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Editorial

Las organizaciones no gubernamentales y los bosques

En los últimos veinte años han proliferado las organizaciones no gubernamentales (ONG) que concentran su interés en el manejo de los recursos naturales en general y de los bosques y árboles en particular. La relación entre esas ONG y las entidades que actúan tradicionalmente en la escena de la protección y del manejo de los recursos forestales - dependencias del gobierno, escuelas forestales, industrias forestales públicas y privadas y organizaciones internacionales de ayuda - es compleja y con frecuencia difícil. Este número de Unasylva examina la naturaleza de las ONG y las posibilidades que tienen para colaborar en la gestión sostenible del capital forestal.

Tal vez la característica más evidente de las ONG sea su diversidad: son diversas por su emplazamiento (hemisferio norte o sur; zona urbana o rural), por su área de influencia (local, nacional, internacional), por las personas a las que representan y ante quienes responden, por los asuntos que consideran preferentes y por lo que hacen o proponen que se haga con respecto a dichos asuntos. Esa diversidad complica la relación entre las ONG y las entidades tradicionales del sector forestal.

La relación se complica aún más ya que muchas ONG ponen abiertamente en duda las hipótesis y los procedimientos en que se basan la conservación y la gestión forestal. A nadie le gusta que se impugnen teorías tradicionalmente dadas por ciertas y, como resultado, las relaciones de los gobiernos con las ONG han sido con frecuencia tirantes. La tirantez se agudiza cuando las ONG tienen objetivos políticos, a la vez que técnicos, que pueden estar en desacuerdo con la posición oficial del gobierno.

No obstante, los resultados que han conseguido algunas ONG haciendo tomar conciencia y alertando a la opinión pública acerca de la necesidad de manejar y aprovechar sosteniblemente los recursos forestales (sobre todo en los países industrializados) y de lograr que en el desarrollo forestal se tomen en cuenta las necesidades inmediatas y las prioridades de la población local (sobre todo de los países en desarrollo) están moviendo a gobernantes progresistas a pensar más detenidamente en la colaboración potencial de las ONG, para examinar dónde existen oportunidades y cuál es el mejor medio para capitalizarlas.

Este número de Unasylva describe ejemplos de participación de ONG en el manejo de bosques de todas las regiones del mundo, como manera de exponer los desafíos y las oportunidades que implica la colaboración con ONG para lograr la durabilidad en el manejo y aprovechamiento de los bosques.

En el primer artículo, F.F. Korten analiza el papel, cada día más importante, que desempeñan las ONG en la formulación de políticas y de programas forestales, y la conveniencia de mantener o intensificar su función en el futuro.

Con base en un seminario en que participaron representantes de 13 organizaciones forestales locales de seis países latinoamericanos, M. Morell examina los factores que condujeron a la creación en América Latina de organizaciones populares locales que se ocupan de asuntos forestales. Es digno de mención que, si bien el motivo principal de su creación fue generar ingreso, las actividades emprendidas contribuyeron también a la conservación y manejo sostenible de los recursos forestales.

En un artículo que describe un programa de mejora de fogones rurales, M. Maniates toma en consideración el desafío que representa la colaboración entre el gobierno y las ONG para la gestión de los recursos naturales renovables.

El Programa de Acción Forestal Tropical (PAFT) fue una de las primeras iniciativas internacionales que aceptaron la participación de ONG y que oficialmente reconocieron su aptitud para contribuir a la conservación y al desarrollo sostenible de los recursos forestales. B. Cabarle examina la teoría y la práctica de la participación de las ONG en la toma de decisiones en campo forestal en los países que participan en el PAFT. Paralelamente, el estimulante artículo de A. Inglis sugiere que también daría buenos resultados una mayor participación de las ONG en los países donantes del PAFT.

En un artículo que aprovecha material preparado en el curso de un proyecto sobre la participación de la mujer en las actividades forestales en Africa, P.J. Williams analiza algunos aspectos de la relación mujer, ONG y actividades forestales en ese continente.

H.D. Tacio describe cómo una ONG de tipo religioso en las Filipinas ha concebido y desarrollado un sistema agroforestal apropiado para pequeños campesinos cuya tierra se encuentre en laderas con mucha pendiente. De particular interés es el proceso seguido para difundir la técnica en cuestión en un grupo siempre creciente de usuarios potenciales que ya abarca varios países de la región Asia y el Pacífico.

Finalmente, en un artículo basado en un proyecto de investigaciones, T.R. Ramanathan analiza la necesidad de fortalecer institucionalmente las ONG para que lleven a cabo actividades ambientales o de manejo de recursos naturales.

Unasylva no pretende que la participación de las ONG represente «la solución» de los desafíos que enfrenta la silvicultura. En materia de conservación, manejo y desarrollo de recursos no hay ni soluciones fáciles ni panaceas. Pero en un mundo que está adoptando sistemas políticos y sociales más democráticos, las autoridades a que corresponde la toma de decisiones sobre gestión de recursos naturales, a nivel nacional e internacional, deberían prestar la debida atención a las posibilidades de ese tipo de organizaciones.


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