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¿Es segura la profesión forestal?

P. Poschen

Peter Poschen es el especialista en industrias forestales y madereras de la Oficina Internacional del Trabajo (oficina que actúa como Secretaría de la Organización Internacional del Trabajo), Ginebra.

Este artículo aprovecha el informe actualizado del Comité de Industrias Forestales y Madereras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 1991a) para examinar las tendencias internacionales en materia de sanidad y seguridad de las actividades forestales, con especial referencia a las industrias de extracción. Además de describir y analizar la incidencia de accidentes y enfermedades, así como sus causas, explica la importancia que este tema tiene para el sector forestal y expone algunas ideas al respecto.

Trabajadores de Indonesia cargando troncos para pasta de papel sin adoptar medidas de seguridad

«¿Te está matando tu trabajo?», preguntaba provocatoriamente la carátula de la revista Parade Magazine (suplemento dominical a los diarios de Estados Unidos) en su edición del 8 de enero de 1989, al tratar los peligros que por entonces acarreaban distintos tipos de trabajos. De hacerse esta pregunta a la gente, se decía, el grupo de los trabajadores forestales sería el que con más probabilidades contestaría afirmativamente. El presente artículo corrobora esta inquietante situación en la mayoría de los países industrializados y en desarrollo de todo el mundo. Aún más inquietante es el hecho de que en pocos países esa triste situación reciba atención preferente. Aunque mucho se diga: «Seguridad ante todo», en la práctica no es éste el caso.

Una profesión peligrosa

Las actividades forestales suelen implicar una combinación de riesgos naturales y materiales para la salud y la seguridad de quienes las llevan a cabo. Los riesgos naturales se deben al terreno en general abrupto, densamente poblado de vegetación y a las condiciones de trabajo adversas a causa de los rigores del clima que incluyen calor o frío intenso. Los efectos i a motosierra es la herramienta más peligrosa empleada en las actividades forestales, especialmente cuando se utiliza sin un equipo protector adecuado negativos se multiplican por la insuficiencia o falta absoluta de servicios higiénicos y de abastecimiento, de alimentos y bebidas, de vestido apropiado, etc.

La motosierra es la herramienta más peligrosa empleada en las actividades forestales, especialmente cuando se utiliza sin un equipo protector adecuado

Las propias actividades forestales crean nuevos peligros, tanto las de extracción como las de transformación. La caída de árboles, incluso si son relativamente pequeños, y el desprendimiento de ramas que en general la acompaña, son muy peligrosos y pueden causar accidentes graves. También lo es la manipulación de trozas durante el transporte y la transformación, y las fuerzas que se movilizan son de tal magnitud que pueden provocar accidentes muy graves si se pierde el control de las mismas. De igual manera, la transformación primaria está llena de peligros.

El efecto combinado de todo esto es que la proporción de accidentes laborales en el sector forestal ha sido y es más elevada que en muchas otras profesiones. En todos los países donde existen estadísticas comparativas se puede constatar que el sector forestal tiene la frecuencia de accidentes más alta entre los sectores industriales, y que un trabajador forestal es tres o cuatro veces más propenso a accidentes que un trabajador agrícola (OIT, 1981). Aunque la Figura 1 se refiere sólo a Finlandia y los Estados Unidos, los datos correspondientes a la mayor parte de los demás países son análogos, lo que demuestra que la actividad forestal es una de las ocupaciones más peligrosas y arriesgadas.

Organizaciones nacionales e internacionales se han esforzado repetidamente por compilar y comparar estadísticas de accidentes forestales de varios países, pero siempre han tropezado con grandes dificultades. Casi todas las comparaciones hechas son engañosas por ser diferente el tipo de accidentes que se notifica en cada país. Prácticamente las únicas cifras susceptibles de comparaciones son las referentes al número de accidentes mortales por millón de metros cúbicos de madera aserrada (Figura 2) e incluso estos datos son muy difíciles de obtener.

FIGURA 1. Accidentes mortales en diversas actividades en Finlandia y los Estados Unidos

Los resultados en la Figura 2 concuerdan con los de otros estudios, lo cual sugiere que la situación es mucho peor en los países en desarrollo que en los industrializados; sin embargo, presentan también varias sorpresas, pues existen diferencias entre ciertos países - Austria y Suiza, EE.UU. y Canadá - que no se pueden atribuir a las desigualdades del terreno, al tamaño de los árboles, o a las técnicas de extracción.

CUADRO. Accidentes en actividades madereras en Nigeria, 1978-1986

Actividad

Accidentes

número

porcentaje

Tala

79

43

Desrame

55

30

Troceado

19

10

Arrastre

27

14

Flote

6

3

Total

186

100

Fuente: Dickson, 1987.

Riesgos especiales

Las actividades madereras pueden dividirse en tres amplias categorías: silvicultura, extracción y transformación. Agrupando del mismo modo los accidentes, los relacionados con la extracción son mucho más numerosos que los de las otras dos categorías, y con frecuencia alcanzan al 70 por ciento del total (OIT, 1981). Dentro de la extracción, la tala y el troceado son los trabajos más expuestos a accidentes, sobre todo a los graves y mortales (Véase el Cuadro).

La motosierra es claramente la herramienta más peligrosa, haciendo que el operador de motosierras sea el trabajador más expuesto a accidentes. La situación representada en la Figura 3 corresponde a Malasia, pero sería igualmente válida para muchos otros países. A pesar de la creciente mecanización en los países industrializados, la motosierra posiblemente seguirá siendo la principal causa de accidentes en la extracción.

FIGURA 2 Accidentes mortales por millón de metros cúbicos de madera aserrada en diferentes países

Enfermedades características de la ocupación

Los accidentes son un gran problema del sector forestal, sin embargo un problema mucho más serio e insidioso es el que plantea la exposición constante a condiciones de trabajo dañinas para la salud, como son el cansancio excesivo, la tensión nerviosa, el calor o frío, los ruidos, las vibraciones y, en el caso de quienes manejan maquinaria moderna, los movimientos monótonos y repetitivos. Las enfermedades características de la ocupación se deben a la exposición sostenida a condiciones adversas del ambiente y se manifiestan sólo al cabo de cierto tiempo.

FIGURA 3 Distribución de los accidentes mortales por tipos de ocupación en Sarawak, Malasia, 1989

Entre éstas, el dolor de espalda, causado por la dureza del trabajo y por las posturas que es preciso adoptar, es muy común entre los operadores de motosierras. Una encuesta llevada a cabo en Alemania reveló que, al cabo de diez años de trabajo, de un tercio a la mitad de los operadores se quejaban de dolor de espalda; entre los de más edad, la proporción subía a los dos tercios (Sabel, 1986).

Asimismo, la sordera, debida a la exposición continua al ruido, tiene una alta incidencia, pues no sólo las motosierras sino también gran parte del equipo mecanizado que se usa para despejar el terreno, o para arrastrar troncos y trozos, superan ampliamente el nivel de ruido que se puede tolerar sin perjuicio para el oído. Las motosierras a toda marcha producen ruidos a un nivel dañino para los oídos después de tan sólo 15 minutos de exposición. Un estudio realizado en Nueva Zelandia revela que el deterioro del oído de los operadores es progresivo con el paso de los años; al cabo de 15 años en el bosque, la mitad de ellos tenía defectos de oído (McFarlane, 1989). Algo parecido suele ocurrir en los aserraderos y en las actividades primarias de transformación (NdR: véase el artículo de Staal Wästerlund y Kufakwandi).

FIGURA 4. Accidentes en la tala con motosierras y con equipo mecánico en Columbia Británica, Canadá, 1985-1987

En los países industrializados, particularmente en los del norte de Europa y América del Norte, se está generalizando el empleo de maquinaria pesada que permite mecanizar casi todas las operaciones de tala y transporte hasta el borde de los caminos. En Suecia más del 85 por ciento de los 65 a 70 millones de m3 que se talan anualmente es manejado por operadores bien protegidos dentro de cabinas, reduciendo considerablemente el peligro de accidentes. En la Figura 4 se muestran los datos de una comparación entre los accidentes ocurridos empleando equipo mecanizado y los de motosierra en la Columbia Británica, Canadá, indicando que los operadores de maquinaria sufren el 15 por ciento de accidentes de los de motosierra al cosechar una cantidad análoga de madera.

El revés de la medalla de esa mecanización es el problema que plantean los dolores de cuello y hombros que aquejan a los operadores por causa de la monotonía de las muchas horas pasadas manejando las máquinas. Por difícil que sea diagnosticar objetivamente esas dolencias, los especialistas en medicina del trabajo están de acuerdo en que ellas son motivo de indisposición tan grave como los accidentes, y pueden obligar al operador a dejar su empleo. Al respecto, es significativo que sean los propietarios de la maquinaria que manejan y quienes lo hacen por contrata, los que más sufren por este motivo. En Suecia, por ejemplo, estos últimos trabajan por término medio casi 59 horas semanales en vez de las 40 que trabajan los empleados. Añadiendo el tiempo de ida y vuelta al trabajo, los que trabajan por contrata tienen jornadas de 10 a 12 horas seis días a la semana (Lidén, 1988).

Peligros para la mujer

La creciente insistencia con que se solicitan prácticas silvícolas como la regeneración de bosques, esencial para la producción sostenible, introduce nuevos peligros en el panorama forestal. Plantar, podar, aclarear y aplicar insecticidas y fertilizantes acarrean mayores riesgos para la seguridad y la salud. En los países industrializados y en aquellos en desarrollo, gran parte de estas actividades son llevadas a cabo por mujeres; incluso en los países industrializados de legislación más avanzada, los estudios realizados muestran que las mujeres (más que los hombres) están poco enteradas del riesgo que representa el uso de esos productos (Camba, 1984), siendo un peligro adicional la falta de vestimenta protectiva especialmente diseñada y dimensionada.

El peso medio de leña o forraje que acarrean las mujeres en Etiopía supera abundantemente los 20 kg que la OIT considera como la carga máxima admisible

El trabajo forestal implica riesgos considerablemente mayores para la salud de las mujeres que para la de los hombres. De menor talla, el volumen de sus pulmones, la potencia de su corazón y de sus músculos hacen que la capacidad de trabajo de las mujeres sea por término medio un tercio inferior a la de los hombres. De acuerdo con esto, la legislación de muchos países limita a unos 20 kg el peso que deben levantar o acarrear (OIT, 1988), aunque en el campo forestal es frecuente que las mujeres excedan este límite. En efecto, estudios llevados a cabo en la Columbia Británica (Canadá) muestran que tanto las mujeres como los hombres dedicados al trabajo de plantación acarrean cargamentos de plantas de unos 30,5 kg. muchas veces por terreno abrupto (Smith, 1987).

También es normal en muchos sitios que las mujeres que recolectan leña transporten pesos excesivos. Una encuesta llevada a cabo en Addis Abeba, Etiopía, muestra que el haz de leña que, por término medio, acarrean las mujeres posa 30 kg y es transportado por 10 km (Halle, 1991).

Los riesgos varían según la estructura de trabajo

Casi todos los datos disponibles muestran una significativa diferencia en el peligro de accidentes según el sector de trabajo. Los operadores profesionales que trabajan a tiempo completo en empresas forestales son mucho menos susceptibles a los accidentes que los campesinos, los que trabajan por cuenta propia y los que lo hacen por contrata. En Austria, los campesinos que trabajan en la madera durante parte del año sufren el doble de accidentes por millón de m3 cosechados de los operadores profesionales (Socialversicherung der Bauren, 1990), y en Suecia hasta cuatro veces más (Skogsbrukets Yrkesnämd, 1985; 1989). En Suiza los trabajadores empleados en bosques públicos no sufren más que la mitad de los accidentes que experimentan los empleados por contratistas, en especial cuando se trata de contratos estacionales, y en el caso de la mano de obra emigrante (Wettmann, 1992).

Importancia de la salud y de la seguridad en el sector forestal

Al igual que en otras industrias, la protección de los trabajadores forestales es sobre todo una cuestión de ética pero también repercute en los costos Además, la peligrosidad crea una imagen negativa de la profesión que se hace extensiva a todo el sector, no sólo entre la fuerza de trabajo, sino en el público en general; asimismo, la falta de seguridad de los métodos de trabajo repercute en los daños que se ocasionan al medio ambiente.

Los accidentes del trabajo y las enfermedades son fuentes de incontables sufrimientos que afectan las expectativas de todos los hombres y mujeres; por otra parte, muchos países no tienen más que rudimentarios sistemas de seguridad social y no pueden ni siquiera amortiguar las dificultades económicas de las familias que pierden sus medios de sustentamiento, ni contribuir a la rehabilitación para el trabajo de las víctimas de accidentes.

La seguridad tiene también importancia económica, pues además de los considerables costos directos que acarrea - compensación, tratamiento médico, etc. existen costos indirectos que pueden ser varias veces mayores. Por ejemplo, en un accidente en Sarawak, Malasia, en donde un árbol se precipitó sobre un tractor oruga ocupado en abrir un arrastradero ocasionando la muerte del operador y daños a la máquina, los costos directos fueron de 19400 ringgits pero los indirectos superaron los 111000 ringgits, sin considerar las utilidades que se dejaron de percibir.

En los países donde existen sistemas de seguros contra accidentes del trabajo, las pólizas se encarecen al aumentar el volumen de las compensaciones. En algunos países industrializados el costo de las compensaciones ha alcanzado un nivel tal que amenaza la viabilidad económica de las empresas forestales. En los Estados Unidos, por ejemplo, los seguros cuestan hasta el 40 por ciento de los gastos en sueldos, es decir que la empresa tiene que desembolsar 40 dólares en seguros por cada 100 dólares que paga en salarios (Garland, 1989).

Los accidentes y las perspectivas de tener que retirarse prematuramente son lo que más contribuye a obscurecer la imagen de toda la profesión forestal. El resultado es que en muchos países se tropieza con dificultades para retener a los buenos operadores y encontrar aspirantes apropiados. Cuanto menos calificada la mano de obra, menor es el rendimiento, más elevado el costo y más numerosos los accidentes: un verdadero círculo vicioso (OIT, 1991b).

El número elevado de accidentes en el sector forestal de muchos países contribuye a dar la imagen de que la industria forestal es insensible para con sus propios trabajadores, y refuerza la idea de que también lo sea para con la población indígena y los recursos forestales. Así por ejemplo, se han utilizado fotografías de mutilados en accidentes forestales en Sarawak (Malasia) en las campañas antimadereras (INSAN, 1992), para probar que la industria es contraria a los intereses indígenas.

La relación entre la seguridad en el trabajo y el respeto del medio ambiente es más estrecha de lo que se podría imaginar. Como ya se mencionó, la tala es la tarea que más accidentes causa. Las mismas técnicas que permiten a un operador cortar un árbol de manera segura y controlada, dirigiendo su caída, pueden usarse para hacerlo caer con un mínimo de perjuicios para el medio ambiente. La tala direccional reduce el daño a los árboles que quedan en pie, acorta las distancias de arrastre, limita el destrozo del entorno y evita que el tronco se rompa o astille, efectos igualmente necesarios para que la silvicultura sea segura y ecológicamente racional, en especial en los bosques tropicales.

Los costos económicos de la falta de seguridad son elevados: camión, utilizado para el transporte de troncos, totalmente destruido

Casi todos los operadores de motosierras de las plantaciones de pinos de Fiji utilizan ahora equipo protector adecuado

Mejora de la seguridad en el trabajo

Aunque, como se ha visto, la situación es poco satisfactoria, hay casos en que se ha logrado considerable éxito en la promoción de la seguridad y de la salud en los trabajos forestales. Los siguientes casos demuestran que, cuando se quiere, es posible mejorar la situación.

Un número desproporcionadamente alto de accidentados está integrado por inexpertos novatos, sobre todo los empleados por contratistas. En respuesta a este problema algunos países han instituido normas mínimas de capacitación, estableciendo programas de certificación que ofrecen capacitación y controlan el cumplimiento de aquellas normas (para los EE.UU. véase Spoerke, Wallace y Fleming, 1992; para el Reino Unido véase Bardy, 1988). Algo análogo hacen algunos países en desarrollo. Un sistema particularmente recomendable es el de los códigos de práctica profesional, como el adoptado por Fiji, que estipula claramente normas de respeto al medio ambiente y de seguridad en el trabajo, y dispone que a ningún trabajador forestal pueda asignársele una tarea para la que no está capacitado (Ministerio de Bosques de Fiji, 1990). La Escuela de la Industria Maderera de Fiji examina y certifica que los trabajadores conozcan y se adapten a las normas que especifica el Código Nacional de Prácticas Madereras. Un número creciente de países utiliza unidades móviles que capacitan a los campesinos y a los trabajadores estacionales que no pueden desplazarse a los centros normales de capacitación.

La Figura 5 ilustra la espectacular mejora que es posible lograr proponiéndose seriamente una mayor seguridad. El número de accidentes que registraba una importante empresa forestal brasileña se redujo verticalmente, a pesar de un considerable aumento en el número de empleados, cuando la compañía creó, en 1970, una dependencia especial de higiene, medicina y seguridad del trabajo.

Para que los operadores de maquinaria no incurran en peligros, así como para que su rendimiento sea máximo y no tengan problemas de salud, es esencial organizar debidamente el trabajo. En Suecia por ejemplo se han ideado nuevas formas de organización que implican rotación de las tareas, traslape de turnos, y trabajo en equipo. Pensadas inicialmente para reducir las lesiones en el cuello y en los hombros de los operadores de maquinarias, han elevado el rendimiento, entre otras razones, porque permiten a los empresarios aprovechar más a fondo la maquinaria que poseen (Lidén, 1992; Pontén, 1992; Norin, 1992).

FIGURA 5. Número de lesiones y número medio de trabajadores forestales en la compañía Klabin do Parana Agro Florestal S.A. Brasil, 1968 -1986

También se han obtenido buenos resultados en algunos países, como Zambia y Chile, mejorando la alimentación de los operadores. Investigando, se observó que su régimen alimenticio era insuficiente para una tarea pesada y que muchos no comían sino hasta después de acabada su jornada de trabajo. Cuando las compañías pagaron por comidas más nutritivas en el propio trabajo mejoró considerablemente la salud y la productividad de los operadores.

FIGURA 6 Accidentes en las piernas causados por motosierra en Nueva Zelandia, 1983-1988

Hay peligros inherentes a la naturaleza del trabajo en el bosque que no se pueden eliminar mediante una organización adecuada, buenos métodos de trabajo y capacitación. En estos casos, la última línea de defensa son los cascos, visores, botas y guantes apropiados, así como los pantalones protectivos. La Figura 6 muestra el efecto de la introducción de pantalones y polainas a prueba de cortes sobre la frecuencia de accidentes de motosierra en las piernas en Nueva Zelandia. A pesar de que el equipo de seguridad pueda parecer caro, sobre todo en los países en desarrollo, hay razones para que se le considere más bien una inversión que un costo. En muchos países el equipo protector es obligatorio y en la mayoría de los casos está a cargo de la empresa.

Un ejemplo alentador es el de Fiji, donde una encuesta reciente muestra que el 98 por ciento de los operadores de motosierras empleados todos por contratistas - usa casco, el 72 por ciento protección del oído, el 82 por ciento chaparreras o pantalones protectores y el 80 por ciento botas de seguridad.

En muchos casos el primer paso, y el más económico, para alcanzar la seguridad en el trabajo es investigar y reunir estadísticas de accidentes pasados, con la finalidad, no de identificar culpas y culpables, sino de aprender para el futuro. En este sentido, la OIT ha publicado instrucciones sobre algunas maneras sencillas de dar parte de accidentes (Apud et al., 1989). Una buena manera de crear conciencia entre los operadores es difundir el resultado de esas investigaciones mediante folletos ilustrados con esquemas y breves descripciones de accidentes típicos y de la manera de evitarlos.

FIGURA 7 Factores humanos que afectan la seguridad de las actividades forestales

Los ejecutivos deben dar el primer paso

A posar de que todo lo anterior demuestra que se puede hacer mucho para mejorar la seguridad en el trabajo, con frecuencia en beneficio de todos, no indica a quien incumbe la responsabilidad de hacerlo.

En abril de 1991, en la Segunda Reunión del Comité de la OIT sobre industrias forestales y madereras, los representantes de gobiernos, empresas y trabajadores llegaron a un acuerdo al respecto: «La responsabilidad en materia de seguridad y salud recae sobre los gobiernos, los empresarios y los trabajadores. No obstante, la principal responsabilidad corresponde al empresario...» (OIT, 1991c).

En muchos países en desarrollo los gobiernos son a la vez la autoridad y un gran propietario de bosques que emplea directamente una fuerza de trabajo, contratistas y concesionarios. Por consiguiente, los gobiernos desempeñan un papel muy importante con respecto a la seguridad laboral. Muchos países no cuentan con normas ni reglamentos; cuando lograrán obtener recursos para mejorar ese estado de cosas, deberían basar sus esfuerzos en orientar, motivar, capacitar y aconsejar, en lugar de imponer el cumplimiento de reglamentos bajo pena de castigo. El ejemplo del Consejo Nacional de Protección del Trabajo Finlandés es digno de especial mención.

En muchos casos los operadores son simples destinatarios de reglas que cumplir, órdenes y medidas de seguridad - o de su ausencia - más bien que colaboradores en la obra de mejorar la situación. Los comités mixtos de empresarios y trabajadores han dado muy buen resultado en muchos países y han contribuido, por ejemplo, a lo logrado en los países del norte de Europa. También hay ejemplos de iniciativas especiales de una sola empresa que tuvieron mucho éxito; en este caso se encuentra el programa de gestión de la seguridad y los riesgos de una compañía de la Columbia Británica (Canadá) que redujo la frecuencia de los accidentes en campamentos madereros en un 75 por ciento y el costo de las compensaciones en un 62 por ciento, elevando al mismo tiempo la productividad en un 10 por ciento. Un elemento clave de ese programa fue incrementar la participación de los trabajadores en la toma de decisiones (Painter y Smith, 1986).

En estos momentos hace falta aclarar qué influencia sobre los accidentes tiene cada escalón del mando de una empresa. Las notificaciones de accidentes suelen indicar que la causa fue el «error humano», implicando que, en definitiva, la culpa fue de la propia víctima. La Figura 7 resume los ocho factores que influyen directamente en la seguridad e indica quien los controla. De los ocho factores el operador sólo tiene dominio directo sobre uno, la ejecución del trabajo, pues las decisiones tomadas más arriba dominan la situación. La seguridad tiene que ser un empeño conjunto apoyado activamente por todos los escalones del mando de la empresa, pero empezando por arriba. Corresponde a personas como los lectores de esta revista tomar las decisiones pertinentes.

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