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Silvicultura energética


Estudio de la elección de lugares, de las necesidades de nutrientes y clones; técnicas y tratamiento para las plantaciones energéticas intensivas

Gustaf Sirén

GUSTAF SIRÉN participa en el Proyecto de silvicultura energética de la Universidad Sueca de Ciencias Agronómicas, Uppsala.

Existen dos formas extremas de silvicultura energética, y una serie de grados intermedios.

La silvicultura energética intensiva es una forma de aprovechamiento del suelo adaptada a condiciones en las que se prevé una escasez de tierra en el futuro. La producción anual se basa en especies leñosas de rendimiento excepcional que suelen crecer en masas cuya regeneración es vegetativa o en rotaciones cortas (de 1 a 10 años) repetidas, a las que se aplican técnicas agrícolas intensivas y de ordenación del ambiente, incluido el reciclaje de nutrientes. Al establecer grandes masas, se han de tener en cuenta las dimensiones probables de las futuras máquinas de cultivo y corta, para adaptar la geometría del espacio a la anchura de los carriles y a los mecanismos de corta. Para conseguir suficiente rentabilidad a todos los niveles, desde los bosques en granjas hasta los proyectos en gran escala, es necesario obtener un promedio alto de energía neta por unidad de superficie y de tiempo. Como el costo de la mano de obra puede ser enorme, la productividad ha de ser suficientemente elevada para que los precios del producto sean competitivos con el petróleo y otros combustibles comerciales.

Casi todos los aspectos de la silvicultura energética extensiva se asemejan a los de la convencional, salvo que se explotan incluso las masas de monte bajo de escasa calidad y crecimiento rápido ya existentes o bien cultivadas expresamente con el único fin de producir energía. La rotación puede variar entre 10 y 30 años, en función de la especie y de las condiciones del lugar. Las técnicas de corta son muy semejantes a las de la silvicultura convencional.

La silvicultura energética tiene como meta la obtención de materia prima para producir una cantidad determinada de energía, con la mayor rentabilidad posible y las menores repercusiones negativas sobre el ambiente. Una explotación acorde con el equilibrio ecológico puede contribuir además a la recuperación de algunos lugares dañados por abusos anteriores. Salvo en el caso de las granjas y de otras explotaciones menores, la introducción de la silvicultura energética-especialmente en gran escala-exige una planificación que garantice al productor las entregas anuales del material. En la silvicultura energética intensiva en gran escala, lo ideal es que las parcelas de producción funcional sean de más de 1-2 hectáreas. En la extensiva, el límite inferior para un agricultor puede ser simplemente una sola masa o grupo de árboles, si la producción de energía coincide con su demanda media a largo plazo. Si la única actividad en la que se consume energía es la fabricación de carbón vegetal, pueden bastar unos centenares de metros cuadrados de masa de alto rendimiento en régimen de cultivo intensivo para producir la energía anual necesaria.

Disponibilidad de terreno

Entre los requisitos básicos de la silvicultura energética en gran escala, la disponibilidad de terreno es fundamental. Los bosques energéticos tienen que competir en muchos casos con la agricultura y otros destinos de la tierra. Los tipos de terreno más fácilmente disponibles para la explotación forestal, debido a su escasa utilidad para la agricultura, son los siguientes: tierras cultivables abandonadas; montes bajos de mala calidad, poco o nada utilizados; zonas costeras o ribereñas de juncales o cañaverales; terrenos salinos; laderas de montañas; zonas secas; lodazales; otros terrenos baldíos. Pocos de éstos se prestan a una explotación intensiva de rotación corta, cuyos factores limitantes pueden ser de origen químico, topográfico o climático. En muchos casos son mayores las posibilidades de la silvicultura energética extensiva.

Cuando el costo de las fuentes alternativas de energía es demasiado alto y en determinados lugares se prevé una producción elevada de madera, puede convenir destinar los terrenos a bosques energéticos, y desplazar la agricultura a otros sitios, sobre todo si los bosques energéticos se pueden concentrar en las proximidades de las zonas de consumo para reducir de manera considerable los gastos de transporte. Cuando la tierra escasea, es importante asegurar la máxima producción de energía por unidad de superficie y de tiempo, dejando terreno libre para la agricultura o para la conservación de los ecosistemas naturales.

El terreno aluvial de los valles fluviales con inundaciones estacionales, constituye un caso distinto. Las inundaciones pueden impedir el cultivo de plantas herbáceas anuales de escasa altura, pero se podría obtener un rendimiento muy alto con árboles de géneros como Alnus, Salix, Populus y Platanus.

Otra posibilidad consiste en combinar árboles destinados a energía con cultivos agrícolas, corno forma especial de agrosilvicultura, en la que los árboles formarían cortinas protectoras o cortavientos; o bien se los puede mezclar más con cultivos agrícolas, tal como se hace con Populus en el valle del Po, en Italia. El tipo y ubicación de los bosques energéticos dependerán de un examen detallado del valor relativo de la producción de energía respecto de otros usos del terreno, y variarán en función de las condiciones locales.

APILADO DE LINGOTES EN LA ACERÍA MALAYAWATA DE PRAI, MALASIA fundidos con la energía del carbón de gomero

Biología de la producción

El éxito de la silvicultura energética depende de la obtención del máximo rendimiento sin perjuicios para la productividad del lugar a largo plazo. Las cuestiones básicas de la producción de biomasa son siempre idénticas: ¿cuáles son los factores subóptimos?; ¿qué medidas de mejora resultarán positivas?; ¿con qué cultivo se obtendría el mayor rendimiento de materia seca?; ¿dará resultados económicamente aceptables un análisis de insumos-producción? Para que la producción real de biomasa se aproxime al máximo teórico permitido por la radiación solar, se han de dar simultáneamente muchas condiciones climáticas y edáficas. Es poco lo que se puede hacer en cuanto a la mejora del clima; el riego es un modo de mejorar sus efectos, pero suele resultar caro. La elección de lugares favorables puede neutralizar en parte los inconvenientes climáticos.

Factores edáficos

Los principales elementos que condicionan un buen crecimiento son el suelo, los minerales, la materia orgánica, agua y gases del suelo, en proporciones y cantidades óptimas en relación con las necesidades del cultivo. Para mantener un nivel elevado de calidad de un lugar durante largo tiempo, es necesario comprender la naturaleza dinámica del sistema suelocultivo. Hay que compensar las pérdidas de nutrientes debidas a la cosecha y favorecer el complejo proceso del reciclaje de nutrientes, por medios como el ajuste del pH del suelo.

Acidez. En la silvicultura energética intensiva es imprescindible la consecución de un pH próximo al óptimo. La gama más apropiada está entre 5,5 y 6,0 para las especies de árboles latifolios de crecimiento rápido; sin embargo, hay especies que crecen bastante bien a 4,5-5,5. Un pH inadecuado impedirá el crecimiento de las raíces y hará que disminuya la absorción de iones.

La aplicación de fósforo (P) a suelos muy ácidos es casi inútil, debido a su afinidad de precipitación con el hierro (Fe) y el aluminio Al En condiciones ácidas se acentúa la lixiviación del potasio (K) y del magnesio (Mg) y se impide la descomposición de la materia orgánica. Con un pH bajo se acumulan fácilmente cantidades tóxicas de manganeso (Mn). En cambio, con un pH demasiado alto disminuye el P disponible; en este caso la precipitación se produce con el calcio (Ca). Con un pH demasiado alto siempre hay escasez de boro (B), Mn y Mg.

Nutrientes y fertilización. Hasta ahora, la fertilización aplicada a la silvicultura se basaba generalmente en la escasez supuesta o prevista de NPK en suelos minerales, y de PK y algunos micronutrientes en turberas. La dosificación se calculaba en función de la experiencia adquirida a través de experimentos; las pérdidas por lixiviación suelen superar el 50%. En silvicultura, el análisis de la disponibilidad de nutrientes en el suelo y el correspondiente ajuste de las relaciones y dosificación de los componentes se siguen considerando una extravagancia científica, mientras que la agricultura moderna ha comenzado ya a utilizar conceptos como análisis normalizados de nutrientes, fertilización, composición y dosificación óptimas, ciclos del nitrógeno y del carbono y recirculación de nutrientes.

En la silvicultura energética intensiva es necesario reducir al mínimo el riesgo de pérdidas de nutrientes para asegurar la absorción ininterrumpida de los esenciales. La mejor garantía es un aporte de nutrientes adecuado pero no excesivo. Para asegurar los nutrientes idóneos, es necesario conocer la disponibilidad a largo plazo de cada uno, así como la demanda específica de la especie en cuestión a un ritmo óptimo de crecimiento. Los fertilizantes se deben mezclar de manera que se adapten a las condiciones locales del suelo que influyen en la disponibilidad de los nutrientes. La manera más eficaz de suministrar nutrientes a la planta es que las raíces absorban directamente del suelo los iones de la solución, por lo que se ha de estudiar detenidamente la utilización de agua como portadora de fertilizantes a baja concentración, al menos cuando se dispone de agua dulce (o salobre). Los intervalos de aplicación pueden variar de una a cuatro semanas, en función de las propiedades del suelo y el clima local. Es evidente que los costos deben ser cubiertos por una producción mayor: si el régimen de agua del suelo es satisfactorio sin necesidad de acudir al riego, una alternativa considerablemente más barata consistirá en un pequeño número de aplicaciones de superficie con granulados adecuados que contengan todos los nutrientes necesarios durante el año.

Merece especial atención el sistema de reciclaje de nutrientes en un bosque energético de manejo correcto. Hay que compensar la pérdida de nutrientes que se produce en la corta misma, así como otras pérdidas por lixiviación y consumo animal. En el caso de la corta, la mejor manera es devolver al suelo las cenizas (si se dispone de ellas como producto de transformación) y añadir la diferencia-principalmente N y K-a la fertilización del primer año después de la corta. Una fertilización equilibrada y bien programada favorecerá también la descomposición (es decir, mineralización) de la hojarasca, que tiene una función esencial en los sistemas de reciclaje. Uno de los problemas todavía no solucionados es la manera de controlar la velocidad de descomposición para evitar una movilización demasiado rápida con la consiguiente lixiviación.

Aporte de nitrógeno. El nitrógeno es un macronutriente esencial para los órganos más vitales de las plantas. Una escasez grave de N reduce la producción de materia seca, pero también la aplicación excesiva es a menudo causa de importantes daños, tanto para el terreno, al ser arrastrado hacia el agua subterránea, como para el mismo cultivo. El manejo del nitrógeno como fertilizante exige un gran cuidado.

Desde el punto de vista de la silvicultura energética y la rotación corta, el N no sólo es el elemento nutriente biológicamente más importante, sino también el más caro y el que más energía consume en el proceso de producción. Si el N necesario en un bosque de rotación corta y alto rendimiento bien manejado pudiera obtenerse por fijación biológica, disminuiría el consumo de energía no solar, aumentando de manera considerable la producción neta. Mientras no se desarrollen técnicas funcionales para la fijación biológica, habrá que utilizar fertilizantes.

La absorción de N por las raíces es tan eficaz que las dosis han de ser bajas y bien distribuidas a lo largo de la primera parte de la estación de crecimiento. La absorción total de la cosecha se puede calcular con la ayuda de datos sobre la producción de biomasa y el porcentaje de N en los principales elementos de los árboles. Por ejemplo, el contenido medio de N en las hojas, corteza, raíces y madera en masas de alto rendimiento de Salix es respectivamente del 3-4%, 1-2%, 1-3% y 0,4-0,6%. La descomposición de la hojarasca, y especialmente los procesos de fijación simbiótica de nitrógeno, reducirán la demanda anual de N adicional en forma de NO-3 a 80-200 kg/ha. En experimentos de campo realizados en Suecia se aplicó fertilizante a Salix en cuatro ocasiones, tanto al comienzo como a la mitad de la estación de crecimiento, y se obtuvo una producción de materia seca cosechable en la madera del tronco tres o cuatro voces mayor que la de parcelas no sometidas a tratamiento, lo cual debe cubrir con creces los costos de la aplicación.

El objetivo de la aplicación de otros nutrientes es conseguir una solución óptima de los mismos: la aplicación de Ca y Mg a suelos ácidos para mejorar el nivel de pH, simplifica el procedimiento de fertilización.

PLANTACIÓN ENERGÉTICA DE CHANGA MANGA, PAKISTÁN más que centenaria, y más productiva y valiosa que nunca

Humedad del suelo. En las regiones secas, como la del Mediterráneo, el agua es a menudo el más decisivo factor limitante del crecimiento. La aplicación-cuando posible-de riego intermitente programado de manera que la escasez de agua no altere las funciones de los estomas, dar siempre buenos resultados. Su combinación con una nutrición transportada por el agua permitiría alcanza la máxima producción.

Salinidad y toxicidad del suelo. Hay suelos salinos sumamente favorable para los cultivos energéticos. Con frecuencia tienen la ventaja de una topografía llana que facilita el desbroce Sin embargo, la concentración de determinados iones alcanza muchas veces valores tan altos que se convierte en tóxica para la mayoría de las plantas superiores. La salinidad impide la absorción de agua y de nutrientes, salvo de los que están en exceso. Israel cuenta con una experiencia muy útil en métodos para mejorar el rendimiento de suelos salinos.

Los depósitos de fango y de material procedente de las minas proporcionan otro tipo de ubicaciones para la repoblación forestal destinada a la producción de energía, pero su adaptación es muy difícil. Es necesario investigar las posibilidades de neutralizar la toxicidad por medio de un tratamiento químico de las especies de árboles tolerantes a los metales pesados y el uso de plantas herbáceas metalofíticas en combinación con los árboles o bien como preparación para su cultivo.

ACARREO DE LEÑA EN KATHMANDÚ la fuente tradicional de energía utilizada por la mayor parte de la población del mundo

Sistemas de cultivo

Los bosques energéticos de alto rendimiento exigen un cultivo intensivo en la fase de establecimiento, lo que supone un gran consumo de energía, si bien sólo en los primeros años. En fases posteriores no es necesario un monocultivo con control de las malas hierbas, con tal que desde el principio se haya establecido una masa vigorosa. Si los árboles se regeneran a partir de brotes de cepa, el establecimiento de nuevas masas para la segunda rotación y las posteriores exigirá muy poco cultivo.

Labranza. El laboreo del suelo puede favorecer la cosecha y su aprovechamiento de varias maneras. Las ventajas de una superficie uniforme para las máquinas cortadoras son evidentes. El laboreo puede contribuir también a una mejora ecológica del lugar.

Por ejemplo, un aumento del aporte de oxígeno a las raíces en suelos compactos o saturados de agua influye de manera decisiva en el aumento del rendimiento. Por otra parte, las conocidas ventajas de la agricultura sin labranza se mantendrán durante el resto de la rotación (20-30 años) si la fase de establecimiento es correcta en todos los aspectos. Hay que comparar el costo de una serie de medidas de mejora del lugar con el valor potencial del aumento del rendimiento futuro, aplicando un porcentaje de amortización apropiado.

La ventaja más evidente de la labranza es la reducción de las malas hierbas, especialmente las de raíces profundas. También contribuye a la obtención de otras mejoras: hace que se intensifique la actividad microbiológica facilitando la penetración de oxígeno, y favorece la filtración del agua superficial y de lluvia hasta estratos más profundos, aunque en algunos casos el régimen hídrico puede verse alterado por un aumento de la evaporación. En este sentido es necesario estudiar cada caso por separado. El laboreo influye de manera negativa sobre el contenido de nitrógeno, pero la pérdida se produce únicamente durante el año de establecimiento; en la rotación larga total, la aplicación del sistema sin labranza permite aprovechar bien el nitrógeno.

Un régimen de tratamiento apropiado del suelo en la fase inicial de establecimiento de la masa permite mejorar lo siguiente:

· aireamiento y actividad bioquímica del suelo;
· filtración de la lluvia a las capas más profundas;
· regulación del pH y, en algunos casos, de la aplicación de nutrientes;
· condiciones de plantación, especialmente cuando se usa equipo muy moderno;
· uniformidad de la superficie, que permitirá reducir los daños sufridos por las herramientas durante las operaciones de corta.

Lo más importante es que el laboreo constituye un método eficaz de destrucción de las malas hierbas tanto profundas como superficiales.

La profundidad de la labranza depende de las características de enraizamiento de la plantación. La programación depende del régimen de precipitaciones y del tiempo necesario para que se restablezca la capilaridad del suelo.

Control de las malas hierbas. Existen varios métodos para el control de las malas hierbas: cultivo (barbechar, etc.); recubrimiento con materia orgánica; cultivo de plantas protectoras; fumigación del suelo; control biológico; sombra (con la ayuda de espaciamiento); herbicidas. La elección dependerá de las condiciones locales. Si se dispone de herbicidas inocuos para el medio, el costo de la lucha contra las malas hierbas durante la fase de establecimiento puede ser bajo, especialmente si se barbecha después de la primera aplicación y se tratan con herbicida las hierbas ya nacidas una o dos semanas antes del establecimiento de la masa, en el caso de que los árboles sufran el contacto directo con la sustancia. El uso de herbicidas químicos exige la presencia de personal entrenado y especializado.

Hay que seleccionar con mucho cuidado el producto, y se ha de programar la aplicación de acuerdo con las condiciones atmosféricas y el desarrollo de las malas hierbas, teniendo en cuenta también el desarrollo de las plantas cultivadas si se aplica después de haberlas plantado.

De los otros métodos alternativos, se ha utilizado con éxito el cultivo de plantas protectoras (por ejemplo la calza en el Reino Unido); los experimentos realizados con leguminosas en Suecia prometedores. El control biológico es un método especializado que se puede aplicar sólo a pocas especies. La quema y la inundación no son aconsejables.

El recubrimiento es una técnica que permite mantener las malas hierbas muertas sobre la superficie del suelo, donde se descomponen gradualmente y se integran en el ciclo de nutrientes del lugar. Las cubiertas orgánicas añaden tan o nutrientes como materia física al suela. Los efectos más importantes del recubrimiento, especialmente en zonas semiáridas, son la retención del agua, la disminución de la evaporación y la prevención de la formación de una costra superficial cuando se producen precipitaciones intensas. Por otra parte, el recubrimiento diminuye el riesgo de erosión y facilita la penetración de las raíces a través de los estratos superiores del suelo, debí' lo a las mejores condiciones de humedad cerca de la superficie. Existen numerosos métodos de recubrimiento combinado. En las zonas semiáridas hay que prestar especial atención a las técnicas de ahorro de agua. En este sentido puede ser interesante el concepto de cultivo mínimo-recubrimiento vertical, desarrollado en Texas y Colorado (Estados Unidos): e recubrimiento se concentra en ranuras situadas en el fondo de pequeñas canaletes dispuestas a intervalos apropiados para el cultivo en hileras.

El aumento de rendimiento confirma la eficacia de este método de ahorro de agua.

Una ve establecida la masa, el efecto de sombra de la cubierta de las copas-que depende del espaciamiento-aducirá considerablemente la supervivencia de las malas hierbas. La caída de abundante hojarasca contribuye al ciclo de los nutrientes, al control de las malas hierbas y a la retención le humedad. Finalmente, una preparación eficaz del terreno que destruya 1; s malas hierbas antes del establecimiento de la masa, constituye el método más fácil para ahorrar dinero e incrementar el rendimiento de las futuras cosechas.

Rotación y espaciamiento. La energía obtenido a partir de especies que brotan de cepas dependerá de una rotación y espaciamiento adecuados, que satisfagan las exigencias de una productividad óptima de biomasa y, al mismo tiempo, una rentabilidad económica máxima.

Para obtener la mejor combinación de espaciamiento y rotación, hay que tener en cuenta una serie de factores ecológicos, genéticos y de otra índole, tales como la respuesta a cambios en la disponibilidad de agua y nutrientes, la capacidad de rebrote, la densidad de la madera según la edad, la estabilidad de los brotes ya desarrollados, y hasta la urgencia de reducir la dependencia del petróleo.

El espaciamiento de las especies de rotación media o larga no es muy distinto del de la silvicultura convencional; sin embargo, cuando las condiciones ecofísicas son mejores y se aplica un programa de aclareo intensivo, puede justificarse una densidad mayor de la normal, por lo menos en regiones donde las distancias de transporte son cortas.

En las especies y clones cuya característica es la rotación corta se puede variar bastante la intensidad. Las rotaciones muy cortas (2-3 años) son posibles, pero si el espaciamiento es demasiado pequeño pueden ser afectadas por el retraso en los clones de recolección. El número de cepas en masas funcionales (por ejemplo Salix) puede variar entre 5 000 y 20 000 en los casos extremos.

La geometría del espaciamiento se debe acomodar a las máquinas utilizadas para la plantación, eliminación de malas hierbas, fertilización y recolección, con el fin de asegurar un funcionamiento eficaz sin dañar las cepas o los brotes.

Las filas dobles próximas (70-100 cm) con márgenes de seguridad en el espacio entre cada par equivalentes a la anchura de los carriles, ofrecen buenas perspectivas tanto desde el punto de vista de la productividad de la biomasa como del funcionamiento de la maquinaria.

Las mezclas de clones para evitar los riesgos biológicos de los grandes monocultivos merecen especial atención, aunque los datos experimentales obtenidos son todavía escasos.

Elección de especies y clones

No se pueden analizar los factores edáficos y el cultivo sin tener en cuenta la elección de la especie y genotipo que se va a utilizar en un bosque energético. No existe una «especie universal » pero al seleccionar una destinada a la producción de energía hay que tener en cuenta una serie de características deseables. Algunos factores que hay que considerar son la adaptabilidad, la facilidad de explotación, el aprovechamiento, el ambiente.

Adaptabilidad. La especie ha de poder sobrevivir y mantenerse sana en el lugar elegido y con el sistema de cultivo aplicado. Tiene que adaptarse a las condiciones climáticas y edáficas locales, incluidas sus deficiencias, y ofrecer resistencia a las plagas, enfermedades y otras fuentes de daño locales. Ha de tener una alta producción de biomasa en rotaciones cortas En lugares áridos y secos no se puede esperar de ninguna especie un rendimiento tan alto como el que daría en mejores condiciones; sin embargo, hay especies que gozan de una notable capacidad de adaptación a lugares áridos. No sólo sobreviven, sino que aprovechan con gran eficacia el agua disponible por unidad de materia orgánica producida. Entre los árboles, son bien conocidas por esta propiedad algunas especies de eucaliptos; entre las plantas energéticas, es considerable el potencial de las plantas oleaginosas y de cancho que crecen en zonas semidesérticas.

Facilidad de explotación. El establecimiento, la explotación y la regeneración de la plantación son más fáciles si existe un suministro local amplio y regular de semillas, o si la especie se puede plantar por estacas, se puede manejar fácilmente en el vivero y al llevar a cabo la plantación, y se regenera sin dificultades por brotes de cepa. Se deben preferir especies sin defectos tales como deformaciones excesivas o demasiadas espinas, que dificultan la recolección.

Aprovechamiento. En los bosques energéticos, el valor calorífico de la madera es una de las características más importantes. El peso específico del árbol cuando está demasiado seco y su contenido en humedad cuando está verde influyen mucho sobre el valor calorífico. La producción de los bosques energéticos se expresa actualmente en toneladas de peso seco/ha/año. Las diferencias de lugares, cultivo y edad pueden producir cambios fundamentales en el peso específico. Cuando se trata de leña para uso doméstico, interesa que sea fácil de partir y no desprenda chispas ni malos olores. En algunas especies es posible el aprovechamiento secundario de las hojas para forraje, o de las flores para miel.

Ambiente. Hay que procurar conservar o mejorar el ambiente local. La mayoría de las especies son beneficiosas porque proporcionan abrigo y sombra y contribuyen a estabilizar el suelo. Los géneros fijadores de nitrógeno, como Alnus o Robinia, pueden desempeñar un papel importante en la mejora de la fertilidad del suelo o la disminución de la necesidad de fertilizantes artificiales.

Muchos géneros de plantas latifolias proporcionan una excelente combinación de adaptabilidad, crecimiento rápido, peso específico alto y capacidad de regeneración por brotes de cepas o estacas. Se puede mejorar todavía más la proporción consumo/producción de energía, seleccionando las procedencias o clones más adaptados de cada especie, esta posibilidad se ha apenas comenzado a investigar en la mayoría de los géneros de plantas latifolias de las zonas templadas y del Mediterráneo.

El éxito de la silvicultura consiste en obtener el máximo rendimientos sin donar el sitio.

Mantenimiento de la productividad del lugar

Durante más de un siglo se han realizado investigaciones sobre el mantenimiento de la productividad del lugar, y se han establecido algunos principios:

1. Entre las fases de establecimiento de sucesivas rotaciones, pueden producirse cambios en las características del suelo-y por consiguiente en su productividad-debidos a la propia masa; por ejemplo, por la descomposición de la hojarasca y los efectos de la formación de las raíces, o por elementos del cultivo como la fertilización y el uso de maquinaria. Al seleccionar los sistemas de cultivo hay que tener en cuenta sus posibles efectos a largo plazo sobre el suelo: por ejemplo, si se ara o rastrilla con frecuencia, se pueden producir pérdidas de nitrógeno.

2. Un elemento importante es el difícil equilibrio entre el agua y el oxígeno en los poros del suelo. La escasez de humedad altera el funcionamiento de los estomas, y su exceso afecta a la absorción de nutrientes por las raíces. Para evitar el apelmazamiento de los suelos bien cultivados, el vehículo más pesado no debe superar los 200 g/cm2.

3. Es importante conocer los ciclos del nitrógeno y del carbono para controlar la fertilidad del suelo. Hay que tener cuidado de evitar la lixiviación al agua subterránea del nitrógeno aplicado en exceso. El crecimiento de la superficie foliar sirve de orientación para corregir las dosis.

Potencial de producción

La producción de biomasa en los bosques energéticos de explotación intensiva varía mucho en función de la especie, clon, lugar y cultivo. En Suecia se considera que 12-15 t/ha/año es el mínimo para justificar los bosques energéticos funcionales. Más al sur, en la región del Mediterráneo, la mayor duración de la temporada de crecimiento debería dar como resultado en teoría una mayor productividad, pero la insuficiencia de humedad del suelo durante el período cálido y seco del verano limita el rendimiento si no se dispone de riego. En realidad, es posible que no exista mucha diferencia entre estas dos zonas. Tal vez se podría obtener una producción considerablemente más alta en lugares como las zonas de clima atlántico del norte de España y Portugal. La explotación intensiva de los bosques energéticos está dando todavía los primeros pasos' y los datos sobre previsiones de rendimiento son aún demasiado escasos.


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