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Las ONG y el sector forestal

F.F. Korten

Frances F. Korten es Representante Adjunto de la Fundación Ford en Manila, Filipinas.

Análisis de la creciente importancia del papel que desempeñan las organizaciones no gubernamentales en la concepción de políticas y programas forestales.

Agricultor instructor apoyado por el International Institute for Rural Construction and World Neighbors en Santo Domingo, Albay, Filipinas

Los asuntos forestales, que solían ser considerados demasiado técnicos y distantes por la población, han despertado últimamente el interés público. En los países desarrollados, así como en los países en desarrollo, este mayor interés ha dependido de una creciente conciencia de que los bosques no son sólo la fuente con la que la sociedad satisface sus necesidades de madera, sino que también desempeñan una función crítica en el mantenimiento de equilibrios ecológicos locales y globales, que son un rico depósito de diversidad biológica y a la vez hogar de grupos indígenas y de otros grupos postergados. Al agudizarse la amenaza a los bosques por parte de agricultores ansiosos de tierra, proyectos de explotación maderera y de desarrollo tan diversos como embalses hidroeléctricos y campos de golf, el personal forestal profesional se ha encontrado envuelto en crecientes polémicas.

La escena forestal profesional ha sido dominada por años por tres personajes claves: las dependencias del gobierno, que formulan normas y regulan la explotación de los bosques; las escuelas forestales, que conciben la ciencia en que se apoya la explotación y la conservación de los bosques y aportan al gobierno y a la industria el personal profesional que necesitan; y las industrias forestales, que aplican técnicas silvícolas y madereras para generar empleos, capital y productos. En los países en desarrollo, en los últimos dos decenios han hecho su aparición otros dos personajes importantes: las agencias internacionales de ayuda y los bancos multilaterales; ambos han tenido importantes repercusiones directas e indirectas en el sector forestal.

Recientemente, otro tipo de organización ha ganado un lugar de protagonista en lo referente a concepción de políticas y programas forestales: las organizaciones no gubernamentales (ONG) cuya participación es crítica en asuntos de tan diverso nivel como pueden ser las negociaciones del Programa de Acción Forestal en los Trópicos (PAFT) o el manejo de un bosque en una aldea peruana.

La relación de las ONG con el sector forestal se complica por la diversidad existente entre ellas: difieren por su alcance (local, nacional, internacional), orientación financiera (con fines de lucro o sin ellos), las personas ante quienes responden, los temas que aportan al sector y el papel que juegan con respecto a estos temas. Este artículo se concentra sobre todo en las organizaciones voluntarias (ONG sin fines de lucro impulsadas por su sentido de los valores y de cumplir una misión) como opuestas a los contratistas de servicios públicos (organizaciones creadas con fines comerciales).

En el Brasil, algunas ONG están ayudando a los indígenas a aprovechar mejor/os productos forestales no madereros

En términos generales puede decirse que las ONG tienen en común la voluntad de atender necesidades mal satisfechas por otras instituciones sociales (Brown y Korten, 1990). Su concentración en asuntos que no han sido adecuadamente tratados hace que contribuyan constructivamente en la solución de problemas importantes, aunque a veces se las culpe de perturbar los trámites que tradicionalmente siguen las instituciones mejor establecidas.

Al sector forestal, las ONG aportan nuevas perspectivas, en parte porque no tienen en su base la preocupación por la madera que domina a tantas instituciones del sector. Algunas ONG se concentran en el medio ambiente y en la protección de los bosques, por el papel crítico que éstos juegan en la conservación del ecosistema. Para otras ONG, la preocupación por la pobreza de quienes apenas alcanzan a subsistir en el bosque o cerca de él es la que las lleva al sector forestal. En fin, otras llegan impulsadas por un ansia de justicia social, particularmente para con los indígenas y otros moradores de los bosques, cuyos derechos y cultura han sido negados por la sociedad en general.

Los temas sobre los que se concentran las ONG no son cosa nueva en el sector forestal. Investigadores en varias escuelas, incluyendo las forestales, han contribuido a la creación de conciencia acerca de los problemas que plantean el ambiente, la miseria y la falta de justicia social, mientras que algunos gobernantes han abogado por políticas para resolverlos. Sin embargo estos temas tardan en ser incorporados al programa de las instituciones forestales de primera línea y, en la práctica, estas necesidades son sacrificadas. Las ONG se han constituido en paladines de aquellas necesidades desatendidas. Dada su independencia y su relativamente pequeña envergadura, las ONG pueden muchas veces adoptar medidas más decididas, actuar más rápidamente e innovar con mayor facilidad que sus homólogos de organizaciones más grandes y establecidas.

La satisfacción de las necesidades en la que insisten las ONG - humanas y de la fauna, del suelo y del agua, sostenibilidad, y justicia social - se ha hecho imperiosa desde que la humanidad ha comprendido que sus exigencias abarcan todo el espacio ecológico del planeta y que, si prosiguiera irreflexivamente su explotación, las consecuencias serían catastróficas. La preocupación por el medio ambiente y los temas sociales ha dado impulso a las ONG, influenciado la opinión pública y fortalecido la posición de las personas innovativas dentro del sector forestal tradicional. Estos factores han permitido que las ONG ganen gradualmente un lugar respetado en la mesa de discusiones del sector forestal.

ROL Y CONTRIBUCIONES DE LAS ONG

Pero ¿cuál ha sido concretamente la contribución de las ONG que les ha permitido ganar un lugar en la mesa de discusiones? En primer lugar, cuestionar, a la luz de nuevos hechos, supuestos siempre aceptados como irrebatibles; en segundo lugar, formular políticas nuevas que responden a las necesidades actuales; y en tercer lugar, ejecutar sobre el terreno programas consonantes con sus aspiraciones. A cada una de estas contribuciones se ajustan los roles de las ONG y sus relaciones con el sector forestal tradicional.

Cuestionar supuestos

Que se pongan en duda supuestos o doctrinas tradicionalmente dados por ciertos es siempre causa de tirantez en las relaciones, y el sector forestal no es una excepción. Las relaciones entre las ONG y los profesionales forestales se atirantan ya sea en el gobierno, en la industria, en las escuelas o en las organizaciones de ayuda, cuando las ONG ponen en duda las doctrinas tenidas como básicas por la profesión forestal.

Algunas ONG han criticado severamente el criterio bajo el cual los gobiernos han colocado bajo control del estado bosques que previamente se encontraban bajo jurisdicción común o local. En muchos países, vastas áreas forestales han sido proclamadas de propiedad del estado a pesar de que estaban ocupadas por pueblos cuyos antepasados vivían en esas tierras mucho antes de que existiera el país. Algunas ONG, como por ejemplo el Centro de Títulos Legales y Recursos Naturales de las Filipinas, han discutido la legalidad de medidas de esa naturaleza, insistiendo en la necesidad de reconocer esos bosques como patrimonio ancestral de los pueblos que habitan en ellos desde «tiempo inmemorial» (La Vina, 1990). Casi siempre asesoradas por abogados jóvenes especializados en derechos humanos, esas ONG están consiguiendo que se reconozcan los derechos de los pueblos indígenas (Durning, 1991). Sus alegatos suelen combinar la aserción de que la ocupación prolongada determina el derecho de propiedad, con la de que es preferible para el medio ambiente que la conservación y la explotación de las tierras arboladas quede en manos de la población indígena.

Otra tesis que objetan las ONG es la conveniencia de extraer madera de bosques primarios. Si continúa la explotación al ritmo actual - hacen notar - dentro de unos cuantos decenios el mundo habrá consumido todos sus bosques primarios y tendrá que abastecerse de algún otro modo. Las ONG sostienen que es mejor hacer la transición ahora y conservar los bosques primarios para aprovechar los beneficios recreativos, biológicos y culturales que aportan.

Los grupos no gubernamentales se valen de muy diversos procedimientos para contener la destrucción de bosques primarios naturales. En Tailandia, cuando se supuso que la explotación maderera había contribuido a una tremenda inundación y corrimiento de tierras, el Proyecto de Recuperación Ecológica y otras prestigiosas ONG tailandesas respondieron organizando campañas cívicas a favor de la prohibición de la extracción comercial de madera de los bosques primarios.

Promover el boicot por parte de los consumidores es una nueva y discutida táctica que utilizan las ONG de los países desarrollados. En los Estados Unidos, una alianza de las ONG ambientalistas amenazó con boicotear los productos de la Scott Paper cuando la compañía anuncié sus planes de construir una enorme fábrica de pasta y papel en los bosques vírgenes de Irían Jaya, Indonesia. La vía judicial se ha convertido en la estrategia favorita de las ONG de los Estados Unidos, donde incluso varios grupos de ambientalistas recurrieron a la «Endangered Species Act» (ley de las especies protegidas) para conseguir mandatos de embargo de la producción de trozas en algunas partes del noroeste del país en que anida la lechuza moteada (Strix occidentalis).

Comité de protección forestal en Bengala sudoccidental, India.

También hay ONG que han puesto en discusión el porcentaje que los gobiernos reciben como regalías de los concesionarios madereros. En Indonesia, WALHI, importante grupo ambientalista, hizo recientemente un análisis económico de la «renta» que el gobierno obtiene del sector forestal. Su informe alcanzó mucha difusión y fue ampliamente debatido; mostraba que el gobierno recupera entre el 17 y el 22 por ciento de la renta potencial de las explotaciones madereras del país. A modo de comparación, decía que los contratos de las concesiones petrolíferas especifican la recuperación del 85 por ciento de la renta potencial. Si se hubiera aplicado otro tanto a los contratos madereros, sólo en 1990 el gobierno habría recibido 2 500 millones de dólares EE.UU. adicionales (WALHI, 1991).

Poniendo de esta manera en tela de juicio conceptos fundamentales se polemiza con la profesión forestal pero, a la vez, se llama la atención sobre temas que necesitan ser examinados por toda sociedad en la búsqueda de la sostenibilidad y la justicia social.

En Malawi un grupo de mujeres recibe capacitación en el tratamiento de semillas de árboles por parte de Personal de campo de la FAO

Formulación de nuevas políticas

Al agudizarse las crisis ambientales y sociales relacionadas con el sector forestal, los gobernantes, los catedráticos, los oficiales de ayuda e incluso los industriales se muestran cada vez más receptivos a las preocupaciones de las ONG. Como resultado, en muchos países éstas se encuentran con crecientes oportunidades para contribuir a la formulación de la política forestal.

Un campo en el que más se busca la participación de las ONG es en la creación y en la protección de parques y reservas naturales. Por ejemplo, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), preocupado por el peligro en que se encontraba la diversidad biológica de Madagascar, colaboré con el gobierno en la preparación de un plan de acción el cual, publicado en 1986, fijaba prioridades y programas con respecto a los parques y reservas naturales del país. El WWF ayudé a negociar un trueque de «naturaleza a cambio de deudas» por valor de tres millones de dólares EE.UU. que permitió a la Dirección de Aguas y Bosques, conjuntamente con el WWF, llevar a cabo el mencionado plan (WWF/The Conservation Foundation, 1990).

Sistema de cultivo en franjes de Palcazú, Perú, en el que colaboran representantes de ONG y del Gobierno

Otro campo en que las ONG participan activamente es en la formulación o reforma de políticas que concedan o aseguren a los pobladores locales el derecho de acceso a los recursos forestales. En el Brasil, las ONG han jugado un destacado papel en la obtención de ese tipo de derechos para los caucheros. El Consejo Nacional de Caucheros (organización de base a la que pertenecía el mártir sindical Chico Méndez) y el Instituto de Estudios Amazónicos (organización no gubernamental local compuesta en su mayoría por activistas de derechos humanos) se asociaron para hacer presión sobre el gobierno con el fin de que detuviera la destrucción causada por los ganaderos, los cuales queman el bosque para despejar la tierra. Abogaban por la adopción de una nueva designación de uso de la tierra la reserva extractiva - que les diera el derecho a proteger el área mientras extraían de manera sostenible productos forestales no madereros (Allegretti, 1990). Contribuyeron a señalar este caso a la atención internacional dos ONG ambientalistas de los Estados Unidos, el Environmental Defense Fund y la National Wildlife Federation. Para 1990, el Gobierno brasileño había reaccionado positivamente eliminando los subsidios que favorecerían la deforestación y designando reserva extractiva más de tres millones de hectáreas de la selva amazónica (Andersen, en prensa).

También a nivel internacional las ONG desempeñan una función cada vez más activa cuando se trata de política forestal; en particular, con su participación en el Programa de Acción Forestal en los Trópicos (PAFT) iniciado en 1985 por la FAO, el Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Instituto Mundial sobre Recursos. El propósito del PAFT era servir de marco institucional con que enfrentar la crisis forestal, pero muchas ONG lo consideraron imperfecto por la propensión de algunos de sus promotores a considerar a la madera como centro del problema y a los grandes préstamos internacionales como solución del mismo. Las ONG criticaban al PAFT su falta de atención a los aspectos sociales e institucionales y su ansia de inversiones en el sector forestal (Winterbottom, 1990). Estas críticas dieron lugar a que se reformara el Programa de manera que prestara más atención a los derechos y necesidades de los moradores de los bosques. Algunas ONG, sin embargo, siguen considerando que los cambios hechos no bastan e insisten en una nueva revisión [NdR: véase el artículo de Cabarle, página 30].

Ejecución de programas

Al ceñirse a sus aspiraciones la política forestal, las ONG tienen que desempeñar un nuevo rol y asumir la ejecución de los programas y actividades que propone la nueva política. En el pasado, las instituciones forestales oficiales ejercían normalmente funciones de policía y su personal era a veces temido por la población. Con la nueva política, dichas instituciones necesitan entrar en relación mucho más positiva con los campesinos y muchas piden ayuda a las ONG para lograrlo. En Indonesia, por ejemplo, cuando la State Forest Corporation decidió organizar grupos de agricultores que participaran en la reforestación y explotación de los bosques del estado, pidió a Bina Swadaya, una importante ONG, que instruyera a su personal en distintos aspectos del desarrollo comunitario (Seymour, 1990).

En otros casos las ONG han tomado la iniciativa. Las nuevas oportunidades que encuentran los campesinos en los bosques públicos en las Filipinas estimularon a numerosas ONG a ayudar a comunidades de agricultores a implantar métodos de agrosilvicultura sostenible (Upland NGO Assistance Committee, 1991a). En el caso del Brasil citado anteriormente, el Woods Hole Research Center (Boston, EE.UU.) estuvo trabajando con los caucheros para delimitar las nuevas reservas extractivas con la ayuda de fotos tomadas por un satélite. Asimismo, una ONG local, la EcoTech, colabora con los cancheros en la adopción de técnicas apropiadas para la transformación de productos no madereros. En fin, Cultural Survival, ONG humanitaria de los Estados Unidos, ayuda a los cancheros a exportar productos - como nuez del Brasil los países desarrollados, bajo una etiqueta que menciona que en su producción no se daña el medio ambiente.

LAS ONG Y LA MADERA

Los ejemplos citados anteriormente no son más que una muestra de las numerosas actividades relacionadas con el sector forestal que están emprendiendo las ONG de todo el mundo. Sin embargo, la satisfacción de las necesidades de madera, pasta y papel de la humanidad - preocupación principal del sector forestal - no se incluye entre las actividades de las ONG. Al perseguir otros objetivos, las ONG han descuidado generalmente esta legítima necesidad. Sin embargo, muchas ONG están ahora empezando a combinar sus intereses humanitarios y ambientales con la necesidad de producir madera.

Algunos de esos esfuerzos tienen lugar a nivel de política, como es el de apoyar sólo el comercio de trozas procedentes de bosques explotados sosteniblemente. La Rainforest Alliance ha compilado una lista de criterios de operaciones madereras aceptables, que permite poner el sello de «Smart Wood» (madera aceptable) sólo a las exportaciones de madera tropical de fuentes que satisfacen aquellos criterios. La esperanza de adoptar dichas normas a nivel internacional nacional se desvanece a causa del reciente fallo del jurado dirimente del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) que establece que ningún país puede discriminar los productos de otro país basándose en su método de producción, y que tal discriminación es una barrera que obstaculiza el libre comercio. Este fallo ha motivado a algunas ONG a analizar y cuestionar algunos de los supuestos básicos en los que se basan las negociaciones del GATT (Rainforest Action Network, 1991).

Otras ONG llevan a cabo sus actividades madereras a nivel de la comunidad. Los modelos de actividades agroforestales comunitarias que han elaborado están empezando a influir sobre las políticas nacionales que afectan a la producción maderera. Por ejemplo, en Filipinas, el Departamento del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Department of Environment and Natural Resources, DENR) ha invitado a algunas ONG a colaborar en la organización de las comunidades para su participación en un Programa de Silvicultura Comunitaria en que se estimula a los habitantes de zonas contiguas a bosques a inventariarlos y explotarlos de manera sostenible. Esta actividad es parte de un plan general en el que se prevé que las actividades agroforestales comunitarias desempeñarán un rol importante en la producción de madera (DENR, 1990).

En el Perú, en la selva de Palcazú, una ONG de Costa Rica - el Centro Científico Tropical - y el Ministerio de Agricultura local están colaborando con los indios Yanesha en una actividad experimental consistente en cosechar madera en fajas estrechas (técnica llamada «por franjas protectoras», desarrollada en un proyecto oficial ejecutado con ayuda de la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos) cuya finalidad es estimular la regeneración rápida del bosque y utilizar animales para la extracción de las trozas, con lo que se reducen al mínimo los perjuicios causados al bosque (Cabarle, 1991; Hartshorn, Simeone y Tosí, 1987). En la India, el gobierno de Bengala occidental favorece la constitución de comités aldeanos de protección forestal que gozan de ciertos beneficios, entre ellos el uso de productos madereros no forestales y la propiedad de una parte de la cosecha oficial sostenible de los bosques de sal (Shorea robusta) al completarse cada ciclo de rotación que dura de diez a quince años (Malhotra y Poffenberger, 1989).

Estos programas se basan en el hecho de que la población local depende del bosque para satisfacer sus necesidades de agua, combustible, forraje y materiales de construcción. Se espera que esos grupos ejerzan su nueva autoridad en la gestión del bosque de manera más responsable que la de los grandes concesionarios madereros, que en general residen lejos de los bosques que explotan. Que esa actitud prevalezca dependerá en parte de la eficacia con que las ONG constituyan fuertes organizaciones comunitarias y las estimulen a pensar en el futuro lejano.

OPORTUNIDADES Y PELIGROS

Este artículo revela que las ONG tienen creciente éxito cuando tratan de lograr que se reconozcan derechos tradicionales de propiedad de la tierra, de obtener el usufructo de zonas arboladas para sus pobladores, de promover prácticas agroforestales, de ayudar en la comercialización de productos forestales no madereros y de estimular la extracción sostenible de troncos. Su rol de cuestionar verdades establecidas, formular nuevas políticas y ejecutar programas en el sector forestal, probablemente será cada día más importante.

En efecto, en lo que respecta al tipo de supuestos que las ONG cuestionan, éste podría expenderse a aspectos aún más fundamentales al evidenciarse el hecho de que en la actualidad prácticamente todas las actividades tienen amplias repercusiones ambientales y sociales en este planeta «ecológicamente repleto». En un seminario organizado por un grupo de ONG, paralelamente a la reunión anual que celebró el Banco Mundial en Bangkok, algunas de ellas, que previamente habían criticado ciertos proyectos del Banco, comenzaron a objetar también el modelo de desarrollo que éste propone. Les preocupaba que, al estimular la liberalización del comercio, la inversión de capitales extranjeros y la formación de una deuda externa, se aceleraría en muchos casos la explotación de los recursos naturales, tan dañina para el ambiente y para la población (People's Forum, 1991).

En materia de formulación de políticas es probable que las ONG ensanchen el alcance de sus intereses forestales. Por ejemplo, algunas de ellas han sido recientemente incluidas por el Gobierno de Filipinas en el nuevo Comité Coordinador del Sector Forestal donde, junto con representantes de la industria y del Gobierno, revisarán todas las políticas forestales, y no sólo las relacionadas con programas comunitarios en las que habían concentrado previamente sus esfuerzos.

Es probable que en lo que respecta a la ejecución de programas, la política de los gobiernos tienda a incluir la participación de las ONG, sobre todo cuando redunde en beneficio de campesinos radicados cerca de bosques o ambientes muy amenazados. En 1990, el Ministerio del Ambiente y de los Bosques de la India promulgó disposiciones que encomendaban a los Departamentos Forestales Estatales a colaborar con las ONG para crear en todo el país comités aldeanos de protección forestal (Poffenberger, Bhatia y McGean, 1990). La responsabilidad de tal invitación resulta intimidante incluso para una comunidad de ONG que, como la de la India, es muy vigorosa.

Este puesto seguro que las ONG se han ganado en torno a la mesa del sector forestal lleva implícitos oportunidades y peligros. En su continuo esfuerzo de cuestionar los supuestos, las ONG necesitarán examinar cuidadosa y detalladamente las alternativas que proponen, y los potenciales efectos negativos en lo que al principio puede parecer un progreso en las políticas existentes. En cuanto a la formulación de políticas, tendrán que tener en cuenta no sólo las necesidades humanas y ambientales de las zonas arboladas, sino también las necesidades de madera fuera de ellas. Tendrán que ser transigentes, sin perjuicio para su idealismo y su integridad, para responder a las complejas necesidades de la sociedad. Tendrán que mantener su contacto con la realidad mientras trabajan a los más altos niveles. En lo que respecta a su rol como ejecutores de programas, tendrán que adoptar estrategias nuevas para multiplicar los efectos de su actuación, no a través de un mayor número de ONG, sino estimulando la actividad organizativa de los campesinos y la participación popular a través de políticas apropiadas, intercambios directos entre las personas y la autogestión.

El éxito suele llevar aparejados nuevos peligros. El más evidente es el de contar con más de lo que pueda razonablemente esperarse. Si bien algunas ONG han logrado éxitos notables en algunos lugares, en muchos países hay pocas o ninguna ONG. Los gobiernos y las organizaciones de ayuda no pueden esperar que las ONG asuman la tarea de alcanzar a todo el país, ya que no tienen ni la infraestructura ni los fondos necesarios para ello. Será preciso combinar debidamente las posibilidades de los gobiernos y de las ONG; aquellos pueden proporcionar a éstas espacio para que desplieguen las actividades que le son propias, sin recargarlas con funciones que pertenecen esencialmente al gobierno [NdR: véase el artículo de Maniates, página 21].

Son peligrosas las políticas que estimulan la formación de grupos que se autocalifiquen ONG, pero que en el fondo tienen finalidades lucrativas. Particularmente peligrosos son los programas mal concebidos que ponen fondos abundantes a disposición de ONG. Este tipo de distorsión resulta alentado por la misma vaguedad de la denominación - organización no gubernamental - que define el sector por lo que no es y potencialmente aminora los éxitos que han permitido que las ONG obtuvieran el lugar que ocupan en el sector forestal.

Se puede tomar un ejemplo de las Filipinas: de acuerdo con lo previsto con ocasión de un préstamo de 240 millones de dólares EE.UU. del Banco Asiático de Desarrollo y del Gobierno japonés, se alenté a las ONG a reforestar ciertas áreas baldías. El mero hecho de que hubieran disponibles aquellos fondos estimulé la formación de grupos autodenominados ONG, pero cuyo verdadero motivo era hacer dinero fácil. Muchos cumplieron con las metas y plantaron los árboles exigidos, pero sin tener relaciones con los pobladores y sin asegurar la supervivencia de los arbolitos plantados (Upland NGO Assistance Committee, 1991b).

Es difícil, pero esencial, evitar que los programas estimulen la formación de pseudo ONG, si se quiere que las genuinas puedan cumplir su función en el logro de la sostenibilidad y la justicia social. Para hacer frente a ese peligro hacen falta dirigentes responsables en todas las organizaciones involucradas. Importante sobre todo es la necesidad de una respuesta organizada por parte de las ONG que verdaderamente trabajan por el desarrollo. En el caso de las Filipinas, el Upland NGO Assistance Committee, consorcio de siete destacadas ONG y grupos universitarios del sector forestal, dio esa respuesta. El Comité hizo investigar el problema, analizó los resultados juntamente con representantes del gobierno y designé un grupo mixto encargado de modificar las normas del programa. Las nuevas políticas facilitan al gobierno la concesión de los contratos para la plantación y cuidado de los árboles directamente a la gente que habita en la zona reforestada. Las ONG no se encargan, pues, directamente de hacer la reforestación, sino de facilitar la creación de organizaciones campesinas que consigan para sí los contratos. Se espera que de ese modo la baja cuantía de los contratos no incite el interés de las ONG que no tienen como objetivo el bien de la población.

CONCLUSION

Las instituciones tradicionales del sector forestal gobierno, industria y universidad - trabajan de creciente acuerdo con un nuevo protagonista: las ONG. En algunos casos sus relaciones son tirantes mientras reexaminan sistemas establecidos. En otros, son amistosas y encuentran soluciones nuevas para problemas antes postergados. Nuestro mundo, al seguirse sobrepoblando y amenazando el medio ambiente, necesitará cada vez más de ONG que centren su atención en problemas del medio ambiente, de la pobreza y de la justicia social. Es probable que su función se extienda tanto a nivel local como a nivel nacional e internacional, pero esto no quiere decir que tengan que substituir a las instituciones establecidas del sector forestal en sus funciones vitales; las instituciones tradicionales tendrán que aprender a aprovechar la independencia y la flexibilidad de las ONG, sin agobiarlas con el peso de expectativas exageradas.

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