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La política gubernamental y las comunidades dependientes de os bosques en el Canadá desde 1880

R. Robson

Robert Robson trabaja en el Departamento de Estudios Indígenas de la Universidad de Lakehead, bahía de Thunder, Ontario, Canadá. Nota: El presente artículo se ha adaptado, previa autorización, de un documento de trabajo titulad Comunidades que dependen de bosques en el Canadá: cuadro interpretativo y bibliografía anotada, preparado por el autor 1995 para el Servicio Forestal Canadiense

Se analiza el modo en que la orientación de la política forestal del Gobierno influyó en la planificación y el desarrollo de los centros urbanos forestales y afectó al bienestar de la población canadiense desde 1880.

Los bosques del Canadá han constituido tradicionalmente una de las bases de la economía local. Han sido también el catalizador del desarrollo tanto para la población aborigen y los colonizadores europeos como para los industriales modernos. Los bosques, y en especial las estructuras comunitarias que se han desarrollado alrededor de los mismos, ofrecen un contexto que permite definir la sociedad canadiense (Innis, 1950). La política del Gobierno ha tenido repercusiones en el establecimiento, la estructura y la sostenibilidad de los centros urbanos forestales.

Mucho antes de que los europeos llegaran a América del Norte, ya los primeros habitantes del Canadá habían establecido una economía que dependía de los bosques, pues de ellos obtenían productos para la alimentación, así como materiales de construcción, combustible, ropa y herramientas. Cuando llegaron los colonizadores europeos, los bosques proporcionaban a ellos y a las poblaciones autóctonas los materiales necesarios para la subsistencia. Pero como el estilo de vida europeo estaba centrado en la producción agrícola, los bosques se consideraban a menudo como un obstáculo para el desarrollo, y eran eliminados.

Plano del emplazamiento urbano de Keewatin, Ontario

Si bien había cierta demanda de pieles y madera pata la construcción de embarcaciones, la política forestal de la corona francesa, que disfrutó de los privilegios de la colonización hasta la Guerra de los Siete Años de 1756-1763, contribuyó en escasa medida a promover un desarrollo basado en la silvicultura en la zona de Queboc. Al pasar al dominio británico en 1763 hubo renovado interés por el patrimonio maderero de la América del Norte británica, pero tampoco entonces las exportaciones de madera aumentaron en medida considerable, ID que se verificó sólo después de 1816. En otras partes del territorio que luego llegaría a ser el Canadá, la silvicultura fue convirtiéndose en la actividad dominante. Impulsada por distintas fuerzas económicas y sociales, la silvicultura experimentó fases de desarrollo primero lentas y luego rápidas en -Nueva Escocia, Ontario, Columbia Británieh y, por último, en las regiones de las praderas. Desde mediados a finales del siglo XIX, las comunidades dependientes de los bosques estaban establecidas ya por todo el país.

En. este artículo se examinan los factores que han influido en la planificación y el desarrollo económico de las comunidades que dependen de los bosques, desde mediados del siglo XIX hasta el presente. El estudio se centra, en particular, en la evolución de la función del Gobierno y la política gubernamental relacionada con la silvicultura y las comunidades dependientes de los bosques. Aunque la actividad estatal ha variado pasando de su mandato original de facilitar el desarrollo de los recursos a promover un aprovechamiento sostenible de los bosques, el Gobierno ha utilizado en gran parte las actividades forestales y el fomento de la silvicultura como medio de promover el crecimiento y la expansión. Esto se ha realizado a menudo en perjuicio de los habitantes de las zonas forestales y de los propios bosques.

Plano del emplazamiento urbano de Kapuskasing, Ontario

LA EPOCA PREINDUSTRIAL: ANTES DE 1880

En este período, el Gobierno formuló los principios y normas de lo que Gillis y Roach (1936) denominaron «ética de la explotación» en el aprovechamiento de los recursos madereros. Se prescribía la facilitación del acceso a los recursos forestales del país; por ejemplo, las políticas gubernamentales miraban más bien a poner las zonas madereras a disposición de los «magnates de la madera de construcción», o a mantener libre el acceso acuático a las masas madereras, que a asegurar un aprovechamiento forestal racional, o la seguridad laboral de los trabajadores forestales o las condiciones de vida de la población (Nelles, 1974).

Debido a esta política del Gobierno, la silvicultura de la época preindustrial, por lo que respecta al desarrollo de las aldeas forestales, estuvo dominada por la iniciativa de las empresas. Las pequeñas aldeas establecidas durante este período (por ejemplo, Hawkesbury, situada a lo largo del río Ottawa) no representaban sino respuestas prácticas a las necesidades comunitarias, como consecuencia de la política empresarial (Lower, 1973). No había casi separación entre las zonas industrial y residencial, no se tenían en cuenta las pérdidas topográficas y, sobre todo, se tendía a ampliar las instalaciones comunitarias sin ninguna planificación, a medida que surgían las necesidades.

El principal centro de la actividad industrial se ubicaba a menudo en la parcela de tierra más atractiva del emplazamiento urbano, dominándola tanto a nivel físico como psicológico. Los componentes no industriales del centro urbano, ya sea de carácter residencial, comercial o de servicios, solían instalarse muy cerca de las plantas industriales. Esto permitía un fácil acceso y la utilización económica de las propiedades del emplazamiento urbano, pero a menudo planteaba también problemas comunitarios, tales como el de los desechos industriales, los contaminantes del aire originados por el proceso industrial, y el ruido derivado de la producción forestal. Las condiciones de vida eran por lo general miserables, y los servicios sociales escasos o inexistentes. La propia existencia de estas aldeas esta ba vinculada a los altibajos de la economía del mercado y a la consideración fundamental del bosque como recurso que había de ser «explotado».

Vista aérea del emplazamiento urbano de Kapuskasing

EL PERIODO 1910-1920

El movimiento reformista de principios del siglo XX (que afectó a todos los sectores de la vida del país) hizo hincapié en la eficiencia, la ordenación para fines de conservación, el desarrollo metódico y la utilización apropiada de los recursos. La desorganización a que dio lugar la política forestal del período preindustrial obligó con el tiempo al Gobierno del Canadá a aplicar medidas reglamentarias encaminadas a asegurar condiciones de vida satisfactorias en los centros urbanos forestales. Los primeros esfuerzos estuvieron dirigidos a la lucha contra incendios y la protección de la salud pública (en especial contra las epidemias de tifus, tuberculosis y gripe).

La Comisión Federal de Conservación, que estuvo en funciones de 1909 a 1921, se ocupó principalmente de la ordenación para fines de conservación haciendo hincapié en los problemas de la vivienda y la salud pública, con el amplio mandato de «examinar todas las cuestiones que se le pudieran señalar en lo relativo a la conservación y mejor aprovechamiento de los recursos naturales del Canadá» (Canada Statutes, sin fecha).

La nueva orientación política coincidió con la elaboración del concepto de silvicultura científica. B.E. Fernow, que fue designado primer Decano de Silvicultura de la Universidad de Toronto en 1907, describió la silvicultura científica como un cambio radical de actitud de la población y del Gobierno es decir, una transición de la explotación a la ordenación, (Fernow, 1910), que permitiera combinar la conservación con el aprovechamiento científico de los recursos forestales: Pero desafortunadamente, como sostenía J. Swift (1983), la ordenación para fines de conservación de los recursos forestales siguió supeditándose a las exigencias de la explotación. De hecho, en muchos casos la política forestal fue formulada concretamente por los magnates de la madera (Philmon Wrights, J.R. Booths, etc.).

La responsabilidad de supervisar los asuntos comunitarios siguió estando todavía en amplia medida en manos de la empresa forestal. La comunidad de Keewatin, situada junto a la ciudad de Kenora en la zona nordoccidental de Ontario, constituye una prueba de la constante participación de la compañía forestal en las cuestiones comunitarias; además, el fomento de la comunidad ofrece un buen ejemplo de la evolución de una comunidad dependiente de los bosques. La dependencia de Keewatin de la actividad forestal se remonta a principios del decenio de 1880 y a las actividades de la compañía maderera y manufacturera de Keewatin y de su predecesora, la empresa maderera de la familia Mather.

El consorcio Mather comenzó a producir madera en el verano de 1880; después de esta fecha se planificó una configuración permanente del emplazamiento tanto de la comunidad como de la fábrica. Las dos primeras casas de la comunidad fueron construidas por la familia Mather en la península opuesta al emplazamiento de la fábrica que estaba surgiendo durante la época de tala de 1880. Limitándose a construir las viviendas suficientes para atender las necesidades inmediatas de la población, durante los años 1880-1886, apenas se proporcionaron las instalaciones y servicios comunitarios.

El lugar se integró en un plan de ordenación del emplazamiento urbano elaborado por la Lake of the Woods Milling Company, que compró la concesión maderera en 1887. Esta compañía construyó instalaciones de laminación y estableció el emplazamiento urbano: en una subdivisión de la concesión de tierras originaria.

El plano del emplazamiento urbano de Keewatin diseñado por la compañía constituye uno de los primeros ejemplos de planificación realizado por una empresa del sector forestal. La separación entre las zonas industrial y residencial -una forma funcional de aprovechamiento de la tierra- y la creación de espacios verdes, indica que la comunidad pudo satisfacer tanto las necesidades industriales de la empresa de laminación como las necesidades sociales de la población residente, y que se adoptó un enfoque de planificación a largo plazo.

Otro ejemplo de evolución urbana lo constituye la Spruce Falls Pulp and Paper Company, empresa afiliada de Kimberly Clark Corporation, que en julio de 1920 adquirió la propiedad de la Kapuskasing Pulp, en Ontario septentrional. Cuando la empresa decidió ampliar la propiedad, estipuló un acuerdo con el gobierno provincial para facilitar la producción de pasta papelera. Si bien la compañía se encargaba del suministro de energía eléctrica o de materiales de construcción, el gobierno convino en levantar un plano de las tierras destinadas al emplazamiento urbano y en diseñar el proyecto de una aldea modelo. Kapuskasing estaba destinada a ser una comunidad prototipo. El diseño, que incluía unidades vecinales compactas, amplias calles y muchos espacios verdes, se elaboró con el fin de crear una nueva aldea industrial según pautas de planificación urbana y de desarrollo social, bajo el control de la oficina de asuntos municipales (Hall, 1922).

La construcción de las instalaciones comunitarias procedió a un ritmo mucho más lento del que se había previsto. Las obras se vieron obstaculizadas por incendios que asolaron las inmediaciones en 1923 y 1924, y por la resistencia de la Spruce Falls Company (Drury, 1966). En el período posterior a 1926, se fue estableciendo una zona residencial alternativa de Brunetville, a lo largo del límite oriental de Kapuskasing. Esta comunidad periférica ofrecía a los residentes una manera de evitar el dominio de dicha empresa, lo que en cambio Se verificaba con frecuencia en los centros urbanos construidos por las compañías. Sin embargo, las condiciones urbanas de Brunetville eran caóticas, con viviendas construidas al azar, con calles que eran poco más que caminos bordeados de espacios llenos de basura (Saarinen, 1981). Con el tiempo, las autoridades del gobierno provincial se vieron obligadas a introducir el Programa de rehabilitación de Branet ville (Department of Municipal Affairs, 1972). El programa de reordenación, que preveía la reinstalación de los residentes, la demolición de edificios, la construcción de nuevas estructuras y el suministro de servicios a la zona urbana, no se terminó hasta 1970.

EL PERIODO 1920-1945

En el decenio de 1920, las iniciativas orientadas a la ordenación para fines de conservación decayeron, volviéndose a una política de expansión más tradicional. Esta política forestal, encaminada a promover inversiones en gran escala con una intervención gubernamental mínima, se percibió quizá con mayor fuerza en la industria de pasta y papel.

Por ejemplo, los orígenes de la comunidad de Pine Falls, situada al norte de Winnipeg, se remontan a 1926 y al lanzamiento de la actividad de la Manitoba Paper Company. La aldea, cuyas viviendas correspondían al nivel de los salarios pagados por la compañía y que estaba dotada de diversos servicios sociales, reflejaba el deseo de la empresa papelera de que se garantizara la disponibilidad de mano de obra.

Al verificarse la depresión de 1929, el Gobierno se vio obligado a volver a desempeñar una función más activa. Para 1934 había redefinido su política forestal con miras a estimular la recuperación económica. Mediante la reducción de los derechos de tala y los aranceles sobre la madera para pasta, se trató nuevamente de promover la expansión de las actividades forestales. Los recursos naturales se consideraban un medio para la recuperación y se explotaban intensamente (sin aplicar medidas de conservación) con miras a promover las inversiones de capital y el ulterior crecimiento económico (Lambert y Pross, 1967).

La política intervencionista de los años treinta, en que el Gobierno desempeñó una función básica para la economía local, llegó a constituir en los años cuarenta la base de la nueva política forestal. Se quería establecer una economía forestal bien integrada y eficaz y aprovechar los bosques de manera apropiada.

EL PERIODO POSTERIOR A LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Importante para la nueva época de intervencionismo estatal fue el concepto de ordenación forestal de rendimiento sostenido. Este tipo de política dio lugar al establecimiento de instalaciones manufactureras permanentes basadas en una ordenación responsable de los recursos forestales. El Gobierno consideró la ordenación como un medio de producción que asegurara a la vez la conservación forestal (Environment Conservation Authority, 1977).

El Gobienno Federal aseguró que los recursos sin explotar de la zona septentrional del interior se utilizaran de manera rentable. Destinando cuantiosas inversiones al transporte, a la producción de energía hidroeléctrica y al establecimiento de infraestructuras comunitarias, el Gobierno impulsó el crecimiento.

Vista aérea de la planta industrial de Pine COBO Manitoba

En el período inmediatamente posterior a la guerra, la mayor parte de los gobiernos provinciales del Canadá adoptaron una legislación para establecer aldeas completas dependientes de la actividad forestal. Mientras en Ontario fue mediante enmiendas a la Ley Municipal que autorizaban la creación de distritos de mejoramiento, en Manitoba fue por medio de la Ley Distrital del Gobierno Local que se planificaron los centros urbanos forestales, en Alberta mediante la Ley de Nuevas Aldeas, y en la Columbia Británica mediante la legislación sobre aldeas de rápida formación. Más de 40 nuevas aldeas que explotan recursos forestales se crearon durante este período y muchas otras comunidades se revitalizaron gracias al nuevo aprovechamiento sostenido de los recursos. Algunas de estas aldeas eran comunidades que dependían de los bosques. Con la creciente aceptación de la intervención estatal, los gobiernos provinciales y el Gobierno Federal establecieron relaciones de cooperación con las industrias forestales en pro de la expansión de las comunidades.

La comunidad de Terrace Bay (Ontario), situada a unos 225 km al este de Thunder Bay, fue una de las primeras comunidades dependientes de los bosques planificadas en todos sus aspectos en el Canadá. La aldea se creó en 1946 47 para dar trabajo a los empleados de la fábrica de pasta papelera al bisulfito Long Lac Pulp and Paper Company. La edificación del emplazamiento urbano comenzó en 1946 y cuando abrió la fábrica, en noviembre de 1948, se habían terminado ya muchos vecindarios. En 1951, la aldea alcanzó una población de 1453 habitantes (Canada Censas, 1971).

La comunidad de Gold River, que se encuentra en la isla de Vancouver a unos 100 km al oeste de Campbell River, fue creada durante los años sesenta, en los que se produjo una gran expansión de las fábricas de pasta papelera. La comunidad se expendió con el fin de satisfacer las necesidades de la Gold River Pulp Milis Ltd. Company. Gold River y Terrace Bay, que se construyeron entre 1965 y 1968, constituyen buenos ejemplos de planificación según las curvas de nivel, con calles curvilíneas, vecindarios y zonas verdes típicos de aquella época.

El gobierno provincial desempeñó un papel principalmente de supervisión al encargarse de asegurar la creación de una comunidad bien integrada y abierta. La municipalidad asumió la responsabilidad del abastecimiento de agua y de la construcción del sistema de alcantarillado. La empresa de pasta y papel se hizo cargo del desarrollo del centro urbano asumiendo las tareas del levantamiento topográfico, del emplazamiento y del aclareo, de la planificación y subdivisión de las calles y los lotes urbanos, de la construcción del sistema de alcantarillado para el agua pluvial, de la instalación del sistema de alumbrado público y del tendido de cables subterráneos para electricidad, teléfono y televisión, y del cuidado de los parques.

UN. DESARROLLO FORESTAL SOSTENIBLE

En los años setenta y ochenta, la política forestal canadiense cambió de orientación pasando del rendimiento sostenido al desarrollo forestal sostenible, definido como una actividad económicamente viable, ecológicamente racional y socialmente aceptable-(Weeden, 1989). El concepto de desarrollo sostenible ha abarcado toda una gama de significados, desde «el nuevo sistema silvícola» hasta la noción de «gestión mejorada» formulada por el Ministerio de Actividades Forestales de Columbia Británica (Dufour, 1991). Bourdages (1992) describe este concepto como un conjunto de nueve orientaciones estratégicas, a saber: gestión forestal, ordenación forestal, participación pública, oportunidades económicas, investigación forestal, fuerza de trabajo, población indígena, bosques privados y comunidad mundial.

Para 1991, la silvicultura sostenible formaba parte del programa de ordenación forestal holística de gran alcance que, tal como se formuló en el documento sobre la situación de los bosques en el Canadá (Forestry Canada, 1991), se centraba en toda la gama de valores económicos, ambientales y sociales que asume la silvicultura contemporánea.

Desde 1991 resulta evidente que el concepto de silvicultura sostenible en el país no representa una panacea ni para las comunidades forestales ni para la población local que depende de los bosques. De hecho, las actividades forestales sostenibles no reflejan necesariamente la realidad de la silvicultura moderna (Drielsma et al., 1990); más representativos de la realidad de las modernas actividades forestales parecen los programas de reajuste de la mano de obra, la reeducación profesional y los programas de adaptación o reducción de la infraestructura comunitaria.

La evolución de las comunidades canadienses que dependen de los bosques ha llegado en los últimos años a una situación comparable a la de una cuenca hidrográfica. Tras la evolución desde los campamentos de frontera de final del siglo pasado a las aldeas modelo totalmente planificadas de la segunda posguerra, el fenómeno contemporáneo de los centros urbanos forestales está atravesando un período de decadencia. A raíz de la variación de las políticas gubernamentales en relación con la necesidad de conservar los recursos, incluso a expensas de la producción, así como del aumento de los costos, la incertidumbre en la economía mundial, la reducción del ritmo de expansión alcanzado en la posguerra, y las actuales luchas laborales, la comunidad dependiente de la :actividad forestal ha pasado a constituir una alternativa comunitaria viable (Robinson, 1984).

La reciente recesión económica ha obligado al Gobierno, a la industria e incluso a la mano de obra a aplicar los criterios utilizados para la gestión de las crisis a los problemas de las comunidades dependientes de los bosques. Este enfoque de los problemas derivados de una fase de recesión se centra en el mantenimiento o en la reducción de escala de la infraestructura comunitaria. Sin embargo, en algún caso, también se ha considerado la posibilidad de desmembrar por completo una comunidad dependiente de los bosques. Algunas comunidades, como las de Geraldon (Ontario) o Pine Falls (Manitoba), han podido responder con soluciones razonables a las exigencias contemporáneas, mientras que otras, como la de Otean Falls (Columbia Británica), no han sido tan afortunadas.

Otean Falls, que está ubicada a unos 525 km al norte de Vancouver, constituye un ejemplo de la tendencia a la decadencia de las aldeas forestales. Fundada en 1906, cuando la Bella Coola Development Company había establecido en el lugar instalaciones de aserrado, la aldea había experimentado una serie de altibajos que se sucedieron hasta 1972, cuando Crown Zellerbach, propietario de las instalaciones, anunció el inminente cierre de la fábrica en respuesta al aumento de los costos, la flojedad de los mercados, la obsolescencia de las instalaciones y el costoso programa de reducción de la contaminación impuesto por el Gobierno.

En la época del previsto cierre, la comunidad de Otean Falls dependía casi por completo de la actividad de Crown Zellerbach Aunque, según el censo de 1971, la población de dicho centro urbano ya había disminuido de un máximo de 3000 a 1375 personas, la compañía daba empleo al 76 por ciento de la fuerza de trabajo, constituida por 545 hombres y mujeres (Ocean Falls Corporation, 1981).

La desaparición de la comunidad se evitó al final del mes de marzo de 1973, cuando el gobierno provincial adoptó la decisión de hacerse cargo de las propiedades restantes de la fábrica y la aldea (McMurray, 1973). El gobierno provincial planteó dos soluciones de reordenación posibles. La primera consistía en la diversificación comunitaria potenciando las capacidades del emplazamiento urbano como centro de rehabilitación, aldea de residencia de jubilados o centro artesanal indígena; y la segunda, en la reordenación urbana consistente en la mejora y modernización de la fábrica. Esta última fue la alternativa que se adoptó.

El programa de modernización incluía la construcción de un nuevo aserradero, nuevas instalaciones de fabricación de pasta y la asignación de atracaderos para madera suficientemente amplios como para representar una fuente garantizada de pasta y madera en el curso de cinco años. Sin embargo, entre 1973 y 1979 se habían gastado poco más de 24 millones de dólares canadienses para el programa de modernización, una cantidad muy inferior a la prevista inicialmente, y resultó evidente que el proyecto empezó a perder interés para el gobierno provincial, debido a las constantes pérdidas y al cambio de las políticas.

En marzo de 1980, la Otean Falls Corporation anunció que cesarían de funcionar tanto las instalaciones industriales como la comunidad de Otean Falls. Más tarde, con asistencia del Servicio consultivo de la mano de obra, se creó un Comité de reajuste de la mano de obra y se abrió una oficina de empleo. El objetivo del comité era reagrupar a los empleados y los posibles empleadores con miras a procurar encontrar un empleo adecuado para los trabajadores desplazados (Ocean Falls Corporation, 1981). La oficina de empleo ofreció asesoramiento en materia de empleo, servicios de reinstalación y mantenimiento de los beneficios, seguro por desempleo y planificación financiera.

Los miembros de la comunidad se resignaron gradualmente a la eventualidad de abandonar la aldea, y en septiembre de 1983 el gobierno provincial aprobó una ley por la cual se disolvían tanto la Otean Falls Corporation como la British Columbia Cellulose Company (Ministery of Economic Development, 1983).

CONCLUSION

Las comunidades canadienses dependientes de los bosques han recorrido un largo camino desde la época preindustrial de aglomeración de chabolas. Se han proyectado planos de centros urbanos, despejado emplazamientos para el establecimiento de aldeas, trazado calles, construido casas, abierto centros municipales, ampliado instalaciones recreativas y lanzado actividades de producción industrial. Se han evacuado casas, demolido centros comerciales, vendido equipo recreativo, transferido servicios y cerrado la producción. No todas las comunidades han prosperado; ha habido períodos de auge de la economía silvícola, y períodos de decadencia. En el marco político actual de desarrollo sostenible, muchas de las cuestiones relativas a la dependencia de los bosques deberán examinarse más a fondo si se quiere que la política de ordenación forestal sostenible del Canadá no se convierta en una mera gestión de situaciones de decadencia.

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