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Europa central y oriental y la Comunidad de Estados Independientes

RESUMEN REGIONAL

 

Tendencias macroeconómicas y resultados del sector agrícola

Los países en transición de Europa central y oriental en su conjunto tuvieron, en 1997, por primera vez desde el comienzo del proceso de transición, una tasa de crecimiento positiva del PIB.
 Los países en transición de Europa central y oriental42 en su conjunto tuvieron, en 1997, por primera vez desde el comienzo del proceso de transición, una tasa de crecimiento positiva del PIB, del 1,7 por ciento, frente al –0,1 por ciento de 199643. En particular, la Federación de Rusia registró por primera vez un crecimiento positivo, aunque con un índice muy modesto del 0,4 por ciento. Todos los demás países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) también tuvieron una tasa de crecimiento positiva, con la excepción de Ucrania y Turkmenistán, donde prosiguió la contracción de los años precedentes, a un ritmo decreciente en el caso de Ucrania, pero muy pronunciado en Turkmenistán.

 En conjunto, la actividad económica creció en los países de Europa central y oriental y los países en transición del Báltico44 el 3,1 por ciento en 1997, frente al 3,6 por ciento en 1996 y el 5,3 por ciento en 199545. La desaceleración del crecimiento económico oculta la existencia de tendencias de signo diverso. En cuanto a los países que han seguido un proceso de reforma más acelerado, el crecimiento del PIB aumentó en Hungría, Polonia y Eslovenia y descendió ligeramente en Eslovaquia, mientras que en la República Checa disminuyó por segundo año consecutivo hasta situarse en sólo el 1,2 por ciento. Los resultados de la economía siguieron mejorando también en las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania, así como en Croacia. En los restantes países en transición de la zona sudoriental de Europa se registraron tendencias opuestas, con un descenso del PIB cercano al 7 por ciento en Albania, Bulgaria y Rumania. No obstante, en los dos últimos países citados esa evolución estuvo estrechamente relacionada con los efectos iniciales de las medidas de reforma más completas que finalmente se están adoptando.

 La tasa de inflación muestra, al parecer, una tendencia a la baja en muchos países en transición, siendo Polonia, Hungría, las repúblicas bálticas, la Federación de Rusia, Ucrania y casi todos los restantes países de la CEI los que han obtenido los mejores resultados. En cambio, la inflación experimentó un fuerte incremento en Albania, Bulgaria y Rumania y sólo creció ligeramente en Belarús, aunque a partir de una tasa que ya era muy elevada.

FIGURA 35
PAÍSES EN TRANSICIÓN DE EUROPA CENTRAL Y ORIENTAL Y LA CEI
 

 de producción agrícola y pecuaria de la FAO registra para 1997 un pequeño aumento, estimado actualmente en el 1 por ciento, en el conjunto de los países en transición por primera vez desde 1989. Ese incremento global se basa en un aumento importante (del 8-9 por ciento) de la producción agrícola, con un crecimiento especialmente notable de la producción de cereales (del 25 por ciento) y en la prosecución de la tendencia descendente de la producción pecuaria que ha caracterizado permanentemente el proceso de transición.

 En los países de la CEI, la producción agrícola experimentó un notable incremento, muy significativo en Ucrania y algo menor en la Federación de Rusia y Kazajstán, gracias sobre todo al importante aumento de la producción de cereales, mientras seguía descendiendo la producción ganadera. La producción también aumentó, en grado diverso, en Georgia, Moldova, Tayikistán y Turkmenistán, pero descendió en las restantes repúblicas de la CEI. En las repúblicas bálticas, siguió predominando el estancamiento o una tendencia moderadamente descendente en Estonia y Letonia y un incremento en Lituania por segundo año consecutivo, que se explica en gran medida por la importante recuperación del sector cerealero.

 En los países de Europa central y oriental también prevalecieron tendencias de signo distinto en lo que respecta a la producción agrícola en 1997. En conjunto, permaneció estancada o disminuyó ligeramente, con un importante aumento de la producción de cereales (del 23 por ciento en volumen a nivel subregional) y se registró un nuevo descenso de la producción pecuaria (el 6 por ciento, aproximadamente). La producción agrícola neta permaneció en niveles similares o disminuyó en ocho países y en Polonia tuvo lugar una importante reducción del orden del 11 por ciento (debida también a las desfavorables condiciones meteorológicas). Por su parte, Rumania registró un aumento considerable (el 10 por ciento). La mayor producción de cereales se basó principalmente en el aumento de los rendimientos, especialmente en Bulgaria y Rumania (del 50 y el 43 por ciento, respectivamente). Se interrumpió el proceso de reconstitución de la cabaña y la producción porcina en particular resultó afectada por el aumento de los precios de los cereales en 1996 y los primeros meses de 1997.

 Las disparidades existentes en cuanto a los ingresos reales disponibles determinó en algunos casos cambios de signo contrario en las pautas del consumo de alimentos. La difícil situación macroeconómica de la Europa sudoriental se tradujo en un aumento de la parte de los alimentos en el presupuesto doméstico, que pasó a ser del 54 por ciento en Bulgaria, el 59 por ciento en Rumania y el 75 por ciento en Albania. Ello ocasionó problemas de inseguridad alimentaria familiar en los segmentos de la población de bajos ingresos. Mientras que en esos países aumentó el consumo de féculas con respecto al de productos de origen animal, en los países que han seguido un proceso de reforma acelerada se manifestó la tendencia contraria, es decir, una mayor importancia de los productos de origen animal en el consumo total de alimentos y una disminución de la parte del presupuesto total de las familias dedicada a la compra de alimentos.
 

Progreso de las reformas estructurales en Europa central y oriental46

La privatización de la agricultura ha ocasionado un problema de fragmentación de la tierra, y en muchos países ha surgido una dicotomía entre la agricultura comercial y la agricultura de subsistencia.
 Uno de los acontecimientos positivos de 1997 consistió en que finalmente se acometieron amplias reformas estructurales en el sector agroalimentario en toda la subregión. La privatización de la agricultura entró en su fase final en varios países e hizo importantes progresos en otros, incluida Bulgaria. Este proceso ha ocasionado un problema de fragmentación de la tierra y en muchos países ha surgido una dicotomía entre la agricultura comercial y la agricultura de subsistencia. Para el desarrollo estructural de la agricultura es vital que se acelere el procedimiento de registro de la tierra y de elaboración de una legislación agraria como condición previa para el desarrollo de un mercado de arrendamiento y venta de tierra, necesario para conseguir una mayor racionalización estructural. Estas medidas revisten una importancia crítica, particularmente en los países que tratan de mejorar su competitividad y su madurez estructural con miras a la futura adhesión a la UE.

 La privatización de los sectores de cabecera y derivados registró también avances significativos en Albania, Bulgaria y Rumania. En los países en los que el proceso ya estaba muy avanzado en los sectores de la elaboración y comercialización de los alimentos (por ejemplo, en Hungría y Polonia), los sistemas de producción de alimentos comenzaron a ser más competitivos, con un mayor porcentaje de productos con valor añadido. En particular, la inversión extranjera directa (IED) reforzó la competitividad de los alimentos elaborados, tanto en los mercados internos como en los de exportación47.

 La balanza comercial agroalimentaria se deterioró en la mayor parte de los países de Europa central y oriental en 1997, con las únicas excepciones de Bulgaria y de Hungría. En este último país, las exportaciones agroalimentarias, aunque alcanzaron un nivel sin precedentes, vieron ligeramente reducida su importancia en el conjunto de las exportaciones, ya que en el resto de los sectores económicos los resultados exportadores

 fueron todavía más favorables. En otros países de la subregión se manifestó la misma tendencia. Ahora bien, las exportaciones agroalimentarias siguieron sufriendo los efectos de una serie de deficiencias estructurales subyacentes, especialmente la gran importancia de los productos primarios voluminosos y la escasez relativa de productos con valor añadido.

 En 1997 se acentuó la tendencia a la integración del sector agroalimentario, tanto en el seno de la subregión de Europa central y oriental como entre ésta y la UE. Se hicieron ajustes en los acuerdos de asociación con la UE que eliminaron algunas deficiencias. A raíz del Acuerdo de Libre Comercio del Báltico (que entró en vigor el 1º de enero de 1997), el comercio de productos agroalimentarios entró en una fase de expansión en los tres países bálticos, incluso en el primer año de su aplicación. Eslovenia entró en 1996 a formar parte del Acuerdo de Libre Comercio de Europa Central (ALCEC), uniéndose a los miembros fundadores (la República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia) y Rumania lo hizo en 1997, siendo Bulgaria el próximo candidato a la adhesión. Sin embargo, fue necesario posponer hasta el año 2000 el objetivo inicial de alcanzar la libertad de comercio de todos los productos agrícolas no más tarde de 1998. Las razones de esa decisión se han de buscar en las condiciones estructurales subyacentes y en las políticas comerciales contrapuestas, pues varios países del ALCEC compiten en los mismos subsectores pero aplican niveles diferentes de apoyo al mercado y de subvenciones a la exportación. Parece necesario conseguir una mayor armonización de las políticas comerciales y de las operaciones del mercado, en el sentido de reducir las subvenciones e incrementar la liberalización, para que sea posible conseguir nuevos progresos en la liberalización del comercio de productos agrícolas y alimenticios.

En varios países de Europa central y oriental se intensificaron los debates en materia de política agrícola ante la perspectiva de una mayor integración con la UE
 En varios países se intensificaron los debates en materia de política agrícola ante la perspectiva de una mayor integración con la UE y de las negociaciones de adhesión con algunos países de Europa central y occidental, que deben comenzar en breve. Las medidas de política se centraron en la armonización de la legislación agroalimentaria con miras a adoptar las políticas y reglamentos de la UE, incluidos los importantes reglamentos veterinarios y fitosanitarios.
 

La inversión extranjera directa en el sector agroalimentario de Europa central y oriental

En los países que han seguido un proceso acelerado de reformas, los primeros éxitos conseguidos por algunos subsectores en el ámbito de la exportación han suscitado la atención sobre la importancia de la entrada de capital y en particular de la inversión extranjera directa en el sector agroalimentario.
 A causa del nivel muy reducido de inversiones durante la última fase del período de planificación central, el sector agroalimentario de Europa central y oriental inició el nuevo período con una tecnología de producción y elaboración muy obsoleta. Por otra parte, tras ocho años de reestructuración y privatización en los países que han seguido un proceso acelerado de reformas, los primeros éxitos conseguidos por algunos subsectores en el ámbito de la exportación han suscitado la atención sobre la importancia de la entrada de capital en general y de la inversión extranjera directa en el sector agroalimentario, en particular.

 Entre 1992 y 1997, la corriente anual neta de capital hacia los países bálticos y de la Europa central y oriental se multiplicó por diez, hasta alcanzar 23 700 millones de dólares, con una mejora de su composición desde 1995, tanto desde el punto de vista de la distribución geográfica como de los tipos de entrada de capital. El nuevo impulso que se ha dado a las reformas económicas ha estimulado las corrientes de capital neto, no sólo hacia los países que han introducido rápidamente las reformas sino también hacia Bulgaria, Rumania, Eslovenia y los países bálticos. Otro dato positivo es que entre 1994 y 1996 el porcentaje de la IED en la inversión total pasó del 40 al 46 por ciento.

 Hasta 1997, la participación del sector agroalimentario en la IED total oscilaba entre el 8 por ciento en la República Checa y el 25 por ciento en Bulgaria. Los porcentajes correspondientes a Polonia, Lituania y Rumania eran del orden del 14, 16 y 17 por ciento, respectivamente. El grueso de la IED se ha orientado a las industrias de elaboración y al sector de la comercialización, mientras que la legislación restrictiva respecto a la inversión extranjera en el sector agropecuario ha impedido hasta la fecha la afluencia de IED en la agricultura primaria.

 Todavía existen importantes diferencias entre los países de la subregión respecto de la distribución geográfica de la IED orientada al sector agroalimentario. Polonia y Hungría ocupan el lugar más destacado y recientemente se les ha aproximado Rumania. Cabe destacar el hecho de que en Bulgaria el sector agroalimentario ha sido hasta la fecha el que ha recibido un mayor porcentaje de la IED. Sin duda, las diferencias que se han apuntado son consecuencia del calendario y la firmeza de las reformas económicas orientadas al mercado en esos países y del entorno más o menos favorable a los inversores extranjeros. Con toda probabilidad, la pronta aplicación de las reformas ha sido un factor decisivo para la obtención de IED en el sector agroalimentario de los países de la Europa central y oriental. A ello hay que añadir que algunos países (por ejemplo, Bulgaria, Hungría, Croacia y Polonia) han ofrecido diversos incentivos (exención temporal de impuestos, reducción del arancel de importación, zonas aduaneras exentas de derechos, etc.) a los inversores extranjeros.

 Sin embargo, es posible que haya que buscar en otras causas el principal incentivo para las inversiones de las empresas extranjeras del sector agroalimentario. Estas empresas se han interesado principalmente por la perspectiva de penetrar en los mercados internos de Europa central y oriental, ante su futura expansión cuando tenga lugar la prevista recuperación económica a medio plazo. Por el momento se han orientado preferentemente hacia aquellos subsectores con mejores perspectivas para aumentar la producción con valor añadido que no habían conseguido todavía un desarrollo adecuado. Así pues, hasta 1996 el flujo más importante de IED se dirigió a los subsectores del azúcar y la confitería, los productos lácteos, las bebidas, los aceites vegetales y la industria del tabaco. En algunos casos, como en Hungría y Polonia, las empresas de elaboración se están especializando, con sus nuevos productos, en el mercado interior.

La principal contribución de la IED en el sector agroalimentario ha consistido sobre todo en conseguir mejoras cualitativas en la elaboración y comercialización de alimentos, que es el problema principal en los países de Europa central y oriental.
 Evidentemente, otro factor importante que atrae a los inversores extranjeros es la existencia de una mano de obra relativamente cualificada y poco costosa, lo que confiere ventajas para el establecimiento o desarrollo de empresas en los subsectores de gran intensidad de mano de obra. Para los inversores, a estas condiciones se suma a la perspectiva de adhesión a la UE de varios países, con el consiguiente acceso a un mercado más amplio.

 Las IED ha tenido efectos importantes en los subsectores que se han beneficiado de ella. La principal contribución de la IED en el sector agroalimentario ha consistido sobre todo en conseguir mejoras cualitativas en la elaboración y comercialización de alimentos (lo que ha permitido producir un mayor volumen de productos con valor añadido), que es el problema principal en los países de Europa central y oriental. Los inversores extranjeros han contribuido también decisivamente a resolver el problema de la escasez de capital nacional, y en el sector orientado a la exportación han ayudado a crear una capacidad exportadora y han facilitado el acceso al mercado.

 Por otra parte, al establecer nuevos niveles de calidad en el suministro de alimentos, las industrias alimentarias de Europa central y oriental también han impulsado la demanda en la agricultura primaria. En algunos casos, los elaboradores han establecido nuevas estructuras verticales, ya sea mediante compra o vínculos contractuales. Los efectos sobre la calidad y la gestión de las operaciones agrícolas ha sido considerable, de manera que la IED ha propiciado un cambio estructural más profundo en la agricultura ante la necesidad de responder a la demanda real del mercado. En muchas ocasiones, los inversores extranjeros también han transferido conocimientos técnicos en el ámbito de la producción, asegurando la introducción de técnicas mejoradas en la producción de materias primas a las que no habrían podido tener acceso los productores.

 En contraste con los efectos positivos que se han manifestado en los sectores de la elaboración e indirectamente en la agricultura primaria, en aquellos sectores que han recibido IED, los subsectores de la elaboración de alimentos que no se han beneficiado de ella han seguido sufriendo las consecuencias de la obsolescencia tecnológica, la escasez de financiación y las dificultades de comercialización, que han influido también negativamente en la base del suministro agrícola.

El aumento de la productividad que ha impulsado la IED ha ocasionado una pérdida de puestos de trabajo tanto en las empresas destinatarias de las nuevas inversiones como en las empresas competidoras menos vigorosas.
 Pese a los efectos positivos innegables de la IED en la reestructuración y el desarrollo del sector agroalimentario, en algunos países se ha manifestado una cierta inquietud respecto a los efectos sociales a corto plazo. El aumento directo e indirecto de la productividad que ha impulsado la IED ha ocasionado una pérdida de puestos de trabajo tanto en las empresas destinatarias de las nuevas inversiones como en las empresas competidoras menos vigorosas. Asimismo, la estructura institucional inadecuada y la competencia todavía imperfecta han permitido que ciertos inversores hayan adquirido una posición de cuasi-monopolio en determinados subsectores de elaboración de las economías en transición. Últimamente, esas preocupaciones han llevado a los países a adoptar un enfoque más prudente en las prácticas de privatización (por ejemplo, exigiendo documentos justificativos de la privatización y emitiendo acciones preferenciales) y en las políticas de inversión extranjera (imposición de algunas restricciones y condiciones a la IED en el sector agroalimentario). Sin embargo, esas medidas no parecen haber contribuido a ofrecer una solución adecuada a los problemas más urgentes del sector agroalimentario en su conjunto, como la falta de capital, la tecnología de elaboración obsoleta y la dificultad de acceder a los mercados de exportación.
 

La urgencia del desarrollo rural en los países de Europa central y oriental

 No parece que en el proceso de transición en curso en las economías de Europa central y oriental se haya prestado la debida atención a la función actual y futura de las regiones rurales y a sus problemas específicos con miras a conseguir un desarrollo económico y social equilibrado, y esta cuestión es ahora un problema acuciante. En la mayor parte de los países, las zonas rurales heredaron graves deficiencias estructurales de la época anterior a la reforma, tales como la especialización regional extrema de la producción agrícola, la inexistencia o escasez de fuentes alternativas de ingresos, las deficiencias de la infraestruc-   tura y los servicios, la excesiva centralización administrativa, el acceso limitado a una educación de calidad, la mala situación de las comunicaciones y los servicios, los perjuicios ecológicos y la destrucción del paisaje.
La diferencia entre los niveles de productividad del sector agrícola de la Europa central y oriental y de la UE indica que en los próximos años se registrará una nueva contracción de la mano de obra agrícola.
 Estas deficiencias estructurales no tardaron en agravarse conforme avanzaba el proceso de transición por la influencia de otros factores, como la reducción de los ingresos agrícolas, el creciente desempleo rural y la interrupción de la prestación de servicios sociales a cargo de las grandes explotaciones. En 1996, el desempleo rural (que afectaba sobre todo a la mano de obra sin cualificar) fluctuaba entre el 13 por ciento en Hungría y el 50 por ciento en Bulgaria. Además, el sector rural tuvo que absorber a una parte de los desempleados de las zonas urbanas e industriales en Albania, Bulgaria, Hungría, Polonia y Rumania. Esta situación ha dado un gran impulso a la agricultura de subsistencia y a la economía no estructurada. Los nuevos factores de tensión rural aparecieron primero en los países que siguieron un proceso rápido de reformas, pero no tardaron en manifestarse también en otros países que habían empezado a aplicar reformas estructurales. La diferencia entre los niveles de productividad del sector agrícola de la Europa central y oriental y de la UE indica que en los próximos años se registrará una nueva contracción de la mano de obra agrícola.

 En algunos países de la subregión, esta situación ha hecho tomar mayor conciencia de la necesidad de afrontar los problemas económicos sociales y ambientales cada vez más intensos de las zonas rurales adoptando un conjunto más coherente de medidas. Con todo, la respuesta a estos problemas no ha sido uniforme en toda la subregión, aunque en la mayor parte de los países ha seguido dominando el enfoque sectorial en la concepción de las políticas, lo que ha supuesto que el apoyo financiero a las zonas rurales se haya concentrado principalmente en la producción agrícola, ignorándose otras actividades generadoras de ingresos. No se advirtió, por tanto, que los complejos problemas de las zonas rurales exigían un enfoque global que abordara todos los aspectos socioeconómicos, ambientales y culturales importantes del desarrollo regional y local.

 Las estadísticas existentes sobre la estructura rural de los países de Europa central y oriental indican la necesidad de adoptar un enfoque integrado de esa índole en el desarrollo rural. Los datos correspondientes a diversos años entre 1990 y 1994 respecto de la República Checa, Hungría, Eslovenia y Eslovaquia indican que incluso en aquellas regiones en las que la mayor parte de la población vivía en comunidades rurales (es decir, de menos de 2 000 habitantes), la agricultura daba empleo a menos de una cuarta parte de la población activa. En Polonia la proporción era de menos de la mitad en 1993.

Es necesario reorientar las políticas, sustituyendo el enfoque agrícola por políticas integradas de desarrollo que sean útiles también para el resto de la economía y de la población rural.
 En los países que siguen un proceso acelerado de reformas, la rápida pérdida de importancia de la agricultura desde el punto de vista de su contribución al PIB y, sobre todo, al empleo total, exige reorientar urgentemente las políticas de desarrollo, sustituyendo el enfoque sectorial agrícola por políticas integradas de desarrollo que sean útiles también para el resto de la economía y de la población rural. No parece que haya sido muy positiva la fuerte influencia política de los grupos de presión del sector agrícola en algunos países, que representaban los intereses parciales de las grandes explotaciones reestructuradas. Por otro lado, las importantes enseñanzas que pueden extraerse de los países de Europa occidental muestran claramente las consecuencias negativas de basarse exclusivamente en una política agrícola tradicional estricta: costos elevados para los contribuyentes y consumidores, apoyo unilateral a las zonas que cuentan con las mayores explotaciones, exceso de producción, distorsiones del mercado y daños al medio ambiente. Esas consecuencias comenzaron también a dejarse notar a mediados de los años noventa en algunos países de Europa central y oriental.

 En algunos países que aplicaron rápidamente las reformas, a mediados del decenio de 1990 comenzó a manifestarse lentamente en los debates y en los conceptos de política la distinción entre la política rural y las políticas agrícolas más limitadas (por ejemplo, el programa en favor del desarrollo rural coherente y la renovación de las aldeas en Eslovenia). En algunos países (por ejemplo, en Polonia y Eslovaquia) se crearon nuevas instituciones centrales para coordinar el desarrollo rural. Sin embargo, en general predomina todavía un enfoque centralista «de arriba abajo», con una falta de participación local y de vínculos de cooperación horizontal y vertical (Eslovenia es una de las raras excepciones). La explicación de este hecho hay que buscarla en la inercia de las prácticas anteriores respecto de la concepción de las políticas y la distribución de los fondos y en el nivel relativamente bajo de desarrollo económico, que determina una escasez de fondos a nivel local. Otra razón importante es la debilidad de las instituciones democráticas y participativas y la falta de capacidad empresarial y creativa a nivel local.

 En Europa sudoriental existe una grave situación que hace urgente elaborar políticas adecuadas de desarrollo rural. La rápida disminución de la producción industrial (mayor incluso que la de la producción agrícola) determinó el aumento de la contribución de la agricultura a la formación del PIB y al empleo total entre 1989 y 1995. Por lo que respecta al PIB, la aportación de la agricultura pasó del 32 al 55 por ciento en Albania y del 14 al 22 por ciento en Rumania, y no experimentó variación alguna en Bulgaria, donde continuó siendo del 11 por ciento. La función estabilizadora de la agricultura, basada en la nueva estructura fragmentada de la propiedad de la tierra, parece ser muy marcada: la parte porcentual del sector en el empleo total aumentó del 49 al 53 por ciento en Albania, del 18 al 22 por ciento en Bulgaria y del 28 al 33 por ciento Rumania. Esto no ha de interpretarse, sin embargo, como un signo de mayor vigor del sector, sino como el efecto a medio plazo de un proceso de reforma excesivamente lento en el conjunto de la economía nacional hasta 1995/96. Difícilmente se exagerará la importancia de elaborar políticas integradas de desarrollo rural en los países de Europa sudoriental, teniendo en cuenta el volumen de mano de obra que quedará sin empleo a raíz del futuro ajuste de las estructuras agrarias, que previsiblemente será aún mayor en los países que han seguido un proceso acelerado de reforma.

 El debate actual en materia de políticas respecto de las estrategias adecuadas de desarrollo rural en los países en vías de reforma ha puesto en evidencia que la situación específica de cada uno de ellos exige adoptar medidas diferentes. Sin embargo, cabe mencionar algunas condiciones básicas para adoptar una estrategia satisfactoria en todos los países de Europa central y oriental:

• hacer acopio de información básica (estadística y de otro tipo) sobre las estructuras rurales para comprender correctamente los complejos problemas socioeconómicos, culturales y ecológicos;

• elaborar programas y estrategias específicos para las distintas regiones;

• crear una cooperación institucional flexible (incluso vínculos horizontales y verticales) que refleje el carácter multidisciplinario de los problemas rurales;

• fomentar una elevada participación de la población local y de los actores rurales que deben interactuar en una asociación flexible desde las primeras fases del proceso de elaboración de las políticas.
 
 

POLONIA

MAPA 9
POLONIA

 La economía polaca ha realizado importantes avances en los ocho años transcurridos desde que iniciara el proceso de transición. Durante los tres últimos años, el PIB ha crecido entre el 6 y el 7 por ciento anual, la inflación ha descendido desde los niveles de tres dígitos de 1990 hasta un 15 por ciento en 1997 y, en conjunto, las condiciones de vida han experimentado una notable mejora.

En Polonia, muchas personas ven en la adhesión a la UE la posibilidad de aumentar los ingresos de los agricultores y conseguir fondos para financiar la mejora de la infraestructura.
 Polonia forma parte del grupo de cinco países centroeuropeos que serán los primeros en integrarse en la UE y, por consiguiente, en las políticas internas y comerciales influye cada vez más la necesidad de ajustarse a las políticas de la UE. Muchos ven en la adhesión a la UE la posibilidad de aumentar los ingresos de los agricultores y conseguir fondos para financiar la mejora de la infraestructura, pero el sector agrícola encuentra dificultades para cumplir los niveles de calidad de la UE y existe una cierta inquietud acerca de la competencia que supondrán los productos de los países que la forman.
 

Situación general del sector agrícola

In 1996, la agricultura aportó el 7 por ciento del PIB y empleó al 27 por ciento de la fuerza de trabajo de Polonia. Si el conjunto de la economía inició un proceso de crecimiento sostenido en 1992, la agricultura ha crecido a un ritmo mucho más lento. Los rendimientos siguen siendo bajos a causa de la escasa utilización de insumos y de las desfavorables condiciones meteorológicas en algunos de los últimos años, y la lentitud en la consolidación de las explotaciones privadas, pequeñas y fragmentadas, es un freno para el aumento de la productividad.

 El principal cultivo de Polonia es el trigo, al que siguen en importancia el centeno y la colza. La producción anual de trigo es de 8 a 9 millones de toneladas y la de centeno de 5 a 6 millones. El principal producto ganadero es el cerdo, que proporciona el 70 por ciento de los 2 a 3 millones de toneladas de carne que se produce cada año. Otros productos importantes son las patatas, las frutas y hortalizas, las aves y los huevos, la leche, la carne de vacuno y la remolacha. Los principales productos de exportación son la colza, el ganado vivo, la carne elaborada, las frutas y las hortalizas y las principales importaciones los cereales, la carne, la harina de proteínas y el algodón.

Al menos la mitad de las explotaciones agrícolas de Polonia producen principalmente para el autoconsumo, y muchos propietarios se resisten a vender ante la dificultad de encontrar empleo en otras actividades.
 Incluso durante el período de planificación central, la agricultura polaca se caracterizaba por la existencia de más de 2 millones de explotaciones privadas de una superficie media de 5 ha. El sector privado cultivaba casi el 80 por ciento de la tierra agrícola y aportaba prácticamente el mismo porcentaje de la producción. El proceso de consolidación iniciado en 1989 ha sido extremadamente lento (el tamaño medio de las explotaciones ha aumentado a 8 ha). Aunque existe un tipo de explotación comercialmente viable que ha ido ganando importancia, al menos la mitad de ellas todavía producen principalmente para el autoconsumo. La venta de tierra es legal, pero muchos propietarios se resisten a vender ante la dificultad de encontrar empleo en otras actividades.

 Polonia es un importador agrícola neto. Los productos agropecuarios representan aproximadamente el 11 por ciento de las importaciones y el 10 por ciento de las exportaciones. Casi el 65 por ciento del comercio de productos agrícolas y alimentarios se lleva a cabo con la UE, el 19 por ciento con los nuevos Estados independientes de la ex Unión Soviética y el 3 por ciento con Hungría, la República Checa y Eslovaquia. Las principales exportaciones son la colza, el ganado vivo, la carne elaborada, las frutas y las hortalizas, y las importaciones principales están constituidas por los cereales, la carne, la harina de proteínas y el algodón.
 

Los resultados del sector agrícola durante la transición

 La producción agrícola se ha caracterizado por las grandes oscilaciones desde 1989, aunque ha seguido una tendencia claramente descendente al menos hasta 1994, con una recuperación moderada en 1995 y 1996. En promedio, la producción bruta es inferior todavía a la del decenio de 1980. Se ha registrado una mayor variabilidad en la rentabilidad de los cultivos, pues debido a la menor utilización de insumos, los cultivos han sido más vulnerables a las malas condiciones meteorológicas. La producción agropecuaria sigue estando estancada, aunque el sector ganadero parece estar recuperándose.

 Durante el período 1991-95, el rendimiento medio de los cereales fue un 10 por ciento inferior al de los años 1986-90, debido, en parte, a la menor utilización de fertilizantes y otros productos químicos, aunque también es cierto que Polonia resultó afectada por algunos fenómenos meteorológicos extremos, con períodos de sequía en 1992 y 1994 e inundaciones en el verano de 1997. Sin embargo, pese al descenso de los precios reales al productor, la superficie dedicada al cultivo de cereales apenas experimentó variaciones.

FIGURA 36
POLONIA: SUMINISTRO Y CONSUMO INTERNOS DE CEREALES
 

 Otros cultivos importantes son la remolacha, la patata y la colza. La producción de remolacha ha seguido una tendencia al alza durante los últimos años y en 1997 se estimó en 16 millones de toneladas, frente a 12 millones en 1994. Por lo que respecta a las patatas, la producción de 1997 se estima en 21 millones de toneladas. Continúa siendo un producto esencial en la dieta y una fuente importante de pienso para el ganado porcino. Desde el comienzo de la transición, la producción de colza, la única semilla oleaginosa importante que se cultiva en Polonia, ha sido muy variable. En la segunda mitad de los años ochenta, fue en promedio de 1,3 millones de toneladas anuales y durante los años 1991-97 ha oscilado entre tan sólo 450 000 toneladas y 1,4 millones de toneladas (una cifra elevada). La superficie dedicada a este cultivo ha fluctuado ampliamente en función de las modificaciones de los precios relativos y los rendimientos han sido aún más variables. Con la utilización de una menor cantidad de insumos, la colza ha mostrado una gran vulnerabilidad a las condiciones meteorológicas extremas. Por ejemplo, en 1997 se perdió la mitad de la cosecha a causa de la destrucción invernal.

 Como en todas las economías en transición, la cabaña de vacuno y aves de corral registró una disminución muy pronunciada inmediatamente después de iniciarse el proceso de transición. Los productores resultaron afectados por el empeoramiento súbito de sus relaciones de intercambio, pues los precios de los insumos aumentaron hasta situarse en los niveles del mercado mundial, al tiempo que los precios reales de los productos descendían a causa de la caída de la demanda. Entre 1990 y 1993, el censo de ganado vacuno y aves de corral disminuyó el 24 por ciento.

 En cambio, el sector porcino no ha seguido la misma tendencia descendente, sino que se ha asentado en un ciclo muy definido, respondiendo rápidamente a las fluctuaciones de los precios mundiales de los cereales. Existe un potencial para una expansión a largo plazo, aunque se desconoce con certeza su magnitud.

 La producción avícola ha entrado claramente en la senda de la recuperación y la producción de carne por ave ha aumentado significativamente en los dos últimos años. El sector ha podido responder rápidamente al aumento de la demanda, en parte gracias a la reducción del ciclo de producción, que permite incrementar más fácilmente el número de ejemplares. Otra de las razones es que incluso antes de que comenzara la transición ya estaban bien definidos los procedimientos de los contratos entre los elaboradores y los productores privados, de manera que aquellos suministrarían crías de pollo y pienso a los productores y se harían cargo del producto acabado a un precio establecido de antemano.

 La cabaña bovina no dejó de disminuir hasta 1996. El ganado bovino sigue utilizándose para la producción de leche y carne, y el tamaño de la cabaña depende principalmente de la evolución del mercado de productos lácteos. Por otra parte, estos animales son más difíciles de criar en las explotaciones pequeñas.

Si la producción agrícola ha permanecido estancada, se ha registrado en cambio un fuerte crecimiento de la industria de elaboración de alimentos.
 Si la producción agrícola ha permanecido estancada, se ha registrado en cambio un fuerte crecimiento de la industria de elaboración de alimentos. En conjunto, la producción aumentó en este sector el 11 por ciento en 1997 y entre 1992 y 1997 creció un 65 por ciento. La elaboración de carne y aves de corral, la producción de bebidas alcohólicas y la elaboración de azúcar y productos de confitería están experimentando un crecimiento especialmente intenso, que se espera que continúe, gracias, en gran parte, a la inversión extranjera.
 

Tendencias en el consumo de alimentos

Pese a los temores que se abrigaron en un primer momento, la brusca subida del precio real de los alimentos y la caída de ingresos que se produjo simultáneamente en 1990 no desencadenó un problema de seguridad alimentaria. Aunque los ingresos reales descendieron acusadamente a partir de 1989, no hubo cambios significativos en la ingesta calórica per cápita, cifrada en unas 3 300 calorías diarias. En 1990 descendió inicialmente el consumo per cápita de cereales y productos lácteos, fuertemente subvencionados en el sistema de planificación central. Además, el pan se despilfarraba en grandes cantidades o se utilizaba como pienso para el ganado, dado que era más barato que el cereal con el que se elaboraba. A partir de 1990, el consumo de cereales se recuperó rápidamente hasta alcanzar un nivel superior al del período inmediatamente anterior al inicio del proceso de transición, pero el consumo de leche continuó descendiendo. No se registraron variaciones importantes en el consumo de frutas, hortalizas y patatas.

 Curiosamente, el consumo de carne no disminuyó en los primeros años de la transición, sino en los años posteriores, en los que el descenso en el consumo de carne de vacuno ha sido paralelo al aumento del consumo de la carne de aves, cuyo precio es más reducido. Por otra parte, el consumo de carne de porcino ha fluctuado notablemente en el período de transición. Esta es la carne preferida, pero sus precios han fluctuado más que los de otros tipos de carne debido a la amplia oscilación del ciclo de cría del cerdo.
 

Los precios agrícolas y la política comercial

Los años iniciales de la transición se caracterizaron por la libertad de precios y la escasa protección en la frontera, pero en 1992 se introdujeron precios mínimos garantizados para el trigo, el centeno y los productos lácteos y se incrementaron los aranceles aplicables a los productos agrícolas hasta una cifra próxima al 20 por ciento en promedio.
Después de los años iniciales de la transición que se caracterizaron por la libertad de precios y la escasa protección en la frontera, en 1992 se introdujeron precios mínimos garantizados para el trigo, el centeno y los productos lácteos y se incrementaron los aranceles aplicables a los productos agrícolas.
 El principal organismo oficial en materia de intervención del mercado es el Organismo para los Mercados Agrícolas (OMA), creado en la primavera de 1990 con la finalidad de estabilizar los precios. Su principal función consistía en ese momento en estabilizar los mercados de productos básicos mediante compras de intervención cuando los precios eran bajos y mediante la distribución del producto en el mercado cuando escaseaban los suministros. En 1992 se ampliaron sus funciones al atribuírsele la facultad de establecer precios mínimos garantizados para el trigo, el centeno y los productos lácteos, que se sostenían efectuando compras de intervención. Su importancia ha aumentado todavía más y en el momento presente se ocupa también de la administración de la reserva estratégica y de suministrar crédito preferencial a los productores y almacenadores de cereales. El OMA interviene en los mercados de cereales mediante:

• Compras de intervención directa con fondos del presupuesto del Estado.

• Compras a través de una red de almacenes autorizados. El almacenista se aviene a comprar trigo al precio de intervención y el OMA le garantiza la concesión de un crédito preferencial. Al concluir un período de tres meses, el OMA compra el trigo al precio de intervención más los costos en concepto de almacenamiento, intereses y manipulación.

• Pagos adelantados a determinados productores. Los productores de trigo que están dispuestos a almacenar trigo pueden recibir por adelantado el 45 por ciento del precio de intervención. El productor se compromete a mantener los cereales durante tres meses y transcurrido ese plazo puede reembolsar el adelanto percibido más los intereses en efectivo, o entregar al OMA el 45 por ciento de los cereales almacenados y quedarse con el 55 por ciento restante, que puede utilizar en su explotación o venderlo en el mercado.

La función del OMA en el mercado polaco de cereales varía de un año a otro. En la campaña de 1997/98 desempeñó una función muy importante, pues las compras de intervención de cereales ascendieron a 1,1 millones de toneladas, de las cuales 836 000 de trigo. Este año, el descenso de los precios mundiales de los cereales y la mala calidad de la cosecha de 1997 ha dificultado considerablemente la labor del OMA, que se ha visto obligado a rebajar los niveles de calidad exigidos normalmente para las compras de intervención.

 El OMA también fija y administra precios mínimos para los productos lácteos y efectúa compras de intervención de carne de porcino y azúcar, e interviene periódicamente en la importación y exportación de esos productos; en algunos casos concede subvenciones a la exportación. No participa directamente en el comercio, sino que contrata a empresas comerciales para que lleven a cabo la transacciones en su nombre.

 La intervención en el mercado del azúcar se realiza de forma distinta. En virtud de la Ley sobre el sector del azúcar, el Consejo de Ministros establece contingentes separados –un contingente A para el consumo interno y un contingente B para las exportaciones subvencionadas– que distribuye entre 76 plantas elaboradoras de Polonia. Existe un precio mínimo al por mayor para el azúcar producido dentro de esos contingentes. Cuando se considera necesario, el OMA realiza compras de intervención para sostener el precio mínimo. Además, hace pagos por adelantado y ofrece garantías crediticias a los elaboradores para ayudarles en la compra de remolacha a los productores.
 

La privatización de empresas

La privatización de las explotaciones agrícolas estatales ha tropezado con diversas dificultades. En 1992 se creó el Organismo de Propiedades Agrícolas (OPA) con la misión de reestructurar el sector agrícola del Estado. El OPA asumió la titularidad de las explotaciones del Estado con el propósito de vender sus activos y liquidar rápidamente las explotaciones, pero esto ha resultado ser una tarea difícil. Antes de que se adoptaran iniciativas de reforma agraria, las explotaciones estatales acumulaban casi el 20 por ciento de la tierra de cultivo. De los 4,1 millones de ha de tierra labrantía que pasaron a depender del OPA, en 1995 se habían arrendado a agricultores privados 2,7 millones de ha, se habían vendido 116 000 ha y 0,8 millones de ha seguían siendo administradas por el OPA. Oficialmente, ya no existen explotaciones del Estado y no reciben subvenciones del presupuesto estatal. La tierra es administrada por el OPA y ofrecida en venta o arrendamiento en subastas públicas abiertas que tienen lugar periódicamente. Si bien es cierto que la calidad de la mano de obra de las antiguas explotaciones estatales suponía un problema, la ausencia de demanda de tierra de cultivo en las zonas occidental y septentrional de Polonia, en las que las explotaciones estatales dominaban la estructura agraria, fue la razón principal del escaso número de ventas y del bajo precio de las tierras de labranza, problema agravado por la gran escasez de capital de inversión entre los posibles compradores.
La industria de elaboración alimentaria de Polonia se ha privatizado ya en un 90 por ciento.
 La industria de elaboración alimentaria de Polonia, dominada otrora por empresas estatales, se ha privatizado ya en un 90 por ciento, lo que ha dado lugar a la aparición de millares de empresas de tamaño pequeño y mediano. Sin embargo, la privatización avanza lentamente en el sector de la elaboración cárnica, privatizado solamente en un 60 por ciento, y en el de las refinerías de azúcar, que es aún mayoritariamente de propiedad estatal. A pesar de los progresos de la privatización, muchas empresas de transformación de alimentos adolecen todavía de una tecnología obsoleta, sistemas de saneamiento deficientes, costos de la energía y mano de obra elevados y una falta de capacidad de comercialización y gestión.

La adhesión a la Unión Europea

 Las negociaciones para la adhesión a la UE comenzaron en marzo de 1998. Las autoridades polacas han expresado su esperanza de que Polonia pueda integrarse en la UE antes del año 2002. En cualquier caso, la cuestión no estriba ya en si Polonia entrará a formar parte de la UE, sino cuándo lo hará. Los beneficios potenciales de la integración consisten en un aumento de la renta de los agricultores y en la afluencia de fondos estructurales para financiar el desarrollo de la infraestructura, pero los polacos son cada vez más conscientes de los retos que plantea su integración en la UE.

 La agricultura está considerada como una de las esferas más problemáticas. Actualmente, una gran parte de la producción agrícola y alimentaria de Polonia no cumple los niveles de calidad prescritos por la UE y se necesitan fuertes inversiones para solucionar esa cuestión. Además, en el mercado único los productos polacos tendrán que competir en condiciones de igualdad con los productos comunitarios, tanto en el mercado nacional como en los mercados extranjeros, y en los últimos años Polonia ha experimentado déficit importantes en su comercio agrícola con países de la UE. Existe el temor de que un gran número de productores polacos no esté en condiciones de competir.

Los programas de creación de empleo rural deberán ser uno de los destinos prioritarios de los fondos estructurales de la UE.
 Un obstáculo importante para aumentar la competitividad de la agricultura polaca es la fragmentación de la estructura agraria y la escasez de capital. En Polonia existen alrededor de 2 millones de explotaciones, con una extensión media de 8 ha, que era de sólo 6 ha en 1990. El sector emplea al 27 por ciento de la fuerza de trabajo del país, pero aporta únicamente el 7,6 por ciento del PIB. De los 2 millones de productores existentes, sólo entre 600 000 y 700 000 pueden ser considerados como agricultores comerciales y únicamente ellos estarán en condiciones de sobrevivir en un mercado único. Por consiguiente, los programas de creación de empleo rural deberán ser uno de los destinos prioritarios de los fondos estructurales de la UE.

 La situación que se acaba de exponer ha inducido a destinar una gran parte del apoyo a los productores a alentar la creación de explotaciones de mayor tamaño que tengan capacidad de producir con arreglo de los niveles de calidad de la UE. Los préstamos en concepto de almacenamiento de cereales mencionados anteriormente sólo se conceden a aquellos productores que puedan entregar un volumen mínimo. El apoyo a los ganaderos se destina también a los productores más orientados hacia la comercialización. Por ejemplo, el OMA lleva a cabo compras de intervención de ganado porcino, pero las firmas autorizadas para efectuar compras por cuenta de este organismo han de estar en posesión de una licencia de exportación y deben cumplir las normas de la UE. Además, todos los animales en canal que se adquieran deben cumplir las normas de las tres categorías más altas existentes en el sistema de calidad de la UE. También se están adoptando otras medidas para inducir a los productores a criar cerdos con un menor contenido de grasa.

 En las negociaciones existen varias cuestiones conflictivas. Los representantes de la UE sostienen que los productores polacos y de otros países que puedan integrase en la Unión Europea no tendrán derecho a recibir compensaciones que ahora se pagan a los agricultores de ésta, basándose en el argumento de que esas cantidades se entregaban para compensar a los productores por la pérdida de apoyo derivada de la reciente reforma de la Política Agrícola Común (PAC) y que los productores de los nuevos países miembros no han de ser compensados por pérdidas que nunca han sufrido. Por su parte, los negociadores de los países de Europa central y oriental sostienen que sus productores deben recibir el mismo apoyo que los actuales productores de la UE.

Los costos y beneficios que reportará la adhesión a la UE dependerán en gran medida de la evolución de la PAC, que deberá ser inevitablemente objeto de ciertas reformas.
 Se han realizado estudios, en Polonia y en otros lugares, para estimar los costos y beneficios que reportará a la agricultura polaca la adhesión a la UE. El análisis del Ministerio de Agricultura de Polonia prevé un aumento de los ingresos de los productores de cereales, leche y carne de vacuno y un descenso de las rentas de los productores de aves de corral y semilla de colza. El sector porcino no experimentaría variación alguna. Sin embargo, otros expertos tienen puntos de vista diferentes, particularmente respecto de las previsiones pesimistas para el sector avícola. De cualquier forma, los resultados dependerán en gran medida de la evolución de la PAC. Existe la opinión unánime de que la UE ampliada no podrá mantener los actuales niveles de apoyo, lo cual hace inevitable la reforma de la PAC, aunque se ignora todavía cuál será su contenido exacto en el futuro.

 En cambio, apenas se han estudiado los beneficios para los consumidores. Sin duda, aumentarán los precios de los alimentos, pero esto podría ser compensado con los aumentos de ingresos. Los fondos estructurales podrían tener un efecto multiplicador importante. Por otra parte, existe el temor de que los beneficios se distribuyan de forma desigual. Actualmente ya existen diferencias de renta importantes entre la parte oriental y occidental de Polonia (el desempleo alcanza el 20 por ciento en las regiones orientales y los productores de esas zonas encontrarán muchas más dificultades para competir en la UE ampliada).  .
 

HUNGRÍA

MAPA 10
HUNGRÍA
 

 El proceso de transformación económica ha sido menos problemático para Hungría que para la mayor parte de los países de Europa central y oriental, pero su recuperación económica comenzó más tarde y fue menos intensa que en Polonia. Como la liberalización de precios ya había comenzado antes de 1989, Hungría no registró la importante subida de precios que tuvo lugar en muchos otros países y consiguió evitar los drásticos cambios en la estructura agraria de Bulgaria y Rumania. Aunque la tierra se ha privatizado, casi toda ella sigue siendo cultivada por explotaciones cooperativas constituidas en sociedades o reestructuradas y ello ha permitido preservar las economías de escala.

 El crecimiento del PIB, que sufrió una desaceleración importante en 1995 y 1996, se intensificó nuevamente en 1997. El aumento de la tasa de inflación en 1994 llevó a introducir en 1995 un programa de estabilización, con el fin de restringir la oferta monetaria. Debido a ello, el PIB sólo creció el 1,5 por ciento en 1995 y el 1,3 por ciento en 1996 pero aumentó el 4 por ciento en 1997. Los salarios reales, que disminuyeron el 11 por ciento en 1995 y el 5 por ciento en 1996, también comenzaron a aumentar nuevamente en 1997.

 Hungría ha mantenido su posición de exportador agrícola neto y exporta un volumen importante de cereales y productos pecuarios. Con la intervención del Gobierno y las subvenciones a la exportación, que desempeñaron una función importante, consiguió más fácilmente que sus vecinos reorientar el comercio desde la ex URSS hacia Occidente.

 Hungría es uno de los cinco países que se integrarán en plazo más breve en la UE. En general, su agricultura tendrá menos dificultades que la de casi todos los demás países para ajustarse a las normas de la UE, pero algunos expertos temen que para el sector ganadero, en particular el porcino, no será fácil competir en la UE ampliada.
 

Los resultados del sector agrícola durante el proceso de transición

En 1996, la agricultura húngara aportó el 6 por ciento del PIB y dio empleo al 8 por ciento de la fuerza de trabajo. Los cultivos principales son el trigo, el maíz, el girasol, la remolacha y la patata. En 1997, la producción de trigo fue de 5,3 millones de toneladas y la de maíz de 6,8 millones, mientras que la de girasol alcanzó 800 000 toneladas. Los principales productos ganaderos son el cerdo y las aves de corral.

 Entre 1989 y 1995 la producción agrícola disminuyó en conjunto el 32 por ciento, registrándose en 1992 y 1993 la mayor parte de ese descenso. Desde entonces, se ha recuperado en parte, con un aumento del 13 por ciento en 1996, hasta alcanzar un nivel que se mantuvo en 1997. La subida de los precios de los insumos a los niveles del mercado mundial determinó una drástica reducción de su empleo, y debido a ello el rendimiento medio de los cereales durante el período 1991-95 fue un 19 por ciento inferior al del quinquenio anterior. La superficie total dedicada a los cereales apenas se modificó, y la producción disminuyó el 20 por ciento.

 En 1997, la producción de cereales (14,2 millones de toneladas) volvió a alcanzar el nivel de finales de los años ochenta. Sin embargo, este incremento tuvo aspectos positivos y negativos. La cosecha de trigo fue de mala calidad a causa del tiempo reinante durante la recolección y la demanda de este producto ha sido muy escasa. El maíz era de más calidad, pero la saturación del mercado mundial dificultó la salida de los excedentes.

 Como en el resto de Europa oriental, el sector ganadero sufrió un acusado declive en los primeros años de la transición. La cabaña de todas las especies disminuyó entre el 40 y el 50 por ciento entre 1990 y 1995. La cabaña porcina ha comenzado a recuperarse en 1996 y 1997, y en cuanto al sector avícola, ha aumentado el censo de pavos, aunque el de pollos se ha mantenido en niveles similares.

 A pesar del descenso de la producción, Hungría ha mantenido su posición de exportador agrícola neto, porque la demanda cayó en la misma medida que la producción. Las principales exportaciones en valor son los productos pecuarios, principalmente el cerdo y las aves de corral. Hungría también exporta ganado porcino y vacuno vivo. Son productos importantes de exportación los cereales, las frutas, las hortalizas y las semillas de girasol. El principal producto de importación es la harina de proteínas.

 Hungría ha conseguido reorientar casi totalmente su comercio hacia los países occidentales, aunque no ha desaparecido por completo de sus antiguos mercados en la ex URSS. En la actualidad, lleva a cabo el 70 por ciento de sus intercambios comerciales con países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el 60 por ciento con la UE, mientras que antes de 1990 realizaba el 60 por ciento del comercio con el Consejo de Asistencia Económica Mutua (COMECON). Han crecido particularmente las exportaciones de carne y animales vivos a la UE. Hay subsectores, como el del ganado bovino y el del pavo, que se han orientado plenamente hacia la exportación, con la ayuda de la inversión extranjera y los apoyos oficiales.
 

Tendencias diferenciadoras en el consumo de alimentos

 La parte de los alimentos en el presupuesto familiar es del 28 por ciento en promedio. En lo que respecta a las pautas de consumo de alimentos, hay una marcada tendencia a sustituir con la carne de pollo los demás tipos de carne. Los consumidores muestran una propensión mayor aún que antes a adquirir carne de menor calidad. Pero, en consonancia con la distribución desigual de los ingresos, existe todavía una diferenciación creciente en el consumo de alimentos, con un aumento de la demanda de alimentos elaborados de gran calidad.
 

Los precios agrícolas y las políticas comerciales

 La intervención de los mercados agrícolas es relativamente importante. Existen precios mínimos garantizados para el trigo para molienda, el maíz para pienso, el ganado porcino y bovino para el sacrificio, y la leche. El organismo encargado de fijar los precios garantizados, que se pretende que cubran del 85 al 90 por ciento de los costos de producción, es el Centro de Intervención Agrícola, en consulta con los consejos de los productos existentes para cada uno de los productos básicos importantes. Dichos consejos están formados por representantes de todos los niveles de la cadena de producción: productores, elaboradores, mayoristas, comerciantes, consumidores, etc. Cuando el precio del mercado desciende por debajo del precio mínimo garantizado durante un período de dos semanas, el Centro de Intervención autoriza la compra de un volumen determinado (por ejemplo, 2,4 toneladas de trigo por cada hectárea cultivada). Dado que el precio mínimo de intervención es tan bajo, rara vez es necesario efectuar compras de intervención. Esta medida se aplicó por primera vez en 1997, en que se adquirieron 70 000 toneladas de maíz.
 
FIGURA 37
HUNGRÍA: SUMINISTRO Y CONSUMO INTERNOS DE CEREALES
 

 El principal instrumento utilizado para el sostenimiento de los precios son las subvenciones a la exportación, cuya administración también es competencia del Centro de Intervención. El presupuesto total para las subvenciones a la exportación correspondiente a 1998 es de 20 000 millones de forints. Este presupuesto ha ido disminuyendo todos los años en cumplimiento de los compromisos contraídos en la OMC. Por ejemplo, en 1995 las subvenciones a la exportación ascendieron todavía a 50 000 millones de forints. A partir de enero de 1997, las subvenciones se fijan por kilogramo en lugar de calcularse como un porcentaje del valor, como ocurría anteriormente. En total, 170 productos tienen derecho a recibir subvenciones, entre ellos el ganado ovino y bovino vivo, casi todos los tipos de carne, diversos tipos de carne elaborada, y determinadas frutas y hortalizas, frescas y elaboradas. Los exportadores que soliciten una subvención a la exportación deben demostrar que han pagado el precio mínimo por el producto en cuestión. Algunos productos están sujetos también a la concesión de una licencia de exportación, que no siempre se otorga de manera automática. Entre estos productos figuran la cebada, la remolacha, el trigo para molienda, el maíz para pienso y el hígado de oca. Se prevé la pronta supresión de las licencias para la cebada y la remolacha, pero se mantendrán para el trigo y el maíz. Los precios mínimos se establecen antes de que comience la campaña de siembra. Los contingentes correspondientes a las subvenciones y licencias de exportación se establecen varias veces a lo largo del año en función de las proyecciones de la oferta y la demanda.

 Existen otras formas de sostenimiento de los precios del mercado. Los cultivadores de cereales pueden almacenar una parte de su producción en un almacén del sistema de almacenes públicos. Pueden acceder a un préstamo equivalente al 70 por ciento del valor del cereal a un tipo de interés reducido y deben mantener el producto en los almacenes durante tres o cuatro meses. Transcurrido ese período pueden volver a comprar el grano, en caso de que el mercado sea favorable, y sufragar el precio del almacenamiento y los intereses, o pueden optar por entregar el producto y recibir el precio total. Pero el volumen mínimo que se puede almacenar en el marco de este programa es de 500 toneladas. Hasta el momento, no existe un sistema que permita acumular y poner en común cantidades más reducidas, por lo que los pequeños productores no pueden beneficiarse del programa.

 En 1997, el Gobierno adoptó para los productores ganaderos un sistema de precios indicativos. Cuando el precio del mercado desciende más de 6 forints por kilogramo por debajo de ese precio, se paga a los productores entre 4 y 12 forints, y cuando sube más de 6 forints por encima del límite, se paga una prima al elaborador. Sin embargo, esta medida de apoyo sólo se aplica para los cerdos sacrificados en plantas que cumplen las normas de la UE y que se ajustan a las especificaciones correspondientes a las tres categorías máximas de calidad del sistema de clasificación de la UE. Por otra parte, todos los productores húngaros que se dediquen a la reproducción con cerdas ordinarias con el fin de conseguir ganado de raza pueden recibir una subvención equivalente al 30 por ciento del valor de la nueva cerda. Pero para ello deben ser miembros de la Asociación de Criadores y utilizar verracos o semen suministrado por la asociación. Esta subvención no resulta atractiva para los pequeños productores, porque esos animales de gran calidad han de ser criados en buenas condiciones, lo que eleva los costos de producción.

 En función de la evolución del mercado se aplican medidas adicionales de sostenimiento del mercado. Así, la inquietud manifestada por los productores ante la caída de los precios de los cereales y del cerdo indujo recientemente al Gobierno a conceder otras subvenciones a esos productos, consistentes en una subvención a la exportación de 30 forints por kilogramo en el caso de los cerdos vivos, un aumento temporal de las subvenciones satisfechas en el marco del sistema de precios indicativos aludido anteriormente y una subvención especial a los productores que vendan trigo a las fábricas de molienda y a las explotaciones ganaderas.
 

La reforma agraria y la privatización de empresas

 Hasta 1990, la agricultura húngara estaba dominada por las cooperativas, que cultivaban el 70 por ciento de la tierra y tenían en promedio 4 200 ha y las explotaciones estatales, que cultivaban el 12 por ciento de la tierra y tenían una extensión media de 7 100 ha. Aunque existía un sector privado, sólo una pequeña parte de él poseía explotaciones realmente privadas, pues en su mayor parte, consistía en pequeñas parcelas de media hectárea asignadas a miembros de las cooperativas. Los propietarios de la tierra que pasaba a depender de las cooperativas conservaban el título de propiedad pero no controlaban su utilización ni tenían derecho a obtener beneficio alguno por su explotación. Sin embargo, a medida que morían o abandonaban las cooperativas, éstas compraban sus tierras a bajo precio, de tal manera que en 1990 los antiguos propietarios sólo poseían títulos sobre una tercera parte de la tierra que cultivaban las cooperativas.

 Los antiguos propietarios que conservaban los títulos de propiedad podían recuperar su propiedad directamente, salvo si había dejado de ser tierra agrícola, en cuyo caso tenían derecho a obtener una parcela similar. Sin embargo, el Gobierno húngaro decidió no devolver la tierra a quienes habían perdido el título de propiedad y les entregó, así como a los miembros y empleados de las cooperativas que nunca habían tenido tierra en propiedad, unos bonos en concepto de compensación con los cuales podían adquirir tierra u otros bienes de las empresas estatales. Las explotaciones del Estado y las cooperativas estaban obligadas a reservar una parte de la tierra para que pudieran acceder a ella, mediante subasta, aquellos a quienes se les habían entregado los bonos.

 Las explotaciones y otras empresas estatales se convirtieron en sociedades anónimas y sus acciones fueron puestas a la venta. Las cooperativas tuvieron que reestructurarse y convertirse en sociedades anónimas o en verdaderas cooperativas cuyos miembros tenían derecho a elegir a la dirección y retirar sus bienes en cualquier momento.

 En la actualidad, el sector agrícola y alimentario de Hungría está totalmente privatizado. Las cooperativas se han reestructurado en formas diversas. Algunas de ellas siguen siendo cooperativas, pero por lo general de menor tamaño que en 1990, dado que han vendido o liquidado líneas de producción que no resultaban rentables. Otras han pasado a ser sociedades anónimas, en muchas de las cuales los administradores de las antiguas cooperativas tienen la participación mayoritaria.

El proceso de devolución de la tierra dio lugar en Hungría a la formación de explotaciones muy reducidas y muy grandes, siendo muy poco numerosas las unidades de tamaño mediano.
 El proceso de devolución de la tierra dio lugar en Hungría a la formación de explotaciones muy reducidas y muy grandes, siendo muy poco numerosas las unidades de tamaño mediano. Esta situación apenas se ha modificado desde 1992. La producción se divide casi a partes iguales entre las sociedades y las cooperativas en gran escala y las pequeñas parcelas privadas. El tamaño medio de las parcelas adquiridas en las subastas era solamente de 3,5 ha y la mayor parte de los nuevos propietarios decidieron arrendar sus tierras a las cooperativas. Sin embargo, el 47 por ciento de la tierra cultivable lo explotan productores privados individuales y el 29 por ciento lo que la Oficina Estadística Central denomina «pequeños» productores. En 1996, ese tipo de explotaciones poseía el 56 por ciento de la cabaña porcina y el 67 por ciento de las aves de corral. En ese mismo año, produjeron el 53 por ciento de la cosecha total de cereales (el 38 por ciento del trigo y el 63 por ciento del maíz) y aportaron el 80 por ciento de la producción de frutas y hortalizas. Sin embargo, sólo una parte muy pequeña de esa producción entra en el mercado y aun en ese caso se trata de mercados locales rurales.

 La consolidación de esas explotaciones se ve dificultada por la inexistencia de un mercado activo de la tierra. La legislación húngara sólo permite adquirir tierra a las personas físicas; las empresas comerciales y las cooperativas sólo pueden arrendarla. Por otra parte, una persona cuya tierra esté ubicada en medio de una parcela cultivada por una cooperativa sólo puede desprenderse de ella arrendándola a la cooperativa. Otro factor que contribuye a complicar aún más la situación es la existencia de un cierto número de propietarios que aún no poseen un título de propiedad permanente.
 

La elaboración de alimentos

La inversión extranjera ha cumplido una función esencial en el desarrollo del sector de la elaboración de alimentos de Hungría: el 30 por ciento de las empresas agrarias son de propiedad extranjera.
El sector de la elaboración de alimentos está totalmente privatizado. Esto se ha conseguido mediante la venta de acciones en las antiguas empresas del Estado y mediante la constitución de nuevas empresas. La inversión extranjera ha cumplido una función esencial en el desarrollo de este sector. En conjunto, más del 30 por ciento de las empresas agrarias y del 50 por ciento del sector de la alimentación y las bebidas son de propiedad extranjera. Algunos sectores de la industria de elaboración de alimentos de Hungría, como la producción de aceite vegetal y de tabaco, son totalmente de titularidad extranjera. La propiedad extranjera es casi igualmente alta en otros sectores: el 90 por ciento de la producción de pavo y el 50 por ciento de la elaboración de carne son de propiedad extranjera.

 Sin embargo, la privatización de la industria alimentaria no se traduce necesariamente en mayores ingresos para los productores, que tienen la inquietud de que en algunos sectores el monopolio del Estado ha sido sustituido por un monopolio privado. Por ejemplo, todo el sector del aceite vegetal está controlado por una sola empresa y la elaboración avícola está dominada por dos grandes firmas, que controlan más del 90 por ciento del mercado.
 

Perspectivas de integración en la Unión Europea

Hungría pretende adherirse a la UE para el año 2002 y ya ha iniciado las negociaciones sobre las condiciones de admisión. La mayor parte de los expertos húngaros confían en que la industria de elaboración de alimentos no tendrá grandes dificultades para competir en la UE ampliada. Los principales problemas podrían plantearse en relación con la calidad de los productos y las técnicas de comercialización. Sin embargo, una gran parte del sector ya está orientada hacia las exportaciones a la UE y se beneficiará de un acceso más libre a ese mercado. Se cree también que la calidad de los cereales húngaros es superior a la de la UE.

 Existen dudas, en cambio, acerca del sector pecuario, particularmente la producción porcina. En Hungría se conceden más subvenciones a la carne de cerdo y de ave que en la UE, que no concede subvención alguna para el cerdo. En la actualidad, el precio al productor de la carne de cerdo es más alto en Hungría que en la UE y los costos también son más elevados. Hungría está por detrás de la UE en la producción de porcino, con arreglo a todos los indicadores tecnológicos: la mortalidad es más alta, el número de partos por cerda es menor y el consumo de pienso por aumento de peso vivo unitario es hasta 1 a 1,3 kg mayor que en la UE. La mayor parte del pienso tiene un contenido de proteínas insuficiente, lo que obliga a importar harina de proteínas y el elevado costo del transporte incrementa el precio.

 Los expertos del ministerio consideran esencial mejorar esos indicadores antes de la adhesión a la UE, pues Hungría tendrá que competir con unos precios del ganado inferiores. Pero cabe plantearse si realmente la ventaja comparativa de Hungría estriba en la producción ganadera o, antes bien, en los cereales, y si no podría convertirse en un proveedor importante en la UE ampliada.
 

Notas

1  A menos que se indique otra cosa, todos los datos macroeconómicos que figuran en la presente sección se han tomado de FMI. 1998. World Economic Outlook. Washington, D.C.

2 Con la exclusión de Egipto y la Jamahiriya Árabe Libia, que no se incluyen en el total regional calculado por el FMI.

3 El resto de la sección se centra en los países de África al sur del Sahara, ya que los países de África del Norte se tratan más en detalle en el contexto del examen regional del Cercano Oriente y África del Norte.

4 Union économique et monétaire ouest-africaine.

5 No se facilitan estimaciones del crecimiento del PIB para Liberia, Sierra Leona y Somalia.

6 Con exclusión de Sudáfrica.

7 Para un estudio del tema, véase J.-P. Faguet. Decentralization and local government performance. Documento presentado a la Consulta técnica sobre descentralización, 16-18 de diciembre de 1997, FAO, Roma.

8 D. Maxwell. 1994. The household logic of urban farming in Kampala. En CIID, ed. Cities feeding people. Ottawa, CIID.

9 Las tasas y proyecciones del crecimiento económico ofrecidas en esta sección se basan en: Banco Asiático de Desarrollo. 1998. Asian Development Outlook. Manila.

10 Sin incluir la República Popular Democrática de Corea, para la que no se dispone de un índice de la producción agrícola total.

11 Gobierno de Malasia, Economic Planning Unit. 1996. Seventh Malaysia Plan, 1996-2000. Kuala Lumpur, Percetakan Nasional Malaysia Berhad.

12 El PIB per cápita de 1997 se estima partiendo de la base del PIB de 1995 de 202,5 millones de ringgit (véase Gobierno de Malasia, op. cit., nota 11) a los precios corrientes, utilizando una tasa de crecimiento en 1996 del 8 por ciento y, en 1997, del 7 por ciento. El valor en dólares del PIB per cápita supone un tipo de cambio anual medio de 2,62 $M por dólar.

13 Banco Mundial. 1995. Social indicators of development. Washington, D.C.

14 Gobierno de Malasia, Economic Planning Unit. 1971. Second Malaysia Plan, 1971-1975. Kuala Lumpur, Government Press.

15 Emerging market indicators. En The Economist, 18 de abril de 1998.

16 Gobierno de Malasia, op. cit., nota 11.

17 P. Waldman. 1998. Malaysia labors to handle crisis as foreign workers lose their jobs. Asian Wall Street Journal, 12 de enero, pág. 1.

18 El coco y la pimienta figuran también entre los cultivos perennes de Malasia, pero ninguno de ellos ha ejercido mucha influencia en el actual desarrollo agrícola del país.

19 Malaysian Cocoa Board. 1997. Malaysian Cocoa Monitor, junio, 6(1).

20 Bank Negara Malaysia. 1995. Annual Report. Kuala Lumpur, Percetakan Nasional Malaysia Berhad.

21 Gobierno de Malasia, Department of Statistics. 1995. Report on Household Expenditure Survey 1993/94. Kuala Lumpur, Percetakan Nasional Malaysia Berhad.

22 A menos que se especifique otra cosa, las estimaciones y pronósticos económicos de esta sección proceden de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

23 Véase FAO. 1994. New institutional arrangements for agricultural and rural development in the region; y FAO. 1993. Municipalidad rural, participación popular e instituciones en servicios de apoyo a pequeños agricultores en Latinoamérica. Roma.

24 Con la exclusión del Afganistán. Salvo indicación en contrario, todos los datos macroeconómicos que figuran en la presente sección proceden del FMI. 1998. World Economic Outlook. Washington, D.C.

25 En mayo de 1995 una orden del Presidente de los Estados Unidos que prohibió a las empresas comerciar con el Irán; en agosto de 1996 la ley d’Amato impuso sanciones a empresas no estadounidenses que invirtieran en la industria de hidrocarburos del Irán.

26 Datos del Banco Central. Las estimaciones de la Economist Intelligence Unit lo sitúan en el 3,6 por ciento.

27 1 750 rials por dólar para las exportaciones de petróleo y las importaciones de productos y servicios de primera necesidad, el pago del servicio de la deuda y las importaciones estratégicas para proyectos de gran envergadura; y 3 000 rials por dólar para las exportaciones de productos distintos del petróleo y el pago de importaciones de los productos que no se consideran prioritarios; se tolera la existencia de un mercado de cambios libre, el «bazar», en el que el tipo de cambio ha fluctuado entre 5 000 y 7 000 rials por dólar durante los dos últimos años.

28 El aporte de proteínas en la dieta, que era anteriormente de 68 g, aumentó un 6 por ciento anual y alcanzó 85,6 g durante el período comprendido entre 1987 y 1995, con un crecimiento anual del 6 por ciento. En 1995, se consideraba que la dieta estaba configurada por un 72 por ciento de hidratos de carbono, un 17,6 por ciento de grasas y un 10,4 por ciento de proteínas, en tanto que la dieta ideal se compone de un 55-75 por ciento de hidratos de carbono, un 15-30 por ciento de grasas y un 15-20 por ciento de proteínas. Por consiguiente, es necesario reducir el 10 por ciento la cantidad de hidratos de carbonos y aumentar la de grasas y proteínas en un porcentaje similar.

29 7, 5 millones de ha, más 1,3 millones de ha de barbecho clasificado como zona de regadío.

30 De los 14 600 m3 que se consumen en promedio por cada hectárea irrigada, sólo 4 600 son absorbidos realmente por los cultivos.

31 En 1996/97, una fuerte sequía afectó a la producción y exigió realizar importaciones extraordinarias de alimentos. En 1997, la producción de trigo fue solamente de 10 millones de toneladas de los 12 millones previstos. Para atender las necesidades internas, en el presupuesto de 1998-1999 se han asignado 2 000 millones de dólares para las importaciones de trigo (5 millones de t), aceites comestibles (800 000 t), arroz (800 000 t), azúcar (560 000 t) y carne roja.

32 Durante el primer plan, la producción de arroz aumentó el 4,6 por ciento anual y la de semillas oleaginosas el 17,5 por ciento. Además, la producción de papas se ha duplicado en el lapso de un decenio.

33 En estas cifras no se incluyen las subvenciones al productor correspondientes a los servicios de tractores, crédito, agua para los sistemas de riego, etc., ni las subvenciones específicas al consumidor concedidas por diversas instituciones al personal a su cargo. Tampoco se incluyen las subvenciones al petróleo y la energía.

34 El precio del petróleo para los consumidores iraníes es de sólo 0,04 dólares por litro, y la electricidad también está fuertemente subvencionada. Casi un tercio de la producción de petróleo del Iraq –más de 1 000 millones de barriles diarios– se destina al consumo interno.

35 Párrafo M de la Nota 19 de la Ley sobre el Segundo Plan de Desarrollo Económico, Social y Cultural.

36 En 1997, las subvenciones a los alimentos ascendieron a 5,8 billones de rials (fuente: Informe de seguimiento de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1998 correspondiente al Irán), en un presupuesto total de 315 billones de rials.

37 En ese mismo período, el costo de producción nacional era en promedio de 257 rials por kg para el trigo de regadío, y de 309 rials para el trigo de secano.

38 Fuente: FMI.

39 Las subvenciones a los plaguicidas se suprimieron hace varios años por razones ambientales, y las concedidas para los fertilizantes se redujeron a la mitad.

40 Artículos A y B de la Ley Agraria.

41 Se entregaron 602 000 ha de tierra cultivable, de pasto y estatales a 100 000 familias campesinas y otras 630 000 ha de tierras cultivadas temporalmente a 130 000 familias.

42 A los efectos de este análisis, los países de Europa central y oriental son los siguientes: Albania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Polonia, República Checa, ex República Yugoslava de Macedonia, Rumania y Yugoslavia.

43 Todos los datos macroeconómicos mencionados en esta sección proceden de: FMI. 1998. World Economic Outlook. Washington, D.C.

44 Estonia, Letonia y Lituania.

45 En las cifras globales del PIB tomadas del FMI se incluyen las repúblicas bálticas y la República de Moldova, pero no Bosnia y Herzegovina y Yugoslavia.

46 En adelante, el análisis se centra en los países de Europa central y oriental. La reformas y problemas del sector agrícola en la Federación de Rusia fueron objeto de examen en El estado mundial de la agricultura y la alimentación 1997.

47 Más adelante se analiza detalladamente la importancia de las IED para el desarrollo del sector agroalimentario de los países de Europa central y oriental.
 

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