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AREAS DE VEGETACION SECUNDARIA EN EL VALLE DE ITAJAI, SANTA CATARINA, BRASIL PERSPECTIVAS PARA SU ORDENACION Y CONSERVACION

por

Paulo Kageyama1 & Ademir Reis2

1. Escola Superior de Agricultura “Luis de Queiros”
Depto. de Ciencias Florestais, Universidade de Sao Paulo,
Caixa Postal No 9, Piracicaba SP 13400, Brasil

2. Horto Botanico, Universidade Federal de Santa Catarina,
Florianopolis, Brasil

DIVERSIDAD DE ESPECIES Y BOSQUES SECUNDARIOS

El Valle Itajai del Río Açu, que estuvo inicialmente cubierto por el Bosque Atlántico Tropical, fue colonizado por inmigrantes alemanes e italianos y, debido sobre todo a este hecho, esta región está compuesta de pequeñas fincas que forman mosaicos ocupados por agricultura, pastos y bosques secundarios. Los restos de los bosques primarios están diseminados mientras que una gran parte de los ecosistemas forestales son de formación reciente y están compuestos por vegetación secundaria en diferentes etapas de sucesión.

Estos bosques secundarios están formados típicamente por especies colonizadoras que emigraron de los núcleos de bosque primario y de otros ecosistemas “atípicos”, que encontraron condiciones favorables para establecerse en áreas desmontadas para la agricultura y posteriormente abandonadas. Los orígenes de tales especies colonizadoras pueden identificarse en las cumbres, costas y humedales (“ecosistemas atípicos”) o en otros restos de bosque.

Esta vegetación secundaria de formación reciente tiene una constitución totalmente diferente de la que antes existía, con una mezcla de sólo unas pocas especies características de los ecosistemas originales. La existencia de especies es resultado en gran parte del azar, reflejando la oportunidad que tuvo cada especie para llegar a un sitio determinado de este mosaico. Es notable que la diversidad de especies de estos bosques secundarios sea considerablemente menor que la de los bosques primarios, y su estructura mucho más simple, careciendo de los estratos característicos de estos últimos.

Reducción e incremento de la variación genética de los bosques secundarios
La forma en que emigraron las especies a partir de sus ecosistemas naturales, y ocuparon estaciones secundarias en un ambiente antropogénico, puede ocasionar el aumento o disminución de la variabilidad genética de las nuevas poblaciones, dependiendo del proceso de colonización que se produjo en cada sitio o estación.

La ocupación de un área después de su deforestación, cambio de uso y abandono de la tierra, puede originarse a partir de unos pocos individuos de una sola especie con la consecuente reducción de la base genética, tanto a nivel interespecífico como intraespecífico. En esta situación se producirá probablemente una reducción de la variabilidad genética en comparación con la población natural, existiendo el riesgo de una endogamia futura derivada de la limitada población genética.

Por el contrario, la colonización del área puede tener lugar mediante la llegada de una serie de individuos procedentes de poblaciones distantes y posiblemente diferentes, con el subsiguiente cruzamiento entre ellos y la recombinación genética de la nueva población, lo que permite incrementar la variabilidad. En esta situación, poblaciones que estaban anteriormente aisladas por la distancia, como es el caso de pequeñas poblaciones de “ecosistemas atípicos” (cumbres, costas, humedales) pueden cruzarse entre sí; y se combinan alelos anteriormente separados.

Es notable que en tal vegetación secundaria, especies con pequeñas poblaciones, limitadas en sus condiciones naturales, pueden llegar a extenderse mucho debido a la falta de competencia en la nueva situación. Tal es el caso de las extensas poblaciones de Dodonaea spp., Rapanaea ferruginea y Miconia cinamomifolia del Valle de Itajai.

También hay especies raras que pueden llegar a ser comunes en un ambiente perturbado, produciéndose cambios importantes en el tamaño de su población real y, en consecuencia, también en su variación genética y en la estructura de sus poblaciones. Tal es el caso de Cedrela fissilis, Jacaratia spinosa, etc.

Alteraciones como las descritas anteriormente pueden ocasionar por tanto cambios en la estructura de la variación genética entre poblaciones y dentro de ellas. Hay que tener en cuenta este aspecto cuando se consideran los bosques secundarios para su ordenación o conservación genética.

Estrategias para la ordenación del bosque secundario
La ordenación de los bosques secundarios de la región del Valle de Itajai debe garantizar la continuidad de los procesos sucesionales y también una rentabilidad económica de los productos forestales para los pequeños agricultores que viven en el bosque o en sus proximidades. Por otra parte, hay que conocer claramente, entre otros factores, las características de los nuevos ecosistemas y la composición de nuevas especies, y considerar si estos bosques secundarios han de ordenarse de forma racional y sostenible. La ordenación debe considerar los aspectos de la conservación genética y al mismo tiempo tratar de mejorar las características de los bosques existentes de tal modo que el sistema pueda proporcionar también bienes y servicios para su disfrute actual.

A este respecto, a continuación se analizan diversas alternativas para la ordenación sostenible de poblaciones de especies económicamente importantes que se encuentran ya en áreas determinadas, para el enriquecimiento de poblaciones de poca densidad de especies de interés y para la introducción de especies potencialmente bien adaptadas que no se encuentran actualmente en las áreas en cuestión.

También es posible la sucesión de los bosques hacia etapas más avanzadas en estos ecosistemas antropogénicos, siempre que los propágulos de las especies correspondientes a dichas etapas encuentren condiciones favorables. Esto significa que deben existir condiciones favorables respecto a suelo, luminosidad, humedad e interacciones con polinizadores y dispersores de semillas, entre otros. Las especies de etapas sucesionales superiores se pueden favorecer también mediante plantaciones de enriquecimiento o reintroduciéndolas dentro del esquema de un plan general de ordenación para un área forestal.

Las especies del bosque secundario del Valle de Itajai no tienen un gran potencial económico, porque las especies más valiosas de este tipo de bosque se dan en etapas más avanzadas de la sucesión. No obstante, estos bosques secundarios al llegar a unos 20 años, suelen contener por lo menos una especie con potencial económico, como la Miconia cinamomifolia que es apreciada por su madera. Esta especie se encuentra en poblaciones relativamente densas, con potencial para una explotación selectiva y la ordenación de su regeneración natural. Entre las especies existentes en el bosque secundario se pueden encontrar también otras especies madereras menos valiosas, plantas medicinales y aromáticas y árboles frutales nativos que pueden ser objeto también de una ordenación racional.

Sin embargo, el máximo valor potencial de la ordenación de estos ecosistemas de vegetación secundaria está en la plantación de enriquecimiento, utilizando especies aún más valiosas que las que probablemente se dieron en el área en tiempos anteriores, con su ordenación intensiva posterior para obtener una alta producción de rollizos de madera de construcción u otros productos. Entre las especies potenciales a utilizar se encuentran la Euterpe edulis, Ocotea catharinensis, Nectandra megapotamica, entre otras, todas ellas con un potencial económico importante.

Una posible estrategia alternativa, en el caso de la ordenación de especies reintroducidas de gran valor, es su ordenación intensiva en “islotes forestales”. En este caso, se puede idear un sistema en el que cada pequeño agricultor local pueda plantar un “islote forestal” de gran densidad dentro del bosque natural, consistente en una o varias especies que pueden ser distintas de las plantadas y manejadas por su vecino. De esta forma, se constituiría un mosaico de pequeños rodales forestales de una serie de especies ordenadas intensamente dentro de un bosque natural más extenso.

ESTRATEGIAS DE CONSERVACION GENETICA DE LAS ESPECIES DEL BOSQUE SECUNDARIO ATLANTICO

Teniendo en cuenta los modelos de variabilidad genética antes analizados, se pueden concebir las siguientes estrategias alternativas de conservación genética para los bosques secundarios de las áreas que se analizan.

Para las especies muy raras, por ejemplo, las que se dan con una densidad de un árbol cada 50 o más hectáreas, se necesitan áreas relativamente extensas para garantizar el mantenimiento de un tamaño mínimo viable de las poblaciones (en ocasiones de 5.000 a 10.000 hectáreas). Estas especies se conocen con frecuencia como de carácter “nómada”, con cambios en sus ámbitos naturales que se producen en el transcurso de los siglos, y requerirán, por ello, un elevado número de poblaciones para evitar la posibilidad de su extinción. Esto significa la necesidad de contar con grandes áreas para su conservación, en ocasiones de 50.000 a 100.000 hectáreas de extensión.

Para las especies corrientes, es decir, las que se dan con fuertes densidades y que tienen una extensa distribución geográfica, es probable que un número razonablemente grande (≥ 20) de pequeñas reservas (≤ 500 ha.) capte la mayor parte de la variación genética de la especie. La vegetación secundaria podría utilizarse para la conservación genética de tales especies ordenándola al mismo tiempo para la provisión de importantes bienes y servicios socioeconómicos.

Para las especies colonizadoras, el posible incremento de variación genética ocasionado por su comportamiento “oportunista”, puede conservarse y manejarse en las nuevas áreas donde estén presentes. En el caso de las especies raras, que han aumentado su ámbito de distribución y la densidad de sus poblaciones a través de la colonización de nuevas áreas, puede atenderse también a la conservación de la vegetación secundaria de donde proceden.

Las especies amenazadas de extinción pueden introducirse y conservarse en los “islotes forestales” antes descritos. Las actividades se podrían complementar con acciones para mejorar la variación genética de estas especies, p. ej. mediante el uso programado y coordinado de progenies procedentes de árboles padre determinados de “islotes forestales” adyacentes que se cruzan entre sí.

Finalmente, las áreas forestales que rodean a las áreas de conservación deben ordenarse como “zonas amortiguadoras de conservación” que ofrecen la posibilidad de aumentar el tamaño efectivo de la población en las propias áreas de conservación.

Recursos Genéticos Forestales Información No. 21. FAO, Roma (1994)


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