Página precedente Indice Página siguiente


Perspectivas

Pia Bergman, técnica forestal, trabaja en el Centro de Desarrollo Rural Internacional de la Universidad de Ciencias Agronómicas de Uppsala, Suecia.

Perspectivas

Una especie polivalente: La mujer

· El personal forestal, como los médicos, prefiere hablar en latín y clasificar el entorno según sus sistemas de raíces superficiales o profundas, capacidad de fijar el nitrógeno, rendimiento y posibilidad de usos múltiples. Debido a la crisis de la dendroenergía, los técnicos forestales conceden hoy día especial atención a especies que se dan fácilmente en suelos con pocos nutrientes y sobreviven en medios difíciles. Una investigación científica innovadora en este terreno ha identificado recientemente una especie que puede ser un factor fundamental para combatir la crisis de la energía: la mujer.

La investigación aplicada demuestra que la «especie mujer» tiene una capacidad extraordinaria para adaptarse bien a lugares diferentes, que arraiga fácilmente, requiere pocos cuidados, se renueva con un tratamiento adecuado y tiene un potencial elevado para promover el desarrollo económico. Además, la especie es indígena en casi todas las partes del mundo, y no requiere un medio ecológico fijo. El rendimiento varia según la región y la fertilidad del suelo, pero en general la mujer debe considerarse como una especie ideal en zonas de escasa fertilidad que padecen escasez de energía.

Parece que la especie se conoce localmente desde hace mucho tiempo, pero se ha usado sólo para actividades domésticas y no ha adquirido una gran reputación. Sin embargo, los ensayos de laboratorio indican que esta especie puede dedicarse a fines múltiples y es muy útil en varios sectores, particularmente en la silvicultura. El tema se ha tratado ya en vatios simposios. Sin embargo, el hecho de que la infrautilización actual de la especie sea casi escandalosa puede explicarse probablemente por las rivalidades territoriales o las discrepancias entre los expertos.

Se han hecho algunos intentos de introducir a la mujer en los departamentos forestales de los países en desarrollo. Hasta ahora, la reacción es cortés, pero un tanto escéptica, en lo que se refiere a la finalidad de esos intentos. La flora existente se considera suficiente para asegurar el equilibrio vegetativo. Introducir un nuevo elemento perturbaría los sistemas tradicionales de ordenación y requeriría un inventario botánico, y más tarde, el establecimiento de viveros especiales para cultivar plántalas de la especie. Esa empresa se considera revolucionaria y demasiado costosa.

No puede negarse que técnicos forestales muy calificados con experiencia internacional comparten esos temores y aprensiones. Debido a su estructura genética, la mujer puede ser agresiva y de crecimiento rápido, y debe cultivarse sólo en zonas de gran escasez de energía, y sobre todo en lugares donde el clima y las condiciones del suelo son difíciles. En medios más acogedores, donde no hay una escasez grave, esas plantas potencialmente invasoras sólo deben introducirse con sumo cuidado. La amenaza de que se conviertan en malezas es muy grande.

Sin embargo, los países donantes no parecen percatarse de la renuencia de algunos sectores, y ahora incluyen frecuentemente a las mujeres en las propuestas de proyectos para fomentar sistemas alternativos de producción de energía a bajo costo.

Como un gesto para compensar al personal forestal tradicional por esta combinación heterodoxa, se ha sugerido el uso del latín como medio de comunicación a nivel de campo.

Beneficios de la silvicultura - para las mujeres

Gloria L. Scott, jamaicana, es asesora del Banco Mundial en cuestiones relacionadas con la mujer y el desarrollo.

· A mi juicio, el sector forestal refleja muy bien la nueva tendencia a conceder préstamos para proyectos orientados hacia la población. Varios factores contribuyeron a este cambio. Entre ellos, era importante el reconocimiento de que la deforestación estaba alcanzando proporciones alarmantes en todo el mundo, que la conducta de la población la estaba agravando y que la función de la mujer era importante para cualquier cambio.

· ¿Quién pasaba largas horas respirando humos acres de fuegos de leña y de otras materias vegetales en hogares abiertos destinados a guisar y a producir calor y luz?

Las mujeres.

· ¿Quién dedicaba horas a recoger leña, cada vez más lejos de la vivienda?

También las mujeres, junto con los hijos (en la mayoría de los casos muchachas).

· ¿Quién apacentaba los animales en tierras ya peladas o sometidas a un pastoreo excesivo, y quién tenía que arrancar los brotes suculentos a fin de usarlos como forraje para otros animales domésticos?

Otra vez las mujeres, a menudo con sus hijas.

En consecuencia, los préstamos del Banco Mundial para proyectos de silvicultura social, que han adquirido cada vez más popularidad en los últimos años, se han dedicado a hornillos de mayor eficiencia térmica y menos emisiones nocivas; a plantaciones en los márgenes de los caminos y de los canales; a parcelas forestales en las aldeas y las comunidades; a árboles para huertos escolares y domésticos; a árboles de crecimiento rápido para combustible, fruta y forraje, de algunos de los cuales pueden también obtenerse postes para la construcción.

La plantación y el mantenimiento de esas zonas reforestadas ofrecen también considerable empleo estacional a las personas sin tierras y muy pobres, entre ellas muchas mujeres. Los proyectos prevén también estudios socioeconómicos para contribuir a identificar las principales estrategias de intervención y las técnicas de comunicación afín de intensificar el interés de la comunidad por la reforestación. En ese contexto tiene especial importancia la información para los extensionistas que antes habían tenido poco contacto con las mujeres y que ahora contribuyen a proyectar y fomentar ensayos y adaptaciones de los hornillos mejorados.

Si bien esos proyectos no contribuyen mucho a la solución del problema, y no todas las intervenciones al respecto son afortunadas, es grato observar algunos de los éxitos y la satisfacción de las mujeres participantes: el gran orgullo de una mujer muy pobre por un hornillo sin humo en un rincón de la casa; la gratitud de una mujer que, al tardar ahora mucho menos en recoger la leña, tiene tiempo para hacer cuerda de plantas fibrosas locales; la felicidad que se observa en el rostro de una mujer que ha ganado suficiente dinero para alimentar a su familia.

Pero el aspecto más prometedor es la plantación de árboles para los niños de las escuelas. Cuando yo iba a la escuela, plantábamos un árbol para marcar algún acontecimiento importante, como una visita real o un aniversario histórico; es decir, como un acto meramente ritual. En ocho años de internado, no recuerdo que ningún árbol sobreviviera. Hoy, cuando visito las escuelas, veo que la plantación de árboles se toma en serio, y se enseña a los niños la importancia de proteger los bosques. Convendría que la silvicultura se usara más como instrumento para una educación general. Como sucede con otras formas de degradación ambiental, la destrucción de nuestros bosques influye en al aire que respiramos, en nuestro clima, en las precipitaciones que recibimos y en los cultivos que producimos. Tiene los mismos efectos sobre nuestros vecinos, y no respeta las fronteras nacionales. Otro punto igualmente critico es que para remediar esos males puede ser necesaria la labor de generaciones.

Participación de las mujeres en proyectos forestales

Augusta Molnar, es antropóloga y ha trabajado en proyectos forestales en la India y en Nepal.

· Al examinar mis propias experiencias como consultora en proyectos forestales, considero que el tema de la mujer no es independiente de las cuestiones generales relaciona das con la reunión y ordenación de datos, que son parte de la preparación o examen de cualquier proyecto. En los proyectos forestales, los consultores en sociología se ocupan indudablemente de una gran variedad de cuestiones relacionadas con la incorporación de la mujer, pero mis frustraciones y satisfacciones no dependen de que yo sea una consultora que trabaja con técnicos forestales. Los problemas que señalo son de índole más general.

Por ejemplo, una causa de frustración en el trabajo con el personal forestal es que éste, como cualquier otro personal técnico, tiende a juzgar erróneamente el tiempo y el tipo de trabajo necesarios para reunir información aprovechable y fiable sobre la campesina, que sirva de base para la planificación. El personal forestal comprende la necesidad de incorporar a la mujer en esas actividades, pero no tiene una idea precisa del modo en que ello puede lograrse ni de la complejidad del problema. Suele ser difícil que el personal forestal comprenda desde un principio que, por muy calificado que sea el especialista en ciencias sociales del equipo de planificación, no puede reunirse información adecuada para incorporar a las mujeres en las actividades del proyecto simplemente haciendo preguntas durante las breves visitas de campo.

No se trata de un problema «relacionado con la mujer», sino más bien inherente a las ciencias sociales: las consideraciones socioculturales son más vagas y difíciles de cuantificar que la información sobre la elección de especies, la fuente de semillas o la mano de obra para los viveros. El problema de reunir información sobre la mujer puede ser más difícil que otros problemas socioeconómicos, porque las mujeres tienden a franquearse menos y a sentirse más incómodas en presencia de extraños, sean hombres o mujeres. Sin embargo, no siempre es así. En mi último trabajo como consultora, que tenía por objeto evaluar el resultado de un proyecto entre tribus de la India, consideré la evaluación de los miembros de esas tribus durante una breve visita tan difícil como la de las campesinas.

Un punto fundamental, que han puesto de relieve otras mujeres empleadas en actividades forestales con las que he hablado, es que no debe darse automáticamente por supuesto que las mujeres empleadas en la silvicultura o en otras actividades técnicas están, por razones de sexo, más interesadas en los problemas de las campesinas que los miembros de la comunidad en general. Los peligros de esa hipótesis son dobles. En primer lugar, el personal encargado de los proyectos puede considerar que el contratar mujeres para proyectos forestales es una prueba de que el proyecto está debidamente orientado en beneficio de las campesinas. El contratar personal técnico femenino puede contribuir a orientar un proyecto hacia aquellas, pero no asegura por si solo que las mujeres se beneficien de él.

En segundo lugar existe el peligro de que las mujeres contratadas para un proyecto-sean destinadas a actividades centradas sobre todo en el «problema de la mujer», estén o no interesadas en él. El mero hecho de que una mujer desempeñe una función técnica, como la de ingeniero forestal, aumenta las posibilidades de que se reconozcan las necesidades de las campesinas, ya que el personal femenino en esos puestos las intimida menos y es menos extraño para ellas. Por tanto, debe evitarse el riesgo de desalentar a las mujeres que desean trabajar como técnicas forestales, pero que no están interesadas particularmente en problemas femeninos, al obligarlas a que se concentren específicamente en las mujeres. El valor más importante del personal forestal femenino es que ofrece un modelo necesario a otras mujeres y demuestra que la silvicultura es una labor apropiada para ellas.

En mi último trabajo de consulta para el Banco Mundial - ocho semanas examinando los progresos de proyectos de extensión agrícola de ámbito estatal y sus resultados con agricultores tribales - encontré considerables variaciones en las diferentes partes de la India sobre las mujeres en las actividades profesionales. Por ejemplo, en el sur, en el estado de Karnataka, aunque no se ha dedicado especial atención al problema, una proporción considerable de los extensionistas son mujeres. En el norte, el número es insignificante. Un estudio de las mujeres capacitadas que habían cursado estudios agrícolas revelaba que la mayoría de las graduadas se habían centrado en la economía doméstica y no mostraban ningún deseo de trabajar en el campo. Mientras que en el sur la capacitación de más mujeres aumentará el número de extensionistas activas, en el norte las profesionales serán probablemente más efectivas si ocupan empleos a niveles superiores. Por el contrario, en Nepal, aunque no hay pruebas concretas que lo demuestren, parece que las mujeres estarían dispuestas a realizar trabajos de extensión mientras no tuvieran que pasar la noche fuera de sus hogares o de los de sus parientes.

Estas observaciones no agotan ni mucho menos los problemas que plantea la cuestión, pero ponen de relieve lo complejo que es en la práctica incorporar a las mujeres profesionales en las actividades de los proyectos. A menos que los planificadores se percuten, antes de preparar un proyecto, de que este problema es complejo, no podrá tomarse ninguna disposición apropiada para establecer un cuerpo viable de personal profesional femenino, ni antes de las fases de preparación, ni durante ellas, ni durante la ejecución o seguimiento de los proyectos.

¿Proyectos de silvicultura sólo para mujeres?

En general, resulta difícil obtener fondos para actividades destinadas específicamente a la mujer. Sin embargo, los estudios demuestran que, cuando en la preparación de los proyectos los planificadores no especifican las necesidades y funciones concretas de las mujeres, puede ocurrir que éstas no obtengan ningún beneficio o incluso salgan perjudicadas. En muchos casos lo ideal es que se incluyan aldeas o familias, pero que se distingan y consideren aparte las necesidades y actividades de cada uno de los miembros (hombres, mujeres y jóvenes). En este caso, las mujeres deben participar en la planificación a fin de que se tenga en cuenta su propia situación.

Hay circunstancias en las que quizás sea más conveniente proyectar las actividades para que participen únicamente mujeres. Tales circunstancias son las siguientes:

1. Cuando los valores culturales locales oponen una gran resistencia a la asociación en público de hombres y mujeres no emparentados.

2. Cuando las muchachas y mujeres necesitan programas especiales para compensar la discriminación del pasado y poder colocarse a la altura de los hambres, por ejemplo en la capacitación para actividades y profesiones a las que antes no tenían acceso.

3. Cuando las mujeres representan un porcentaje elevado de las cabezas de familia de tacto, debido a la gran incidencia de la inestabilidad matrimonial, la viudez o la emigración de los varones.

4. Cuando, debido a la división del trabajo por sexos, las mujeres se especializan en ciertas labores, como la producción de alimentos, la cría de pequeños animales o la comercialización de hortalizas, y podrían beneficiarse de una asistencia para aumentar la productividad y rendimiento de su trabajo.

5. Cuando de otro modo los hombres recibirían probablemente los beneficios del trabajo de las mujeres, por ejemplo, vendiendo los artículos que las mujeres producen y siendo, como cabezas de familia, los miembros titulares de cooperativas basadas en el trabajo de las mujeres.

6. Cuando las mujeres desean tener actividades propias, como fondos rotatorios de crédito o asociaciones de comercialización, a fin de lograr una cierta autosuficiencia o evitar los conflictos y la competencia con los hombres.

En los casos en que las mujeres están ya recargadas de trabajo, quizás sea más beneficioso para la comunidad asignar determinadas actividades a los hombres, que tienen más tiempo. En Niger varias comunidades optaron por que los hombres se encargaran de las parcelas arboladas, y el combustible obtenido se dedicara a las necesidades de la familia para cocinar. En otros casos, las mujeres pueden desear que las actividades sean integradas. En Guinea las mujeres indicaron que les seria difícil mantener las parcelas arboladas, ya que los hombres podrían enojarse si ellas estaban preocupadas con un proyecto o si las comidas se retrasaban. Consideraron que los hombres apreciarían más su aportación si la parcela de árboles fuera un proyecto comunal en el que todos trabajaran juntos.

Del Programa Mundial de Alimentos, 1980. «Participación del Programa Mundial de Alimentos al Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer.» Documento presentado por el Programa Mundial de Alimentos Naciones Unidas/FAO a la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer, Copenhague, Dinamarca.

Integración de la mujer en el desarrollo forestal

Paula J Williams, técnica forestal, es becaria para el estudio de los bosques y la sociedad en el Institute of Current World Affairs, en Ouagadougou

· Creo que la situación de la mujer en la silvicultura es muy similar a la de otros campos dominados por el hombre. Mientras no haya una gran representación femenina en el sector de formulación de las políticas o en puestos de enseñanza e investigación, las mujeres seguirán tropezando con varios problemas estructurales: un relativo aislamiento unas de otras, un trabajo más duro que el de los hombres para «demostrar» quiénes son, etc.

El problema que más me preocupa en este momento es cómo integrar verdaderamente a las mujeres en la silvicultura y en el desarrollo forestal. Si la atención no se centra específicamente en ellas, hay una tendencia a pasarlas por alto. Por otro lado, cuando se las considera, los esfuerzos parecen sólo simbólicos. Así, una organización se esforzará por contratar a algunas profesionales o por destinar algunos proyectos forestales (o elementos de esos proyectos) a las mujeres: habiendo realizado esos esfuerzos simbólicos, considera que ya han abordado «la cuestión de la mujer» y no cree necesario hacer nada más. No se tienen en cuenta las consecuencias de mayor alcance que entraña el integrar plenamente a la mujer en las profesiones o en los proyectos de desarrollo.

De las 30 sesiones del Octavo Congreso Forestal Mundial, sólo en una se examinó la cuestión de la mujer en la silvicultura. Aunque en muchas de las demás sesiones se tocaron cuestiones que afectan a las mujeres, como la leña, los alimentos, el desarrollo rural o la calidad de la vida, no se las mencionó nunca. Muchos de los participantes en el Congreso consideraron que, como ahora estudian silvicultura más mujeres que antes, la mujer se está integrando en este campo de actividados, por lo que en el próximo Congreso Forestal Mundial no será necesario dedicar ninguna sesión especial a la mujer.

Integración de la mujer en el desarrollo forestal

Sin embargo, yo creo que no se incluirá automáticamente a la mujer en las deliberaciones del próximo Congreso Forestal Mundial, si no se hacen esfuerzos concretos para ello. La mayoría de los expertos forestales internacionales son hombres, que tienden a no mencionar a las mujeres a no ser que se les hagan preguntas especificas al respecto. Asimismo, tienden a pensar en colegas varones cuando consideran a quién debe invitarse a presentar documentos.

La cuestión de integrar plenamente a la mujer en la silvicultura y de hacer que en este campo se tenga conciencia de sus actividades y necesidades es difícil, y debe abordarse en varios frentes. La situación de la mujer en la profesión forestal y en las actividades afines debe examinarse y analizarse empíricamente: es preciso estudiar el modo de evaluar los proyectos de silvicultura de todo tipo, no sólo los de silvicultura comunitaria sino también los industriales y otras actividades de ordenación forestal, para determinar la participación de las mujeres en ellos y los efectos que tienen para las mujeres. El interés por la mujer no debe limitarse a las propias mujeres, sino que debe ser parte del problema más amplio de la solución de cuestiones de equidad social en el campo de la silvicultura.

Efectos de la escasez sobre la mujer

Al examinar las actividades domésticas y económicas de las mujeres en el medio rural, es evidente que en todo el mundo dependen mucho de los productos forestales y de los recursos relacionados con los árboles para su propio bienestar y el de sus familias. Sin embargo, a medida que esos recursos van siendo más escasos, todas comienzan a introducir cambios en sus modos de vida. A menudo el proceso entraña una serie de cambios, y la gravedad de la situación puede evaluarse observando los que se han producido.

1. Las mujeres emplean más tiempo y energía, por tener que desplazarse a mayores distancias para recoger, cosechar, sembrar, etc., o tienen que cultivar mayores superficies debido a la peor calidad del suelo.

2. Cuando las necesidades de tiempo y energía son demasiado grandes, muchas mujeres piden más ayuda a sus hijas o a otros miembros de la familia. Según algunas indicaciones, las hijas dejan de asistir a la escuela; o el número de miembros de la familia aumenta cuando se necesitan más hijos.

3. El modo de vida o el uso de los recursos básicos comienza a cambiar: aparecen alimentos sustitutivos y otros se consumen con menor frecuencia; alimentos anteriormente cocinados se comen crudos, o se sirven menos comidas. Puede utilizarse el estiércol como combustible en vez de aplicarse como fertilizante. Los pequeños animales ya no tienen forraje a distancia accesible de la aldea y las mujeres renuncian a criar rumiantes. Las mujeres disponen de menos dinero al tener menos recursos, y menos tiempo para producir un excedente de artículos destinados a la venta o al trueque. Muchos miembros de la familia buscan empleo fuera de la campaña agrícola.

4. Cuando algunos recursos son muy escasos, se deben comprar artículos básicos y las mujeres tienen pocas posibilidades de obtener ingresos vendiendo excedentes. En algunas sociedades, los hombres dejan el hogar durante la campaña agrícola en busca de trabajo, y las mujeres continúan aportando lo que pueden, pero las explotaciones producen menos, debido a la escasez de mano de obra.

De FAO, 1983. La mujer del campo, el aprovechamiento de los montes y/os proyectos forestales, por Marilyn Hoskins.

Revista para mujeres dedicadas a la silvicultura

Desde la primavera de 1983, la Escuela de Estudio sobre Silvicultura, Fauna Silvestre y Pastizales y el Laboratorio de Antropología de la Universidad de Idaho (Estados Unidos) han venido publicando una revista titulada Women in Forestry: A Journal for Professionals in the Natural and Related Cultural Resource Fields. La revista, que aparece cuatro veces al año, es una nueva versión de una publicación anterior, de la que salieron ocho números entre 1979 y 1982.

Su objetivo, según las editoras, es «ofrecer a las mujeres información e ideas de y sobre las mujeres en cuestiones relacionadas con: 1) las profesiones relativas a los recursos naturales y los aspectos de las ciencias sociales asociadas a ellas, 2) el uso y la conservación de los recursos naturales y culturales, y 3) cuestiones de administración y personal de especial interés para las mujeres dedicadas a los recursos naturales. Queramos ser una fuente de ideas, contactos y apoyo para ayudar a las mujeres activas en el campo de los recursos naturales a conseguir sus objetivos profesionales».

Aunque la revista se centra sobre todo en los Estados Unidos, todos los números contienen una sección con noticias internacionales y varios artículos informativos relacionados con problemas internacionales. Entre los recientes títulos figuran «La silvicultura en el Africa occidental», «El uso de productos forestales en la región de Brakna en Mauritania», «Cómo comenzar a trabajar en el ámbito internacional» y «El primer extranjero visita la reserva natural de Wuyi».

Aunque varios artículos tratan de cuestiones estrictamente concernientes a la mujer o feministas («Como tener un hijo y conservar el empleo», «Orientaciones para casos en que ambos cónyuges trabajen o en que las mujeres ocupen puestos de gerencia», «Responsabilidad de los empleadores por las molestias sexuales en el lugar de trabajo»), las editoras (Molly Stock y Dixie Ehrenreich) prevén que gradualmente la revista se dedicará más a cuestiones relacionadas con la silvicultura y los recursos naturales.

«Creemos que Women In Forestry» - escriben en un editorial - «llegará a ser una revista que se ocupe menos de problemas centrados en la mujer. Es probable y natural que ese cambio de perspectiva vaya acompañado de un cambio de titulo. Esperamos que Women in Forestry, así como otras revistas profesionales, será pronto, por estar dedicada a un solo sexo, un anacronismo fuera de lugar. Pero en este periodo de transición creemos necesario centrar nuestra atención en cuestiones femeninas, en las preocupaciones especiales de las mujeres trabajadoras y particularmente de las dedicadas a nuestra profesión que era tradicionalmente masculina y en la que todavía predominan los hombres.»

La suscripción es de 15 $ EE.UU. al año para no estudiantes y 10 $ para estudiantes. Todas las comunicaciones deben dirigirse a: Editor, Women In Forestry, Department of Forestry Resources, University of Idaho, Moscow, Idaho 83843, Estados Unidos.

Una antropóloga entre los técnicos forestales

Carol J. Pierce Colfer, antropóloga, es encargada interina de equipo en un proyecto sobre ordenación de suelos en Sitiung, Indonesia.

· Mi experiencia profesional no es la de una especialista forestal, sino la de una antropóloga que ha trabajado con personal forestal profesional y con mujeres que viven en los bosques.

He tenido durante mucho tiempo contactos con personal forestal y con población de los bosques en dos medios: el noroeste de los Estados Unidos y el interior de Kalimantan Oriental (parte de Borneo correspondiente a Indonesia). En ambas zonas hay personal y equipo de los Estados Unidos dedicados a la explotación forestal. En ambas zonas hay técnicos forestales y una comunidad local, y en ambas hay grandes bosques; ésas son quizás las únicas semejanzas. La única característica común a esos dos lugares es la dependencia económica de los productos forestales.

En el noroeste de los Estados Unidos la silvicultura es un medio muy limitado en lo que se refiere a las funciones que las mujeres pueden desempeñar. El Servicio Forestal de los Estados Unidos, un empleador importante en la comunidad donde yo trabajé durante el decenio de 1970, sólo tenía dos mujeres empleadas localmente a jornada completa; las dos eran secretarias. Las expectativas y comportamientos más difundidos estaban muy estereotipados en cuanto a las funciones de ambos sexos. Cualquier desviación del modelo «el hombre en el trabajo, la mujer en casa» estaba sujeta a sanciones sociales bastante severas, aunque no explícitas. En la comunidad local, ello estaba intensificado por la mística y el peligro asociados a la profesión de leñador, considerada como la más masculina. En cambio, en Kalimantan Oriental ocurría todo lo contrario. La división de trabajo por sexos era la menos estricta que he visto nunca, y los peligros asociados a la explotación forestal eran más temidos que idealizados.

Tradicionalmente el personal superior del sector forestal ha dedicado poca atención a las personas, y en particular a las mujeres. El tema de «la silvicultura comunitaria» es un valioso intento reciente de mejorar esa situación. En Kalimantan descubrí que la principal actividad humana en el bosque era el cultivo migratorio del arroz para el consumo humano y para la venta. Eran los hombres los que cortaban los árboles grandes, pero las mujeres participaban en todas las demás actividades relacionadas con el cultivo del arroz, incluyendo la tala de los arbustos y pequeños árboles en sus campos. Aunque los hombres participaban en la producción agrícola, el arroz se consideraba de competencia especial de las mujeres. La preocupación de éstas por suministrar a sus familias suficiente arroz para la subsistencia era un factor importante en las decisiones familiares sobre la superficie forestal que debía desmontarse cada año. Sin embargo, la idea de que las opiniones y actividades de las mujeres podían ser importantes era totalmente ajena a los técnicos forestales con los que tuve contactos.

Muchos de esos técnicos (y muchos ecólogos también) tienden a agrupar a todas las personas dedicadas al cultivo migratorio en una categoría de «gente mala» dedicada a destruir el medio. Por ejemplo, en un articulo reciente de Asia-week sobre las grandes quemas en Kalimantan Oriental en 1983, gran parte de la culpa se echaba a los cultivadores migratorios que, según se señalaba, comenzaron a quemar sus campos en plena sequía. Según mi experiencia en la zona, ello es francamente poco probable. Los cultivadores migratorios tienen una conciencia clara de la relación entre el tiempo seco y las quemas generalizadas (o entre la sequía y los incendios incontrolados) y, en cualquier caso, su práctica es quemar a finales de agosto y no en marzo, cuando se iniciaron los incendios.

Los cultivadores migratorios verdaderamente destructivos existen en algunos lugares, pero mi año de experiencia entre los cultivadores migratorios de Kalimantan Oriental (dentro de los limites de una importante concesión maderera multinacional), me hizo pensar que los daños producidos a los bosques por esas personas eran decididamente marginales en comparación con las actividades en gran escala de las compañías madereras comerciales. Desde luego, en las zonas donde hay mayor presión demográfica, los daños causados por esos agricultores son grandes. Pero muchos técnicos forestales y muchos encargados de formular las políticas en ese campo tienden a englobar en un solo grupo todos los cultivadores migratorios; sin duda, los dólares obtenidos de la madera contribuyen a la reputación relativamente intacta de las compañías madereras.

Fitografías: P. Mulder

¿Hasta qué punto están amenazados los bosques tropicales del mundo?
¿Qué puede hacerse para sarvarlos?

Aquí están las respuestas de la FAO, en dos recientes libros sobre los recursos forestales tropicales ampliamente citados por los especialistas

Los recursos forestales tropicales

ESTUDIO FAO: MONTES
30 (1982)

Los recursos forestales tropicales
(disponible en español, francés e inglés)

Conservación y desarrollo de los recursos forestales tropicales

ESTUDIO FAO: MONTES
30 (1982)

Conservación y desarrollo de los recursos forestales tropicales
(disponible en español, francés e inglés)

Aunque la atención mundial se centra ahora en la crisis de la leña en los países en desarrollo, la población rural pobre, y especialmente las campesinas, no la consideran como un problema aislado. Para una mujer, la necesidad de desplazarse a largas distancias para recoger leña es sólo una parte de la pesada carga de trabajo que debe soportar. Su deseo de plantar árboles obedece a la necesidad de obtener productos como forrajes, alimentos y estacas, además de la leña. Por otra parte, para ella la crisis de la leña se encuadra en un contexto mucho más amplio de pobreza endémica y desigualdad entre los sexos.

TRANSPORTE DE LEÑA EN AFRICA es preciso encontrar fuentes nuevas y más cercanas


Página precedente Inicìo de página Página siguiente