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El sector forestal en la sociedad moderna

R.G. FONTAINE

Opinión personal del forestal que durante mas tiempo prestó sus servicios en la FAO

Haber participado en 1946 a la creación de la Dirección de Montes de la FAO, al lado de su primer Director, Marcel Leloup; haber sido testigo de las grandes transformaciones políticas y económicas, sociales y científicas del período que siguió, de más de 20 años; y el haber sido llamado en 1970 a dirigir la Dirección de Recursos Forestales del nuevo Departamento de Montes, plantea una serie de interrogantes. Hay que esforzarse en preguntarse, de nuevo, cuáles son la naturaleza y dimensiones del sector forestal, cuáles deben ser los objetivos y estructuras de los servicios que lo administran, la naturaleza y los métodos de investigación, el contenido y los métodos de educación forestal y, finalmente, qué es lo que, después de todo, es la profesión forestal.

Pero la FAO y, más todavía, los servicios forestales nacionales, que están más directamente en contacto con las realidades prácticas, han tenido que hacer frente a transformaciones brutales y profundas que caracterizan el paso de una época relativamente estable a una época de explosión demográfica, de revolución científica y tecnológica y de aspiraciones sociales. ¿Cómo pueden la silvicultura y los servicios forestales hacer los cálculos para proporcionar los bienes y los servicios que actualmente se demandan?

Modificaciones en los servicios forestales

Los países reaccionan de manera diferente a estas transformaciones. Asistimos a la transformación de los servicios forestales nacionales en ministerios de montes, o de recursos naturales, cuando no a su absorción por otros servicios que son responsables de la utilización general de las tierras. En ciertos países, como resultado del establecimiento de nuevas provincias o regiones, los bosques nacionales dentro de su demarcación vuelven, en su totalidad o en parte, a las autoridades locales. Algunos países agrupan los bosques públicos productivos y confían la gestión de éstos a una entidad de carácter industrial o comercial, mientras que las funciones del servicio público para los bosques en general siguen encomendándose a otro servicio. En algunos países, los servicios forestales aumentan sus responsabilidades en materia de caza, pesca continental, parques nacionales y espacios naturales, mientras que en otras partes los servicios pierden Estas atribuciones, que pasan a otros servicios dependientes de otros ministerios. Las industrias forestales se agrupan a veces con los servicios de montes; en otros países tales industrias dependen de ministerios o de servicios autónomos. Por último, los servicios forestales, que formaban entidades bien definidas en determinado sector de un ministerio, se fragmentan a veces en varios servicios que forman parte de una organización funcional.

Estas modificaciones de los servicios forestales han sido acompañadas de modificaciones en la investigación y la enseñanza. En muchos países, la investigación está ahora adscrita a centros nacionales, mientras que la enseñanza forestal se integra en conjuntos más vastos y multidisciplinarios.

Evolución de 1945 a 1970

Si se estudia la historia de los servicios forestales y de la silvicultura en general, se ve que han pasado por tres fases que corresponden al reconocimiento de tres funciones fundamentales del sector de montes; la económica, la física y ecológica y la social. Así, el sector forestal sirvió en sus orígenes para proveer de productos madereros a las poblaciones y las industrias, y contribuyó especialmente a la construcción de las ilotas de las grandes potencias marítimas de aquel tiempo. Posteriormente, en el siglo XIX, SU función en el medio queda bien reconocida, pues datan de fines del siglo XIX y comienzos del XX las principales leyes que reconocen el papel del bosque en la conservación de los suelos y de las aguas. La función social de la silvicultura en lo que se refiere al recreo y la utilización del tiempo libre se puso de manifiesto más recientemente, o sea en los años 30. La segunda guerra mundial interrumpió esa evolución histórica, pero después recobró impulso y superó en intensidad todas las fases anteriores, fenómeno natural bien conocido de los biólogos.

La silvicultura tuvo al principio que atender las necesidades de la reconstrucción y rehabilitación, y, a este punto, el Tercer Congreso Forestal Mundial celebrado en Helsinki en 1949, confirmó de nuevo que el papel principal de la silvicultura era el proporcionar materia prima a la industria; como consecuencia, surgió un amplio debate sobre el tema «calidad o cantidad» (véase Unasylva, Vol. 4, N° 2, 1950). En el año 1954, en Dehra Dan, el Cuarto Congreso Forestal Mundial hizo hincapié en la función de la silvicultura para la protección de los suelos y las aguas; pero hasta el Quinto Congreso Forestal Mundial, celebrado en Seattle en 1960, no quedó afirmada la importancia social de la silvicultura, es decir, se reconoció oficialmente que hay que tener en cuenta las necesidades en lo que se refiere al recreo y la utilización del tiempo libre.

En 1957, antes de dejar su cargo de Director de Montes, Marcel Leloup resumió en una edición de Unasylva 10 años de actividades forestales en la FAO, e hizo observar que la Dirección había concentrado su labor en cuatro objetivos técnicos. Estos objetivos eran: aumentar el rendimiento de los bosques actualmente utilizados, reducir los desperdicios, abrir selvas vírgenes y plantar nuevos bosques. Formulaba después un programa de acción de 15 puntos, que correspondía a las 15 líneas de acción de la Dirección. Puso de relieve que la acción de la FAO se había basado en dos ideas importantes: la mejora del rendimiento de los recursos renovables de la tierra (lo que comprendía, tanto la ordenación racional de las tierras, como las técnicas de mejora) y el concepto de que la silvicultura estaba asociada a un complejo de fenómenos físicos, económicos y sociales. Presentaba, pues, como base de su acción la integración necesaria de la ordenación de montes, con la utilización, por un lado, de las otras tierras que la rodean y, por otra parte, las industrias que alimenta.

Seguimos estando enteramente de acuerdo con estas orientaciones generales, pero la evolución registrada desde entonces obliga a precisar este orden de prioridades y a examinar con mayor detalle ciertas cuestiones.

DESARROLLO INTERNACIONAL

En el sistema de los organismos de las Naciones Unidas, en general, y en la FAO en particular, la evolución se ha caracterizado por los siguientes acontecimientos. En un primer período que va de 1946 a 1958, se organizó la vida internacional y se crearon las correspondientes estructuras. En el curso de ese período, la Dirección de Montes creó las oficinas regionales de montes y organizó conferencias regionales que culminaron en la constitución de conferencias regionales de montes, que comenzaron en Europa, en Checoslovaquia, y que condujeron posteriormente a la creación de las Comisiones Forestales Regionales de la FAO Estas comisiones debían, según su mandato original, asesorar a los países en la formulación de su política forestal y coordinar la aplicación de la misma a escala regional; debían asimismo facilitar el intercambio de información y dar asesoramiento sobre todas las medidas que convenía adoptar a propósito de los problemas técnicos y económicos, y, por último, debían formular recomendaciones apropiadas a la FAO y a los gobiernos de la región.

En el curso de ese período se crearon también las grandes comisiones técnicas, como la Comisión Internacional del Alamo y ciertos comités consultivos, entre los que cabe citar el de educación. Fue también en el curso de ese período cuando se establecieron estrechas relaciones de trabajo con las Comisiones Económicas Regionales de las que ofrece el ejemplo más notable la División Mixta FAO/CEPE de la Madera, de Ginebra.

Quienes asistieron a las reuniones de esos organismos en aquella época recordarán el entusiasmo que compartieron con las delegaciones y la convicción de que los organismos mencionados tenían un papel real que desempeñar en la reanudación de los contratos entre los forestales de los diferentes países después de la segunda guerra mundial y en la definición de políticas forestales coherentes.

Al alcanzar muchos países la independencia y adherirse éstos a los organismos especializados de las Naciones Unidas y especialmente a la FAO, las cuestiones de ayuda financiera y técnica recibieron una atención muy particular, sobre todo después de 1960. Al Programa Ampliado de Asistencia Técnica siguió luego el Fondo Especial de las Naciones Unidas para el Desarrollo Económico, que formaron después el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Programas conjuntos se concretaron con el Banco Mundial y otros bancos internacionales y con industrias. Paralelamente a estos programas se organizaron la Campaña Mundial contra el Hambre, destinada a actuar sobre la opinión pública, y el Programa Mundial de Alimentos, Naciones Unidas/FAO, cuya finalidad es asociar al desarrollo los excedentes alimentarios. En todos estos programas la silvicultura desempeñó un papel importante y su programa de operaciones dentro de la FAO, constituyó el segundo bloque de proyectos más importante en toda la FAO. El crecimiento de los programas de ayuda de la FAO, se apreció durante la última Conferencia de la FAO, celebrada en 1969, en que se declaró que por 1 dólar que se gastaba en la sede se gastaban 10 sobre el terreno.

Esta ampliación de las actividades internacionales de la ayuda ha planteado numerosos problemas, de los que se ha discutido frecuentemente, y que se han analizado finalmente en los informes «Jackson» y «Pearson», el primero de los cuales, destinado al PNUD, trata de la capacidad de las Naciones Unidas y sus organismos especializados para resolver los problemas del desarrollo en el futuro y el segundo, destinado al Banco Mundial, de las inversiones necesarias para el desarrollo, de su proveniencia y cómo serán absorbidas. Finalmente, el Segundo Congreso Mundial de la Alimentación, celebrado en La Haya en 1970, en el que se ha encarecido la importancia del empleo y de los problemas sociales, marca quizá un hito en la historia de la FAO. Como quiera que ello sea, es evidente que la FAO y SU Departamento de Montes abordan un tercer período cuyos objetivos, orden de prioridades y medios de ejecución conviene de nuevo vigilar. Este período coincide con el Segundo Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Situación y tendencias en 1970

Un análisis de los principales problemas a partir de 1970, del papel que la silvicultura puede desempeñar para aportar soluciones a esos problemas, y de las circunstancias favorables o desfavorables al desarrollo forestal, permitirá definir mejor los objetivos y estructuras de todo organismo responsable del sector forestal.

Al parecer, los principales problemas a cuya solución puede contribuir la silvicultura son los siguientes:

· el crecimiento económico y social
· el desarrollo rural y el empleo
· el medio ambiente y la contaminación
· el tiempo libre y el recreo.

CRECIMIENTO ECONÓMICO Y SOCIAL

El crecimiento económico y social ha venido a constituir una preocupación constante de los gobiernos que han de hacer frente a la expansión demográfica y a la necesaria elevación del nivel de vida. Sin entrar en una discusión sobre las diferencias existentes entre crecimiento y desarrollo, es preciso reconocer que el crecimiento económico y social en el sentido lato sigue siendo una necesidad en la mayor parte de los países y que todos los planes de desarrollo se imponen justa mente como objetivo lograr tasas de crecimiento del 4 al 8 por ciento. Se impone, pues, destacar el papel que la silvicultura y las industrias forestales pueden desempeñar en el crecimiento económico y social en numerosas regiones y recordar el pesado tributo que la silvicultura ha pagado ya al desarrollo económico en ciertas regiones y especialmente en la mediterránea, en una época en que sus productos, como el corcho, el carbón de encina y la resina eran objeto de una fuerte demanda.

Bien ha descrito Jack Westoby el sector forestal en su estudio sobre «Las industrias forestales en la superación del desarrollo económico insuficiente» (véase Unasylva, Vol. 16, N° 67, 1962).

Para facilitar el desarrollo de las industrias forestales, hay que garantizar el suministro, a precios razonables, de las materias primas en las cantidades y calidades de productos que se necesiten. Este abastecimiento continuo se garantizará por medio de planes de ordenación, fundados en inventarios periódicos y concebidos según fórmulas modernas y con arreglo a modelos en los que las funciones de producción de los bienes y servicios se adaptarán automáticamente a las necesidades y a los recursos disponibles; en otros términos, con un sistema regulador interno que pueda adaptarse a las nuevas condiciones a medida que se presenten. Estos planes de ordenación comprenderán no sólo la producción, sino la explotación y los transportes y permitirán, además, una integración más estrecha de la silvicultura con las industrias forestales. Por último, responderán a los objetivos fijados en el marco del plan nacional por conducto de los planes regionales.

EL DESARROLLO RURAL Y EL EMPLEO

Cualesquiera que sean las decisiones que se tomen en un próximo futuro en materia de regulación de la natalidad, tales decisiones no tendrán efecto hasta dentro de una o dos generaciones. La población seguirá, pues, creciendo y alcanzará la cifra de 6000 millones de habitantes hacia el año 2000. En estas condiciones, la industrialización será, por falta de créditos, insuficiente para asegurar el empleo, de modo que quizá resulte útil mantener provisionalmente cierto porcentaje de la población en el ámbito rural. Las zonas rurales deberán reorganizarse teniendo cuenta, por un lado, la racionalización de las empresas agrícolas, pero emprendiendo también, por otra parte, trabajos de infraestructura que requieren pocos capitales, pero mucha mano de obra. Estos trabajos de infraestructura no solamente tienen por objeto ocupar mano de obra, sino también preparar las estructuras que permitan inversiones ulteriores, ya se trate de recreo, de conservación de suelos y de aguas, o incluso de producción alimentaria.

Los trabajos forestales, en el sentido más amplio de la expresión, pueden entonces desempeñar un importante papel en el desarrollo rural. Este desarrollo rural integrado propone una multitud de acciones complementarias en diversas esferas, así como los estímulos y medidas institucionales necesarias. Las inversiones propuestas deben tener en cuenta otras medidas esenciales para el desarrollo general del país. Los proyectos deben concentrarse en zonas suficientemente extensas para permitir una acción integrada y para conseguir una repercusión apreciable sobre el conjunto de la economía del país, pero lo suficientemente pequeñas para responder a las posibilidades reales en materia de técnicas y medios financieros. Pueden concretarse en forma de reservas forestales, delimitación de los montes y su ordenación; repoblación forestal con o sin reconstitución de los suelos; plantaciones frutales en terraza o banqueta; mejoras de pastizales; construcción de carreteras turísticas, etc. Conviene citar aquí, como ejemplo, los proyectos de desarrollo rural integrado de asistencia ejecutados en cierto número de países por el Programa Mundial de Alimentos, como se ilustra en otra parte de este número de Unasylva.

EL MEDIO AMBIENTE Y LA CONTAMINACIÓN

Tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo, se reconoce que la industrialización y la urbanización son causas de diversas formas de contaminación que afectan a la salud física y mental del hombre. Los problemas más frecuentemente señalados son la contaminación atmosférica por productos tóxicos; la contaminación de las aguas por los fertilizantes químicos, los plaguicidas y los desechos radiactivos; la contaminación de la tierra por los desechos industriales y las basuras caseras, así como aumento de los ruidos, especialmente por el incremento de la circulación y el tráfico aéreo. Los problemas del medio y de los deterioros han sido perfectamente descritos por el Secretario General de las Naciones Unidas en su último informe al Consejo Económico y Social que serviría de base a la discusión sobre la Conferencia relativa al Medio Ambiente y los Problemas Humanos, que se celebrará en Estocolmo en 1972.

Estos problemas son ya ampliamente conocidos, pero lo que no se ha destacado bastante hasta ahora es el papel que la silvicultura puede desempeñar para combatir esa forma de contaminación, ya se trate de mejorar el balance térmico, de disminuir la tasa de CO2 en la atmósfera, de tomar medidas sobre la regularización del régimen de aguas y su pureza, de atenuar los ruidos, de mejorar el paisaje o de asegurar, en general, la estabilidad del medio. No hay que olvidar tampoco el papel de las barreras de árboles cortavientos en la protección del habitat humano y de los cultivos y contra la arena en las zonas semidesérticas.

Quedan por hacer numerosas investigaciones para precisar la función de la silvicultura, pero parece ya evidente que, si se pudiera dividir el espacio en compartimentos estancos por ecosistemas forestales estables, no sólo se garantizaría la estabilidad del medio, sino que sería posible asimismo constituir reservas de materias primas, así como los espacios para el recreo, a condición de que se proceda a un sistema de ordenación que respete las leyes fundamentales de la biología. Tal dispositivo aseguraría también la conservación de habitat convenientes para la fauna.

TIEMPO LIBRE Y RECREO

Las necesidades futuras en materia de recreo van en grandísimo aumento y hay que ser muy prudentes al hacer estimaciones acerca de un fenómeno nuevo. Los bosques, la montaña y las orillas del mar constituyen zonas privilegiadas para el recreo. Los bosques públicos han desempeñado siempre, sobre todo en las proximidades de las grandes ciudades, una función importante para el recreo y muchos de ellos se han ordenado ya en parte para ese fin. Los bosques constituyen también zonas donde la vida silvestre puede observarse fácilmente cerca de las aglomeraciones urbanas. Como las prácticas agrícolas son cada vez más racionales e intensivas y los habitat húmedos («wetlands») se transforman y resultan cada vez menos propicios a la vida silvestre, las zonas forestales adquieren una importancia cada día mayor en lo que se refiere a la protección y la ordenación de la fauna. Actualmente se están estudiando también los medios por los que podrían abrirse al público ciertos bosques particulares, a reserva de que se ofrezcan a los propietarios ciertas compensaciones.

El problema consiste ahora no sólo en estimar las necesidades futuras en materia de recreo, sino en evaluar las posibilidades de recreo que ofrecen diferentes formaciones forestales, teniendo en cuenta la necesidad de no deteriorar el medio y de no reducir los beneficios del bosque con excesivo aflujo de turistas. Una presión intensiva del recreo sobre los medios forestales plantea nuevos problemas y, sobre todo, cambios deplorables en los habitat. Finalmente, se plantea, por supuesto, la cuestión de la ordenación forestal con fines recreativos y de la dotación de los medios necesarios.

Opciones para el desarrollo forestal

Todas las consideraciones antes mencionadas, que forman parte del desarrollo forestal en el sentido más amplio, sólo podrán desarrollarse si concurren ciertas circunstancias. En los párrafos siguientes se examinan las condiciones que favorecen el desarrollo forestal o que pueden frenarlo.

CIENCIA Y TECNOLOGÍA

En el sector forestal, más que en los demás sectores, la observación y la tecnología han precedido a la experimentación y a la ciencia. En un artículo sobre la evolución científica de la silvicultura, publicado en 1951 el Profesor Guinier señalaba que estaba en curso una evolución científica de la silvicultura, pero que tal evolución estaba solamente en sus comienzos y debía acentuarse todavía. Esta evolución se acelera actualmente sobre todo gracias a los estudios realizados en la esfera de la biología. Se señalan notables progresos en materia de genética, fisiología, ecología y pedología.

Para desarrollar la producción rápidamente se recurrirá a ecosistemas jóvenes de alta productividad, representados por los bosques artificiales y que corresponden al primer estadio de la sucesión, utilizando con frecuencia tierras relativamente buenas abandonadas por la agricultura y manteniendo a ese fin el necesario enlace con las industrias usuarias. Tales ecosistemas podrán asimismo aumentar la biomasa y el número de ciertos animales importantes de caza.

Se utilizarán, en cambio los ecosistemas forestales naturales más variados, pero más estables, que correspondan al último estadio de la sucesión, cuando se trate de proteger el medio o de constituir bosques de recreo. Esto no excluye, sin embargo, la posibilidad de utilizar ecosistemas naturales particularmente privilegiados para obtener una producción de maderas de calidad, mientras que se puede perfectamente utilizar ecosistemas artificiales, como las plantaciones de álamos, para crear zonas de recreo a lo largo de las autopistas (véase Unasylva, Vol. 16, N° 67, 1962, La evolución de la dasonomía, H. Bereford-Peirse). La diferencia esencial entre un ecosistema natural y un ecosistema artificial reside en que este último integra al hombre al sistema, puesto que es su guardián, y en que a la memoria genética se añade la memoria semántica, que permite reunir, recuperar y tratar la información necesaria cuando sea menester.

Otros progresos técnicos y científicos permitirán adaptar mejor el bosque a las necesidades de la sociedad. Por ejemplo, las técnicas empresariales que permiten ordenaciones forestales más flexibles; la xilología, que permite utilizar mejor las especies llamadas secundarias; la mecanización y la ergonomía, que permiten movilizar los recursos en condiciones más satisfactorias en el plano económico y social; la bioclimatología y la hidrología forestal, que dan un conocimiento mejor de la influencia del árbol sobre los microclimas y la hidrología, y la utilización de isótopos radiactivos para las investigaciones forestales, etc.

Importa señalar, por último, que en nuestra época se ha producido una inversión de las relaciones entre la ciencia y la tecnología. En el pasado, la tecnología precedía generalmente a la ciencia, mientras que hoy los conocimientos científicos desembocan en tecnologías nuevas. Importa, pues, que los institutos de investigaciones forestales dediquen una parte importante de sus actividades a investigaciones fundamentales o de base para que surjan tecnologías nuevas. Así, por ejemplo, las técnicas de propagación vegetativa en los Estados Unidos surgieron después de los estudios efectuados sobre el desarrollo de cultivos tisulares y de meristemas apicales; los estudios fundamentales sobre la evapotranspiración han tenido aplicaciones prácticas en lo que se refiere a la constitución y utilización de cortinas de árboles, y, por último, los estudios detallados sobre las condiciones atmosféricas favorables a los incendios permiten organizar mejor la lucha contra los incendios de bosques.

Interesa mucho atribuir hoy más importancia a la experimentación que a la simple observación, dado el valor de los bosques artificiales. Sólo interviniendo en los medios y actuando sobre algunos de sus elementos se provocan ciertas reacciones más fáciles de identificar y medir debidamente. Una explicación no puede darse por válida mientras no esté respaldada por la experiencia, y un fenómeno sólo se comprende y analiza verdaderamente si se puede traducir por magnitudes y análisis matemáticos. Esto no debe hacer olvidar, sin embargo, el inmenso laboratorio que constituye el bosque natural y el enlace que es necesario mantener con los servicios forestales locales para desarrollar las observaciones y experiencias en gran escala.

Finalmente, es muy importante en la actualidad situar numerosas investigaciones en el marco de operaciones reales de desarrollo, tanto para orientar estas investigaciones con arreglo a las necesidades reales, como para controlar las operaciones de desarrollo. Esto, por otra parte, permitirá transmitir más fácilmente de los investigadores a los responsables de la explotación los resultados de las investigaciones. A este propósito conviene señalar el interés del protocolo experimental para los bosques tropicales presentado por el Centre technique forestier tropical, en Francia, y aprobado por el Comité de la FAO de Desarrollo Forestal en los Trópicos.

La investigación de los tos del bosque artificial (Pinus patula) sobre el caudal de agua que afluye desde los terrenos marginales constituye la razón de ser de la Estación Experimental Hidrológica de Cathedral Peak, Natal, Sudáfrica. - FOTO: U.W. NÄNNI

EL MARCO INSTITUCIONAL

El desarrollo forestal puede ser facilitado por buenas instituciones. A título de ejemplo, se pueden citar todas las medidas que facilitan la agrupación de propiedades forestales aisladas en cooperativas, con facilidades de crédito y comercialización. En los países desarrollados los problemas económicos reciben mayor atención que los institucionales, pero en los países en vías de desarrollo, en que no se obtienen con facilidad créditos a bajo interés, hay que tratar de promover el desarrollo forestal por medio de estructuras apropiadas. Por otra parte, en los países en vías de desarrollo, las prácticas de utilización de las tierras están con frecuencia vinculadas a modos de vida que, a su vez, se traducen en fuertes instituciones y sólo es posible facilitar el desarrollo forestal estudiando esas instituciones y proponiendo nuevas instituciones más acordes con el desarrollo. Los ejemplos más frecuentemente citados, pero por desgracia siempre pertinentes, son los de la agricultura migratoria y de los derechos de utilización. Es generalmente inútil donde existe una fuerte presión demográfica querer explotar un bosque si las autoridades no están en condiciones de prohibir la agricultura migratoria o de vigilar y ordenar los derechos de pastoreo dentro del bosque.

A este propósito conviene señalar una vez más el interés y la necesidad de disponer de organismos bien integrados en las estructuras del país para mantener por las vías más apropiadas, de manera indicativa u obligatoria, que las diversas formas de utilización de la tierra son compatibles entre sí.

LA FORMACIÓN Y LAS RELACIONES PUBLICAS

La educación y la formación son los factores más importantes para la movilización de los recursos humanos. No se trata aquí de estudiar con detalle la cuestión, pero conviene señalar que la transformación de la enseñanza tradicional es muy de desear, en general, si se quiere dar al alumno una visión del mundo que le permita situar sus actividades en el conjunto de las demás actividades humanas y resolver, a la vez, el problema planteado por la necesidad de formar tanto «generalistas» como especialistas.

La cuestión de las relaciones públicas necesita más atención. Mientras en los países en desarrollo, el principal agente del desarrollo forestal sigue siendo el gobierno, en los países desarrollados la opinión pública desempeña un papel cada vez más importante y ninguna política resulta aplicable si no recibe el apoyo de un vasto sector de la opinión pública. Conviene, pues, tomar las decisiones en consulta con los grupos representativos de esa opinión pública que sea posible identificar. Se deberá, por consiguiente, informar al público por los medios apropiados, a fin de hacerle partícipe, primero en la decisión tomada, y luego en la ejecución de esa decisión.

Esta información al público debe, sin embargo, proporcionarse en diferentes niveles. Conviene, primero, informar a la profesión forestal en su conjunto. Una forma de hacerlo es mediante cursos de perfeccionamiento organizados por facultades y escuelas forestales, pero esto suscita la entera cuestión de una formación continua, que es un problema intrínseco. Para los servicios forestales se plantea, pues, el problema de utilizar ahora las técnicas de relaciones públicas para seguir en contacto con la profesión, efectuar consultas sobre las grandes opciones y asociación del personal, con las decisiones a tomar a nivel gubernamental. Este aspecto de las relaciones públicas en el ámbito de los servicios forestales crecerá ciertamente en importancia con la creciente inclusión de estos servicios en la conservación y ordenación del medio.

El público en general, en el sentido más amplio, necesita entonces que se le interese de los problemas y las soluciones propuestas a través de los medios de comunicación masas. Probablemente una de las maneras más eficaces de suscitar el interés de la población en los bosques consista en permitir la entrada en ellos de visitantes. Ello no excluye, naturalmente, que 106 bosques de alta productividad asociados a industrias deban ser protegidos contra un turismo de masas que podría acarrear una baja de la productividad.

Conclusiones

Dadas las necesidades de la conservación del medio, el deseable aumento de los niveles de consumo y la busca de una vida mejor, los bosques tienen en la sociedad moderna una función cada vez más importante que influye poderosamente en las actividades del sector forestal, las cuales están en vías de aumento y diversificación.

Así el bosque, que es y ha sido siempre uno de los elementos importantes del comercio internacional, desempeñará un papel todavía más importante en los próximos decenios en los países tropicales, donde no sólo la demanda interna crecerá rápidamente, sino que los productos forestales verán aumentar su parte en el comercio hacia los países desarrollados. La FAO estima, en efecto, que la demanda mundial de frondosas, expresada en madera rolliza, se elevará de 23 millones de m3 en 1962 a 50 millones de m3 en 1985.

Los bosques representan también, sobre todo en los países desarrollados, uno de los elementos más importantes de la infraestructura necesaria para la conservación del medio ambiente. Como el bosque constituye un lugar privilegiado para las actividades recreativas y la organización de éstas, cuya importancia aumenta en ciertos países a razón de un 10 por ciento anual, las necesidades subsiguientes formarán parte integrante, en escala cada vez mayor, de la ordenación forestal.

Teniendo en cuenta estos múltiples factores, es cada vez más indispensable que la gestión de la propiedad forestal, sea pública o privada, se confíe a personas que hayan recibido una formación multidisciplinaria, en la que estén igualmente representadas la ecología, la sociología y la economía. El enfoque integrado del desarrollo forestal impone la necesidad de revisar de nuevo la enseñanza forestal.

Sin embargo, un examen más detenido de ciertas cuestiones, se trate de una distribución equitativa de los recursos forestales, de la lucha contra la contaminación, o del desarrollo del turismo, demuestra que algunas veces sólo pueden concebirse y aplicarse soluciones en escala internacional, pues las agresiones contra los recursos, se trate de una explotación excesiva o de daños provocados por el hombre, tienen con frecuencia orígenes lejanos.

Esto sugiere, pues, el mantenimiento y refuerzo de un sistema forestal internacional, que sería no sólo un punto de reunión de representantes de los servicios nacionales para tratar de los problemas nacionales e internacionales y buscar en común soluciones válidas, sino que se encargaría asimismo de servir a los diferentes dispositivos intergubernamentales encargados de tomar decisiones y formular programas de acción.

La estructura de semejante sistema será decididamente abierta a fin de permitir el diálogo con todos 106 grupos responsables y competentes, gubernamentales y no gubernamentales, cuyas preocupaciones serán muy parecidas a las suyas. Dentro del marco de ese sistema se constituirán equipos de carácter tan multidisciplinario como sea posible para estudiar programas específicos que interesan en particular a la ordenación y la gestión de los bosques de producción, al apeo y los transportes, a la utilización múltiple de los bosques, al desarrollo industrial, etc. La planificación del desarrollo, la investigación y la enseñanza serán objeto de programas aparte. Se establecerán enlaces, de carácter institucional o no institucional, con los demás organismos de la familia de las Naciones Unidas y con las organizaciones no gubernamentales para el estudio de proyectos de interés común, al paso que se mantendrán contactos frecuentes con el público a fin de tenerle informado y de ayudarle a informarse a sí mismo.

En el plano nacional, los servicios responsables no podrán contentarse ya con administrar el sector forestal público e intervenir, llegado el caso, en los bosques privados, sino que deberán tomar conciencia de su responsabilidad a nivel nacional en lo que al medio ambiente se refiere. Hay que coordinar en este sector del medio ambiente las políticas forestales con las políticas nacionales en su conjunto. En el plano regional y local, esos servicios deberán coordinar las actividades de los demás departamentos en el sector que tienen a su cargo. Esto lleva a subrayar la importancia de la ordenación y la gestión del espacio rural, pues de nada sirve definir una política si no está respaldada sobre el terreno por técnicos competentes.

En conclusión, los sistemas forestales, sean nacionales o internacionales, tienen una doble responsabilidad de planificación y ejecución, responsabilidad que deben asumir si se quiere evitar que una sana política nacional para la conservación del medio no se traduzca sobre el terreno en todas las acciones necesarias, a pesar de una cuidadosa información del público, la buena voluntad de las administraciones centrales y la participación activa de los demás grupos interesados.


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