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Plantaciones: Cada árbol en su sitio

Hans M. Heybroek

HANS M. HEYBROEK trabaja en la Estación de Investigación de Planificación Forestal y Paisajística Dorschkamp, Wageningen, Países Bajos.

Antes de realizar una plantación hay que interrogarse sobre las especies y proveniencias que conviene escoger para los sitios disponibles, y sobre las necesidades, potenciales y posibilidades de mejora genética. Para obtener buenos resultados hay que escoger las especies y procedencias más aptas para el sitio.

Estas preguntas se relacionan con los demás aspectos del manejo de los bosques. En las plantaciones forestales hay que balancear el material de plantación, las condiciones del sitio, la preparación del terreno, el espaciamiento, las labores silvícolas, las medidas fitosanitarias, la rotación, las técnicas de corta y los usos finales. Este equilibrio no es inmutable, sino que constituye un proceso continuo de experimentación en el que todos los aspectos son interdependientes, pero donde la calidad genética del material de plantación es decisiva. Es claro que para un cierto uso puede requerirse un material de plantación cuya constitución genética sea diferente, lo que a su vez puede influir en las medidas fitosanitarias requeridas y viceversa. Una mayor resistencia a las heladas puede permitir el uso de una especie en nuevas zonas, con un régimen de manejo diferente. De manera semejante, el material mejorado de crecimiento rápido puede requerir técnicas de vivero diferentes, menos (o más) medidas fitosanitarias, más espaciamiento y rotaciones más breves. Algunas especies pueden ser interesantes también para otros sitios, incluso aquellos donde la actividad forestal no podía competir antes con otras formas de uso de la tierra. La tarea del forestal consiste en lograr el máximo equilibrio entre estas variables para optimizar la producción. Proveniencias nuevas y mejores, o un material genéticamente perfeccionado, pueden alterar este equilibrio y producir efectos duraderos.

¿Por qué escoger frondosas? Al comparar las coníferas con las que no lo son, no se puede generalizar en cuanto a conveniencia, momento y lugar preferibles. En cada caso y para cada sitio hay que escoger entre muchas especies posibles, independientemente del hecho de que sean coníferas o no. Pero las frondosas tienen algunas ventajas particulares: muchas especies retoñan después de cortarlas o desmocharlas, de modo que se evitan los gastos de volver a plantarlas; se pueden hacer rotaciones breves o muy breves cortando troncos delgados continuamente; la corteza y las hojas sirven como forraje. Además, en sitios expuestos a la erosión y a deslizamientos de tierra puede ser más seguro dejar retoñar los tocones que volver a plantar. Son raras las coníferas que tienen estas ventajas. Una excepción interesante es Sequoia sempervirens. Sólo algunos géneros de frondosas pueden fijar el nitrógeno con los nódulos de las raíces. Las frondosas suelen ser más compatibles con la agricultura, se usan mucho en cortinas protectoras y bosques comunales y también para dar reparo, sombra, hojas forrajeras y frutos, y para fabricar utensilios.

Elección de las especies. Hay un acervo de información sobre las propiedades ecológicas de los árboles en las minimonografías presentadas a la Consulta de la FAO sobre Especies de Crecimiento Rápido, en los libros especializados sobre el eucalipto y el álamo y en los textos de silvicultura tradicionales. A voces la información se presenta sistemáticamente o en forma de listas de especies resistentes a los rigores ecológicos; por ejemplo:

· especies resistentes a las inundaciones periódicas: Fraxinus spp., Salix spp., algunos Eucalyptus spp., numerosos Populus spp., Liquidambar styraciflua et al.;
· especies relativamente resistentes a la salinidad (poca): Acacia spp., Robinia pseudoacacia, Ulmus pumila, Populus alba, algunos Eucalyptus spp., y otras;
· especies resistentes a los suelos áridos de regiones donde el invierno es frío: Robinia pseudoacacia, Ulmus pumila.

Este cúmulo de informaciones parece impresionante, pero observándolo de cerca se descubren sus lagunas, ya que es principalmente cualitativo y no cuantitativo. Por ejemplo, para determinar la especie mejor para un nuevo sitio, sólo se dan indicaciones sobre las que conviene ensayar, así que los ensayos de especies siguen siendo un imperativo.

El diseño de los ensayos de especies depende de la información que se desea obtener. Las comparaciones tipo arboretum y las plantaciones en hileras sólo pueden dar información cualitativa sobre la salud y la adaptación general al sitio. Si se necesitan datos cuantitativos sobre el rendimiento por hectárea hay que hacer los ensayos en parcelas repetidas. Las parcelas más grandes permiten estimar mejor el potencial de rendimiento, pero por razones de orden práctico hay que reducir sus dimensiones al mínimo. Una alternativa es repetir los ensayos dos o tres años consecutivos. En varios de estos ensayos se han observado «efectos anuales» considerables: una especie o procedencia que creció poco el año que se plantó por primera vez, se desarrolló mucho más cuando se volvió a plantar otro año. Esto podría deberse a factores del cultivo o del tiempo que hayan atrasado el comienzo del crecimiento después de plantarla, y producido efectos duraderos después.

Elección de las procedencias. No se puede separar del todo la elección de la especie de la elección de la procedencia. La mayoría de las especies arbóreas son genéticamente muy variables. La homogeneidad genética que se observa en Pinus resinosa y P. omorika, no existe sino en raras excepciones en las frondosas de la zona templada. Por desgracia se sabe poco acerca de su variación y de cómo se distribuye en el área de la especie o entre procedencias o en cada procedencia. Aunque una procedencia parezca homogénea a otra de la misma especie, muy bien puede tener un aspecto y un crecimiento totalmente diferentes. Incluso las especies que tienen un área de distribución natural reducida pueden ser muy heterogéneas genéticamente; por ejemplo, Alnus cordata (Ciancio, 1980). En muchas especies esta variación todavía no se ha estudiado y los ensayos resultan muy complicados. Evidentemente es imposible determinar la idoneidad de una especie basándose en una sola muestra. No se puede ensayar la especie sino sólo sus procedencias: una puede ser decepcionante y otra muy satisfactoria. Un ensayo de especies sensato tiene que abarcar varias procedencias prometedoras de cada especie, lo que aumenta inevitablemente la amplitud del ensayo.

Toda la gama de la variación geográfica de la especie tiene que probarse por separado en diversos lugares con condiciones ecológicas diferentes, empleando un gran número de procedencias. Hay que recolectarlas sistemáticamente en el área de distribución natural de la especie y a veces también fuera. Hay que analizar las interacciones entre las procedencias y los sitios; para esto se requieren un programa y una estrecha cooperación internacionales. Los resultados de estos estudios pueden muy bien demostrar que los anteriores ensayos de especies no abarcaban las procedencias pertinentes, de modo que no se justificaba el posible rechazo de cierta especie, por lo que había que volver a ensayarla empleando la(s) procedencia(s) mejor(es)

Mejora genética. Si en un programa de investigación y desarrollo de especies para plantaciones no se incluye la mejora genética, es probable que resulte descompensado. Es indispensable que el genotipo de una especie de plantación se adapte a las condiciones locales y a los fines perseguidos. La mejora genética de una especie puede combinarse con la plantación de huertos semilleros locales seguros, y puede empezar por la identificación de las procedencias mejores para el lugar. En un programa de mejora total de una especie introducida que dio buenos resultados y que consistía en la selección de árboles plus, la plantación de un huerto semillero y la determinación de la ganancia genética lograda, sólo más tarde se descubrió que otra procedencia diferente del área de distribución natural de la especie producía fácilmente más que el material mejorado. En cuanto a las especies que se han introducido hace mucho tiempo, conviene proceder a la mejora de material local «viejo», y realizar a la vez ensayos sistemáticos de las procedencias «nuevas» de su área de distribución natural. La experiencia ha revelado que el material a viejo D puede tener valor, aparentemente gracias a la selección natural, que con el transcurso del tiempo elimina algunos de los genotipos menos adaptados.

Durante la consulta se recomendó la mejora en sus diversas formas y por lo general se consideró factible la de muchas propiedades importantes como la resistencia a las enfermedades y a las plagas, el crecimiento rápido, la mejor calidad de la madera, las mejores características de las fibras, la mayor densidad de la madera, la mayor resistencia a la sequía, a la salinidad y a las heladas, el mejor arraigo de las estacas, la mayor capacidad de retoñar e incluso la mayor fijación de nitrógeno, como en Alnus. De manera semejante pueden mejorarse las cualidades necesarias para la agrosilvicultura. En algunos casos la multiplicación rápida del material genéticamente mejorado puede lograrse mediante la reproducción vegetativa que permite usar en gran escala genotipos raros superiores o especies híbridas. La «ganancia genética», o sea el grado de mejora genética logrado, puede ser muy grande y provocar una verdadera revolución en el cultivo de una especie. Por eso en la Consulta se recomendó encarecidamente investigar la facilitación de la reproducción vegetativa, pero también se hicieron notar los riesgos que se corren, sobre todo al reducir la base genética.

Vivero forestal en Sudán: ¿qué especies? ¿qué proveniencias? ¿qué sitios?

Diversificación. Hay varias regiones del mundo donde una sola especie, procedencia o clon se ha convertido en el material dominante o en el único que se planta. En estos casos la especie se da bien, crece y se planta con facilidad; los forestales han aprendido a manejarla y los clientes se manifiestan satisfechos. Otras procedencias pueden haberse ensayado o no, o pueden haberse hecho ensayos apresurados.

Aunque todos los interesados estén satisfechos, esta situación no es sana. El forestal debiera sentirse por lo menos incómodo al respecto; donde existe, conviene orientar la investigación al descubrimiento y desarrollo de otras especies y clones útiles para alcanzar los mismos objetivos. En lo posible debiera evitarse depender de una sola especie para las plantaciones, porque se crea así una situación rígida y sumamente vulnerable, en contraste con un mundo dinámico e imprevisible.

En primer lugar, el mercado puede cambiar. Por ejemplo, hoy sólo se puede plantar álamo 1-214 para una fábrica de paletas locales que necesita troncos de 35 cm de diámetro. Dentro de 10 ó 20 años, cuando los árboles plantados estén maduros, las necesidades pueden haber cambiado y nuevos clientes pueden haber reemplazado a los antiguos. En realidad la diversificación es una salvaguardia. La inseguridad e imprevisibilidad de los futuros mercados son poderosas razones para diversificar y satisfacer las necesidades relativamente inciertas del futuro, que debieran ser un estimulo para ensayar, aún en pequeña escala, muchas especies, procedencias y clones diferentes, a fin de encontrar algunas prometedoras, por lo menos para algunos de los sitios disponibles, aunque la producción total sea menor. El silvicultor debiera considerar la inseguridad de los mercados no sólo como un incentivo sino también como una oportunidad de plantar especies diferentes en sitios diferentes, cada una donde piense se dará mejor. Es un reto a su pericia profesional.

Estabilización de las dunas con Casuarina Equisetifolia en Viet Nam: toda nueva plantación es un albar

Una segunda consideración es que toda nueva plantación es un albur, especialmente si el sitio es «nuevo» o lo es la región. La decisión de plantar árboles suele tomarse con conocimientos insuficientes, antes de que la especie escogida haya demostrado ser sana, valiosa y conveniente durante toda una rotación. Existe el riesgo de que una especie decepcione cuando tenga más edad. por causas imprevisibles.

Las consideraciones biológicas llevan a las mismas conclusiones. El tráfico intercontinental de bienes, que aumenta siempre, acarrea la amenaza de que sigan introduciendo nuevas especies de parásitos o plagas devastadoras para los. árboles. Aunque un determinado parásito ya esté presente, la importación de una nueva cepa o variante puede causar un empeoramiento imprevisible de la situación. como sucedió hace poco cuando se introdujo una nueva cepa de la enfermedad holandesa del olmo en Europa (Gibbs, 1978). Es importante insistir en que este proceso es imprevisible por su índole. Algunos parásitos recién introducidos pueden no arraigar ni causar daños significativos en el nuevo ambiente. Pero un parásito puede prosperar en el nuevo país hospedante y causar a la misma especie daños mucho mayores que en el de origen. Por ejemplo, la roya europea Melampsora que se introdujo en Australia y Nueva Zelandia en el decenio pasado, puede matar allí álamos clonales similares a los que en Europa afecta apenas levemente. También puede producirse un virtual exterminio si el parásito encuentra en el nuevo continente una especie hospedante que carezca de resistencia, como sucedió cuando se introdujo en América del Norte el hongo del chancro del castaño.

Muchas de estas calamidades pueden prevenirse. El potencial de destrucción de la naturaleza está muy lejos de haberse agotado, pero es imposible prever dónde y cómo actuará, y en qué especie. El forestal tiene que prepararse lo mejor posible para estas contingencias. La cuarentena, por muy útil que sea, no puede excluir siempre a todos los enemigos de las plantas. La diversificación es la principal línea de defensa que el forestal puede edificar. No evita los riesgos. pero los dilata en el tiempo.

La diversidad interespecífica es muy eficaz: por ejemplo, no es probable que un eucalipto se vea afectado por el mismo parásito que causa perjuicios al pino. El mantenimiento de la variación genética dentro de una especie también es muy importante. En su mayoría, las especies arbóreas son genéticamente muy diversas, y con relativa frecuencia algunos especímenes se revelan resistentes a un parásito que causa graves daños a otros de la misma especie. Por eso la mayor vulnerabilidad se produce cuando se emplea un solo clon excluyendo los demás en una gran superficie. Para lograr el máximo de efecto debiera emplearse la diversidad genética estructurándola a diferentes niveles. Tomando el álamo como ejemplo y dada una situación flexible y relativamente segura, la diversidad genética a nivel de rodal podría lograrse produciendo variedades de plantines de se milla. El uso de mezclas multiclonales produce un efecto semejante, y muchos autores lo recomiendan (Schreiner, 1972; Libby, 1980). Los rodales monoclonales tienen algunas ventajas silvícolas y parecen aceptables para la populicultura en cierto grado (Kleinschmidt, 1979), siempre que la situación sea segura a los niveles más altos.

A nivel de región debiera haber mucha diversidad, de 10 a 20 buenos clones de diferentes antecedentes genéticos que se comercialicen y usen regularmente, ocupando los más comunes no más de un tercio del total de la superficie plantada de árboles. A nivel de país, la estación experimental debiera mantener ensayos con 100 ó 200) clones experimentales en diferentes sitios. Estos servirían de reserva para reemplazar los clones en circulación que hayan fallado y tengan que retirarse (Koster, 1980). A nivel continental y mundial, la conservación de genes debiera servir para procurar, conservar y mantener a disposición de los criadores material genético de valor potencial.

Cooperación internacional. La investigación forestal tradicionalmente ha fomentado la cooperación internacional. No es casual que la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO) sea uno de los organismos científicos internacionales más antiguos. Esto se debe a que la cooperación rinde, sobre todo en lo forestal. Al escoger la mejor especie o procedencia para un país determinado, lo mejor es hacerlo a nivel internacional.

Cada país debiera ensayar la especie o procedencia que ya ha dado buenos resultados en un país vecino. El intercambio de material vegetal y un acuerdo para realizar experimentos paralelos con materiales idénticos son los primeros pasos útiles en este proceso. En los ensayos realizados en países diferentes debieran usarse las mismas procedencias estándar. Estos ensayos dan mucha información: un estado del tiempo que en un país se observa sólo una vez cada 10 ó 20 años, puede ser común en otro; los experimentos realizados en éste pueden permitir a aquél abreviar el periodo de ensayo. Algunas enfermedades o plagas pueden ser más graves en otras partes; la experiencia acumulada puede sugerir cautela o confianza en cuanto a la probable utilidad de ciertos materiales vegetales en determinadas condiciones.

Como es lógico, nada puede sustituir los ensayos locales. Pero si se conocen los datos de los ensayos realizados en países vecinos, las interpretaciones de los resultados de los ensayos locales pueden hacerse antes, y las proyecciones sobre la posibilidad de utilizar ciertos materiales pueden ser más seguras. Mientras más paralelos sean los ensayos realizados en países diferentes, más firmes y detalladas serán las conclusiones obtenidas de su comparación. A veces se presenta la oportunidad de enmarcar o ampliar la cooperación en un plan internacional, para estudiar la variación geográfica de toda una especie. Se están realizando varios estudios semejantes bajo la égida de la IUFRO, y hay muchos otros por realizar. La cooperación internacional tiene claras ventajas porque permite ganar tiempo y adquirir más información. Como las series de ensayos internacionales pueden constituir una sana inversión en producción futura, hay buenas perspectivas de obtener financiamiento internacional. R

Referencias

1980, CIANCIO, O. Mini-monograph on Alnus cordata L. Consulta Técnica FAO/ IUFRO sobre especies arbóreas de frondosas de crecimiento rápido. FGB-79-6/4.

1978, GIBBS, J.N. Intercontinental epidemiology of Dutch elm disease. Ann. Rev. Phytopathol., 16: 287-308.

1979, KLEINSCHMIDT, J. Limitations for restrictions of the genetic variation. Silv. Genet., 28, 2-3: 61-67.

KOSTER, R. Comunicación personal. 1980

1980, LIBBY, W.J. What is a safe number of clones per plantation? (manuscrito).

1972, SCHREINER, J. Mass production of improved forest tree planting stock through synthetic varieties En Biology of rust resistance in forest trees. USDA, Misc. Publ. 1221: 571-590.


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