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LOS RECURSOS GENETICOS DE ARAUCARIA ARAUCANA EN CHILE

por

Thomas T. Veblen y Roberto Delmastro N.
Instituto de Silvicultura
Facultad de Ingeniería Forestal
Universidad Austral de Chile
Valdivia, Chile

1. Introducción

Es posible que Araucaria araucana (Mol.) Koch no aparezca en la lista de prioridades de conservación preparada por el Cuadro de Expertos de la FAO en Recursos Genéticos Forestales (FAO, 1974) debido, en parte, al desconocimiento del valor que tiene esta especie y del estado en que se encuentra en la actualidad. El presente informe tiene por objeto resumir la información que hay sobre los recursos genéticos de A. araucana en Chile a fin de que el Cuadro disponga de una base para evaluar la necesidad de conservación de la especie.

De las 10 especies de Araucaria, dos se encuentran en Sudamérica: A. angustifolia en el sur del Brasil y en el nordeste de Argentina y A. araucana en Chile y en Argentina (Pitcher, 1975). A. araucana es un árbol de grandes dimensiones que a veces alcanza 50 m de altura y 2 m de diámetro en el tronco. Las alturas y diámetros a la altura del pecho más frecuentes son 25 a 35 m y 1 a 1,5 m, respectivamente. La forma juvenil es muy distinta de la adulta. En la etapa juvenil tiene forma cónica y las ramas en verticilo (a lo largo de todo el tronco) son horizontales, salvo las de los extremos que se doblan hacia arriba. En el árbol adulto faltan las ramas inferiores, y la copa tiene mucha menos profundidad, lo que le da aspecto de paraguas. El tronco sumamente recto y cilíndrico y las ramas en verticilo le dan al árbol un aspecto majestuoso que lo ha hecho popular internacionalmente como planta ornamental. La corteza se asemeja a la concha de una tortuga y suele tener 10 y a veces hasta 18 cm de espesor (Montaldo, 1974), lo que hace aún más peculiar el aspecto de A. araucana. Véanse las descripciones taxonómicas de la especie en Dallimore y Jackson (1966) y en Muñoz Pizarro (1971).

2. Distribución y habitat

La actual distribución de A. araucana es sólo una pequeña parte de la que tenía cuando los europeos colonizaron Chile. Los dos centros principales de distribución en Chile (véase Mapa 1) son: (1) la cordillera de Nahuelbuta entre 37°20' y 38°40'S y (2) en la cordillera de los Andes entre 37°30' y 39°30'S (Montaldo, 1974; Schmithüsen, 1960). En el lado argentino de los Andes, A. araucana llega hasta los 40°03'S en la región del Lago Meliquina (Baeza y Llana, 1965; Schmithüsen, 1960).

A. araucana se encuentra en condiciones climáticas y edáficas muy variadas. Los escasos datos meteorológicos de que se dispone revelan que la precipitación media anual fluctúa entre 1 500 y 3 000 mm en el extremo norte del habitat (Montaldo, 1974) y aumenta mucho en algunos puntos más al sur, hasta alcanzar mucho más de 4 500 mm a aproximadamente 450 m en los 39°30'S (Burschel et al., 1970). A la altura a que se encuentra A. araucana, gran parte de la precipitación invernal se produce en forma de nieve. La falta de un régimen climático continental en la región Centro-Sur de Chile hace que las temperaturas medias mensuales sean relativamente benignas; según se informa, fluctúan entre -1° y 15°C en la zona de la A. araucana (Corfo, 1950). En cambio, las temperaturas diarias en los puntos más altos de la región Centro-Sur de la Cordillera de los Andes son muy inferiores a 0°, incluso en verano. A. araucana crece en suelos muy diversos. En la Cordillera de la Costa se encuentra en suelos derivados de rocas graníticas del paleozóico y del precambriano y en la de los Andes en substratos que van desde las rocas metamórficas y sedimentarias del jurásico hasta las volcánicas del cuaternario. Los suelos que se encuentran cubiertos por A. araucana se caracterizan por su acidez (pH 4,5 a 5,4) y tienden a ser de textura arenosa. A. araucana se encuentra tanto en suelos profundos bien desarrollados como en suelos incipientes con horizontes A de sólo 10 cm que descansan directamente sobre yacimientos de toba volcánica.

En la Cordillera de la Costa, A. araucana se encuentra principalmente entre los 1 000 y los 1 400 m, pero Montaldo (1974) informa que hay un bosque pequeño a 600 m y a una latitud de 38°38'S aproximadamente. En la Cordillera de la Costa, entre 1 100 y 1 250 m, A. araucana se encuentra mezclada con Nothofagus dombeyi y con matorrales de Desfontainea spinosa, Pseudopanax laetevirens, Myoschilos oblonga y Drimys winteri var. andina. Los bosques de A. araucana y N. dombeyi cubren todas las laderas, salvo las que miran al sur, en suelos arenosos bien drenados.

En Chile, en la cordillera de los Andes, A. araucana se encuentra desde los 600 m hasta el límite de la vegetación arbórea, pero Nielsen (1963) informa que hay árboles aislados hasta los 500 m. Esto parece indicar que el actual límite inferior se debe a la desforestación. En el extremo norte de su habitat llega hasta los 1 700 – 1 800 m y en el extremo sur hasta 1 500 – 1 600 m. Según la topografía y la orientación, o A. araucana o Nothofagus pumilio marcan el límite superior de la vegetación boscosa. Por ejemplo, en el volcán Quetrupillán (39°30'S) cerca del extremo sur de su habitat en Chile, a más de 1 200 m, se encuentran ejemplares aislados de A. araucana en el bosque de N. dombeyi, en cambio hay bosques puros o mezclados con N. pumilio entre los 1 300 y los 1 600 m. En las laderas que miran al sur hay bosques puros de N. pumilio; en los llanos, cumbres y laderas que no miran directamente al sur se encuentran principalmente bosques mixtos de A. araucana y N. pumilio. En algunas de las laderas y cumbres que miran al sur hay bosques puros de A. araucana. Los arbustos más comunes en los bosques de A. araucana y N. pumilio de la zona son Drimys winteri var. andina, Myoschilos oblonga, Berberis buxifolia y otras especies de Berberis.

En el extremo norte de su habitat (38°20'S aproximadamente) A. araucana comienza a aparecer a los 800 m, en un bosque mixto que se compone principalmente de N. dombeyi y N. obliqua y, con menor frecuencia, N. alpina (Nielsen, 1963). A más de 1 000 m, aparece mezclada con N. pumilio. Esta especie forma una capa intermedia alrededor de 10 m más abajo que A. araucana. Este bosque mixto se caracteriza por una capa arbustiva exuberante de Desfontainea spinosa, Berberis spp. y Chusquea coleu, que asciende hasta los 1 740 m en las laderas que miran al norte. Unos kilómetros más al sur, en las laderas del volcán Llaima, a 1 400 – 1 600 m, hay bosques de A. araucana mezclada con un número relativamente pequeño de ejemplares de N. pumilio y N. antarctica. El volcán hizo erupción en el siglo pasado de manera que los bosques de A. araucana forman manchas aisladas separadas por terrenos que están colonizando especies herbáceas (Montaldo, 1974).

En todo su habitat A. araucana se encuentra a gran altura y en suelos tan malos donde que son muy pocos los demás árboles chilenos que pueden crecer en ellos. Es posible que crezca en terrenos marginales porque a menor altura o en suelos mejores no logra competir. La ausencia de A. araucana en sitios mejores se puede explicar en parte porque se ha cortado en los sitios más bajos y accesibles hasta hacerlos desaparecer. El hecho de que A. araucana sólo crezca actualmente en los terrenos menos fértiles parece confirmar la teoría de que la distribución de A. araucana es relicta y de que actualmente se está reduciendo su habitat debido a procesos naturales. Auer (1951) y Kalela (1941) piensan que se ha producido una disminución gradual de la precipitación durante muchas decenas de años en el sur de la cordillera de los Andes lo que supuestamente ha hecho aumentar los matorrales de N. antarctica y la vegetación de tipo estepario, en desmedro de A. araucana, ya que los fósiles revelan que la especie tenía una distribución mucho mayor en el terciario (Schmithusen, 1960). No se puede considerar A. araucana como una reliquia en el sentido de que no pueda reproducirse en las actuales condiciones climáticas. Esto lo revela a las claras la presencia en los bosques de ejemplares de A. araucana de todas las edades a través de todo su habitat.

3. Estado actual de A. araucana

La madera blanco amarillenta de A. araucana es de calidad excelente, tiene gran resistencia mecánica y una vasta gama de aplicaciones diversas siempre que no esté expuesta a exceso de humedad (Nielsen, 1963). Desde la época de la colonia se ha usado, como madera de construcción y sobre todo en las minas, tanto que ha disminuido drásticamente la superficie cubierta de A. araucana (Elizalde, 1970; Montaldo, 1974). La corta se realiza sin tomar medidas para la reforestación y al parecer la regeneración natural es insuficiente para mantener la producción. Además de la corta de árboles, la regeneración se dificulta porque las semillas, que constituían un alimento básico de los mapuches ya en el período prehispánico, se siguen consumiendo todavía en grandes cantidades.

Además de las influencias humanas negativas A. araucana es atacada por diversas plagas bióticas. Cuando las semillas caen en marzo y abril, los choroyes, los roedores y el jabalí, introducido, la consumen en grandes cantidades. Esta depredación produce efectos muy negativos porque las semillas tienen muy poca viabilidad (Montaldo, 1974). Una vasta gama de insectos atacan a A. araucana pero por lo general sólo sufren lesiones graves los árboles muy viejos o débiles. Los efectos más dañinos los produce un hongo, Micronegeria fagi, que ataca a las hojas y pasa una parte de su ciclo vital en Nothofagus obliqua y N. alpina.

Probablemente en Chile sería difícil y caro hacer plantaciones de A. araucana a alturas donde crecería más rápido (menos de 600 m), debido al ataque de este hongo y los insectos, pero fuera del habitat de estas plagas puede ser factible hacer plantaciones de A. araucana. El crecimiento es muy lento en los terrenos malos donde se encuentra en estado natural, 1 cm de diámetro anual hasta los 20 años es el incremento observado en ejemplares que se encuentran en los sitios mejores (Tortorelli, 1956, en Nielsen, 1963). Como puede crecer en los suelos forestales más malos en Chile se ha recomendado la reforestación con A. araucana (Donoso, 1974). Conviene tenerla en consideración para la reforestación de otros ambientes montañosos erosionados.

Desde 1960 en Argentina está prohibida la corta de A. araucana. Los principales bosques que aún quedan se encuentran en la jurisdicción de parques nacionales (Erikson, 1975). En Chile todavía se permite cortar A. araucana, a condición de que las autoridades forestales aprueben un plan de manejo que incluya la regeneración (Chile, 1974), pero no se especifica qué medidas hay que tomar. Además, por falta de investigación sobre la ecología de la especie, se desconoce qué tratamientos conviene aplicar para lograr una regeneración rápida y segura. Una parte de la porción central del habitat de A. araucana se encuentra dentro de parques nacionales, pero no se puede considerar totalmente protegida la especie, debido a que a veces en los parques nacionales de Chile se procede a la corta y al pastoreo ilícitos. Quizá uno de los peligros más grandes para los recursos genéticos de A. araucana en Chile sea la demanda de terrenos de su habitat de montaña para actividades turísticas y recreativas.

4. Recomendaciones

Araucaria araucana al parecer no corre peligro inminente de extinción, pero el acervo genético se ha empobrecido y sigue empobreciéndose mucho. Fuera de Chile A. araucana se emplea profusamente como especie ornamental conservándose así parte del potencial genético de la especie pero, como se desconocen en general las proveniencias de estas plantaciones ornamentales, no se puede determinar qué proporción del potencial genético se ha conservado en dichas plantaciones.

Considerando la buena calidad de la madera y su potencial para la reforestación de terrenos forestales marginales, se recomienda tomar las siguientes medidas para lograr la conservación y el uso no destructivo de este recurso genético forestal.

  1. Proceder inmediatamente a hacer un reconocimiento de todo el habitat para evaluar los recursos de A. araucana y determinar el estado en que se encuentra. Hacer una apreciación de todos los peligros potenciales para la supervivencia de las poblaciones locales prestando especial atención a la posible influencia negativa de las actividades recreativas. En base a este reconocimiento, hacer una serie de recomendaciones a las autoridades encargadas de los parques nacionales y de las reservas forestales de Chile, para lograr su conservación in situ.

  2. En base a los resultados del reconocimiento, iniciar un programa de investigación ecológica básica, para obtener conocimientos científicos que son necesarios para la conservación y el manejo de A. araucana.

  3. Iniciar un programa de recolección de semillas en todo el habitat, para obtener materiales de conservación ex situ y para hacer ensayos de proveniencias en el futuro.

5. Bibliografía

1. Auer, V. 1951 Consideraciones científicas sobre la conservación de los Recursos Naturales de la Patagonia. Inst. Suelos y Agrotécnica, Pub. 20. Buenos Aires. 36 pp.

2. Baeza, V.M. & A.L.G. Llana. 1965 Las coníferas chilenas. Unpubl. ms. Valdivia, Chile. 24 pp.

3. Burschel, P., O. Martínez & B. Muller-Using. 1970 Fundamentos Ecológicos Básicos de Regeneración Natural para la Planificación del Aprovechamiento Sostenido de Bosques de Coigüe y Rauli. Mimeo. Universidad Austral de Chile, Valdivia. 85 pp.

4. Chile. 1974 Legislación Forestal. Corporación Nacional Forestal. Santiago. 68 pp.

5. CORFO. 1950 Geografía Económica de Chile. Vol. 1. Corporación de Fomento. Santiago. 428 pp.

6. Dallimore, W. & A. Jackson. 1966 A Handbook of Coniferae and Ginkgoaceae. London. 729 pp.

7. Donoso, C. 1974 Dendrología: árboles y arbustos chilenos. Univ. de Chile. Fac. de Ciencias Forestales. Manual No. 2. Santiago. 142 pp.

8. Elizalde, R. 1970 La Sobrevivencia de Chile. Santiago 492 pp.

9. Erikson, W. 1975 Disruptions in the Ecosystems of the Steppe and Forest Regions of Patagonia by Climate and Man. Applied Sciences 6: 127–142.

10. FAO 1974 Report of the Third Session of the FAO Panel of Experts on Forest Gene Resources. Rome. 90 pp.

11. Instituto Forestal. 1960 Clasificación Preliminar del Bosque Nativo de Chile. Informe Técnico No. 27. Santiago. 19 pp.

12. Kalela, E.K. 1941 Über die Holzarten und die durch die klimatischen Verhaltnisse verursachten Holzartenwechsel in den Wäldern Ostpatagoniens. Ann. Acad. Scient. Fenn. Ser. A 1 2. Helsinki.

13. Montaldo, P.R. 1974 La Bio-Ecología de Araucaria araucana (Mol.) Koch. Inst. Forestal Latino-Americano de Investigación y Capacitación. Bol. No. 46–48: 1–55. Mérida.

14. Muñoz Pizarro, C. 1971 Chile: plantas en extinción. Santiago. 248 pp.

15. Nielsen, U. 1963 Crecimiento y propiedades de la especie Araucaria araucana (Mol.) Koch. Unpubl. thesis, Univ. Austral de Chile. Valdivia. 77 pp.

16. Pitcher, J.A. 1975 Report on an FAO Project to Establish International Provenance Trials of Araucaria angustifolia (Bert.) O. Ktze. Forest Genetic Resources Information, No. 4: 59–64.

17. Schmithüsen, J. 1960 Die Nadelhozer in den waldgesellschaften der südlichen Anden. Vegetatio 10: 313–327.

18. Tortorelli, L.A. 1956 Maderas y bosques argentinos. Buenos Aires. 3 vols.

Mapa 1

Mapa 1. Habitat actual de Araucaria araucana (Según Montaldo, 1974 e Instituto Forestal, 1966)


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