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PART II

ANÁLISIS POR REGIONES


ANÁLISIS POR REGIONES

África

RESUMEN REGIONAL

Evolución económica general

 Después de cuatro años seguidos de crecimiento acelerado del PIB, que llegó a ser del 5,5 por ciento en 19961, la tasa de crecimiento del continente africano2 disminuyó en 1997 al nivel relativamente bajo del 3,2 por ciento. El FMI atribuye el descenso principalmente a las condiciones atmosféricas adversas que afectaron a varios países, así como a los descensos de los precios de los productos básicos y, en unos pocos casos, a los conflictos armados. La pronunciada reducción de la expansión económica es consecuencia en gran medida de la desaceleración de la actividad económica en el África del Norte, que fue especialmente notable en Marruecos, pero afectó también a Argelia y Túnez3. En África al sur del Sahara la desaceleración del crecimiento del PIB fue algo más contenida, es decir, del 4,9 por ciento en 1996 al 4 por ciento en 1997, cifra que es todavía relativamente alentadora. Este descenso estuvo acompañado de una reducción en las tasas de inflación en la mayoría de los países de la subregión, así como de una disminución ulterior de los déficit fiscales de los gobiernos.
Durante los años 1995 a 1997, el PIB per cápita aumentó por primera vez en los años noventa.
 Pese a la desaceleración del crecimiento económico en el conjunto de la subregión en 1997, se mantiene la imagen de un notable mejoramiento de los resultados económicos que se registra desde comienzos de los años noventa. Durante los tres últimos años, es decir, de 1995 a 1997, ha aumentado incluso el PIB per cápita por primera vez en los años noventa. El promedio anual de la tasa de crecimiento per cápita durante dicho período, según estimaciones del FMI, es del 1,8 por ciento, nivel notablemente superior al del –1,2 por ciento registrado en 1990-94 y del –0,5 por ciento en 1981-89.

 Al sur del Sahara, una gran parte del descenso registrado en la tasa de expansión de la actividad económica en 1997 se debe a la desaceleración padecida en Sudáfrica, que es con mucho la mayor economía de la subregión donde el crecimiento real del PIB en 1997 disminuyó al 1,7 por ciento con respecto al 3,2 por ciento del año anterior, a causa de la debilidad de la demanda tanto interna como externa. Según el FMI, Sudáfrica es el único país africano donde hasta ahora se han registrado importantes efectos causados por la crisis del sudeste de Asia, ya que la presión en la moneda provocó una depreciación del 4 por ciento del rand en octubre de 1997. En Nigeria, el otro gigante económico del subcontinente, la actividad económica se aceleró en 1997 por tercer año consecutivo, alcanzándose la tasa de crecimiento del PIB del 5,1 por ciento. Sin embargo, el FMI prevé una notable desaceleración del crecimiento del PIB en 1998 debido a que la escasez de energía y combustible frenará la actividad económica y el clima continuará siendo desfavorable para la inversión.

Desde la devaluación, la inflación se ha controlado firmemente en todos los países del CFA.
 Excluyendo las dos principales economías, Sudáfrica y Nigeria, la subregión de África al sur del Sahara registró una cierta desaceleración del crecimiento en 1997 en comparación con el año anterior, puesto que la tasa de expansión del PIB bajó al 4,5 por ciento frente al 5,6 por ciento en 1996, si bien se mantuvo el impulso de la evolución positiva de los años anteriores. En particular, los países de la zona de la Comunidad financiera africana (CFA) en su conjunto mantuvieron una evolución positiva del crecimiento en 1997, porque la mayoría de ellos registraron tasas de crecimiento superiores al promedio de la subregión, manteniendo el impulso adquirido después de la devaluación de 1994. Al mismo tiempo continuó la tendencia al descenso de la inflación de los precios al consumidor, con las únicas excepciones de Côte d’Ivoire y Togo. En todos los países del CFA, con una excepción, las tasas de inflación son actualmente inferiores al promedio subregional, lo que indica que, después de la devaluación, se ha controlado firmemente la inflación. Se registran tasas de inflación de dos dígitos solamente en Guinea-Bissau, que recientemente se adhirió como miembro a la Unión Monetaria del África Occidental (UEMOA)4, y adoptó el franco CFA.

 En África al sur del Sahara, el FMI registra tasas de aceleración del crecimiento del PIB en 1997 en 24 de los 45 países sobre los que existen estimaciones5, tasas de desaceleración en 17 y tasas estables en 3, mientras que se señala una disminución efectiva del PIB sólo en la República Democrática del Congo. Sin embargo, las tasas de crecimiento del PIB se redujeron en varios de los principales países de la subregión en 1997. Esto ocurrió, entre otros, en dos de los países que han registrado el crecimiento más fuerte en los últimos años: Etiopía y Uganda. En Etiopía el crecimiento del PIB volvió a disminuir a un nivel estimado en el 5,3 por ciento, tras la expansión del 10,6 por ciento en 1996, debido a la notable desaceleración de la producción agrícola causada por el tiempo desfavorable. En Uganda el crecimiento del PIB se redujo al 5 por ciento, frente a las tasas del 8,1 por ciento y 10,5 por ciento alcanzadas respectivamente en 1996 y 1995. Otros de los principales países de la región al sur del Sahara donde en 1997 disminuyeron las tasas de crecimiento del PIB son Ghana y Kenya, mientras que no se detuvo el descenso económico de los años precedentes en la República Democrática del Congo afectada por los conflictos civiles, donde se calcula que el PIB bajó un 5,7 por ciento. En la República Unida de Tanzanía se mantuvo la tasa estimada de crecimiento del 4,1 por ciento alcanzada en 1996, mientras que se registró una evolución especialmente positiva en Sudán en 1997, ya que según las estimaciones del FMI la aceleración del crecimiento económico fue del 5,5 por ciento, frente al 4,7 por ciento en 1996.

Mejorarán el rendimiento económico y las perspectivas en África al sur del Sahara.
 Según las proyecciones económicas del FMI, mejorarán el rendimiento económico y las perspectivas en África al sur del Sahara, debido principalmente a las reformas estructurales y mejoras de las políticas macroeconómicas que en los próximos años continuarán contribuyendo a obtener nuevos incrementos del PIB per cápita. No obstante, esto dependerá de que se sigan aplicando rigurosamente las políticas macroeconómicas y reformas estructurales. Hasta el momento, con la excepción de Sudáfrica, la crisis de Asia no ha influido sensiblemente en los mercados financieros africanos y el FMI espera que el impacto sea menor que en otras regiones de países en desarrollo a causa del flujo limitado de capital privado. Sin embargo, prevé que habrá cierto impacto en algunos países africanos a causa de la función que desempeñan los países del Asia oriental, en particular Malasia, como fuentes de inversión extranjera directa y porque aumentará el costo de los préstamos contraídos en el exterior.

 Las proyecciones del FMI para 1998 indican una expansión del 4,1 por ciento en la actividad económica de la subregión, cifra aproximadamente igual a la de 1997. Sin embargo, Nigeria contribuirá notablemente a la reducción de la tasa general de crecimiento en 1998, ya que el FMI pronostica que el crecimiento del PIB disminuirá del 5,1 por ciento en 1997 a sólo el 2,7 por ciento en 1998. También en Sudáfrica el crecimiento del PIB será inferior al promedio de la subregión, si bien aumentará al 2,2 por ciento con respecto al 1,7 por ciento de 1997. Excluyendo estas dos economías principales, las proyecciones relativas al PIB en 1998 para el resto de la subregión subsahariana son más alentadoras, puesto que el crecimiento económico debería aumentar del 4,5 por ciento estimado para 1997 al 5,2 por ciento. También en este caso, los países del CFA registrarán tasas de crecimiento especialmente prometedoras ya que, según las proyecciones, la tasa media de estos países en 1998 será del 6 por ciento, frente al 5,5 por ciento estimado para 1997. En cuanto a 1999, el FMI prevé un fortalecimiento ulterior del crecimiento económico, ya que la tasa de aumento del PIB será del 4,8 por
ciento para la subregión del África subsahariana y del 5,7 por ciento, si se excluye a Nigeria y Sudáfrica.

 Entre las principales incertidumbres de las proyecciones del crecimiento económico en la región subsahariana hechas por el FMI cabe señalar en particular algunos factores importantes que afectan a la agricultura. Los posibles efectos adversos de El Niño en la producción agrícola de la subregión y la eventualidad de que bajen los precios de los productos básicos podrían hacer que las tasas reales de crecimiento sean inferiores a las indicadas actualmente por las proyecciones.
 

Resultados del sector agrícola

 Los resultados deficientes del sector agrícola, debidos en gran medida a las condiciones atmosféricas desfavorables, fueron uno de los principales factores de la desaceleración del crecimiento económico en África al sur del Sahara en 1997, pese a que los resultados económicos generales de la subregión siguieron mejorando. En efecto, según estimaciones actuales de la FAO relativas a la producción total agrícola y ganadera (números índices de producción), en 1997 la producción disminuyó el 1 por ciento en la subregión al sur del Sahara6, lo que constituye el primer descenso estimado de la producción agrícola total desde 1987. Este descenso representa una disminución del 3-4 por ciento en la producción per cápita, después de cuatro años de expansión gradual de la misma. La variación porcentual de la producción alimentaria es parecida, ya que se estima que en 1997 disminuyó el 1,2 por ciento, cifra que representa un 3,9 por ciento en términos per cápita, mientras que se calcula que la producción de productos agrícolas no alimentarios aumentó el 0,8 por ciento. Si se incluye Sudáfrica el descenso de la producción agrícola y ganadera aumenta ligeramente al 1,4 por ciento, ya que se estima que la producción de Sudáfrica disminuyó un 4 a 5 por ciento en 1997.

 La reducción de la producción agrícola en 1997 se debe a una disminución de las cosechas estimada en 1,8 por ciento para el total y en el 3 por ciento en las de cereales. En cuanto a la producción ganadera, aunque se estima que aumentó alrededor del 1 por ciento, esta cifra representa una desaceleración con respecto a los cuatro años anteriores.

 Las pautas de los resultados de la producción en 1997 difieren mucho entre los distintos países del continente, ya que los resultados negativos se deben en gran medida a condiciones atmosféricas desfavorables. Los descensos más importantes son los registrados en el África austral, donde las cosechas se redujeron de forma pronunciada en varios países (Botswana, Lesotho, Malawi, Sudáfrica, Swazilandia, Zambia) a causa del mal tiempo. En el África oriental, la grave sequía padecida a comienzos del año redujo notablemente las cosechas de productos alimenticios de la estación secundaria en Kenya, la República Unida de Tanzanía, Uganda, Somalia y amplias zonas del sur de Etiopía, mientras que el retraso o la irregularidad de las lluvias de fines de año provocaron reducciones de las cosechas de la temporada principal en algunos países, sobre todo en la República Unida de Tanzanía y Uganda. En la región de los Grandes Lagos, el tiempo seco padecido en partes de Rwanda y Burundi, unido a la inseguridad en las zonas afectadas por conflictos, contribuyeron a frenar la recuperación de la producción alimentaria. En el África occidental, el prolongado período de sequía padecido a mediados de la temporada redujo gravemente las cosechas especialmente en Mauritania.

La agricultura no ha conseguido todavía el ritmo de expansión per cápita necesario para incrementar la contribución del sector al desarrollo económico y la seguridad alimentaria.
 En una perspectiva a plazo más largo y considerando incluso que 1997 fue un año agrícola especialmente negativo, los resultados de la agricultura en los últimos cinco años indican que, si bien el crecimiento de la producción mantiene actualmente el paso de la alta tasa de crecimiento demográfico del subcontinente (véase la Figura 20), no se puede decir todavía que la agricultura haya conseguido el ritmo de expansión per cápita necesario para incrementar la contribución del sector al desarrollo económico y la seguridad alimentaria. Es más, mientras a comienzos de los años noventa el índice de la FAO relativo a la producción agrícola per cápita en el subcontinente (con exclusión de Sudáfrica) se mantuvo en 100 (promedio del período 1989-91), en 1996 no llegó a superar la cifra de 101,7 y en 1997 ha vuelto a bajar a 97,6, según las estimaciones actuales.

 También las perspectivas de la producción de 1998 se presentan en general desfavorables, dependiendo de las imprevisibles condiciones meteorológicas relacionadas con el fenómeno El Niño. En el África oriental, las intensas lluvias de octubre de 1997 provocaron inundaciones que causaron pérdidas de vidas humanas así como notables reducciones de la producción agrícola y ganadera, y graves perjuicios a la red de carreteras y ferrocarril de la subregión. En el África austral, aunque se ha reducido la amenaza de la sequía relacionada con El Niño, la irregularidad y el exceso de las lluvias han provocado pérdidas de cosechas en algunos lugares.
 

Evolución de las políticas

 El FMI, en su evaluación de los factores de la mejora del rendimiento económico general en África al sur del Sahara durante los últimos años, atribuye la máxima importancia a las reformas económicas realizadas, en las que ha participado también el sector agropecuario. Durante 1997 y comienzos de 1998 la evolución de las políticas de la subregión siguió centrándose en una mayor orientación al mercado y en la privatización o el desmantelamiento de intereses de propiedad estatal en la producción y distribución, a la vez que se prestaba mayor atención a la mitigación de la pobreza y las necesidades sociales.
 
FIGURA 20
ÁFRICA SUBSAHARIANA
 
En varios países se han registrado novedades en la privatización de intereses de propiedad estatal.


 En el sector de la privatización de los intereses estatales, se han registrado numerosas novedades en varios países durante 1997 y comienzos de 1998. Côte d’Ivoire es uno de los países donde se han tomado medidas significativas con vistas a la privatización. En junio de 1997 se completó la privatización de la productora paraestatal de aceites vegetales, Palmindustrie, y se programó el comienzo de la privatización de la industria algodonera nacional, Compagnie Ivoirienne pour le Développement des Textiles (CIDT), que ha tenido el monopolio de la comercialización del algodón. Entre las empresas agroindustriales privatizadas anteriormente figura la productora paraestatal de azúcar, Société pour le Développement des Plantations de Canne à Sucre (SODESUCRE). También en otros países se ha registrado una evolución importante. En Botswana, se creó un grupo de acción para que redactara propuestas sobre modalidades de privatización de entidades de propiedad estatal, incluida la Comisión de la Carne de Botswana. En Camerún se ha privatizado recientemente la compañía nacional del caucho y, en 1998, se procederá a la privatización de la productora de aceite de palma, la Société Camerounaise de Palmeraies (SOCAPALM). Entre otras compañías que se ha programado privatizar antes del 2000 figuran tres importantes empresas agroindustriales: la azucarera Cameroon Sugar Co., Inc. (CAMSUCO), la Société de Développement du Coton au Cameroun (SODECOTON) (algodón) y la Corporación de Desarrollo de Camerún, que es la empresa con más empleados del país (13 000), después del Estado que interviene en la producción de banano, caucho, té y palma aceitera. El Gobierno de Etiopía continúa su programa de privatización con la venta reciente de una empresa textil y varias curtidoras de propiedad estatal. También en Guinea-Bissau procede el programa de privatización que afecta a industrias paraestatales tanto en el sector de la madera como en el de la elaboración de alimentos. En Kenya, se ha previsto la privatización, mediante emisión de acciones, de la mayor azucarera nacional, Mumias Sugar. En Lesotho, el Gobierno ha programado la privatización de las fábricas de harinas de propiedad estatal que se habían creado como parte de los esfuerzos gubernamentales para fortalecer la autosuficiencia alimentaria. Las reformas de política introducidas en 1995, que habían eliminado controles anteriores, redujeron la posición de monopolio que mantenía dicha compañía mediante controles del mercado y los precios. En Malawi, como consecuencia de los esfuerzos recientes de privatización, se han empezado a cotizar en la bolsa del país las empresas azucareras nacionales. Se señala que el Gobierno de Níger se ha comprometido a acelerar la privatización de varias empresas públicas, especialmente la compañía textil y las compañías agroindustriales nacionales que intervienen en la producción y elaboración del arroz, la carne y la leche. Asimismo, en Rwanda, se ha incrementado la privatización que afecta, entre otras, a las centrales lecheras y fábricas de té de propiedad estatal. En Senegal el Gobierno prosigue en sus esfuerzos para vender el 51 por ciento de las acciones de la empresa nacional de elaboración del maní, SONACOS. En la República Unida de Tanzanía, la privatización por parte del Gobierno se centró en 1997 en la industria del té con la venta de las fábricas de la Administración Tanzaniana del Té y la intensificación del desarrollo del sector de los pequeños productores. En Zimbabwe, en 1997 se emitieron acciones de la antigua Junta de Mercadeo de la Leche, que actualmente se llama Dairyboard Zimbabwe Limited. Los próximos objetivos previstos en la aplicación de la política gubernamental de privatización de las empresas paraestatales de comercialización agrícola eran la antigua Junta de Comercialización del Algodón y la antigua Comisión de Almacenamiento en Frío.

En 1997 y comienzos de 1998 se han registrado ulteriores novedades materia de liberalización del mercado y del comercio en varios países.
 La liberalización de los mercados y el comercio es un sector en el que numerosos países africanos habían realizado ya reformas significativas, pero en 1997 y comienzos de 1998 se han seguido registrando novedades en varios países. En Côte d’Ivoire, tras la liberalización de las importaciones de arroz en enero de 1997 (y la revisión de los aranceles de importación para proteger la producción interna), en junio el Gobierno liberalizó los precios internos del azúcar y los productos del tabaco de producción local. Según informes, proyecta liberalizar también las exportaciones de café a partir de 1998/99 y posteriormente las de cacao. En general, el Gobierno está reduciendo su intervención en la producción y comercialización agrícolas, al tiempo que fomenta la creación de asociaciones de agricultores profesionales, con vistas a que estén representados en las negociaciones de los precios al productor y para garantizar el suministro de insumos y asistencia técnica a los agricultores. En Madagascar, la liberalización gradual del comercio agrícola culminó en mayo con la supresión del impuesto de exportación aplicado a la vainilla. En Mozambique se suprimieron durante 1997 los precios mínimos establecidos administrativamente para los cultivos alimentarios, mientras que los relativos a la mayoría de los cultivos comerciales se suprimirán en 1998. El país está tratando también de eliminar los obstáculos administrativos a la inversión extranjera. Durante 1997, se simplificaron los procedimientos de registro y concesión de licencias comerciales a las compañías, lo que afectará también a la comercialización agrícola. El Gobierno de Nigeria decidió regular el comercio de fertilizantes y eliminar las subvenciones a dichos productos después de varios años caracterizados por una grave escasez. Pese a que esto tendrá efectos favorables en la disponibilidad de fertilizantes, se expresaron preocupaciones en el país por los costos para los pequeños agricultores. En Sudáfrica se aplicó gradualmente en 1997 la Ley de Comercialización de Productos Agrícolas que había sido aprobada en septiembre de 1996 y entró en vigor en noviembre del mismo año. Dicha ley había establecido un calendario de 13 meses para desmantelar el control estatal de las juntas de mercadeo que en el pasado habían controlado la comercialización de una amplia gama de productos agrícolas. Una de las últimas en abandonar su posición de monopolio, hacia fines de 1997, fue la Junta del Trigo. Las actividades de mercadeo de las juntas serán absorbidas por el sector privado, a la vez que se trasforman algunas de ellas en empresas sin fines de lucro, a fin de garantizar servicios que anteriormente prestaban las juntas, como la difusión de formación. Como consecuencia de la liberalización de la comercialización agrícola, las únicas restricciones que quedan a las importaciones de productos agrícolas son ahora los aranceles de importación.
La mitigación de la pobreza y la satisfacción de las necesidades sociales son objetivos específicos de política para los gobiernos africanos y se incluyen también expresamente en los programas que negocian con el FMI.
 La mitigación de la pobreza y la satisfacción de las necesidades sociales son cada vez más objetivos específicos de política para los gobiernos africanos y se incluyen también expresamente en los programas que negocian con el FMI. Ejemplos de ello son Botswana, donde en 1997 se publicó un estudio del Gobierno sobre los efectos de la pobreza y su mitigación en el país, y Burkina Faso, que figura entre los últimos países clasificados en el índice de desarrollo humano del PNUD, donde el Gobierno ha establecido metas cuantitativas precisas en los sectores de la educación y la salud con el fin de incrementar la inscripción en las escuelas primarias y el número de centros sanitarios. De igual forma, en Mozambique el programa económico para 1997/98 apoyado por el FMI ha incrementado el gasto social para reducir la pobreza y hace hincapié en el desarrollo agrícola por medio de los pequeños productores para incrementar los ingresos rurales. En Níger, otro de los países que figuran en los lugares más bajos del índice de desarrollo humano, según el programa apoyado por el FMI, el Gobierno se compromete a emprender actividades y programas de planificación familiar para mejorarla calidad de la vida de las mujeres y establece metas precisas para incrementar la tasa de escolarización desde 1996 hasta 1999, así como los gastos presupuestarios en salud y educación desde 1997 hasta el 2000.

 La tenencia de la tierra es otra cuestión prioritaria, al menos, para algunos de los gobiernos africanos. En Eritrea entró en vigor una nueva ley agraria durante 1997, la cual permite a los nacionales eritreos y a los extranjeros arrendar tierras, mientras que la responsabilidad para la asignación de las tierras ha pasado de los municipios a un nuevo Ministerio de la Tierra, el Agua y el Medioambiente. Se señala que en Malawi el Gobierno está estudiando una importante reforma agraria para mejorar las condiciones de los pequeños productores. También en Senegal se hallaba en preparación una importante reforma agraria cuya finalidad es dar a los agricultores la propiedad de sus tierras en sustitución del sistema de tenencia tradicional. En Sudáfrica el programa gubernamental de redistribución de la tierra y asistencia a los pequeños agricultores procede lentamente. El objetivo de la redistribución de la tierra en favor de los agricultores negros no deberá alcanzarse mediante la expropiación, sino utilizando tierras de propiedad estatal y tierras incautadas a agricultores blancos endeudados.

Los gobiernos africanos se preocupan cada vez más por la necesidad de proteger y regenerar los recursos forestales nacionales.
 Los gobiernos africanos se preocupan cada vez más por la necesidad de proteger y regenerar los recursos forestales nacionales. En Burkina Faso se emprendió en julio de 1997 una importante campaña de repoblación forestal, que prevé la plantación de 7 millones de árboles en algunas de las zonas más áridas del país, que sigue a otra campaña análoga de tres años realizada entre 1994-97 durante la cual se plantaron 15 millones de árboles en zonas amenazadas por la desertificación. La nueva campaña utiliza variedades de las que pueden obtenerse también productos comercializables a fin de mejorar los ingresos rurales. El Gobierno de Côte d’Ivoire prohibió en 1996 todas las exportaciones de madera salvo la de teca, en un esfuerzo por frenar la sobrexplotación de los recursos forestales y fomentar la elaboración interna. Las autoridades se enfrentan también con dificultades para controlar la explotación agrícola ilegal en zonas forestales protegidas. En Gabón el Gobierno se ha propuesto como objetivo llegar a elaborar el 50 por ciento de la madera en el país y está estudiando una reforma fiscal para estimular la inversión en el sector. En Madagascar los bosques nativos se han agotado ya considerablemente, por lo que las preocupaciones de la comunidad internacional han hecho que se ayude al país mediante canjes de deuda por naturaleza. También en Namibia los recursos forestales están amenazados por cortas ilegales y, en 1997, se establecieron reglamentaciones a la exportación para controlar el problema.


 

RECUADRO 5
FIRME EMPEÑO DE DESCENTRALIZACIÓN EN GHANA

Ghana es uno de los países de África donde se está llevando a cabo la descentralización con mayor determinación. La descentralización de los órganos legislativos y ejecutivos comenzó con la Ley de Descentralización (PNDC 207) aprobada en 1988. En virtud de ella se transfieren las tareas del sector público del nivel nacional y regional a los distritos y municipios, con el fin de aliviar la presión sobre el gobierno central, incrementar la eficiencia productiva y aumentar la parte de los costos que asumen los beneficiarios.
La constitución estipula que, al menos, el 5 por ciento de los ingresos fiscales nacionales (fondo común) se redistribuya a los distritos. Las leyes pertinentes para la aplicación de la constitución se aprobaron en 1994, especificando las condiciones en que deberán enmarcarse los procesos de desarrollo descentralizado. Sin embargo, los responsables de la acción en los distritos carecen de los conocimientos técnicos necesarios.
El Ministerio de Desarrollo Rural y Gobierno Local es el responsable de promover la descentralización, así como del desarrollo rural. Sus tareas se centran en la adaptación de las leyes y los reglamentos de aplicación pertinentes, en la capacitación y mejora profesional del personal a nivel de distrito y en el fortalecimiento de las capacidades necesarias al efecto. Dicho ministerio ejerce la supervisión sobre las administraciones de distrito, pero no tiene ninguna autoridad sobre las asambleas de distrito, siempre que éstas se mantengan dentro del marco jurídico. La unidad de planificación, dotada de una plantilla de unos 12 expertos, presta apoyo y servicios de asesoramiento para el proceso de descentralización.
Pese a los progresos logrados en la creación de la base institucional para la descentralización, no se han resuelto aún varios problemas cuya intensidad varía de un distrito a otro. Todavía no se ha movilizado suficientemente la capacidad local de autoayuda ni se aprovecha todo el potencial de la iniciativa individual a nivel de distrito. Además, los miembros de la asamblea no tienen plena conciencia de su responsabilidad para con sus electores ni de sus facultades de adopción de decisiones como miembros del órgano legislativo. Los funcionarios de la administración de distrito se consideran a sí mismos representantes del gobierno central y adoptan decisiones sin el mandato de la asamblea de distrito. El personal de los departamentos sectoriales continúa aplicando las normas establecidas por sus ministerios y se ejecutan las medidas sin la aprobación de la asamblea de distrito. No existen todavía planes completos de desarrollo de los distintos distritos.
 
 

Fuente: A. Engel. 1997. Decentralization, local capacity and regional rural development: experiences from GTZ-supported initiatives in Africa. Documento presentado a la Consulta técnica sobre descentralización, 16-18 de diciembre de 1997, FAO, Roma.

 


 

Experiencias en la descentralización institucional

 Incluso antes de que se emprendieran las actuales reformas de política en África, muchos gobiernos habían intentado transferir las funciones de decisión y ejecución a los niveles provincial o municipal del servicio público, a las instituciones y comunidades locales y regionales o a organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, lo mismo que en otros continentes, la experiencia del pasado muestra que no siempre se han conseguido los objetivos en este sector. Se han planteado frecuentemente problemas no resueltos que han impedido obtener mejores resultados, especialmente la falta o insuficiencia de las instituciones necesarias para apoyar la capacidad de gestión a nivel local. Otras dificultades han sido la escasa vinculación entre la administración local y la central.7
Las políticas de estabilización y ajuste estructural han contribuido a crear un entorno más propicio para la descentralización institucional.
 Sin embargo, parece que la descentralización ha cobrado un nuevo impulso debido también al cambio del entorno político y económico. En efecto, los progresos de la democracia, la mayor orientación al mercado de las políticas económicas y la adopción generalizada de políticas de estabilización y ajuste estructural han contribuido a crear un entorno más propicio para la descentralización institucional. En un país como Ghana (véase el Recuadro 5) la descentralización institucional ha sido incluso uno de los principales elementos de las políticas de reforma estructural, que han afectado también a instituciones con responsabilidades en el desarrollo rural. Pese a algunas deficiencias que pueden superarse, este ejemplo indica la contribución positiva al desarrollo rural que cabe esperar de un firme compromiso en la aplicación de sistemas participativos y descentralizados de desarrollo rural.
 

UGANDA


MAPA 5
UGANDA
 

Resumen de la situación del país

Tras un largo período de catástrofe económica, desde 1986 Uganda está atravesando un proceso continuo de recuperación que ha producido sus frutos. Los indicadores económicos fundamentales han mejorado mucho y el progreso social es una de las prioridades del Gobierno. En los últimos 10 años, el crecimiento del PIB real ha sido notablemente superior al promedio de los países de África al sur del Sahara (6,4 por ciento en Uganda, frente a un promedio del 1,6 por ciento en el resto del África subsahariana) y los ingresos per cápita han aumentado casi el 50 por ciento.

 Uganda es un país extremadamente pobre con una población de 20 millones de habitantes pertenecientes a etnias distintas. Figura entre los países más pobres del mundo con un PIB per cápita en 1996/97 de 301 dólares EE.UU. (o 1 480 dólares EE.UU. al año sobre la base del poder adquisitivo). El crecimiento demográfico es de un 3,1 por ciento al año y la tasa de fecundidad figura entre las más altas del mundo, con 6,7 hijos por cada mujer en edad de procrear. La esperanza de vida es de 42 años, lo que representa uno de los niveles más bajos del mundo, y el SIDA está muy difundido. Resumiendo, el bajo nivel de ingresos, la elevada tasa de fecundidad y las deficientes perspectivas de salud hacen que se presente un panorama desalentador para los dirigentes de Uganda.

 El país está situado en la región de los Grandes Lagos de África, junto al lago Victoria. Carece de litoral y su superficie es de 197 000 ha de tierras ricas, muy favorables para la agricultura. Cuenta con pocos recursos minerales, pero dispone de abundantes pastizales de sabana, tierras arboladas y de matorrales. En comparación con sus vecinos, Uganda tiene una elevada densidad de población, el 89 por ciento de la cual es todavía rural. El país depende preponderantemente de la agricultura, la cual está dedicada sobre todo a los cultivos alimentarios de subsistencia. El principal cultivo de exportación es el café.

 La economía de Uganda ha ido mejorando constantemente después de haber quedado completamente destrozada durante los años setenta, pero todavía se producen principalmente cultivos alimentarios, ya que gran parte de la población provee a sus necesidades mediante la agricultura de subsistencia. Los problemas económicos actuales se derivan de las intensas lluvias de 1997 que redujeron la producción agrícola y los ingresos de las exportaciones, causando elevadas subidas de los precios internos de los alimentos.
 

Historia económica

 En los 35 años transcurridos desde su independencia, Uganda ha padecido algunas de las peores tragedias y contiendas que pueden azotar a un país. Los conflictos tribales y territoriales han sido un factor constante, ya que hay distintos grupos que luchan por controlar el país y sus recurso productivos. La población tuvo que soportar entre 1971 y 1980 los graves sufrimientos causados por el gobierno de Idi Amin, uno de los peores dictadores militares de la historia, y después padeció repetidos intentos de golpe durante los siguientes cinco años que culminaron con la guerra civil en 1986. Se estima que 500 000 ugandeses murieron a causa del terrorismo y la guerra civil y otro millón de personas se vieron obligadas a huir de sus hogares.

 Durante el período de 1971-80, se aplicaron varias decisiones de política económica encaminadas a enriquecer a los partidarios de la dictadura, que entrañaron un enorme costo económico general. La mayoría de tales políticas imponían el proteccionismo y las expropiaciones, dejando poco margen para la actividad económica del sector privado y prácticamente ninguna industria capaz de funcionar con eficiencia o competitividad. Al final de la guerra civil en 1986, Uganda tuvo que afrontar luchas fronterizas con Kenya, una economía arruinada, las huellas de años de una corrupción creciente y la existencia de más de 100 000 refugiados dentro de sus fronteras. El decenio transcurrido desde entonces ha sido de progreso constante en las esferas social y económica.

La economía de Uganda ha ido mejorando constantemente después de haber quedado completamente destrozada durante los años setenta, y los indicadores macroeconómicos e industriales se están acercando ya a sus niveles de 1970.
 Los indicadores macroeconómicos e industriales de Uganda se están acercando ya a sus niveles de 1970. En ese año, las tasas de ahorro y la inversión privada ascendían al 15 por ciento del PIB; éste había llegado a ser de 331 dólares EE.UU., las exportaciones de café, tabaco, té y algodón eran suficientes para producir un superávit constante de cuenta corriente, y un sistema multiforme de transporte, heredado de la época colonial británica, permitía el buen funcionamiento del comercio y las operaciones de comercialización. Las condiciones sociales eran relativamente buenas, ya que se había alcanzado una tasa de inmunización del 70 por ciento de los niños y se disponía de servicios educativos de buena calidad y de una red de asistencia sanitaria de amplia base, incluso en las zonas rurales.
 
FIGURA 21
VARIACIÓN DEL CRECIMIENTO DEL PIB REAL EN UGANDA, 1965-70 a 1997-98
 

 En los 30 años transcurridos desde 1965 hasta 1995, el crecimiento anual medio del PIB real de Uganda fue moderado, del 2,8 por ciento, pero este promedio oculta un decenio de descenso desde el comienzo del régimen de Idi Amin hasta su caída a comienzos de los años ochenta. La economía del país había ido creciendo a casi el 5 por ciento al año en los primeros años después de la independencia nacional (véase la Figura 21). Sin embargo, entre 1971 y 1981, el PIB disminuyó un 20 por ciento y el PIB real per cápita un 60 por ciento, a menos de 100 000 chelines ugandeses al año (100 dólares). Las exportaciones se redujeron también en un 60 por ciento. En 1981, el gasto del Gobierno en educación y salud representaba, en valores reales, un 27 y un 9 por ciento, respectivamente, de los niveles de 1970.

 La economía empezó a mejorar algo de comienzos a mediados de los años ochenta, volviendo a registrarse un crecimiento real positivo, pero los sectores más modernos habían quedado destrozados, las fábricas funcionaban al 5 por ciento de su capacidad y la composición de la producción era casi exclusivamente agrícola y orientada al propio país. En general, el mal funcionamiento se debía a incentivos inapropiados de precios y comercio, a decisiones gubernamentales equivocadas, a la ineficiencia de los mercados del crédito y a los elevados niveles de riesgo económico.

La mayor fiabilidad de las condiciones económicas y políticas ha estimulado el ahorro y la inversión y ha incrementado la utilización del sistema monetario.
 La lenta recuperación económica iniciada en 1981 cobró impulso en los años siguientes. El crecimiento económico medio se aceleró del 3 por ciento en 1981-86 al 6,5 por ciento en 1987-97. Los ingresos anuales per cápita han mejorado a niveles ligeramente superiores a los de 1965 (301 dólares en 1997) y se ha realizado la reforma estructural en toda la economía. La mayor fiabilidad de las condiciones económicas y políticas ha estimulado el ahorro y la inversión y ha incrementado la utilización del sistema monetario. En 1986, más de la tercera parte de toda la economía y la mitad de la economía agraria se basaban en intercambios y otras transacciones no monetarias, pero estas cifras se han reducido con la mejora del funcionamiento del sistema financiero. Actualmente, sólo un 24 por ciento de la economía funciona fuera de los canales monetarios.
En algunos años, la asistencia exterior ha llegado a representar hasta un quinto del PIB, pero gracias a esta ayuda Uganda conoce una recuperación en la actualidad.
 Se han canalizado cantidades considerables de préstamos y asistencia internacionales para apoyar la economía de Uganda. En los diez años de recuperación económica desde 1988, el país ha recibido préstamos en condiciones de favor del FMI y el Banco Mundial por un total de 4 000 millones de dólares. Se han concedido estos préstamos mediante una ampliación de los servicios de crédito y ajuste estructural en el FMI y el Banco Mundial, que se han empleado para apoyar la reconstrucción y reorientación de la macroeconomía. En algunos años, la asistencia exterior ha llegado a representar hasta un quinto del PIB. Más recientemente, en noviembre de 1997, se aprobó un préstamo del FMI por 140 millones de dólares para el período 1997-2000. Además de los donantes multilaterales, Uganda ha recibido un notable apoyo de los distintos miembros de la Unión Europea, así como del Japón.

 Como consecuencia de todo ello, Uganda se encuentra hoy en un frágil estado de recuperación de un largo período de autodestrucción. La tasa de inversión está subiendo, la inflación se ha mantenido relativamente baja durante cuatro años, el Gobierno ha reducido sus gastos y creado condiciones mejores para la inversión privada, y ha disminuido el déficit de cuenta corriente. Los progresos del país en la reforma estructural y de política sectorial hicieron que se le perdonara el 20 por ciento de su deuda exterior a comienzos de 1998. En virtud de la iniciativa para los países pobres muy endeudados, el Banco Mundial y el FMI han perdonado 650 millones de los 3 250 millones de dólares a que asciende la deuda exterior total de Uganda. Con ello se reducirá incluso más la relación de la deuda al PIB en Uganda, que era del 80 por ciento en un período tan reciente como 1993/94 y se espera baje al 50 por ciento en 1998.
 

FIGURA 22
DISTRIBUCIÓN SECTORIAL DEL PIB EN UGANDA
 
 

Condiciones macroeconómicas

 El caso de Uganda podría considerarse un logro ejemplar de los programas de ajuste estructural. En 10 años las reformas económicas han hecho disminuir el déficit de cuenta corriente del 50 por ciento al 10 por ciento aproximadamente del PIB y han reducido el servicio de la deuda de más del 125 al 21 por ciento del PIB. El camino para llegar a estos niveles no ha sido completamente fácil, pero Uganda lo ha recorrido con relativa rapidez hacia el logro de las metas ambiciosas que se establecieron en su programa de recuperación económica de 1987.

 En 1997 el PIB era de 6 300 millones de dólares EE.UU., y estaba integrado en un 88 por ciento por el consumo privado, en un 9 por ciento por el gasto gubernamental y en un 20 por ciento por el gasto de inversión (incluida la privada y la pública). La tasa de crecimiento real en 1996/97 (el ejercicio económico es de julio a junio) era del 5 por ciento, pronosticándose un 5,5 por ciento para 1997/98 y un 7 por ciento para 1998/99. Como el crecimiento demográfico es del 3 por ciento al año, dichas tasas de crecimiento implican notables mejoras de los ingresos per cápita. La economía es principalmente agrícola, si bien la importancia de ese sector está disminuyendo lentamente, a medida que las manufacturas y el comercio al por mayor y por menor recuperan parte de su antigua importancia (véase la Figura 22).

 El programa de reforma económica de Uganda es amplio y ambicioso e incluye la reconstrucción física y económica, así como la transición de una sociedad orientada a la guerra a otra orientada a la producción. En el programa de cambios fundamentales figuran la liberalización de los precios al productor y al consumidor, la estabilización de la inflación, la liberalización del tipo de cambio supravalorado, la reducción del 60 por ciento de las fuerzas armadas, una disminución de la propiedad gubernamental de la industria, la reconstrucción de infraestructura, y el restablecimiento del sistema financiero y las relaciones de crédito.

 Las medidas inmediatas adoptadas en 1987/88 marcaron las pautas de un impulso decidido hacia una economía reestructurada. En la primera de una serie de devaluaciones, en 1987, se sustituyó el chelín por el nuevo chelín ugandés que fue devaluado en un 60 por ciento, gracias a lo cual aumentaron las exportaciones y disminuyeron las importaciones. Se permitió que los precios al productor de las exportaciones agrícolas aumentaran en respuesta a la devaluación y la producción siguió el ejemplo. Al cabo de pocos años, el gasto oficial se redujo notablemente, si bien quedaron protegidos de los recortes algunos sectores prioritarios como la asistencia sanitaria primaria, el mantenimiento de las carreteras y la educación. Aunque no se alcanzaron los objetivos propuestos en principio con respecto a las reducciones, se liberó del servicio militar a 20 000 soldados y se redujo el número de funcionarios. Para empezar a mejorar la tasa de ahorro y desarrollar un sistema de crédito eficaz, el Gobierno liberalizó los tipos de interés e inició un mercado de letras del tesoro para financiar sus operaciones.

 Todas estas novedades contribuyeron a estabilizar más el entorno macroeconómico. Empezaron a funcionar mejor mercados de todos los tipos, los consumidores y los productores prefirieron actuar dentro del sistema monetario y los importadores y exportadores afrontaron los precios mundiales. El pago de las importaciones necesarias fue garantizado por los organismos donantes, con lo que se evitaron los atascos que habrían impedido la llegada de los productos de capital que hacían falta.
 

Condiciones actuales

Los problemas meteorológicos padecidos por Uganda en 1996 y 1997 hicieron que el crecimiento de la producción agrícola, principal sostén de la economía, se redujera; se espera que la economía se recupere con relativa rapidez, si se contiene el gasto gubernamental.
 Según proyecciones del Gobierno, el crecimiento del PIB en 1997/98 será del 7,5 por ciento, pero los observadores exteriores prevén que, a causa del exceso de precipitaciones en la estación de las lluvias, será sólo del 5,5 por ciento. Los problemas meteorológicos padecidos en 1996 y 1997 hicieron que el crecimiento de la producción agrícola, principal sostén de la economía, se redujera a sólo el 1,1 por ciento en 1996/97, lo que provocó el hundimiento del sector no monetario de la economía. Se espera que la economía se recupere con relativa rapidez, si se contiene el gasto gubernamental de forma que no suba la inflación y que se restablezca pronto un crecimiento del PIB próximo a niveles del 7-8 por ciento. El déficit de cuenta corriente en 1996/97 fue del 6,5 por ciento del PIB y, según las proyecciones, en 1997/98 bajará ligeramente al 5,8 por ciento. Si se excluyen las donaciones oficiales, el déficit de cuenta corriente habría sido del 6,1 por ciento del PIB el año pasado. Las reservas de divisas han ido aumentando gradualmente hasta alcanzar en 1996/97 el valor de las importaciones de 4,6 meses.

 Continúa representando un problema el déficit de los ingresos públicos. El Gobierno está recibiendo una fuerte presión de los prestamistas internacionales para que mejore el flujo de sus ingresos y cree sistemas que eliminen el soborno y la corrupción. Se registraron algunas mejoras entre 1991 y 1995/96 en que los ingresos estatales se duplicaron ascendiendo al 11 por ciento del PIB y con la introducción del impuesto sobre el valor añadido. A fines de 1997 se introdujo un cambio en los servicios de impuestos internos del Gobierno para extirpar la corrupción. Fue esta una de las condiciones para la concesión del préstamo de 140 millones de dólares del FMI en noviembre de 1997. Sin embargo, los ingresos fiscales siguen sido inferiores a lo necesario para alcanzar los objetivos del Gobierno y parte del problema se debe a la elevada proporción que representa la actividad no monetizada. Otro problema es la aplicación completa del nuevo impuesto sobre el valor añadido.

 Las orientaciones y prioridades de política más recientes del Gobierno siguen haciendo hincapié en un crecimiento de amplia base y una diversificación, en la rigurosidad monetaria y fiscal y en la protección de los pobres durante el continuo ajuste económico. Estas políticas se describen en el documento del marco de políticas elaborado en cooperación con los principales organismos multilaterales de crédito, que se publicó en octubre de 1997. Continúan las reformas del sector financiero y la privatización de otras fábricas y utilidades de propiedad gubernamental. Se espera que estos cambios incrementen los ingresos fiscales y reduzcan el número de funcionarios, a la vez que fomentan la inversión privada en Uganda. El objetivo del Gobierno es que la inversión aumente del 20 al 23 por ciento del PIB durante el período de planificación trienal.

En algunas ocasiones, el superávit de la balanza de pagos de Uganda ha presionado a la subida del chelín.
 La inversión extranjera directa (IED) fue aumentando notablemente en los últimos años desde la liberalización de la propiedad extranjera en 1991. La IED no superaba los 3 millones de dólares en 1993, pero había aumentado a 160 millones en 1996/97. Gracias a la gran afluencia de capitales en forma de préstamos en condiciones de favor y ayuda, Uganda ha llegado a tener un superávit de balanza de pagos en los últimos años. Esto ha presionado a la subida del chelín en algunas ocasiones, y el Gobierno ha tenido que trabajar para evitar fluctuaciones en los tipos de cambio. Se intervino en el tipo de cambio en 1996/97 y, de nuevo, en 1997/98 para mantener estable la moneda. Ha contribuido a dificultar esta tarea la utilización creciente del chelín ugandés para transacciones comerciales en la parte oriental de la República Democrática del Congo. Los envíos de dinero procedentes de esa región han aumentado un 70 por ciento con respecto al flujo normal y algunos observadores estiman que hasta un tercio de la moneda de Uganda se utiliza en la República Democrática del Congo. Esto puede dar lugar a problemas de liquidez.

 La privatización se ha llevado a cabo más lentamente. Una de las finalidades del crédito del FMI concedido en noviembre de 1997 es acelerar el proceso. Se han realizado inversiones para fomentar la eficiencia y las privatizaciones en muchos sectores, pero se necesita todavía rehabilitar las telecomunicaciones, los servicios bancarios y la electricidad. Actualmente se ha acordado, con el apoyo de donantes externos, un programa para completar el proceso de privatización en 1999, mediante la venta de 70 empresas públicas mineras y de manufacturación. Sin embargo, a comienzos de 1998, surgió en el parlamento una controversia sobre el programa de privatización en la que se expresó la preocupación de que se estaban vendiendo las compañías a precio demasiado barato a inversores extranjeros, y que la venta del Banco Comercial de Uganda no permitiría disponer de créditos para la población rural. Suscitaron problemas análogos la venta del sistema de correos de Uganda y el funcionamiento de las telecomunicaciones.
 

Comercio

El comercio de bienes y servicios representa un 25 por ciento del PIB, correspondiendo la mayor parte a las exportaciones.
 El comercio es importante para Uganda, pero no está muy diversificado. El comercio de bienes y servicios representa un 25 por ciento del PIB, correspondiendo la mayor parte a las exportaciones, casi el 20 por ciento. Uganda es miembro del Mercado común para África oriental y África austral (COMESA) y, en cuanto tal, mantiene un trato de aranceles bajos y preferenciales con los otros 12 Estados miembros. También es miembro de la Organización Internacional del Café, el Convenio Internacional del Azúcar y el Consejo Internacional del Algodón.
 
FIGURA 23A
UGANDA: PRINCIPALES IMPORTACIONES, 1996
 
FIGURA 23B
UGANDA: PRINCIPALES EXPORTACIONES, 1996
 
FIGURA 24A
UGANDA: PRODUCCIÓN DE PRINCIPALES CULTIVOS D’EXPORTACIÓN, 1987-1997
 
FIGURA 24B
UGANDA: PRODUCCIÓN DE PRINCIPALES CULTIVOS ALIMENTARIOS, 1987-1997
 

 Pese a pertenecer al COMESA, los principales interlocutores comerciales de Uganda en lo que respecta a las importaciones son países de Europa y Asia, y los derechos de importación han supuesto hasta hace muy poco tiempo una parte considerable de los ingresos fiscales del Gobierno (40 por ciento en 1994/95). El impuesto de exportación aplicado al café contribuyó por sí solo al 50 por ciento de los ingresos gubernamentales en 1992/93 en que fue eliminado. El promedio de los aranceles era del 17 por ciento en 1994/95, pero desde entonces se han aplicado algunas reducciones, especialmente la sustitución del arancel del 145 por ciento aplicado a las importaciones de petróleo con un impuesto indirecto al consumo del 215 por ciento. En 1993/94 se empezaron a aplicar también impuestos indirectos a las importaciones de bienes de lujo, si bien estos productos continúan enfrentándose con aranceles relativamente altos. Los insumos agrícolas se importan sin impuestos.

 Uganda tiene un considerable déficit de cuenta corriente a causa de sus importaciones de vehículos, maquinaria y equipo y petróleo, que en conjunto representan actualmente alrededor de la mitad de las importaciones totales, las cuales se financian en su mayor parte con créditos de ayuda extranjera. Las importaciones han aumentado más rápidamente que las exportaciones, especialmente las de productos industriales, para apoyar la reestructuración económica (véase la Figura 23). Aunque el país satisface parte de sus necesidades energéticas mediante la producción de energía hidroeléctrica, carece de recursos de petróleo, producto que debe importar para la mayor parte de su industria y transporte.

Las exportaciones de productos agrícolas tradicionales han aumentado en valor durante los últimos años, si bien no lo han hecho en proporción del PIB o del comercio total.
 Las exportaciones de productos agrícolas tradicionales (café, té, algodón) han aumentado en valor durante los últimos años, si bien no lo han hecho en proporción del PIB o del comercio total, ya que el crecimiento económico es más rápido que la producción de cultivos tradicionales para la exportación (véase la Figura 24). El aumento del 70 por ciento de otras exportaciones, sobre todo de oro, permitió compensar las importaciones generales de mercancías y evitar que aumentara más el déficit de cuenta corriente en 1997.

 El total de las exportaciones aumentó un 7 por ciento en 1997 con respecto al año precedente, pese a que disminuyó un 13 por ciento el valor de las de café debido al descenso de los precios internacionales. Los ingresos procedentes de las exportaciones de café se han reducido aún más en 1997/98 en que el mal tiempo causó un descenso del 24 por ciento en la producción.

 El Gobierno, alentado por los suministradores de créditos internacionales, ha prometido la liberalización ulterior del comercio. Entre los cambios de política propuestos en el presupuesto actual figura la reducción del 30 al 20 por ciento de los derechos de importación aplicados a productos procedentes de países no miembros del COMESA y la eliminación de todas las prohibiciones de importaciones de productos.
 

Condiciones agrícolas

Casi la mitad de la producción agrícola se vende o intercambia para el consumo de subsistencia fuera del sistema de mercado.
 La economía de Uganda está fuertemente orientada a la agricultura. El sector agrícola, que representa el 44 por ciento de la producción total y el 80 por ciento del empleo, se halla concentrado en la parte sur del país, donde las condiciones meteorológicas permiten dos estaciones de cultivo. En el Cuadro 4 se indica la producción de las distintas cosechas de Uganda. Los principales cultivos de exportación son el café, el algodón, el té y el maíz. Los principales cultivos alimentarios son las raíces y tubérculos, el maíz, los frijoles, el sésamo y el sorgo. Casi la mitad de la producción agrícola (19 por ciento del PIB) se vende o intercambia para el consumo de subsistencia fuera del sistema de mercado. La actividad agrícola se desarrolla sobre todo en explotaciones de menos de 2 ha, utilizando mano de obra familiar y métodos no mecanizados. La producción de subsistencia representa todavía alrededor de los dos quintos de la producción agrícola, y un quinto del producto económico total.
 
CUADRO 4

Producción agrícola de Uganda, 1996/97

 
Producto
Volumen
(miles de toneladas)
Porcentaje 
of total
Café
287 925
88
16 939
5
Plátanos
9 144
3
Tabaco
6 349
2
Cultivos de raíces
4 111
1
Cereales
1 588
0.5
Leguminosas de grano
356
0.11
Nueces
285
0.09
Total
326 697
100

 El sector agrícola de subsistencia fue el que permitió sobrevivir a la población  frente a la devastación y el colapso de la economía moderna bajo el gobierno de Idi Amin, y mucha gente depende todavía de pequeñas parcelas o huertos para obtener un suministro constante de alimentos. Incluso en las zonas urbanas de Kampala y otras ciudades menores, la tradición agrícola y la incertidumbre con respecto al suministro de alimentos procedentes de zonas rurales dan lugar a una producción agrícola urbana. Según distintas estimaciones, entre el 30 y el 50 por ciento de las familias de Kampala participan en alguna forma en la agricultura.8
 

FOTO 8
Miembros de una familia recogiendo café
El café representa aproximadamente el 60 por ciento de las exportaciones de Uganda
 
 
Antes del colapso económico, Uganda era autosuficiente en alimentos gracias a la buena fertilidad de sus suelos y al clima favorable.
Antes del colapso económico, Uganda era autosuficiente en alimentos gracias a la buena fertilidad de sus suelos y al clima favorable. Ahora los productos alimenticios (azúcar, aceites vegetales y cereales) representan el 6 por ciento del total de sus importaciones. La agricultura contribuía también a la adquisición de divisas y fue la razón principal de sucesivos superávit de cuenta corriente. Hay muchas posibilidades de volver a alcanzar estas condiciones teniendo en cuenta las tendencias positivas de las reformas económicas en curso.

 Se utiliza actualmente alrededor de un tercio de las posibles tierras de cultivo, si bien no existen regadíos. La mayor parte de la superficie cultivada se dedica al banano (30 por ciento, sobre todo en sistemas de montaña al oeste y al este), mientras que se producen cereales en un 23 por ciento de la superficie, sobre todo en el norte y noroeste, correspondiendo el resto en orden descendente a las raíces, leguminosas de grano, semillas oleaginosas, café y algodón.
 

FIGURA 25
COMPOSICIÓN DE LAS EXPORTACIONES DE UGANDA, 1990-1996
 

 Pese a la predominancia del sector agrícola en el PIB y el empleo, así como a su crecimiento en términos absolutos, en realidad durante el último decenio su importancia ha disminuido considerablemente en términos relativos. Después del hundimiento de la economía en los años setenta y comienzos de los ochenta, la agricultura era prácticamente la única actividad productiva y tuvo una importancia decisiva en la supervivencia del país. Sin embargo, tanto la agricultura para la exportación como la elaboración de los productos agrícolas sufrieron graves daños, quedando así la agricultura de subsistencia como la principal actividad económica.

 Hasta época tan reciente como 1990, la agricultura representaba el 57 por ciento del PIB de Uganda y el café, el 80 por ciento de las exportaciones. Mediante el Plan de Recuperación Económica se consiguió diversificar la economía de forma que actualmente la manufacturación representa el 12 por ciento de la producción, frente a sólo el 5 por ciento en 1987. También el sector agrícola se está diversificando. La parte del café en las exportaciones ha disminuido al 60 por ciento aproximadamente, pero los ingresos obtenidos han fluctuado mucho desde que en 1989 se eliminaron los contingentes establecidos por la Organización Internacional del Café (véase la Figura 25).

 Los cultivos alimentarios representan el 71 por ciento de la producción agrícola y se dedica a ellos el 92 por ciento de la superficie cultivada. Este subsector padeció graves daños a fines de 1996 y comienzos de 1997 a causa de la sequía y, de nuevo, en 1997 y comienzos de 1998, debido a las intensas precipitaciones y a las inundaciones. Como consecuencia de la sequía, la producción agrícola creció sólo el 3,9 por ciento de 1996 a 1997, mientras que el año anterior había aumentado el 8,6 por ciento. El efecto combinado de todas estas catástrofes meteorológicas ha sido la reducción del 25 por ciento en la producción agrícola entre comienzos de 1997 y comienzos de 1998, lo que ha inducido al FMI a reducir del 8 al 5,5 por ciento su pronóstico del crecimiento del PIB en 1997/98. La producción de los cultivos alimentarios fue totalmente insuficiente para satisfacer las necesidades de la población en 1997. Se declaró el estado de hambruna en 21 de los 39 distritos gubernamentales, especialmente en algunas de las zonas más vulnerables del norte, noroeste y sudoeste donde hay grandes asentamientos de refugiados.

Uganda es el principal productor de café de África.
 Uganda es el principal productor de café de África. Los ingresos obtenidos del café han sido el principal apoyo de los esfuerzos del Gobierno por reducir el déficit de cuenta corriente y restablecer las reservas de divisas. A comienzos de los años noventa aumentaron notablemente los precios internacionales del café y Uganda se halló en buenas condiciones para exportar. Sin embargo, los precios elevados atrajeron a nuevos productores al mercado y el aumento de la producción hizo que bajaran los precios (véase la Figura 26). Las lluvias de 1997/98 han afectado al sector del café más que el anterior período de sequía debido a que se produjeron en la época de la cosecha. Se registraron retrasos e interrupciones en la recolección y el secado durante todo el comienzo de la temporada de cosecha a fines de 1997 y las fábricas de elaboración estuvieron infrautilizadas por falta de producto. El volumen de las exportaciones se redujo en casi los dos tercios con respecto al año anterior durante las etapas iniciales de la cosecha, pero se recuperó considerablemente hacia el final de la campaña en abril de 1998.

 No obstante, la debilidad de los precios sigue mermando los ingresos de exportación del café. Se pronostica que entre 1997 y 1998 el precio medio de la principal variedad de café de Uganda, robusta, bajará un 9 por ciento. Además, los nuevos suministradores y el nuevo sistema de control de calidad aplicado por una de las principales empresas internacionales comercializadoras del café, con sede en Londres, pueden representar un peligro permanente para el mercado del café en grano de Uganda. Informes recientes señalan que es excesivo el contenido de humedad del café exportado, y hay grave preocupación por el hecho de que esta publicidad negativa induzca a los compradores a dirigirse a otros productores ahora que está disponible la producción de la nueva cosecha.

 El té y el algodón son también importantes cultivos de exportación tradicionales de Uganda. La producción de té ha vuelto a aumentar este año en comparación con 1996 y también deberían aumentar los ingresos de exportación. La producción de algodón resultó perjudicada por la sequía de comienzos de 1997, que redujo las plantaciones, y posteriormente las lluvias tardías interrumpieron el transporte a las instalaciones de desmotado a fines del año. Por esta razón, la producción de 110 000 balas de algodón obtenida en 1996/97 representa poco más de la mitad del volumen del año anterior. No obstante, dicho volumen es notablemente superior al de comienzos de los años noventa. Una parte considerable de la asistencia multilateral se ha destinado a modernizar las instalaciones de elaboración a fin de lograr que este producto vuelva a aportar una contribución importante a la adquisición de divisas para Uganda.
 

FIGURA 26
UGANDA: INGRESOS DE EXPORTACIÓN Y PRECIOS MUNDIALES DEL CAFÉ, 1985-1996

 Thé et coton mis à part, les principales ressources agricoles de l’Ouganda sont la canne à sucre, les pâturages et les forêts. Ces trois secteurs ont redémarré depuis l’effondrement des années 70 et 80, mais ils ne jouent pas encore un grand rôle dans l’économie. La pêche, concentrée dans les grands lacs situés dans le pays et le long de ses frontières, est une importance source de protéines pour la population ougandaise et produit aussi des recettes d’exportation non négligeables.

Los problemas meteorológicos padecidos durante los dos últimos años muestran la fragilidad de la dependencia económica de Uganda con respecto a la agricultura.
 Los problemas meteorológicos padecidos durante los dos últimos años muestran la fragilidad de la dependencia económica de Uganda con respecto a la agricultura. Las inundaciones y los corrimientos de tierras causados por las lluvias torrenciales arrastraron puentes y carreteras, arrasaron los cultivos e interrumpieron la cosecha, la entrega y la comercialización de los productos alimenticios. Los precios subieron repentinamente en algunas regiones, sobre todo donde las carreteras quedaron intransitables y los cultivos no podían llegar a las instalaciones de elaboración. El descenso de la producción alimentaria y de la producción agrícola en general en 1997/98 contribuyó a la reducción del crecimiento general.
 

Cuestiones y políticas agrícolas

 Falta de métodos modernos de explotación agrícola. Las zonas rurales de Uganda han cambiado relativamente poco durante los últimos tres decenios, lo mismo que las prácticas de explotación agrícola. El 90 por ciento de la población rural está formado por agricultores o pescadores de subsistencia, cuya productividad es baja a causa de la falta de maquinaria o incluso de tracción animal, las infestaciones de plagas antes y después de la cosecha, las sequías e inundaciones, la escasez de instalaciones de almacenamiento y la destrucción de gran parte de la excelente infraestructura de transporte existente hace 30 años. Dispone de electricidad sólo un 5 por ciento aproximadamente de la población, la mitad de la cual se halla en Kampala y en otras de las principales ciudades.
El Gobierno desea mejorar la productividad de los agricultores de subsistencia que son la base de la economía.
 Con el plan de modernización agrícola hasta el 2002 que acaba de publicarse, Uganda saldrá de la fase de rehabilitación y entrará en la fase de desarrollo del crecimiento económico. Se hará más hincapié en el comercio regional de los productos alimenticios locales o en nuevos productos agrícolas de valor elevado destinados a los mercados internacionales. El Gobierno desea mejorar la productividad de los agricultores de subsistencia que son la base de la economía, y ampliar en un 6 por ciento al año la superficie cultivada, especialmente con explotaciones comerciales en gran escala.

 La infrautilización de las tierras de cultivo ha sido una de las principales deficiencias en los esfuerzos de Uganda para reducir la pobreza en las zonas rurales. Se deriva del abandono que tradicionalmente han padecido los pequeños productores agrícolas y de la incapacidad de ampliar la mecanización a un gran número de agricultores fuera de las zonas del nordeste donde fue adoptada en un comienzo. Entre los cambios de política agraria que se han estimulado desde 1990 cabe señalar la aceptación de la contribución esencial de los pequeños agricultores a la producción alimentaria, la reducción de los costos de las transacciones y de las pérdidas comerciales en los mercados de la tierra y del crédito, y la extensión de los servicios agrícolas.

  Se estima que la aplicación del plan de modernización, publicado en enero de 1998, costará 367 000 millones de nuevos chelines (unos 305,8 millones de dólares EE.UU.). Los cuatro sectores fundamentales en los que se va a intervenir son: la mejora de la investigación, la extensión y las vinculaciones con los agricultores; la orientación específica de la producción en determinadas zonas agrícolas; la mejora del acceso al crédito en las zonas rurales y el fomento de agroindustrias rurales. El éxito dependerá de que continúe la inversión en la red de transporte del país, especialmente caminos rurales.

Uganda tendría potencial para alimentar a gran parte del África oriental, pero sus rendimientos agrícolas son muy bajos debido a las prácticas de agricultura de subsistencia.
 El plan de modernización se basa en el hecho de que Uganda, país con potencial para alimentar a gran parte del África oriental, tiene rendimientos agrícolas muy bajos debido a las prácticas de agricultura de subsistencia. El uso de fertilizantes es muy escaso, pues no hay ningún mercado sistemático y los precios varían enormemente en todo el país. El plan prevé el gasto de 120 millones de dólares en la mejora y descentralización de los servicios de investigación y extensión. Sin embargo, aunque la mayoría de los agricultores son mujeres, el programa de extensión hace poco hincapié en las cuestiones relacionadas con la mujer y el número de extensionistas sigue siendo mínimo.

 Dada la irregularidad de los mercados internacionales del café y otras exportaciones agrícolas tradicionales del país (algodón, té, azúcar y tabaco), el Gobierno está tratando de diversificar su base económica, sobre todo mediante el incremento de exportaciones agrícolas no tradicionales las cuales, en 1996, representaron el 34,5 por ciento de los ingresos de exportación, frente al 14 por ciento en 1990.

 Los dos tipos de exportaciones no tradicionales son alimentos tradicionales de poco valor que no se solían exportar, especialmente maíz, arroz, frijoles, semillas oleaginosas y productos lácteos, que se venden a los países vecinos; y nuevos productos agrícolas de valor elevado destinados a los mercados ricos: especias, hortalizas, frutas y nueces especialmente apreciadas, productos pecuarios como cueros y caprino en vivo para el Medio Oriente, pescado, seda, pelitre y aceite de citronela.

 La infraestructura de almacenamiento y transporte es insuficiente, por lo que los productores difícilmente pueden cumplir los complejos requisitos aplicados por el mundo desarrollado a productos muy perecederos, como hortalizas enanas frescas o capullos de flores de invernadero. «Los mercados de exportación son limitados, competitivos e imprevisibles», se señala en el plan de modernización. «Los requisitos son también exigentes en cuanto al tipo, tamaño y calidad del producto, envasado, puntualidad en la entrega y frecuencia.» Como país sin litoral, Uganda se encuentra en desventaja para competir con países vecinos ribereños, como Kenya, en la venta de estos cultivos de valor elevado.

 Los mercados regionales de productos de menor valor son más accesibles para Uganda. El plan de modernización señala dos tipos de clientes regionales: otros países del África oriental, como Kenya, la República Unida deTanzanía y Etiopía, donde se padecen frecuentemente situaciones de escasez de alimentos provocadas por sequías e inundaciones; y los organismos internacionales que atienden a los refugiados y desplazados en la región. El plan de modernización pide un incremento del 20 por ciento en la producción de maíz, arroz, frijoles, semillas oleaginosas y productos lácteos para su venta en la región.

 El talón de Aquiles de este planteamiento regional es la persistencia de barreras comerciales entre los países de la región. El COMESA ha conseguido derribar algunas de estas barreras con su mandato de fomentar el comercio, la inversión y los pagos entre los signatarios. Otro problema es si los gobiernos vecinos y los organismos de socorro se hallarán en condiciones de comprar alimentos de Uganda. El dinero no es el único problema. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) se ha visto desalentado a comprar alimentos en Uganda porque las casas comerciales no siempre han cumplido sus contratos y la calidad de los alimentos no siempre se ajusta a las normas del PMA.

Uno de los principales obstáculos para el crecimiento de Uganda es la mala infraestructura de transporte.
 Uno de los principales obstáculos para el crecimiento de Uganda es la mala infraestructura de transporte. La falta de capacidad institucional, unida a las catástrofes naturales, ha retrasado el programa de reconstrucción de carreteras. Aunque se han reconstruido las carreteras principales, se estima que la cuarta parte de las carreteras secundarias son intransitables durante la estación de las lluvias. En 1996 el Banco Mundial y Uganda firmaron un programa de diez años con la concesión de 1 500 millones de dólares EE.UU. para la construcción de carreteras. En 1997 el Banco Mundial invirtió 30 millones de dólares para crear capacidad institucional de construcción y mantenimiento de carreteras y otros 30 millones en reparaciones urgentes de los daños causados por las lluvias torrenciales y las inundaciones.

Falta de crédito agrícola. Para que la agricultura sea el motor económico del crecimiento de Uganda, como debiera serlo, la inversión debe centrarse en ese sector, pero los campesinos no tienen casi acceso al crédito para poder mejorar su productividad o constituir microempresas. Los bancos oficiales no tienen una red suficiente de sucursales en las zonas rurales y tienden a considerar el crédito rural demasiado arriesgado y costoso. Se han hecho esfuerzos para dar mayor acceso al crédito a los pequeños agricultores, especialmente mediante el Plan de Crédito para los Campesinos que fue financiado por donantes de ayuda exterior y estaba destinado expresamente a los pequeños productores de alimentos. En muchas aldeas hay organizaciones cooperativas agrarias que han sido fuentes importantes de financiación provisional y otros tipos de apoyo a los distintos agricultores.

 El plan de modernización trata de asignar 37,27 millones de dólares para mejorar el acceso y la disponibilidad de créditos en zonas rurales. El plan en tres etapas comenzaría con la creación de grupos para conceder microcréditos en pequeña escala a fin de estimular a los campesinos a ahorrar y para ofrecerles acceso a pequeñas sumas de préstamos de fuentes externas. Estos grupos se irían desarrollando en bancos de aldea plenamente dotados y vinculados al sistema bancario oficial. Más adelante, se fundirían los bancos de aldea para formar bancos de distrito o regionales que pudieran competir con los bancos establecidos. Se espera que las cooperativas de productores aldeanos y las organizaciones no gubernamentales desempeñen una función decisiva en el desarrollo de este modelo.

Uganda padece inestabilidad económica pero tiene recursos para el desarrollo. En general la economía de Uganda sigue siendo vulnerable a distintas causas de inestabilidad, la primera de las cuales son las condiciones meteorológicas que pueden crear períodos de gran productividad, como 1992/93 en que el PIB creció el 8,4 por ciento, y graves crisis de producción agrícola, como las de 1996 y 1997, que retardan el crecimiento general. El sector agrícola no puede responder a estos fuertes cambios en los suministros debido a la falta de riego, al subdesarrollo relativo de la mecanización y a los malos sistemas de almacenamiento, transporte y distribución.
Otra fuente de inestabilidad son las actividades militares en la frontera y las poblaciones de refugiados. El país alberga actualmente a 265 000 refugiados de Sudán, República Democrática del Congo y Rwanda, que viven en campos de asentamientos rurales y en lugares de tránsito temporal. Estas poblaciones son en general agricultores de subsistencia que han sufrido el desplazamiento y la inseguridad en el norte de Uganda debido a los disturbios civiles y los ataques a sus campos. En 1997, un gran número de refugiados sudaneses volvieron a las zonas del sur del Sudán, mientras que otros dejaron voluntariamente los campos de refugiados y viven a lo largo de la frontera del norte de Uganda.

 Otra causa de inestabilidad para la economía ugandesa es la asistencia exterior. Uganda ha realizado bien su reestructuración macroeconómica por lo que recibe un trato favorable en los programas de préstamos de los donantes bilaterales y multilaterales. Sin embargo, muchas de las reformas continuas del Gobierno dependen casi exclusivamente del apoyo de fuentes externas. Las importaciones de equipo y maquinaria que se necesitan urgentemente para seguir fortaleciendo el sector manufacturero se financian generalmente con fondos extranjeros, por lo que no hay peligro de que no se paguen tales importaciones. Este proceso de financiación de importaciones de capital físico mantiene también el actual déficit de cuenta corriente, lo que no sería posible sin la ayuda externa. A pesar de todo, los beneficios a largo plazo del aumento de la capacidad manufacturera justifican el desequilibrio comercial.
 

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