Página precedente Indice Página siguiente


La era ecológica y la enseñanza forestal en América del Norte

J.E. de Steiguer y R.G. Merrifield

J.E. DE STEIGUER es investigador adjunto, y R.G. MERRIFIELD es Director del Instituto de Recursos Naturales Renovables de la Facultad de Agricultura y Mecánica de Texas. Este artículo es la adaptación de un trabajo que se presentó al Comité Asesor de la FAO sobre Enseñanza Forestal, en su reunión de Yakarta, en octubre de 1978.

En la generación que ha precedido a la presente, el principal objetivo de la silvicultura en América del Norte era la explotación de los bosques como fuente de madera; hoy día este objetivo es más amplio, y se procura que la explotación, de gran utilidad para muchos bienes y servicios, no sea perjudicial al medio ambiente.

Las razones de este cambio son ciertamente interesantes para los que se dedican a la enseñanza forestal, y todos hemos oído hablar de ellas: curiosidad intelectual por las riquezas de la naturaleza; aumento de la renta por habitante; mayor tiempo libre; movilidad física; creciente influencia de las ciudades, y una mayor tendencia a disfrutar del aire libre (Beale, 1970). Los consiguientes cambios en la profesión forestal no se han dado sin causa aparente, sino más bien a raíz de una transformación mayor de la sociedad.

De los fenómenos sociales que han influido en los planes de estudio de las carreras forestales, el más importante ha sido probablemente el interés por la ecología que empezó a principios de los años sesenta, y el personal docente de numerosas disciplinas comenzó a comercializar muchos cursos y planes de estudio sobre cuestiones ecológicas. Las profesiones relacionadas con los recursos naturales empezaron a aumentar, en gran parte a causa del nuevo interés suscitado por la ecología. Estudiantes, que diez años antes tal vez se habrían especializado en profesiones liberales, empezaron a estudiar esas carreras, entre ellos algunos jóvenes de gran talento que añadieron una nueva dimensión intelectual a los programas de formación profesional. Las escuelas forestales se interesaron deliberadamente por este nuevo mercado. La silvicultura, como tal, ya se interesaba lo bastante por el medio ambiente para atraer a un gran número de estudiantes deseosos de especializarse en ese tema, y de estudiantes de otras especialidades que buscaban, como asignaturas facultativas, las que podían tener alguna relación con la ecología.

UN SITIO DE CORTA RASA EN EL NOROESTE AMERICANO - motivo de controversia para algunos y de inquietud para los conservacionistas

El interés de las escuelas forestales por el medio ambiente revistió varias formas. Se organizaron nuevos cursos sobre temas que no se estudiaban antes, o que pudieran interesar a estudiantes de otras disciplinas; desgraciadamente, era inevitable que algunos de estos cursos fueran de dudosa utilidad, y no tuvieran más objeto que capturar una parte del nuevo «mercado ecológico».

Las modificaciones en la profesión han afectado a la enseñanza forestal. En las reuniones de personal docente, el tema dominante de discusión eran los programas no tradicionales que interesaron a un auditorio no tradicional (Foil, 1978). Respondiendo a un medio social alterado, tanto los empleadores como los estudiantes han pedido una extensión de los planes de estudio. Incluso entre el personal docente, hubo quien era contrario a los cursos de carácter más profesional (Avery, 1967). Se invocaba la enseñanza de la ecología.

Estudiantes que diez años antes hubieran seguido profesiones liberales, empezaron a estudiar los recursos ambientales. Entre ellos, jóvenes de talento que añadieron una nueva dimensión intelectual a la carrera.

¿Hasta qué punto se han ampliado los planes de estudio forestales para que incluyan cursos sobre el medio ambiente, y cuál es el futuro de esta enseñanza en América del Norte? Para dar una respuesta a estas preguntas se preparó un cuestionario, que fue enviado a las universidades y centros de enseñanza superior de América del Norte, con programas forestales para profesionales. En este articulo se exponen las conclusiones más importantes obtenidas de las respuestas a esos cuestionarios.

Pero, en primer lugar, hay que precisar dos puntos. Uno de ellos es la enseñanza relativa al medio ambiente. El término «medio ambiente», como la palabra «ecología», se han empleado mal, y aunque se utilizan con frecuencia, rara vez se definen al utilizarlos. Así pues ¿en qué consiste esta enseñanza? Schultz y Thompson, en un articulo sobre el tema que escribieron en 1971 para la revista American Forests, aluden a una definición. Según ellos, la enseñanza sobre el medio ambiente es la que integra las diferentes disciplinas sobre los recursos naturales, a fin de que el forestal profesional no permanezca indiferente ante las importantes consecuencias que sus actividades de explotación de los bosques pueden tener sobre el medio ambiente.

El segundo punto que hay que aclarar es el del curso forestal sobre el medio ambiente. En el cuestionario se define como el curso cayos objetivos principales es uno de los siguientes:

- El efecto de las prácticas forestales sobre el medio ambiente.
- El estudio de las leyes y políticas ecológicas, en relación con la silvicultura.
- La planificación integrada de los recursos o del aprovechamiento de 12 tierra.

Esta definición excluye taxativamente los cursos forestales que se imparten a los que se han especializado en cuestiones no forestales, y los que, tradicionalmente, forman parte de los planes de estudio forestales. Se podría afirmar acertadamente que algunos cursos forestales tradicionales, como los de bioecología silvícola, son cursos sobre el medio ambiente; pero el propósito del cuestionario y de la definición era poner de relieve los cursos cuyo objeto es ampliar los planes de estudio forestales tradicionales.

El cuestionario se envió a 53 escuelas forestales profesionales de los Estados Unidos y del Canadá; su objetivo principal era conocer el número de cursos impartidos sobre el medio ambiente, y los planes de nuevos cursos. El análisis descriptivo que aquí se hace está basado en las respuestas de 47 escuelas (89%). Para la presentación de los datos se han establecido cinco regiones geográficas: nordoriental, centroseptentrional, meridional, occidental y Canadá. Además, la unidad de medida de los datos presentados es el número de horas-semestre. En el sistema docente americano, el número de horas-semestre asignado a cada curso de los diferentes centros es el número de horas de instrucción que se imparte al estudiante cada semana. Por ejemplo, un curso de 3 horas-semestre consta de 3 horas de enseñanza cada semana durante el semestre. Como el semestre dura, por lo general, 15 semanas, el curso típico de 3 horas-semestre consta de unas 45 horas de instrucción.

El personal docente de numerosas disciplinas comenzó a comercializar cursos sobre cuestiones ecológicas. Por cierto, algunos fueron de poca utilidad, captando eso sí parte del nuevo «mercado ecológico».

De los centros que respondieron, 42 (el 89%), indicaron que impartían cierto tipo de cursos sobre el medio ambiente; los restantes no ofrecían esos cursos, 2 pertenecían a la región centroseptentrional y 3 a la región meridional. Algunos de los centros empezaron a impartir tales cursos a principios de los años cincuenta, pero la mayoría los iniciaron después de 1965.

En los Estados Unidos y Canadá, en conjunto, el año en que se impartió el mayor número de estos nuevos cursos fue 1975, con tendencia, entre 1965 y 1975, a aumentarlos con una hora más de enseñanza por semestre cada año sucesivo. Los dos años 1971 y 1973 constituyen una excepción, ya que el número de horas de los nuevos cursos fue inferior a la media de los años anteriores. A partir de 1975, el número de horas por semestre de los nuevos cursos sobre el medio ambiente ha ido disminuyendo constantemente.

Cada una de las cinco regiones de América del Norte sigue una pauta en los nuevos cursos sobre el medio ambiente análoga a la tendencia conjunta, aunque con algunas diferencias regionales notables. La región nordoriental y el Canadá fueron las últimas en iniciar tales cursos; las regiones occidental y centroseptentrional fueron las primeras, ambas con una tendencia relativamente estable a organizar nuevos cursos cada año. La tendencia más irregular durante el periodo de 14 años fue, posiblemente, la de la región meridional. Existe una interesante analogía entre la tendencia a organizar nuevos cursos sobre el medio ambiente y el total de matriculaciones anuales recientes en las escuelas forestales estadounidenses (Flinchum, 1978). El número de matriculados continuó aumentando a principios de los años setenta, llegando al máximo de 22345 en 1975. En estos últimos años, tanto el número de matriculaciones como los nuevos cursos sobre el medio ambiente han empezado a disminuir.

¿Cuánta atención se concede a las cuestiones ecológicas?

Promedio de horas-semestre y por escuela de los cursos sobre el medio ambiente organizados por las escuelas forestales de los Estados Unidos y el Canadá en 1978

Región

Número medio de horas-semestre por escuela

Estudiantes de licenciatura

Licenciados

Obligatorias

Facultativas

Obligatorias

Facultativas

EE.UU.

3

12

1

12

EE.UU.

7

8

5

8

EE.UU.

1

7

0

7

EE.UU.

5

6

3

3

Canadá

4

7

0

0

EE.UU. y Canadá

4

8

2

6

Escuelas de las regiones de los Estados Unidos que contestaron a la encuesta:

Nordoriental:

Maine, Estado de Penn, Rutgers, Universidad del Estado de Nueva York, Vermont, Yale, Virginia occidental.

Centroseptentrional:

Illinois, Estado de Iowa, Michigan, Michigan Tech., Minnesota, Missouri, Estado de Ohio, Purdue, Illinois meridional, Wisconsin (Madison), Wisconsin (Stevens Point).

Meridional:

Clemson, Duke, Florida, Georgia, Kentucky, Estado de Louisiana, Louisiana Tech., Estado de Mississippi, Estado de Carolina del Norte, Estado de Oklahoma, Stephen F. Austin, Tennessee, Texas A. y M., V.P.I.

Occidental:

Universidad de California (Berkeley), Estado de Colorado, Estado de Humboldt, Idaho, Montana, Nevada, Arizona del Norte, Estado de Oregón, Estado de Utah, Estado de Wáshington.

Escuelas canadienses que contestaron a la encuesta:

Columbia Británica, Lakehead, New Brunswick, Toronto.

UN BOSQUE NORTEAMERICANO - ¿cuál es el alcance de los problemas del medio para el joven forestal?

Las escuelas forestales típicas de América del Norte tienen, por término medio, cursos de 20 horas-semestre, de las cuales 14 son facultativas, tanto para los estudiantes de licenciatura como para los licenciados, y 6 son obligatorias. Los planes de estudio se han ampliado con la introducción de estos cursos, pero de modo tal que la mayoría son facultativos. Los datos indican también que los cursos sobre el medio ambiente son más recomendados a los estudiantes de licenciatura que a los ya licenciados; los cursos de los primeros son de 12 horas-semestre, mientras que los de los segundos son sólo de 8 horas.

Aunque el curso en una escuela típica consiste en 20 horas-semestre como promedio, puede variar mucho la duración según la escuela. Como ya se ha indicado, cinco de estas escuelas no impartían cursos sobre el medio ambiente. Pero, por otra parte, una escuela de la región centroseptentrional, imparte cursos de 104 horas-semestre, que es el máximo total de todas las escuelas. El segundo lugar lo ocupaba otra escuela situada en la región sur, con 74 horas de estos cursos.

En la clasificación por regiones, el mayor número de horas-semestre correspondía a las regiones nordoriental y centroseptentrional, cada una con un promedio de 28 horas por escuela. La media de las escuelas de la región occidental fue de 17 horas, considerablemente inferior a la de las dos regiones septentrionales. La media correspondiente a la región sur fue de 15 horas-semestre y por escuela, que es la mínima de todas las regiones estadounidenses. A las escuelas canadienses correspondió una media de 11 horas-semestre, a estudiantes de licenciatura.

Muchas escuelas informan que los cursos sobre el medio ambiente han contribuido a que sus estudiantes tengan mayores oportunidades de empleo, pero es difícil establecer una relación entre los cursos regionales y los principales empleadores; por ejemplo, las escuelas de la región meridional dependen principalmente de la industria forestal en cuanto al empleo de sus estudiantes (Roble, 1978), a pesar de que estas escuelas tienen menos horas al trimestre para estos cursos. En cambio, las escuelas de la región occidental, con cursos de menos horas, dependen mucho del sector público forestal para el empleo de sus estudiantes. Análoga irregularidad existe entre las regiones nordoriental y centroseptentrional, con un promedio de 28 horas por curso; la región nordoriental tiene como principal empleador a la industria privada, mientras que la centroseptentrional tiene al sector público.

La razón más frecuentemente citada para justificar el aumento de estos cursos es que son indispensables para una instrucción forestal completa, según opina más del 50% de quienes contestaron al cuestionario. Algunos precisan que, recientemente, han sido mayores los incentivos para impartir a sus licenciados un conocimiento más completo de las consecuencias de las prácticas de ordenación forestal sobre el medio ambiente, incentivos que tienen un origen muy diverso, casi siempre ajeno a la escuela forestal. Algunas de las fuentes citadas eran presuntos estudiantes, políticos y empleadores.

Como indica su nombre, los cursos sobre el medio ambiente abarcan un gran número de materias relacionadas con el tema principal; por ejemplo, en algunos se estudia la manera de resolver los problemas ecológicos desde un punto de vista específicamente cuantitativo, mientras que otros tratan las doctrinas de la protección del medio ambiente. También varia la extensión geográfica de los cursos: algunos tratan de las consecuencias de la explotación forestal sobre el medio ambiente de un solo Estado, mientras que otros estudian la explotación de los recursos mundiales. Muchos de los cursos se concentran en los efectos físicos de la degeneración del medio, y algunos incluyen el estudio de factores económicos, sociales y políticos. La gran variedad de los cursos existentes revela, en cierto grado, una búsqueda, por parte de los que enseñan la silvicultura, de los elementos más idóneos de la formación ecológica.

De estas escuelas, 23 (casi el 50%) ofrecen una especialidad u opción en ordenación ecológica, conservación de los recursos naturales o materias afines, con objeto de dar al estudiante una visión del medio ambiente que no esté limitada a la explotación tradicional de extraer madera. Contestando al cuestionario, algunas escuelas señalaron que el carácter general de estas opciones podría limitar la posibilidad de empleo de los estudiantes; como ha subrayado uno de los decanos, casi todos los estudiantes que han elegido la opción de conocimientos generales han encontrado trabajo en empleos no profesionales.

En resumen, los datos indican que las escuelas forestales para profesionales de América del Norte han tratado de ampliar los planes de estudio tradicionales sobre explotación forestal, introduciendo cursos y especializaciones acerca del medio ambiente. Casi todos los nuevos cursos empezaron a fines de los años sesenta y principios de los setenta. En los últimos años, el número de estos nuevos cursos es menor. Las escuelas de las regiones nordoriental y centroseptentrional ofrecen un número considerablemente mayor que las de las regiones occidental y meridional, y que el Canadá. Es también mayor el número de horas de curso para los estudiantes de licenciatura que para los ya licenciados, y casi todos ellos son facultativos.

El período de expansión de los cursos sobre el ambiente ha concluido en las escuelas forestales norteamericanas. Pero la era ecológica de los años sesenta y setenta ha marcado fuertemente la enseñanza forestal.

A la pregunta sobre el número de cursos que se organizarán en el futuro, el 65% de las escuelas que respondieron confiaba en que el número actual de cursos permaneciera relativamente estable; el 24% preveía un aumento, y el 11% restante una disminución. Las diversas respuestas estaban distribuidas aleatoriamente entre las cinco subdivisiones geográficas.

El grupo mayoritario daba varias razones para la prevista estabilidad del número de cursos actuales, algunas de ellas basadas en consideraciones prácticas, como el número de estudiantes matriculados, o el limitado número de facultades. Pero muchas escuelas opinaban que el auge de la «era ecológica» ya había pasado, y que en el futuro habría menores incentivos para ampliar el número de cursos sobre el medio ambiente. Otras opinaron que los estudiantes deseaban volver a los cursos tradicionales centrados en la silvicultura, por tener una orientación más profesional, y también creían que las nuevas materias podían incorporarse a los cursos actuales. El grupo que había predicho un aumento de los cursos en el futuro dio también varias razones de tal opinión, entre ellas la necesidad de fomentar el interés de los estudiantes por las cuestiones ecológicas, los incentivos del exterior para que aumente la enseñanza sobre el medio ambiente, y la necesidad de aumentar las oportunidades de empleo de sus estudiantes.

El grupo minoritario, que preveía la disminución de estos cursos, repitió muchas de las opiniones sostenidas por el grupo que predecía la estabilidad. El motivo de la disminución de los cursos citado más frecuentemente por este grupo fue que la fase de máximo interés por las cuestiones del medio ambiente ya había pasado. Para algunas escuelas la necesidad de cursos ecológicos revelaba una enseñanza deficiente de los cursos forestales tradicionales. Otras, contestando al cuestionario, aludían también a lo que podía denominarse una «reacción ecológica» por parte de los estudiantes y de los profesores, al examinar los pros y los centras de carácter social y económico de las fuertes presiones ecológicas.

Al parecer, el periodo de rápida expansión de los cursos sobre el medio ambiente ha terminado en las escuelas forestales norteamericanas, pero es indudable que la era ecológica de los años sesenta y setenta ha dejado una impronta permanente en la instrucción forestal. Se han introducido nuevos cursos y se han modificado los viejos, a fin de estudiar las cuestiones de importancia ecológica. Queda todavía, ciertamente, mucho por hacer en este dominio, pero los futuros cambios se producirán, probablemente, en relación con los planes actuales de estudio.

Referencias

AVERY, T.E. 1967. Changing patterns in forestry education. J. Forestry, 65(1): 34-35.

BEALE, J.A. 1970. Forestry in the environmental decade. J. Forestry, 68(10): 639-641.

FLINCHUM, E. MITCHELL 1978. 1977 enrollment and degrees in forestry. J. Forestry, 76(6): 358-359.

FOIL, R. RODNEY. 1978. The university environment and forestry education. J. Forestry, 76(1): 281-283.

SCHULTZ, A. JAY Y THOMPSON, W.P. 1971. A new era in environmental education. American Forests, 77(4): 28-31.

STOLTENBERG, C.H. 1969. Forestry education: opportunities for innovation. J. Forestry, 67(12): 876-877.

ROBIE, E.F. 1978. Employment of 1977 forestry graduates. J. Forestry, 76(6): 355-357.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente