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Editorial: Cómo financiar la silvicultura sostenible

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), celebrada en Rio de Janeiro en 1992, los dirigentes mundiales asumieron el compromiso de trabajar para la gestión y la conservación sostenibles de toda clase de bosques. Tanto el Programa 21 de la CNUMAD en su Capítulo 11 como los Principios Forestales subrayan la urgencia y la importancia de asignar nuevos y mayores recursos al desarrollo y la gestión de los bosques.

A mitad de camino entre la Cumbre de la Tierra y el final del siglo -fecha prevista para el logro de los objetivos de la Cumbre- resulta claro que los progresos se ven obstaculizados por la insuficiencia de los recursos financieros y tecnológicos.

Las inversiones forestales netas de 31250 millones de dólares EE.UU. al año durante el período 1993-2000 previstas por la CNUMAD están lejos de realizarse. Los países en desarrollo están atrayendo hacia la silvicultura inversiones por un total de unos 20000 millones de dólares anuales de fuentes nacionales y extranjeras. Al mismo tiempo, sin embargo, ven reducirse su capital forestal como consecuencia de una deforestación que se calcula en unos 16 millones de hectáreas al año.

Se utilizan en este número de Unasylva ampliamente los materiales preparados para el taller de junio de 1996 sobre Mecanismos financieros y fuentes de financiación para la silvicultura sostenible, que tuvo lugar en Pretoria por iniciativa de los Gobiernos de Sudáfrica y de Dinamarca y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el marco de las actividades organizadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos Forestales establecido por la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible (Naciones Unidas).

Se reproduce ante todo (página de enfrente) el texto íntegro de la Declaración de Pretoria suscrita por los participantes en el taller mencionado. El artículo principal, de M.E. Chipeta del Departamento de Montes de la FAO, analiza distintas prospectivas sobre las principales oportunidades y dificultades de financiación de la silvicultura sostenible en las regiones en desarrollo, basado en una serie de estudios regionales realizados por la FAO. El artículo siguiente, de J.L. Blanchez e Y.C. Dubé, también del Departamento de Montes de la FAO, examina la situación en Africa con mayor detenimiento, concluyendo con un resumen de propuestas para dar impulso a la financiación forestal en la región. Ambos artículos hacen hincapié en la necesidad de acercar los puntos de vista de quienes aportan los fondos (nacionales o extranjeros, públicos o privados) a los de los beneficiarios o usuarios potenciales.

«Financiación innovadora» de la silvicultura puede significar la creación y el desarrollo de mecanismos de financiación enteramente nuevos o la adaptación y aplicación de procedimientos financieros consagrados a las necesidades especiales de la gestión sostenible de los bosques. El artículo escrito por un equipo de cuatro personas de Environmental Advantage, organización no gubernamental con sede en Nueva York, trata de los mecanismos financieros que podrían facilitar la transición a la gestión sostenible de los bosques y desarrollarla.

Un enfoque particularmente innovador para financiar la conservación de los recursos naturales ha sido el canje de deuda por naturaleza, operación que se inició en 1987. J.P. Resor, del Fondo Mundial para la Naturaleza de los Estados Unidos, analiza esta experiencia a lo largo de un decenio y sus perspectivas de futuro.

En el breve artículo siguiente, D. Gaviria, que trabajó en la Oficina Nacional de Planificación de Colombia y está ahora en el Ministerio del Medio Ambiente, analiza los instrumentos económicos y financieros para la silvicultura sostenible en su país, con especial consideración de los efectos de la Ley 99 promulgada en 1993, que creó el Ministerio del Medio Ambiente y puso los cimientos de la política forestal nacional.

M.G. Morell presenta las conclusiones de un estudio de la FAO sobre mecanismos de financiación de la silvicultura comunitaria en Costa Rica y Nicaragua. El artículo destaca las lecciones aprendidas que pueden aplicarse a un nivel más amplio, en particular la respuesta positiva de los pequeños usuarios a los incentivos económicos y las señales del mercado.

Una de las dificultades habituales para invertir en la silvicultura es que se asigna a los bosques un valor de mercado muy bajo o nulo. El artículo de S. Kengen, del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y los Recursos Naturales Renovables, analiza la relación entre la valoración de los bosques y la financiación de proyectos y programas forestales.

K. Keipi, del Banco Interamericano de Desarrollo, analiza la conveniencia y el papel de los incentivos oficiales a las plantaciones forestales en América Latina. Se consideran las plantaciones industriales y no industriales, incluidos los sistemas agroforestales.

Los recursos financieros por sí solos no son suficientes para promover la silvicultura sostenible; pero sin fondos adecuados, nunca se alcanzará el objetivo de una gestión forestal económicamente eficiente, socialmente equilibrada y ecológicamente sana.

Este número de Unasylva incluye también un análisis provocador de la situación y el desarrollo de los recursos forestales rusos. Sus autores, A. Shvidenko y S. Nilsson (del Instituto Internacional de Análisis Aplicado de Sistemas) afirman que la perspectiva popular de «desaparición» de los bosques rusos es inexacta y que, pese a las deficiencias de la gestión forestal, la estabilidad y la capacidad de regeneración de los recursos, en particular de los bosques boreales, son elevadas.


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