Los bosques que recubren vastas áreas de la tierra han degenerado lentamente durante muchos decenios, y aún siglos para algunas localidades, por la acción conjunta de quienes recogen leña y forraje y por la agricultura del tipo de volteo y quema. Esta degeneración se ha acelerado en los últimos tiempos, inicialmente por el aumento de la población agravado por las guerras, por las revoluciones, por los flujos y reflujos de refugiados y por el creciente precio del kerosene. El abastecimiento de leña y de forraje-sobre los que dependen 1,5 mil millones de personas- presenta en estos momentos problemas comparables, en muchos de los países de la zona subtropical, al problema de la provisión de alimentos. El resultado ha sido desastroso en muchas localidades. Los bosques se han retirado frente al ataque furioso por parte del hombre y de los animales, y la erosión se ha vuelto siempre más aguda. Frente a una insuficiencia de leña, se quema como combustible el estiércol animal con la resultante pérdida de fertilizantes y caída dramática de los rendimientos agrícolas.
NAS (1980) estima que hay en el mundo 0,6 billones de hectáreas de tierras forestales áridas y semiáridas con menos de 500mm de lluvia anual y de otras tierras en regiones tropicales, estacionalmente secas con seis o más meses totalmente sin precipitación. La escasez de leña es más aguda en esta región para los países en desarrollo habitados por algo así como 450 millones de “población de zona seca”. La deforestación de los ecosistemas conduce a menudo a la desertificación y es un fenómeno que aumenta rápidamente. Se debe actuar rápida y vigorosamente para proteger, conservar y utilizar con eficiencia los recursos naturales existentes en estas áreas acelerando los programas de forestación.
Los problemas de la deforestación en zonas áridas y semiáridas han sido reconocidos por el Cuadro de Expertos de la FAO en Recursos Genéticos Forestales, quienes recomendaron una inmediata intervención en explorar, cosechar, evaluar, conservar y utilizar los recursos genéticos de especies arbóreas para combustibles, alimento, forraje, estabilización del suelo, sombra, abrigo y huertas forestales (FAO 1974b, 1977).
El Cuadro de Expertos redactó también una lista limitada de especies prioritarias que se ajustan a estas categorías (ver Anexo 1). Sobre las bases de las recomendaciones hechas por el Cuadro de Expertos y con la ayuda financiera del Consejo Internacional de Recursos Fitogenéticos (CIRF), el Departamento de Montes de la FAO inició en 1979 un proyecto para conservar y para usar mejor los recursos genéticos de las especies arbóreas a fin de mejorar la vida rural, dándose mayor peso a las especies productoras de leña (FAO 1980). Los objetivos principales del Proyecto para Leña FAO/CIRF, del cual este manual es un componente, deben ser implementados como elemento catalítico para remediar la grave falta de información genética sobre especies de zonas áridas y semiáridas, y para ayudar los países en la aplicación práctica de cualquier resultado que pueda surgir en el curso del mismo (Palmberg 1981).
Las acacias predominan en las discusiones y en las listas de las especies productoras potenciales de leña, puesto que ellas reúnen muchas de las características deseadas (FAO 1977; Burley 1980; NAS 1980; Moss y Morgan 1981). En términos muy generales, y de acuerdo con las especies consideradas, las acacias son plantas robustas, de amplia dispersión, frecuentemente adaptadas a ambientes sufridos. Ellas crecen relativamente rápido, se regeneran pronto por tallar y son una fuente de nitrógeno en los ecosistemas forestales. Muchas de ellas son de gran valor forrajero y en las zonas áridas desempeñan un papel importante para el ramoneo. La madera es útil como combustible, para postes de alambrado y postes largos, mientras los árboles proporcionan sombra y abrigo, siendo importantes en la conservación del suelo. En virtud de estos méritos y en conformidad con las recomendaciones del Cuadro de la FAO y los deseos expresados por los colaboradores potenciales, el Proyecto Forestal FAO/CIRF ha asignado prioridad a la exploración, colección y conservación de pocas especies selectas de los géneros Acacia, Eucalyptus y Prosopis (FAO 1980).
Las especies de Acacia que han sido elegidas para ser profundizadas son A. albida, A. aneura, A. caven, A. nilotica, A. senegal y A. tortilis. En el Anexo 2 se presenta una breve discusión sobre cada una de ellas.
Todas las especies de Acacia elegidas tienen una amplia dispersión y diferenciaciones con problemas taxonómicos asociados (Ross 1979, Hall et al. 1979). Se requieren exploraciones tanto botánicas como genecológicas para dar una base sólida a su utilización y conservación eficiente. La adecuada selección de semilla de oportunos rodales puede determinar en última instancia el éxito o fracaso de cualquier proyecto de reforestación. El dinero gastado en la selección cuidadosa de las fuentes semilleras representa una sana inversión a largo plazo. Es esencial prestar correcta atención a la recolección de semilla, a la extracción, almacenamiento y a los tratamientos previos a la siembra. Una evaluación equivocada de la madurez de la semilla, métodos ineficientes de su recolección, la extracción descuidada de la semilla, el control inadecuado de las condiciones de almacenamiento o los tratamientos inapropiados para estimular la germinación tendrán por consecuencia una semilla más cara de baja viabilidad, reduciendo su vida en almacenamiento.
El objetivo de este manual es resumir las experiencias sobre la recolección de semilla, extracción, limpieza, tratamientos protectivos, almacenamiento y tratamientos precedentes a la siembra con las acacias de las zonas secas y especialmente con aquéllas identificadas en el Proyecto Forestal FAO/CIRF. Los dos primeros capítulos sobre hábitos, taxonomía, presencia, ecología y biología reproductiva son para introducir al lector al género. El manual está destinado a, y como medio de capacitación para, el personal directamente partícipe en la etapa del Proyecto de la exploración y de la colección.
