I.J. Bourke
Ian James Bourke es Oficial forestal superior (Comercio y análisis) de la Dirección de Productos Forestales del Departamento de Montes de la FAO.
La influencia recíproca entre las cuestiones relativas al medio ambiente y el comercio de productos forestales.
Desde hace algunos años se viene manifestando una preocupación creciente por la relación entre las actividades forestales y el medio ambiente, principalmente porque la opinión pública y los responsables de la formulación de políticas son más conscientes de la multiplicidad e importancia de los beneficios que proporcionan los bosques y de que éstos están desapareciendo o corren grave peligro, pero también porque se considera que muchas actividades forestales son -o pueden ser- perjudiciales para el medio ambiente.
Los efectos negativos de las actividades forestales sobre el medio ambiente se manifiestan en dos niveles diferentes. En primer lugar, a nivel del bosque, como la destrucción o los daños causados por las intervenciones silvícolas mal planificadas y ejecutadas o por la sobreexplotación y sus posibles repercusiones sobre la diversidad biológica, las comunidades locales, el cambio climático mundial, etc. En segundo lugar, hay que mencionar los efectos derivados del transporte, elaboración y consumo, incluida la contaminación que producen las fábricas de elaboración; de la utilización de materiales contaminantes en la elaboración de productos forestales; de las necesidades energéticas para la elaboración; de un consumo excesivo o incontrolado; y de los problemas de la eliminación de los desechos.
La preocupación por esos efectos negativos se ha manifestado tanto directa como indirectamente en el comercio, particularmente en el comercio internacional, dado que muchos de esos problemas adquieren un significado más importante cuando los intereses y actividades de un país afectan a los de otro, volviéndose cuestiones de gran complejidad respecto de las cuales existen opiniones e intereses contrapuestos. Se trata de un proceso bidireccional: en el sentido de que el comercio internacional repercute sobre el medio ambiente y las medidas de protección del medio ambiente afectan al comercio.
Los métodos de cosecha repercuten en la relación entre comercio y medio ambiente
El presente artículo no pretende analizar de forma exhaustiva todos los aspectos de la cuestión sino tan sólo algunas de las esferas de interacción entre el comercio y el medio ambiente. Se centra en el comercio internacional, que ha sido objeto de un intenso debate en el contexto de los problemas medioambientales y de las causas de la deforestación. Después de analizar brevemente algunos conceptos esenciales se examinan cuatro aspectos en los que la inquietud por los problemas del medio ambiente ha llevado a adoptar medidas que afectan al comercio de productos forestales: el reciclado y recuperación del contenido de fibra; las prescripciones relativas al embalaje y a la reutilización; la reglamentación y normas técnicas para los productos y los métodos de elaboración; y la certificación.
LAS REPERCUSIONES DEL COMERCIO
Los vínculos entre el comercio y el medio ambiente son numerosos y complejos y existen al respecto opiniones muy diversas. En un extremo se sitúan los que piensan que la presión que generan los mercados, debido sobre todo al consumo excesivo, es una de las causas importantes de los daños que sufren los bosques o incluso de su desaparición. En el extremo opuesto se encuentra el punto de vista de que el comercio internacional de productos forestales no tiene repercusiones sobre el medio ambiente y que, por lo tanto, no debe suscitar la atención de quienes tratan de encontrar soluciones para los problemas medioambientales.
Como suele suceder, la verdad se encuentra en el medio. El comercio perjudica al medio ambiente pero no es la causa principal de los problemas medioambientales. Sin duda, el comercio internacional no figura entre las principales causas de deforestación de los bosques del mundo, que son la presión demográfica, la pobreza y los problemas relacionados con la tenencia de la tierra.
Las medidas comerciales inciden directamente en la afluencia de productos al comercio internacional y en los precios de los mismos, pero los problemas medioambientales de mayor gravedad no son causados por el movimiento trasfronterizo de productos. Por consiguiente, la modificación de las corrientes del comercio internacional apenas influye en los problemas.
Sin embargo, no puede negarse que las políticas y las prácticas comerciales tienen consecuencias sobre el medio ambiente, consecuencias que pueden ser positivas y negativas y que pueden manifestarse en cualquiera de las etapas intermedias entre los bosques y el consumidor final: en el bosque, durante la fase de elaboración, en la de distribución de las materias primas y los productos e incluso después del consumo.
Muchos de los problemas relacionados directamente con el comercio y las prácticas comerciales son imputables al mal funcionamiento del mercado. En muchas ocasiones, el mercado no puede valorar correctamente todos los beneficios e integrar los costos que comporta la protección del medio ambiente. La causa de este hecho hay que buscarla en las distorsiones de las políticas y en la inexistencia de unas condiciones que permitan a los productores tomar en consideración, en el momento de adoptar las decisiones, los costos de la utilización sostenible de los recursos y sus repercusiones sobre otros bienes y servicios que proporcionan los bosques.
La consecuencia es que quienes tienen que sufragar el costo de la protección del medio ambiente no lo tienen en cuenta en absoluto, o sólo lo hacen parcialmente, lo cual se traduce en una atención insuficiente a las consideraciones ambientales tanto en los procesos de extracción, elaboración y comercialización como en las políticas oficiales, así como en un consumo excesivo.
Para superar esas deficiencias es necesario integrar los costos, ya sea estableciendo una reglamentación y los sistemas que permitan garantizar la observancia de las normas, o mediante instrumentos económicos basados en el mercado. A este respecto, muchos gobiernos han implantado un amplio conjunto de medidas y normativas relativas a la calidad del aire, las condiciones atmosféricas, el agua, la gestión de los desechos y los productos químicos tóxicos, así como a la conservación de especies en peligro. Dichas medidas son tanto de carácter nacional como mundial. Entre las iniciativas de alcance mundial de especial significación para el comercio de productos forestales se destaca la Convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres (CITES).
En cada una de las iniciativas pueden adoptarse técnicas diferentes y en algunos casos se aplican varias de ellas al mismo tiempo, lo que redobla sus efectos. Estas iniciativas van desde los impuestos y subvenciones a las licencias, prohibiciones y diversos tipos de sanciones o incentivos que pueden aplicarse en cualquiera de las fases de los procesos de producción y consumo. Cada una de esas medidas incide de forma diferente en el comercio, ya sea directa o indirectamente.
Los reglamentos sobre el medio ambiente que repercuten más frecuentemente en el comercio internacional son los que prohíben las importaciones de productos o los que limitan su venta y exportación. Puede tratarse de reglamentos sobre el sistema de producción o transformación o de normas para los productos, que se refieren a las características de los mismos.
Es difícil determinar con precisión las consecuencias que tienen para el comercio muchas de esas medidas, particularmente porque la reglamentación del medio ambiente influye sobre todo en la competencia. Generalmente, esa reglamentación exige que se adopten medidas que aumentan los costos o dificultan el comercio. Puede ser muy difícil establecer hasta qué punto las desventajas competitivas que afrontan los productores dimanan de las medidas de protección del medio ambiente.
Muchas de esas medidas repercuten significativamente en el comercio y en muchos casos pueden ser consideradas como obstáculos al comercio que trasgreden las normas comerciales acordadas internacionalmente, cuya finalidad es liberalizar el comercio mundial de productos forestales. Una cuestión de gran importancia es si las medidas que se adoptan para proteger el medio ambiente y que se erigen en obstáculos al comercio son legítimas en el contexto de las normas comerciales acordadas internacionalmente, como las del GATT/OMC. A este respecto, una esfera a la que se está prestando atención en el momento presente es la de dilucidar a quién incumbe la responsabilidad de los problemas comerciales que derivan de las cláusulas existentes en el número creciente de acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente.
La importante relación existente entre la problemática del medio ambiente y el comercio internacional ha llevado al GATT/OMC a prestar una gran atención a este tema. Concluida (recientemente) la Ronda Uruguay, el GATT -que en 1995 se ha transformado en la OMC- sigue interesándose por este tema a través de su Comité de Comercio y Medio Ambiente. El programa de trabajo de dicho Comité constituye una indicación de algunas de las cuestiones internacionales planteadas con respecto al comercio y al medio ambiente (véase el recuadro).
IMPORTANTES CUESTIONES DE ACTUALIDAD DEL SECTOR FORESTAL
Teniendo en cuenta las características generales de la interacción entre el comercio y el medio ambiente que acaban de describirse, se analizan a continuación cuatro aspectos en los que el comercio de productos forestales resulta afectado por decisiones adoptadas para proteger el medio ambiente o en los que el comercio es considerado como un medio de afrontar los problemas medioambientales.
Reciclado y recuperación de papel de desecho
La eliminación del papel de desecho plantea un problema cada vez más importante a muchos países, tanto por su costo como por la dificultad material de eliminar un volumen de desechos cada vez mayor. Esta situación ha llevado a hacer un llamamiento para que se incremente el reciclado y la reutilización del papel de desecho (que supone aproximadamente un tercio de los desechos sólidos de los países industrializados). El hecho de que la recogida, clasificación y reciclado del papel de desecho conlleve un costo que puede reducir la rentabilidad lo convierte en una actividad poco atractiva para el sector privado y ha obligado a los gobiernos a establecer normativas o incentivos económicos.
Una de las medidas que se han adoptado ha sido el fomento de la utilización de papel de desecho en la fabricación de papel para periódicos y de cartón. En algunos países, las asociaciones industriales han implantado medidas de carácter voluntario y en otros se han formulado políticas locales y nacionales que obligan a la utilización de un determinado volumen de papel reciclado.
Estas medidas han beneficiado al medio ambiente al reducir la acumulación de desechos sólidos y, en determinadas condiciones, pueden resultar también atractivas desde el punto de vista económico. En el Japón, por ejemplo, se viene fomentando, desde hace más de 30 años, la utilización de papel de desecho y en la actualidad la tasa de recuperación de este tipo de papel, que alcanza el 53 por ciento, es una de las más elevadas del mundo. En parte, el programa de recuperación de papel de desecho del Japón tiene por objeto paliar el problema de los desechos sólidos, pero responde también a la fuerte dependencia que tiene en ese país la industria de papel de la importación de materia prima (importa 3 millones de toneladas anuales de pasta, lo que equivale aproximadamente a un tercio de sus necesidades). El reciclado es, pues, una medida que puede reportar ventajas económicas a la balanza comercial y a la industria del país.
Entre 1990 y 1993, las tasas de recuperación de papel de desecho aumentaron en Europa occidental del 37,9 al 40,8 por ciento; en el Japón del 50,1 al 52,1 por ciento; y en los Estados Unidos del 32 al 37,2 por ciento (FAO/CEPE, 1994). A escala mundial, el papel reciclado aporta una proporción importante de la fibra necesaria para la producción de papel, en proceso de expansión. Desde 1980, el aumento del consumo mundial de papel de desecho se cifra en casi el 5,3 por ciento anual y el de las exportaciones en casi un 9 por ciento anual. Entre los principales importadores de papel de desecho figuran la provincia china de Taiwan, la República de Corea, México, los Países Bajos, Italia, Francia y el Japón, y los exportadores m s importantes son los Estados Unidos (con el 50 por ciento de las exportaciones mundiales), Alemania, los Países Bajos, Francia, Hong Kong y Bélgica.
Pero a pesar de sus efectos positivos, las políticas de fomento del reciclado de papel de desecho pueden plantear también dificultades y problemas imprevistos. Pueden causar otros impactos ambientales, tienen repercusiones inesperadas sobre la ordenación forestal, afectan a la estructura del comercio, alteran la economía de diversos productos, modifican el emplazamiento de las industrias e influyen en los niveles relativos de consumo.
Por ejemplo, el Canadá es un importante productor de papel para periódicos (con una producción de 9 millones de toneladas en 1992) y destina una parte importante de sus exportaciones a los Estados Unidos (el 76 por ciento del volumen total exportado, que asciende a 8,6 millones de toneladas). En 1989, los Estados Unidos importaban del Canadá alrededor del 56 por ciento del papel para periódicos que consumían, pero en 1992 esa cifra había descendido al 50 por ciento como consecuencia de la legislación estadounidense (tanto federal como estatal) que establecía unos niveles mínimos en cuanto al contenido de fibra reciclada en el papel para periódicos, que se fijó, por norma general, en el 40 por ciento. Además, se han puesto en marcha programas para fomentar la demanda del mercado de papel reciclado y se han establecido diversos incentivos fiscales para las empresas que adopten tecnologías de reciclado.
Estas políticas y programas han tenido repercusiones sobre el comercio internacional del Canad . El hecho de que la población de Canad sea relativamente escasa y dispersa determina que el consumo de papel para periódicos sólo absorba una pequeña parte de la producción. La disponibilidad de papel de desecho es limitada y su recolección es costosa. Para cumplir con los requisitos establecidos por los Estados Unidos con respecto al contenido de papel de desecho, los productores canadienses de papel para periódicos se han visto obligados a importar papel de desecho... de los Estados Unidos. En 1992, el Canad importó más de 700 000 toneladas de papel recuperado de los Estados Unidos. Esto ha permitido mitigar en los Estados Unidos los problemas de la eliminación de desechos (un grave problema ambiental) pero al mismo tiempo han tenido lugar otros impactos ambientales menos evidentes. Por ejemplo, el aumento del transporte de materias primas y productos comporta un mayor consumo de combustibles fósiles, y algunas industrias se han desplazado desde las proximidades de los bosques a las de los centros de consumo, lo cual influye en el volumen de madera que debe transportarse a larga distancia, además de entrañar un costo económico.
Por lo tanto, desde el punto de vista comercial, las políticas de reciclado influyen de forma significativa en las empresas, en la economía en su conjunto y, de forma indirecta, en el medio ambiente, tanto de forma positiva como negativa.
Es necesario hacer dos puntualizaciones de carácter general. Primero, los controles establecidos con miras a la protección del medio ambiente comportan unos costos, tanto directos como indirectos. Segundo, al no existir un análisis de los efectos totales -positivos y negativos, directos e indirectos- sólo se poseen datos fragmentarios sobre el efecto neto de las disposiciones adoptadas por razones ecológicas. De hecho, es posible que en lugar de solucionar un problema ecológico simplemente lo modifiquen.
En el ejemplo del reciclado del papel, aunque el principal problema ecológico que se pretende resolver es el de la eliminación de los desechos, disminuye también la presión sobre los bosques al reducirse el suministro de madera virgen. De esta manera, el aumento de utilización de fibra reciclada incide positivamente sobre los bosques. Sin embargo, puede haber también efectos negativos, pues al disminuir la demanda de madera puede reducirse también la demanda de trozas pequeñas y las talas de aclareo, lo que a su vez reduce la viabilidad económica de la ordenación forestal y las posibilidades o la voluntad de aplicar prácticas adecuadas de ordenación forestal.
Por consiguiente, las medidas obligatorias relativas a los productos tienen importantes y complejas repercusiones: pueden paliar un problema ecológico, aumentar los costos de producción, modificar los lugares de producción, alterar las relaciones del mercado, etc. Con demasiada frecuencia, las políticas adoptadas para solucionar problemas ecológicos, aunque beneficien directamente al medio ambiente no toman plenamente en consideración los costos de la nueva reglamentación en relación con los beneficios previstos y no evalúan cómo pueden afectar a los recursos forestales.
Prescripciones relativas al embalaje y a la reutilización
En estrecha relación con la cuestión de la recuperación del papel de desecho se halla la de ampliar el uso de los materiales tanto mediante su reutilización como mediante su transformación en otros productos. Son cada vez más numerosos los reglamentos relativos al embalaje, que especifican el tipo de material que debe utilizarse para el embalaje, los objetivos de reutilización y de reciclado y los sistemas de recuperación que deben adoptarse.
Por ejemplo, en muchos países de Europa occidental los gobiernos nacionales, regionales y municipales han promulgado disposiciones legislativas sobre los materiales de embalaje: en Alemania y Austria existen disposiciones encaminadas a evitar que se generen desechos en el proceso de embalaje, en Bélgica existe una ecotasa muy controvertida, en Francia una ley de embalaje ecológico y en el Reino Unido una ley de protección del medio ambiente. En toda esa legislación existen aspectos relativos a la recuperación y reciclado de los desechos del embalaje. También la Comisión Europea ha desplegado esfuerzos para armonizar las leyes nacionales en la Unión Europea para 1995 (véase el recuadro).
Análogamente, el Japón fomenta el reciclado no sólo del papel, sino también de los residuos de la explotación maderera y de las casas derruidas. Se ha elaborado un nuevo producto (tablero orientado superpuesto) que se fabrica con pequeñas trozas y con residuos procedentes de los lugares de extracción y de antiguos solares construidos, material que si no se utilizara de esta forma se perdería. Se está intentando aumentar el número de veces que pueden utilizarse las hojas de contrachapado para el encofrado antes de ser desechado y el material de encofrado utilizado se está usando también para fabricar tableros de partículas.
Al igual que en el reciclado, las disposiciones relativas a los materiales de embalaje pueden influir en la competitividad, particularmente de los proveedores extranjeros más distantes. Las importaciones pueden resultar perjudicadas en formas diversas, originándose obstáculos que perturban el comercio. Los proveedores de ultramar pueden verse obligados a cumplir distintos tipos de requisitos en diferentes mercados y el simple hecho de mantenerse informado sobre los reglamentos y prescripciones puede ser un obstáculo importante. Esto es especialmente cierto por lo que respecta a los reglamentos que se refieren a la recuperación de material de embalaje y de transporte y a requisitos tales como los sistemas de depósito y de reposición. Además, la gran lejanía de los proveedores de ultramar con respecto a los mercados puede hacer que resulte prohibitivo el costo de devolución del material de embalaje, como las bandejas de carga.
Reglamentación y normas técnicas para los productos y los métodos de elaboración
Un tercer aspecto es el de la reglamentación y las normas técnicas, muchas de las cuales responden a motivaciones ecológicas. Algunas se refieren a las características físicas de los productos y a los materiales utilizados en su fabricación y otras al proceso de producción. En cuanto a las cuestiones medioambientales, hay que mencionar las relativas a la protección de los animales y vegetales frente a las plagas y enfermedades; las cuestiones relativas a la salud y seguridad de los seres humanos; y el mantenimiento de la calidad del aire, el agua y la tierra.
Las normas y reglamentos pueden exigir una considerable labor de ajuste y reajuste de las relaciones comerciales. Las diferencias entre los países pueden alterar la estructura del comercio si los incentivos modifican los costos relativos y las ventajas comparativas. Si se aplican con justicia, estos reglamentos sirven para afrontar importantes problemas ecológicos, pero en ocasiones son obstáculos enmascarados al comercio cuyo objetivo es proteger a los productores nacionales de la competencia del exterior.
La seria toma de conciencia sobre estos problemas en los últimos años ha inducido a las industrias forestales de muchos países a admitir su responsabilidad y a responder positivamente, e incluso decididamente, preparando y aprobando espontáneamente códigos de prácticas adecuadas que hacen innecesaria la legislación. Por otra parte, muchos países han promulgado leyes y reglamentos estrictos para reducir la contaminación del agua, el aire y la tierra que causan las fábricas de elaboración. Las plantas de elaboración de productos forestales, particularmente las de pasta y papel, han sido objeto de una gran atención. Desde el punto de vista económico, las soluciones para este problema de contaminación directa son relativamente sencillas: se trata de garantizar que se sufraguen todos los costos y que se aplique el principio de que "el usuario paga". Sin embargo, en la práctica esta es una cuestión de gran complejidad.
Las fábricas tienen que hacer frente a unos costos más elevados, y posiblemente a unas normas más estrictas, en unos países que en otros, lo cual influye en la competencia. El temor que asalta a los productores de los países en los que existe una normativa estricta sobre el medio ambiente es el de tener que afrontar la competencia desleal de los productores de otros países con una normativa menos estricta y, por ende, con costos más bajos. Ello ha llevado a intentar que otros países adopten normas equivalentes estableciendo controles restrictivos de las importaciones. Como resultado este tipo de control suscita muchas veces dudas o controversias.
Otros reglamentos de carácter ecológico que tienen importantes consecuencias para el comercio son las crecientes restricciones al comercio de paneles de madera en los que se utilizan colas de formaldehído, un producto que entraña riesgos para la salud humana; los reglamentos que prohíben o regulan determinados procesos y materiales de conservación de la madera; y el control de los métodos de elaboración, por ejemplo en el blanqueo de la pasta, en el que se han registrado repetidos intentos de alentar u obligar a las empresas a sustituir el cloro, que produce subproductos de gran toxicidad, por otros blanqueadores más respetuosos con el medio ambiente.
Otro ejemplo que puede citarse sobre los reglamentos relativos al tratamiento es la controversia comercial entre Europa y América del Norte acerca de la exigencia europea de que la madera de coníferas sea tratada antes de ser importada, por temor a la infestación del nematodo del pino. La controversia se centra en el riesgo que supone este nematodo y en la forma adecuada de protegerse de sus ataques.
La certificación
Un cuarto aspecto estrechamente relacionado con el comercio y el medio ambiente y al que se está prestando una gran atención es el de la certificación de los productos forestales, que pretende vincular el comercio internacional con la ordenación sostenible de los recursos forestales, alentando a los usuarios a comprar únicamente productos fabricados con madera procedente de bosques ordenados de forma sostenible. Aunque hasta el momento se ha dado más énfasis a la madera y a los productos madereros, el sistema de certificación se ha empezado a aplicar también a la pasta y el papel y se ha sugerido la posibilidad de aplicarlo igualmente a los productos forestales no madereros [NdR: Véanse los artículos de H.G. Baharuddin y de B. Cabarle y A. Ramos de Freitas.]
Sobre este tema existen diferentes opiniones muy encontradas y subsisten varios interrogantes básicos sobre los aspectos comerciales para los cuales no se ha encontrado todavía respuesta satisfactoria. He aquí algunos de ellos:
¿Qué beneficios puede reportar a los países productores la adopción y/o la promoción de la certificación?
Una de las principales cuestiones en juego, en este contexto, es si los consumidores están lo suficientemente concernidos como para adoptar en la compra de productos la decisión que los promotores de la certificación creen que deberían adoptar (y que adoptarán).
¿Están dispuestos los compradores a pagar un precio más alto por los productos procedentes de lugares ordenados de forma sostenible, sufragando así una parte de los costos?
No existen datos fiables que indiquen que los consumidores están dispuestos a pagar precios más elevados por los productos certificados y, por consiguiente, los productores temen que deberán sufragar por entero el costo de la ordenación sostenible.
¿Hasta qué punto la certificación puede ser un obstáculo para el comercio?
Existe la preocupación de que la certificación pueda convertirse, de hecho, en un obstáculo al comercio que discrimine, intencionadamente o no, a quienes no pueden o no quieren alcanzar los niveles exigidos en lo que respecta a la ordenación forestal.
Existe el temor de que aunque los planes de certificación fueran voluntarios, en realidad la certificación sería obligatoria al negarse los comerciantes al por menor a comercializar productos no certificados e incluso (como ya ocurre en cierta medida en algunos países) que los consumidores compraran productos sustitutivos fabricados con materiales distintos de la madera. Existe también la inquietud de que la certificación pueda inducir a los consumidores a pensar que los productos no etiquetados son perjudiciales para el medio ambiente, hayan sido o no evaluados.
¿Son los planes de certificación discriminatorios, especialmente para los productores de los países en desarrollo?
Los planes de certificación pueden favorecer a los países industrializados en los que, al menos en este momento, las prácticas de ordenación forestal se aproximan más a los objetivos de la sostenibilidad. Además, si no se registra un proceso de armonización internacional, los productores pueden encontrar requisitos distintos en cada mercado.
¿Cómo puede realizarse de forma eficaz todo el proceso de vigilancia, tanto de los bosques como de las actividades de elaboración y venta al por menor en los países productores e importadores?
CONCLUSIONES
Del análisis que se ha realizado se deduce que la relación entre el comercio de productos forestales y el medio ambiente, particularmente en el plano internacional, es un tema complejo, de múltiples facetas. Es indudable, además, que existe una interacción entre el comercio y el medio ambiente.
Aunque el comercio no es una de las causas principales de los problemas medioambientales, las políticas que afectan al comercio pueden tener repercusiones importantes en algunas zonas. Si se elaboran adecuadamente pueden tener efectos beneficiosos sobre el medio ambiente. No obstante, la mayor parte de los problemas del medio ambiente tiene múltiples dimensiones y el intento de solucionarlos únicamente mediante medidas de tipo comercial puede tener consecuencias imprevistas y a menudo negativas en otros aspectos. Por consiguiente, en los casos en que el comercio se considera como un medio de afrontar los problemas medioambientales es necesario conocer perfectamente todas las dimensiones del problema y ajustar las políticas comerciales y ambientales. De otro modo, es probable que muchos de los "remedios propuestos" sean peores que la "enfermedad" que pretenden curar.
Para que den un resultado satisfactorio, las actividades relacionadas con el comercio que tienen por objeto mejorar la situación del medio ambiente deben basarse en: