, las diversas industrias madereras tendían a despreciar sus problemas de materia prima y a considerarse recíprocamente competidoras en la explotación de un recurso natural, más que beneficiarias complementarias de un cultivo renovable.»

Desde entonces, las actividades de la FAO se han basado siempre en dichas premisas y así se explica que inexorablemente se interese en la industria de la madera y sus derivados y en su desarrollo.

Acumulando datos estadísticos sobre los productos de la madera e iniciando una serie de estudios de las tendencias regionales (Europa, 1953; Asia-Pacífico, 1961; América Latina, 1963; Africa, 1965, y culminando con «La madera: tendencias y perspectivas mundiales», obra presentada al Sexto Congreso Forestal Mundial en 1966), la FAO hizo un cuadro de las perspectivas futuras de la demanda de productos de la madera y de los problemas emanados de la oferta.

Se creó un grupo de seis comisiones forestales regionales, que abarcaban todos los Estados que pertenecen a la Organización, encargadas de estudiar dichos problemas y proponer soluciones. En colaboración con las comisiones económicas regionales de las Naciones Unidas, se establecieron grupos asesores de desarrollo de la industria maderera en la América Latina, Africa y el Lejano Oriente.

Se celebraron una serie de conferencias importantes sobre el desarrollo de la industria de la pasta y del papel (Montreal, 1949; Buenos Aires, 1954; Tokio, 1960; Cairo, 1965 y México, 1970) y conferencias técnicas sobre tableros a base de madera (Ginebra, 1957; Roma, 1963). Se creó un comité mundial de expertos para asesorar a la FAO en sus programas de pasta y papel, y otro intergubernamental para los tableros a base de madera.

Entre tanto, se fomentó el desarrollo directo, en relación con las necesidades y posibilidades de cada país, primero, a través del Programa Ampliado de Asistencia Técnica de las Naciones Unidas y, después, a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. De los 45 proyectos del Fondo Especial, que actualmente ejecuta la FAO en virtud de este último programa, 23 se ocupan principalmente del fomento de los bosques y de la industria de la madera y sus derivados.

El comité de la FAO sobre tableros a base de madera celebró su tercer período de sesiones en diciembre de 1970. Su principal preocupación fue examinar los factores que pueden influir en el desarrollo de la producción en el futuro mediato. El mayor uso de los tableros a base de madera se hace en la construcción de viviendas, pero en muchos países está disminuyendo. Al parecer, lo hará también el de tableros de fibra mientras que, por el contrario, aumentará el de tableros de partículas en algunos sectores clave. Aunque no se sabe con certeza cómo evolucionará el consumo de chapas y de madera terciada, es probable que el de esta última aumente en la construcción.

En varios países, se ha estado perfilando un movimiento hacia la fusión de las asociaciones comerciales que representan industrias privadas de tableros, lo cual probablemente contribuirá a mantener una demanda sustancial. Se observó que los materiales empleados en el recubrimiento de los tableros a base de madera están ampliando sus posibilidades, uso y mercados potenciales para esos productos.

La previsión de la demanda y, por lo tanto, de la oferta necesaria de pasta y madera, constituyen también uno de los principales motivos de preocupación del Comité Asesor de la FAO para la Pasta y el Papel que se reunió, en su 12° período de sesiones, en Roma, en mayo de 1971 y celebró, además, una segunda consulta sobre la demanda, la oferta y el comercio de la pasta y el papel en el mundo.

Los documentos de antecedentes dan cuenta de la gran atención que se está prestando a la previsión de la demanda de papel, en correlación con ciertos índicos económicos clave. A la luz de la experiencia, los métodos empleados son, al parecer, seguros, dentro de límites que se pueden definir con bastante claridad, sobre todo, tratándose de grandes cantidades, horizontes cronológicos suficientemente prolongados o clasificaciones de la pasta y el papel en grandes grupos. Sin embargo, cuando las técnicas de correlación se aplican a la demanda de un tipo particular de pasta o papel, se han obtenido resultados mucho menos satisfactorios, debido a que casi cada papel y cartón se emplea para la fabricación de una gran variedad de productos finales, cuya demanda, a su vez, puede estar aumentando o disminuyendo con total independencia de la de los demás.

Aunque se cuente con una subdivisión de los productos de consumo y se haga un esfuerzo por incorporar tasas de crecimiento diferenciales en cada uno de los grupos, las técnicas de correlación, de por sí, y a pesar de todo, pueden ser insuficientes para hacer previsiones exactas. Para que sean útiles en la gestión, cuando se trata de tomar decisiones, es preciso que estén respaldadas por prolijos estudios de mercados, ya que no toman en cuenta las actitudes de los últimos consumidores ni la manera en que están cambiando, o pueden hacerse cambiar; la medida en que un tipo de pasta o papel, probablemente, será desplazado por otro, de por sí o intencionalmente; el grado en que los materiales competidores, como, por ejemplo, los plásticos y las fibras sintéticas, posiblemente, penetrarán en uno u otro de los submercados; los cambios o perfeccionamientos tecnológicos posibles que, al parecer, influirán en la demanda de pasta y papel para los diversos grupos de productos.

En lo que respecta a la tecnología, e independientemente de la rentabilidad, las fibras de que dispone hoy en día el fabricante de papel, puras o mezcladas, le permiten ajustarse a casi todas las especificaciones concebibles del producto final, aplicando las técnicas pertinentes. El valor funcional de la pasta de madera de frondosas se da por sentado en la actualidad. Se emplearán cada vez más, dadas las características del producto final que con ellas se obtiene, independientemente de su precio de venta. Lo dicho influirá en la situación actual en su conjunto, en la cual los países desarrollados, que tienen el 45 por ciento de la superficie boscosa del mundo producen el 96 por ciento de la pasta que sale al mercado, y los que están en desarrollo, que tienen el 55 por ciento de dicha superficie boscosa, actualmente, producen sólo el 4 por ciento.

Uno de los aspectos en que más se insistió en la primera conferencia de la FAO sobre la pasta y el papel, celebrada en Montreal en 1949, fue el de que «para ser económica, la pasta de madera se debe producir donde se encuentra el bosque». A partir de dicha fecha, ha contado con gran aceptación en los círculos de pasta del mundo el principio de que el traslado de la madera en bruto, a larga distancia implica un mayor costo que pocos pueden darse el lujo de afrontar. Para sorpresa de muchos, expertos en productos de la madera, en la actualidad, precisamente, lo que se está haciendo y, en escala no pequeña, es transportar astillas a granel.

El Comité Asesor recibió información de interés acerca del perfeccionamiento del papel sintético en el Japón. La sustitución del papel y del cartón por otros materiales y viceversa, en el sector del embalaje, se sigue produciendo frente a una fuerte competencia por parte de los plásticos. La industria de la pasta y del papel, por cierto, está observando estos fenómenos y otros semejantes con sumo interés y, en efecto, ha unido, en parte, sus esfuerzos con los de los productores de plásticos e industrias elaboradoras. De lo dicho, se pueden sacar lecciones, aplicables a la política forestal y, por ende, una vez más corresponde a la FAO considerar conjuntamente los bosques y la industria de la madera y sus derivados.

Con ocasión de la conmemoración del 25° aniversario de la FAO, celebrado el año pasado, el Director General Addeke H. Boerma, otorgó broches de oro a 25 funcionarios en reconocimiento de sus largos años de servicios. Entre los merecedores de este honor, se encontraba el editor de Unasylva, Leslie J. Vernell, así como René G. Fontaine, del Departamento de Montes, y Radu G. Fortunescu, actualmente Jefe de Protocolo de la FAO, que publicó el primer número de Unasylva, en 1947. Leslie Vernell se ha encargado desde entonces hasta la fecha de todos los números publicados. Ahora, al cumplir sesenta años de edad, renuncia a sus funciones de editor. Habiendo comenzado a prestar servicios en la FAO en Wáshington D.C., en la Subdirección de Productos forestales de la entonces Dirección de Montes, posteriormente fue jefe, y después subdirector del Servicio de Coordinación de Programas. Obtuvo su titulo de ingeniero forestal en la Universidad de Oxford (St. John's College) en 1932 Trabajó siete años en el Servicio Forestal de Birmania y sirvió en el ejército británico, en el Lejano Oriente, durante otros siete años.


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