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Reseña bibliográfica - El fomento de la agricultura y la silvicultura en los trópicos

ES ÉSTE un libro insólito 1 y no precisamente por los temas que trata. El autor abarca una diversidad de aspectos y no es probable que lo que dice acerca de ellos sorprenda a los especialistas por su aspecto de novedad o de controversia. Phillips se excusa en el prefacio, en cierto modo, por ser breve y casi superficial. Sin embargo, en esto radica gran parte del valor del libro. Es una obra en extremo amena, y dada su brevedad podrán leerla incluso las personas más ocupadas. Los muchos aspectos tratados no se exponen por extenso, aunque hay diez o doce que podrían ser, o que ya han sido, el tema de un tratado completo. El aspecto sobre el que quizás se insiste algo más de la cuenta es la clasificación de estaciones.

1 PHILLIPS, JOHN - 1961. The development of agriculture and forestry in the tropics, 212 páginas, Faber and Faber, Londres.

Lo insólito y raro es la forma en que se desarrollan los temas: como un conjunto único, cosa que en realidad forman. Al hablar de la fauna o de la agricultura Phillips las refiere continuamente a la silvicultura, e incluso cuando se ocupa de los árboles y de los bosques procura en todo momento subrayar las íntimas asociaciones que deben tener dentro del régimen total de aprovechamiento de tierras. Probablemente Phillips no es un forestal profesional, pero lo que dice en este terreno es de incomparable sensatez, pudiéndose sospechar que sea igualmente competente al desarrollar otros temas. Acerca de la agricultura migratoria expone algunos conceptos que en parte contrarrestan la opinión con frecuencia sostenida de que todas estas prácticas son malas. Dice el autor: «Ya se ha hablado suficientemente del delicado equilibrio entre una agricultura migratoria bien organizada y la conservación de los suelos del monte y de la sabana arbolada para indicar los peligros inherentes a su pretendida y entusiasta sustitución por una agricultura sedentaria. Pero será preciso conocer mucho más acerca de la agricultura y de la conservación de tierras permanentemente colonizadas antes de que pueda propugnarse un cambio global. Lo que hoy es un desequilibrio temporal, pero que muy pronto podría llegar a un nuevo equilibrio entre el hombre y el suelo, podría convertirse rápidamente en un grave desequilibrio permanente: la degradación de los suelos y el consiguiente empobrecimiento de los cultivos y de quienes se ocupan en producirlos».

Esperamos que en alguna ocasión Phillips encuentre la inspiración para tratar este amplío y complicado tema con mayo; detalle. Asimismo, su enfoque del enorme problema de la ordenación de cuencas hidrográficas es eminentemente práctico: «Si bien resulta manifiestamente esencial para un auténtico progreso en la corrección de inundaciones y combate contra la consiguiente erosión o, devastación, la protección de cuencas hidrográficas ya sean grandes, medias y pequeñas, no ha recibido hasta hoy la atención que exige. Aunque es indiscutiblemente costosa en las grandes zonas de captación de aguas, no siendo barata ni siquiera en las de volumen mediano, la protección de las pequeñas cuencas hidrográficas cae dentro de las posibilidades de casi todos los gobiernos siempre que consigan la cooperación moral y práctica de las comunidades rurales locales. Hasta que pueda disponerse de fondos para la conservación de las cuencas hidrográficas grandes y medias, las pequeñas deberán recibir el tratamiento que exijan. Esto podría hacerse normalmente mediante la protección de la vegetación en los lugares de importancia estratégica contra la destrucción por obra de los agricultores, del fuego y del ganado; y recurriendo a la asignación de zonas residenciales, labrantías y pastorales, de manera que no amenacen las fuentes de aprovisionamiento de agua ni las pendientes escarpadas, con frecuencia fácilmente erosionables, o las líneas de desagüe. Por simples y limitadas que estas aportaciones hacia la protección de las pequeñas cuencas hidrográficas puedan parecer, los beneficios resultantes serían innegables. Si recibieran esta protección las innúmeras pequeñas cuencas hidrográficas de la América Latina, de Africa y de Asia, podría evitarse la desaparición en el mar de aguas y de tierras arrastradas por las inundaciones».

En un aspecto secundario Phillips no comete el error propio de muchos trabajos y publicaciones de dar por sentado que sus lectores discernirán cuándo la palabra «agricultura» significa «labranza» o cuándo comprende asimismo la «silvicultura». Cuando se refiere a «agricultura y silvicultura» no tiene inconveniente en utilizar esta simple y expresiva frase.

Sin embargo, quizá la importancia mayor de este libro radique en su realismo: la reiteración de que los hombres, las mujeres y los niños en sus respectivas comunidades o tribus, y con todas sus creencias religiosas o místicas y su apego no razonado a tradiciones y costumbres, constituyen el factor fundamental en el camino que conduce a la derrota del hambre y de la, necesidades. No son un algo externo a la naturaleza, sino que constituyen el recurso natural más importante de un país. Phillips refiere su propia experiencia en estos términos: «Trabajando con los agricultores y con otras personas que viven en contacto con la tierra y remitiéndome a la experiencia de los demás, veo con suficiente claridad que en último término el éxito de las actividades de conservación y rehabilitación de tierras y aguas, el aumento de la productividad agrícola de una comunidad y la adopción y mantenimiento con suficiente vigor de cualquier forma de proyecto en gran escala de producción agrícola ganadera o maderera, dependen de factores y circunstancias que van más allá de los puramente científicos, técnicos, administrativos o económicos. La comprensión de las tradiciones, aptitudes, debilidades, idiosincrasias, o como quieran llamarlo los psicólogos, de las diversas poblaciones, constituye el primer paso hacia la conquista de su buena voluntad y de su confianza, y asimismo de su energía corporal y de la fuerza que de ésta se deriva».

De nuevo, escribe: «Por sólida que sea la base del enfoque técnico de los aspectos tanto mecánico (o de ingeniería) como biológico (o agricultura y ganadería) en las circunstancias de cada caso no se alcanzará un pleno éxito a menos de que se gane de antemano la batalla psicológica. Debe despertarse el espíritu de las gentes. Hecho esto, todo lo demás es posible en límites razonables, pero sin esto las administraciones (con frecuencia nacionales) gastarán tiempo, energía, dinero y mucha paciencia tratando de hacer para las gentes lo que éstas deberían hacer para sí mismas».

Los científicos y técnicos europeos y norteamericanos pueden muy bien conocer la forma de duplicar o triplicar la producción agrícola en determinadas condiciones climáticas y edáficas, pero si para conseguir esto es preciso perturbar radicalmente la modalidad de vida de las gentes, es dudoso que la adopción obligatoria de estas nuevas técnicas pueda conseguir su objetivo real. La frase «un nivel de vida más alto» ¿significa lo mismo en Europa que en Africa? ¿Puede evaluarse en calorías?

En este libro encontrarán mucha inspiración quienes trabajan en los países subdesarrollados del mundo por estar basado, al menos en parte, en la propia experiencia personal de Phillips en misiones desarrollados por cuenta del Banco Internacional. «Ciertamente, a la asistencia técnica, al igual que al caballo proverbial, no se la debe mirar el diente, pero el oficial extranjero de asistencia técnica tendrá que aprender mucho de la naturaleza de la tarea con que se enfrenta antes de que pueda ejercer una apreciable influencia local.» Si pudiera hacerse obligatoria la lectura del mismo por los diversos expertos que trabajan en programas de asistencia bilaterales o multilaterales, cualquiera que sea su experiencia en tal tarea, mejoraría mucho la preparación de estos hombres y mujeres para el cumplimiento de su trabajo.

Phillips insiste a lo largo de su obra en la importancia de atender al equilibrio biótico. «Lo que quizá sea más inquietante es el hecho de que una elevada proporción de los consultores extranjeros, que deberían conducir a las poblaciones locales hacia niveles más altos de productividad agrícola, tienen un insuficiente conocimiento de la naturaleza vital del equilibrio biótico.»

No supone en ningún momento que este concepto detenga el progreso, pero previene contra el peligro de introducir regímenes nuevos y de gran alcance en la producción agrícola y de incurrir en la insidiosa suposición de que los regímenes existentes son por fuerza erróneos.

En los diversos programas de ayuda se adoptan y abandonan muchos y muy variados enfoques, pero muy pocos podrán negar que en los programas de trabajo agrícola y forestal en los trópicos (en realidad, en cualquier región) lo correcto es un enfoque ecológico, que es precisamente el tema de este libro y que el propio Phillips lo define así: «el estudio de las relaciones recíprocas entre organismos vivos (plantas, animales y el hombre) y su medio ambiente».

H. B. - P.

CELEBRACION EN 1963 DEL CONGRESO MUNDIAL DE LA ALIMENTACION

En junio de 1963 se celebrará en Wáshington D. G.; Estados Unidos, un Congreso Mundial de la Alimentación, para marcar el punto intermedió de la Campaña Mundial contra el Hambre. Dicho Congreso se verá precedido en febrero de 1963, en Ginebra, por una Conferencia de las Naciones - Unidas sobre la aplicación de la ciencia y la tecnología en pro de las zonas menos desarrolladas.


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