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Ecoturismo indígena: El programa Capirona en la provincia de Napo, Ecuador

J.G. Colvin

Análisis de un programa de ecoturismo, realizado y controlado independientemente por una comunidad indígena.

Jean G. Colvin es Directora del Programa Universitario de Expediciones de Investigación, Universidad de California, Berkeley, Estados Unidos.

El ecoturismo es hoy uno de los sectores de la industria turística en más rápido crecimiento. Puede ser una alternativa económica o un complemento de otras opciones de utilización de la tierra, tales como la explotación forestal, la extracción de petróleo o la ganadería, y puede constituir una fuente importante de divisas.

Muchos destinos atractivos para el ecoturismo en el mundo en desarrollo se sitúan en zonas agrestes habitadas por poblaciones indígenas. Los bosques húmedos de Brasil, Ecuador y Perú, por ejemplo, son el hábitat de pueblos que dependen de ellos para alimentos, materiales de construcción y medicamentos. Durante años, los pueblos indígenas y los usuarios en gran escala se han disputado los recursos. Las industrias de la madera y del petróleo, igual que las compañías farmacéuticas en busca de nuevas fuentes de fármacos, han recibido el estímulo de gobiernos que se esfuerzan por obtener ingresos en divisas. El ecoturismo es una de las formas más nuevas de generar ingresos a partir de los recursos naturales.

El ecoturismo puede significar para los pobladores de esas regiones creación de puestos de trabajo, aumentos de los ingresos y un nuevo impulso a la artesanía tradicional. Pero también puede tener repercusiones sociales negativas suscitando conflictos por la posesión de la tierra y de los recursos así como una fractura con valores y tradiciones seculares, ya que la presencia de forasteros ricos no puede dejar de influir sobre las aldeas tradicionales y las formas de uso de la tierra.

Aunque queda todavía por determinar lo que es una gestión idónea, el ecoturismo ofrece una alternativa económica sostenible y una posibilidad de generar ingresos sin destruir el medio ambiente. Para que el ecoturismo sea efectivamente viable, la población local debe participar en la ordenación de esta actividad y obtener de ella un beneficio económico.

Empero, esta naciente industria apenas parece producir beneficios para las comunidades y escapa casi por completo al control local. Los programas de ecoturismo son organizados por grandes compañías nacionales o internacionales que operan desde las capitales, y es muy poco el dinero obtenido que entra siquiera en el país. Los habitantes del lugar se tienen que conformar a menudo con trabajos domésticos como dueños de casa, cocineros y guías. En general, el beneficio no alcanza al conjunto de la comunidad.

Vista de las instalaciones para visitantes de Capirona

Un ejemplo de un programa que no encaja en este molde es Capirona, iniciativa ecoturista enteramente gestionada por una comunidad indígena en la parte ecuatoriana de la cuenca del Amazonas. Capirona es una aldea de 24 familias de indios quechuas que habitan en la selva pluvial de la provincia de Napo.

Tradicionalmente, como la mayoría de los grupos indígenas de la zona, los habitantes de Capirona han sobrevivido a base de cultivos de subsistencia y de unas pocas hectáreas dedicadas a maíz y café que venden en los mercados río arriba. Ante los constantes aumentos de precios de las semillas y los transportes, la comunidad se vio obligada hace algunos años a buscar otras actividades remunerativas. A diferencia de los inmigrantes recientes en la zona, los campesinos de Capirona no querían dedicarse a la explotación forestal. Tienen un gran aprecio por el bosque como proveedor de muchas cosas, desde alimentos hasta medicamentos, y les preocupa que la corta de árboles, aunque sea rentable a corto plazo, no pueda realizarse de manera sostenible. Para tratar de mantener intacto este valioso recurso, la comunidad decidió colectivamente en 1991 iniciar un programa de ecoturismo en pequeña escala.

Quien tuvo la idea del proyecto fue Tarquino Tapuy, un joven de la aldea cuyo hermano mayor había sido el primer presidente de la federación nacional indígena de Ecuador, CONAIE. Tapuy, preocupado porque para muchos de sus compañeros el éxito económico era inseparable del trabajo en la ciudad, se decidió a emprender un proyecto de desarrollo de base popular cuyo éxito beneficiaría al conjunto de los miembros de la comunidad. Aunque al principio muchos de los aldeanos eran renuentes a invitar explícitamente a forasteros a ir a Capirona, uno de los factores que les convenció fue que las agencias de viajes de la capital estaban ya llevando turistas a su bosque sin beneficio alguno directo para la comunidad.

Tapuy, su hermana Berta y César Andy, ex alcalde de la aldea, persuadieron a la comunidad de que un proyecto en pequeña escala y bien planificado sería muy poco perturbador, podría proporcionar unos ingresos muy necesarios y daría a la aldea la posibilidad de controlar las visitas a su bosque. En una serie de reuniones comunales, los aldeanos fijaron los detalles del programa y trazaron los planos de las instalaciones para los visitantes. Con un pequeño préstamo para la compra de materiales de FOIN, la federación indígena de la Provincia de Napo, y el dinero obtenido de la venta de maíz, adquirieron todo lo necesario para construir un centro para visitantes.

Aunque muchas familias de Capirona aspiran a vivir en construcciones con techo de chapa metálica y paredes de bloques de hormigón como su centro comunitario local, reconocieron el deseo de autenticidad de los turistas y construyeron una pequeña casa de acogida y una zona comedor en estilo tradicional con paja y cañas, con una agradable vista sobre el río. Todos los aldeanos participaron en la construcción de las instalaciones para turistas, a corta distancia del centro de la aldea.

Visitantes con el guía de Capirona, Tarquino Tapuy, uno de los iniciadores del proyecto

Desde el principio estaba claro que Capirona atraería a un tipo muy especial de turistas. La comunidad se encuentra a orillas del río Puni, muy metida en la selva tropical primaria baja de Ecuador oriental. El único acceso es a pie, o en canoa de tronco de árbol ahuecado cuando el río está bastante crecido. Los visitantes son recogidos en Tena, capital de la región, y trasladados en camión o autobús hasta el comienzo del sendero. Desde allí, deben caminar durante dos horas por el bosque hasta la aldea.

Con ayuda de una ONG alemana, Capirona imprimió prospectos explicativos del programa que se distribuyeron en Tena. Los primeros visitantes llegaron a Capirona en grupos de dos o tres y eran principalmente estudiantes. Durante el primer año Capirona tuvo menos de 50 visitantes, siendo un grupo de cuatro personas el mayor. Ahora aspiran a atraer a grupos mayores, en cooperación con grupos de estudio de universidades estadounidenses.

Se ofrece a los visitantes un programa de cuatro a seis días. Entre las actividades figuran paseos por el bosque con guías que narran mitos y leyendas de la selva y explican los usos tradicionales de la variada colección de plantas y flores tropicales que crecen en gran profusión; demostraciones del uso de recursos tradicionales como cestería, manera de utilizar una cerbatana y participación en la minga, día en que visitantes y residentes realizan juntos un proyecto de trabajo comunal. La minga puede consistir en dedicar el día a desbrozar el terreno para plantar yuca, construir un centro comunitario o hacer una letrina para la aldea.

Un guía explica al visitante el uso tradicional de las plantas

Aunque se ofrecen a los visitantes maíz, yuca y frutas tropicales procedentes de cultivos locales, gran parte de los alimentos y los suministros han de transportarse desde Tena, a varias horas en canoa río arriba. Se está estudiando la posibilidad de introducir en la localidad otros cultivos alimentarios para evitar los fuertes gastos de compra y transporte de suministros.

El proyecto sigue siendo una empresa colectiva. Mujeres de diversas familias se turnan en la preparación de las comidas para los visitantes. Los hombres de la aldea conducen las canoas y sirven de guías en el bosque. Algunas personas se encargan de llevar las cuentas y otras cuidan de los suministros. Incluso el hechicero de la aldea participa demostrando sus conocimientos especiales del bosque y las leyendas locales y practicando algunas de las ceremonias tradicionales. Todos se unen en la fiesta de despedida de los visitantes. Como el programa hace hincapié en el intercambio cultural, se pide a los visitantes que compartan algo de su cultura en la fiesta de despedida, junto a la música y las danzas tradicionales quechuas que se ofrecen.

Los miembros de la comunidad llevan también la contabilidad, determinan lo que se debe cobrar, deciden a qué grupos acogerán y cuándo y, lo que es más importante, deciden entre todos el uso que se ha de dar a las ganancias. Los beneficios del proyecto han permitido costear emergencias médicas, conceder préstamos a miembros de la comunidad, comprar un motor fuera borda para la canoa comunal y financiar un pequeño negocio que vende productos básicos a visitantes y a aldeanos.

PROGRESOS DEL PROGRAMA

En el verano de 1992, la comunidad invitó a un pequeño equipo del Programa de expediciones de investigación de la Universidad de California a organizar un cursillo juntamente con la comunidad de Capirona con objeto de formular estrategias de gestión a largo plazo para el proyecto. El interés de la comunidad se centraba sobre todo en cuestiones prácticas, de manera que se dedicó mucho tiempo al diseño de un plan de promoción y de un nuevo prospecto; un análisis de costos y beneficios para determinar una estructura de precios y el tamaño ideal de un grupo; un sistema de contabilidad muy elemental; directrices escritas para guías y visitantes; y sugerencias para casos de emergencia y para hacer reservas. Los cursillistas señalizaron también un sendero para la observación de importantes plantas locales, con indicación de sus usos tradicionales y de sus nombres en quechua, español, inglés y latín. En un segundo cursillo en 1993 se inició un estudio forestal y floral y se produjeron también prospectos informativos trilingües (quechua, español, inglés) para los visitantes sobre la historia de los quechuas, su cultura, el uso de los recursos tradicionales y la organización política de los grupos indígenas del Ecuador. Se hicieron prospectos análogos para una oficina regional en Tena.

Código para el ecoturista respetuoso del indígena

Los programas de ecoturismo se realizan a menudo en tierras habitadas por poblaciones indígenas. Con frecuencia, grupos turísticos visitan aldeas locales sin permiso de sus habitantes ni beneficio directo para ellos. Aun cuando unos pocos individuos reciban dinero por alojar en sus casas a visitantes y hacer fotografías, no hay beneficio para el conjunto de la comunidad, situación que puede dar lagar a tensiones en el interior de aquélla.

El siguiente código se basa en las directrices para visitantes formuladas en Capirona en el cursillo de 1992.

Antes de visitar zonas habitadas por indígenas, en viaje organizado o independientemente, el turista ha de considerar lo siguiente:

· ¿Quién administra el programa? ¿Está éste a cargo de personas de la localidad? En tal caso, ¿lo administra la comunidad en cuanto tal, o se lucran sólo unos pocos individuos o familias?

· Si no son los habitantes del lugar quienes administran el programa, ¿reciben las comunidades locales una parte equitativa de las ganancias u otros beneficios directos, como formación? ¿O se benefician sólo algunos individuos o familias?

· Se ha de aprender cuanto se pueda sobre la cultura y las costumbres locales. Las oficinas locales de la federación indígena proporcionan información y materiales con una perspectiva indígena.

· No se han de tomar fotografías sin pedir permiso.

· Si se desea hacer un regalo, regálese algo útil a la comunidad más bien que a una persona. Casi todas las comunidades indígenas funcionan solidariamente. Los regalos para la escuela local son muy apreciados y compartidos por todos.

· No se han de dar propinas a individuos. Si los turistas forman parte de un grupo, cada cual puede contribuir a un regalo para la comunidad.

· Se ha de prestar atención a los límites de los hogares y los jardines. Nunca se ha de penetrar en ellos ni fotografiarlos sin permiso.

· Los turistas han de llevar sus propias pastillas para purificar el apara. No han de confiar exclusivamente en el apara hervida, pues así se consume una leña que no sobra y se contribuye a la destrucción del bosque.

· Se ha de llevar consigo lo que se ha traído (en especial artículos no biodegradables como botellas de plástico). Se hall de utilizar jabones biodegradables.

· Se ha de ser respetuoso con los demás. Se han de utilizar auriculares para escuchar aparatos de música o radios.

· No se han de hacer promesas que no se puedan o no se quieran cumplir: por ejemplo, enviar fotos a las personas de la localidad.

· No se han de recoger plantas ni productos vegetales sin permiso.

· Se ha de vestir de manera adecuada y discreta. Por ejemplo, en muchas culturas es escandaloso que las mujeres lleven pantalón corto, aun cuando puedan descubrir el busto.

· Se ha de respetar la intimidad y las costumbres de los nativos. Los turistas han de tratar a los miembros de la comunidad con el mismo respeto que esperan de quienes les visiten en su propio hogar.

Se analizaron otras actividades remunerativas relacionadas con el programa de ecoturismo, tales como la venta de objetos de artesanía local, tarjetas postales y un jabón biodegradable hecho con una planta local. Se convino en que la comunidad no podía vivir exclusivamente del ecoturismo, sino que debía considerar otras alternativas económicas. Algunas de las posibilidades estudiadas fueron la cría de pollos para las comidas de los visitantes y la venta de los excedentes en la ciudad; el establecimiento en Capirona de un centro de formación de guías para la región; el cultivo de cacao, de plaguicidas naturales y de otros productos forestales para venderlos en Tena.

El cursillo de agosto de 1993 siguió desarrollando algunas de estas ideas, evaluó los progresos realizados, produjo un prospecto educativo bilingüe e inició un amplio estudio forestal. En los debates del cursillo se plantearon muchas cuestiones sobre las consecuencias para el medio ambiente de la afluencia de visitantes. Por ejemplo, actualmente nativos y visitantes consumen el agua del río y utilizan éste asimismo para lavar y bañarse, situación que podría dar lugar a problemas de contaminación del agua.

Un segundo desafío es la creciente necesidad de cortar leña para encender fuegos varias veces al día con objeto de purificar el agua potable destinada a los visitantes. Aunque actualmente se utilizan bombonas de gas para hervir el agua, hay dudas sobre la sostenibilidad de esta opción a largo plazo. Las comidas ofrecidas a los visitantes están constituidas sobre todo por frutas y legumbres de cultivos locales, pero se compran y transportan desde Tena alimentos complementarios. Dados los costos y los problemas derivados del transporte, un mayor número de visitantes puede conducir a que se desbrocen más tierras para producir alimentos suficientes para sostener el programa de ecoturismo. Si se reciben muchos visitantes durante un período prolongado debe considerarse también la eliminación de desperdicios. Quedan por determinar todavía los límites necesarios para garantizar la conservación de los recursos naturales de los que depende la comunidad.

Se plantean también cuestiones de seguridad y de respeto a la vida privada. El ecoturista radical desea visitar la selva, experimentar su soledad y errar por sus senderos libremente. Pero la selva tiene muchos peligros para el visitante inexperto, y se precisa un guía tanto para información como por razones de seguridad. Muchos ecoturistas desean también visitar los hogares tradicionales y tomar contacto con una cultura diferente. Pero los quechuas son un pueblo que guarda su intimidad y no está acostumbrado a la presencia de intrusos, y mucho menos de cultura occidental. Es preciso establecer un equilibrio fijando límites a los visitantes sin hacer que se sientan confinados ni demasiado controlados. La participación de dos estudiantes nativos norteamericanos (de los pueblos hopi y navajo) en los cursillos elevó el nivel de los intercambios culturales, pues comunicaron una valiosa información sobre la forma en que los hopis y los navajos han procurado equilibrar estos intereses conflictivos en el seno de sus propias comunidades.

Visitantes y aldeanos participan en la minga para recoger maíz

VELAS PARA LOS TURISTAS, ELECTRICIDAD PARA LOS QUECHUAS

La cabaña del visitante en Capirona se alumbra con velas, mientras que para las actividades de la aldea se utilizan generadores de electricidad. Esta dualidad ejemplifica una de las cuestiones claves derivadas del proyecto: la cuestión de la autenticidad cultural. ¿Deben seguir viviendo los aldeanos en chozas tradicionales y vestir ropas tradicionales para mantener la apariencia de autenticidad con objeto de agradar a los visitantes? ¿Hasta dónde debe llegar la comunidad local en la complacencia a los deseos de los visitantes sin comprometer su propia integridad? ¿Se ve promovida su cultura tradicional por el interés de los turistas?

Algunos sostienen que el turismo revive y mantiene tradiciones - danzas populares, ceremonias o artesanía - que de otro modo se perderían. En cambio, mantener tradiciones como las velas para los turistas mientras que los nativos prefieren alumbrarse con electricidad es inauténtico, porque los indígenas han cambiado. Se visten a la manera occidental, muchos van a la escuela y todos participan en la lucha para mantener el dominio de sus tierras tradicionales frente a las intromisiones de colonos o de compañías petroleras. De hecho, el futuro del programa modélico de Capirona se ha visto recientemente amenazado por la visita de equipos de prospección sísmica de la compañía petrolera nacional que buscaban petróleo en la región. La comunidad protestó enérgicamente por esta incursión en sus tierras y, al menos por ahora, los trabajos exploratorios cesaron.

El entusiasmo de los representantes de aldeas cercanas por iniciar sus propios proyectos de ecoturismo ha puesto también de manifiesto la necesidad de un plan regional. Para que los programas ecoturistas indígenas compitan con éxito con las agencias de viajes establecidas, debe haber un plan y políticas regionales que regulen las relaciones con agencias de viajes de fuera de la región. El mercado para este sector especializado de la industria del ecoturismo es limitado. Es esencial, pues, desarrollar programas con diversas orientaciones para evitar la saturación del mercado. Por ejemplo, algunas aldeas podrían especializarse en recibir a ornitólogos interesados en observar las aves, otras podrían centrarse en actividades culturales y otras podrían servir como centros regionales de investigación, educación y capacitación para científicos y estudiantes locales y extranjeros. Una red de ecoturismo indígena se está desarrollando actualmente en combinación con la federación indígena regional para coordinar estas actividades.

CONCLUSION

El ecoturismo despierta un interés creciente entre los pueblos indígenas de Ecuador. Recientemente, 23 comunidades organizaron la red oficial de ecoturismo RICANCIE patrocinada por la federación indígena provincial. Hasta ahora, sólo dos aldeas aparte de Capirona han aceptado visitantes, pero otras están decididas a hacerlo. En agosto de 1994, 19 comunidades del grupo étnico shuar en la provincia de Pastaza convinieron en lanzar sus propios programas de ecoturismo. La Confederación Nacional India del Amazonas (CONFENIAE) tiene ahora un empleado permanente encargado del ecoturismo.

Aunque los programas de ecoturismo del país todavía son administrados predominantemente por grandes compañías nacionales e internacionales sin representación indígena, la situación está empezando a cambiar. CETUR, la agencia estatal de turismo, ha constituido una comisión encargada de desarrollar el turismo en la Amazonia en cooperación con las federaciones indígenas.

El actual interés por el ecoturismo entre los grupos indígenas se explica en buena medida por el temor a las explotaciones petroleras en la región. La grave contaminación de ríos y tierras en otras partes del Ecuador ha movilizado a la mayoría de las federaciones indígenas contra la extracción de petróleo. Sin embargo, el Gobierno sigue realizando prospecciones petrolíferas en la Amazonia. Capirona y muchas otras comunidades indígenas están ubicadas en las zonas de prospección y ya han tenido conflictos con los equipos de exploración.

El ecoturismo como estrategia de conservación no es una panacea. La industria de los viajes es un negocio frágil. Un lugar que está de moda este año puede quedar relegado el próximo. Pero todavía más importante para los lugares ecoturísticos a los que dan atractivo su propio alejamiento, su carácter prístino y agreste es el peligro de un éxito excesivo. El ecoturismo no es idóneo para todos los bosques. Debe haber una diversificación de actividades sostenibles. Y cuando las poblaciones nativas se ven comprometidas, deben participar plenamente y disfrutar equitativamente de los beneficios.


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