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El mundo forestal

Opinión: ¿Asilo político para el bosque? Con ocasión del Décimo Congreso Forestal Mundial (Paris, 1991), J. Clément, al informar sobre el estado actual del Programa de Acción Forestal Tropical (PAFT) hizo un balance de las dificultades con que tropieza a cinco años de su inicio. Provocaron particularmente mi curiosidad las palabras con que el orador terminó su exposición poniendo en duda la capacidad del PAF. para invertir la actual tendencia a la deforestación y preguntándose si no harían falta medidas de acción más enérgicas e incisivas, recordando a la vez que el principio en que se basa el PAFT es el del respeto de la soberanía nacional y de atribución voluntaria de responsabilidad en cada país que tenga acceso a la ayuda internacional.

Se cita el PAFT no como ejemplo específico, sino porque es una de las numerosas grandes iniciativas que no toman en consideración la dimensión existencial del bosque.

El principio al que se refirió el Sr. Clément es indudablemente pertinente y satisface a todo el mundo... excepto al bosque, que sigue experimentando hoy día las más horribles mutilaciones y violaciones sin que nadie tome su defensa.

No basta con hablar de defender al bosque mediante legislaciones de todo tipo, con procedimientos técnicos que combatan los incendios, las enfermedades, las infestaciones inséctiles y la mala gestión; enfoque que es apropiado sólo para producir especies comercialmente viables y fibra de alta calidad para la impresión de periódicos, o para preservar lugares de esparcimiento importantes para nuestro bienestar y el de nuestros hijos. No basta tampoco con pensar en proteger al bosque sólo para nuestros deseos, nuestras necesidades, nuestros ocios y nuestras economías. Es hora de que empecemos a hablar de los derechos propios del bosque.

Tenemos que hablar de una relación simbiótica con el bosque y defenderlo más allá de nuestros intereses unilaterales. El bosque es y seguirá siendo un gran conjunto biofísico, eslabón de la gran cadena de la vida en la que el ser humano, los océanos, los ríos, los lagos, el aire y los seres que viven en ellos no son más que nexos de unión, cada cual más frágil.

Hablemos de la humanidad, por la que tan egocéntricamente nos inquietamos. La humanidad se ha revestido de reglamentos y códigos para resguardarse contra el abuso de sus semejantes: toda una panoplia de instrumentos de protección que requiere aseguradores, notarios, abogados, magistrados, periódicos, policías, milicias y militares.

Con el paso del tiempo, la humanidad decidió «internacionalizar» algunas de dichas leyes protectoras. Hoy existen logros que parecían increíbles hace sólo un siglo: la Corte Internacional de Justicia y los tribunales ad hoc creados a medida que lo exigían la coyuntura y los graves problemas internacionales que afectaban los derechos y la dignidad del ser humano. Sin esos instrumentos muchos criminales de guerra y delincuentes comunes seguirían perpetrando sus fechorías. Hay, en fin, leyes para socorrer a las personas cuyo derecho elemental a la libertad, y por tanto a la vida, ha sido o pudiera ser gravemente amenazado. Esas leyes rigen todo lo referente al derecho de asilo político de las personas que lo solicitan y permiten rehabilitar en vida su dignidad.

Pero sigamos con este razonamiento refiriéndolo esta vez al bosque. Veamos qué sucede actualmente en ese bosque, patrimonio tan nuestro como el aire y el agua. ¿Hay lugar para considerar ese incomprendido recurso por si mismo?

Nadie que esté dotado de sentido común podrá dejar de aplaudir la Declaración de París, promulgada por los 2 500 participantes en el Congreso en nombre de toda la población mundial. Es un solemne llamamiento, a la vez que grito de alarma y manifestación de esperanza ya que, como bien sabemos, la humanidad es capaz de todo.

La Declaración de París contiene:

· considerandos de la situación en que se encuentra el recurso forestal y de los esfuerzos de la humanidad por contener la pobreza;

· referencias al compromiso de los gobiernos de procurar de buena fe la creación de los mecanismos financieros, científicos y de cooperación necesarios;

· afirmaciones, especialmente de la necesidad del desarrollo sostenible y de la de proteger la biodiversidad;

· recomendaciones, especialmente sobre la necesidad de hacer participar a las poblaciones en el desarrollo y gestión integrales de los árboles y de los bosques, todo ello en el marco de la soberanía nacional.

La Declaración de París recomienda llegar a «principios sin obligación legal pero que sean autoridad, sobre la gestión, la conservación y la sostenibilidad de todos los bosques del mundo». Esta profesión de fe, al igual que la Declaración de Propósitos que sirve de base al PAFT, debe ser proclamada y defendida para contrarrestar las ingerencias con que se enfrentan varios países. Sin embargo, ¿hemos de defenderla sólo porque hay que proteger nuestra economía y las funciones que desempeña el bosque en beneficio nuestro?

Lo que ganemos con esta profesión de fe lo perderemos con creces Si para empezar no colocamos señales que, con toda rectitud, delimiten los servicios que exigiremos del bosque y los que deberíamos devolverle recíprocamente.

Si no lo hacemos así, el bosque volverá a encontrarse a merced de la soberanía y de la jurisdicción del ser humano. Se corre el peligro de que el consenso que con la Declaración de París se ha logrado sobre el bien que el bosque significa para la humanidad, se pierda al privarlo del derecho a la palabra y a la existencia, y al continuar definiendo los derechos soberanos y jurisdiccionales sobre la base de declaraciones de principio atemperadas por la coyuntura política por las crisis del mercado.

No hay duda que una multitud de hombres y mujeres continúa esforzándose por armonizar lo que debe hacerse para tener un bosque bien protegido. Basta mencionar a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), al PAFT, a la Conferencia Ministerial para la Protección de Bosques en Europa y a las diferentes legislaciones y políticas forestales nacionales. Al mismo tiempo, hay investigadores que trabajan incansablemente para encontrar los medios para conservar un medio natural como el bosque; para mejorar las condiciones de vida y reproducción de las especies, entre ellas las forestales; y para conocer la esencia misma de la materia lígnea.

El nombramiento de un defensor del bosque es uno de los instrumentos que sin falta deberíamos dar en dotación a nuestro planeta para una genuina aplicación de «principios sin obligación legal pero que sean autoridad, sobre la gestión, la conservación y la sostenibilidad de todos los bosques del mundo».

El defensor hablaría en nombre de los derechos soberanos del bosque y garantizaría su protección y el respeto de su dignidad. Podría también pedir asilo político para un bosque mientras recupera su dignidad y se le reconoce su derecho a la existencia.

Lejos de constituirse en guardián del bosque, este defensor encarnaría la sabiduría colectiva que hemos perdido, recurriendo sin distinciones al científico al igual que al técnico, al jurisconsulto, al financiero o a la gente común para conocer su opinión. Este defensor encanaría, dada su condición ética, una parte de la eternidad del bosque.

El bosque necesita una Carta, una declaración de derechos análoga a la Declaración Universal de Derechos Humanos. Como decía F. Guizor en la Encyclopedia Universalis, para enseñar a alguien algo que consideramos que deba conocer, es preciso expresarnos muy clara y deliberadamente. Por consiguiente, la Carta del bosque tendría que ser sencilla y natural, al alcance del ciudadano común, y acerca de árboles comunes; una Carta que exprese las intenciones básicas y una profesión de buena vecindad y de libertad. Tendría que ser enseñada en nuestras instituciones y que habitar en nuestros bosques, para formar una generación de Homo sapiens capaz de asegurar un contrato natural sostenible con Lignus sylvestris. Para que una legislación forestal nacional pueda considerarse equitativa, tendría que basarse en los principios básicos de la Carta del bosque, lo cual convendría a todo el mundo. El defensor del bosque garantizaría el respeto a dicha Carta, que hubiera podido ser proclamada en París... Pero nunca es demasiado tarde.

Las ideas expresadas en este texto no reflejan escuela alguna de pensamiento «ecológico»; son más bien el pensamiento de quien, como el filósofo contemporáneo Michel Serre, sueña con una reforma del contrato social que asegure un mejor porvenir a nuestro planeta.

B. Benabdallal

Bouffeldjua Benabdallah es miembro del Movimiento Universal para la Responsabilidad Científica, Quebec

Comisión Forestal para América del Norte

La Comisión Forestal para América del Norte celebró su 16a reunión del 10 al 14 de febrero de 1991 en Cancún, México. Asistieron 28 representantes de los tres países miembros de la Comisión (Canadá, México y Estados Unidos de América).

En la ceremonia inaugural dieron la bienvenida a los participantes el Dr. Manuel Mondragón y Kalb, Subsecretario Forestal de México, el Dr. Miguel Borgue Martin, Gobernador del Estado de Quintana Roo y el Sr. Santiago Funes González, Representante de la FAO en México.

La reunión, bien organizada y eficientemente dirigida, dio como resultado un valioso intercambio de información sobre el estado de los bosques en los países miembros. Se tomaron decisiones concretas sobre asuntos de competencia de la Comisión; y se dieron recomendaciones a los países miembros, a los grupos de trabajo y a la FAO.

La situación forestal en los países miembros

En México se ha incorporado a la Subsecretaria Forestal un nuevo y dinámico grupo de ingenieros forestales. El Gobierno pone énfasis en mejorar los conocimientos sobre los recursos forestales (mediante inventarios); el control de incendios; la planificación del uso de la tierra y la ordenación forestal. Se ha prestado especial atención a la preparación del Plan de Acción Forestal Nacional correspondiente al PAFT, y las autoridades mexicanas esperan terminar la planificación en el curso de 1992

Los informes sobre la situación forestal en los Estados Unidos y en el Canadá evidenciaron el hecho de que esos paises están adoptando nuevos puntos de vista en materia forestal. El Canadá está comprometiendo importantes medios para pasar del rendimiento sostenido al desarrollo sostenible y a la ordenación de ecosistemas, así como para traducir principios en medidas de aplicación cotidiana. Internamente, la silvicultura es uno de los temas que más animadamente se discuten en el contexto del actual debate constitucional. Canadá participa cada vez más activamente en asuntos internacionales como deforestación, mantenimiento de la biodiversidad y cambios de clima.

En los Estados Unidos, la respuesta a la general inquietud acerca de los bosques y de la estabilidad del medio ambiente es un nuevo tipo de ordenación denominado «nuevas perspectivas". Su filosofía es tratar de conseguir en gran escala formas de ordenación forestal prácticas, bien equilibradas y sostenibles. La Comisión tomó conocimiento del Programa de los Estados Unidos para recursos forestales y pastorales, formulado en 1990.

Recomendaciones y conclusiones de la Comisión La Comisión recomendó:

· que el Comité de Alternos (el grupo que coordina la labor de la Comisión entre reuniones) examine los nuevos temas y oportunidades significativos a nivel continental que están surgiendo, y sugiera las respuestas adecuadas de los países miembros;

· que la FAO revise sus actividades en la región impulsando una rápida transferencia y aplicación del conocimiento y las tecnologías para enfrentar los problemas forestales;

· que el Comité de Alternos realice una revisión de las actuales actividades de los grupos de estudio, particularmente de los grupos sobre el mejoramiento de árboles forestales, de insectos y enfermedades forestales, vocabulario multilingüe, de ingeniería forestal y de estructuras de armazón ligera en términos de su relevancia a los problemas prioritarios y a las oportunidades de los países miembros;

· que la política, la economía y otros tópicos claves relacionados con la transición de las prácticas presentes hacia el desarrollo sostenible, reciban en el futuro una atención especial por parte del Departamento de Montes de la FAO (a este respecto la Comisión notó con preocupación que las reducciones presupuestarias de la FAO afectarían negativamente la capacidad del Departamento de Montes para enfrentar las crecientes demandas que imponen los asuntos ambientales de orden global relacionados con el bosque, los cambios políticos en Europa Oriental y en general las necesidades de mayor asistencia técnica para apoyar a los países en desarrollo); que la FAO tome medidas explícitas y eficaces para aumentar el perfil internacional del Departamento de Montes, ya que sin tales medidas éste corre el riesgo de perder su papel como líder a nivel mundial debido a la falta de apoyo. La Comisión recomendó también que sus inquietudes al respecto reciban seguimiento a través de los representantes de los países miembros en el Consejo de la FAO;

· que la Comisión Forestal para América del Norte esté representada en la próxima sesión de la Comisión Forestal Europea, con el objetivo de estimular una mayor cooperación entre las dos comisiones. Pueden obtenerse ejemplares del informe de la 16" Reunión de la Comisión Forestal para América del Norte (en inglés y en español) y copias de los informes técnicos preparados para dicha reunión, escribiendo al Oficial de Reuniones, Departamento de Montes, FAO, Viale delle Terme di Caracalla, 00100 Roma, Italia.


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