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El verdadero alcance de la deforestación en el Africa occidental en el siglo XX

J. Fairhead y M. Leach

La magnitud de la deforestación del Africa occidental en el siglo XX se ha exagerado y debería estimarse solamente en un tercio de la que se había calculado. Se presentan las principales conclusiones de la investigación de los cambios registrados en la vegetación en el último siglo en Côte d'Ivoire, Sierra leona, Liberia, Ghana, Togo y Benin.

Baobab oculto en un bosque cerrado, indicativo de la capacidad de los agricultores para transformar la sabana en monte bravo

James Fairhead trabaja en el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Oxford, Reino Unido. Melissa Leach trabaja en el Instituto de Estudios sobre el Desarrollo de la Universidad de Sussex, Brighton, Reino Unido.

Son muchas las estimaciones de la evolución de la cubierta forestal del Africa occidental que se han realizado a lo largo del siglo XX. En las estimaciones realizadas recientemente se ha exagerado la magnitud del proceso de deforestación que se ha registrado desde 1900, hasta el punto de que, posiblemente, la pérdida real de superficie forestal es tan sólo un tercio de la que se apunta en los estudios científicos internacionales. Si las estimaciones de la cubierta vegetal y de su evolución que se vienen efectuando desde hace una década a partir de múltiples fuentes de dates, incluida la teledetección (FAO, 1996, Sayer et al., 1992) son coda vez más precisas, no ocurre lo mismo con las evaluaciones de la cubierta forestal realizadas en épocas anteriores, que sirven como elemento de comparación. Al evaluar la desaparición de la superficie forestal se han utilizado las fuentes históricas sin hacer un análisis crítico de las mismas, o simplemente dichas fuentes no se han utilizado. En efecto, a la mayor parte de los autores les parece razonable establecer suposiciones sobre la naturaleza y extensión de la vegetación en períodos anteriores o hacer referencia, sin espíritu crítico, a otros estudios que realizan ese tipo de suposiciones. En particular, se considera aceptable deducir la naturaleza y extensión de la cubierta forestal existente en el pasado, así como el ritmo de deforestación, a partir de las observaciones de la vegetación actual, que se complementan estableciendo los siguientes supuestos:

· que allí donde en la actualidad se dan las condiciones climáticas y edafológicas para que puedan existir bosques, éstos existieron de hecho en un principio en forma inalterada, hasta que se produjo su degradación, que dio paso a la situación actual, o su desaparición total en favor de la sabana;

· que la pérdida de los bosques se debe fundamentalmente a la acción humana;

· que la penetración del ser humane en los bosques es un fenómeno relativamente reciente (que habría comenzado, en general, a principios de siglo);

· que anteriormente la agricultura y la explotación de la tierra eran actividades de muy escasa importancia o inocuas para el bosque.

El estudio de la evolución de la cubierta forestal se ve dificultado par problemas de definición, que, de hecho, pueden originar diferencias importantes en la contabilización de las pérdidas o las existencias. Uno de los objetivos que se plantearon los autores al llevar a cabo este estudio fue identificar cases en que los investigadores o los políticos han sido inducidos al error (o han llevado a otros a cometerlos) par esos problemas de definición de la deforestación (o de la forestación). En general, se define el bosque, de acuerdo con Hall (1987), como «la vegetación dominada par árboles, sin un piso inferior de gramíneas o herbáceas, y que no ha sido roturado recientemente». En esta definición, el bosque incluye las zonas que han sido taladas, pero se distingue claramente de la sabanas. En este contexto, se estudiarán tan sólo las características forestales de las zonas húmedas y semihúmedas del Africa occidental. Esta definición concuerda con la que aparece en la Evaluación de los recursos forestales de la FAO de 1980 (FAO, 1981), pero no con la de 1990 (FAO, 1993), que considera como «bosques húmedos» zonas muy extensas del Africa occidental que habitualmente no se definen de ese modo. Esto hace imposible comparar las cifras de esta evaluación con las que aportan otras fuentes. Por lo que respecta a los dates correspondientes a 1990, el presente artículo se basa principalmente en otras evaluaciones recientes, que han sido sintetizadas par el Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación (Sayer et al., 1992).

Se ha tratado de alcanzar una mayor precisión con respecto a la extensión de la cubierta vegetal en diferentes períodos recurriendo a descripciones del paisaje, fotografías aéreas y mapas provenientes de períodos anteriores, así como a los testimonies orates. Se ha pretendido arrojar luz sobre la deforestación y sobre la ecología forestal a partir de las fuentes históricas, en lugar de interpretar la historia de la evolución forestal apoyándose en fuentes ecológicas. Esta metodología es fruto del estudio realizado anteriormente en la República de Guinea (Fairhead y Leach, 1996), que reveló un sorprendente contraste entre las evaluaciones de la evolución de la vegetación que contenían los documentos científicos y de política y los dates históricos. De hecho, en la prefectura guineana de Kissidougou, la superficie de bosques había aumentado a expenses de la sabana a lo largo del último siglo, que es el período que, según los estudiosos, había resultado más destructivo para los bosques. La investigación social y antropológica puso de manifiesto que las mismas observaciones que para los científicos y los responsables de las políticas indicaban que se había registrado deforestación, en realidad denotaban una actividad de forestación con intervención del hombre. En particular, las manchas forestales existentes en la sabana debían su existencia a la acción de las poblaciones que se habían asentado en esas zonas. Por consiguiente, no eran reliquias de mesas forestales más extensas, tal como se había creído. La investigación reveló también que los agricultores habían establecido el barbecho forestal en lo que anteriormente eran sabanas herbáceas y que, en consecuencia, las extensiones de monte bravo no eran, como se había creído, bosques degradados. Se comprobó, además, que en la sabana se plantaban palmas de aceite, las cuales no eran, pares, restos de la «sabanización» del bosque.

Sobre la base de esas indicaciones y de los estudios históricos, se llevó a cabo, en varios países del Africa occidental, un análisis crítico de los dates relativos a la deforestación registrada durante el siglo XX. A continuación se exponen sucintamente las conclusiones acerca de la evolución forestal en Côte d'Ivoire, para ilustrar los problemas que plantea el estudio de los dates correspondientes a la cubierta forestal; también se ofrecen observaciones con respecto a la deforestación en Sierra leona, Liberia, Ghana y Benin.

Côte d'Ivoire

Tras la evaluación de los recursos forestales de 1980 efectuada par la FAO/PNUMA (FAO, 1981), se generalizó la idea de que Côte d'Ivoire era el país tropical que tenía una tasa más elevada de deforestación. Entre 1978 y 1984 se publicaron numerosos artículos que utilizaban los mismos dates (Cuadro 1) y llegaban a las mismas conclusiones (Monnier, 1981; Bertrand, 1983; Arnaud y Sournia, 1978; Myers, 1980). Estos estudios han influido en otros trabajos más recientes relativos a la evolución de la cubierta forestal de Côte d'Ivoire durante el presente siglo (Parren y de Graaf, 1995; Sayer et al., 1992; Myers, 1994).

Los dates relativos a la superficie forestal en 1955 y 1965 se elaboraron a partir de una importante evaluación del potencial maderero nacional realizada par el Centre technique forestier tropical (CTFT, 1966; Lanly, 1969). Los dates correspondientes a 1980 se basaron en el estudio de 1966, pero se actualizaron teniendo en cuenta las estadísticas sobre la utilización de las tierras agrícolas. El estudio de la FAO de 1981 no suministraba dates con respecto a 1900, dada que se trataba de la «zona forestal» que los autores consideraban que había permanecido casi «intacta». Sin embargo, se considera que no pueden aceptarse ni la cifra que se ofreció para 1900 ni las correspondientes a 1955, 1965 y 1980. Por consiguiente, todos los estudios subsiguientes presentan graves deficiencias en lo que respecta al análisis de la cubierta vegetal de períodos anteriores.

CUADRO 1. Evolución de los bosques densos húmedos en Côte d'Ivoire

Fecha

Superficie (millones de ha)

Hacia 1900

14,5

Fin de 1955

11,8

Fin de 1965

9,0

Fin de 1973

6,2

Fin de 1980

4,0

Fin de 19901

12,7

Pérdida total desde 1900

11,8

1 Cifra tomada de Sayer et al., 1992. Fuente: FAO (1981).

Para calcular la superficie de la zona forestal y el porcentaje de bosque dense, el estudio de 1966 se basaba en el conjunto de fotografías aéreas que se habían tomado en Côte d'Ivoire en 1954-56 y en los mapas que se habían trazado a partir de dichas fotos. La cubierta forestal existente en 1966 se calculaba comparando la proporción de tierras cubiertas de bosques en una muestra de fotografías correspondientes a 1956 y 1966. El resulta do alcanzado indicaba que la cubierta forestal había pasado del 75 al 54 par ciento de una zona de 13,1 millones de hectáreas (Lanly, 1969). El estudio no incluía el extreme sudoccidental, en el que la proporción de bosques era mayor que en el resto del país, pero cuando se había tomado en consideración se había observado que la cubierta forestal había disminuido de 11,8 millones de hectáreas en 1955, a 9 millones en 1966.

Pero existen varias razones par las cuales se pueda dudar de esa cifra. En primer lugar, parece difícil conjugar la afirmación de que el 75 par ciento de la zona forestal de Côte d'Ivoire estaba cubierta de bosques en 1955 con las observaciones realizadas en los años cincuenta par Aubreville y Mangenot, forestales coloniales que tenían un buen conocimiento de Côte d'Ivoire. En 1955, Mangenot señaló que, exceptuando la parte sudoccidental del país (2 millones de hectáreas de bosque, aproximadamente), «Las reserves del departamento forestal representan prácticamente los únicos ejemplos intactos que permiten estudiar el bosque dense» (...) y que «generalmente, a los botánicos les resulta difícil encontrar bosques maduros» (Mangenot, 1955). Las reserves forestales (que ocupaban 4,5 millones de hectáreas) y los bosques de la región sudoccidental tenían en conjunto una extensión de sólo 6,5 millones de hectáreas (el 40 par ciento de la supuesta extensión de la zona forestal). Es significativo que el propio Aubreville estimara que en 1950 la superficie de bosques de Côte d'Ivoire era solamente de 7 millones de hectáreas (Aubreville, 1959)

Mapa de la «zona forestal» del Africa occidental, y emplazamiento en que se llevó a cabo anteriormente el trabajo de campo en Kissidougou, Guinea. (Basado en el mapa de vegetación de Africa elaborado par la UNESCO/AEFTAT/UNOS)

Una aldea en las márgenes de una reserve forestal (Ziama, Guinea). ¿Impidieron los límites de la reserva (bambúes) que la población siguiera invadiendo el bosque o se amplió el bosque hasta el limite de la reserva?

Estos autores establecían una distinción entre el bosque (estuviera o no sobreexplotado) y otros uses de la tierra. Mangenot (1955) se expresó de forma explícita sobre las ilusiones que pudiera abrigar un observador poco atento acerca de la cubierta forestal de Côte d'Ivoire:

«Cuando se observe desde lo alto de una colina el paisaje parece un océano de árboles... Pero cuando uno (...) lo recorre a través de los senderos advierte que en muchas zonas se trata de un cadáver: el bosque ha sido destruido; sólo sobreviven algunos árboles de gran tamaño a cuya sombra crecen la palma, el café, el cacao y la cola, así como los campos de yuca y ñame. Por lo tanto, coda aldea está en el centro de una zona no desarbolada - existen grandes árboles par doquier y las especies cultivadas son árboles de pequeño tamaño, arbustos y herbáceas gigantes - sino deforestada. El bosque dense ha sido sustituido par un mosaico de plantaciones, campos y arbustos de pequeñas especies leñosas secundarias.»

Otras fuentes parecen indicar también que el estudio impulsado par el CTFT exageraba la extensión de la cubierta forestal en 1955. Casi simultáneamente, en 1967, se llevó a cabo un segundo examen de la cubierta forestal de Côte d'Ivoire (Guillaumet y Adjanohoun, 1971), con cuyos mapas fue posible elaborar una estimación de la superficie cubierta de bosques (aunque no la hicieron los propios autores). El estudio de la FAO (1981) y del Programa de las Naciones Unidas para el media ambiente1 afirma que los dates de ese estudio confirman la evaluación de Lanly (1969), pares parece que de los mapas puede deducirse que la extensión de la cubierta forestal era de casi 8,8 millones de hectáreas. Sin embargo, el mapa de la cubierta forestal de Guillaumet y Adjanohoun (1971) se trazó utilizando las fotografías aéreas que se habían tomado en 1954-56. Así pares, lejos de corroborar la cifra que ofrece Lanly (1969) con respecto a la cubierta forestal en 1966, rebajan la que indica para 1955, al afirmar que en esa fecha la superficie de bosques de Côte d'Ivoire se aproximaba a los 8,8 millones de hectáreas

1 El PNUMA ofreció asistencia para la realización de la Evaluación de los recursos forestales, 1980.

Otro elemento que induce a cuestionar las cifras de la FAO de la deforestación en Côte d'Ivoire son las evaluaciones de la cubierta forestal realizadas en las primeras fases del período colonial. Si bien es cierto que algunos estudiosos de las existencias forestales a escala mundial, como Breschin (1902) y Zon y Sparhawk (1923) indicaban que la mayor parte de la zona forestal del país estaba cubierta de bosques - sus estudios han inducido a error a algunos autores modernos -, otros especialistas de Côte d'Ivoire no eran tan ingenuos. Meniaud era bien explícito al respecto. En un trabajo titulado «Errores estadísticos relativos a la superficie de Grand Forêt, los espacios vacíos en el interior de sus límites extremes y el motivo de la existencia de esos espacios», afirmaba que «Las zonas que generalmente figuran en las estadísticas como ocupadas par el bosque dense se calculan con arreglo a sus límites extremes [es decir] 11 millones de hectáreas par lo que respecta al bosque dense de Côte d'Ivoire». El autor calcula que, teniendo en cuenta las áreas cultivadas y de sabana de la zona forestal, «el bosque primario, aquel que es explotado únicamente par la industria de exportación de madera» sólo tenía una superficie de 8 millones de hectáreas (Meniaud, 1930). Chevalier (1909) daba una cifra aún más baja, de 6 millones de hectáreas, al igual que Gros (1910), que cifraba la superficie de bosque en 7,2-7,8 millones de hectáreas

Imagen de la zona de transición del bosque a la sabana tomada par satélite en el marco del SPOT. ¿Se trata de un paisaje semivacío, estable, o semicubierto de bosques?

El examen de las relaciones entre la población y el uso de la tierra obliga también a cuestionar las conclusiones de quienes ofrecen unas cifras tan elevadas con respecto a la cubierta forestal de 1955. Al oeste del río Bandama, el arroz es un cultivo importante, y en esas regiones Chevalier (1909) calculaba que una densidad de población de sólo 7 habitantes par km2 era suficiente para cultivar todo el territorio mediante el sistema de barbecho de matorral rotatorio, con una duración del barbecho de entre 12 y 15 años. Según afirmaba este autor, «esto no es una exageración, dada que en torno a las aldeas de 200 habitantes el bosque está destruido en un radio de 5-7 km». En 1955, tres regiones al oeste de Bandama tenían densidades de población muy superiores: Daloa, con 7,2/km; Man, con 10,6/km; y Gagnoa, con 16,4/km. Las otras dos regiones del extreme sudoccidental (Sassandra, con una densidad de 2,2 habitantes par km2, y Tabou, con 1,6) tenían menos población, en consonancia con las afirmaciones que indicaban que esas zonas eran las últimas reserves forestales. Aun aceptando que Chevalier exageraba, esos núcleos humanos debían tener un impacto importante en la cubierta forestal. También en el este había núcleos de población importantes. Hacia 1900, en la región de Moronou había al menos 62 aldeas en una zona de unas 350000 ha (Ekanza, 1981). Sólo con que coda aldea explotara la tierra en un radio de 4 km, toda la zona estaría utilizada. La densidad de aldeas y de población era similar en toda la región de Aoussoukrou y en la región de Ouéllé de la zona forestal, entre los ríos Nzi y Comoé. Algunas zonas debían estar más densamente habitadas que otras, lo que daría lugar a un mosaico de bosques y especies de barbecho de edades distintas, mezclados con plantaciones de cola, palma, plátanos y otros cultivos. Ahora bien, sería totalmente erróneo considerar que esa región era en su totalidad zona de bosques.

Por otra parte, es poco probable que la superficie forestal fuera macho más extensa en 1900 que en 1955. Muy posiblemente, era más reducida. Una parte sustancial del bosque existente a mediados del siglo podría ser producto de la regeneración registrada en tierras que antes se habían dedicado a la agricultura. Muchas partes de la región forestal se habían despoblado en el curse de las guerras que habían enfrentado a los franceses con los pueblos baoule, bete, guro y dida entre 1900 y 1912. Estos pueblos ocupan una extensa región de la zona forestal de Côte d'Ivoire. Las consecuencias de esas guerras sobre el pueblo baoulé, que habitan en los límites del bosque, son las que están mejor documentadas. Resultó gravemente diezmado, pasando de casi 1,5 millones de individuos en 1900 a 225000 en 1916 (Weiskel, 1980). Se trata, en efecto, de una gran pérdida, si se tiene en cuenta que en 1921 la población del país en su conjunto se cifraba, según las estadísticas oficiales, en 1,5 millones de habitantes, que en 1955 sólo habría aumentado a 2,5 millones.

La pérdida de población no afectó únicamente al pueblo baoulé. Por ejemplo, un tercio de la población de Guiglo, en el sudoeste, huyó a Liberia en tiempos de la ocupación francesa, y en esa parte de la región sudoccidental la población no se recuperó entre 1906 y 1972. Los cataclismos demográficos de las primeras etapas del período colonial se vieron agravados par las enfermedades, como la epidemia de gripe de 1918-19, y par la escasez de fuerza de trabajo ocasionada par el reclutamiento de soldados para la guerra de 1914-18 y el trabajo forzoso en faenas de porteo y construcción de carreteras. De esta forma, en las zonas en las que se interrumpieron las labores agrícolas el bosque se habría regenerado. Muchos observadores señalaron que antes de la independencia se había registrado una fuerte deforestación en las proximidades de las carreteras, lo cual se debió a que el régimen colonial había obligado a la población a abandonar sus asentamientos y emigrar hacia las aldeas situadas en las zonas próximas a las carreteras.

Cada una de estas fuentes históricas puede ser cuestionada, ya sea par razones de subjetividad, especificidad de los lugares o ambigüedad de las definiciones. Pero, en conjunto, parecen desmentir a quienes afirman que en 1900 la superficie forestal de Côte d'Ivoire era de 14,5 millones de hectáreas y ponen seriamente en tela de juicio la cifra de 11,8 millones de hectáreas en 1955.

Es necesario plantear otra cuestión acerca de la superficie de la «zona forestal». En 1909, Chevalier afirmaba que se conocían los límites de la zona de bosques de Côte d'Ivoire y que tenía una superficie de unos 12 millones de hectáreas. Otros especialistas la cifraban entre 11 y 13 millones de hectáreas. Sin embargo, todos los estudiosos modernos indican que la zona forestal era macho más extensa, y cubría unos 15,7 millones de hectáreas.

Esta discrepancia se puede explicar, en parte, porque los autores de principios de siglo situaban fuera de la zona forestal una faja de 20 km desde la costa hacia el interior (una extensión de casi un millón de hectáreas), debido a que no estaba cubierta de bosque, ya fuera par la existencia de lagunas, sabanas litorales o tierras de cultivo. Más importante es el hecho de que un área de 2 millones de hectáreas de los límites septentrionales de la zona forestal se incluye ahora dentro de dicha zona (con el argumento de que debe estar cubierta de bosques), mientras que en 1912 se consideraba que no formaba parte de ella. De las descripciones del paisaje de aquella época se desprende claramente que a principios de siglo no contenía grandes extensiones de bosque. Es, pares, erróneo afirmar que ha sido deforestada desde 1900, como lo hacen muchos autores actuales.

Faja forestal en torno a una aldea en el norte de Sierra Leona, indicativa del potencial de vegetación y, par tanto, de la vegetación anterior, o de la capacidad de la población para establecer una formación forestal en un lugar en el que no habría existido sin su intervención

Además, existen pruebas de que en los últimos siglos la superficie de la cubierta de bosques (y de barbecho forestal) ha aumentado en relación con la sabana. Algunas áreas integradas actualmente en la zona forestal estaban anteriormente ocupadas par la sabana. Por ejemplo, Ekanza (1981) no daba crédito a quienes le comunicaron que la región de Moronou, que ahora forma parte de la zona forestal, era una zona de sabanas. Sin embargo, esto es perfectamente coherente con los resultados de los estudios ecológicos realizados recientemente en Côte d'Ivoire. En la zona de sabanas de Baoulé, los habitantes de las aldeas señalan que el bosque progresa en las zonas que se cultivan, afirmación que es corroborada par las investigaciones sobre la dinámica forestal en los límites entre el bosque y la sabana (Spichiger y Blanc - Pamard, 1973). Por otra parte, unos ancianos le indicaron a Adjanohoun (1964) que algunas extensiones de sabana que ahora forman parte del bosque dense desaparecieron ante el avance del bosque. No se ha registrado un proceso de sabanización del bosque; antes bien, «es el bosque el que invade la sabana, y eso a pesar de su intervención» (Spichiger y Lassailly, 1981).

CUADRO 2. Estimaciones sobre la evolución de la cubierta forestal en Côte d'Ivoire

Fecha

Superficie1 (millones de ha)

Nueva estimación

Hacia 1900

14,5

alrededor de 7-8

Fin de 1955

11,8

alrededor de 7-8,8

Fin de 1965

9,0

alrededor de 6,3

Fin de 1973

6,2

alrededor de 5,5

Fin de 1980

4,0

-

Fin de 19902

2,7

alrededor de 2,7

Total

11,8

alrededor de 5,3-7,3

1 Cifra tomada de FAO (1981).
2 Cifra tomada de Sayer et al. (1992).

Todos estos argumentos obligan a cuestionar las cifras ortodoxas relativas al proceso de deforestación registrado desde 1900. Sobre la base de la crítica que se ha expuesto, se propugna la hipótesis que figura en el Cuadro 2 respecto a la evolución de la cubierta forestal, según la cual habría que reducir la pérdida de superficie forestal durante el presente siglo a la mitad de la cifra que ofrecen los especialistas actuales.

Sierra Leona

Algunos autores (Sayer et al., 1992; Nyerges, 1987) han afirmado que la deforestación de Sierra leona es un fenómeno reciente. Myers (1980) señaló que «incluso en una época muy reciente (a finales de la segunda guerra mundial) la superficie de bosque prácticamente inalterado podía cifrarse en 5 millones de hectáreas. Según dates oficiales, la superficie de bosque húmedo primario no supera actualmente las 290000 hectáreas, lo que demuestra el enorme impacto de las actividades humanas». Pero estas afirmaciones son absurdas, como lo es la acusación dirigida a los agricultores africanos, dada que a comienzos del presente siglo varios especialistas forestales estimaban la cubierta forestal en tan sólo 100000-200000 hectáreas, es decir, el 1 par ciento de la superficie del país (Unwin, 1909; Lane - Poole, 1911). Otras evaluaciones modernas de la evolución de la cubierta forestal han tenido en cuenta estos dates y sitúan la deforestación en el período comprendido entre 1816 y 1860, en el que Sierra leona comenzó a exportar madera (Dorward y Payne, 1975; Millington, 1985). Dichos estudiosos consideran que la deforestación provocada en Sierra leona par la explotación maderera, y el asentamiento subsiguiente de los campesinos en las tierras forestales, prefigura, en el siglo XIX, el fenómeno que se registraría en el resto del Africa occidental durante el siglo XX. Sin embargo, ni el análisis de la calidad y cantidad de madera exportada, ni el estudio de los movimientos de población permiten sustentar esta conclusión (Fairhead y Leach, 1997). Las cifras relativas a la exportación de madera no explican ni siquiera la deforestación del 2 par ciento de la superficie afectada. En resumen, si después de las talas apenas quedaba madera en pie la cause hay que atribuirla a que las existencias siempre habían sido reducidas. Así lo corroboran todos los testimonies procedentes de principios del siglo XIX, tanto de la costa como del interior. El fenómeno de la «deforestación» ha de ser reconsiderado de forma radical.

Liberia

Algunos autores (Dorm - Adzobu, 1985) sostienen que alrededor de 1900 la mayor parte de Liberia estaba cubierta de bosques maduros. Estas estimaciones exageradas de la cubierta forestal han llevado a exagerar también el fenómeno de la deforestación. Gornitz y NASA (1985) cifran la superficie de bosques existente en 1900 en 6,5 millones de hectáreas, y Parren y de Graaf (1995) en 7,3 millones. Pero el análisis exhaustivo de las fotografías aéreas realizado en 1947 indicó que la extensión de bosque dense era de 3,5 millones de hectáreas y la superficie de vegetación arbustiva (un bosque con la cubierta de copes interrumpida, parcialmente talado para la práctica de la agricultura) de 1,9 millones de hectáreas, lo cual permite cifrar la superficie de bosque en 5,4 millones de hectáreas; y que durante la primera mitad del siglo la superficie forestal no había mermado, sine que se había incrementado, fenómeno que podía extenderse a los tres siglos anteriores, como consecuencia del descenso demográfico (Mayer, 1951). De hecho, Mayer consideraba a Liberia como «un país sobreexplotado y agotado, de gran antigüedad». Algunos estudios han exagerado la deforestación, al subestimar la cubierta forestal existente en la actualidad. Por ejemplo, el estudio de la FAO (1981) estimaba que la superficie de bosques densos de Liberia era de 2 millones de hectáreas (y que se reduciría a 1,7 millones en 1985), mientras que otros estudios más recientes, realizados sobre la base de fotografías aéreas e imágenes tomadas par satélite dan una estimación de 4-4,4 millones de hectáreas, lo que obliga a cuestionar los cálculos efectuados par la FAO en 1981. En suma, es probable que a lo largo de este siglo Liberia no haya perdido 4-4,5 millones de hectáreas de bosque, con lo que sólo perviviría el 17 par ciento de la cubierta forestal (Gornitz/NASA, 1985), sine tan sólo un millón de hectáreas, y que se conserve, par tanto, el 44 par ciento de la superficie forestal.

Ghana

Numerosos estudios publicados, así como documentos de política de carácter nacional e internacional, indican que la zona forestal de Ghana (que se cifra actualmente en 8,6 millones de hectáreas) era bosque inalterado hacia 1880 (Fair, 1992; Ebregt, 1995; Parren y de Graaf, 1995). La afirmación de que actualmente la superficie de bosque es de sólo 1,7 millones de hectáreas, de que sólo existe en algunas reserves, y de que tan sólo la mitad de ellas se hallan en condiciones aceptables indica que ha tenido lugar una terrible decadencia. Como en los cases de Liberia y Côte d'Ivoire, es innegable que a lo largo de este siglo el bosque ha retrocedido, pero ¿ha alcanzado el desastre semejantes proporciones? los dates existentes de las primeras etapas de dominio colonial indican que la zona forestal abarcaba unos 7 millones de hectáreas, de las que sólo 5,5 millones serían de bosques. Además, sólo una pequeña parte de los bosques se hallaban en buenas condiciones a comienzos del siglo. Por ejemplo, cuando Thompson examinó los bosques del país en 1909, descubrió que «eran relativamente escasos los tramos cubiertos par el llamado bosque primigenio o bosque virgen, en su mayor parte (...) se trata de bosque secundario irregular que ha crecido en zonas que habían sido taladas para practicar la agricultura» (Thompson, 1910). Por otra parte, también en Ghana, como en Côte d'Ivoire, existen pruebas de que la superficie de la zona forestal ha aumentado en los últimos siglos. En la zona de transición, muchas reserves que son en la actualidad bosque dense eran extensiones de sabana en los primeros años del siglo y existen testimonies orates que indican que muchas áreas situadas en el interior de la zona de bosque húmedo subcaducifolio, eran extensas praderas hacia 1700. Además, las fuentes históricas sugieren que debido a la despoblación de muchas zonas, causada probablemente par la mayor humedad del clima, la cubierta forestal habría sido más extensa en 1900 que en 1600-1700.

Benin

CUADRO 3. Propuesta de revisión de las estimaciones de deforestación desde 1900

País

Ortodoxa

Propuesta

Sierra Leona (desde 1820)

0,8-5,0

c. 0

Liberia

4,0-4,5

1,3

Côte d'Ivoire

13,0

4,3-5,3

Ghana

7,0

3,9

Togo

0,0

0,0

Benin

0,7

0,0

Total

25,5-30,2

9,5-10,5

No precede de Gornitz y NASA (1985) la afirmación de que hacia 1900, los bosques de Benin eran bosques inalterados a partir de una línea situada a 70 km de la costa con una superficie de 1,1 millones de hectáreas). Sin embargo, las fuentes de los años próximos a 1900 parecen indicar otra cosa. Un mapa de 1893, de escala 1: 100000, indica que sólo el 30 par ciento de la zona estaba cubierta de vegetación dense. Cuando se contrastan estos dates con los estudios de los botánicos contemporáneos de la región, se descubre que esa vegetación no era un zona de bosques sine de palmeras. Como afirmó Chevalier, «Las palmeras cubren toda la tierra... En algunos lugares parece dominar la vegetación arbustiva en una tierra sin cultivar, pero cuando se realiza un examen más de cerca, se aprecia que los arbustos cubren una tierra en barbecho, y entre los árboles y arbustos existen densas formaciones de palmas de aceite» (Chevalier, 1912). El propio Chevalier, y más tarde Aubreville, describe cómo los agricultores plantaron en las sabanas muchos de esos bosquecillos de palmeras. Mientras que quienes sostienen la teoría de la deforestación ven en los islotes forestales que subsisten la prueba de que se produjo, par lo general esas formaciones se deben relacionar con bosques de naturaleza sagrada y existen razones de peso para afirmar que esos bosques han sido establecidos, enriquecidos de forma artificial o han crecido en los emplazamientos abandonados de ciudades o aldeas cuyos habitantes hicieron que esos suelos fueran extraordinariamente fértiles. De igual modo, como en los demás países que se han examinado anteriormente, lo s analistas que han observado la presencia de ejemplares aislados, altos y rectos, de árboles de especies características de los bosques (por ejemplo, Milicia excelsa, Antiaris toxicaria y Ceiba pentrandra) han deducido erróneamente que esos árboles adquirían su configuración al crecer dentro de un bosque y que, par tanto, son tan sólo una reliquia. Pero lo cierto es que los árboles de esas especies (y de muchas otras) pueden adquirir esas formas aun cuando crezcan de forma aislada y figuren entre las especies que los campesinos del Africa occidental plantan muchas veces en los campos. El alcance de la deforestación en Benin entre los siglos XVI y XIX ha sido objeto de un intenso debate (Gayibor, 1986; Blanc - Pamard y Peltre, 1987) y parece posible negar que en ese período se hubiera producido una desaparición masiva de bosques.

Conclusiones

En todos los países que ha abarcado este trabajo de investigación se ha exagerado notablemente el fenómeno de deforestación que se ha registrado durante el presente siglo. Como se expone en el Cuadro 3, es posible que sólo haya sido un tercio de la que indican las estimaciones ortodoxas. Parece también que el período 1900-1920 fue favorable desde el punto de vista de la cubierta forestal en varios países (así ocurrió en Liberia y Ghana y, posiblemente, también en Côte d'Ivoire), a cause de la disminución de las poblaciones agrarias, y par consiguiente es posible que si se pudiera establecer un punto de referencia anterior, la pérdida de superficie forestal fuera aún menor.

Los bosques de los países del Africa occidental a los que se ha hecho referencia en el presente artículo constituyen sólo una parte de los bosque de Africa, y del planeta. Cabe pensar que la metodología que ha permitido que se exagerara la magnitud de la deforestación en el Africa occidental se ha aplicado también en otras partes. Las estructuras institucionales existentes en el sector forestal y en los círculos ecologistas propician la compilación de estadísticas exageradas sobre la pérdida de superficie forestal. Esto supone que en todas partes se deben examinar con mayor espíritu crítico los dates relativos a la deforestación y compararlos con los dates que pueden obtenerse de un estudio a fondo de las fuentes históricas.

Las estimaciones exageradas del alcance de la deforestación han inducido a error a los ecologistas. Ocultan hasta qué punto en el momento presente la ecología y la composición forestales pueden reflejar menos la naturaleza y su degradación que la historia real de las fluctuaciones climáticas y su interacción con los sistemas de ordenación de la tierra en el pasa do. En el Africa occidental, en particular, las afirmaciones unánimes acerca de la deforestación han ocultado que en los últimos siglos la superficie forestal ha experimentado un notable incremento. Las estimaciones exageradas de la magnitud de la deforestación inducirán también a error en la elaboración de modelos climáticos de índole regional y mundial. Pero, además, tienen otras consecuencias negativas. Impiden apreciar que los agricultores han enriquecido y ordenado el entorno de manera estable e impiden valorar la experiencia histórica de las poblaciones y los orígenes de su derecho a la tierra. Pero, sobre todo, han fomentado muchas veces unas políticas ambientales draconianas que sólo han servido para empobrecer aún más a las personas que habitan una región sumida en la pobreza.

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