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Elementos forestales de los sistemas agrícolas

J.E.M. Arnold

Factores que estimulan o desalientan al campesino a plantar árboles, y cómo contribuye su cultivo a asegurar la alimentación de la familia rural

J. E. M. Arnold es investigador superior en el Instituto Forestal de Oxford, Oxford, Reino Unido.

En el mundo en desarrollo la gente del campo sabe que en los árboles tienen su origen no pocos de los artículos y servicios que les son indispensables. Si los bosques naturales degeneran o su límite retrocede, plantan o mejoran el cuidado de los árboles en sus propias tierras, para seguir disponiendo de aquellos artículos y servicios. Por ejemplo, Campbell et al. (1987 han visto que en ciertas montañas de Nepal en que han disminuido mucho los recursos forestales, las familias visitadas incrementaron el número de frutales y de árboles forrajeros de sus parcelas.

No obstante, el incesante aumento de la presión demográfica da lugar a que desaparezcan por completo los árboles. Todo, en la inexorable búsqueda de más tierra para incrementar la producción agropecuaria, milita contra la supervivencia del árbol. El monocultivo y la mecanización exigen su eliminación para que no obstaculice el paso de los tractores. Asimismo lo exige la competencia por la luz del sol, el agua y los nutrientes en la proximidad de sembrados. El campo queda en barbecho por períodos cada vez más cortos, de modo que disminuye sin cesar la superficie bajo sombra y los árboles no tienen tiempo de crecer hasta ser verdaderamente productivos. Las quemas hechas en beneficio del pasto impiden el crecimiento de árboles; otro tanto ocurre con los sistemas de tenencia que permiten al ganado apacentarse libremente en el campo después de recogida la cosecha.

Huertos domésticos en indonesia cultivo intensivo de árboles intercalado con plantes anuales

También al cambiar el sistema de tenencia pierde terreno el papel del árbol en el aprovechamiento de la tierra. Cuando parte de las tierras comunales se nacionaliza o pasa a manos privadas, aumentan las exigencias sobre el resto de los recursos comunes y aumenta el número de personas que no tiene acceso a los árboles. Los sistemas de tenencia, así como la costumbre de considerar la simple presencia de árboles como título efectivo de propiedad de la tierra no dan seguridad suficiente, por lo que desalientan o impiden el cuidado de los árboles.

De todos modos, tiende a aumentar la presencia de árboles en numerosas situaciones, lo cual implica que, en determinadas circunstancias, su cultivo empieza a resultar conveniente, a medida que el campesino exige más rendimiento del conjunto de sus recursos. La finalidad de este artículo es determinar cómo contribuye el árbol a la economía familiar, y en qué consideraciones basa el campesino su decisión de adoptarlo. Para ello se exponen tres casos, a saber, sistemas basados en el uso extensivo de la tierra, con cultivo poco intensivo; el sistema de los huertos familiares, y el cultivo comercial de árboles en parcelas forestales.

USO POCO INTENSIVO DE LA TIERRA

En las situaciones en que siempre se practico, la agricultura migratoria - la más elemental - es la que permite aprovechar más eficazmente recursos del agricultor que son, sobre todo, el trabajo de toda la familia. Donde dispone de tierra suficiente para dejar parte en barbecho, de ninguna otra manera rendirá más el trabajo sin insumos adicionales de capital. La vegetación del barbecho sostiene la productividad del suelo y el proceso de corta y quema permite levantar cosechas con un mínimo de insumos para preparar la tierra y para desherrar. Sería posible seguir cultivando esa parcela sin más que intensificar el desyerbado pero es menos fatigoso desmontar y quemar otra parcela. De análoga manera sería posible mejorar el rendimiento por hectárea sin más que intensificar el cultivo, pero eso iría en detrimento del rendimiento unitario de la mano de obra. Mientras el campesino pueda alcanzar la producción deseada con métodos poco intensivos, lógicamente se atendrá a éstos (Rambo, 1984; Raintree y Warner, 1986).

Es fácil darse cuenta de que al dificultarse el acceso a la tierra, esa agricultura migratoria tiende a resultar imposible, de modo que los campesinos acaban por intensificar sus métodos (Olofson, 1983; Raintree y Warner, 1986). Con ese fin incrementan poco a poco el insumo de trabajo y, a veces, de capital para bonos, herbicidas, etc. Este abandono de la agricultura migratoria implica a veces, pero no siempre, la eliminación total del árbol.

Es frecuente, en las primeras fases de ese proceso, enriquecer los barbechos facilitando - incluso plantando - especies arbóreas que aceleren o intensifiquen la regeneración de la fertilidad del suelo o que produzcan algo útil para el consumo o para la venta. Un ejemplo en que se logran ambos objetivos es el cultivo en los barbechos del Sudán y otras partes semiáridas de Africa, de Acacia Senegal, leguminosa que mejora la fertilidad a la vez que produce goma arábiga para la venta y leña, medicinas, fibras y otras cosas útiles en el hogar. Otros ejemplos son: la ordenación de los palmares de babasú para obtener productos comerciales y de consumo en conexión con la agricultura migratoria practicada en extensas zonas de la parte central del norte del Brasil (Muy et al., 1985); la plantación comercial de rotén en Borneo (Weinstock, 1983); los «swiddens» ordenados con vistas a la extracción de diversos productos de los ifugao, en las Filipinas (Conklin, en Olofson, 1983), y los sistemas agroforestales cíclicos con orientación comercial que se practican en algunas partes del Amazonas peruano (Badoch et al., 1985). A pesar de que casi no hay datos cuantitativos sobre los insumos y la producción de esos sistemas, es de suponer que, por originar ingresos adicionales a costa de sólo pequeños incrementos del insumo de trabajo y de cambios insignificantes en el sistema básico de agricultura migratoria, han de reportar un rendimiento bastante elevado (Raintree y Warner, 1986).

Se encuentran enseguida en el proceso de intensificación varias formas de cultivo intercalado. Introducen la función del barbecho continuo al incorporar junto a las especies alimentarias otras que benefician el suelo. Hay numerosos ejemplos de esta estrategia, como la retención de Faidherbia albida (antes llamada Acacia albida) en los sembrados de gran parte de Africa.

Una mezcla de esta naturaleza es la plantación en el oeste de Kenya de una leguminosa arbórea, Sesbania sesban, intercalada con maíz. Cuando, al cabo de unos tres años, se prescinde del maíz, quedan las Sesbania sp. en barbecho por otro par de años y después se cortan como leña. El ciclo se repite una y otra vez. En zonas en que escasea la mano de obra, se ha calculado que un ciclo de diez años produce menos de la mitad de maíz por hectárea que el monocultivo, pero que el rendimiento de maíz por unidad de insumo laboral es más elevado y que, además, rinde leña y beneficia al suelo (Banco Mundial, 1986).

Mucho se ha investigado recientemente un sistema de barbecho continuo ordenado más intensivamente: el cultivo en fajas. Consiste en cosechar especies alimentarias entre setos vivos de matas o árboles podados repetidamente cada temporada para limitar la sombra y aportar abono verde al suelo. En Nigeria, en el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA), se ha hecho un análisis económico de las experiencias llevadas a cabo intercalando maíz con Leucaena leucocephala, con aplicaciones de fertilizante nitrogenado y de herbicida. El análisis revela que ésta es la técnica que más rinde económicamente y que más maíz produce, pero que exige mayor insumo de trabajo que el monocultivo de maíz, con o sin aplicaciones de fertilizante y herbicida. En cambio, el cultivo intercalado rinde más por unidad de trabajo que el monocultivo (Ngambeki, 1985). No obstante, aún falta ensayar esos resultados sobre el terreno para asegurarse de que en la práctica se dispondrá de la necesaria mano de obra debidamente calificada, de que los costos y valores corresponden a los que encuentran los campesinos, y de que los resultados y las relaciones físicas insumo/producto son factibles en el campo (Balasubramanian, 1983; Raintree, 1989).

Excelente manera de hacer uso de la tierra en Kenya, cultivo intercalado de maíz, frijoles y árboles

HUERTOS FAMILIARES

Estos huertos suelen estar situados cerca de la habitación de la familia y, en general, son una de las partes más intensivamente cultivadas de todo el sistema agrícola a que pertenecen. Se cultivan diversas especies anuales y perennes en capas de árboles, arbustos y matas estructuradas verticalmente de modo que ejerzan las mismas funciones que un bosque, de recirculación de nutrientes, protección del suelo y eficaz aprovechamiento del espacio, tanto sobre, como bajo la superficie de la tierra. Los huertos suelen servir para completar la producción de otras secciones de la empresa familiar. Permiten también repartir a lo largo de todo el año las faenas del campo, la producción y los ingresos percibidos (Ninez, 1984).

Por ejemplo, en los densamente poblados bajíos del centro de Java, los huertos se sitúan en tierra firme, siendo el cultivo de arroz anegado el otro elemento principal de cada sistema agrícola. Dominan en ellos plantas perennes más bien que anuales, leñosas más bien que herbáceas.

Las familias que disponen de arrozal suficiente para satisfacer todas sus necesidades alimentarias dan preferencia en la asignación de mano de obra y de capital a la producción de arroz. Su huerto es en estos casos esencialmente forestal, con árboles de valor comercial (Wiersum, 1982; Hunink y Stoffers, 1984; Stoler, 1978). No obstante, el rápido aumento de la población ha sido causa de que disminuyera la superficie de arrozal por persona y de que una elevada proporción de campesinos tenga poca o ninguna tierra en donde cosechar el arroz indispensable para cubrir sus necesidades. Cuanto menor es la superficie de arrozal poseída, más intensivamente tiene la familia que cultivar su tierra firme, y en sus huertos crecen cada vez más plantas alimenticias o comerciales junto a los árboles.

La intensificación se logra incrementando el insumo de mano de obra. Es tanto lo que cabe aumentar la productividad que, según se informa, el insumo de trabajo en los huertos más pequeños promedia tres veces más que en los grandes. El rendimiento de la tierra y de la mano de obra es elevado (Soemarwoto y Soemarwoto, 1984). Con la ordenación intensiva de los huertos se produce hasta un 20 por ciento del ingreso familiar y un 40 por ciento de la ingesta de calorías (Stoler, 1978).

Otra manera de intensificar el aprovechamiento de la superficie dedicada a huerto ha sido la de incrementar el valor adicionado por el producto del huerto. Penny y Singarimbun (1973) describen cómo algunos de los campesinos más pobres pasaron de tener el coco como producto final a la elaboración de azúcar de coco, proceso que hace uso muy intensivo de mano de obra y que permite incrementar las utilidades de la zona plantada de cocoteros a pesar de que sea escaso el rendimiento del trabajo. Otras actividades generadoras de ingreso son el aserrado a mano y la recogida de leña (Hunink y Stoffers, 1984).

Al disminuir el tamaño de las parcelas los campesinos tienen que redondear sus ingresos empleándose para trabajar fuera de su terreno. Limitan el cultivo de cosechas anuales con el fin de que les quede más tiempo para trabajar fuera. En esta fase el elemento principal del huerto son árboles y otras plantas perennes que exigen escaso insumo de trabajo (Stoler, 1978).

En un estudio de los métodos de cultivo practicados en el sudeste de Nigeria, Lagemann (1977) encontró una relación análoga entre presión demográfica e intensidad del cultivo de árboles. La empresa agrícola incluye una mezcla de barbechos sembrados, y, alrededor de la casa, parcelas con cultivo permanente de yuca, ñame y otros.

En Nigeria, al igual que en Java, al mismo tiempo que aumenta la presión demográfica sobre la tierra disminuye el tamaño medio de la empresa agrícola y decae la fertilidad del suelo. Con la presión sobre la tierra, aumenta la extensión cultivada por sistemas mixtos, al igual que la densidad en éstos de los cultivos de árboles y de cosechas labrantías. Lagemann opina que esa evolución refleja el hecho de que los campesinos se dan cuenta de que esa forma de aprovechar la tierra, combinada con un mayor uso de abonos verdes y orgánicos, es la manera más eficaz de utilizar los recursos de que disponen para contener el proceso de disminución de la fertilidad y para sostener la producción. A pesar de que el insumo de mano de obra por hectárea no es mayor que en el campo, el rendimiento por hectárea en moneda es superior en unas cinco a diez veces y, por unidad de trabajo, de ocho a diez veces más elevado. Lagemann enumera entre los factores que dan lugar a esa mayor productividad de la mano de obra, la programación de las actividades de siembra y cosecha, así como el hecho de que las condiciones físicas del trabajo a la sombra son más llevaderas.

Arboricultura en Kerala, India: exige poco capital

Un estudio del cultivo de árboles tal como lo practican los campesinos de Kerala, India, describe cómo su sistema combina el cultivo intensivo de cosechas perennes y anuales con la explotación extensiva de otras áreas. A medida que aumenta la presión demográfica disminuye el tamaño de las propiedades y se empieza a aprovechar la tierra antes inculta, eliminando para ello la cubierta natural de árboles. Sigue una ordenación más activa a base de huertos domésticos donde se plantan sólo árboles de finalidades múltiples. Se da preferencia a especies frutales y forrajeras que sean, además, apropiadas para sostener trepadoras como la pimienta, el betel y otras. En este proceso aumenta la densidad de árboles así como la intensidad con que se cultivan (Nair y Krishnankutty, 1984). Al incrementarse ano más la presión sobre la tierra, el tamaño de las parcelas se reduce hasta el punto en que el cultivo deja de ser fuente principal de ingreso. Cuando llega a escasear la mano de obra, el elemento árbol domina aún más claramente y la vegetación tiende a ser la del bosque.

No obstante, al contrario que en Java y en Nigeria en esta parte de Kerala no falta capital para invertir, de modo que algunos agricultores han podido intensificar su cultivo comprando fertilizantes y herbicidas. Esto quita importancia al árbol de uses múltiples, ya que no se necesitan para mantener la fertilidad ni para tener a raya las malas hierbas. Existe, por consiguiente, la tendencia a eliminarlos por considerarlos estorbo más bien que ayuda a la agricultura. La corta de árboles se ha acelerado en virtud de la rápida subida del precio de la madera y de la tierra. Esto último conduce a que sólo se siembren cosechas de interés comercial, por ejemplo, especies como Ailanthus triphysa, que proporcionan madera para la fabricación de cerillas.

En resumen, la experiencia de Kerala es, en términos generales, paralela a la de Java y Nigeria hasta el momento en que los agricultores pudieron invertir considerable capital en sus explotaciones. El desplazamiento subsiguiente de las prácticas agroforestales confirma que, a falta de capital, los campesinos plantan árboles sobre todo como fuente de sustitutos de insumos comprados, como cosecha que exige poco insumo.

Cultivo integrado en Kerala, India, Bambix ceiba cultivada por su madera para cerillas, con árbol de la pimienta para consumo doméstico

Al incrementarse la densidad de población, se produce en las zonas de cultivo mixto hasta el 59 por ciento de lo cosechado y una proporción cada vez mayor del ingreso total de la empresa. Además, parte del ingreso que tiene su origen en la cosecha forestal crece hasta ser casi igual a la procedente de cosechas labrantías. El ganado cobra creciente importancia, tanto por ser fuente de ingreso, como por su estiércol. No obstante, al seguir aumentando la densidad de población, los rendimientos acaban por descender al punto en que los campesinos tienen que recurrir a fuentes no agrícolas de ingreso. Ha llegado entonces el momento de adoptar un insumo menor de mano de obra para la superficie bajo cultivo mixto, dejando que en ella dominen los árboles y otras plantas perennes.

Al igual que en Java, en la perspectiva de conjunto dominan ahora los campesinos que reaccionan a la menguante disponibilidad de tierra adaptando sistemas que, junto a las cosechas, prevén el cultivo de árboles y cría de ganado. Inicialmente lo hacen porque así aprovechan más intensivamente su tierra y obtienen mayor rendimiento del insumo de trabajo que por otros medios. Al aumentar la presión tanto que las parcelas no resulten ya económicamente viables por demasiado pequeñas, los campesinos tienen que recurrir a empleos no agrícolas como fuente de ingresos. Esto da lugar a que aumente la proporción de árboles en la mezcla de cultivos, ya que de ese modo el sistema puede mantenerse -modificado- como forma de aprovechamiento de poco insumo y poca ordenación.

A parecido patrón se sujetan en otras partes del trópico los huertos familiares. Como pone de relieve la experiencia de Kerala (véase el recuadro), se trata de un sistema que presenta considerable diversidad y dinamismo, capaz de adaptarse a los cambios que experimenta el mercado, así como a la disponibilidad de capital, mano de obra y otros insumos.

Cultivo comercial de arboles en Costa Rica Eucalyptus deglupta usado para leña y postes

PARCELAS ARBOLADAS

Las pequeñas plantaciones a que se refiere esta sección están dedicadas al cultivo de árboles con fines comerciales. Los agricultores tienen que decidir qué árbol aporta más utilidades o qué otras formas de aprovechamiento de su tierra serían más beneficiosas. Aunque no faltan ejemplos de árboles cultivados intensivamente, es decir con uso de fertilizante, riego, etc., la mayoría de los casos examinados indica que el agricultor sólo piensa en el árbol cuando quiere recurrir a un sistema que requiere escasos insumos y un mínimo de ordenación.

Por ejemplo, en las Filipinas, los agricultores cultivan Paraserianthes falcataria en una rotación de seis a ocho años, para venderla a una fábrica de pasta para papel, Paper Industries Corporation of the Philippines (PICOP) en campos previamente reservados a una agricultura extensiva. El tamaño medio de las parcelas es de 11 hectáreas, parte de las cuales se dedica al cultivo de artículos de consumo. Por lo menos parte de la tierra, en el 45 por ciento de las explotaciones, había sido dedicada con anterioridad al cultivo de cosechas alimentarias y, en algunas partes, del 31 por ciento de las explotaciones se habían recogido también cosechas no alimentarias. Hay facilidades de crédito para la arboricultura, pero sólo recurre al mismo el 30 por ciento de los agricultores que tienen capacidad para obtenerlo; en general campesinos con parcelas de extensión superior al promedio (Hyman, 1983).

Un análisis ex post reveló que, en su propia opinión, los campesinos lograban utilidades aceptables en la mayoría de los casos y que los mejores de ellos obtenían utilidades del 23 al 31 por ciento de los costos distintos de los de la tierra. No hay datos que permitan comparar esos rendimientos con los que reportarían otras formas posibles de aprovechar esa tierra, pero los campesinos afirman que la principal razón para haber preferido el cultivo de árboles había sido el bajo insumo de trabajo (Hyman, 1983). En una zona en que el promedio de las explotaciones es de extensión considerablemente mayor de la que sería posible dedicar al cultivo de cosechas alimentarias o de otra naturaleza, sin más mano de obra que la de la familia, evidentemente la producción de madera para pasta de papel les permite ensanchar el área explotada productivamente.

Haití es otro de los países en que se ha adoptado recientemente el cultivo comercial de árboles. Se introdujo en la montaña como medio para que los campesinos obtuvieran ingresos adicionales. Hay una fuerte demanda de carbón vegetal y de postes, y la mayor parte de los campesinos son propietarios. Se pensó que incorporando el árbol en sus sistemas de aprovechamiento de la tierra se les facilitaría la resolución de los graves problemas de erosión que tenían planteados.

Para 1986 unos 110 000 agricultores habían plantado más de 25 millones de plantines. No todos lo hicieron con arreglo al mismo patrón pero, en general, a las especies apropiadas sólo para carbón y postes, prefirieron las que rinden múltiples productos, o bien plantaron maíz, sorgo y frijoles intercalados con los árboles. Un análisis de costos y beneficios indica que la mayoría de esas mezclas tiene un valor neto actualizado más elevado que el cultivo repetido sin árboles, de modo que su adopción parece ser económicamente factible para la mayoría de la gente (Grosenick, 1986).

Arboricultura en Kenya: pocos gastos + demanda firme = desarrollo rápido

La información disponible sobre el rápido crecimiento que ha experimentado en algunas partes de Kenya el cultivo comercial de árboles fue compilada por Dewee en un estudio que hizo para el Banco Mundial (Banco Mundial, 1986). Las dos especies más populares son el eucaliptos, para postes, y la acacia centenaria que sirve para postes, carbón, leña y palos para la construcción de casas de «varas y barro». La demanda de esos productos y, en algunos sitios, la de madera para pasta y para aserradero, crece con firmeza y gran parte de la oferta tiene su origen en parcelas campesinas.

Son los agricultores pobres que no alcanzan a satisfacer sus necesidades esenciales con sus cosechas, quienes más tienden a plantar árboles, los cuales llegan a ser su principal fuente de ingreso. Por ejemplo, en Vihiga, distrito de Kakamega, el tamaño medio de las explotaciones es 0,6 hectáreas, el 25 por ciento de las cuales está plantado de eucaliptos (van Gelder y Kerkhof, 1984).

El ingreso bruto por hectárea es, en esta parte del país, considerablemente inferior si se cultivan árboles que con otras cosechas. Deweey dice que, en estas condiciones, la preferencia de que goza el árbol se debe a la franca disponibilidad de capital y de mano de obra, así como a la actitud ante el riesgo de sufrir pérdidas. Otras cosechas suelen exigir la inversión de capital a un nivel superior al accesible a los pequeños campesinos. En cambio, los árboles exigen muy pocos gastos. Su cultivo es también atractivo por el escaso insumo de mano de obra que requiere. La mano de obra escasea porque los hombres de cada familia emigran en busca de trabajo. En las zonas en que la demanda de productos del árbol es firme, el rendimiento del trabajo consagrado a la producción de postes es alrededor de un 50 por ciento superior al del dedicado a la producción de maíz (Banco Mundial 1986). Por consiguiente, para los campesinos pobres que necesitan reservar una parte considerable de su trabajo a empleos fuera de su finca, el cultivo de árboles es una manera racional de aprovechar sus recursos.

Una encuesta llevada a cabo entre los agricultores participantes en este plan confirma que consideran el mayor ingreso como principal beneficio, pero que en su decisión influyen también otros motivos. Muchos consideran que sus árboles son una forma de ahorro y aprecian el hecho de que tendrán acceso al mismo en cuanto lo necesiten sin más que cortar y vender árboles. Al igual que en las Filipinas, el cultivo de arboles permite a los campesinos pobres ensanchar la cantidad de tierra que alcanzan a cultivar (Conway, 1986; Balzano, 1986, en Conway, 1987).

En la India está en auge el cultivo de árboles para hacer frente a la creciente demanda de postes y otros derivados de la madera (por ejemplo, pasta para papel); estimulan esa tendencia nargicos programas de apoyo a la agrosilvicultura. Los principales factores que animan a los campesinos a cultivar árboles en vez de otras cosechas de interés comercial son la subida del costo de la mano de obra y su creciente escasez, así como el rendimiento decreciente de las cosechas de secano. Las ventajas del árbol en esas circunstancias, según los campesinos, son: bajo insumo de trabajo, necesidad mínima de gastos de operación la mayoría de los años, mayor resistencia a la sequía y, por consiguiente, menores riesgos e incertidumbre.

Tanto los pequeños como los grandes agricultores se concentran en el monocultivo de unas cuantas especies eminentemente productoras de madera y, sobre todo, de eucaliptos. Ni entre los más pequeños agricultores han ganado mucho terreno las prácticas agroforestales de cultivo del árbol.

En los tres casos examinados más arriba la decisión de cultivar árboles comercialmente se tomó respondiendo a uno o más de los tres motivos siguientes: primero, la generación de ingresos de origen distinto de la producción de alimentos; luego, que el cultivo de árboles es ventajoso donde escasea la mano de obra y, casi siempre, también el capital. Finalmente, la plantación de árboles reduce los riesgos.

DISCUSION

Tal vez sea poco sensato generalizar demasiado con base en tan pocos estudios y en análisis circunscritos a factores económicos, descuidando el resto de los criterios en que los agricultores pueden basar su decisión. De todos modos, he aquí algunas consideraciones generales.

Con frecuencia se ha pretendido que el cultivo de árboles sólo es factible para los agricultores acomodados. Esta afirmación se basa en la premisa de que los campesinos pobres tienen como objetivo principal la producción de alimentos básicos. Sin embargo, lo antes expuesto indica que en no pocos casos los recursos del campesino pobre son tan escasos que no alcanzan para que satisfaga sus necesidades esenciales con sólo la producción propia, de modo que la generación de ingreso es aún más importante.

En esas circunstancias, el árbol puede ser la cosecha comercial más apropiada, tal vez intercalada con otras. En los casos en que la tierra, más bien que la mano de obra, es el factor limitante, los sistemas triples (árbol/cultivo/ganado) pueden ser preferibles a los monocultivos. En los casos en que la insuficiente mano de obra es el principal problema por la urgencia de encontrar trabajo fuera de la explotación propia, el cultivo de árboles puede muy bien ser la única manera de seguir produciendo algo en la tierra propia. Aunque ésta reportara en conjunto mayores utilidades sembrando otras cosechas, el agricultor pobre puede preferir los árboles porque no se puede permitir los gastos que exigirían otros cultivos o el costo de insumos como fertilizante, herbicida o riego, que serían indispensables para mantener la productividad de la parcela desprovista de árboles.

En los casos en que los agricultores acaban por tener que concentrarse en la generación de ingresos y, por consiguiente, en cultivos comerciales, la incorporación de algunas especies arbóreas en el sistema agrícola contribuye a mitigar los inconvenientes que tiene que enfrentar una familia al pasar de la autosuficiencia alimentaria a la compra de sus comestibles. Prácticamente todos los árboles dan leña para el hogar como subproducto. A las especies que rinden un solo producto son de preferir las que proporcionan varios - fruta, forraje, sombra, protección, abono verde y retención del suelo - aptos para el consumo o la venta. Los sistemas basados en especies múltiples, tales como los huertos familiares, atenúan las desigualdades estacionales de ingreso, demanda de mano de obra, etc. y reducen los riesgos.

Papel del elemento árbol en los sistemas agrícolas

El cultivo de árboles forma parte de una gran variedad de sistemas agrícolas. Tiende a dominar en los sistemas que disponen de limitados recursos físicos y de capital. Puede desempeñar una de las funciones siguientes:

1) mantener la productividad de la tierra si se dispone de poco capital, empleando para ello árboles en lugar de insumos comprados, como fertilizantes y herbicidas, y de invertir fondos en agua de riego o en la protección de los sembrados;

2) hacer uso productivo de la tierra si no se dispone de suficiente capital y mano de obra y si la mejor manera de aprovechar dichos recursos es el cultivo de cosechas que exijan escasas insumo y ordenación;

3) hacer que la tierra rinda un máximo de utilidades en los cases en que es limitada la disponibilidad de tierra y de capital y en que algunas combinaciones de árbol/cosechas/ ganado permiten aprovechar mejor la mano de obra existente;

4) incrementar las posibilidades de ganar ingresos aprovechando los recursos de la explotación cuando que el tamaño de la parcela, o su productividad, quedan por debajo del nivel al cual es posible satisfacer las necesidades domésticas de alimentos con los producidos en la tierra propia;

5) enfrentarse en mejores condiciones con el peligro de adversidades por diversificar la producción, por repartir más uniformemente los insumos y los productos, por reducir la probabilidad de que se pierda la cosecha por causa de la sequía y, finalmente, acumular una reserva de árboles a modo de capital.

Se ha pretendido que algunas formas de cultivo de árboles - las parcelas arboladas, por ejemplo - afectan adversamente la seguridad alimentaria de las familias en vista de que retiran parte de la tierra de la producción de comestibles, reducen la oferta de trabajo y son vulnerables (como todos los monocultivos) a la fluctuación brusca de los mercados. Además, que los ingresos que proporcionan vienen irregularmente repartidos en el tiempo. Por lo que hace al primer argumento, todo parece indicar que el paso a la cosecha arbórea suele hacerse respondiendo a un cambio de las condiciones, que dejan de ser favorables a la producción de alimentos, o a una creciente escasez de mano de obra, o a un aumento sostenido del costo del trabajo. Son, por consiguiente, más bien consecuencia que causa de esos cambios. De todos modos, cabe subrayar que el monocultivo de árboles es conveniente sólo si la familia tiene acceso a otras fuentes de alimento o de ingreso y si el producto de los árboles encuentra un mercado estable. Hay peligro de que los programas que estimulan la «agrosilvicultura» impulsen a pasar al monocultivo de árboles a campesinos que no estén en condiciones de hacerlo. Los incentivos en metálico y la concentración de especies bien conocidas por los técnicos forestales, pero que no colmen las esperanzas de los campesinos, pueden dar lugar a resultados adversos. Ese peligro se agudiza cuando se insiste demasiado en el logro de objetivos ambiciosos y no se presta suficiente atención a las perspectivas comerciales, como ocurre con muchos grandes programas de agrosilvicultura.

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