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Aspectos ecológicos de las presas en el trópico

Charles R. Goldman

CHARLES R. GOLDMAN es Profesor de Limnología, División de Estudios Ambientales, Universidad de California, Davis, California.

Lo que el forestal tropical debería saber

Se ha investigado mucho sobre las consecuencias de las presas en el trópico. Sin embargo, a pesar de esta investigación, persiste una falta general de conocimientos acerca de los proyectos hidroeléctricos y de la biología acuática en el trópico.

Los estudios del autor y de Ecological Research Associates, realizados en la presa El Cajón, en el río Sala, Honduras (Goldman, 1972a) y en el proyecto del río Purari, Papua Nueva Guinea (Goldman et al., 1975) se utilizan a lo largo del presente artículo para ilustrar muchos de los principios que deberían observar por igual ecólogos, ingenieros y autoridades.

La experiencia sobre la sedimentación en embalse realizada anteriormente indica que ésta debe considerarse como muy importante tanto para la longevidad como para la ecología de la presa. Por tal motivo, todo proyecto de construcción de presas debería incluir un estudio serio y detallado de su longevidad bajo la influencia de la sedimentación.

El grado de control de la erosión en el área de drenaje de un proyecto de almacenamiento de agua puede alterar mucho la tasa de sedimentación. Además de aumentar la escorrentía superficial, la falta de follaje denso en la hoya hidrográfica que rodea el embalse proyectado y los ríos que lo alimentan agrava el efecto de la lluvia sobre el suelo, haciendo que se rompan los agregados de partículas, que las aguas que corren por la superficie acarreen partículas más finas y que se eleve la cantidad de material terroso arrastrado.

Como ciertas formas de madereo y cultivo de los países tropicales han aumentado mucho la escorrentía superficial, se recomienda la ordenación de la hoya hidrográfica prestando particular atención a la conservación del suelo y a la regeneración del bosque. La revegetación y la cesación de aquellas actividades humanas que favorecen la erosión pueden reducir la tasa de disminución de la capacidad del embalse a causa de la sedimentación, y el embalse se fertiliza con los materiales acarreados por las aguas que lo alimentan.

Las fuertes lluvias tropicales, las laderas escarpadas de los valles y el estado de los suelos y de la vegetación de las hoyas hidrográficas elevan la tasa de sedimentación. En el trópico, con frecuencia el agua está sumamente turbia durante la época de las lluvias.

La posibilidad de que se derrumben las laderas que rodean una presa también puede ser importante, como lo demostró la desastrosa inundación de Lungarone, en el norte de Italia, hace algunos años, la cual se debió a un gran deslizamiento de tierra hacia la presa. La desertificación en gran escala a causa del madereo provocó la muerte de miles de personas durante un huracán hace algunos años en Honduras. Pero un huracán anterior, a pesar de haber sido más fuerte, no había causado tanta destrucción, gracias a que la estructura de las raíces de los árboles del bosque se había mantenido intacta. Su destrucción ulterior fue la base del desastre provocado por el huracán.

A medida que una presa se va llenando de agua y después de llenarse, es posible establecer sistemas de muestreo que permiten hacer estimaciones relativamente exactas de la sedimentación. Para hacer estas estimaciones, hay que tomar muestras de materiales sedimentarios, durante todo el año en los cursos de agua principales, cerca del punto de entrada a la futura presa.

La determinación de la duración del embalse es indispensable para evaluar el verdadero potencial económico del proyecto y sus aspectos de utilidad múltiple. Por tal motivo, es necesario iniciar un programa detallado de toma de muestras antes de la construcción de la presa, a fin de prever de manera realista su duración probable.

La sedimentación en gran escala puede producir efectos pronunciados sobre la biota del embalse y su distribución. La turbidez causada por el sedimento en suspensión puede reducir significativamente la fotosíntesis en ríos y embalses. Esta reducción produce vastos efectos a niveles tróficos más altos en la cadena alimentaria.

EL RIÓ SULA, EL CAJÓN, HONDURAS - la agricultura nómada ha eliminado la capa arable, lo cual dificulta el control de las inundaciones

La microscopía electrónica exploratoria (SEM) ilustra espectacularmente la importancia de las partículas orgánicas e inorgánicas como sustrato de las bacterias acuáticas (Paerl y Goldman, 1972a). Las bacterias se adhieren a la superficie de las partículas y los cuerpos orgánicos e inorgánicos se adsorben a dichas superficies, de modo que, ofreciendo superficies a las que pueden adherirse, así como nutrición, los sedimentos son capaces de estimular el desarrollo de las bacterias acuáticas (Paerl y Goldman, 1972b). Además de ofrecer alimento a aquellas que se alimentan filtrando el agua, hay prueba suficiente de que las bacterias y la materia orgánica adsorbidas pueden proporcionar energía a peces que se nutren de fango.

Aunque el descenso del nivel, quedando al descubierto áreas de reproducción y producción de alimentos poco profundas, es probablemente la amenaza más grave del embalse del agua para los peces, la sedimentación puede destruir además las camas de desove potencial en la zona de litoral poco profunda del embalse. Entre otros aspectos de la acumulación de sedimentos figuran: (a) el hecho de que estos sedimentos quedan atrapados más allá de la cortina con la consiguiente pérdida de nutrientes para la agricultura en el curso inferior del río y para los peces de mar; (b) los cambios de las tasas de erosión de las playas de la costa, y (c) la reducción de los deltas que antes se volvían a cargar de sedimento gracias a las inundaciones anuales. Los embalses invariablemente modifican la forma en que se deposita el sedimento en el curso inferior de un río, y este aspecto de toda represa de agua en el trópico merece ser objeto de especial consideración en la etapa en que se efectúa la planificación.

La calidad del agua después del cierre de la cortina generalmente pasa por un periodo de transición con gran concentración de iones orgánicos e inorgánicos y bajo contenido de oxigeno. La duración del periodo de transición depende no sólo de la calidad del agua del río, sino también de la presencia de la vegetación terrestre residual sumergida, del perfil térmico del embalse, de la concentración de los nutrientes en el terreno sumergido y de la velocidad con que el agua que entra reemplaza a la que sale del embalse. Después de este período de transición viene una etapa que se caracteriza por una menor concentración de materiales minerales y orgánicos, si bien la concentración de los nutrientes se mantiene por encima de los niveles observados en los ríos. Esta disminución de la fertilidad del embalse puede ser muy desalentadora para la actividad pesquera desarrollada durante el periodo inicial de alta fertilidad.

La putrefacción de la vegetación terrestre sumergida desoxigena el embalse y deja en libertad en el agua compuestos orgánicos, cosas ambas que hacen descender el potencial oxidación-reducción (redox) del agua. Este menor potencial y la falta de oxigeno favorecen ciertas reacciones biológicas y, en particular, la reducción del sulfato a sulfuro por la bacteria Desulfovibrio (Hutchinson, 1957). Sumadas a los microbios que liberan el azufre de las proteínas como sulfuro, estas bacterias pueden causar el aumento de la concentración del sulfuro de hidrógeno del agua hasta un nivel tóxico para los peces y desagradable para uso humano. La escasa solubilidad de los productos de iones de sulfuro y metales pesados puede provocar una precipitación en gran escala de sulfuros metálicos, capaces de entorpecer el funcionamiento de las turbinas. Las partes móviles del generador de la turbina que se ponen en contacto con el agua del embalse pueden corroerse y no funcionar como es debido si están hechas con materiales capaces de formar sulfuros metálicos (por ejemplo, cobre). Conviene investigar sobre los sustitutos de estos materiales.

En materia de ordenación de hoyas hidrográficas, la historia contiene pruebas de que es necesario prever el tratamiento de aguas residuales. Cuando esta precaución no se toma, se registra una eutroficación y una pérdida de agua potable.

Con un buen control de la erosión de las hoyas hidrográficas y aplicando medidas sanitarias, no es probable que la proliferación de algas nocivas plantee problemas, salvo en el periodo de transición inmediatamente después de cerrar la cortina. Los materiales acarreados por la erosión pueden servir como fuente directa de nutrientes si provienen de suelos que contienen nitrógeno, fósforo, azufre y microelementos lixiviables. Sin embargo, incluso los minerales resistentes a la descomposición pueden fomentar el proceso de eutroficación, ofreciendo un sustrato sobre el cual pueden adsorberse y concentrarse materiales orgánicos. Las bacterias colonizan estas partículas y reciclan nutrientes para las algas descomponiendo la materia orgánica adsorbida.

Los embalses reciben mucha agua en relación con su volumen; así, su productividad está determinada en gran medida por la calidad de los ríos que los alimentan. Por tanto, conviene prestar especial atención a la calidad del agua de estos ríos. En todo proyecto importante de embalse conviene establecer un programa de control continuo de la calidad del agua, para detectar iones importantes en los ríos que alimentarán el embalse proyectado. Bioensayos realizados para determinar macro y micronutrientes que limitan la productividad primaria son también informativos (Goldman, 1972b) y útiles para elaborar programas apropiados de ordenación de una hoya hidrográfica.

La productividad del agua de los ríos puede determinarse de varias maneras. Un método consiste en medir directamente su productividad primaria. Otro método consiste en agregar el agua de los ríos a cultivos de algas y en medir los cambios de productividad resultantes. Esta última técnica es un bioensayo de agua de río y da los mejores resultados con las comunidades de plancton natural que se encuentran en la zona.

Conviene también hacer bioensayos para determinar el factor limitante más probable, usando agua del río que alimenta el embalse proyectado, con varios niveles y combinaciones de N, P, Si, Fe y microelementos (Goldman, 1963 y 1967). El factor limitante más probable puede utilizarse después para elaborar las estrategias de ordenación del lago.

En los lagos la estratificación sigue siendo un fenómeno insuficientemente conocido, pero tiene mucha importancia. Los lagos profundos se estratifican durante el verano, y tienen en la superficie una capa de agua más caliente, epilimnion, sobre una más fría, hipolimnion. La materia orgánica en descomposición en las aguas más profundas consume el oxigeno, así es que, a menudo, se agota el hipolimnion. La altitud, exposición al viento, forma de la hoya y temperatura y turbidez de las aguas entrantes son todas variables importantes que determinan la estratificación.

Los embalses del trópico que tienen laderas inclinadas y protección contra los vientos, con suma probabilidad tienen una estratificación permanente. En el trópico pueden mezclarse las aguas, pero, a menudo, el proceso es tan lento que persiste la desoxigenación del hipolimnion (Beadle, 1966). Beadle (1966) ha propuesto el enfriamiento del agua litoral poco profunda como método lento de mezcla en los lagos tropicales y Talling (1963) ha demostrado que esto sucede en el lago Albert.

En latitudes templadas, se ha logrado modelar las características térmicas de los embalses, y hay grandes probabilidades de poder hacer previsiones relativamente exactas en áreas tropicales.

La posición de los desagües en la cortina en relación con la estratificación del agua del embalse tiene consecuencias importantes para la agricultura y la pesca en el curso inferior del río. El agua del hipolimnion puede ser mucho más fría que las aguas del curso inferior y puede producir shock a los peces. Por su parte, las aguas del epilimnion pueden ser demasiado calientes para algunas especies. Es indispensable evaluar estos efectos potenciales para poder reajustar como es debido el funcionamiento del embalse (por ej., desagües de nivel variable).

Una de las muchas lecciones que nos enseña la experiencia adquirida en embalses de Africa es la gravedad del peligro de infestación por macrofitos acuáticos. El helecho acuático (Salvinia auriculata) y la lechuga acuática (Pistia stratiotes) invadieron el lago Kariba en el Zambezi, poco después que comenzó a llenarse, en diciembre de 1958 (Harding, 1966). A la larga, el helecho acuático entorpeció gravemente la utilidad múltiple del lago y hubo que construir una barrera de boyas para alejar las plantas acuáticas de las bocatomas de las turbinas (Coche, 1974).

A veces, por razones desconocidas, un lago o embalse pueden quedar completamente libres de infestación macrofítica, aunque se encuentre presente una fuente de infección y las características del agua parezcan asemejarse a las de otras zonas que la padecen. Por ejemplo, el jacinto acuático no ha colonizado ciertas áreas aparentemente idóneas (Little, 1966).

Entre las características de importancia de los problemas potenciales de plantas acuáticas figuran: (a) la presencia de plantas acuáticas en la hoya hidrográfica, a distancias naturalmente transportables; (b) la presencia de pantanos protegidos o áreas litorales idóneas para colonización, y (c) la presencia de vegetación terrestre sumergida que sirva de protección a colonias de algas.

La decisión de proceder al desarrollo amplio de una zona debería basarse en un estudio atento de inconvenientes y ventajas relativos al reemplazo de ecosistemas naturalmente equilibrados por sistemas artificiales, cuyos efectos incidirán en el ambiente y en el nivel de vida de la población.

Las grandes manchas de plantas acuáticas superiores influyen en muchos aspectos del uso de los embalses. Uno de sus beneficios para el hombre es el suministro de alimento adicional para peces herbívoros útiles o peces que se alimentan de organismos favorecidos por la protección y el alimento ofrecidos por el hábitat de las plantas acuáticas superiores. Las formaciones densas de estos macrofitos pueden servir además para proteger a los peces, sobre todo a los más pequeños, de una predación excesiva.

Los aspectos negativos de la presencia de macrofitos acuáticos, sin embargo, señalan de sobra la necesidad de controlar su proliferación:

1. La descomposición de los macrofitos por bacterias aeróbicas puede contribuir a una desoxigenación extensiva de las aguas de los embalses, cuyos efectos químicos ya se mencionaron. Además, las aguas desoxigenadas de más abajo no pueden sustentar a las poblaciones de peces y la productividad vegetal en esta región queda así sin cosechar.

2. Grandes esteras flotantes gruesas (sudds), a veces suficientemente grandes como para que crezcan en ellas otras plantas superiores (por ej., Scirpus cubensis sobre Salvinia) pueden constituir verdaderos peligros para la navegación y obstruir las bocatomas de las turbinas.

3. Grandes infestaciones pueden entorpecer el funcionamiento de las redes de enmalle y de jareta y obstaculizar gravemente tanto la pesca comercial como la deportiva.

4. Ciertos organismos que trasmiten enfermedades, tales como el caracol vector de la esquistosomiasis y el mosquito vector del paludismo, encuentran un hábitat idóneo entre estos «bosques» macrofíticos.

5. El volumen de estas plantas puede desplazar cantidades significativas de agua y reducir en esta forma la capacidad de la presa en la época en que se rebalsa.

6. Los macrofitos transpiran enormes cantidades de agua, quizá cinco veces más de la que se evapora de una superficie de agua equivalente. Así el 20% de la superficie del lago Kariba cubierta por el helecho acuático en 1962 probablemente duplicó la tasa de evapotraspiración.

Conviene hacer un estudio detallado de la frecuencia y abundancia relativa de la fauna y de la flora del área a inundar. Como la construcción de la presa significa la pérdida de la ribera y de la parte de la hoya a inundar, conviene estudiar estas áreas, tanto respecto a las pérdidas de vegetación que tendrían lugar como a los efectos de esta vegetación sumergida, en descomposición, sobre el agua del embalse proyectado. La sumersión de la vegetación plantea problemas particularmente en el trópico, porque los bosques tropicales tienen más nutrientes en relación con el suelo que los de la zona templada (Freeman, 1974). Se ponen en libertad grandes cantidades de nutrientes en el lago y tiene lugar la desoxigenación del hipolimnion, por descomposición de la materia vegetal que se pudre. La presa de Surinamu, cerca de Port Moresby, Papua Nueva Guinea, entrega un agua rica en sulfuro de hidrógeno, porque no se eliminó la vegetación terrestre y su descomposición elevó el nivel del sulfuro de hidrógeno en el hipolimnion. El sulfuro de hidrógeno es muy corrosivo para los metales y, como ya se dijo, puede estropear piezas de turbinas y contactos eléctricos.

La mejor manera de controlar la vegetación que se pudre consiste en eliminarla; suele recomendarse la corta rasa y la eliminación o quema de la vegetación en toda la superficie a inundar. Sin embargo, la quema de la vegetación terrestre es menos conveniente, porque los nutrientes que quedan en libertad a raíz de su destrucción pueden ser utilizados rápidamente por las plantas acuáticas (Ewer, 1966). No obstante, el costo de la eliminación física de la vegetación terrestre del embalse suele ser prohibitivo.

Se ha logrado controlar las plantas acuáticas superiores recurriendo a la corta mecánica, pero la maquinaria, los gastos y la inclinación de las laderas de un embalse hacen que esta solución sea impracticable. Se ha recurrido con buenos resultados al control químico, especialmente con 2,4-D, que es inocuo para los peces, pero su toxicidad para la agricultura en el curso inferior hace aconsejable un uso lo más limitado posible. Además, devolviendo los nutrientes vegetales a las aguas del embalse, el tratamiento químico no hace más que prolongar el problema.

El método más conveniente es el del control biológico de las plantas acuáticas superiores, pero los experimentos realizados con manatíes, caracoles, insectos y peces herbívoros todavía están por demostrar su verdadera eficacia.

Hay que evitar la infestación en las primeras etapas, porque los métodos de control son caros o ineficaces una vez que se ha iniciado la progresión geométrica del crecimiento. La prevención consiste tanto en limitar las fuentes de infección como en controlar el ambiente químico de estas plantas. En Ghana, en la presa del Volta, se constató que era necesario una estrecha vigilancia para prevenir la infestación. Se imprimieron en ocho idiomas carteles en los que aparecía el papiro, Eichornia y Salvinia, pidiendo a las personas que vieran estas plantas dar aviso de inmediato a las autoridades. Se recomendó (Goldman, 1972a) establecer patrullas al construir el embalse de El Cajón, en Honduras, a fin de poder inspeccionar periódicamente la orilla del embalse y eliminar toda vegetación macrofita observada.

Aunque sería desastroso fomentar la reproducción de macrofitos acuáticos en el embalse, cabe observar que los chinos han descubierto que el jacinto acuático y la lechuga acuática son un forraje excelente para los patos y los cerdos.

Conviene analizar todos aquellos valores faunísticos, especialmente el hábitat, el área de distribución natural, las migraciones y la presencia de especies endémicas o raras, que puedan verse afectados por la presa proyectada. En el sitio de El Cajón se constató que las comunicaciones bióticas originarias del área propuesta para el embalse ya habían sufrido graves daños por la actividad del hombre, y especialmente por la agricultura migratoria, los métodos forestales inconvenientes y la quema. Se llegó a la conclusión de que se podía fomentar el interés biológico del área abandonando la agricultura migratoria y la quema y fomentando la plantación de árboles madereros. En dicho estudio se recomendó tomar medidas inmediatas para prevenir el madereo y la corta rasa en los pocos rodales madereros vírgenes que quedaban en la hoya del embalse proyectado. La conservación de grandes extensiones de bosques de latifoliadas y coníferas no sólo ayudaría a mantener los niveles relativamente bajos de sedimentación observados en el río Yure, sino que los bosques podrían servir también de fuente para la repoblación de la fauna y de la flora de la hoya.

Al transformar una gran superficie del hábitat terrestre en acuático, una de las contrapartidas es el desarrollo potencial de una piscicultura viable. Esto puede revestir mucha importancia en áreas donde la ingesta media de proteínas es baja y donde la agricultura se encuentra a un nivel marginal. Sin embargo, se tiende a sobreestimar la producción de peces de los embalses y a pescar en exceso. La producción de peces aumentó en el lago Kariba con el total de sólidos disueltos (TDS) en la etapa durante la cual se fue llenando de agua solamente, pero sufrió una disminución drástica en 1963 (Balon y Coche, 1974). Esta disminución coincidió con un descenso del TDS de 81 a 63 ppm.

La mejor manera de obtener un alto rendimiento en proteínas de la pesca continental consiste en fomentar el desarrollo de especies que se alimentan de vegetales y no de animales. Se produce una gran pérdida de energía alimentaria disponible, en cada transferencia de energía, entre peces herbívoros y carnívoros sucesivamente más grandes.

La importancia y complejidad del desarrollo piscícola justifican la creación de un organismo permanente que investigue los diversos problemas y elabore leyes estrictas para proteger las nuevas poblaciones de peces. Siempre es más fácil relajar leyes viejas que instituir otras nuevas, que van en contra de hábitos recién adquiridos por la gente.

No conviene limitar al área de captación el estudio de los efectos ecológicos potenciales de la construcción de un embalse, sino que hay que ocuparse, además, de los efectos que puede producir aguas abajo. La disminución del sedimento acarreado por las aguas, debida al embalse, produce efectos significativos sobre los nutrientes que acarrean estas aguas y, en consecuencia, sobre su productividad.

Los nutrientes que contienen o que están enlazados a las partículas que acarrean los ríos producen un efecto fertilizante sobre la tierra y sobre las aguas oceánicas cerca de las desembocaduras. Esto puede contribuir significativamente a la productividad de los bancos de pesca litorales. La eliminación de este sedimento puede hacer que disminuya la fotosíntesis del fitoplancton y, por ende, la productividad pesquera. Probablemente, esto fue lo que sucedió, por ejemplo, en el este del Mediterráneo, donde disminuyó mucho la pesca de sardinas después del cierre de la presa alta de Aswan.

Un problema semejante plantea la disminución del sedimento que acarrean las aguas que fertilizan los terrenos agrícolas del valle de un río. Las llanuras inundables, por lo general, tienen una vegetación y una agricultura muy ricas, pero esta riqueza puede perderse gradualmente si faltan los nutrientes que aportan las inundaciones repetidas. Se dice que ha disminuido la agricultura tradicional en las llanuras inundables más abajo de la presa del Volta (Hilton y Kown-tsei, 1972) y, aparentemente, el lago Kariba no produce la proteína que el área era capaz de producir antes de su construcción.

Además de los cambios del contenido de sedimento, otros parámetros de la calidad del agua del curso inferior se ven alterados por procesos químicos y biológicos que tienen lugar en el embalse. Por ejemplo, el agua proveniente del hipolimnion del embalse puede estar desoxigenada y cargada de sulfuro de hidrógeno, lo que puede alterar su utilidad para uso doméstico e industrial.

LA EROSIÓN CERCA DE SURINAMU, PAPUA NUEVA GUINEA - suele ser una grave fuente de sedimento

Sólo un reconocimiento de las poblaciones de peces del curso inferior y de la costa y de los recursos faunísticos permite planificar y aplicar medidas de protección antes de la terminación del embalse y, por tal motivo, se recomienda encarecidamente realizar dichos reconocimientos. Por ejemplo, el golfo de Nueva Guinea puede sufrir alteraciones graves de su potencial pesquero, actualmente rico, a raíz de la construcción de un complejo hidroeléctrico en el sistema del río Purari.

La posibilidad de que los cambios del sedimento acarreado hasta el mar pueda alterar el proceso de formación de playas y bahías es causa de grave preocupación. Las playas arenosas, debido a su pequeña extensión, son un bien apreciado en el mundo por su interés estético, científico y recreativo. Los proyectos de almacenamiento de agua en todo el mundo han reducido el proceso de formación de arenas y, en muchas áreas, especialmente en gran parte de la costa este de los Estados Unidos, las playas se están reduciendo continuamente. En algunos casos, se han visto afectadas industrias turísticas.

El efecto del embalse sobre los recursos faunísticos de la costa también merece especial atención, porque estas áreas costeras son indispensables para el mantenimiento y la reproducción de muchas especies faunísticas valiosas y en peligro.

Los deltas y sus respectivos estuarios son áreas especialmente ricas y dinámicas, en las cuales se deposita el sedimento para volver a quedar en suspensión y depositarse una vez más (Tison, 1964; Mikhailov, 1964). La alteración del caudal y de la cantidad de sedimento puede producir efectos particularmente espectaculares en estas áreas, sobre todo en relación con la distancia de penetración del agua salada (Goldman, 1971). El ambiente del delta sigue siendo uno de los ecosistemas más ricos. Conviene considerar con gran preocupación toda alteración de su fertilidad y estudiar prolijamente sus costos y beneficios a largo plazo.

Un aumento de los problemas de salud suele acompañar a la construcción de grandes embalses en el trópico. La gran concentración de la población y el bajo nivel sanitario, comunes en los campamentos de los trabajadores de las presas, crean un ambiente ideal para la difusión del paludismo, la disentería, la tuberculosis, las enfermedades venéreas, etc. Los trabajadores son fuente de nuevas enfermedades y altamente susceptibles a las enfermedades endémicas. La gran población que penetra en una región, antes casi deshabitada, ofrece elevadas densidades de hospedantes, aumentando así la probabilidad de difusión de muchas enfermedades. En diferentes etapas de la construcción de una presa en el trópico, se han denunciado aumentos y disminuciones de paludismo, disentería, esquistosomiasis y oncocercosis (Kershaw, 1966; Waddy, 1966; Warmann, 1969; Obeng, 1969, y Paperna, 1969).

Conviene prestar especial atención a los factores relacionados con la ecología vectorial. Los agentes, los vectores y el estado nutricional de las personas que causan enfermedades son, en su totalidad, variables importantes de la salud física y conviene considerarlas al evaluar la repercusión de los proyectos de las presas hidroeléctricas. Los métodos de prevención de los peligros para la salud relacionados con un proyecto deben elaborarse en una de las primeras etapas del proceso de planificación.

La historia sanitaria en el área de El Cajón revela que, aparte de la malnutrición básica, las enfermedades más frecuentes en la región son: tuberculosis, fiebre tifoidea, disentería y malaria. En el área del delta del Purari y en la costa, son comunes las afecciones gastrointestinales y es muy alta la frecuencia del paludismo y de la tuberculosis.

Se ha constatado en Africa que la tensión relacionada con el reasentamiento de las personas en el sitio de un proyecto de embalse eleva significativamente la morbilidad y la mortalidad, sobre todo entre las muy jóvenes o las muy ancianas. Por tal motivo, cabe prever que la frecuencia de cualquier enfermedad presente en el lugar aumentará probablemente, por lo que conviene tomar medidas para contrarrestar esta probabilidad.

Aparte de la necesidad de un reconocimiento intensivo de la salud en el área y de un programa de inoculación, conviene señalar que, en el periodo de transición, se interrumpirá el cultivo normal y será más escasa que nunca la alimentación de la población. Por consiguiente, es indispensable que la gente reciba suficiente nutrimento durante este periodo de transición hasta que se hayan establecido las nuevas comunidades. Esto puede hacerse a través de programas de distribución de leche a los niños y de complementos alimentarios a las familias interesadas.

El paludismo es endémico en la mayoría de las áreas tropicales del mundo. Los árboles sumergidos y el hábitat pantanoso de las plantas acuáticas superiores favorecen el desarrollo del mosquito Anopheles, algunas de cuyas especies son portadoras de varios protozoos que causan el paludismo. El hábitat del mosquito debe evitarse evidentemente en el embalse; es probable que las laderas escarpadas y los peces sirvan para controlar suficientemente muchas áreas. En vista de la densidad de la población humana relativamente elevada que crea la construcción de la presa en secciones localizadas del área de captación, es preciso aplicar estrictamente medidas profilácticas contra el paludismo.

La esquistosomiasis tiene ciertas semejanzas ecológicas con el paludismo, porque los caracoles vectores (como Bulinus y Biomphalaria) del parásito de la sangre (Schistosoma spp.) se ven favorecidos por los árboles y las plantas acuáticas superiores sumergidos. Sin embargo, la transmisión no se produce por las picaduras, sino por la penetración en los seres humanos del parásito en estado de cercaria. Aunque no se tienen noticias de casos en Honduras, Schistosoma mansoni, portador de Biomphalaria, si se encuentra en Sudamérica y en el Caribe. La esquistosomiasis ha aumentado con las obras hidráulicas en Rhodesia (Schiff, 1972) y en Ghana (Paperna, 1969). Entre las medidas preventivas, figuran la destrucción de la vegetación terrestre y el control de la vegetación acuática superior, como en el caso del paludismo. Si la esquistosomiasis no es endémica en el área en consideración, conviene someter a exámenes médicos minuciosos a todo el personal del proyecto que entre en la presa, a fin de evitar la introducción de la enfermedad. Además, conviene hacer un reconocimiento a fondo del hábitat acuático de la vecindad para observar si existen caracoles hospedantes.

La oncocercosis, o «ceguera fluvial», es una enfermedad causada por el nematodo Onchocerca, transmitido a los seres humanos por la picadura de la mosca negra Simulium spp. El nombre común de la enfermedad deriva de que produce ceguera en algunas de sus víctimas. Estas moscas negras sólo pueden reproducirse eficazmente en aguas de curso rápido, bien oxigenadas, ambiente que caracteriza a los ríos de áreas de captación y que disminuye en extensión a medida que se va llenando la presa (Waddy, 1966). En otras palabras, la probabilidad de la oncocercosis disminuye con la desaceleración de la corriente de agua que penetra en la nueva presa y con la desoxigenación producida por la descomposición de la vegetación en el embalse. Durante la construcción de la presa del río Volta, se empleó DDT para controlar las larvas de Simulium spp. Es obvio que hay que prestar atención al curso inferior a la presa, porque, con la disminución del acarreo de sedimento, puede mejorar como hábitat de Simulium. Además, hay la posibilidad de que los trabajadores migratorios introduzcan la enfermedad en la zona.

Las afecciones gastrointestinales (como la disentería), atribuibles al contacto con el agua, siguen siendo un problema común de la salud en el trópico. A pesar de que el aumento inevitable del contacto humano con la superficie del agua del área de captación después de terminada la presa introduce protozoos y bacterias, el alejamiento de la hoya de las personas no relacionadas con su construcción reduciría las fuentes de infestación humana. Conviene combinar esta táctica con un tratamiento adecuado del agua potable y de las aguas residuales producidas por las personas que permanecen en la zona.

La historia de la ordenación de hoyas hidrográficas contiene pruebas globales de que hay que prever las necesidades de tratamiento de las aguas residuales. Cuando no se ha tomado esta precaución, en repetidas oportunidades se ha producido una eutroficación inconveniente y una pérdida de agua potable. Por tal motivo, conviene hacer un estudio del tratamiento de tales aguas para que los futuros habitantes cuenten con instalaciones de tratamiento satisfactorias. La experiencia adquirida indica que es absolutamente necesario hacer inversiones en una serie de plantas pequeñas de tratamiento secundario, ubicadas estratégicamente, y de pozos sépticos cerca de los centros de población de la hoya.

BACTERIA FILAMENTOSA EN UNA PARTÍCULA DE DETRITUS AUMENTADA 10900 VECES - un recolector de desechos

Los proyectos de embalse en el trópico suelen exigir la reubicación o el reasentamiento de las personas que habitan en la zona. Siempre que sea posible, conviene evitar planes de reasentamiento en gran escala. Sin embargo, si se constata que el reasentamiento es obligatorio, se deben considerar varios factores. Primero, es indispensable que el reasentamiento de la población sea reconocido como parte integrante e importante del proyecto hidroeléctrico y que la población local participe activamente en la planificación de dicho reasentamiento.

El anteproyecto de Wabo, en Papua Nueva Guinea, es un buen ejemplo de un pequeño proyecto de reasentamiento; la inundación desplazaría, aproximadamente, 300500 personas y tres pueblos. Se constató que, para formular los planes de reubicación, es indispensable comprender cabalmente su estructura social y tomar en consideración atentamente sus opiniones acerca del reasentamiento. La evaluación de su apego espiritual y físico a la tierra contribuirá a prevenir el resentimiento ante la evacuación. La manera en que el gobierno trate a estas personas será un factor importante para establecer su relación con el gobierno y para el éxito o fracaso social de todo el proyecto.

Conviene considerar atentamente el valor turístico de la zona del embalse en relación con el valor turístico de la presa proyectada. La utilidad recreativa aumenta con el agua (en la mayoría de los casos, pero no en todos) y, por ello, hay que proceder con cuidado al promover un proyecto hidroeléctrico basándose en sus beneficios recreativos.

Debido a que la orilla del embalse cambia, a que su función primordial es el control de la erosión, sumada a la necesidad de desarrollar la pesca, se recomienda no considerar ninguna actividad turística ni recreativa antes de que la presa haya estado llena de agua varios años, la calidad del agua se haya estabilizado algo, se conozcan las características de las poblaciones de peces y se hayan estudiado las áreas de importancia biológica de la parte terrestre de la hoya. Sólo entonces conviene considerar las instalaciones de recreo.

Conviene investigar con detalle la posibilidad de que haya sitios arqueológicos valiosos en la zona, para que un grupo de arqueólogos capacitados proceda a su excavación mucho antes de que se inicie la inundación.

Considerable importancia revisten las consecuencias secundarias de los proyectos de embalse, derivadas del mayor desarrollo, que hacen posible la disponibilidad de energía eléctrica y el potencial de desarrollo industrial.

LA VEGETACIÓN LACUSTRE FLOTANTE Y EMERGENTE - no impide la navegación ni la pesca, pero seria obstáculo para una planta eléctrica

La evaluación de los aspectos previstos a largo plazo en cualquier proyecto es especulativa en el mejor de los casos. Sin embargo, se debe concentrar la atención en el espectro de las repercusiones ambientales más probables, a fin de facilitar su ordenación futura y contribuir a que el proyecto se convierta en una componente racional del desarrollo futuro de la región y del país interesados.

Recursos naturales, tales como la madera y las reservas minerales o petrolíferas, suelen utilizarse con mucha más eficacia gracias al desarrollo de la energía eléctrica. Si se planea un complejo industrial como parte de un nuevo proyecto de presa, conviene describirlo y hacer breves representaciones de las repercusiones potenciales de los planes alternativos de utilización de estos recursos. Entre las repercusiones primarias del complejo industrial relacionado con el proyecto hidráulico figuran la construcción de instalaciones en áreas naturales, la contaminación y la mayor utilización de recursos renovables y no renovables.

Además, durante todo proyecto de desarrollo hidráulico se producirán repercusiones propias de la construcción. Por ejemplo, la construcción de caminos en áreas antes intactas tiene una serie de consecuencias ecológicas, entre las que figura la elevación del nivel de erosión, tanto durante como después de la construcción del camino. Además, el camino sirve de vía de acceso a enfermedades y plagas. El transporte en lanchones de los trabajadores de la construcción y de la maquinaria también tiene repercusiones de orden ecológico y sociológico.

Efectos secundarios sobre el ambiente y la vida social emanan de toda irrigación o desvío de las aguas, con los cambios agrícolas consiguientes. La decisión de proceder al desarrollo amplio de un área debería basarse en un estudio atento de los problemas y ventajas relacionados con el reemplazo de ecosistemas naturalmente equilibrados por sistemas artificiales. Conviene prestar atención, en particular, a sus efectos sobre la salud de la nación, la nutrición, el estilo y nivel de vida, las formas de uso de la tierra y la tasa de crecimiento de la población. En todo caso, es indispensable que los dirigentes locales participen desde un comienzo y se les ofrezca una visión amplia de los efectos, tanto primarios como secundarios, de un anteproyecto

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