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La búsqueda de credibilidad en el ámbito de la certificación de la madera


B. Cabarle and A. Ramos de Freitas

Bruce Cabarle y Amantino Ramos de Freitas son, respectivamente, Presidente y Tesorero del Consejo de Administración Forestal (CAF).

En la actualidad la preocupación pública sobre el destino de los bosques del mundo ha alcanzado una dimensión realmente mundial. Los cargos de mala gestión y las preocupaciones sobre las consecuencias de carácter social y medioambiental de la extracción de la madera se manifiestan tanto en las regiones boreales y templadas como en las tropicales. Durante la última década, se ha desplegado un esfuerzo internacional sin precedentes para hacer frente al problema forestal: el Programa de acción forestal tropical (PAFT), la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT), los Principios Forestales de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), los procesos de Helsinki y Montreal, los boicoteos de los consumidores, las prohibiciones de explotación de los bosques impuestas por los gobiernos, las iniciativas de la industria a través de la Organización Internacional de Normalización (ISO), el Grupo Objetivo 1995 del WWF y el Consejo de Administración Forestal (CAF). Sin embargo, en los últimos tiempos se advierte la tendencia a reducir drásticamente la financiación pública y la capacidad de los gobiernos para dirigir a las economías de libre mercado y las inversiones del sector privado hacia los objetivos del desarrollo sostenible.

Por lo que respecta al comercio de productos forestales, esto se ha traducido en la proliferación de los planes de certificación de la madera y de etiquetado ecológico con objeto de garantizar a los consumidores y a los principales distribuidores que los productos madereros que adquieren proceden de bosques ordenados de forma sostenible. Sin embargo, en muchos casos cabe poner en tela de juicio qué es lo que se está certificando, de acuerdo con qué norma y por quién. La encuesta realizada en 1991 por el WWF en el mercado de madera al por menor del Reino Unido permitió descubrir más de 600 declaraciones de sostenibilidad. Cuando se profundizó en la investigación, sólo tres empresas pudieron o quisieron demostrar que esas declaraciones se basaban en criterios o procesos de verificación dignos de crédito. Es indudable la necesidad de establecer un marco creíble para la armonización de los programas de certificación de la madera.

En la actualidad, los programas independientes y voluntarios de certificación ofrecen a los consumidores la garantía más firme de que no están siendo víctimas de fraude. La encuesta realizada recientemente por el Comité de Vigilancia de la Cumbre para la Tierra entre 31 delegaciones nacionales durante el período de sesiones de la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible (CDS) de las Naciones Unidas, celebrada en abril de 1995, puso de manifiesto que las dos terceras partes de esos países apoyaban la elaboración de programas independientes y voluntarios de certificación de madera y las políticas de compra de madera de procedencias certificadas de forma independiente. Los programas voluntarios pretenden complementar los marcos reglamentarios tradicionales mediante incentivos al mercado para fomentar mejoras en las prácticas de ordenación más allá del mínimo exigido por la ley. Asimismo, son susceptibles de un mayor control por parte del público que los programas controlados por los gobiernos o la industria. La independencia supone que el certificador y el productor no están sometidos a los mismos órganos de control y la transparencia se consigue por procedimientos como las consultas de carácter público, mecanismos de examen, la difusión de información y el derecho de presentar reclamaciones.

El CAF es la primera organización que ha promovido un consenso internacional sobre el contenido y los protocolos de los programas voluntarios e independientes de certificación de la madera. La misión del CAF es acreditar a certificadores voluntarios y fomentar la elaboración de normas nacionales de certificación. El CAF surgió a raíz de una serie de consultas públicas realizadas desde 1990 en Malasia, Suecia, el Perú, Estados Unidos y otros seis países con respecto a la posibilidad de realizar la certificación de la madera y sobre la forma de definir lo que son los bosques «bien ordenados». Otra aportación valiosa fueron los centenares de respuestas al cuestionario elaborado por el CAF, que se distribuyó por todo el mundo.

Diversos grupos de trabajo formados por representantes de organizaciones económicas, ecologistas y sociales, tanto de países del norte como del sur, se reunieron en varias ocasiones para revisar los documentos que se habían preparado sobre la base de esas aportaciones. Por ejemplo, los principios y criterios de la ordenación de los bosques naturales, establecidos por el CAF, se revisaron en nueve ocasiones a lo largo de un período de cuatro años antes de ser aprobados en 1994 en una votación oficial que arrojó unos resultados abrumadoramente positivos.

El CAF está administrado por una asamblea general y un consejo de dirección en el que gozan de representación diversos grupos económicos, ecologistas y sociales de países del norte y del sur. Pueden formar parte del mismo una amplia diversidad de grupos de interés decididos a fomentar la ordenación forestal sostenible. Por el momento, ninguna otra iniciativa en materia de certificación cuenta con un número tan amplio de países y grupos interesados -productores, comerciantes, grupos de consumidores, poblaciones indígenas y ecologistas- ni tiene una aceptación pública tan amplia como el CAF.

Un programa adecuado de certificación debe incluir criterios para abarcar tanto los resultados de las prácticas de ordenación como los propios sistemas de ordenación. Los criterios relativos a los resultados permiten determinar los progresos alcanzados en el cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad en un marco temporal determinado. Los criterios relativos a los sistemas definen los procesos necesarios para garantizar un progreso constante en la consecución de objetivos de sostenibilidad especificados. Los criterios para alcanzar los resultados son particularmente importantes para aquellas actividades cuyos efectos sobre el ecosistema forestal son inciertos porque no se conoce con exactitud cómo funciona el ecosistema o qué componentes del mismo son más sensibles. Esto vale para aspectos tales como la biodiversidad o la ecología del paisaje.

En cuanto a los criterios relativos a los sistemas, son importantes para las actividades respecto de las cuales se conocen sus efectos sobre la ordenación del ecosistema forestal. Pueden citarse como ejemplo el cálculo de la tala anual permisible, los programas de adiestramiento de madereros que permiten reducir los daños causados a la vegetación residual, o los programas de divulgación comunitaria que proporcionan información sobre las actividades de ordenación. La atención exclusiva a los criterios relativos a los resultados no garantiza el perfeccionamiento constante del sistema de ordenación y, asimismo, verificar la mera existencia de un sistema de ordenación que se considera que conduce a la sostenibilidad no aporta información alguna sobre su eficacia. El CAF es el marco que acoge el único plan de certificación que reconoce la necesidad de que existan criterios para abarcar los resultados y los sistemas.

La estructura del CAF reconoce que las realidades y necesidades de la ordenación forestal cambian de unas regiones y países a otros. En consecuencia, el CAF promueve traducir las iniciativas en normas adecuadas para medir los indicadores de los resultados económicos, ecológicos y sociales correspondientes a cada lugar. Esto se aplica también a los procesos estructurales, como los programas para el seguimiento de los efectos ambientales y sociales, las consultas a la opinión pública y la resolución de conflictos. El CAF apoya el desarrollo de dichas normas a través de grupos de trabajo, en los que están representados diversos intereses, y de consultas públicas que garantizan la aportación de grupos muy diversos. Este tipo de proceso está en marcha en diversos países como Bélgica, Bolivia, Brasil, Canadá, Costa Rica, Indonesia, México, Suecia, el Reino Unido y algunas zonas de los Estados Unidos.

Durante mucho tiempo, la incapacidad de los productores y consumidores para hacerse mutuamente partícipes de sus necesidades y preocupaciones ha obstaculizado la ordenación forestal. Al mismo tiempo, son muy pocas las organizaciones en las que las diversas partes interesadas pueden debatir sus puntos de vista sobre la ordenación forestal y ponerlos en práctica más allá de las salas de reunión o los medios de comunicación. Los miembros del CAF creemos que los programas voluntarios e independientes de certificación de la madera ofrecen alternativas prometedoras y pragmáticas para definir la buena ordenación forestal y para ponerla en práctica. La organización está abierta a todo el mundo y acogemos de buen grado las aportaciones constructivas de todas las partes interesadas.


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