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El mundo forestal en perspectiva

Entrevista con el Sr. C. H. Murray, Subdirector General de la FAO

C. H. Murray, al cumplir el primer año como Subdirector General de la FAO a cargo del Departamento de Montes, hace algunas reflexiones sobre los problemas que se le plantean y las oportunidades que se le abren al mundo forestal. (Entrevista realizada por el redactor de Unasylva, Stephen A. Dembner)

C. H. Murray

Unasylva. Vistas desde un observatorio tan prominente como es la dirección del Departamento de Montes de la organización de las Naciones Unidos que encabeza la actividad mundial en materia de agricultura y desarrollo rural, ¿qué perspectivas tiene el mundo de los bosques en el último decenio de este siglo?

Murray. El panorama forestal presenta una interesante mezcla de oportunidades y problemas. En el ámbito mundial, nunca ha sido tan sombría la perspectiva para los bosques, pero la verdad es que la función de éstos nunca ha sido mejor comprendida y apreciada que ahora. Al sector forestal y a todos los que de él forman parte se presentan hoy más y mejores oportunidades que nunca y que probablemente nunca más se le vuelvan a presentar. El terreno es fértil y no cabe duda de que progresaremos en la resolución de los problemas planteados. Corresponde a los especialistas y a los dirigentes de este sector enfrentarse resueltamente con esas cuestiones.

¿Cómo catogorizarlas? Al terminar el siglo XX y cuando empezamos a mirar hacia el próximo, hay en particular cuatro cuestiones en que, en mi opinión, tendremos que concentrarnos: aprovechamiento de la tierra y armonización de objetivos antagónicos; todo lo referente al medio ambiente, asunto que apenas ahora empieza a comprenderse y que sin duda ha de adquirir mucha más importancia; el comercio internacional, en todo lo que afecte a los montes y a los productos forestales; y, por supuesto, la cuestión social ya que, en resumidas cuentas, el objetivo no es satisfacer al personal forestal o a las autoridades, sino a los moradores de este que pronto será un superpoblado planeta.

Unasylva. Veamos esas cuatro cuestiones más en detalle. Primero, lo referente al aprovechamiento de la tierra. Nos encontramos en una situación en que los países desarrollados producen más de lo que necesitan mientras que, en los países en desarrollo, gente que no se propone sino subsistir exige macho de los bosques.

Murray. Esa es, desde luego, una de las grandes paradojas de nuestro tiempo. Mientras que los países desarrollados se jactan de las medidas sólo en parte coronadas por el éxito, que toman para reducir sus cultivos con el fin de producir menos sobrantes, los bosques de los países en desarrollo están siendo destruidos en gran medida - aunque no sólo por eso - para hacer frente a las necesidades esenciales de una población rural cada día más numerosa.

Una vez dicho esto, permítaseme agregar que no es posible encontrar la solución sólo en el bosque; es indispensable planificar integralmente el aprovechamiento de la tierra. El experto forestal tiene que colaborar con los especialistas en agricultura, sociología, etc. en busca de una solución multidisciplinaria. Hay que pensar en el recurso en su conjunto y no aisladamente en el subsector forestal. Centenares de proyectos languidecen en armarios y estanterías porque al planearlos no se tuvo en cuenta que la realidad es más amplia.

A este respecto conviene mencionar la preocupación, no sólo de la FAO, sino de toda la comunidad internacional, que se concretó en el Plan de Acción Forestal en los Trópicos (PAFT). Baste decir que uno de los principios en que se basa dicho Plan es el de que la planificación del subsector forestal debe hacerse en consonancia y en estrecha relación con el plan general de desarrollo socioeconómico de la nación.

Unasylva. Al referirse a la preocupación por el medio ambiente como uno de los grandes problemas del próximo decenio, dijo usted que apenas estamos empezando a conocerlo. ¿Dónde cree que se librarán las batallas más significativas sobre el bosque y el medio ambiente? ¿Será en los países desarrollados o en los países en desarrollo?

Murray. Preferiría no hablar de grandes batallas, aunque lo cierto es que la preocupación por el medio ambiente es de alcance mundial. Los países desarrollados tienen su manera de perjudicar al medio ambiente: lluvia ácida, desechos industriales, consumo abundante de combustibles, etc. En los países en desarrollo hasta la fecha no se ha manifestado mucha preocupación por la contaminación industrial porque no repercute inmediatamente sobre las necesidades de una mayoría de población; no obstante, ya se reconoce que la cuantiosa destrucción del bosque es una gravísima amenaza para el ambiente.

La verdad es que el crecimiento demográfico exige un incremento de la producción agrícola. En parte se puede lograr haciendo más productiva la tierra hasta ahora cultivada, pero además será preciso cambiar el uso de tierra antes boscosa para dedicarla a la agricultura. Lo importante es asegurarse de que esa tierra que cambia de uso es apta para ser cultivada sostenidamente y de que al hacer el cambio se prevea un papel para el árbol en los sistemas de cultivo.

Unasylva. ¿Qué importancia le atribuye usted a la cuestión social en el desarrollo forestal?

Murray. Los aspectos sociales son fundamentales. Baste recordar que los bosques son literalmente un recurso primordial. Hubo tiempos en que toda la población del mundo estaba constituida por moradores de bosques que aprovechaban directa o indirectamente este recurso natural. En realidad los pueblos que siguen siendo moradores de bosques en aquel sentido primitivo, viven en completa armonía con su ambiente natural. Saben exactamente cómo utilizarlo sin destruirlo. Un ejemplo son los pobladores de los bosques amazónicos.

Otro ejemplo es el sistema de los barbechos que en muchas civilizaciones se usa desde hace siglos, para no decir miles de años. Efectivamente, cuando hay abundancia de tierra el sistema del barbecho se sostiene por sí solo. Pero cuando hay más gente de la que la tierra puede mantener, es inevitable que se agote el recurso y, por consiguiente, su capacidad para producir.

El hombre se ha «civilizado» e «industrializado». Esto lo ha apartado tanto de su medio ambiente original que ignora - incluso muchos entre los muy leídos - casi todo de la naturaleza.

En el mundo en desarrollo la situación es aún más crítica porque un elevadísimo porcentaje de la población vive del campo, sirviéndose para subsistir, en medida mucho mayor de lo que hasta ahora se creía, de productos del bosque.

La gente pobre del campo que vive al borde de los bosques no es moradora del bosque en el sentido primitivo, ni tampoco se ha urbanizado. Son campesinos que tratan de subsistir convirtiendo los recursos del bosque en tierra de cultivo.

Para aliviar la situación tendremos que mirar más allá del bosque. Pero quienes sigan dependiendo de éste tendrán que participar más y mejor en su conservación y aprovechamiento. El hombre sólo conserva y protege el bosque cuando lo considera más valioso arbolado que usando su tierra de otro modo.

Para conseguirlo, basta asegurar que la comunidad local sea provista de medios con qué satisfacer lo que esencialmente necesite para vivir y desarrollarse. En este dominio el Departamento de Montes de la FAO lleva ya años enteros abriendo camino con su Programa Forestal Comunitario.

Mediante las actividades forestales comunitarias nos proponemos invertir un estado de cosas de acuerdo con el cual jóvenes profesionales de la ciudad, ayudados por guardas forestales, se acercaban a la gente del campo para explicarle qué cosas debían hacer. En cambio, ahora, mediante un proceso de consultas y manteniendo a nivel local la comunicación en ambos sentidos, ellos - los profesionales - informan y cooperan con la gente en la ordenación de la tierra y del bosque, de modo que todos participen en la protección del recurso y se beneficien con ella.

En mis primeros años de ejercicio de la profesión se dedicaba mucho tiempo y trabajo a redactar códigos y a lograr que se respetaran leyes cuyo objeto era mantener al pueblo fuera del bosque. Hoy día lo que nos preocupa es garantizar a la gente del campo la posibilidad de obtener de manera sostenida del bosque los bienes y servicios que necesita.

Unasylva. Hablando ahora del comercio internacional, es evidente que en estos momentos se presta macha atención a este aspecto de las actividades forestales. ¿Por qué?

Murray. El comercio internacional fue siempre un elemento básico de las relaciones entre países y ahora es más importante que nunca. El comercio pone de manifiesto cuáles son las diferencias esenciales entre la manera de ver las cosas del Norte, bien desarrollado, y del Sur, en desarrollo. Esto es aún más claro en materia forestal, tanto si se trata del comercio de la madera, como del de productos tan transformados como son la pasta y el papel.

Cuanto más procuran los países en desarrollo impulsar el comercio de los productos de su industria, más evidentes resultan aquellas diferencias de concepto. Conviene recordar lo que se hace en el plano internacional en este terreno. Por ejemplo, la UNCTAD y la Declaración de Punta del Este, así como la todavía en curso ronda del Uruguay de negociaciones del GATT sobre productos con base en el recurso natural. Su propósito es estimular en la medida de lo posible el libre intercambio de bienes y fomentar más efectivamente el comercio internacional.

Citemos, al llegar a este punto, las bien intencionadas iniciativas avanzadas con el fin de poner freno a la destrucción de los bosques por algunas organizaciones y grupos de presión que abogan por medidas como la prohibición de importar madera de países en desarrollo. Estoy seguro de que esas iniciativas son perfectamente bien intencionadas pero, en realidad, si se adoptaran resultarían contraproducentes. ¿Por qué? En primer lugar, las estadísticas demuestran que, en su mayoría, la destrucción de los bosques no se debe a la corta ni al incremento del comercio de madera. Por el contrario, en su mayor parte, ocasiona la destrucción gente pobre que al verse privada de acceso a buena tierra de cultivo o impedida de otros modos de mantener a su familia. no tiene otro remedio que desmontar bosques para poder sobrevivir.

En segundo lugar, insisto en que el bosque es un recurso renovable, que puede ser explotado al máximo, siempre que se proceda como es debido. La madera, al igual que otros recursos, tiene un cierto valor, y al prohibir la importación de madera de países para los que es fuente principal de ingresos, no haríamos sino agravar el problema que tratamos de resolver. En efecto, estaríamos suprimiendo en los planos nacional y local una fuente de ingresos y negándole de ese modo la posibilidad de invertir en la protección y ordenación del recurso forestal.

Unasylva. Hasta ahora los productos del bosque han gozado de una ventaja sobre los productos del campo: no han estado amordazados por la excesiva reglamentación que amenaza con sofocar el comercio internacional de productos agrícolas. Tal vez una de las mayores ventajas del comercio internacional de productos forestales sea la libertad en que se desenvuelve.

Murray. De acuerdo. En realidad, en 1986 se instituyó la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (ITTO) para garantizar la continuación de esa libertad. La FAO comparte con la mencionada organización el convencimiento de que el esfuerzo por conservar los recursos forestales tropicales tiene que basarse en su aprovechamiento y ordenación racionales y no en aranceles o prohibiciones arbitrarias. El Departamento de Montes de la FAO continuará cooperando estrechamente con organizaciones como la ITTO, que tanto nos interesa.

Unasylva. Al definir los grandes problemas con que se enfrenta el mundo forestal en el próximo decenio aludió usted varias veces al Plan de Acción Forestal en los Trópicos. El PAFT ha sido calificado de iniciativa sin igual para hacer frente a los problemas forestales y, particularmente a los que tienen planteados los países en desarrollo. ¿En qué situación se encuentra la ejecución del PAFT?

Murray. Las naciones miembros, y en general toda la comunidad internacional, expresaron plena confianza en la Organización cuando le encargaron que asumiera el papel de coordinadora del PAFT. Tal vez convenga aclarar que el Plan de Acción Forestal en los Trópicos no es un programa que la FAO (ni nadie, en realidad) esté tratando de imponer al mundo. Se trata de una estrategia o manera de ver las cosas que queremos que los países miembros apliquen a su propio caso para despejar los atascos que en este subsector obstaculizan el progreso en el aprovechamiento sostenido de sus recursos forestales. Es decir que el Plan será aplicado a nivel nacional, siempre que se pueda, por ciudadanos del país, en plena armonía con sus autoridades de planificación. Los planes de desarrollo forestal tienen que engranar perfectamente con los planes generales de desarrollo.

Contaminación industrial en los países desarrollados representa un grave peligro para el ambiente forestal

C.H. Murray

Perfil

Con el nombramiento en diciembre de 1988 de C. H. Murray como Subdirector General de la FAO y Jefe de su Departamento de Montes, culmina una carrera de más de 30 años consagrados al desarrollo forestal y a otras actividades internacionales.

De Joven, Murray, natural de Trinidad y Tabago, fue profesor de ciencias e ingeniero perforador de pozos petroleros, incorporándose después al Servicio Forestal de su país. Enseguida destacó y, designado para estudiar en el extranjero, se graduó con honores en ciencias forestales en la Universidad de Oxford (Reino Unido). Se especializó en ordenación de recursos forestales.

Terminados sus estudios, en 1961 Murray regresó a Trinidad, donde fue nombrado adjunto al Conservador de Bosques. En 1963, a la edad de 33 años, ascendió a Conservador Jefe de Bosques, quedando así al frente de todas las actividades administrativas y técnicas del Servicio Forestal Nacional con responsabilidad sobre todo lo referente a ordenación de los bosques y de la vida silvestre. Puede juzgarse la magnitud de su tarea por el hecho de que los bosques propiedad del gobierno cabrían el 40 por ciento de la superficie total de la recién independizada nación.

Murray ingresó en la FAO en 1968 en calidad de Oficial del Servicio de Política Forestal. Después pasó a ser Oficial de Operaciones para América Latina y el Caribe y, posteriormente, especialista en la planificación integral del aprovechamiento de la tierra de la Dirección de Recursos Forestales. En 1975 fue comisionado al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en calidad de Asesor Agrícola Superior y Representante de la FAO en Jamaica.

Al regresar en 1977 a la FAO, Murray fue Agregado de Gabinete y en 1986 Director del Gabinete.

En 1980 fue condecorado por el Gobierno de Trinidad y Tabago en reconocimiento de los destacados servicios prestados en materia de ordenación de recursos forestales.

Una imagen juvenil el Sr. Murray cuando pertenecía al servicio forestal de Trinidad y Tabago

En un esfuerzo por conseguirlo, en tanto que entidad coordinadora, procuramos que participen, a la vez que los gobiernos, todas las organizaciones internacionales interesadas, el sector privado, organizaciones no gubernamentales, etc. Y, no menos importante, animamos a las autoridades a que hagan participar a todas las comunidades de modo que todo el contenido del Plan refleje necesidades realmente sentidas por la población local.

El Plan ha sido muy bien recibido por la comunidad internacional, los países miembros, los bancos internacionales y por la mayoría de las organizaciones no gubernamentales; alrededor de 70 países han manifestado su interés y están tomando medidas para aplicar el Plan de acuerdo con su situación y necesidades.

Esto es muy satisfactorio, pero para ser enteramente franco debo añadir que hay motivos de preocupación. Uno, que por haber sido tan bien acogido el Plan a todos los niveles se espere mucho de él, sobre todo en el plano nacional. Me preocupa la posibilidad de que no toda esa expectativa se logre. Si así ocurriera el objetivo general del Plan se vería tan comprometido que tal vez no pudiera reponerse.

Me preocupa también cómo tratar de dar satisfacción a esas expectativas. No hay más remedio que aceptar la realidad de que muy pocos países en desarrollo disponen de los recursos necesarios (es decir, personal capacitado y finanzas) para hacer algo significativo sobre la deforestación de los trópicos. Por esa razón, si la comunidad internacional quiere que se considere sincera su preocupación por la deforestación, es preciso que respalde esa expresión de interés con la asignación de recursos sustanciales. Aunque ya hemos terminado ocho ejercitaciones nacionales en el marco del PAFT, la afluencia de recursos con qué hacer frente a las necesidades que se identificaron no alcanza el volumen que se había esperado.

Unasylva. ¿Todo el mundo es verdaderamente partidario del PAFT? Parece que, por causa de ciertos malentendidos, algunos sectores, y en particular algunas organizaciones no gubernamentales, no están prestando su apoyo. ¿Cuál es la raíz del problema y qué está haciendo la FAO para contrarrestar sus efectos?

Murray. Creo yo que la raíz del problema es una falta de información por culpa de la cual no se entiende bien qué es en realidad el PAFT, ni cuáles son los mecanismos y procedimientos que utiliza, ni cuáles son en definitiva sus objetivos. Recuérdese que el PAFT fue lanzado no sólo por la FAO, sino por todo un grupo de entidades, entre las cuales el Instituto Mundial de los Recursos, organización no gubernamental muy bien acreditada. Estoy convencido de que las críticas - que afortunadamente son pocas, aunque muy estridentes - se deben a que no se ha entendido bien el PAFT en su conjunto.

Todas las orientaciones del PAFT insisten en la importancia de que las organizaciones no gubernamentales tanto locales como nacionales, intervengan para asegurar la participación popular. Para que el PAFT tenga verdadero éxito, la gente tiene que adherir deliberada y sistemáticamente a la actividad, lo antes posible, para tener la seguridad de que las prioridades que se determinen reflejan necesidades reales y percepciones sociales de las comunidades en cuestión. Por este motivo, es indispensable armonizar la manera de ver las cosas del sector forestal con la de todos los demás, para lograr un enfoque verdaderamente intersectorial y multidisciplinario. Se estimula también la participación del sector privado.

De todos modos, el hecho de que surjan malentendidos quiere decir que la FAO y las demás organizaciones que participan en el PAFT tienen que esforzarse aún más.

Por todo ello, para corregir la situación se necesitará ante todo diseminar tan ampliamente como sea posible información más abundante sobre el PAFT. Por supuesto, dado que el PAFT es una actividad en el plano nacional, ha de ser el gobierno quien tome la iniciativa en cada país. La FAO tiene la responsabilidad de ayudar en este importantísimo esfuerzo de planificación.

Unasylva. Hace ahora poco más de un año que asumió usted el puesto de Subdirector General y Jefe del Departamento de Montes de la FAO. Heredó una situación presupuestaria y funcional sumamente tensa debida a la crisis financiera por que atravesaba la Organización. No obstante, ya se ha aprobado un nuevo presupuesto para un programa de dos años que parece reflejar un cauto optimismo. ¿Qué contienen los planes de la FAO como respuesta a las cuestiones que calificó usted antes como primordiales?

Comercio internacional de madera tropical no conviene ponerle cortapisas imponiendo embarcos unilateralmente

Murray. Es muy cierto que el Departamento de Montes y toda la Organización en general están atravesando un período de estrechez y no me queda más remedio que decir que, a pesar de que las perspectivas tienden a mejorar, la situación no cambia. Seguimos con un presupuesto limitado y, por causa de la crisis anterior, siguen vacantes muchos puestos en el Departamento de Montes. Esto es particularmente grave porque la sede de la Organización es su cerebro. Cuando no se cubren las vacantes, las actividades languidecen.

En este nuevo bienio con que se inicia el decenio de 1990, el Departamento hará esfuerzos denodados. Es un departamento pequeño, pero sabrá soportar cargas crecientemente pesadas.

Insistiendo en algunas de las áreas en que concentraremos nuestra atención, me permito citar de nuevo el Plan de Acción Forestal en los Trópicos. El PAFT es, y seguirá siéndolo durante por lo menos el próximo quinquenio, la principal acometida del Departamento. De las actividades del PAFT que ya están en marcha se desprende que hay dos áreas de especial importancia. Ya que el PAFT implica esencialmente actividades de planificación, el Departamento tiene que redoblar su capacidad para ayudar a los gobiernos en su planificación. En el próximo bienio nos concentraremos en reforzar y perfeccionar el servicio de planificación.

La segunda área cuya importancia ha sobresalido es la investigación. Una de las principales conclusiones de la segunda reunión de Bellagio, celebrada en diciembre de 1988, es que el Grupo Consultivo sobre Información Agrícola Internacional (GCIAI) debe ensanchar su jurisdicción de modo que abarque la investigación forestal. Me propongo que el Departamento de Montes de la FAO suplemento los esfuerzos del GCIAI, en particular ayudando a fortalecer las instituciones nacionales de investigación. Por esa razón, el actual programa de trabajo prevé la creación de un nuevo puesto de oficial de investigación forestal.

La protección de los bosques es otra área que será objeto de excepcional atención como respuesta a los problemas ambientales con que se enfrenta en todas partes el mundo forestal: fuego, contaminación, plagas y, por supuesto, deforestación.

A pesar de que gran parte de la población rural vive de bienes y servicios que derivan del bosque, los gobiernos sólo piensan en el bosque como una fuente de madera, pasta y papel. En el curso de estos últimos años se ha puesto en claro que la población rural obtiene más de lo que se creía de los bosques. Lo que es más, una investigación reciente ha demostrado que el valor de lo que se extrae de una hectárea de selva amazónica es muy superior cuando se ordena para la obtención sostenida de productos no tradicionales, al que tendría si se desmontara para aprovechar la madera.

Este es el motivo de que en el próximo bienio nos concentremos en productos forestales distintos de la madera, esforzándonos por comprender mejor cuánto valen para el desarrollo. Este esfuerzo se entrelazará con lo que hagamos en materia de bosques comunitarios, ya que necesitamos explorar y aprovechar los conocimientos y experiencia que ya existen en el plano de la comunidad.

No quiere eso decir, por supuesto, que hayamos de descuidar las industrias forestales tradicionales, ni las responsabilidades contraídas al respecto con los países desarrollados. El Departamento vigila continuamente, en nombre de la FAO, la situación mundial, estudiando las perspectivas y las tendencias de la madera. La FAO sigue siendo la única fuente de estadísticas forestales mundiales.

Pecaría por omisión si no mencionara nuestro programa de campo, que constituye el borde incisivo de las actividades del Departamento. Esperamos que merced a los esfuerzos conjuntos del programa de campo y del programa ordinario consigamos canalizar alrededor de 100 millones de dólares de origen extrapresupuestario hacia los proyectos y programas que llevan a cabo nuestros países miembros para su desarrollo forestal.

Unasylva. Para terminar, mirando adelante, hacia el fin del decenio y del siglo XX ¿qué le desea usted al mundo forestal en general y a la FAO en particular?

Murray. El problema más espinoso con que ahora se enfrenta el mundo es la destrucción de los bosques. Si para fines del decenio hubiéramos conseguido contener el ritmo de la destrucción, aunque sólo fuera en un 50 por ciento, creo que habríamos hecho en verdad mucho.

A la Organización le deseo un departamento forestal más fuerte, más vibrante, más activo, incluso más agresivo. La FAO tiene que desempeñar un papel clave ayudando a los países - insisto en el «ayudando» - a resolver sus problemas. La FAO no puede resolvérselos. Sólo puede ayudarlos e inspirarlos en su lucha contra las dificultades que se presenten en sus bosques y, para ello, necesitamos los mejores cerebros disponibles y liberalidad de recursos.


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