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Cartas al redactor


El principio del rendimiento sostenido no es sagrado

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El principio del rendimiento sostenido no es sagrado

Otto Eckmullner y Andras Madas han escrito un capitulo sobre las funciones de la producción en el libro Forest policy: a contribution to resource development, el último de la serie sobre cuencas forestales de Nijhoff y Junk, compilado por F.C. Hummel (puede verse una reseña de este libro por Jack Westoby en Unasylva 37 [148]: 55-57). En el examen que se hace en ese capitulo de una explotación forestal con rendimiento sostenido cabía esperar un tratamiento más científico cuando los autores son dos profesores con experiencia, como Eckmullner y Mudas. Sin embargo, en la forma en que está concebido, el texto es sobre todo una defensa del mito del rendimiento sostenido, más que un examen racional de las diversas opciones en la política de corta. Los autores inician la sección sobre el principio del rendimiento sostenido afirmando que: «Uno de los principios fundamentales de la política forestal debe ser la ordenación de los bosques de tal manera que se mantenga, y de ser posible se aumente, la capacidad productiva del terreno y del bosque.»

Convengo en que éste ha sido, de tacto, uno de los principios fundamentales de la moderna política forestal europea, aunque no siempre se ha aplicado en la práctica. Por ello es necesario examinar la cuestión. Cabe, no obstante, preguntarse por qué el rendimiento sostenido debe ser un «principio fundamental». Eckmullner y Madas no ofrecen ninguna justificación de su aserto. Se limitan a afirmar que la ordenación debe «estar encaminada a impedir fluctuaciones demasiado grandes en el nivel de cortas anuales o periódicas... la cantidad de madera extraída en un periodo de diez años, por ejemplo, no debe exceder la cantidad permisible para ese periodo» (subrayado mío).

Toda esas son afirmaciones axiomáticas y nunca se examinan las razones en que se fundan. Su aserto incondicional de que «el principio del rendimiento sostenido y de la corta permisible o potencial debe, naturalmente, aplicarse también a las actividades forestales de un país, globalmente considerado» es a todas luces erróneo.

El rendimiento sostenido puede ser una política razonable para una empresa o para el dueño de un bosque que limiten sus actividades a la producción forestal y tengan escasos conocimientos sobre inversiones alternativas del capital, pero desde el punto de vista de un país es preciso considerar muchas posibilidades de inversión. La transferencia de capital del sector forestal a otros sectores, mediante unas talas elevadas que superen la llamada (¿por quién?) corta permisible, puede ser muy racional si hay posibilidades de inversiones más rentables y la falta de fondos se considera una limitación. Ello es especialmente cierto cuando los bosques contienen grandes proporciones de rodales viejos y de crecimiento lento. El mismo argumento puede usarse en el caso de empresas forestales concretas, si están dispuestas a lanzarse a otras actividades.

Aquí nos encontramos en el centro de la teoría de Pressler sobre el «rendimiento del dinero» en contraposición al concepto anterior de «rendimiento de los bosques». Pressler sostiene que los bosques deben rendir tanto, en términos monetarios, cuanto cualquier otra actividad económica. Planteada de modo mas elegante, esta es la fórmula de Faustmann, según la cual un rodal debe talarse cuando su tasa marginal de rendimiento sea inferior a la tasa de descuento, considerando como tasa de descuento el costo de oportunidad del capital. Evidentemente, la formula de Faustmann es correcta para un rodal determinado, pero si se aplica rigurosamente a un bosque con una estructura distinta del llamado bosque «normal», el volumen de cortas - y en consecuencia el resultado económico - variará considerablemente con el tiempo, si se mantiene la tasa de descuento. Ello puede no ser correcto si las oportunidades de inversión varían de un periodo de planificación a otro. Por consiguiente, el cálculo de una tasa económicamente óptima de corta puede ser bastante complicado. Sin embargo, K.S. Lyon y R. Sedjo han demostrado la probabilidad de que los suministros a largo plazo de madera de una región forestal aumenten si los empresarios actúan de una manera racional desde el punto de vista económico. Basado en una determinada estructura de edad del bosque, su ejemplo difiere mucho de la opción del rendimiento sostenido.

Desde el punto de vista de la sociedad, la fórmula de Faustmann es sin duda demasiado elemental. Considera el precio de la madera como un factor dado. Cuando se examina la política de corta de un país, los volúmenes afectados son tan grandes que influyen en los precios. Por lo tanto, la tasa óptima de corta en un contexto social debe determinarse de modos menos elegantes, pero que tengan en cuenta más factores. Ello se ha intentado en Suecia, donde nada indica que el mantenimiento del volumen de las cortas, propuesto por Eckmullner y Mudas, sea necesariamente la mejor solución.

Eckmullner y Madas no examinan los costos y beneficios económicos de los varios índices de corta. Más bien hacen del principio del rendimiento sostenido una obligación moral. Esa es la misma actitud adoptada por N.A. Moiseev y S.G. Sinitsin en el 17° Congreso Mundial de la IUFRO, en 1981. Podría haberse pensado que los argumentos de W.D. Klemperer en ese Congreso habrían tenido alguna influencia en el modo de tratar luego el principio del rendimiento sostenido. Yo no propongo que Eckmullner y Madas acepten los argumentos económicos de Klemperer, sino simplemente que no prescindan totalmente de ellos. La cuestión de si su contribución al libro debe considerarse como una declaración política, contraria a muchas otras, está plenamente justificada. Por mi parte, habría preferido un examen de muchas opciones posibles, igualmente racionales, en vez de la opinión personal de Eckmullner y Mudas. No creo tampoco que su intención fuera formular /a política de corta para el sector forestal mundial.

Ole Hofstad
Departamento de Medición y Ordenación Forestales
Universidad Agrícola de Noruega


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