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Editorial

El presente número de Unasylva se centra en Africa. Gran parte de ese continente ha sido afectado por la sequía durante varios años consecutivos y millones de personas están hoy expuestas al hambre y la malnutrición. En muchos países la agricultura está invadiendo terrenos forestales y zonas de escasas precipitaciones. Este hecho, unido a una explotación desordenada de la leña, los forrajes y otros bienes y servicios básicos que pueden obtenerse de los bosques y los árboles, ha provocado una deforestación cada vez más rápida. Su consecuencia ha sido la degradación e inestabilidad generales del medio ambiente y ha tenido como secuela el agotamiento de la base de recursos e incluso la desertificación en amplias zonas.

Habida cuenta de esta situación, en cinco artículos se examinan distintos aspectos de la función que desempeñan la silvicultura, los bosques y los árboles en el desarrollo, y especialmente su contribución a la conservación del medio ambiente y la seguridad alimentaria. En ellos se hace patente la conciencia cada vez mayor que hay de la función esencial de la silvicultura al proporcionar a la humanidad algunos de los elementos esenciales para su supervivencia, como combustible para cocinar, materiales para la construcción de viviendas, forraje para el ganado, y protección para los cultivos. Sin embargo, sólo se podrá apreciar plenamente la contribución de la silvicultura al desarrollo si los bosques se explotan debidamente y los sectores pobres de la población rural participan plenamente en los beneficios que puedan derivarse de ellos.

La asistencia que presta la FAO a los Estados Miembros a fin de mitigar y prevenir tales crisis tiende a concentrarse en la adopción de medidas en los propios países. Por consiguiente, en este número de Unasylva se pasa revista a los primeros 40 años de operaciones de campo de la FAO. Se observa el importante crecimiento registrado por el programa forestal de campo de la FAO en los últimos años, su función en el desarrollo y su cambio de orientación. Se observa asimismo que el programa forestal de campo ha respondido eficazmente a las diversas necesidades surgidas en los Estados Miembros.

Esa capacidad de respuesta ha quedado demostrada en la evolución del contenido y modus operandi del programa, en el que se ha pasado a insistir en el fomento del desarrollo rural y la ordenación del medio ambiente y en la cooperación técnica en vez de la asistencia técnica. La diversidad e impacto de los proyectos forestales de campo ejecutados en Africa sirven de ejemplo para todo el programa. Sin embargo, como ilustra este número de Unasylva, es necesario y posible hacer aún más.


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