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La silvicultura boreal de Finlandia: una piroecología sin fuego

K. Kuusela

El Dr. Kullervo Kuusela es Profesor Emérito del Instituto Finlandés de Investigaciones Forestales.

Cambios en la relación entre incendios forestales y silvicultura en Finlandia

Fuego en el bosque boreal

En condiciones naturales, el fuego es el factor que más influye en la composición por especies y su desarrollo en los bosques boreales de Finlandia. Cuando un incendio despeja un bosque maduro en que la picea es dominante, especies colonizadoras se establecen en la zona quemada y gradualmente se suceden hasta alcanzar otra vez condiciones estables propicias al fuego. Las especies colonizadoras predominantes y el número y la cercanía de ejemplares de picea que actúen como fuente de semillas determinan el tiempo necesario para llegar de nuevo a condiciones estables después del incendio. Si en las proximidades hay árboles portadores de semillas, la picea domina sobre el aliso en 30 ó 40 años y sobre el álamo y el abedul en 80 ó 100 años.

Aunque en el pasado los incendios espontáneos han sido siempre el factor de cambio más importante, lo cierto es que la mayoría de los que se han registrado en los bosques boreales de Finlandia han afectado extensiones relativamente pequeñas, destruyendo las plantas sensibles y creando un característico mosaico de áreas en distintas fases de regeneración. Sólo en lugares particularmente secos, o cálidos y ventosos, han resultado afectadas mayores extensiones en las que han surgido después comunidades homogéneas de árboles colonizadores.

En condiciones naturales los incendios son el factor que más contribuye a la descomposición del sotobosque y del humus, lo cual tiene particular importancia para mantener en el suelo el caudal de nutrientes aprovechables. Cuanto más prolongado es el intervalo entre incendios, mayor es la proporción de picea y más gruesa la capa de humus, el cual contiene gran cantidad de nutrientes en forma inutilizable por los árboles y otras plantas. Por ejemplo, bajo un rodal de picea madura puede llegar a haber hasta 1500 kg/ha de nitrógeno, pero sólo de 15 a 22 kg/ha son aprovechables por los árboles el resto queda atrapado en la capa de humus. El fuego da lugar a que los nutrientes minerales adquieran forma aprovechable y los alcaliniza, con lo cual disminuye la acidez del suelo, que siempre tiende a acentuarse bajo los bosques de coníferas. Con la menor acidez mejora la nitrificación y se estimula la actividad de los microbios causantes de descomposición. En resumen, el fuego incrementa la cantidad de nitrógeno asimilable por las plantas y mejora la fertilidad del suelo.

La incidencia de incendios en la naturaleza depende del clima durante el período de crecimiento vegetativo y del material de partida del suelo. Cuanto más elevada sea la temperatura, más reducida la relación precipitación/evaporación, y más seco el suelo, mayor será la frecuencia de los incendios. Sobre la base de un estudio hecho en el norte de Suecia (Zackrisson, 1977), antes del siglo XX el intervalo medio entre incendios era de sólo 46 años en suelos arenosos y de textura gruesa, algo más prolongado en las morrenas de mediana fertilidad y de hasta 122 años en morrenas fértiles y laderas inclinadas hacia el norte. El intervalo era más corto en las laderas que miran al sur que en las orientadas al norte y más breve en las alturas que en las depresiones.

Si bien en un principio el incendio era parte exclusivamente natural del ambiente forestal boreal, en los siglos XVIII y XIX, gran parte de la piroecología era provocada por el hombre. Se ha calculado que la agricultura migratoria (se quemaba un parcela para cultivarla de dos a cuatro años, dejándola después regenerarse durante 20-40 años) se extendía a más de 4000000 ha en Finlandia (Heikinheimo, 1915). Entre el 50 y el 75 por ciento de la superficie forestal del país se cultivaba bajo el régimen de agricultura migratoria.

Durante esa era de agricultura migratoria y apacentamiento del ganado en los bosques, las actividades del hombre perturbaban las sucesiones naturales y mantenían una especie de falsa estabilidad o bosque colonizador perpetuo. La agricultura migratoria favorecía al aliso blanco y al abedul blanco. De entonces provienen los grandes bosques de abedul de excelente calidad que existen en Finlandia y en algunas partes de Rusia. Ese período dejó también como herencia grandes rodales de latifoliadas, o de mezcla de latifoliadas y pino, de variable densidad así como rodales residuales en lugares en que, en condiciones naturales, hubiera dominado la picea.

Por otra parte, aquellas prácticas agrícolas engendraron suelos fértiles y una gran diversidad de paisajes y de comunidades animales y vegetales; otro tanto sucedió con las aguas continentales, enriquecidas por los nutrientes que afluían. La crianza de animales silvestres y domésticos contribuyó también a la rotación de los nutrientes.

A fines del siglo XIX y principios del XX disminuyó rápidamente la agricultura migratoria. Los métodos de cultivo se volvieron más eficaces y el valor de la madera de los bosques de Finlandia fue universalmente reconocido, especialmente para la exportación. Se promulgó una legislación que garantizaba una producción sostenida y la picea volvió a crecer donde antes solía. Sin embargo, en un área de 1,3 millones de hectáreas al sudeste de Finlandia, la picea no significaba más que el 12 por ciento del volumen de madera en pie hacia 1920, cuando se levantó el Primer Inventario Forestal Nacional. El 48 por ciento eran latifoliadas y el 40 por ciento pino. En 1988, según los datos del Octavo Inventario Forestal Nacional, la picea significaba el 38 por ciento del total de la madera en pie, las latifoliadas el 21 por ciento, y el pino el 41 por ciento. El volumen total de la madera en pie ha aumentado en un 67 por ciento en los últimos sesenta años, mientras que el de la picea se ha cuadruplicado.

Falso abeto (Picea abies)

Rodal de abedul de 90 años originado por la agricultura migratoria a principios del siglo XX

Norte de Finlandia: picea protegida contra el fuego. Obsérvese la gruesa capa de humus

En Finlandia, el fuego prescrito se ha limitado espectacularmente en estos últimos años a pesar de que técnicamente deba buenos resultados

En estos últimos decenios han disminuido espectacularmente los incendios forestales que, para todos los efectos prácticos, pueden considerarse eliminados. La superficie anual media quemada, que durante el período 19571961 era de 7803 ha, ha bajado a menos de 500 en la actualidad. Al mismo tiempo, el recurso forestal ha quedado en estado de subaprovechamiento permanente. Sin incendios y sin la práctica de una silvicultura productiva, la picea llegará a dominar en todos los suelos minerales, con la posible excepción de las arenas y gravas más desoladas. Otras especies acompañarán en distinta medida la picea, según su capacidad para invadir los claros de árboles más que maduros y en estado de degeneración.

El hecho de que a la larga llegue a dominar la picea conducirá a cambios negativos en el microambiente. Aumentará la cantidad de humus, se degradará el régimen de nutrientes del suelo, disminuirá la circulación de nutrientes entre el suelo y los árboles, y los rodales no conseguirán regenerarse; habrá tendencia a la formación de cenagales que, finalmente, se transformarán en torberas. La degeneración de los bosques viejos dará también lugar a que disminuya el número y la diversidad de la tradicional fauna silvestre.

Por consiguiente, a falta de incendios, la única manera de mantener el caudal de nutrientes y la calidad genética de los ecosistemas forestales boreales será una administración activa. Desde el punto de vista financiero, el único modo de costear esta forma de administración será dedicar a la producción de madera una elevada proporción del bosque, a base de talas finales suficientemente intensivas, sucesiones a pequeña escala en las fases de regeneración así como medidas silvícolas tales como el cambio inducido por el hombre en la composición por especies, preparación del terreno y fertilización.

Regeneración de pino y abedul 40 años después de un incendio

Por supuesto que esto es un arma de doble filo. Aunque el caudal de nutrientes quedaría repuesto - gracias a las medidas de regeneración y bonificación de los suelos hasta hacer posible sucesiones de comunidades vegetales a pequeña escala, la necesidad de que la explotación comercial reporte utilidades exigirá rodales en que dominen las especies preferidas como materia prima y árboles de diámetro homogéneo. Estas exigencias económicas ponen límites a la diversidad ecológica. Desde el punto de vista maderero las especies preferidas seguirán siendo el pino, la picea y el abedul, y habrá que reducir deliberadamente la proporción de aliso, álamo y abedul de baja calidad.

Dicho esto, es importante recordar que en los bosques debidamente administrados abundan actualmente los rodales mixtos. Hay muchos ejemplares de latifoliadas y de pino en lugares en que prosigue la sucesión hacia el predominio de la picea. Ahora bien, los rodales mixtos tienen también sus ventajas, que quedan de manifiesto al desarrollar métodos silvícolas. Por ejemplo, la adición de abedul en un rodal de picea tiende a evitar los daños que suelen causar los hongos en ésta y a mejorar el suelo para que broten sus plantones.

Conclusiones

En el estado actual de la silvicultura finlandesa, de la que se ha prácticamente eliminado los incendios, es preciso especificar de nuevo las funciones y los servicios que se esperan de los bosques, verificando si los objetivos que se elijan coinciden con los que en realidad desea la población. Con base en ello habría que aplicar las medidas de administración apropiadas para alcanzar dichos objetivos ambientales y de producción.

Es preciso analizar y describir la intensidad de la producción maderera, la diversidad de paisajes y la composición por especies que se desean. Los árboles y otras poblaciones vegetales existentes tienen cualidades genéticas propias de una ecología en la que el fuego extingue los bosques en vías de decaimiento. Eliminados los incendios, sólo es posible mantener la productividad y la diversidad mediante medidas activas que abran claros apropiados para la regeneración, la colonización y las sucesiones hacia la madurez del rodal. Los regímenes de administración ideados con esas finalidades, incorporados a una silvicultura económicamente rentable, deben complementarse con el mantenimiento de mosaicos paisajísticos y hábitat para la fauna y la flora de esta zona, que se han adaptado a condiciones de vida diferentes de las reinantes en un bosque en producción.

Bibliografía

Heikinheimo, O. 1915. Kaskiviljelyn vaikutus Suomen metsiin. Acta Forest. Fennica, 4.

Kuusela, K. 1990. The dynamics of boreal coniferous forests. Helsinki, Fondo Nacional Finlandés para la Investigación y el Desarrollo (SITRA).

Zackrisson, O. 1977. Influence of forest fires on the northern Swedish boreal forest. Oikos, 29:22-32.


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