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Evolución de las funciones de los servicios forestales nacionales

SECRETARIA DE LA FAO

Efectos de las nuevas exigencias económicas y sociales

El presente trabajo es fruto de un intercambio de puntos de vista que tuvo lugar en el seno de un «circulo de estudio» del Departamento de Montes de la FAO, al cual se le había encomendado la tarea de redactar un documento que sirviera de base a un debute animado, en la reunión del Comité especial de Montes de febrero. Señala los cambios con precisión, pero no da las respuestas.

Las reuniones del circulo de estudios se efectuaron bajo la presidencia de O. Fugalli y asistieron J.E.M. Arnold, T.A. Erfurth, E. Garnum, R.A.O. Huss, K.F.S. King, A.J. Leslie, K.R. Miller, P.R. Persson, J. Prats Llauradó, L.B. Sandahl y A. de Vos. Los principales encargados de la redacción del documento fueron J.E.N. Arnold y A.J. Leslie.

La versión resumida, que se someterá a la consideración del Comité de Montes de la FAO, suscitó muchos comentarios pero, por falta de tiempo, no se pudo discutir a fondo. El tema se volverá a tratar en las próximas reuniones de las Comisiones Forestales regionales de la FAO y en el primer periodo de sesiones oficial del Comité de Montes, que se espera tendrá lugar en marzo de 1972.

El término «servicios forestales» se emplea en sentido general para designar los organismos encargados de los bosques en cada país.

En 1970, las Naciones Unidas celebraron su 25° aniversario. Pero en la reunión de la Asamblea General, celebrada en Nueva York y convocada especialmente para poner de relieve tan importante jalón en la historia de las relaciones internacionales, la celebración de los 25 años de progreso relativamente pacífico del mundo se enfrentó con la honda preocupación por el futuro. Los hombres de Estado, que se reunieron en dicha oportunidad, pidieron que se prestara atención a los grandes cambios que habían tenido lugar en el último cuarto de siglo y al hecho de que, en muchas ocasiones, la sociedad había reaccionado ante los mismos de manera poco satisfactoria. Uno de los ministros de asuntos exteriores, en su alocución, dijo: «En el último cuarto de siglo, la ciencia ha dejado tan atrás a la política, que todas nuestras instituciones, en este terreno... parecen tener cada vez menos importancia... Si, en los próximos 25 años, los gobernantes muestran la misma indiferencia que en el pasado, la ciencia, o destruirá al hombre, o lo convertirá en su esclavo».

Revolucionarios es el calificativo que cuadra a los cambios que han tenido lugar en los últimos 25 años en el terreno social, económico, político y tecnológico. No hay ningún país desarrollado, o subdesarrollado, que no se haya visto afectado por los mismos. La única diferencia que hay entre un país y otro a este respecto reside en el ritmo al que se han dejado sentir todas las repercusiones y en la eficacia de sus reacciones ante las mismas. En el futuro, los cambios, su rapidez y sus efectos probablemente serán aún de mayor magnitud.

Ahora precisamente, antes de que comience el último cuarto de siglo XX, es oportuno hacer un inventario de lo ocurrido en el sector forestal y de preguntarse si las instituciones que lo rigen siguen siendo idóneas todavía e, igualmente importante, si lo serán en las circunstancias previstas para el futuro. Para comenzar, en el presente trabajo se agrupan los actuales acontecimientos en cuatro grandes categorías: crecimiento demográfico, desarrollo económico, cambios tecnológicos y cambios sociales e institucionales. A continuación, se estudian las consecuencias que, aparentemente, tendrán tales cambios en relación con la ordenación de los montes, la asignación de recursos al sector forestal y la distribución de fondos dentro del mismo, así como con las metas de producción.

Principales acontecimientos de loe últimos 25 años

CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO

En el último cuarto de siglo, la población del mundo ha aumentado en más de un 50 por ciento. Este aumento en masa de la población ha significado sencillamente, en primer lugar, que hay un mayor número de personas que necesitan madera, a saber, supera 1000 millones más. Por otra parte, la mayor población se halla concentrada en los países menos desarrollados, que necesitan principalmente leña, madera para uso directo y para construcciones baratas. El peso de abastecer la demanda ha caído sobre el patrimonio maderero de dichos países.

El crecimiento demográfico también ha significado que hay un número mucho mayor de personas que necesitan alimentarse. El hecho de no haberse producido un aumento paralelo de la productividad agrícola en la mayoría de los países en desarrollo se ha traducido en una intensificación de la demanda de tierras para la producción de alimentos. La satisfacción de dicha de manda se ha logrado, en gran parte, a costa de la superficie boscosa. Por otra parte, la mayor superficie dedicada a la agricultura y el empleo de variedades de alto rendimiento se ha traducido en una mayor demanda de agua y, por ende, en la necesidad de controlar su abastecimiento, lo cual ha hecho que, en algunas partes del mundo, haya aumentado la importancia de la preservación de los bosques y de la repoblación forestal, debido a la función que desempeña el bosque como medio de almacenamiento y regulación de las aguas.

Por último, es preciso observar que aún no es posible prever cuándo llegará a su fin el rápido crecimiento de la población en la mayoría de los países en desarrollo. Aunque el ritmo de natalidad comenzara a disminuir inmediatamente y de manera apreciable, la estructura de estas poblaciones, caracterizadas por un gran predominio de las generaciones jóvenes es tal que, ciertamente, seguirá aumentando con vigor en las próximas décadas. En efecto, se prevé que la población mundial aumentará en otros 1000 millones a muy corto plazo, o sea, en los próximos 15 años. Por tal motivo, en los años venideros se acentuarán los efectos de este fenómeno sobre el sector forestal. Para resumir, en muchos países en desarrollo los bosques tendrán que seguir sometidos, por algún tiempo, a un régimen de agricultura trashumante, en sus diversas formas, y habrá que aceptar una mayor enajenación de las superficies boscosas para destinar los terrenos a la agricultura sedentaria.

DESARROLLO ECONÓMICO

El último cuarto de siglo se ha caracterizado también por un constante desarrollo de las actividades económicas mundiales que, probablemente, continuará. Una vez más, esto ha tenido como consecuencia un gran aumento del consumo de productos de la madera, aunque no de todos ellos. En los países más avanzados, donde el promedio del ingreso real per caput se ha elevado a más del doble en dicho período, el desarrollo económico se ha traducido en una demanda estática o en disminución en relación con la madera en bruto y, en menor grado, la aserrada como, por ejemplo, la leña y los troncos. No se trata por cierto de una novedad, sino de transformaciones a largo plazo debidas a la evolución. Durante 40 ó 50 años, en dos de las regiones de mayor consumo, Europa y los Estados Unidos, la disminución de la demanda de algunos productos y el aumento de la de otros se compensaron grosso modo, de manera que el consumo total permaneció casi inalterado. Actualmente, en cambio, el consumo total de madera ha comenzado a elevarse decididamente. Hacia 1985, el mundo precisará probablemente por lo menos dos veces más madera para la industria elaboradora que en 1970 y la mayor parte de la creciente demanda corresponderá a los países en desarrollo.

De esta forma está cambiando la situación en cuanto a la oferta de madera. La demanda interna y externa ha aumentado incesantemente en la mayor parte de la zona templada septentrional. Lo dicho ha provocado, a su vez, un aumento de la actividad comercial y una mayor demanda de madera aserrada terciada y chapas de frondosas provenientes del trópico en los países de la zona templada. Se puede prever desde ahora que, en la región tropical y subtropical, surgirá una gran oferta de ciertos tipos de fibra de madera con destino a la zona templada septentrional.

Las nuevas formas de utilización, que acarrean el cambio y el desarrollo de la economía, han modificado la demanda en cuanto al tipo y las dimensiones de la madera. Como ahora se destina una cantidad mayor de madera a la fabricación de pasta y de tableros, ha aumentado proporcionalmente la demanda de madera de pequeñas dimensiones, de residuos, etc.

También se han producido cambios en forma menos directa. El aumento del ingreso per caput va acompañado de una elevación de los costos de mano de obra, que ha tenido gran repercusión en el sector forestal, en el cual tantas actividades suponen una gran intensidad de mano de obra. Por otra parte, el hecho de que, en los países desarrollados, la elevación de los Costos de mano de obra haya sido mucho mayor que en los subdesarrollados, ha contribuido a producir un desplazamiento de la curva global de la oferta de algunos productos, especialmente de la madera terciada de frondosas.

Otro cambio producido ha sido la progresiva emigración de la población rural hacia los centros urbanos. Este fenómeno ha producido un aumento de la importancia relativa de la industria y de los servicios y una disminución de la agricultura, a medida que se ha ido desarrollando la economía, o sea, un desplazamiento hacia aquellas actividades que dependen de la concentración de la mano de obra, o de los consumidores, o bien de ambos factores. En los países más avanzados, se ha llegado a tal punto que la población rural absoluta y relativa está disminuyendo, en forma muy rápida a veces. Como resultado, a menudo ha disminuido la oferta y, además, han aumentado los costos de mano de obra en las actividades forestales.

En los países desarrollados, en los cuales la emigración de la población rural hacia los centros urbanos, últimamente, ha corrido parejas con la elevación de los ingresos, el mayor tiempo libre y el mejoramiento de los medios de transporte individual han aumentado con rapidez la demanda real de medios de recreo al aire libre y, por tal motivo, se están reservando con tal fin, parcial o totalmente, superficies boscosas. Las mismas fuerzas subrayan un aumento acelerado del turismo, que ha hecho que la vida y las áreas silvestres adquieran un nuevo valor económico. Hay otro aspecto de la emigración de la población rural hacia los centros urbanos, que es el de su concentración en estos últimos, a raíz de lo cual ha aumentado la demanda de agua utilizable y, por ende, la importancia de la ordenación de las cuencas hidrográficas.1

1 También ha dado un nuevo impulso a la búsqueda de métodos económicos para la producción en gran escala de agua desalinizada, dado que las posibilidades del mar como fuente de abastecimiento son mucho mayores que las que ofrece el fomento de las superficies boscosas con el mismo fin.

TECNOLOGÍA

En su acepción más amplia, el desarrollo tecnológico no puede separarse del económico. El aumento del ingreso per caput sólo se puede lograr aumentando la productividad y esto último sólo se consigue mediante un progreso técnico continuo. Por otra parte, para lograr la continuidad del desarrollo económico, hay que acelerar el paso de los cambios tecnológicos. Esto último por sí solo, tiene una importancia evidente, tratándose de un artículo, como la madera o las fibras leñosas, para cuya producción se requiere un período de tiempo tan prolongado.

Además, hay muchos cambios tecnológicos independientes que han tenido una repercusión específica en el sector. En el bosque mismo, gracias a métodos más precisos de reconocimiento y cubicación, se puede hacer un mejor uso de las existencias. Se hace menos necesario dejar un margen de seguridad para compensar los errores.

Gracias al perfeccionamiento de los medios de transporte, se han hecho más accesibles los bosques de todo el mundo. Además, se ha hecho posible el desplazamiento de las unidades de producción, incluso, en parte en el plano internacional. Hay otros factores como, por ejemplo, las economías que se logran gracias a la producción en gran escala y a la integración interna y externa de las unidades de producción, lo cual ha traído como consecuencia una tendencia al aumento de tamaño de las mismas, en todas las industrias forestales, y a la formación de complejos manufactureros, cuya producción es muy variada. En muchas partes del mundo, se está haciendo cada vez más difícil encontrar terrenos para la instalación de tan grandes unidades industriales.

El perfeccionamiento tecnológico en la industria de la madera y de la fibra ha permitido la utilización, con fines industriales, de un mayor número de especies, calidades y dimensiones, ampliándose así la oferta de materia prima, mejorando la calidad de algunos productos, disminuyendo los costos de producción de otros, perfeccionándose nuevos artículos, como, por ejemplo, los tableros de partículas, y ensanchándose el campo de aplicación de los productos derivados de la madera, como por ejemplo, en embalajes. El hecho de que hayan sido los procedimientos de reconstitución de la madera los que se revelaran más flexibles, adaptables y fácilmente susceptibles de mejora, ha contribuido a un desplazamiento general a favor de la utilización de la madera y productos derivados.

Paralelamente, el perfeccionamiento tecnológico que ha tenido lagar fuera del sector ha permitido la fabricación de sucedáneos, nuevos o mejorados, de la madera y las fibras leñosas como, por ejemplo, plásticos para embalaje y para ciertos fines gráficos. En efecto, las industrias que utilizan madera como materia prima no han tardado en descubrir esta tendencia. La repercusión de la tecnología en los bosques, como productores de materia prima, será probablemente a la larga más fundamental que los productos o formas de utilización individualmente considerados o las mejoras de su aplicación en pro o en contra de la madera. La tecnología está avanzando actualmente hasta el punto que su aplicación puede trascender de las limitaciones físicas de la materia prima fundamental. Como lo expresara el Secretario General de las Naciones Unidas: «La verdad, la estupenda verdad cardinal sobre los países desarrollados hoy en día es que pueden contar, en un plazo sumamente corto, con la clase y la cantidad de recursos que deseen tener... Las disponibilidades de recursos han dejado de ser un factor límite cuando se trata de tomar decisiones. Son las decisiones las que crean los recursos».

Cuando desaparezcan las restricciones que implica el concepto de que las existencias físicas de recursos naturales en el mundo son limitadas, se procederá con un criterio más estricto al decidir cuáles se utilizarán. Es muy posible que las materias primas que se encuentran concentradas en un solo lugar, como los yacimientos minerales y los subproductos de la industria petroquímica, aventajen cada vez más a aquellas materias primas que se encuentran dispersas, como la madera o la celulosa leñosa que, además, tienen la desventaja de no ser homogéneas, estar sujetas a las enfermedades, plagas e incendios y otras limitaciones imprevisibles, y a menudo incontrolables, del volumen y el plazo de producción.

Sin embargo, el bosque tiene la ventaja de ser una fuente de materia prima que se puede renovar, cambiar de lugar y acrecentar. El rápido aumento de la productividad agrícola, debido al perfeccionamiento tecnológico que ha habido en ese sector, ha hecho que, en algunos países, se dejen de cultivar grandes extensiones de terrenos que son apropiados para la plantación de bosques. De esta forma, se abren más posibilidades a los grandes cambios, en la ubicación de las industrias forestales y en la productividad de los bosques. Sin embargo, este mismo progreso agrícola ha contribuido al éxodo de los trabajadores rurales, mencionado anteriormente.

La «revolución verde», o sea, el perfeccionamiento de variedades de alto rendimiento, introducidas en gran escala en muchos lugares, debería permitir que por lo menos algunos de los países en desarrollo logren aumentar considerablemente su producción de alimentos, sin necesidad de enajenar nuevas superficies boscosas para destinarlas a la agricultura.

La agrotecnología aplicada a los bosques ha permitido abreviar los plazos de producción de la madera, aumentar la superficie plantada con mayor rapidez y controlar con mas eficacia las características de la madera y de la fibra, haciendo disminuir en esta forma las desventajas biológicas y la falta de homogeneidad de la materia prima. Sin embargo, la agrotecnología ha introducido y acrecentado paralelamente en el bosque los peligros que acarrea una perturbación intensa y repetida del medio.

Mirando hacia el porvenir, se puede vislumbrar la posibilidad de controlar con eficacia las condiciones meteorológicas, lo que contribuirá a aminorar las limitaciones de la madera como materia prima biológica.

Ejemplo de zona forestal acondicionada para el turismo. Las cataratas del Iguazú, en el Paraguay, son las más grandes del hemisferio occidental. Se encuentran en el río Paraná, en el lugar donde convergen las fronteras del Paraguay, el Brasil y la Argentina. Fotografía tomada desde el lado brasileño. lar con más eficacia las características de la madera y de la fibra, haciendo disminuir en esta forma las desventajas biológicas y la falta de homogeneidad de la materia prima. Sin embargo, la agrotecnología introducido y acrecentado paralelamente en el bosque los peligros que acarrea una perturbación intensa y repetida del medio. - FOTO: PEYTON JOHNSON

Mirando hacia el porvenir, se puede vislumbrar la posibilidad de controlar con eficacia las condiciones meteorológicas, lo que contribuirá a aminorar las limitaciones de la madera como materia prima biológica.

CAMBIO SOCIAL

Por último, hay acontecimientos de índole social, política y administrativa que, a su vez, están en estrecha relación con los demás cambios. Es así como los progresos que ha hecho la mecanización de las labores forestales han permitido contrarrestar las alzas de los costos de mano de obra en la mayoría de los países del mundo, pero, a voces, lo han hecho sacrificando las costumbres de la población y de aquellas personas que tradicionalmente dependían del trabajo forestal. Al mismo tiempo, las mayores aspiraciones sociales y materiales de los individuos, que acarrean los mayores ingresos y oportunidades, hacen que la gente sienta repugnancia por los trabajos relativamente pesados que implica la actividad forestal.

Hay otro cambio de actitud que se debe a que el público es más consciente de que los bosques y los terrenos que los rodean ofrecen un medio atrayente para el descanso y el recreo, lo cual contrasta con el concepto, que prevalecía en las primeras etapas de desarrollo, de que eran inhóspitos, obstaculizaban la colonización, albergaban a los enemigos, etc. En relación con esto, está la gran preocupación que hay actualmente por la calidad del medio que rodea al ser humano, especialmente por la preservación de los valores estéticos del bosque y de su función protectora, así como por las consecuencias que pueda tener la intensificación de la intervención del hombre. A éstas y otras causas se debe la tendencia a un mayor control de la utilización de la tierra por parte de las autoridades, que ponen limitaciones a los métodos de explotación de los bosques.

Hay consideraciones de carácter ambiental que probablemente tendrán un efecto de importancia sobre las condiciones en que deberá competir la madera, sus industrias y sus productos en el futuro. Por ejemplo, es seguro que aumentará la presión para que se aminore, y a la larga se elimine, la contaminación que producen industrias tales como la de la pasta y el papel. Los mayores costos pasarán a las pastas y productos del papel. Sin embargo, dicha presión se ejercerá por igual sobre la industria petroquímica y la de los plásticos.

Aumentará también la presión para impedir el tipo de contaminación y desechos industriales que se producen debido a la acumulación de envases usados. Los de papel, que se pueden reelaborar, destruir o triturar con mucha mayor facilidad y rapidez que los de material plástico, metal o vidrio, podrían encontrarse en una situación relativamente ventajosa en este caso en particular.

La preocupación predominante de la postguerra era el desarrollo social, mientras que la de la preguerra fue la estabilidad económica. Esto también ha repercutido en el sector forestal, como lo demuestra el aumento de la presión en pro de la reforma agraria en la América Latina. Virtualmente, en todos los países del mundo, se reconoce que la planificación constituye un elemento necesario para el mejoramiento económico y social, lo que significa en sí que el sector se está sometiendo cada vez más a prueba frente a los nuevos criterios, especialmente económicos.

Por último, el acceso a la independencia política, en el último cuarto de siglo, de una parte tan grande de la población del mundo, reviste fundamental importancia. Baste mencionar aquí la aspiración a la independencia económica a que ha dado origen. Muy a la vanguardia, se sitúa la determinación de liberarse de la función de abastecedores de materias primas y compradores de artículos elaborados. Este movimiento tiene, como es evidente, gran repercusión en el sector forestal.

Principales repercusiones de los cambios

Inevitablemente, lo dicho no agota el tema, pero basta para demostrar que las circunstancias en las cuales debe llevarse a cabo la explotación forestal han cambiado radicalmente desde la fundación de la FAO Y 10 seguirán haciendo en el futuro. En realidad, el único factor que se mantiene constante es el factor cambio. No es fácil precisar los límites de las consecuencias que puedan tener tantos y tan variados cambios, pero hay ciertos aspectos que saltan a la vista.

La sociedad necesitará mayores cantidades de madera de diferentes tipos; se elevarán los costos y escaseará cada vez más la mano de obra cuando se trate de abrir el camino hacia bosques remotos. Por el contrario, el perfeccionamiento tecnológico hará posible la utilización de un mayor número de especies, dimensiones y calidades, que se podrán obtener con toda facilidad y permitirán satisfacer una mayor demanda. El progreso agrotecnológico hará posible el logro de mayores rendimientos a más corto plazo y el mejoramiento de las características de la madera y de las fibras leñosas. En los países desarrollados, que es donde más aumentará la demanda de madera, quedará disponible una mayor superficie de terreno para hacer plantaciones. Cabe advertir, sin embargo, que, en las regiones tropicales y subtropicales, es donde se logra la productividad máxima y el costo mínimo de producción de madera y fibras leñosas.

En los países desarrollados, la mayor demanda de servicios y no de madera de los montes y de que se mejore el medio a través de los bosques, puede acarrear una disminución de la producción de madera en la superficie boscosa considerada en su conjunto. En efecto, en una parte cada vez mayor de la misma, se sacrificará deliberadamente la producción de madera en favor de una utilización polivalente, o bien se destinará en su totalidad a los fines de recreo, por ejemplo.

La médula del desafío lanzado a los planificadores de los servicios e industrias forestales, por lo tanto, consiste en que se espera de ellos que produzcan mucha más madera, sin una gran elevación de los costos y, paralelamente, tomen las medidas necesarias para satisfacer la demanda mayor y más diversificada de prestación de servicios y no de producción de madera de que está siendo objeto el bosque.

La respuesta al desafío

Las sucesivas reuniones de las comisiones forestales regionales de la FAO han puesto de manifiesto, en parte, el hecho de que los servicios forestales son conscientes de que el actual es un período de grandes cambios. En muchos países, se ha llegado a reconocer que la política forestal formulada anteriormente ha quedado a la zaga y se han comenzado a tomar las medidas destinadas a enmendarla. Los cambios de organización, a veces, parece que se han hecho al borde de la desesperación.

Por lo general, no bastan las enmiendas de la política forestal. Algunos de los cambios que se han producido últimamente han alterado la estructura misma en que se basan la política y los procedimientos forestales. Los principios fundamentales que, en gran medida, todavía sirven de base a la formulación de la mayoría de las políticas forestales y su ulterior enmienda, surgieron en un momento en que la madera era de vital importancia para la economía, porque no se contaba con sustitutos, en algunas de sus aplicaciones claves, en lugares del mundo donde las tasas de crecimiento eran bajas y los bosques sólo se podían regenerar, o volver a plantar, después de largos períodos de tiempo. De aquí nació la presión para reservar por ley, a perpetuidad, una parte del patrimonio forestal productivo del país. De manera análoga, el concepto de la continuidad de la producción surgió en un período en el cual se podía suponer, con toda confianza, que la demanda de productos forestales permanecería estable a perpetuidad, dada la escasez de terrenos de economía cerrada. En tercer lugar, surgieron en un momento en que la producción de madera constituía, a las claras, la función suprema del bosque.

Dichas circunstancias se han modificado en gran medida. Por otra parte, su importancia, en los países en desarrollo, se ve limitada en un aspecto de consideración. Los métodos forestales modernos surgieron en Europa cuando la agricultura ya había ocupado la mayor parte de los terrenos que ofrecían posibilidades. En otras palabras, dichos métodos dependían de una forma de utilización de la tierra relativamente estable que suponía destinar racionalmente ciertas áreas a la producción de madera. Lo dicho no se aplica a muchas de las regiones menos desarrolladas del mundo. La reserva por ley de superficies boscosas en los países respectivos suele tener lugar, si es que se da el caso, en un momento en que los bosques naturales todavía cubren gran parte de los terrenos que ofrecen posibilidades agrícolas de importancia. Cuando la superficie reservada a la producción de madera se determina, en gran parte, en virtud de lo que se ha dado en llamar un «accidente histórico», los esfuerzos de los servicios forestales se dirigen a la perpetuación y perfeccionamiento de la ordenación de los bosques en terrenos en los cuales se da la posibilidad, e incluso la necesidad, de destinarlos oportunamente a la agricultura. Como resultado, es probable que se descuide la producción de madera en terrenos cuya vocación es decididamente forestal.

Nada de lo dicho es nuevo y todo se ha puntualizado y documentado muchas veces. No obstante lo dicho, los servicios forestales, por lo general, se han mostrado, o reacios a aceptar sus consecuencias, o lentos en reaccionar. A menudo, los cambios, hechos exclusivamente con el fin de evitarse mayores molestias, han resultado ser demasiado modestos o tardíos.

Incluso cuando los cambios han tenido consecuencias directas en relación con las responsabilidades tradicionalmente principales de los ingenieros forestales, a saber, la producción de madera y fibras leñosas, se ha observado, con frecuencia, cierta demora en responder a los mismos. Es posible que, siendo la madera un bien de producción, los cambios que experimente la demanda de los artículos de consumo finales repercutan en el productor (o sea, en los servicios forestales, tratándose de bosques del Estado) solamente en forma indirecta o modificada. Al parecer, suele transcurrir demasiado tiempo antes de que se aprecie la magnitud y la índole de los cambios y su carácter permanente y de ninguna manera transitorio. Por tal motivo, la ordenación y la política forestales se adaptan con una tardanza aún mayor a los cambios de la demanda y a las posibilidades tecnológicas y económicas de producción.

Es precisamente en aquellas regiones del mundo en las cuales la sociedad impone al sector forestal cada vez mayores exigencias, que van más allá de la simple producción maderera, donde los servicios forestales, al parecer, se distinguen por la insuficiencia de sus reacciones. Conviene recordar aquí el aumento de la demanda de utilización de los bosques con fines de recreo que, en algunos lugares, ha adquirido mayor importancia que la producción misma de madera.

Se ha afirmado que hay que conciliar diferencias fundamentales de puntos de vista, cuando es preciso producir madera y ofrecer facilidades de recreo al mismo tiempo. El ingeniero forestal debe adaptarse psíquicamente y reconocer que el recreo constituye una forma respetable de utilización del bosque, tan importante como la producción de bienes materiales, tales como la madera, el agua y el forraje. También es preciso adaptarse mentalmente, se afirma, cuando se trata de un artículo de consumo, como es el recreo, que significa la atención directa del público, a diferencia de un artículo de producción, como la madera. Otra dificultad de adaptación se presenta cuando, con el tiempo, cambia la función, ya que la «producción» de recreo es prácticamente instantánea, de manera que el ingeniero forestal tiene que ajustarse a dos escalas de valores cronológicos diferentes cuando, además, debe ocuparse de la producción de madera, que supone largos períodos de tiempo.

Es posible que estos argumentos carezcan de base. Además, no hay que exagerar la magnitud del desequilibrio que se produce cuando se atribuye más importancia en los bosques y terrenos circundantes a la prestación de servicios recreativos que a la producción de madera, aguas y pastos. Sólo algunos países del mundo tienen actualmente la riqueza y el tiempo libre necesarios para utilizar las posibilidades de recreo de los bosques, especialmente la observación de la vida silvestre como aspecto del turismo. Hay muchas otras maneras de aprovechar el tiempo libre y el dinero de que se dispone. Posiblemente la utilización de los bosques con fines de recreo no continuará aumentando, necesariamente, con la misma rapidez que en la actualidad. Pero aunque así fuera, podría resolverse en gran parte el problema por medio de la ordenación polivalente de los bosques. Sin embargo no hay que pasar por alto el hecho de que los servicios forestales, para lograr producir madera. y ofrecer al mismo tiempo facilidades de recreo y otros servicios, de acuerdo con la demanda, deberán contar con personal calificado de diversos tipos, medios de formación herramientas y criterios y procedimientos administrativos, que no son precisamente los que se emplean en la producción de madera.

Necesidad de perfeccionar los métodos y procedimientos administrativos en el sector forestal

Lo primero que se precisa es modernizar la organización forestal, de manera que aumente su capacidad de captación de las tendencias, en cuanto a la importancia social de los productos y servicios que ofrece, y logre adaptar su política y sus métodos antes de que se produzcan los cambios. El sector necesita administradores y técnicos especializados, que tengan suficiente flexibilidad y sean capaces de prever y evaluar la magnitud y orientación de los cambios sociales y económicos, planificar las reformas necesarias de los actuales métodos de ordenación y tomar las medidas pertinentes, para que la transición se produzca sin tropiezos y oportunamente. La manera más racional de contar con los nuevos conocimientos especializados consiste en contratar profesionales de la administración y la gestión calificados, para que trabajen en el servicio forestal. Esto se está haciendo cada vez más. Sin embargo, incluso en este caso, probablemente sólo se podrá responder como es debido, si los ingenieros forestales son capaces de hacer estudios de perfeccionamiento y de interesarse en los mismos para anticiparse a los cambios que se producen en el medio en que tienen que ejercer la profesión y si los programas y los métodos de la enseñanza forestal se actualizan sistemáticamente. La actual insistencia de muchos países en las ciencias físicas y biológicas, como elementos fundamentales de la enseñanza forestal, al parecer, no se ajusta a las necesidades.

Para poder analizar, en cada país, la importancia relativa actual y, probablemente, futura de todas las posibilidades de producción, habrá que perfeccionar nuevos métodos de evaluación económica de las ventajas que ofrecen las funciones protectora y social del bosque y sus valores culturales y estéticos, así como para la previsión de la demanda de dichos «productos» en el futuro. Esto se ha dicho en muchas oportunidades. Por otra parte, adquirirá mayor importancia la capacidad de prever los cambios, tanto cualitativos como cuantitativos, que experimente la demanda de madera. Lo dicho pone de relieve la importancia de mejorar la estructura de los datos estadísticos y económicos del sector y de hacer un análisis más profundo de las relaciones e interpelaciones que hacen cambiar la demanda.

Las previsiones mejoradas ofrecerán, a los que se ocupan de la ordenación de los bosques, posibilidades mucho mayores de responder, como es debido, a los cambios, pero dichas previsiones no serán jamás perfectas. Por tal motivo, hay que prestar cada vez mayor atención al mantenimiento de la flexibilidad, en lo que se refiere a la orientación de la ordenación, para poder responder a cambios imprevistos. Por ejemplo, dentro de lo factible económicamente, tendrán preferencia aquellas alternativas que dejen el máximo de libertad para cambiar de objetivo, en lo que se refiere a la utilización de la tierra y de los bosques en un plazo relativamente corto. En esta forma, aumentará la importancia y el valor de las especies de crecimiento rápido, que ofrecen la posibilidad de cambiar los fines de la utilización de la tierra, sin tener que hacer grandes sacrificios económicos.

Los que se ocupan de la ordenación pueden verse en la necesidad de amortiguar aún más la repercusión de los cambios, por medio de la concentración de los bosques madereros en aquellos lugares donde se llegue a la conclusión de que la demanda de los demás «productos»forestales será menos intensa y crítica.

Cuando la mayor demanda de productos madereros tenga que satisfacerse a base de una menor superficie boscosa, aumentará la necesidad de elevar la productividad y la eficacia en relación con los costos. Como la mayor parte del costo de la madera industrial puesta en fábrica casi en todas partes grava los gastos de corta, arrastre y transporte, hay que esforzarse por reducirlos precisamente en esta etapa del proceso de producción, modificando sobre todo las intervenciones silvícolas. Cuando se habla de medios, no sólo se hace referencia a un aumento y perfeccionamiento de la mecanización y la automatización, sino también a la contratación de personal más calificado, la formación de cooperativas, etc.

Cabe observar que la disminución del costo de la madera no se debe lograr a costa del bienestar y la salud del personal.

No será fácil materializar todo lo dicho. Hay muchos puntos incompatibles entre sí y muchos que implican un cambio radical de criterios y métodos asentados en la tradición. No obstante, los bosques cambiarán, quiéranlo o no las reparticiones públicas de que dependen. Por tal motivo, lo mejor será que adopten una actitud constructiva. El principal obstáculo con que tropezaran serán la miopía y la inercia de la maquinaria administrativa. A veces, la única manera de salvar dichos obstáculos consiste en crear nuevas instituciones y dejar que las antiguas decaigan hasta desaparecer. Esto es algo que ya está aconteciendo en el terreno forestal. Se está llegando a nuevos acuerdos con los organismos, para que se ocupen de asuntos tales como la ingeniería forestal ambiental.

Una cosa es reconocer que los cambios son necesarios y otra efectuarlos. La maquinaria administrativa es tan diferente de un país a otro que resulta difícil recomendar un método de carácter general. Al parecer, una de las primeras cosas que convendría hacer consistiría en lanzar una campaña de relaciones públicas, llena de imaginación y pujanza, con el fin de inculcar a las autoridades y al público en general que:

a) los bosques tienen valor y ofrecen ventajas;

b) el gobierno debe tomar medidas para preservar y acrecentar dichos valores y ventajas, y

c) los individuos que penetren en el bosque, o se acerquen al mismo, deben observar una conducta apropiada. Posiblemente, a este respecto, las asociaciones de ingenieros forestales podrían desempeñar un papel mucho más activo que hasta el presente.

Lo dicho, sin embargo, constituiría solamente una maniobra dilatoria, destinada a hacer posible la planificación y realización de la reforma, en cuanto a la política, los procedimientos y la enseñanza forestales. A cada país le corresponde decidir la manera de lograr este objetivo, recurriendo a los medios de reorganización administrativa y reforma de las leyes vigentes. Es posible formarse una idea de los resultados que se podrían lograr estudiando la experiencia de otros países.


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