Página precedente Indice Página siguiente


Conservación, desarrollo e investigación en las zonas protegidas de Africa

M. Hadley

Ordenación de parques y zonas protegidas en el Africa húmeda: actividades en el marco del Programa sobre el hombre y la biosfera de la Unesco.

Malcolm Hadley es biólogo y trabaja en la División de Ciencias Ecológicas de la Unesco, en París.

Nota: El presente artículo está dedicado a Matuka David Kabala, Especialista de Programas de la División de Ciencias Ecológicas de la Unesco, que fue invitado a participar en este número de Unasylva antes de su repentino fallecimiento en París, el 5 de febrero de 1993. Matuka Kabala fue, entre otras cosas, el defensor de la idea de que la naturaleza y los recursos naturales constituyen una meta legítima e importante de los programas de asistencia técnica. Realizó una gran labor para fomentar y poner en práctica la idea de la reserva de biosfera en Africa.

Las bramas del amanecer permiten la supervivencia de las selvas tropicales densas de la región de Mayombe en el Congo

ORDENACION DE LAS ZONAS PROTEGIDAS DE AFRICA

Durante los últimos veinte años, los científicos especializados en conservación han tratado de encontrar la manera de que ésta se adapte a los rápidos cambios de la sociedad. Estos cambios, en lo que respecta a Africa, son entre otros: el rápido crecimiento demográfico; el cambio de la situación socioeconómica, sobre todo a través de la urbanización; el creciente uso de los recursos naturales para cubrir las necesidades básicas; los cambios en la situación del medio ambiente provocados por la industrialización, las variaciones climáticas generales y sequías; y los cambios en los sistemas políticos.

Analizando los criterios de conservación utilizados en Africa, se pone de manifiesto la necesidad de ampliarlos y ajustarlos de manera que incluyan formas de utilización de las zonas protegidas que no se limiten simplemente al pago de una entrada. Parece existir un consenso general en el pensamiento contemporáneo por el que el único medio de impedir que las zonas protegidas sean completamente devoradas por intereses más poderosos y aceptados es aplicar un criterio más amplio. En otras palabras, los objetivos de conservación deben ser compatibles con los de desarrollo.

RESERVAS DE BIOSFERA

Las reservas de biosfera representan un concepto y un instrumento en ese sentido (Di Castri y Loope, 1977; Unesco, 1984), que incorpora gran parte de la filosofía y las características de lo que se ha llamado recientemente «proyectos integrados de conservación y desarrollo» (Brown y Wyckoff-Baird, 1992).

Las reservas de biosfera constituyen un tipo innovativo de zona protegida que surgió dentro del Programa sobre el hombre y la biosfera (MAB) de la Unesco, a principios del decenio de 1970. Como indica el nombre del programa, el objetivo era, y sigue siendo, encontrar la forma de reconciliar la protección de la naturaleza con las necesidades del hombre, y contar con la cooperación científica internacional. Por lo tanto, el punto de partida de las reservas de biosfera fue básicamente pragmático y científico.

Las reservas de biosfera en pleno funcionamiento desempeñan tres funciones principales: i) conservación in situ de la diversidad de los ecosistemas naturales y seminaturales y de los paisajes; ii) creación de zonas de demostración para la utilización de tierras y recursos de manera ecológicamente sostenible; y, iii) la provisión de apoyo logístico para la investigación, vigilancia, educación y capacitación en materia de conservación y sostenibilidad.

Estas funciones están relacionadas a través de un sistema de zonación integrado por una zona central o núcleo que registra una mínima alteración provocada por la actividad humana; la zona situada alrededor del núcleo actúa como amortiguador, y en ella tienen lugar actividades humanas tales como la investigación, la educación ambiental y la capacitación, así como el turismo y el esparcimiento. La zona exterior, de transición, sirve como elemento coordinador con la región más amplia donde se encuentra la reserva de biosfera, y sirve sobre todo para fomentar el desarrollo mediante actividades tales como la investigación experimental, el uso tradicional o la rehabilitación, los asentamientos humanos y la agricultura, etc. Se trata de fomentar el desarrollo de actividades cooperativas con los investigadores científicos, propietarios de tierras, agricultores y poblaciones locales, razón por la cual la ordenación de esta zona requiere mecanismos innovativos de coordinación.

Un factor clave es que las reservas de biosfera están unidas entre sí a nivel mundial mediante una red, coordinada a través del Programa MAB. A mediados de 1993, había 311 reservas de biosfera en 81 países, que abarcaban una superficie total de 170 millones de hectáreas. En Africa existen 85 reservas de biosfera situadas en 23 países. La situación varia de una reserva a otra; en algunos casos, la denominación de reserva de biosfera se ha superpuesto a la de un parque nacional ya existente, introduciendo pocos cambios de orientación o de sistema de ordenación (Hough, 1988); en otros, se ha hecho un verdadero intento de integrar las múltiples funciones y criterios participativos intrínsecos en el concepto de reserva de biosfera. En las siguientes secciones se hace referencia a la experiencia y las actividades de una serie de reservas de biosfera de Africa para tratar de comprender los esfuerzos realizados para combinar la investigación, la conservación y el uso sostenible de recursos en las regiones tropicales.

MANANARA-NORD, MADAGASCAR - El arroz y los bosques en lagar del arroz o los bosques

Durante el decenio de 1980, en Mananara-Nord, en la costa nordoriental de Madagascar, los aye-aye nocturnos (Daubentonia madagascariensis, el más notable de los lémures de Madagascar) estaban causando graves daños a las masas de cocoteros, ya que se comían los frutos antes de que maduraran. En 1987, las investigaciones realizadas pusieron de manifiesto que la deforestación llevada a cabo por la población local, que continuaba talando y quemando la selva para satisfacer sus necesidades de arroz, estaba desplazando al aye-aye fuera de su biotopo natural. El problema se complicaba por el hecho de que el aye-aye está protegido por la ley y por las creencias tradicionales de la localidad.

A fin de encontrar soluciones sostenibles aceptables para el problema, un grupo de científicos y técnicos forestales sugirió adoptar un enfoque integrado para proteger el bosque, comenzando por encontrar un sistema para satisfacer las necesidades prioritarias de las poblaciones locales. El criterio del MAB para la reserva de biosfera constituía un marco adecuado para abordar el tema. En septiembre de 1987, la Unesco organizó en Mananara un seminario multidisciplinario para establecer los requisitos institucionales, legales, técnicos y sociales necesarios para la creación de la primera reserva de biosfera de Madagascar. La Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente celebrada en Tananarive (Antananarivo) en 1985 - organizada conjuntamente por la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), el Gobierno de Madagascar y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) -, y la preparación de un Plan Nacional de Acción sobre el Medio Ambiente, influyeron sobre la decisión del PNUD de financiar el proyecto de Reserva de Biosfera de Mananara, presentado por el Departamento de Recursos Hídricos y Forestales y apoyado a nivel internacional por la Unesco. Al lanzamiento del proyecto en octubre de 1988 siguió en julio de 1989 un decreto presidencial por el que se establecía la Reserva de Biosfera de Mananara.

El sistema de zonación, incorporado a la legislación y consistente en la creación de núcleos de parques nacionales (24000 hectáreas) y zonas de desarrollo periféricas (116000 hectáreas), puso de manifiesto el interés por integrar en el proyecto la protección y el desarrollo de las poblaciones involucradas, con el objetivo último de garantizar una mejor ordenación de los recursos naturales de la zona.

La investigación participativa llevada a cabo a comienzos del proyecto puso de manifiesto que la población local tenía las siguientes prioridades: aumentar la producción de arroz y sus rendimientos; iniciar la cría de ganado en pequeña escala; mejorar la asistencia sanitaria a fin de hacer disminuir la mortalidad provocada por el paludismo, las enfermedades diarreicas y la bilharziasis; y recibir ayuda para la educación (en general los gastos de las escuelas primarias, con excepción de los sueldos de los maestros, han sido siempre a cargo de los padres). En vista de estas necesidades, las operaciones del proyecto han sido dirigidas hacia los poblados nativos de tavystes (cultivadores de arroz de montaña) y los pescadores que viven alrededor de los parques nacionales, operando en sectores tales como la agricultura, la infraestructura rural, la sanidad, la educación, la pesca, la cría de animales, las organizaciones de la mujer, la investigación, la conservación y el turismo de aventura. Entre los logros prácticos (Ramangason, 1993) pueden citarse el aumento del rendimiento del arroz de 1 tonelada por ha a 3 a 5 toneladas por ha en 22 lugares; 56 proyectos para la dotación de infraestructura rural (por ejemplo, sistemas de riego, rehabilitación de escuelas y centros de salud); la creación de cuatro bibliotecas municipales; la introducción de la apicultura en cinco poblados; el fomento del uso de cebúes como animales de tiro para el cultivo del arroz, y la promoción del cultivo de las plantas utilizadas en la artesanía. Se han llevado a cabo 15 proyectos de investigación que abarcan desde la comprensión de los modelos de toma de decisiones y la estructura social en ámbito rural, hasta los inventarios de plantas y animales y la mejora de los sistemas de producción.

La Universidad de Antananarivo proporciona la mayor parte del apoyo científico para los trabajos en Mananara-Nord, cuya idea principal se refleja en la frase «arroz y bosques», y no «arroz o bosques». El enfoque adoptado consiste en aliviar las presiones sobre el núcleo de la reserva mediante la mejora de las condiciones de vida de la población rural de la región y la modificación de las prácticas existentes para la utilización de recursos, sobre todo en lo que se refiere al cultivo de arroz y la pesca. También se ha insistido en la educación y en la sensibilización como medio para estimular la participación de las comunidades e instituciones locales en la planificación y ejecución de los proyectos. La experiencia obtenido en Mananara-Nord se refleja en los planes más o menos similares que se están poniendo en práctica en otras cuatro regiones, en diferentes zonas climáticas del país: Bemaraha, Tulear, Andasibe-Montody y Ankarafantsika.

AMBOSELI, KENYA - Abordar los conflictos y compartir los ingresos

La Reserva de Biosfera de Amboseli se encuentra situada en la frontera entre Kenya y Tanzania, en una zona semiárida célebre por la diversidad de su numerosa fauna silvestre. Ocupa unas 300000 ha si bien su extensión exacta no se ha definido todavía ya que se intenta incluir en ella todo el territorio cubierto por las migraciones de fauna silvestre. El núcleo de la reserva de biosfera está formado por el Parque Nacional de Amboseli (39200 ha), con zonas intermedias de protección unidas a lo que colectivamente se conoce con el nombre de regiones dispersas, de propiedad de los pastores maasai locales. Durante los últimos veinte años, el crecimiento demográfico y del ganado ha exacerbado los conflictos por la utilización de recursos, y ha agudizado la competencia por el agua y los pastos entre el ganado vacuno y los animales silvestres, aumentando la hostilidad hacia las poblaciones silvestres por parte de los maasai.

En 1990, el gobierno disolvió el Departamento de Conservación y Ordenación de la Flora y Fauna Silvestres, y por una ley del Parlamento creó los Servicios de Flora y Fauna Silvestres de Kenya, organización autónoma paraestatal que tiene como cometido ocuparse de los parques de Kenya. Entre las medidas adoptadas por este órgano figura la de compartir los ingresos obtenidos del pago de las entradas a los parques con la población local que vive en sus inmediaciones. Hasta ahora, los ingresos (25 por ciento del precio de la entrada), se están convirtiendo en servicios comunitarios (por ejemplo escuelas, centros de salud, abastecimiento de agua, y baños parasiticidas para el ganado).

Aunque el plan ha empezado a funcionar sólo recientemente (septiembre de 1991), sus posibilidades se reflejan en un acusado descenso de las hostilidades de los maasai hacia la fauna silvestre, y en haber descendido a casi cero el número de casos señalados de animales muertos por lanzazos (Nyakweba, 1993).

TAÏ, CÔTE D'IVOIRE - Desarrollo de zonas de protección y estudios ecológicos a largo plazo

El Parque Nacional de Taï abarca una zona de 330000 ha en el suroeste de Côte d'Ivoire. Se creó como parque nacional en 1972 y fue declarado Patrimonio Mundial en 1982. Se trata de la región plenamente protegida más extensa del bloque forestal de Alta Guinea, descrita a menudo como «la única zona suficientemente grande y segura para garantizar la supervivencia de numerosas especies animales y vegetales endémicas de esta región» (Sayer, Harcourt y Collins, 1992). Especies tales como el hipopótamo enano, los duíqueros cebrados y de Jentink, y los chimpancés, raras en cualquier otro lugar salvo en la zona de la Alta Guinea, son relativamente numerosos en Taï. El estudio de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) sobre los sistemas de zonas protegidas en la región afrotropical clasifica el Parque Nacional de Taï como la única zona de alta prioridad para la conservación de la selva existente en Africa occidental.

Dentro de esta perspectiva, son varias las amenazas a la conservación en Taï, entre ellas la creciente presión demográfica, la caza ilegal, la búsqueda de oro y la confusión existente entre las zonas de parques nacionales protegidas legalmente y las contiguas zonas de protección y regiones de transición (Kouadio, N'Goran y Lauginie, 1992). El problema de las zonas de protección del Parque Nacional de Taï ha sido especialmente controvertido (Sayer, Harcourt y Collins, 1992). Algunos opinan que la zona de protección o intermedia debe estar totalmente protegida y debería ser de hecho una continuación del propio parque. Otros consideran que la mayor prioridad es la utilización sostenible de los bosques de la zona intermedia para cubrir las necesidades de las comunidades locales, a fin de aliviar la presión sobre la zona central.

La estación de investigaciones sobre el terreno del Instituto de Ecología Tropical de Taï, Côte d'Ivoire

Parte de las investigaciones que se están realizando en Taï están encaminadas a determinar las posibilidades de mejorar la ordenación de la zona de protección, en aspectos tales como las posibilidades económicas de los productos forestales no madereros y la introducción de sistemas de control de la maleza en la agricultura migratoria. Además de esta investigación aplicada, la región de Taï ha sido objeto de muchos estudios ecológicos a largo plazo (Guillaumet, Couturier y Dosso, 1984; Vooren et al., 1992). Uno de estos estudios a largo plazo ha dado importantes datos sobre la evolución de los homínidos, como la diferenciación sexual en el uso de las herramientas, y ha introducido fuertes dudas sobre la opinión tradicionalmente mantenida por los paleontólogos de que el hombre es el único primate que caza para obtener carne en un grupo altamente organizado. Desde 1979, Christophe y Hedwige Boesch, del Centro Suizo de Investigación Científica, están llevando a cabo estos estudios sobre las poblaciones de chimpancés en Taï. Las continuas observaciones han permitido a los Boesch comparar las estrategias de caza de los chimpancés de Taï con los de las mismas especies de las zonas arboladas de sabana, del Parque Nacional de Gombe-Stream de Tanzania (estudiados por Jane Goodall) y en una sabana más densamente arbolada del Parque Nacional de las Montañas de Mahale, a unos 200 km al sur de Gombe (estudiado desde mediados del decenio de 1960, por un equipo de biólogos japoneses dirigido por Toshisada Nishida).

Una comparación de este tipo facilita la comprensión de los efectos del hábitat en la modalidad de caza, y sobre todo el efecto de las condiciones forestales en la cooperación y la caza en grupo (Boesch, 1990). Los chimpancés de Taï son diferentes de los de Gombe o Mahale en cuatro aspectos importantes:

· Los chimpancés de los bosques son cazadores más especializados que los de la sabana.

· Los chimpancés de los bosques cazan en grupo. En Taï, en el 63 por ciento de los casos participaban en la caza al menos dos animales, porcentaje que se convierte en un 36 por ciento en Gombe y en un 24 en Mahale.

· Una tercera diferencia crucial es que la cooperación en la caza constituye la norma entre los chimpancés del bosque mientras que es una excepción en las poblaciones de la sabana. En Taï, en el 63 por ciento de todas las cazas observadas, participaba un mínimo de dos animales, cada uno de los cuales desempeñaba un papel complementario. Algunos dirigen la operación, otros intentan la captura de la presa persiguiéndola, otros pueden bloquear una posible escapada limitándose a sentarse cerrando el paso mientras que otros rodean a la presa formando un círculo y esperan emboscados a que el animal se dirija a ellos.

· Una cuarta diferencia es que los chimpancés de los bosques comparten la carne de forma mucho más habitual que los que viven en las sabanas.

DIMONIKA, CONGO - Estudio de las interacciones entre el bosque y la atmósfera

La Reserva de Biosfera de Dimonika (62000 ha) en la región de Mayombe del Congo es una de la serie de reservas de biosfera de los trópicos húmedos donde la investigación a largo plazo está contribuyendo a la comprensión de los procesos relacionados con los cambios climáticos mundiales. Desde finales del decenio de 1970, los científicos de la Universidad de Marien Ngouabi de Brazzaville y de la Universidad de Tolosa han llevado a cabo estudios a largo plazo sobre la física atmosférica y sobre las interacciones entre la cubierta forestal y la atmósfera en Mayombe (Diamouangana, Cros y Kabala, en prensa). Entre los instrumentos utilizados hay una torre metálica de 45 metros de altura para evaluar el papel que desempeñan las partículas submicrónicas (por ejemplo los núcleos de Aitken, el radón) como indicadores para determinar el intercambio entre la cubierta forestal y la atmósfera. Estas partículas desempeñan una función clave en la formación de las brumas de madrugada, que son críticas para la supervivencia de los bosques densos de Mayombe durante la estación seca (en Mayombe central la precipitación media anual es de sólo unos 1200 a 1400 mm, durando la estación seca de unos cuatro a seis meses, de los cuales cuatro meses reciben precipitaciones medias anuales de menos de 10 mm).

Las precipitaciones de Dimonika, tanto en forma de lluvia como de bruma, son muy ácidas, hecho que es atribuible en gran parte a los incendios de vegetación en la sabana de alrededor y ha provocado una considerable y permanente alteración de las condiciones atmosféricas. Los trabajos conexos realizados en el Congo sobre las fuentes y los sumideros de metano y anhídrido carbónico han consistido en mediciones del flujo de metano en la zona forestal inundada de la cuenca del río Congo, comparada con la zona seca de Mayombe. Se detectaron abundantes emisiones de metano en las tierras bajas inundadas, donde las características del suelo (pH neutro y potencial de oxido-reducción fuertemente negativo) favorecen el crecimiento de las bacterias metanógenas, lo cual contrasta con los suelos de las tierras altas de Mayombe, que constituyen un sumidero de metano atmosférico.

En los últimos anos ha habido una cierta controversia sobre el hecho de que las termitas sean o no una fuente importante de metano. Las investigaciones realizadas en Mayombe indican que la dieta de los insectos es un determinante clave: las termitas que se alimentan de humus y de hongos producen grandes cantidades de metano, mientras que las que se alimentan de madera producen muy poco. La explicación está en la presencia de microflora simbiótica, productora de metano, en el intestino de las termitas que consumen humus y hongos.

Parte de la labor realizada en Dimonika está sirviendo ahora para un programa cooperativo de varios laboratorios de Africa y Europa sobre la dinámica y la química de la atmósfera de la selva ecuatorial, patrocinado por el Ministerio Francés del Medio Ambiente y otros órganos, y conocido como DECAFE (Dynamique et Chimie de l'Atmosphère en Forêt Equatoriale).

Contribuye asimismo al Experimento Regional del Atlántico Sur Tropical (STARE), que se está preparando dentro del marco del Programa Internacional Geosfera-Biosfera (IGBP), con el que se pretende investigar la procedencia de gases traza, su desplazamiento en la atmósfera y el proceso químico atmosférico que provoca la presencia de altos niveles de ozono, monóxido de carbono y otros gases en el Atlántico tropical.

LUKI, ZAIRE - Caza y captura de animales

A pesar de su importancia desde el punto de vista de la nutrición, durante mucho tiempo no se ha tenido en cuenta la caza de fauna silvestre en los bosques tropicales (contrariamente a la de las zonas de sabana de los trópicos). Los que se han interesado por los «beneficios» que se pueden obtener de los bosques tropicales se han concentrado casi exclusivamente en los productos vegetales. Sólo recientemente los biólogos, especialistas en antropología aplicada y los interesados en la utilización humana de los recursos de las selvas tropicales han comenzado a estudiar la caza (Robinson y Redford, 1991), y sus consecuencias para la dispersión de semillas y la regeneración de los bosques.

Los estudios realizados en la Reserva de Biosfera de Luki, que ocupa 33000 ha y está situada en el Zaire sudoccidental, han puesto de manifiesto la importante función de la vida silvestre para el mantenimiento de la flora de la reserva, así como la utilización por parte de la población local de productos forestales como las plantas medicinales y la leña. La población de los centros urbanos de los alrededores de Luki se ha triplicado durante los últimos 30 años, y las crecientes necesidades y presiones se reflejan en la cantidad de elementos de la flora y fauna silvestres que se cazan y se consumen localmente, o se venden en los centros rurales locales y en una docena de puntos de venta a lo largo de la carretera Kinzan-Muvete-Materne que cruza la reserva. En un inventario realizado de 248 animales a la venta en 12 localidades en ocho días de observación entre abril y julio de 1991, el 90 por ciento de los animales comercializados correspondían a 22 especies de mamíferos, pertenecientes a diez familias. Extrapolando estos datos se observa que cada mes se exportan a las ciudades más de 900 animales, que al año suman más de 11000 animales.

Con tales niveles de utilización, no es sorprendente que los cazadores y vendedores señalen un descenso en el número de animales. Pendje y Baya ki Malanda (1992) describen la gravedad de la actual situación en Luki para conocimiento de los encargados de las políticas y la gestión. Sin embargo, dado que la caza es un negocio tan lucrativo (por un pequeño rumiante silvestre se puede obtener una cantidad equivalente a 10 ó 20 veces el salario mensual de un campesino), las perspectivas para el futuro de las poblaciones de fauna silvestre en las inmediaciones de Luki - y su posible contribución a la utilización sostenible de la selva - son bastante sombrías.

Para hacer frente a tal situación, tal vez habría que distinguir entre la caza para el consumo directo y venta local, y la caza para el transporte y venta en los centros urbanos. Por ejemplo, en Côte d'Ivoire, en las zonas a las que se tiene acceso en virtud de concesiones de extracción maderera, se estaba produciendo una acusada reducción de las poblaciones de ungulados de los bosques y de primates. Se establecieron por tanto normas con respecto al mantenimiento de la flora y fauna silvestres, destinadas a permitir la caza de subsistencia pero a ejercer un estricto control sobre la carne de caza de las zonas forestales destinada a los mercados urbanos. El resultado ha sido un considerable descenso en la utilización de carne de caza. La vecina Liberia ha adoptado una legislación similar.

CONCLUSIONES

La «Reserva de Biosfera» es a la vez un concepto y un instrumento, con el que se trata al mismo tiempo de proteger la biodiversidad y el desarrollo sostenible y de aumentar los conocimientos en el funcionamiento de los sistemas ecológicos y sus posibles usuarios. Al poner en práctica este concepto se han encontrado dos desafíos principales: la participación de la población local como fuerza motriz para la conservación, y la utilización de los conocimientos procedentes de la investigación científica en planes de desarrollo económico y diversificación.

En Africa, así como en otras regiones tropicales, el proceso de establecer zonas protegidas ha estado muy a menudo relacionado con el hecho de desproveer a la población local de sus recursos y con la total ausencia de participación pública en las actividades de conservación. Estas actividades son consideradas por los habitantes como restricciones que les impiden alcanzar un nivel aceptable de vida y de bienestar [NdR: véase el artículo de Tchamie, p. 22]. Se tiende a considerar a los guardas de los parques como agentes represivos. En los últimos años, sin embargo, tanto en Taï como en otros lugares se ha producido un cambio de actitud a favor de la aceptación de una gestión participativa de los parques por parte de las autoridades gubernamentales y órganos de conservación no gubernamentales que colaboran en los trabajos (Vooren, 1992).

Tales cambios de actitud han tenido lugar a finales del decenio de 1980 y principios del decenio de 1990, en parte como resultado de los mayores incentivos ofrecidos por los organismos bilaterales y multilaterales para fomentar las actividades de conservación en Africa. Tal como afirma McNeely (1993), el clima parece ahora ser el apropiado para trazar nuevos sistemas de conservación de la biodiversidad, mediante la utilización de incentivos y desincentivos económicos así como la reducción de los incentivos perversos.

Para que se produzca un cambio de comportamiento se requieren numerosos incentivos directos e indirectos, así como desincentivos, y McNeely (1993) da una serie de ejemplos procedentes de distintas partes de Africa, que ilustran cómo pueden funcionar tales sistemas de incentivos y desincentivos económicos.

El aumento de la financiación bilateral y multilateral para los proyectos de conservación está siendo acompañado de un aumento del interés en buscar métodos y sistemas de ordenación de los paisajes tropicales a fin de garantizar una corriente continua de productos y servicios múltiples a precios razonables. La idea de una estrategia de la masa crítica (Muul, 1989; 1993) es una de las más prometedoras. De la misma forma que puede existir una superficie mínima de hábitat y una densidad de población mínima para la conservación a largo plazo de una determinada especie, la estrategia de la masa crítica puede ofrecer la forma de convencer a los encargados del desarrollo económico de que la suma de actividades sostenibles puede dar beneficios que excedan la suma de muchas actividades en marcha no sostenibles. Tal estrategia requiere el pleno uso de la gran variedad de productos y recursos que pueden proporcionar los parajes tropicales. Exige la aplicación de planes de investigación científica y demostración que den pruebas concretas, prácticas y a corto plazo del valor de los distintos sistemas ecológicos, a fin de convencer a los encargados del desarrollo económico de que es necesario reservar extensiones mucho mayores de tierras tropicales con fines de conservación de lo que actualmente está previsto. Para que resulte atractiva, la estrategia de la masa crítica debe ser amplia, convincente, concertada (es decir dirigida a la consecución de metas alcanzables) y eficaz en relación con los costos.

Cultivos intercalados de arroz y árboles cerca de Mananara-Nord, Madagascar

En los últimos años se han hecho también progresos en otra dirección: la de facilitar ocasiones y oportunidades a los expertos de Africa para recoger e intercambiar experiencias entre ellos mismos sobre la conservación de la vida silvestre, en contraste con las anteriores reuniones que tendían a estar dominadas por personas de fuera. El seminario regional de capacitación sobre ordenación de zonas protegidas en Africa, celebrado en Mweka, Tanzania, en febrero de 1990, fue una de esas reuniones de comunicación entre expertos africanos (Lusigi, 1992). Ha habido otras a nivel subregional, para zonas como la parte africana del Océano Indico sudoccidental (Maldague, Kabala y Albignac, 1989), los trópicos húmedos de Africa central (Kabala, Maldague y Mankoto ma Mbaelele, 1990), y la zona sudanosaheliana (Kabala y Le Berre, 1993).

Otro desafío planteado ha sido encontrar la combinación adecuada para los programas de investigación, que conjugue la investigación básica con otra de carácter más específico centrada en la planificación de prácticas y sistemas de ordenación adecuados. Utilizando otra vez Tal como ejemplo, existen indicios de que puede llegarse a esa combinación de elementos, en que los trabajos anteriores sobre la estructura y función de los ecosistemas (Guillaumet, Couturier y Dosso, 1984) y las investigaciones a largo plazo, como las de las poblaciones de chimpancés (Boesch, 1990), se complementen con las investigaciones destinadas a apoyar las actividades de las organizaciones populares de la zona (Vooren, 1992). En la medida en que «el producto es el proceso», la participación de la población local en las actividades de conservación, así como la de los investigadores en la creación de zonas intermedias de protección, pueden considerarse elementos críticos para alcanzar la integración del desarrollo comunitario, la investigación científica y la conservación. El concepto de reserva de biosfera puede contribuir a dicho proceso. Dicho concepto no es un programa inamovible para una determinada zona (Kaus, 1993), sino que más bien proporciona una base a partir de la cual desarrollar un plan de ordenación que sea viable y compatible con las costumbres locales y los intereses específicos de conservación para esa zona.

Bibliografía

Batisse, M. 1986. Developing and focusing the biosphere reserve concept. Nature & Resources, 22(3): 2-11.

Batisse, M. 1993. Biosphere reserves: an overview. En T. Geoghegan, ed. Reservas de biosfera: combinación de actividades de conservación, ciencia y desarrollo rural. Actas del seminario sobre reservas de biosfera celebrado en el IV Congreso Mundial de Parques Nacionales y Zonas Protegidas. Caracas, febrero de 1992. Gland, Suiza, UICN.

Boesch, C. 1990. First hunters of the forests. New Scientist, 126(1717): 38-41 (19 de mayo).

Brown, M. y Wyckoff-Baird, B. 1992. Designing integrated conservation and development projects. Biodiversity Support Programme, Washington, D.C., WWF.

Cleaver, K., Munasinghe, M., Dyson, M., Egli, N., Peuker, A. y Wencélius, F., eds. 1992. Conservation of West and Central African rainforests/Conservation de la forêt dense en Afrique centrale et de l'ouest. World Bank Environment Paper N° 1. Washington, D.C., Banco Mundial.

Diamouangana, J., Cros, B. y Kabala, M., eds. Echanges forêt-atmosphère en milieu tropical humide: recueil de travaux effectués dans le Mayombe. París, Unesco (en prensa).

Di Castri, F. y Loope, L. 1977. Biosphere reserves: theory and practice. Nature & Resources, 13(1): 2-8.

Guillaumet, J.L., Couturier, G. y Dosso, H., eds. 1984. Recherche et aménagement en milieu forestier tropical humide: le projet Taï de Côte d'Ivoire. MAB Technical Notes N° 15. París, Unesco.

Hough, J. 1988. Biosphere reserves: myth and reality. Endangered species update, 6: 1-4. School of Natural Resources, University of Michigan Press.

Kabala, M. y Le Berre, M., eds. 1993. Conservation et développement en Afrique soudano-sahélienne. Actes du séminaire international. Niamey (Níger), 2-7 de marzo de 1992. París, Unesco.

Kabala, M., Maldague, M. y Mankoto ma Mbaelele, M., eds. 1990. Actes du Séminaire-atelier sous-régional de formation et de recyclage des conservateurs de parcs nationaux et des aires protégées. Rwindi, Parc National des Virunga (Zaire), 7-10 de agosto de 1989. París, Unesco.

Kaus, A. 1993. Environmental perceptions and social relations in the Mapimi Biosphere Reserve. Conservation Biology, 7(2): 398-406.

Kouadio, E.B., N'Goran, D.F. y Lauginie, F. 1992. La sauvegarde du parc national de Taï: une responsabilité internationale. En K. Cleaver, M. Munasinghe, M. Dyson, N. Egli, A. Peuker, y F. Wencélius, eds. Conservation of West and Central African Rainforests/Conservation de la forêt dense en Afrique centrale et de l'Ouest. World Bank Environment Paper N° 1. Washington D.C., Banco Mundial.

Lusigi, W. J. ed. 1992. Managing protected areas in Africa. París, Unesco/World Heritage Fund.

Maldague, M., Kabala, M. y Albignac, R., eds. 1989. Actes du Séminaire international sur la gestion de l'environnement: zone africaine de l'océan indien. Toamasina, Madagascar, 25 de septiembre - 3 de octubre de 1988. París, Unesco.

McNeely, J.A. 1993. Economic incentives for conserving biodiversity: lessons for Africa. Ambio, 22(2-3): 144-150.

Muul, I. 1989. Conservar los bosques es rentable. El Correo de la Unesco, enero de 1989: 29-33.

Muul, I. 1993. Tropical forests, integrated conservation strategies and the concept of critical mass. MAB Digest. París, Unesco.

Nyakweba, E.N. 1993. A share in wildlife. Revenue sharing as an incentive for the management and conservation of wildlife in the Amboseli Biosphere Reserve, Kajiado District, Kenya. International Institute for Aerospace Survey and Earth Sciences, Enschede, Países Bajos (tesis de Maestría).

Pendje, G. y Baya ki Malanda. 1992. La réserve de biosphère de Luki (Mayombe, Zaire). Patrimoine floristique et faunique en péril. París, Unesco.

Ramangason, G.S. 1993. The Mananara-Nord Biosphere Reserve. En T. Geoghegan, ed. Reservas de biosfera: combinación de actividades de conservación, ciencia y desarrollo rural. Actas del seminario sobre reservas de biosfera celebrado en el IV Congreso Mundial de Parques Nacionales y Zonas Protegidas. Caracas, febrero de 1992. Gland, Suiza, UICN.

Robinson, J.G. y Redford, K.H., eds. 1991. Neotropical wildlife use and conservation. Chicago, University of Chicago Press.

Sayer, J.A., Harcourt, C.S. y Collins, N.M. eds. 1992. The Conservation atlas of tropical forests: Africa. Gland, Suiza, UICN y Cambridge, Reino Unido, Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación (CMVC).

Unesco. 1984. Action plan for biosphere reserves. Nature & Resources, 20(4): 11-22.

Vooren, A.P. 1992. Appropriate buffer zone management practices for Taï National Park (Côte d'Ivoire). En Atelier sur l'aménagement et la conservation de l'écosystème forestier tropical humide. Actas. Cayena, Guayana Francesa, 12-16 de marzo de 1990. París, MAB-Unesco y Nogent-sur-Marne, CTFT.

Vooren, A.P., Schork, W., Blockhuis, W.A. y Spijkerman, A.J.C. eds. 1992. Compte rendu du séminaire sur l'aménagement intégré des forêts denses humides et zones agricoles périphériques. Tropenbos Series 1. Wageningen, Países Bajos, Tropenbos Foundation.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente