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Las actividades forestales en favor del desarrollo sostenible y el suministro mundial de fibra

P.N. Duinker; S. Nilsson y M.E. Chipeta

Exploración de las posibles implicaciones de la ordenación forestal sostenible.

Peter N. Duinker es profesor de la Facultad de Montes de la Universidad de Lakehead, Ontario, Canadá.

Sten Nilsson es el director del Estudio Forestal Boreal, Instituto Internacional de Análisis Aplicados de Sistemas, Laxenburg, Austria.

Mafa E. Chipeta es Oficial Forestal Superior (Análisis Económico) de la Subirección de Planificación y Estadísticas Forestales de la FAO.

El concepto de ordenación forestal ha experimentado una evolución significativa en los últimos decenios. No hace mucho tiempo, lo que estaba en boga era la ordenación maderera, que consistía en explotar los bosques principalmente para la obtención de madera, mientras que sólo se prestaba atención a otros valores en la medida en que lo permitían las circunstancias. En los años setenta y ochenta adquirió cada vez más fuerza la idea de integrar los valores no madereros en la ordenación forestal, en el marco de paradigmas tales como la explotación polivalente y la ordenación integrada de los recursos. Pero incluso entonces, se atribuía una importancia plenamente utilitaria a los valores no madereros, como el esparcimiento, el turismo y el control de los cursos de agua para impedir las inundaciones aguas abajo. En los primeros años del decenio de 1990, la sostenibilidad del ecosistema pasó a ocupar un lugar de privilegio en el ámbito de la ordenación forestal. En este momento, en el umbral del siglo XXI, el paradigma predominante es el de la ordenación forestal sostenible (FAO, 1995).

Los bosques boreales se han caracterizado por una ordenación forestal extensiva y poco atenta a los efectos medioambientales

La finalidad del presente artículo es analizar algunas de las repercusiones de la ordenación forestal sostenible, a través de diversas interpretaciones, sobre el suministro mundial de fibra en el siglo XXI. Como objetivo secundario, se examina qué factores es necesario incorporar en la elaboración y ejecución de los análisis sobre el suministro mundial de fibra en el futuro para que sean más acordes con la ordenación forestal sostenible. Ello obliga a exponer, ante todo, una serie de consideraciones básicas sobre el concepto de ordenación forestal sostenible.

Significado y características de la ordenación forestal sostenible

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en 1992, se enunciaron una serie de principios forestales, entre los que cabe destacar los siguientes:

· La cuestión de los bosques guarda relación con toda la gama de problemas y oportunidades en el contexto del medio ambiente y el desarrollo, incluido el derecho al desarrollo socioeconómico en forma sostenible.

· Los presentes principios obedecen al objetivo rector de aportar una contribución a la ordenación, la conservación y el desarrollo sostenible de los bosques y de tomar disposiciones respecto de sus funciones y usos múltiples y complementarios.

Tradicionalmente, los planteamientos a largo plazo han sido un elemento fundamental de la actividad forestal en muchos países, pero en el transcurso del tiempo una multiplicidad de factores, como el cambio de los valores de la sociedad, el crecimiento económico y el crecimiento demográfico a escala mundial han hecho evolucionar los conceptos y las metas que subyacen a esos planteamientos. Un aspecto esencial del nuevo planteamiento a largo plazo es el concepto de sostenibilidad.

Nilsson (1991) y Seip (1996) han enunciado tres conceptos distintos de sostenibilidad:

· la ordenación sostenible de los recursos forestales;
· el desarrollo sostenible de los recursos forestales; y
· las actividades forestales en favor del desarrollo sostenible.

El primero de esos conceptos, acuñado hace ya mucho tiempo, se centra en el mantenimiento del suministro de productos forestales, pero no tiene en cuenta diferentes aspectos ajenos a los bosques y a las actividades forestales. El segundo tiene por mira la deforestación, la cubierta forestal, la calidad de los bosques, etc., pero también es ajeno a las modificaciones que experimenta este mundo en plena evolución. Por lo demás, y en aras de una mayor precisión, ambos conceptos deberían hacer referencia a la ordenación sostenible o al desarrollo de la utilización de los recursos forestales, pues un recurso no puede ser sostenible o no sostenible (Zwahlen, 1995).

El tercer concepto abarca todas las necesidades humanas, con la finalidad de potenciar el bienestar humano y obtener más beneficios de los bosques. Este concepto implica que la producción de madera, el mantenimiento de la diversidad biológica, la retención de los gases de efecto invernadero, etc., no son objetivos, sino medios para conseguir el verdadero objetivo, que no es otro que el bienestar humano (Nilsson, 1991; Seip, 1996). Este principio es el mismo que informa el Plan Estratégico Forestal de la FAO (1997a), encaminado a «aumentar el bienestar de los seres humanos mediante la ordenación sostenible de los recursos arbóreos y forestales del mundo». La Asociación Canadiense de Normalización (CSA, 1996) ha formulado una definición pertinente de la ordenación forestal sostenible: es «la ordenación encaminada a mantener y fortalecer la salud de los ecosistemas forestales a largo plazo, ofreciendo al mismo tiempo oportunidades de carácter ecológico, económico, social y cultural en beneficio de las generaciones actuales y futuras».

Desde el punto de vista de la aplicación práctica, se puede abordar la ordenación forestal sostenible desde dos perspectivas diferentes, que representan los puntos extremos de un mismo proceso (sin duda, en la aplicación práctica habrá que situarse en un punto intermedio entre ambos extremos).

Ambas interpretaciones tienen varias características comunes: propugnan la protección permanente frente al desarrollo industrial de una superficie mínima razonable de la zona forestal, y la explotación intensiva de una parte importante de dicha zona en forma de plantaciones industriales. Además, ambas se refieren a grandes extensiones de tierra (estados, provincias o países) y no meramente a bosques aislados. No obstante, ello no equivale a decir que evitar la tala forestal para dedicar las tierras a la agricultura o a otras formas de explotación, o que los bosques y árboles existentes en las explotaciones agrícolas y en los asentamientos humanos no supongan también una contribución importante al suministro global de fibra.

La ordenación forestal sostenible «natural»

En esta interpretación, todas las actividades de ordenación forestal tienen un impacto más reducido. Se caracteriza por una explotación respetuosa del medio ambiente que causa pocos daños al suelo y a la vegetación residual (Booth et al., 1993). Las zonas de aprovechamiento forestal se planifican cuidadosamente para evitar los ecosistemas y las poblaciones de animales sensibles, y la selección de los árboles que se han de talar se efectúa de manera que se puede conservar la diversidad genética de la masa arbórea restante. Los índices de extracción de madera en ningún caso superan las tasas de crecimiento natural.

La ordenación forestal sostenible «zonal»

En esta interpretación, la protección frente al desarrollo industrial se aplicaría a una mayor extensión del paisaje forestal, como forma más segura de conservar la biodiversidad (Binkley, 1997). Pero al mismo tiempo, la producción de madera sería mucho más intensiva en las zonas no protegidas. En conjunto, la extensión sometida a una explotación maderera de impacto reducido es mucho menor que en el caso de la ordenación forestal natural y se incrementa en las zonas de los dos extremos opuestos del espectro natural, las áreas de explotación intensiva y las protegidas.

Cómo influirían esas dos opciones (y la gama de alternativas existentes entre ellas) en el suministro mundial de fibra en el futuro es una cuestión aún no resuelta y objeto de debate. Williams, Duinker y Bull en FAO (1997b) afirman que, sobre la base de la bibliografía existente, cabe afirmar que la ordenación forestal sostenible natural reduce el volumen de aprovechamiento sostenible, al menos a corto plazo, con el aumento consiguiente del costo de extracción de la madera. Hasta la fecha, apenas se han realizado estudios sobre los efectos de la aplicación de la ordenación forestal sostenible zonal. Ask, Dahlin y Salinas (1997), que estudiaron dos zonas de Suecia sobre esta cuestión, clasificaron las zonas forestales según su idoneidad para la producción intensiva de madera industrial y según sus valores ecológicos. Sobre la base de esa clasificación se elaboró un programa modelo de ordenación zonal y se evaluaron los efectos para un período de cien años. El de zonificación supuso, en promedio, un suministro de fibra mayor que los sistemas de ordenación forestal aplicados en Suecia en el momento actual, que sin embargo dieron un resultado económico mejor, porque el programa de zonificación exige grandes inversiones.

En las secciones que siguen se formulan una serie de observaciones generales sobre las posibles implicaciones de las dos interpretaciones de la ordenación forestal sostenible sobre el suministro de fibra de madera a largo plazo en los bosques boreales, templados y tropicales del mundo.

La ordenación forestal sostenible y el suministro mundial de fibra a largo plazo

Los bosques boreales

Hasta no hace muchos decenios, los bosques boreales de América del Norte y la ex Unión Soviética se caracterizaban por una ordenación forestal extensiva y poco atenta a los efectos medioambientales, centrada en la explotación de los bosques naturales para la obtención de madera. Pero, más recientemente, la sensibilidad medioambiental ha adquirido una gran importancia en la ordenación de los bosques boreales de América del Norte y la intensidad silvícola ha aumentado de forma limitada. En los bosques rusos, el sistema de ordenación apenas se ha modificado, a no ser por la drástica reducción del nivel de extracción durante el último decenio como consecuencia de factores económicos y políticos ajenos al sector forestal. En contraste, la ordenación forestal de los bosques boreales de los países nórdicos, particularmente Suecia y Finlandia, se caracterizó por una explotación intensiva, pero más respetuosa del medio ambiente. También en los países nórdicos está cobrando cada vez mayor fuerza la sensibilidad ambiental, pero la intensidad silvícola sigue siendo relativamente elevada.

Un bosque bien ordenado en Austria. En su mayor parte, los bosques templados están lejos de haber conservado su estado original natural

Teniendo en cuenta que la intensidad silvícola ha permanecido invariable, la consecución de los primeros objetivos de índole ambiental en la ordenación forestal de los bosques boreales, basada simplemente en la aplicación más adecuada de las prácticas convencionales, tuvo consecuencias poco significativas sobre la producción de madera. Sin embargo, la incorporación de nuevas consideraciones ambientales en los años noventa está reduciendo notablemente el suministro de madera a largo plazo e incrementando el costo de la misma.

Parece que, si se mantienen invariables todos los demás factores, la aplicación de la ordenación forestal sostenible «natural» en los bosques boreales permitiría, en el mejor de los casos, mantener el suministro sostenible de fibra a largo plazo, pero, posiblemente, ocasionaría una reducción considerable del suministro. Los aspectos económicos de la extracción de madera tienen una importancia crucial a este respecto. Si la ordenación forestal sostenible implica una extracción de madera más selectiva y dispersa en lugar de un sistema de corta a hecho en zonas más concentradas, los costos de la extracción pueden aumentar notablemente (Gooding y Van Damme, 1996). Según indica Binkley (1997), la ordenación forestal sostenible «zonal» puede favorecer la conservación de la biodiversidad y mantener el nivel de producción de madera, pero solamente si se zonifican áreas extensas para la producción de madera y se explotan de forma intensiva (con los insumos financieros adicionales necesarios y a expensas de las consideraciones relativas a la biodiversidad en esas zonas); y si se multiplican varias veces las zonas de protección (es decir, las destinadas a la conservación de la biodiversidad).

Los bosques templados

Los bosques templados del mundo están alterados por la acción humana desde hace mucho más tiempo y con mucha mayor intensidad que los bosques boreales. Sólo se conservan pequeñas extensiones del bosque natural original, en su mayor parte en zonas que, por razones físicas, económicas o de política no pueden utilizarse como fuentes de fibra industrial. Por lo general, la tasa de crecimiento de la madera es más elevada que en la zona boreal, la proporción de especies distintas de las coníferas es mayor, predomina la dinámica de explotación de pequeñas extensiones en lugar de la alteración en gran escala y una mayor proporción de la tierra es de propiedad privada.

Desde el punto de vista de la biodiversidad, la situación de los bosques templados es mucho peor que la de los bosques boreales y la gran densidad de población humana reduce notablemente la posibilidad de establecer zonas protegidas de gran extensión con una importante biota natural.

Los bosques templados distan mucho de ser bosques naturales. Si se practica la ordenación forestal sostenible «natural», la producción de fibra podrá seguir siendo elevada y se podrá superar la situación de degradación, pero teniendo en cuenta que los niveles de biodiversidad serán arbitrarios. No parece que pueda aplicarse la ordenación forestal sostenible zonal, al menos a nivel regional.

Un último aspecto a considerar es que, en las zonas templadas, donde está muy extendida la agricultura comercial, la población puede considerar que las plantaciones de árboles para la obtención de fibra pueden suponer una importante mejora ecológica y estética en esos paisajes de cultivos anuales. En ese caso, la ordenación sostenible de la tierra (y no la ordenación forestal sostenible) podría dar lugar a una mayor disponibilidad de fibra industrial. Hay que señalar, a este respecto, que en la zona templada ya existen grandes extensiones de plantaciones forestales, por ejemplo, en China, Chile, el Japón, Nueva Zelandia y los Estados Unidos (en su mayor parte, en el cinturón subtropical).

Los bosques tropicales

La situación de los bosques tropicales (húmedos y áridos), por lo que respecta a la ordenación forestal sostenible, es de gran complejidad. Por un lado, estos bosques contienen una diversidad biológica mucho mayor y su aprovechamiento para la obtención de fibra siempre ha sido un desafío. Por ello, la atención se ha centrado hasta ahora en determinadas especies primarias que sólo representan una fracción reducida del volumen de fibra. Otra de las razones de la complejidad es el subdesarrollo relativo de las economías y las deficiencias de la infraestructura institucional para el aprovechamiento y ordenación de los bosques. En algunos países, entre los que destacan la India, Filipinas y Tailandia, las consideraciones ambientales han llevado a prohibir o restringir notablemente la explotación maderera en los bosques naturales, detrayéndolos del suministro de materia prima industrial. A medida que aumente la prosperidad de los países en desarrollo, una conciencia medioambiental cada vez más desarrollada podría intensificar esa tendencia y reforzar los deseos de conservación.

Más allá de estas generalidades, es útil establecer una distinción entre los bosques tropicales húmedos (que concitan las preferencias de la comunidad ecológica mundial) y los bosques menos densos. Las grandes extensiones de bosques húmedos que aún persisten se concentran en las cuencas del Amazonas y del Congo y en el archipiélago indonesio. En todos esos bosques, especialmente en el Amazonas y el Congo, la población que reside en los bosques es aún bastante dispersa. La protección de los bosques deriva básicamente de la inaccesibilidad y de la pobreza de los escasos habitantes que los pueblan. Pero la experiencia indica que cuando se construyen carreteras y se desarrolla otro tipo de infraestructura de transporte, la destrucción del bosque se acelera, particularmente si se ofrecen incentivos que favorecen el asentamiento y la sustitución de los bosques por la actividad agrícola en gran escala.

Un hecho que reviste importancia para el suministro de fibra es que en el proceso de desbroce de tierras se quema un gran volumen de madera que podría utilizarse para fines industriales (al ser éste el método de desmonte más económico de los bosques húmedos). Con una planificación apropiada, y con la necesaria cooperación con los organismos agrícolas y de planificación de la tierra, las industrias forestales podrían aprovechar esa madera que ahora se desperdicia, aunque la producción de fibra conseguida de esa forma no sería sostenible.

Tres factores principales dificultan el potencial de extracción de fibra de los bosques naturales en la zona árida: el volumen de fibra utilizable en estos tipos de bosque es escaso, dadas las tecnologías existentes; la presión demográfica ya es elevada y se está intensificando rápidamente, comportando una acelerada deforestación; y, por último, las zonas protegidas son muy extensas en muchos países. Por ejemplo, en Botswana, Kenya, la República Unida de Tanzania, Zimbabwe y Zambia se han reservado ya grandes tramos como zonas protegidas para la fauna silvestre, en el intento de respaldar económicamente una actividad turística importante. Así, al igual que en los bosques templados, es poco probable que se vayan a crear zonas protegidas de gran extensión.

Para hacer frente a la escasez de fibra, se han adoptado en los trópicos soluciones interesantes, particularmente, el establecimiento de plantaciones industriales de especies exóticas de alto rendimiento. Son bien conocidas las plantaciones clonales de Eucalyptus del Brasil y la República del Congo para la obtención de pasta de madera, así como las plantaciones subtropicales de pino en el Africa oriental y meridional. En Indonesia, Malasia, y algunos otros países tropicales húmedos, la mayor conveniencia de las plantaciones monoespecíficas, como Acacia para la obtención de pasta, ha impulsado fuertes inversiones en grandes plantaciones como alternativa al aprovechamiento de los bosques mixtos de frondosas para ese menester.

En esos mismos países, los cultivos arbóreos agrícolas, en particular el caucho y el coco, se están convirtiendo en una fuente importante de madera aserrada, que en el caso del caucho se destina particularmente a la fabricación de muebles. Recientemente, se ha descubierto que la fibra de palma de aceite, de la que se desperdician anualmente grandes cantidades, se puede utilizar para fabricar paneles (MDF) y están ya avanzadas las pruebas para la obtención de pasta. Los árboles de las granjas y explotaciones agrícolas son un complemento importante de los bosques para el suministro de fibra: en el Asia meridional, los dos tercios de la leña, o más, proceden de esa fuente. Una pequeña parte de la madera en rollo industrial se produce también fuera de los bosques.

La fibra mundial y la ordenación forestal sostenible

Después de haber analizado las posibles repercusiones de la ordenación forestal sostenible sobre el suministro mundial de fibra en el futuro, hay que plantearse una cuestión conexa: en qué medida los métodos actuales de análisis de la fibra a escala mundial (tanto de la oferta como de la demanda) tienen en cuenta la ordenación forestal sostenible y hasta qué punto se pueden perfeccionar.

Bosque húmedo en Honduras. La toma de conciencia acerca de la conservación de los bosques tropicales se está traduciendo en una menor explotación

Según Seip (1996), «se han publicado varios análisis sobre las tendencias futuras en la producción y consumo de madera, en particular, madera industrial, pero es difícil establecer conclusiones sobre la sostenibilidad a partir de esos análisis». [...] «No se pueden prorrogar ni ignorar los problemas, si se pretende formular una política de desarrollo sostenible. Las organizaciones e institutos internacionales tienen ante sí la importante tarea de analizar más atentamente este problema.» Nilsson (1997) indica que en los análisis más recientes sobre el suministro de madera realizados por organizaciones internacionales se olvida el concepto de las actividades forestales en favor del desarrollo sostenible.

Análisis sobre el suministro mundial de fibra

Actualmente, los análisis del suministro mundial de fibra se basan en dos enfoques diferentes: el enfoque basado en un equilibrio general, de carácter econométrico (FAO, 1997c) y los análisis del rendimiento sostenible (WRI, 1997).

En el enfoque basado en el equilibrio general, se abordan simultáneamente la demanda y la oferta con la ayuda de funciones econométricas. El modelo que utiliza actualmente la FAO para aplicar la teoría del equilibrio general es el modelo relativo a los productos forestales a escala mundial. La finalidad del modelo es analizar y proyectar el consumo, producción y comercio mundial de productos forestales. Se elaboró en el marco del Sistema de programación lineal de precios internos (PELPS III) (Zang et al. en FAO, 1997c). El PELPS es un instrumento general de elaboración de modelos para el análisis sectorial. Establece un equilibrio competitivo y espacial para cada país, y cada año, maximizando la suma de los excedentes de producción y consumo sujetos a un equilibrio material y a las limitaciones de la capacidad. Dado que debe existir un equilibrio en la corriente material en el conjunto del sistema, contribuye a verificar la validez de los datos y garantiza la coherencia de las proyecciones.

El principio general en el que se fundamenta el PELPS es que los mercados optimizan la asignación de recursos a corto plazo (a lo largo de un año). La asignación de los recursos a largo plazo depende en parte de las fuerzas del mercado, como en el caso del aumento de la capacidad y en el del comercio, así como de otras fuerzas como el potencial de suministro de madera determinado por la política forestal, las tasas de recuperación de papel de desecho, que dependen de la política ambiental, la inercia del comercio, que depende en parte de los acuerdos internacionales, y las técnicas de producción, determinadas por el progreso en otros lugares.

Deforestación con fines agrícolas en México. La sostenibilidad de los bosques deberá considerarse en un contexto más amplio de utilización de la tierra

En el enfoque del rendimiento sostenible, no existen vínculos con la demanda ni análisis econométricos. Este enfoque es una forma de suministro biológico sostenible de fibra en el marco de los sistemas actuales de explotación y ordenación de la tierra (WRI, 1997). Se ajusta el rendimiento sostenible a un «suministro probable» para fines industriales. En esencia, el bosque inalterado por la intervención del hombre se aprovecha durante un período determinado y a un ritmo establecido por los responsables de adoptar las decisiones. Una vez que este bosque inicial se convierte en un bosque alterado por los seres humanos, la variable respecto a la cual se determina el índice de aprovechamiento sostenible es el crecimiento anual neto (que en algunos países se sustituye por el volumen realmente extraído, hasta que se dispone de información sobre el crecimiento). El crecimiento de los árboles es una limitación biológica para la adopción de soluciones económicamente eficaces a corto plazo. Esto garantiza la protección de muchos otros valores forestales y la seguridad del suministro a largo plazo para la producción industrial. Los forestales han utilizado durante mucho tiempo el sistema del rendimiento sostenible como marco teórico central de la ordenación forestal. Sin embargo, aunque los forestales y los ecologistas han ampliado ahora el principio del rendimiento sostenido para incluir de forma más explícita otros valores como la diversidad biológica, la mayor parte de los análisis sobre la fibra a escala mundial, tanto si se llevan a cabo con arreglo a uno u otro de los enfoques mencionados, prácticamente no tienen en cuenta estos aspectos.

Las actividades forestales y el suministro de fibra

Cuestiones relacionadas con el uso de la tierra

Los estudios relativos a la disponibilidad de fibra en el futuro deben tener en cuenta los cambios probables y posibles en el uso de la tierra. La sostenibilidad se debe obtener no sólo en un paisaje forestal específico, sino también dentro de un contexto más amplio de utilización de la tierra. La determinación del uso de la tierra es un factor esencial para la reducción de la pobreza y el desarrollo económico en muchas partes del mundo. Por ejemplo, Nilsson (1997) calculó, basándose en la información elaborada por Fischer y Heilig (1996), la superficie forestal amenazada por el crecimiento demográfico y el incremento conexo de la demanda de alimentos, así como la superficie necesaria para la construcción de viviendas y de otro tipo de infraestructura. Estas estimaciones indican que existe el riesgo de que en el año 2030 alrededor de 157 millones de ha de bosques se hayan dedicado de forma permanente a otros usos, aun dando por sentado de que, antes que los bosques, se utilizarán otras tierras más adecuadas para la producción de alimentos y la construcción de viviendas.

El suministro mundial de alimentos

Este aspecto tiene una estrecha relación con el de la utilización de la tierra, a la que se ha aludido anteriormente. Hoskins (1990) y Ogden (1990) han ilustrado la importante función que cumplen actualmente los bosques en el ámbito de la seguridad alimentaria. Afirman que los árboles y los bosques contribuyen a la seguridad alimentaria aportando una fuente directa de suministro de alimentos, proporcionando nutrientes y medicinas esenciales que potencien el efecto natural de otros alimentos y colmando el déficit alimentario, al suministrar alimentos durante los períodos de escasez estacional. No existen, sin embargo, estimaciones regionales de las necesidades de alimentos procedentes de los bosques ni del suministro potencial de alimentos de los árboles y los bosques. En algunas regiones, el valor de los bosques para el suministro de alimentos supera con creces su valor maderero (Peters, Gentry y Mendelsohn [1989] indicaron que el valor de los alimentos es seis veces mayor que el valor de la madera).

La energía

La energía es un factor esencial para el desarrollo socioeconómico sostenible en muchas regiones. Se estima que en la actualidad entre 4 000 y 4 500 millones de personas carecen de la energía necesaria para el desarrollo sostenible. Nilsson (1996) estima las necesidades de leña y carbón vegetal en 4 500 millones de m3 para el año 2020. Esta cifra es muy diferente a las que señalan las estimaciones convencionales de la demanda basadas en la tendencia del consumo; por ejemplo, Apsey y Reed (1995) estimaban esas necesidades en 2 500 de m3 para el mismo año. Estas estimaciones convencionales se refieren principalmente a la de manda doméstica y a las necesidades de energía del mundo en desarrollo. En contraste, se prevé que en el futuro las fibras de la madera también desempeñarán una función más importante en los sistemas energéticos en gran escala. El Consejo Mundial de Energía (WEC/IIASA, 1995) estima que a mediados del próximo siglo se necesitarán entre 700 y 1 350 millones de ha para producir energía a partir de la biomasa, para alcanzar el equilibrio energético mundial. Esta estimación se llevó a cabo antes de la celebración de la Conferencia sobre el Clima [NdR: el Tercer Período de sesiones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se celebró del 1° al 10 de diciembre de 1997 en Kyoto, Japón], que atribuye todavía mayor importancia a la madera para la obtención de energía en el futuro.

Recursos de suelos y aguas

En los últimos 45 años, más de 1 200 millones de ha de tierra (superficie equivalente a la extensión de China y la India) han sufrido los efectos de una degradación del suelo moderada o extrema (Oldeman, Hakkeling y Sombrock, 1990; WRI, 1992). La estabilización del suelo, la prevención de la erosión, el control de la escorrentía en las zonas de captación, la protección frente al viento y el calor y frente a las tormentas de polvo y de arena son funciones para las que los árboles son sumamente necesarios (Evans, 1992). Wiersum y Ketner (1989) calcularon que para cumplir esas funciones se necesitan de 120 a 170 millones de ha en los trópicos. Los datos están obsoletos y probablemente subestiman las necesidades actuales. Además, no incluyen las necesidades de las zonas subtropical, templada y boreal.

El cambio climático

Desde la celebración de la Conferencia sobre el Cambio Climático, este asunto ha adquirido aún más importancia en el programa de la comunidad mundial. En esa conferencia, los países participantes acordaron, individual o conjuntamente, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (en el equivalente de CO2) a un nivel como mínimo un 5 por ciento inferior al de 1990. Esto equivale a unos 130 millones de toneladas de carbono, según el cálculo básico de Bolín (1998). Las perspectivas de mejorar el balance del carbono mediante las plantaciones, la silvicultura dirigida al carbono y la sustitución de los combustibles sólidos por madera son favorables (Nilsson, 1996). Pero la ordenación encaminada a aumentar la retención de carbono (períodos de rotación más largos, aumento del diámetro mínimo aprovechable, etc.) y la sustitución de los combustibles sólidos por madera pueden reducir el suministro de fibra industrial.

La biodiversidad

En la actualidad, no existe consenso sobre los indicadores que deben utilizarse para medir la biodiversidad y no se dispone de datos que puedan contribuir a identificar dónde existe una amenaza para la biodiversidad y qué presiones locales debe afrontar (Banco Mundial, 1995). Pero la carencia de datos no debe servir de excusa para ignorar la cuestión de la biodiversidad en los análisis sobre el suministro de fibra. La inclusión de objetivos de conservación de la biodiversidad en la ordenación forestal redundará, casi con toda seguridad, en una disminución del suministro sostenible de madera. En un trabajo experimental realizado en Suecia (Lundström, Nilsson y Ståhl, 1997) se han estudiado las repercusiones sobre el suministro de madera industrial de las normas de certificación acordadas en ese país (de las que es un elemento importante la conservación de la biodiversidad). En Suecia, el suministro disminuiría a largo plazo entre el 12 y el 15 por ciento si se aplicara la ordenación forestal certificada.

Esparcimiento y bienestar

Sólo se dispone de estadísticas limitadas respecto de los bosques existentes actualmente y de los que se necesitarán en el futuro para fines de esparcimiento y bienestar. Nilsson (1996) intentó estimar las necesidades para cumplir esas funciones en Europa, basándose en las estadísticas de las Naciones Unidas correspondientes a 1980 y 1990. En el transcurso de ese período, las zonas en las que la demanda de esas funciones era de elevada a media se incrementó entre el 8 y el 29 por ciento. Se prevé que en la mayor parte del mundo proseguirá esa tendencia y que puede tener repercusiones en la extensión de tierras forestales disponibles para el suministro de fibra.

Conclusión

En el presente artículo se han examinado las repercusiones de la aplicación de la ordenación forestal sostenible en el suministro mundial de fibra. La intensificación de la ordenación podría permitir aumentar la extracción sostenible de madera a largo plazo en todas las zonas forestales, aunque eso no sería deseable desde una perspectiva ecológica general y, más concretamente, desde la óptica de la diversidad biológica y, posiblemente, no sería factible desde el punto de vista social y económico. La protección de zonas forestales más extensas detrayéndolas al desarrollo industrial produce beneficios ecológicos indudables, incluida la conservación de la diversidad biológica, pero tiene consecuencias negativas para el suministro de fibra con fines industriales. La ordenación forestal extensiva, más racional desde el punto de vista ambiental, genera mayores beneficios ambientales con un costo económico reducido. En algunas zonas del mundo, como la Federación de Rusia y algunas zonas tropicales, aún no se ha aplicado este sistema. Pero en la mayor parte del mundo ya se han conseguido esos beneficios y el futuro exige hacer opciones aún más difíciles.

En un mundo que reclama un mayor suministro de madera industrial (la materia prima más respetuosa del medio ambiente, tanto para materiales estructurales como para productos a base de pasta), así como más combustible, una cubierta forestal más extensa, una conservación más decidida de la diversidad biológica y un número mayor de bienes y servicios forestales no madereros, la ordenación forestal sostenible deberá caracterizarse por el incremento de la superficie forestal total, una mayor delimitación de áreas plenamente protegidas y la intensificación de la producción de madera, incluido el establecimiento de plantaciones industriales. Para que en la ordenación forestal sostenible se pueda pasar de la teoría a la práctica, será necesario adoptar compromisos de carácter técnico, político y financiero. De esos tres aspectos, tal vez es en el financiero en el que queda más tarea por hacer. En último extremo, la ordenación forestal sostenible tiene un precio. La única manera en que se puede aplicar sin reducir de forma significativa el suministro mundial de fibra consiste en que los usuarios acepten que deben pagar mucho más caro el suministro, ya sea de leña, materia prima para la industria o productos acabados.

En este artículo se ha intentado también señalar qué factores se han de tomar en consideración al realizar los análisis del suministro mundial de madera en el futuro para responder a los conceptos de las actividades forestales en favor del desarrollo sostenible y de la ordenación forestal sostenible y para respetar los acuerdos internacionales.

Sin embargo, se advierte una falta de datos necesarios para llevar a cabo cualquier análisis sobre la fibra. El valor limitado de los análisis proyectivos y de la formulación de políticas a escala mundial, a partir de esos análisis, sobre las actividades forestales para el desarrollo sostenible, incluso sobre el suministro de fibra y sobre la ordenación forestal sostenible, cuando los datos son poco fiables, es evidente. Hasta que se haya colmado ese déficit, no habrá muchas esperanzas de poder aplicar la ordenación forestal sostenible.

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