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La mujer y el problema de la energía en Kenya ...y mas allá

Lori-Ann Thrupp

Según la autora, los proyectos relacionados con la leña no han logrado la participación de la mujer ni plantean la crisis de la leña en ese contexto más amplio. Sin embargo, en Kenya las mujeres han hecho algo al respecto, y lo han hecho por su cuenta.

Lori-Ann Thrupp, ex miembro del Instituto de Estudios sobre el Desarrollo, Universidad de Sussex, Reino Unido trabaja actualmente con la Costa Rica Expedition en tareas de silvicultura rural. Este articulo se basa en el trabajo de campo que realizó en Kenya en 1982.

· Cuando se habla de los problemas de escasez de leña y de la «crisis de la energía» en el Tercer Mundo, es de importancia primordial comprender que la recogida de leña es sólo parte de una mayor carga de trabajo y requiere un gran esfuerzo. Quizás el recurso más valioso y escaso en el mundo es la energía humana. La suerte de los pobres de los países en desarrollo - tanto hombres como mujeres - debe considerarse en relación con este problema más amplio de la energía, porque generalmente esas personas tienen que trabajar muchas horas con muy poca remuneración.

La mayoría de las tareas necesarias para la supervivencia están fuera de la economía monetaria; además, en muchas sociedades corresponden sobre todo a las mujeres. Son ellas las que asumen la carga de las actividades vitales para la satisfacción de las necesidades básicas, incluido el suministro de agua y leña, la recogida y preparación de los alimentos y, en muchos casos, las múltiples labores que entraña la agricultura de subsistencia.

El pretender satisfacer simultáneamente diversas necesidades puede dar lugar a conflictos o someter a demandas competitivas el tiempo y la energía de la mujer. El modo en que ésta usa y distribuye su tiempo y emplea su energía influye incluso en el bienestar y la nutrición de los miembros del hogar (Wisner, 1981; Tinker, 1982). Además, un número cada vez mayor de mujeres han pasado a ser cabezas de familia en todo el mundo, lo cual quiere decir que comparten cada vez menos con los hombres las tareas de subsistencia y las actividades para obtener ingresos en efectivo.

Conviene tener presente que la «escasez de madera» o la «escasez de leña» muy raramente se consideran como problemas aislados desde la perspectiva de los sectores pobres de la población a nivel local (Juma, 1982; Wisner, 1981; Hayes, 1981; Thrupp, 1982b, 1983). Esta es sólo una de las muchas tareas que representan en general una carga para la energía humana. En realidad, el problema de la escasez de leña es una manifestación de problemas mucho más amplios y profundos asociados a la pobreza, como la mala distribución de los ingresos y de la tierra, así como de desigualdades estructurales. Del mismo modo, la deforestación es resultado de varios factores relacionados con el uso de la madera y de la tierra y con la tenencia de ésta, incluyendo el desmonte para la agricultura, los asentamientos humanos y la producción de madera comercial.

En ese panorama más amplio, los problemas de la disponibilidad de árboles o del derroche de energía en el hogar pueden tender a aparecer menores. Además, al reconocer esos factores estructurales, no puede darse por supuesto que soluciones generalmente recomendadas, como la agrosilvicultura o los planes de plantaciones comunitarias, incluso aunque estén muy difundidas, contribuirán necesariamente a reducir la carga de las mujeres, a aliviar su situación de opresión o a resolver los problemas de la deforestación a nivel macroeconómico (Foley y Moss, 1983).

Sin embargo, el reconocer que existen esas dimensiones más profundas e insolubles no quiere decir que la intervención mediante determinados proyectos no produzca beneficios ni tenga posibilidades. Más bien sugiere una necesidad urgente de aclarar y reconocer plenamente las limitaciones, así como los posibles efectos positivos, de esos proyectos.

Debido a los efectos de los programas de desarrollo y a la introducción de nuevas tecnologías, nuevas desigualdades y consecuencias negativas han afectado a las mujeres, aumentando su carga de trabajo e impidiendo su contribución al desarrollo. En algunos proyectos ha habido actividades orientadas en teoría específicamente a la mujer, pero esas actividades tienden a ser superficiales y marginales, y a menudo limitadas a tareas como la costura, la cocina y el cuidado de los niños. En realidad, esa tendencia puede impedir la integración de la mujer en procesos de desarrollo más amplios. Incluso los proyectos más recientes con «tecnología apropiada» que a menudo reflejan esfuerzos sinceros para incluir a las mujeres, no han evitado algunas de las desviaciones y problemas tradicionales y siguen tendiendo a perpetuar las relaciones de dependencia orientadas en beneficio de los varones, las organizaciones patriarcales y los criterios tecnocráticos (Hoskins, 1979, 1981; Carr, 1982; O'Kelly, 1978).

Estudio de un caso: Kenya

Los estudios históricos y conceptuales mencionados ponen de relieve muchos puntos y subrayan la necesidad de superar problemas y desigualdades del pasado. Volviendo al estudio del caso de Kenya, podemos examinar algunos aspectos y oportunidades prometedores gracias a la acción de los grupos femeninos. El ejemplo de Kenya ofrece una nueva justificación para el control a cargo de las mujeres, pero también ilustra varias limitaciones. Por último, sugiere algunos cambios de orientación que deben realizarse para asegurar el pleno éxito.

En Kenya se han puesto en práctica muchos programas, tanto oficiales como no oficiales, en un intento de contribuir a aliviar lo que se considera como la «crisis de la leña» y los problemas que entraña un ritmo creciente de deforestación. Esos esfuerzos son en parte consecuencia de la atención que se concede al problema, tanto en el plano nacional como en el internacional, incluida la gran publicidad que se le dio en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Fuentes de Energía Nuevas y Renovables, celebrada en Nairobi en 1981. Esos diversos programas se dirigen a la producción y el suministro de leña, es decir, reforestación, viveros, agrosilvicultura, bosques comunales, etc. y a reducir el consumo y la demanda, es decir, hornillos mejorados con menor consumo de leña, conversión más eficiente de la leña en carbón, desarrollo de fuentes alternativas de energía, etc.

Entre los varios esfuerzos en esta esfera parecen muy prometedoras las actividades de los grupos femeninos. Las organizaciones femeninas de Kenya han logrado un éxito relativo y ofrecen promesas para el futuro, sobre todo cuando se comparan sus actividades con otras que, aunque están debidamente financiadas y tienen una escala relativamente amplia, tienen en general menos éxito y se caracterizan más bien por los problemas básicos ya examinados.

Pero antes de evaluar y comparar el éxito de esos proyectos, se debe aclarar lo que se entiende por «éxito». Para este análisis, los principales criterios del éxito no dependen de medidas cuantificables, como número de árboles plantados, rendimiento o número de hornillos producidos, es decir, de factores relacionados con la «oferta». El éxito tampoco está relacionado con el objetivo, excesivamente ambicioso, de impedir la deforestación o reducir de manera espectacular el consumo de energía en un número determinado de unidades térmicas inglesas. Los criterios para determinar el «éxito» están más bien relacionados con el uso final, la distribución y el efecto de los beneficios, es decir, con la eficacia de los proyectos no sólo en la tarea de difundir las innovaciones, sino también en la de satisfacer las necesidades de quienes soportan la carga más pesada (las mujeres, en particular) y permitir que esas personas se beneficien.

Promesas y problemas

En Kenya las mujeres tienen una importante organización básica, tanto en grupos estructurados como en movimientos no estructurados mediante equipos «autónomos» y espontáneos de trabajo. La red nacional de organizaciones femeninas de Kenya es única y más fuerte que en otros países. Tiene raíces históricas y es en parte un brote del movimiento de ayuda mutua harambee («tiremos juntos») que en Kenya tiene un gran apoyo como base para la cooperación y para el fomento de la solidaridad.

Los círculos femeninos, que se iniciaron en la época colonial, eran en principio exclusivos y en algunos grupos han perdurado las restricciones y tendencias de clase. Sin embargo, la mayoría han cambiado su orientación primitiva y normalmente promueven la participación de mujeres de todos los niveles socioeconómicos, además de intervenir en una gran variedad de proyectos y actividades. En 1978 participaban en las organizaciones femeninas más de 500 000 mujeres, que integraban más de 500 grupos locales diferentes, y desde entonces tales organizaciones se han difundido mucho. Su financiación se realiza mediante las cuotas de los miembros, contribuciones, asignaciones ocasionales de los comités gubernamentales locales y donativos de personas privadas y de instituciones. Las mujeres se organizan a veces con estructuras paralelas a las del gobierno local, pero no son parte de la burocracia.

TRABAJADORAS EN ETIOPIA miembros de una cooperativa de producción

Plantación de árboles. El Consejo Nacional de Mujeres de Kenya es una de las principales redes y ha desarrollado un programa particularmente vigoroso y activo de plantación de árboles, que se inició en 1977. Sus objetivos no están solo relacionados con la leña, sino también con la conservación y los usos múltiples de los árboles, incluida la producción de madera comercial, postes, frutos, ornamentos, etc. y en general con lo relativo a evitar el proceso de desertificación.

El programa tiene dos componentes principales, el movimiento Zona Verde, y el establecimiento de viveros. Ambos se realizan por conducto de los grupos femeninos locales bajo la supervisión de la oficina central de Nairobi. El funcionamiento de ambos se basa en peticiones, es decir, los grupos locales envían formularios de solicitud de plántalas y herramientas sencillas. La oficina central responde a las solicitudes, distribuye las plántalas, mantiene viveros centrales, lleva registros muy bien organizados y prepara informes en los que se siguen las actividades de los grupos locales. Esa oficina está encabezada por dirigentes enérgicas y carismáticas.

De los dos componentes, el proyecto Zona Verde tiene menos importancia en el contexto de este articulo. Supone la plantación de un pequeño número de árboles a fines de demostración, sobre todo para dar publicidad a la conservación y a la mejora del ambiente, particularmente con ocasión de conmemoraciones y celebraciones especiales. Tiende a ser una actividad de «concienciación» sin beneficios sociales directos. Los grupos femeninos locales patrocinan esas manifestaciones y a menudo muchas personas asisten a las plantaciones ceremoniales, pero puede ocurrir que las mujeres mismas no participen siquiera en la plantación y el mantenimiento de los árboles. Sin embargo, este componente ha servido para atraer la atención y el interés popular: en 1982 habla aproximadamente 200 zonas verdes en Kenya.

Por otra parte, el componente que representan los viveros de árboles tiene particular interés por ser proyectos de «silvicultura social». Entrañan la plena intervención y el trabajo activo en las mujeres participantes, las cuales se ocupan de los viveros, que a veces están situados en tierras comunales. El número de árboles por proyecto es elevado y cada proyecto lleva consigo un sistema de contratos de mujeres, con incentivos en efectivo para el cultivo de árboles. En casos en que no se dispone de una parcela comunal las mujeres pueden cultivar plántalas en sus propias tierras. Cuando las plántalas están maduras, la oficina central del Consejo Nacional de Mujeres de Kenya (NCW) las compra por 0,50 dólares EE.UU. aproximadamente cada una, de manera que cada mujer recibe un pago en efectivo por su trabajo y su producto. Los grupos locales también encargan numerosos tipos específicos de plántalas para determinadas ubicaciones, que se distribuyen entre los miembros. La oficina central intenta satisfacer esas peticiones redistribuyendo los árboles en las zonas rurales y dando prioridad a algunas particularmente necesitadas. En agosto de 1982, habla más de 50 de esos viveros del NCW, y el pro grama ha venido ampliándose constantemente.

El plan de viveros es prometedor y tiene éxito en varios sentidos. No sólo las mujeres producen gran número de plántalas sanas, con porcentajes elevados de supervivencia, sino, lo que es más importante, participan plenamente a nivel local; reciben los beneficios directos y tienen también grandes posibilidades de mejorar su propia situación. Obtienen beneficios inmediatos con el sistema de pago en efectivo y tienen también un interés en los beneficios a largo plazo cuando los árboles crecen. Además, se dedica también atención al uso final y a la distribución, intentando al menos destinar árboles a las zonas más deforestadas y a las mujeres más necesitadas. Esos proyectos contribuyen a los objetivos más generales de las organizaciones femeninas y a las necesidades de reforestación del país.

Cualquier observador que visite esos viveros queda inmediatamente sorprendido por la impresionante capacidad empresarial y «técnica» de las mujeres, el buen mantenimiento de los árboles en los viveros y el entusiasmo y dedicación de las participantes. Este éxito ha sido posible en gran parte gracias a la función que las mujeres mismas desempeñan. Controlan los proyectos, incluida la administración, el proceso de decisión, el trabajo físico y el uso final. Asimismo, las mujeres ven los beneficios de adoptar esta innovación, que ofrece posibilidades de aligerar su propia carga de trabajo en actividades como la recogida de leña y la venta de estacas para cercas. Por último, el aspecto social del harambee del grupo fomenta el entusiasmo y el orgullo.

PREPARACION DE BRINZALES EN GHANA...

Deficiencias. Las mujeres locales interrogadas no señalaban muchos problemas en el desarrollo y ampliación de los viveros. En general pueden obtenerse sin problemas los insumos necesarios, como palas y regaderas, y a veces se solicita asesoramiento técnico por conducto del Departamento de Montes, mientras que el control sigue en manos de las mujeres. Las participantes mostraron interés en el proyecto sobre los árboles para usos múltiples, además de la leña.

Sin embargo, hay varias limitaciones y problemas en cuanto a la eficacia real de esos esfuerzos para aliviar la carga de las mujeres. Muchos de los problemas se deben a la naturaleza de los grupos femeninos en sentido amplio. En general, la autora percibió cuatro tipos básicos de deficiencias:

· En los grupos rara vez participan o intervienen las mujeres más pobres y que mayor carga deben soportar. Ello puede deberse a restricciones a la afiliación, al lugar de las actividades, a la falta de acceso a la información, a la falta de tiempo y energía, a la necesidad de trabajar o a otras limitaciones.

· Se plantean varias cuestiones en relación con diversas características de los proyectos de viveros. Por ejemplo, aunque su base es local, la administración del sistema está quizás demasiado centraliza da, creando una dependencia de la oficina central para asegurar la aplicación de los aspectos relacionados con el pago y la distribución y asignación. Además, el pago en efectivo puede hacer perder de vista el valor de los árboles por si mismos, por lo que quizás seria preferible un sistema de pago del trabajo basado en el tiempo en vez del «producto».

· La existencia de una dirección central carismática crea una situación en que la supervivencia del programa depende en gran parte de la presidenta y de sus actividades promocionales, lo cual supone una gran carga para ella y plantea algunas cuestiones sobre la viabilidad del proyecto en su ausencia.

· Aunque sus proyectos pueden verse limitados por la falta de recursos, como tierra y agua, las mujeres no suelen oponerse a las condiciones socioeconómicas o políticas más profundas ni intentan, en general, impugnar las estructuras jurídicas en los casos en que no tienen derechos sobre tierras o aguas. Sin embargo, esos tipos de obstáculos pueden imponer grandes limitaciones a lo que las mujeres pueden lograr en el desarrollo de sus proyectos de silvicultura y de viveros.

... Y EN LIBANO en Kenya está organizada a escala nacional

Sugerencias para el futuro

Al evaluar la importancia general y la contribución de los grupos femeninos, pueden obtenerse muchas enseñanzas aplicables a futuras acciones y a otros países en desarrollo. El caso de Kenya es uno, entre muchos, que indica su potencial prometedor. Existen varias posibles estrategias y medidas a nivel de los proyectos para aumentar su capacidad y potencial.

· Los grupos femeninos deben formular sus propios proyectos, organizaciones, decisiones y objetivos teniendo en cuenta sus necesidades, prioridades y las limitaciones específicas impuestas por las condiciones socioeconómicas y culturales y por los recursos. En las actividades relacionadas con la madera, se ha visto que están en una situación particularmente favorable para adoptar las decisiones.

· A veces se recomiendan estudios «tiempo-presupuesto», realizados por los planificadores en el intento de medir y evaluar las tareas femeninas; sin embargo esos estudios no bastan en general para tener una idea de la carga de trabajo de las mujeres y del tiempo que dedican a ella, ni reflejan la magnitud y la naturaleza de esa carga. Las mujeres son las que mejor pueden saber cuáles son los problemas y las limitaciones de tiempo más importantes.

· Los grupos femeninos, como los de Kenya, deben compartir sus experiencias y apoyarse mutuamente en tales actividades. Asimismo, deben aprender de los respectivos éxitos y fracasos. Además, los grupos que tienen éxito deben ponerse en contacto con los funcionarios gubernamentales, a todos los niveles de planificación, para explicar la importancia de sus esfuerzos, demostrar sus progresos, legitimar sus actividades y, en caso necesario, obtener apoyo e insumos del gobierno. Las mujeres con experiencia en esos proyectos, tengan o no credenciales «profesionales», deben ofrecer sus servicios para las principales tareas de asesoramiento al personal oficial de planificación de los proyectos de silvicultura y de viveros comunitarios.

Además de promover las iniciativas entre las mujeres, es preciso introducir cambios en la actitud de los políticos, planificadores y organismos oficiales. No es fácil suprimir las modalidades y tendencias tradicionales, pero los funcionarios de los proyectos y los técnicos forestales, así como los encargados de planificar la ayuda y las instituciones donantes, deben dar a las mujeres plena responsabilidad y apoyo. La tarea de cambiar las orientaciones «convencionales» será cada vez más fácil a medida que los directores y planificadores varones aprecien y comprendan las importantes funciones que las mujeres pueden desempeñar, y reconozcan que los esfuerzos de las mujeres contribuirán también a la realización de los objetivos más amplios de la sociedad.

Deben evitarse las esperanzas excesivas a este respecto: los esfuerzos de las mujeres no darán necesariamente soluciones para superar injusticias y desigualdades más profundas, ni puede pretenderse que sus proyectos de silvicultura inviertan por si solos la tendencia a la disminución de los recursos forestales. No obstante, si se orientan del modo examinado en este articulo, esos proyectos pueden marcar direcciones acertadas.

Por último, aparte de las cuestiones relacionadas con la «estrategia», de este estudio puede sacarse otra enseñanza importante: es preciso alentar a los grupos femeninos a que aborden las relaciones de poder y las cuestiones políticas, e impedir que tales grupos se dejen absorber por estructuras preexistentes que reducen su contribución potencial. Sus esfuerzos no tendrán plena repercusión si las mujeres siguen siendo «peones» despolitizados o participantes periféricas en los planes de desarrollo formulados por otros. Por el contrario, necesitan autonomía, una identidad visible y una centralización del proceso de decisión, así como poder político y económico en esta esfera que conocen a fondo.

Puede afirmarse a este respecto que «las mujeres desean trabajar» y deben tener una oportunidad para hacerlo. Con orientaciones apropiadas, pueden contribuir de manera indiscutible a aliviar su propia carga, evitar los problemas de escasez de madera, llevar a la práctica proyectos socialmente beneficiosos en relación con los recursos, y promover los objetivos más amplios del desarrollo.

MUJER EGIPCIA GUISANDO se necesitan mejores hornillos de leña

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