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PART III

LOS INGRESOS RURALES NO AGRÍCOLAS EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO


LOS INGRESOS RURALES NO AGRÍCOLAS EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO

 

INTRODUCCIÓN

   La imagen tradicional de que los hogares agrícolas en los países en desarrollo se centran casi exclusivamente en la agricultura y realizan pocas actividades rurales no agrícolas (RNA)1 persiste y está aún hoy esta muy extendida. En el debate sobre las políticas se tiende todavía a equiparar los ingresos agrícolas con los ingresos rurales y las relaciones rurales/urbanas con las relaciones agrícolas/no agrícolas. En consecuencia, los ministerios de industria se han centrado en la industria urbana y los de agricultura en las actividades agrícolas, y ha habido una tendencia, incluso entre los agrónomos y los interesados en el desarrollo rural, a dejar de lado el sector RNA.

   No obstante, los ingresos rurales no agrícolas (es decir, los ingresos en el sector rural no agrícola derivados del trabajo asalariado y por cuenta propia en el comercio, la manufactura y otros servicios) constituyen una fuente importante de ingresos para los hogares agrícolas y para otros hogares rurales, incluidos los campesinos pobres sin tierras y los habitantes de pequeños municipios rurales. Aunque estos ingresos son sólo una parte de todos los ingresos no agrícolas (los cuales incluyen también los salarios agrícolas y las ganancias de los emigrantes), este capítulo se centra en ellos con el fin de posibilitar un examen más detallado de lo que puede hacerse en las zonas rurales para incrementar la actividad económica y el empleo en general.

   Hay varias razones por las que el fomento de las actividades RNA puede revestir gran interés para los responsables de las políticas en los países en desarrollo. En primer lugar, los ingresos rurales no agrícolas son importantes para los ingresos de los hogares, y por consiguiente para la seguridad alimentaria gracias a la mejora del acceso a los alimentos. Esta fuente de ingresos puede también evitar un desarrollo urbano rápido o excesivo y una degradación de los recursos naturales como consecuencia de la sobreexplotación.

   En segundo lugar, en un entorno en el que los agricultores se enfrentan con restricciones crediticias, las actividades RNA influyen en los resultados de la agricultura al proporcionar a los agricultores un efectivo para invertir en insumos que aumentan la productividad. El fomento de las estas actividades en el sistema alimentario (elaboración de productos agrícolas, distribución y suministro de insumos) puede aumentar también la rentabilidad de la agricultura gracias a una mayor disponibilidad de insumos y a una mejora del acceso a los canales de comercialización. A su vez, los mejores resultados del sistema alimentario incrementan los ingresos rurales y hacen bajar los precios de los alimentos en las zonas urbanas.
.

   En tercer lugar, las características y los resultados de la agricultura, en los que influyen a su vez las políticas agrícolas, pueden tener efectos importantes sobre el dinamismo del sector RNA, en la medida en que éste está relacionado con la agricultura. Dicho sector crece más deprisa y de modo más equitativo allí donde la agricultura es dinámica, es decir allí donde hay una producción agrícola que elaborar y distribuir, insumos que vender y un equipo que reparar y donde los ingresos agrícolas en efectivo se gastan en bienes y servicios locales.

   A la luz de cuanto antecede, el presente estudio persigue dos objetivos principales: señalar a la atención de los gobiernos, donantes y organismos de desarrollo el problema del sector RNA y su importancia para el desarrollo agrícola y rural y para la mitigación de la pobreza, e indicar algunas repercusiones generales para la política agrícola y para la coordinación normativa e institucional, con miras a potenciar el crecimiento armonioso tanto del sector agrícola como del sector RNA.
 

PARTICIPACIÓN DE LOS HOGARES EN  ACTIVIDADES RURALES NO AGRÍCOLAS

Las actividades rurales no agrícolas pueden ser emprendidas por factores de «atracción» o por factores de «empuje».
Las decisiones que adoptan los hogares rurales en cuanto a su participación en actividades RNA (ya se trate de crear una empresa o de incorporarse al mercado del trabajo asalariado en el sector) y el modo de emprender esas actividades (en qué medida, con qué tecnologías, para fabricar qué productos) dependen en general de:

• los incentivos de que dispone el hogar, como por ejemplo la rentabilidad y el riesgo relativos de las actividades agrícolas y RNA;

• la capacidad del hogar para emprender actividades RNA (determinada por la educación, los ingresos y la riqueza, el acceso a bienes y créditos, etc.).

• los hogares agrícolas (definidos como hogares rurales que realizan alguna actividad agrícola) pueden tener uno o más motivos para realizar actividades RNA. Estos motivos pueden ser:

•  factores de «atracción», como los rendimientos más altos del sector no agrícola frente al sector agrícola2

• factores de «empuje», en particular:
– la producción agrícola es insuficiente para el hogar; esta insuficiencia puede deberse a causas temporales (por ejemplo, una sequía) o a problemas más duraderos (por ejemplo, limitación de las tierras);
– los mercados de seguros para cultivos o de crédito al consumo (a los que ha de recurrirse para hacer frente a posteriori a una cosecha insuficiente) son inexistentes o fragmentarios;
–la agricultura es arriesgada y los hogares desean afrontar el riesgo para los ingresos y el consumo mediante estrategias de diversificación, emprendiendo actividades cuyos rendimientos tengan una correlación escasa o negativa con los rendimientos de la agricultura;
– los mercados de insumos agrícolas o de crédito a los insumos son inexistentes o deficientes, y el hogar necesita recursos propios en efectivo para pagar los insumos agrícolas.
 

Incentivos y capacidad para participar en actividades rurales no agrícolas

  Los incentivos y la capacidad para realizar actividades no agrícolas pueden divergir. Por consiguiente, es muy posible que los agricultores pobres tengan fuertes incentivos para participar en actividades RNA pero carezcan de capacidad para ello debido a varias limitaciones.

   Riqueza del hogar y zona agroclimática.3  Los incentivos para participar en actividades RNA difieren entre los hogares más y menos ricos. Los hogares más pobres están menos capacitados para resistir o hacer frente a repercusiones negativas en sus ingresos y son por ello más contrarios a este tipo de riesgo. En consecuencia son más propensos a una diversificación en favor de fuentes de ingresos y actividades menos arriesgadas.

  Además, las características agroclimáticas de la zona (favorables o desfavorables, más o menos variables) influirán en el motivo del hogar agrícola para diversificar sus ingresos mediante actividades no agrícolas. Los hogares agrícolas de zonas donde la agricultura es más arriesgada estarían más «empujados» a la diversificación por medio de actividades RNA. Una proporción mayor de esas actividades se emprendería únicamente para afrontar a posteriori perturbaciones en los ingresos agrícolas (por ejemplo, a causa de una sequía), aunque también cabría esperar una diversificación de los ingresos en años normales (por ejemplo, en años en que no hubiera sequías) con el fin de acumular recursos (riqueza) para hacer frente a repercusiones negativas. En cambio, los hogares agrícolas de zonas donde la agricultura es menos arriesgada podrían participar en actividades RNA movidos principalmente por el hecho de que estas últimas son más rentables o para aliviar las restricciones de efectivo y de crédito.

   Aun en el caso de que los incentivos para diversificar (por razones de atracción o de empuje) sean altos, el hecho de que el hogar reaccione o no frente a ellos dependerá de su capacidad para hacerlo. Cuando no hay mercados de crédito y de seguros que funcionen correctamente (lo que es frecuente, si no habitual, en las zonas rurales de los países en desarrollo), la capacidad para invertir en un conjunto diversificado de actividades aumenta con la riqueza del hogar. Si la diversificación es costosa (es decir las barreras de acceso a la actividad son considerables, e inicialmente arriesgada, los hogares ricos están en condiciones más favorables para la diversificación mediante actividades RNA, dado que pueden utilizar su riqueza para autofinanciar esas actividades y como amortiguador contra las repercusiones negativas en los ingresos.

   Si existe un riesgo, pero no hay restricciones crediticias, sería razonable pronosticar que los hogares optarán menos por la diversificación a medida que aumente su riqueza (ya que el motivo de la diversificación consistente en evitar el riesgo disminuye a medida que aumenta la riqueza de los hogares). En cambio, las actividades se concentrarían más en sectores con ganancias (previstas) elevadas. En este caso, se observaría que los hogares más pobres son los que más diversifican su actividad. Cuando los pobres se enfrentan con limitaciones de liquidez y de crédito, puede darse el resultado contrario: es posible que deseen diversificar sus actividades por motivos de riesgo, pero no puedan hacerlo a causa de las limitaciones de liquidez, mientras que los hogares más ricos tienen menos incentivos, por lo que respecta al riesgo, para la diversificación, pero están en mejores condiciones para autofinanciar esa diversificación. En consecuencia, se observa una diversificación mayor entre los que no son pobres que entre los que lo son.

  Rentabilidad de las actividades rurales no agrícolas.  Una serie de factores exógenos a los hogares influyen en la rentabilidad y en el grado de riesgo de las actividades agrícolas y las actividades RNA y, por consiguiente, en la combinación de ambas. La rentabilidad de una determinada actividad RNA está determinada por el precio del producto producido o el salario que se paga en el sector y por los precios del conjunto de insumos utilizados en el proceso de producción o el empleo.

   Por lo general, en los precios tanto de los productos como de los insumos de las actividades RNA influirá la transmisión de efectos de las políticas macroeconómicas y sectoriales tales como la devaluación de la moneda, la variación del tipo de interés, las variaciones en los aranceles aduaneros aplicados a los bienes de equipo y de consumo importados, así como factores que influyen en el transporte y otros costos de transacción. Estos factores comprenden también la situación de la infraestructura de servicios (como por ejemplo extensión, información sobre el mercado y enseñanza) y de la infraestructura física (como por ejemplo carreteras y líneas telefónicas). Condicionadas por esos factores, las empresas privadas pueden reducir los costos de transacción mediante diversos contratos y otros mecanismos de coordinación con el fin de aumentar la interacción entre las actividades comerciales de diversos sectores o subsectores, fortaleciendo de ese modo los vínculos intersectoriales e intrasectoriales.

   La capacidad de los mercados de factores locales para suministrar capital financiero e insumos productivos adecuados para las actividades RNA influirá en los precios de los insumos. Por ejemplo, si el mercado local de mano de obra no está suficientemente abastecido de trabajadores calificados, eso hará que suban los salarios a los que habrán de hacer frente quienes emprenden actividades RNA para las que se requieran trabajadores calificados. Si el mercado de bienes raíces del pequeño municipio rural está limitado por reglamentaciones en materia de construcción, eso puede hacer que aumenten los precios de compra o de arriendo de los locales para talleres.

  Políticas y programas de desarrollo. Deben mencionarse en especial los instrumentos de las políticas y programas de desarrollo –es decir, los proyectos de desarrollo– que determinan en gran medida los incentivos y la capacidad para que los hogares rurales participen en actividades RNA. En cierto sentido, un proyecto de desarrollo es un miniconjunto de políticas e inversiones públicas que se aplican a una serie de actividades limitadas en el espacio y en el tiempo y que afectan a un número limitado de participantes. Un ejemplo típico del sector RNA sería un proyecto relacionado con el sector lechero. Puede ocurrir que en un proyecto de esta índole participe una ONG o un gobierno que aporta instructores y equipo con objeto de fomentar actividades lecheras en pequeña escala en un determinado lugar, con un conjunto seleccionado de hogares rurales, y de facilitar, al menos inicialmente, la comercialización de la leche valiéndose de vehículos del proyecto y de conocimientos técnicos de donantes. Esta facilitación constituye de hecho una política de subvención (condicionada) de insumos (equipo, servicios de capacitación y mecanismos de mercado) orientada a un subsector de actividades RNA y a un grupo de beneficiarios seleccionados por un período de tiempo determinado.
 

Vínculos entre actividades agrícolas y no agrícolas

   El concepto de vínculos entre actividades agrícolas y no agrícolas suele utilizarse sobre todo para describir la relación entre los sectores agrícola y no agrícola. Estos sectores pueden estar directamente relacionados a través de vínculos de producción: en las fases iniciales del proceso de producción, en las que el crecimiento del sector agrícola induce al sector no agrícola a incrementar las actividades invirtiendo en la mejora de la productividad o el aumento de la capacidad para suministrar insumos y servicios al sector agrícola; y en las fases finales del proceso de producción (denominadas a menudo «actividades con valor añadido»), en las que el sector no agrícola se ve inducido a invertir en capacidad para suministrar servicios de elaboración y distribución utilizando productos agrícolas como insumos. Por el contrario, los vínculos de desembolso tienen un carácter indirecto e implican el gasto de los ingresos generados en uno de los sectores en la producción del otro. Por último, los sectores pueden tener vínculos de inversión, lo que significa que los beneficios generados en uno de ellos pueden invertirse en el otro.
Los sectores agrícola y no agrícola pueden estar relacionados directamente por vínculos de producción, que pueden ocurrir ya sea en las fases iniciales o finales del proceso de producción.
  Los vínculos de producción del sector RNA con la agricultura local se establecen a través de la venta de insumos al sector agrícola, y la compra de los productos de éste, con miras a su utilización como insumos de actividades RNA (como por ejemplo, la elaboración y distribución de productos agrícolas). Por consiguiente, las características de la agricultura contribuirán en gran medida a determinar los incentivos para estos tipos de actividades RNA, ya que dichas características influyen en la rentabilidad de los productos y servicios RNA y en los canales de comercialización para los mismos. Por ejemplo, en el caso de los aperos de las explotaciones agrícolas, el tamaño medio de éstas determina que haya o no un mercado rentable para tractores o sólo para herramientas manuales. En lo que concierne a la producción, la composición, la sincronización y la calidad de la producción de las explotaciones agrícolas locales pueden influir en la rentabilidad de las actividades agroindustriales (y en el tamaño óptimo de las instalaciones para éstas). La tecnología en materia de zootecnia influye en la salud de los animales lecheros y en su productividad, lo cual repercute a su vez en la rentabilidad de actividades no agrícolas como la producción de queso y la pasteurización de la leche. Las relaciones entre las actividades RNA y el sector agrícola, que constituyen un aspecto importante del presente capítulo, se estudian más adelante con mayor profundidad.

   Las actividades RNA mantienen vínculos de desembolso con las actividades agrícolas, en la medida en que los ingresos generados por éstas se gastan en la producción de empresas del sector no agrícola y viceversa. Por consiguiente, la rentabilidad y los canales de comercialización de esas actividades están determinados por los ingresos (cuantía y distribución) y los gustos locales. Es más probable que los pequeños agricultores y los pobres gasten en bienes y servicios locales del sector RNA, mientras que los hogares más ricos tenderán a gastar en artículos del sector manufacturero moderno localizado en las ciudades o en importaciones. De esto se infiere que los cambios técnicos en la agricultura que benefician a los pequeños agricultores tendrán mayores efectos sobre la economía local, a través de los vínculos de desembolso, que los que benefician a los grandes agricultores.

  Cuando existen también limitaciones en el acceso al crédito, los vínculos de inversión entre las actividades RNA y el sector agrícola pueden adquirir una gran importancia. En esas circunstancias, los ingresos no agrícolas pueden ser decisivos para la capacidad de los hogares de realizar inversiones de capital agrícola y comprar insumos modernos. Y, viceversa, los ahorros generados por las actividades agrícolas pueden constituir la base para inversiones en actividades no agrícolas.
 

PAUTAS DE LAS ACTIVIDADES RURALES NO AGRÍCOLAS: DIFERENCIAS INTERREGIONALES E  INTRARREGIONALES

   En esta sección se analizan datos basados sobre todo en los resultados de encuestas por hogares que se han recogido examinando unos 100 estudios centrados principalmente en hogares agrícolas4 (en contraposición a los habitantes de pequeños municipios rurales) de África, Asia y América Latina. También se basa en información procedente de estadísticas oficiales de los países, cuando las hay. La opción de centrarse en datos de estudios de casos se debe a diversos problemas relacionados con la disponibilidad y la calidad de las estadísticas oficiales sobre los ingresos y el empleo RNA. Sin embargo, ni siquiera los datos de encuestas por hogares cuidadosamente recogidos están exentos de problemas. El lector deberá tenerlos presentes y comprender que si bien las pautas y los resultados que aquí se presentan son fidedignos a grandes rasgos, como estimaciones detalladas no lo son tanto. A pesar de sus defectos, los datos son cualitativa y cuantitativamente suficientes para que se pueda confiar en los resultados generales que aquí se ofrecen (como por ejemplo la importancia general de los ingresos y el empleo no agrícolas y su distribución por regiones, zonas y dimensiones de las fincas).
La incertidumbre estadística aumenta cuando se trata de indicaciones desglosadas, como las relativas a la distribución de los ingresos no agrícolas entre trabajo asalariado y empleo por cuenta propia
 

Importancia de las actividades rurales no agrícolas; comparaciones entre regiones en desarrollo

   En el Cuadro 11 se resumen datos relativos a la proporción de los ingresos y del empleo no agrícolas en los ingresos y el empleo rurales totales, basados en estudios de los decenios de 1970-1990 en las tres regiones5. En los Cuadros 1 y 2 del Apéndice se presentan las fuentes de los datos utilizados para cada país.6

   Los promedios de la parte correspondiente a los ingresos no agrícolas son más altos en África, con un 42 por ciento, y en América Latina, con un 40 por ciento, que en Asia, con un 32 por ciento. Aun teniendo presentes las advertencias en cuanto a la calidad de los datos y a su alcance, estas conclusiones son importantes y resultan sorprendentes por varias razones.

   En primer lugar, indican la gran importancia de los ingresos no agrícolas en relación con los ingresos totales en las zonas rurales y, por consiguiente, su importancia para el poder adquisitivo y la seguridad alimentaria.

CUADRO 11

Parte correspondiente a los ingresos  y el empleo no agrícolas en los ingresos  y el empleo rurales  totales1

 
Regiones y subregiones
 Parte correspondiente
a los ingresos no agrícolas
Parte correspondiente
al empleo no agrícola
Promedio del PNB, 2
per cápita,
1995
(dólares EE.UU.)
Media3
(%)
Coeficiente
de variación
Media3
(%)
Coeficiente
de variación
ÁFRICA
42 
0.45
-
-
726
África oriental y austral
45
0.47
-
-
932
África occidental
36
0.36
-
-
313
 
 
 
 
 
 
ASIA
32
0.33
44
0.32
1 847
Asia oriental 
35
0.19
44
0.29
2 889
Asia meridional
29
0.52
43
 0.40
 388
     
 
   
AMÉRICA LATINA
40
0.20
25
0.33
2 499

1 Los datos se refieren a la media de los estudios de casos examinados para cada región y subregión. La proporción de los ingresos representa la parte correspondiente a los ingresos no agrícolas en los ingresos totales de los hogares que están integrados principalmente por agricultores (y campesinos sin tierras). La proporción del empleo representa la parte correspondiente a los hogares que realizan actividades no agrícolas como ocupación primaria en la población rural (tanto de zonas rurales como de pequeños municipios rurales).
2 El promedio del PNB per cápita se calcula como el promedio aritmético de los países incluidos en los estudios de casos y se basa en estimaciones del Banco Mundial.1997. Informe del Banco Mundial sobre el Desarrollo 1997. Washington, D.C.
3 Se refiere a la media de los estudios de casos examinados para cada región y subregión.
 

   En segundo lugar, cabría prever que la importancia relativa de los ingresos no agrícolas fuera mayor en las regiones con niveles más altos de PNB per cápita. De hecho, las regiones más ricas tienden a tener una infraestructura mejor y sectores agrícolas más prósperos, factores ambos que estimulan un desarrollo de actividades RNA. Por tanto, el orden de clasificación previsto sería: América Latina, Asia y África. Sin embargo, el hecho de que África ocupe el primer lugar en la clasificación indica que los incentivos a la diversificación desempeñan una función importante. Esto quiere decir que, si bien los hogares africanos son más pobres que los de las demás regiones, sus incentivos para diversificar los ingresos son poderosos (como consecuencia de los bajos ingresos agrícolas, los riesgos, etc.). Esto contradice la idea generalmente aceptada de que los campesinos africanos están poco inclinados a diversificar los ingresos rurales.

   No obstante, dentro de las distintas regiones, los países o subregiones más ricos tienden a presentar las proporciones y niveles más altos de ingresos rurales no agrícolas (véase la Figura 38A-D). Las dos subregiones más pobres, África occidental y Asia meridional, tienen sin embargo unas proporciones de ingresos no agrícolas bastante dispares (36 por ciento y 29 por ciento, respectivamente). Seguidamente se examinan con más detalle las diferencias en las características de las actividades RNA.

  Por último, la variabilidad de la proporción de los ingresos no agrícolas (medida por coeficientes de variación7 calculados con respecto a los promedios de los países) es más alta en los lugares más pobres, a saber las subregiones africanas y Asia meridional, lo que evidencia la diversidad de los factores determinantes (como el nivel de los resultados agrícolas, la infraestructura, las tasas de desarrollo urbano, etc.) aun en situaciones de pobreza generalizada.

  Las pautas de crecimiento (es decir las variaciones en la proporción de los ingresos no agrícolas en el curso del tiempo) son difíciles de apreciar a partir de los datos disponibles sobre los ingresos, salvo en algunos estudios de casos (relativos principalmente a Asia). Pueden sacarse algunas conclusiones aproximativas comparando los datos que aquí se presentan con los derivados de estudios anteriores. Por ejemplo, la escala y el promedio de las proporciones que se ofrecen aquí (basados principalmente en datos de los decenios de 1980 y 1990) son superiores a los que se notifican en Haggblade, Hazell y Brown8, basados principalmente en estudios del decenio de 1970. Además, algunos estudios de casos indican un crecimiento positivo de la proporción de los ingresos no agrícolas en el curso del tiempo en varios países (Burkina Faso, oeste de Kenya, norte de Nigeria, Bangladesh, China, zonas de la India, Java en Indonesia, Malasia, Filipinas, la provincia china de Taiwán y México).

   Los datos relativos al empleo rural no agrícola, que es un indicador fundamental, muestran que la proporción se sitúa como promedio, según los años y los países, en torno al 44 por ciento en Asia y al 25 por ciento en América Latina (no fue posible encontrar datos pertinentes para África). Esta proporción es mayor en el caso de Asia, y menor en el caso de América Latina, que la correspondiente a los ingresos. Cabe señalar que es difícil hacer una comparación directa entre la proporción del empleo y la de los ingresos, ya que puede ocurrir que las proporciones discrepen a causa a causa de las diferencias salariales.9

   Las cifras correspondientes a América Latina y Asia indican, como promedio, un rápido aumento de la proporción de  personas dedicadas a actividades RNA en el conjunto de la población rural. En lo que respecta a América Latina, la Figura 39 muestra que, en todos los casos con la excepción del Perú (sin cambios) y de Bolivia (cambio negativo), el empleo absoluto en el sector RNA creció mucho más deprisa que el empleo agrícola (por lo que aumentó la proporción). En cerca de la mitad de los países, la tasa de crecimiento del empleo agrícola fue negativa, mientras que en todos ellos la del empleo RNA fue positiva. La proporción total de la población rural cuya actividad principal se centró en el sector RNA aumentó del 24 al 29 por ciento en un decenio (aproximadamente).
 

FIGURA 38A
PROPORCIÓN DE LOS INGRESOS NO AGRÍCOLAS EN LOS INGRESOS DE LOS HOGARES AGRÍCOLAS Y PNB PER CÁPITA, EN ALGUNOS PAÍSES DE ÁFRICA
 
FIGURA 38B
PROPORCIÓN DE LOS INGRESOS NO AGRÍCOLAS EN LOS INGRESOS DE LOS HOGARES AGRÍCOLAS Y PNB PER CÁPITA, EN ALGUNOS PAÍSES DE ASIA
 
FIGURA 38C
PROPORCIÓN DE LOS INGRESOS NO AGRÍCOLAS EN LOS INGRESOS DE LOS HOGARES AGRÍCOLAS Y PNB PER CÁPITA, EN ALGUNOS PAÍSES DE AMÉRICA LATINA
 
FIGURA 38D
PROPORCIÓN DE LOS INGRESOS NO AGRÍCOLAS EN LOS INGRESOS DE LOS HOGARES AGRÍCOLAS Y PNB PER CÁPITA, EN PAÍSES DE BAJOS INGRESOS
 
 

Características de las actividades rurales no agrícolas y diferencias interregionales

  Pautas generales.  La conclusión general que se deriva de los datos disponibles es que las características de las actividades RNA difieren notablemente según las regiones y las subregiones. Para describir esas variaciones en las pautas se emplea aquí la expresión «estadios de transformación del sector RNA», al tiempo que se ofrecen algunas explicaciones generales, basadas en las características del empleo RNA observadas en las diferentes regiones. Por supuesto, se trata sólo de las «tendencias centrales» registradas en las diversas regiones, mientras que dentro de una determinada región se advierten una variedad y un número considerables de excepciones.

   En lo que respecta a los vínculos entre actividades agrícolas y no agrícolas, durante el primer estadio la agricultura tiende a depender del suministro local de insumos y servicios agrícolas y de la elaboración y distribución locales de productos agrícolas, habitualmente a cargo de pequeñas o medianas empresas. Como ejemplos de estas actividades pueden citarse la fabricación o mezcla de fertilizantes, la fabricación, alquiler y reparación de equipo de tracción animal, la producción de carretas, los servicios de tractor, la elaboración de productos agrícolas, el transporte, la construcción o mantenimiento de instalaciones para el mercado, el comercio. Por ejemplo, Reardon et al.10 demuestran que en zonas sahelianas del África occidental, más del 80 por ciento de las actividades no agrícolas locales tienen vínculos de producción con la agricultura local.

   América Latina se encuentra en el segundo estadio de transformación del sector RNA. En ese estadio, las situaciones tienden a ser más variadas. Es decir, pueden encontrarse actividades basadas en vínculos con la agricultura, pero también otras independientes de esos vínculos (como en el caso del turismo, la minería y el sector de los servicios, aunque este último se desarrolló a partir de una transformación histórica del sector RNA basada en los vínculos con la agricultura). La proporción de la población rural que depende en gran medida de la agricultura es menor que en Africa y Asia meridional. Los vínculos entre el medio rural y el urbano tienden a ser más importantes como base para el empleo RNA que en el primer estadio de transformación del sector RNA, observándose una incipiente subcontratación de empresas rurales por empresas urbanas o extranjeras (principalmente en el sector de la industria ligera de bienes duraderos, como la confección, del que más adelante se examinan algunos ejemplos) y un rápido aumento del número de trabajadores que se desplazan diariamente entre el campo y los pequeños municipios rurales o las ciudades intermedias («zonas rur-urbanas»). Hay también una tendencia a una rápida «agroindustrialización» en las zonas donde se practica la agricultura comercial en pequeña y, sobre todo, en mediana escala. Una característica de esta fase es también la diversidad de situaciones en lo que respecta a la intensidad del capital, tanto entre los subsectores RNA como dentro de éstos. Es posible encontrar ejemplos de producción en pequeña escala con uso intensivo de mano de obra en el campo al lado de empresas con un coeficiente de capital relativamente alto que producen los mismos artículos en ciudades intermedias.

   Asia oriental parece encontrarse en el tercer estadio de transformación del sector RNA, con una intensificación de las características que diferencian al segundo estadio del primero: mayor influencia de las conexiones entre el medio urbano y el rural, evidenciada por la mayor importancia de formas más avanzadas de relaciones económicas como son los acuerdos de subcontratación y por el desplazamiento laboral diario. Varias otras tendencias caracterizan también a ese estadio de transformación: subcontratación no sólo de bienes duraderos ligeros sino también de bienes duraderos medios (como piezas para vehículos), volumen considerable del empleo RNA sin vínculos con la agricultura (incluso en países como la Provincia China de Taiwán, que pasaron por un primer estadio de transformación del sector RNA muy vinculado con la agricultura)11 y rápida agroindustrialización en las zonas donde se practica la agricultura comercial.

  A continuación se ofrecen más detalles sobre las generalizaciones anteriores, prestando especial atención a la composición sectorial de las actividades económicas, la agroindustrialización, las conexiones entre los mercados de mano de obra rural y urbano y la subcontratación
 

FIGURA 39
VARIACIONES DE LA PROPORCIÓN DEL EMPLEO RURAL NO AGRÍCOLA EN LA POBLACIÓN RURAL ACTIVA
 

  Composición sectorial, subcontratación y conexiones entre el medio rural y el urbano. La composición sectorial de las actividades RNA tiende a variar según las regiones. En África, casi todos los datos indican que esas actividades tienden a repartirse en partes prácticamente iguales entre el comercio, la manufactura y el sector de los servicios, a estar directa o indirectamente vinculadas con la agricultura local o con pequeños municipios y a no estar estructuradas. En Asia y América Latina, la manufactura y los servicios tienden a tener más peso en la composición sectorial.

   Datos relativos a la composición global del empleo RNA, derivados de censos de población, indican que el 41 por ciento del empleo RNA corresponde a la «manufactura», el 24 por ciento al «comercio» y el 35 por ciento a los servicios. Es interesante señalar que el desglose del empleo urbano en América Latina es prácticamente el mismo que el del empleo rural, contrariamente a la suposición de que la proporción de los servicios y el comercio es mayor en la economía urbana. Este resultado puede variar según el tamaño de las ciudades (siendo quizá mayor en las zonas rur-urbanas la proporción de los servicios y el comercio), cuestión que sin embargo requiere una ulterior investigación.12

   Especialmente en América Latina y Asia, han aumentado al parecer los desplazamientos de personas que viven en el campo para ocupar puestos de trabajo no agrícola en los nuevos municipios rurales y ciudades intermedias de las inmediaciones, y viceversa (desplazamientos de personas que viven en esos centros para realizar labores agrícolas). Por consiguiente, las barreras entre las zonas rur-urbanas y el campo se están derrumbando y la segmentación está desapareciendo. Klein13 supone que esto está dando lugar en América Latina a una convergencia de las escalas de salarios y a combinaciones sectoriales en los sectores no agrícolas de la ciudad y el campo.
 

FOTO 12
Fabricación de latas para productos alimenticios
La agricultura rural y el empleo no agrícola están estrechamente relacionados a través de las plantas de elaboración en pequeña escala
 

  La subcontratación (entre empresas urbanas y rurales) es otro tipo de conexión entre las zonas urbanas y las rurales que está adquiriendo cada vez más importancia. De hecho se ha registrado una creciente tendencia a la contratación externa o la subcontratación de empresas rurales y de hogares por empresas manufactureras y comerciales (de mayores dimensiones) con sede en zonas rur-urbanas o metropolitanas, especialmente en América Latina y Asia, pero este fenómeno se está manifestando también en las zonas más industriales de África (como Sudáfrica y Zimbabwe)14. Es muy posible que estos casos representen un continuo en el que unos procesos den lugar a otros: desde las manufacturas de bienes de consumo ligeros organizadas por comerciantes y realizadas en hogares hasta los bienes de consumo y de equipo subcontratados por empresas urbanas y vendidos en los mercados urbanos o utilizados como componentes de bienes producidos en fábricas. En América Latina, la mayor parte de la subcontratación rural parece centrarse actualmente en la manufactura de bienes de consumo ligeros. La confección y la producción de géneros de punto son actividades típicas ejecutadas principalmente por mujeres en su propio domicilio. Este tipo de subcontratación permite a los comerciantes mantener bajos los precios, conservar la flexibilidad en lo que concierne al volumen y la mano de obra y emplear una fuerza de trabajo femenina con una tradición de trabajo artesanal calificado en la confección. En Asia, la subcontratación del medio urbano al rural es más bien un traspaso de actividad industrial excedente de las grandes ciudades a las ciudades y municipios menores, se centra en los bienes de consumo ligeros y los bienes duraderos de consumo y de equipo y se está intensificando desde el decenio de 1970 en diversos países (la Provincia China de Taiwán, la República de Corea, Indonesia, Malasia y Filipinas).15

En las zonas rurales de América Latina existe una orientación relativamente reciente al empleo temporal en actividades no agrícolas.
  Otra tendencia de la que hay pruebas fehacientes, al menos en los estudios sobre la situación rural en América Latina, es la relativa al aumento del carácter temporal del trabajo no agrícola, lo cual influye probablemente en la evolución a largo plazo de la composición y la escala del sector RNA. Es probable que esta evolución esté impulsada por la contratación externa, la agroindustrialización y el desplazamiento laboral diario. Hay más hogares que trabajan de manera precaria en una serie de puestos de trabajo temporales y a tiempo parcial, como resultado del empleo estacional en la agroindustria. Las mujeres se están incorporando en gran número a la fuerza de trabajo para desempeñar tareas agroindustriales temporales en América Latina y Asia. Además, los cambios introducidos en la legislación laboral en ciertos lugares de América Latina en los decenios de 1970 y 1980 hicieron que la contratación de trabajadores permanentes fuera menos atractiva que la de trabajadores temporales (véase por ejemplo Schaffner16 para el caso de Brasil). Pero no está claro si las empresas agroindustriales se están orientando necesariamente hacia la contratación a largo plazo de empleados temporales, especialmente en las cadenas de producción en las que son necesarios un movimiento de personal escaso y unos conocimientos cada vez más especializados; además, la situación depende del tipo de agroindustria, ya que para la simple elaboración en grandes fábricas se tiende a utilizar mano de obra estacional.

   Debido a la mayor integración de los mercados de mano de obra rural y urbano (impulsada por la migración y por los fenómenos del desplazamiento laboral diario, la subcontratación y  la instalación de empresas agroindustriales en zonas rur-urbanas), fuerzas externas a la economía rural (principalmente de las  ciudades y el sector minero) influyen en la utilización de la mano de obra y en la composición sectorial de la economía rural no agrícola en general. Así pues, por ejemplo, un crecimiento rápido de la construcción urbana y de la minería en un determinado país, o de las oportunidades de migración, puede tener consecuencias para el sector agrícola, en la medida en que está asociado con una escasez de mano de obra que, al hacer que suban los salarios locales, tiene efectos sobre la economía rural. Un ejemplo de ello fue el auge del petróleo en Nigeria a principios del decenio de 1980. Un aumento salarial de esa índole puede estimular la inversión en tecnología que ahorre mano de obra (como se ha observado en la agricultura egipcia17 o en zonas rurales de Chile dedicadas a la horticultura18). Por consiguiente, puede haber variaciones en la proporción del empleo estimuladas por esas fuerzas extrarrurales.

  Las remesas reinvertidas en la construcción y otros servicios locales pueden ocasionar un rápido crecimiento de esas actividades, como se ha observado en América Latina. Asimismo, los migrantes que regresan influyen en la economía no agrícola local por medio de su capital financiero y de los conocimientos técnicos adquiridos en la migración. En el oeste de Kenya, por ejemplo, los migrantes que regresan de Nairobi han «acaparado» los empleos no agrícolas más especializados19. Hay también datos que demuestran un aumento del empleo por cuenta propia (en pequeñas empresas) en las zonas rurales de Zimbabwe asociado con la reducción del empleo en el sector estructurado en Harare tras la introducción del programa económico de ajuste estructural.20
 

Los hogares agrícolas, especialmente en África, obtienen más ingresos de las actividades rurales no agrícolas que del mercado del trabajo asalariado agrícola.
  Diferencias en las características del empleo rural no agrícola. Los estudios examinados tienden a indicar que las ganancias de los hogares se deben mucho más a los ingresos rurales no agrícolas que al mercado de trabajo asalariado agrícola, especialmente en África pero también, aunque en menor medida, en Asia y América Latina. En los estudios de África, por ejemplo, las ganancias no agrícolas fueron por término medio (promedio aritmético de las zonas estudiadas) unas 20 veces superiores a las ganancias del mercado de trabajo asalariado agrícola en 10 de las zonas estudiadas en las que fue posible esta comparación. Además, casi toda la mano de obra asalariada agrícola fue suministrada por los hogares más pobres (dado que el empleo asalariado local requiere menos capital que el empleo por cuenta propia, y el empleo local tiene gastos de transacción menores que el empleo de migración) o por hogares afectados por una pérdida temprana de las cosechas. Por el contrario, se suele observar que en Asia y América Latina la proporción de los salarios agrícolas en los ingresos rurales totales es mayor (pero aun así inferior a los ingresos no agrícolas).

   En igualdad de circunstancias, una proporción más alta de los ingresos procedentes del trabajo asalario en los ingresos RNA totales entraña un tamaño mayor la empresa. Sin embargo, sólo en unos pocos estudios sobre cada uno de los tres continentes los ingresos derivados del trabajo asalariado no agrícola se distinguían del empleo por cuenta propia de las familias rurales. Los estudios sobre África tienden a demostrar (en más de la mitad de los casos) que las ganancias derivadas del trabajo asalariado no agrícola son más importantes que el empleo por cuenta propia para las familias agrícolas21. Los datos existentes sobre África indican que la mayoría de las empresas son creadas por una sola persona, que únicamente una minoría de microempresas llegan a emplear más de cinco personas y que casi todo el aumento del empleo en las pequeñas empresas es generado por numerosas pequeñas empresas que contratan a una persona más, y no por una minoría de empresas que aumentan considerablemente el empleo22. La imagen que se obtiene es por tanto la de unas actividades individuales, centradas en el hogar, que no tienen una gran capacidad para crecer y generar empleo. Por el contrario, los datos de los estudios de casos de Asia oriental y América Latina ofrecen la imagen opuesta, es decir la de una situación en la que predomina el empleo asalariado (a diferencia del empleo por cuenta propia).

   All things being equal, a higher share of wage income in total RNF income implies a larger firm size. Only a few studies in each of the three continents were identified, however, as distinguishing non-farm wage income and self-employment by rural families. The African studies show (in more than half of the cases) that earnings from non-farm wage labour are more important than self-employment to farm families.22 The existing evidence for Africa shows that: the majority of enterprises start as one-person concerns and only a minority of microenterprises “graduate” to employing more than five people; and that most of the employment increases in small enterprises are generated by many small companies hiring an additional person rather than a minority of companies increasing employment substantially.23 The resulting image is one of home-based, individual activities that do not have much capacity to grow or generate employment. By contrast, the evidence from the case studies in East Asia and Latin America points to the opposite image, i.e. one of a preponderance of wage employment (as opposed to self-employment).
 

Características de las actividades rurales no agrícolas según diferencias entre tipos de zonas

   Los factores agroclimáticos y la agricultura. Las diferencias en las características de la economía RNA según las zonas agroecológicas evidencia la diversidad de las características de la agricultura en ellas. Tiende a haber una relación negativa entre la idoneidad de los factores agroclimáticos de la zona (pluviosidad media y varianza de las precipitaciones, calidad de los suelos, rendimiento de los cultivos) y la proporción de los ingresos que obtienen en la migración los hogares de la zona. Cuando los factores agroclimáticos son desfavorables, los hogares tienden a obtener más ingresos de la migración que de las actividades no agrícolas locales. Los hogares de las zonas agroclimáticas desfavorecidas necesitan diversificar la oferta de mano de obra fuera de la zona con el fin de afrontar el riesgo o las perturbaciones para los ingresos derivados de la agricultura. Y lo contrario puede decirse en el caso de los factores agroclimáticos favorables y una agricultura más dinámica: los hogares tienden a obtener localmente la mayor parte de sus ingresos no agrícolas, principalmente a través de actividades generadas por vínculos de producción o de desembolso con el sector agrícola.

  Las características y los resultados de la agricultura local pueden influir de diversos modos en el desarrollo del sector RNA de una zona.

   El precio local de los productos agrícolas influye en la rentabilidad de la elaboración secundaria (como el precio de los insumos), mientras que el precio de producción de los alimentos tiene también efectos más generales sobre el sector RNA a través de su repercusión en los salarios.23

   En estrecha relación con los dos efectos anteriores, las variaciones en los salarios agrícolas repercuten en los salarios no agrícolas, como se ha demostrado en situaciones de cambio rápido como por ejemplo la revolución verde24. De hecho, un aumento de los salarios agrícolas puede propagarse al sector no agrícola y hacer que suban los salarios no agrícolas de la mano de obra no calificada.

   La distorsión causada por la tecnología agrícola (uso intensivo de mano de obra o de capital) y el carácter estacional de las necesidades de mano de obra agrícola influyen en el suministro de mano de obra que puede emplearse en el sector RNA. La tecnología agrícola puede hacer un uso tan intensivo de la mano de obra que quede poca a las familias para las actividades no agrícolas. Una situación de este tipo, en la que una agricultura que usa abundante mano de obra limita la disponibilidad de mano de obra no agrícola, puede encontrarse en la «economía monzónica» en Asia25, con un cultivo del arroz de carácter acusadamente estacional debido al régimen de lluvias. La plantación y la recolección ocupan mano de obra en períodos de máxima actividad para el empleo agrícola. La demanda de mano de obra agrícola es por lo general baja durante el resto de año; de ahí la necesidad de encontrar fuentes de ingreso no agrícolas durante el período de poca actividad. Por consiguiente, hay que distinguir entre el subempleo absoluto y el subempleo estacional de la «mano de obra de reserva» necesaria para hacer frente a la intensa demanda que se registra durante los dos períodos de gran actividad en cada campaña agrícola. La reserva de mano de obra durante los períodos de poca actividad se canaliza hacia actividades no agrícolas como por ejemplo los negocios secundarios de los agricultores, las industrias artesanales y las pequeñas y medianas industrias lo suficientemente flexibles para adaptarse al carácter estacional de la oferta de mano de obra no agrícola.26

    La composición de la producción agrícola influye en las oportunidades que ofrece el sector no agrícola. Las variedades de cultivos y el calendario de su recolección afectan a esas oportunidades debido a sus efectos sobre la elaboración. Ciertas variedades pueden ser más difíciles de elaborar que otras. Puede que la recolección tenga lugar poco a poco en el curso de la campaña de producción (por ejemplo, a medida que la fruta madura), pero para poder realizar satisfactoriamente operaciones de elaboración en gran escala sería necesario que se recolectara una cantidad mucho mayor de fruta de una sola vez. Tiende a haber una correlación entre la diversificación agrícola (dejando de lado las féculas) y la diversificación de los ingresos mediante actividades no agrícolas. Cuando se diversifican las actividades agrícolas para incluir los productos pecuarios, la fruta y las hortalizas, aumentan las oportunidades de obtener un valor añadido (por medio de la elaboración de esos productos). Esta diversificación está en general estimulada por un aumento de los ingresos que hace que aumente la demanda de alimentos distintos de las féculas. La cuestión entonces es si la agroindustrialización se lleva a cabo en las zonas rurales o en las ciudades.

   El rendimiento y el volumen de la cosecha influyen en las actividades RNA. Puede que el rendimiento sea tan bajo que no haya un excedente comercializable suficiente para mantener las actividades secundarias de elaboración y distribución. Puede que el volumen o la calidad de la producción sea insuficiente o no tenga las características apropiadas para ofrecer economías de escala a las actividades no agrícolas locales vinculadas a la agricultura o para justificar una inversión en instalaciones de elaboración y en capacidad de transporte local.

   Hay un número considerable de estudios empíricos sobre la repercusión de los resultados del sector agrícola en el sector RNA a través de los vínculos de producción y desembolso entre ellos. En general, los efectos del crecimiento de la producción agrícola sobre los ingresos y el empleo RNA son fuertes y tienden a serlo más cuando los vínculos de producción están bien desarrollados. En el Recuadro 15 se presentan los principales resultados de algunos de esos estudios.
 


 

RECUADRO 15
LA MAGNITUD DE LOS  VÍNCULOS ENTRE LAS ACTIVIDADES AGRÍCOLAS  Y NO AGRÍCOLAS


Tomando como base datos sobre zonas rurales, pequeños municipios rurales y una zona mixta de estados y distritos de la India, Hazell y Haggblade1 comprobaron que, como promedio, un aumento de los ingresos agrícolas de 100 rupias lleva consigo un aumento de los ingresos rurales no agrícolas de 64 rupias, distribuido en 25 rupias en las zonas rurales y 39 en los pequeños municipios rurales. La infraestructura, la densidad de la población rural y el volumen de los ingresos agrícolas incrementan el multiplicador. Por consiguiente, la cifra llega hasta 93 en los estados caracterizados por una productividad agrícola elevada, una alta densidad de población rural y un desarrollo rur-urbano, como Punjab y Haryana, pero desciende a 46 en los estados de baja productividad (como Bihar).

El informe anual del Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IIPA) para 1985 indica que en la India, en el distrito del norte de Arcot, en Tamil Nadu, un aumento de la producción agrícola del 1 por ciento lleva consigo un crecimiento adicional del empleo no agrícola del 0,9 por ciento. En ese mismo distrito, Hazell, Ramasamy y Rajagopalan2, utilizando datos de 1982/83, observaron que un aumento del valor añadido en el sector agrícola de 1 rupia generaba un valor añadido suplementario de 0,87 rupias en el sector no agrícola.

Bell, Hazell y Slade3 determinaron que, en la región del río Muda, en Malasia, un aumento de los ingresos agrícolas del 1 por ciento daba lugar a un incremento adicional de otros ingresos rurales del 0,83 por ciento.

Utilizando datos de Sierra Leona y Nigeria, Haggblade, Hazell y Brown4 hallaron multiplicadores del orden de 0,5; por consiguiente, un aumento del valor añadido de 1 dólar en el sector agrícola de esos países africanos generaba otros 0,50 dólares de ingresos rurales, lo que representa una cifra inferior a las indicadas anteriormente para Asia. El multiplicador africano estaba determinado, en una proporción del 80 por ciento aproximadamente, por vínculos de desembolso (y no de producción), mientras que en Asia los vínculos de desembolso constituían una parte menor del total: en el caso de Muda, con el que se comparó, los vínculos de consumo representaban sólo el 60 por ciento del multiplicador total y en el caso del norte de Arcot el 50 por ciento. 
 
 

1 P. Hazell and S. Haggblade. 1991. Rural-urban growth linkages in India. India Journal of Agricultural Economics, 46(4): 515-529.
2 P. Hazell, C. Ramasamy and V. Rajagopalan. 1991. An analysis of the indirect effects of agricultural growth on the regional economy. In P. Hazell and C. Ramasamy, eds. The green revolution reconsidered: the impact of high-yielding rice varieties in South India. Baltimore, USA, The Johns Hopkins University Press.
3 C. Bell, P. Hazell and R. Slade. 1982. Project evaluation in regional perspective: a study of an irrigation project in northwest Malaysia. Baltimore, USA, The Johns Hopkins University Press. 
4 S. Haggblade, P. Hazell and J. Brown. 1989. Farm-nonfarm linkages in rural sub-Saharan Africa. World Development, 17(8): 1173-1201.

 

   Densidad de la infraestructura y de los pequeños municipios rurales. Por lo que respecta a las zonas agroclimáticas, cuanto más alta es la densidad de la infraestructura, los servicios de los pequeños municipios rurales y la población, mayores son las ganancias derivadas del sector RNA. Esta tendencia parece ser más acusada en las zonas agroclimáticas favorables. En general, las características cualitativas y cuantitativas de la infraestructura física (por ejemplo, las carreteras) y de la infraestructura de los servicios (por ejemplo, las escuelas) tienden a estar correlacionadas con la densidad de la población y el desarrollo de los pequeños municipios rurales (de ahí, por ejemplo, la diferencia observada en la infraestructura de Asia y África)27. Una infraestructura más desarrollada y una densidad de población más alta significan costos de transacción menores para los productos comercializados (agrícolas o no agrícolas) y una mayor disponibilidad de insumos (electricidad, tractores, etc.) con un costo inferior. En consecuencia, las características cualitativas y cuantitativas de la infraestructura se indican con frecuencia como determinantes fundamentales de la inversión agrícola y no agrícola (véase el Recuadro 16).

Las características cualitativas y cuantitativas de la infraestructura se indican con frecuencia como determinantes fundamentales de la inversión agrícola y no agrícola.
   Sin embargo, incluso la infraestructura presenta ciertas ambigüedades en lo que respecta a sus efectos sobre la economía y el empleo RNA, así como sobre las desigualdades entre los ingresos sectoriales. Dado que los hogares más pobres tienden a estar situados en el interior de las zonas rurales y a estar más alejados de las carreteras y de los pequeños municipios rurales, las mejoras de la infraestructura pueden aumentar o reducir las desigualdades entre los ingresos sectoriales, según el modo en que se realizan: por ejemplo, la red uniformemente distribuida por todo el país de la Provincia China de Taiwán, que ha dado lugar a una industrialización rural relativamente equilibrada, o los polos concentrados del paisaje de la República de Corea. La aglomeración de empresas con uso intensivo de capital en las zonas rur-urbanas donde está disponible la infraestructura puede perjudicar a las pequeñas empresas con uso intensivo de mano de obra de los pequeños municipios y aldeas rurales, reduciendo el empleo por unidad de producción no agrícola aun cuando aumente el empleo a nivel global.


 

RECUADRO 16
LAS POLÍTICAS EN MATERIA DE INFRAESTRUCTURA: COMPARACIÓN ENTRE LA PROVINCIA CHINA DE TAIWÁN Y LA REPÚBLICA DE COREA


En la Provincia China de Taiwán, la orientación de los hogares rurales hacia fuentes de ingresos no agrícolas se inició a finales del decenio de 1960. Las reformas estructurales de esa época estimularon la fuerte expansión de una economía de exportación orientada al exterior. La manufactura creció un 20 por ciento al año, encabezando un crecimiento sostenido del PNB de dos dígitos. El consiguiente ritmo de absorción de mano de obra en el sector industrial alivió la presión que ejercía la población sobre la tierra. El crecimiento de la industria está repartido de modo uniforme por todo el país, rasgo bien conocido y muy elogiado de la economía de Taiwán. Los centros urbanos están a su vez geográficamente dispersos y la infraestructura está también bien distribuida, lo que ha permitido que en pequeños municipios florezcan polígonos industriales1. Las tendencias a la diversificación de los ingresos de los hogares agrícolas de la República de Corea son radicalmente diferentes a las de la Provincia China de Taiwán. La contracción de los ingresos agrícolas en los hogares dedicados a la agricultura fue mínima en todo el período de rápido crecimiento por el que pasó la República de Corea en los decenios de 1960 y 1970. La parte correspondiente a los salarios se mantuvo también bastante estable. Varios factores contribuyeron a esta diferencia. En primer lugar, la actividad manufacturera se concentró en solo dos polos de crecimiento: Seúl en el norte y Pusan en el sur, junto con las provincias limítrofes. La población de las demás provincias siguió dependiendo de las ocupaciones agrícolas. En segundo lugar, el cambio tecnológico en la agricultura de la República de Corea no se caracterizó por una intensa mecanización agrícola. Esto hizo que la mano de obra rural siguiera vinculada a las explotaciones agrícolas y que la demanda de mano de obra quedara expuesta a las oscilaciones estacionales. En tercer lugar, la infraestructura y los servicios se concentraron sobre todo en los centros urbanos. La posibilidad de desplazarse diariamente del campo a las ciudades se vio limitada por una red insuficiente de carreteras rurales. En cambio, se produjo una notable migración a las ciudades2. Recientemente, se ha iniciado en el país una política económica que representa un viraje con respecto a la estrategia industrial que daba prioridad a las ciudades y al uso intensivo de capital.   Ante la creciente diferencia entre los ingresos medios urbanos y rurales y el subempleo de la mano de obra agrícola, el centro de interés se ha desplazado hacia el fomento de las actividades RNA y el desarrollo de la agricultura.3 .
 
 

1 S.P.S. Ho. 1986. Off-farm employment and farm households in Taiwan. In R.T. Shand, ed. Off-farm employment in the development of rural Asia. Canberra, National Centre for Development Studies, Australian National University.
2 F.K. Park. 1986. Off-farm employment in Korea: current status and future prospects. In Shand, op. cit., footnote 1.
3 J.-S. Choi. 1997. Policies promoting rural non-farm activities in rural development programs in Korea after the Uruguay Round. Ponencia presentada a la 23a Conferencia de la Asociación Internacional de Economistas Agrícolas, agosto de 1997, Sacramento, California, Estados Unidos.

 

   La mejora de las carreteras –y de la infraestructura en general– puede ser un arma de doble filo para la desigualdad rural, tanto a nivel global como sectorial. Una infraestructura deficiente, con los consiguientes costos de transacción elevados, ofrece protección local contra la competencia exterior. La apertura de la economía local por medio de la desreglamentación comercial y la liberalización, y de la mejora de la infraestructura, elimina la protección de facto que le habían proporcionado la distancia económica y los altos costos de transacción. Los resultados distributivos son inciertos y dependerán de la participación de los hogares con menos recursos, en calidad de productores o jornaleros, en actividades favorecidas u obstaculizadas por la supresión de la protección de facto y los cambios en el grado de integración del mercado local de mano de obra con mercados más distantes creada por esa reducción de los costos de transacción; un aumento de la integración proporcionará a los hogares pobres o sin tierras oportunidades de empleo no agrícola en explotaciones agrícolas rurales y en ciudades de tamaño medio.

Las características y el volumen de la infraestructura determinan el grado en que una zona con pocos recursos puede recurrir a las actividades RNA locales como alternativa a la migración.
   Las características y el volumen de la infraestructura determinan el grado en que una zona con pocos recursos puede recurrir a las actividades RNA locales como alternativa a la migración. La proximidad a ciudades y minas, y las conexiones entre las zonas rurales y esos centros de empleo por medio de carreteras transitables y ferrocarriles tienden a incrementar, en igualdad de circunstancias, la parte correspondiente a los ingresos derivados de la migración en los ingresos no agrícolas globales. En África, en las zonas que no están situadas cerca de ciudades importantes o minas, el suministro de mano de obra de los hogares rurales al sector no agrícola local es mucho mayor que el suministro al mercado de mano de obra migratoria. De hecho, en los 10 estudios examinados donde las zonas incluidas no estaban situadas cerca de ciudades importantes o minas (Burkina Faso, Etiopía, oeste de Kenya, Mozambique, Malawi, Níger, Senegal, Sudán, la República Unida de Tanzanía, Zimbabwe), las ganancias derivadas del sector no agrícola local constituyen el 80 por ciento aproximadamente, y las derivadas de la migración el 20 por ciento de los ingresos no agrícolas totales. En cambio, en las zonas que están situadas cerca de ciudades importantes y de minas o plantaciones, el mercado de mano de obra migratoria es mucho más importante para los ingresos de los hogares rurales que el sector no agrícola local. En los tres estudios examinados que incluían zonas con esas características (Botswana, Namibia y Sudáfrica), las ganancias no agrícolas locales constituían el 25 por ciento aproximadamente y las derivadas de la migración el 75 por ciento, de los ingresos no agrícolas totales.

   La situación parece ser diferente cuando la infraestructura es mejor y más densa y los canales de migración están bien consolidados, como sucede en ciertos lugares de Asia y América Latina. Un ejemplo ilustrativo es el caso de Filipinas, donde los ingresos derivados de la migración aumentaron tras el inicio de la revolución verde, al utilizar las familias el capital generado por una producción rentable de arroz para invertir en educación y migración.

   Por consiguiente, una mejora de la infraestructura física, que puede ser un sucedáneo de la proximidad de las zonas rurales o de las explotaciones agrícolas a las ciudades y los centros urbanos, puede tener dos efectos opuestos sobre el desarrollodel sector RNA:

• puede favorecer su crecimiento mediante un aumento de la actividad general debido a la mejora del acceso a la comercialización y a la reducción de los costos de transacción;

• puede crear una escasez de mano de obra, ya que ésta prefiere migrar a los centros urbanos, limitando con ello el crecimiento del sector.
 

Características de las actividades rurales no agrícolas según diferencias entre hogares

   Los motivos de la diversificación de los ingresos de los hogares rurales en el sector RNA, en función de los incentivos de que disponen y de su capacidad para emprender actividades de ese tipo se examinaron en la sección sobre participación de los hogares en actividades rurales no agrícolas, pág. 285). En la presente sección se destacan varios aspectos relacionados con los datos empíricos sobre los incentivos y la capacidad, como transición a un análisis de los efectos de las actividades RNA sobre el bienestar de los hogares.

  Reacción a los precios relativos. Los estudios sobre el terreno tienden a demostrar que los hogares rurales reaccionan frente a las diferencias en los rendimientos de las actividades agrícolas y no agrícolas (aunque por supuesto esta reacción sólo se manifiesta cuando el hogar tiene capacidad para participar en ellas), siempre que los perfiles de riesgo de las actividades de esos dos sectores sean similares; esto desmiente en parte la idea tradicional de que los hogares campesinos no están orientados al mercado, especialmente en lo que respecta a las oportunidades del mercado de mano de obra. Los hogares asignan mano de obra al sector no agrícola ya sea porque los rendimientos relativos son superiores y/o más estables en ese sector, ya sea porque la producción agrícola es insuficiente (a causa de perturbaciones a corto plazo, como una sequía, o de limitaciones a más largo plazo, como la falta de tierra). Esta asignación puede ser una estrategia a largo plazo (para reducir el riesgo agrícola, compensar las limitaciones de tierra o aprovechar las oportunidades favorables del sector no agrícola); o una estrategia a corto plazo para hacer frente a una mala cosecha y asegurarse unos ingresos fluidos en el curso de los años cuando el mercado de seguros agrícolas o de crédito al consumo es deficiente o inexistente.

  Mercado de crédito. Los mercados de crédito limitados o poco desarrollados pueden empujar a los hogares a generar ingresos no agrícolas para pagar los insumos y el capital agrícolas. Hay abundantes ejemplos de casos recientes, sobre todo en África28. De los estudios de casos de Kenya, Malí, Filipinas y México, se desprende un esquema según el cual la insuficiencia de los mercados de crédito impulsa a los hogares agrícolas a emprender inversiones agrícolas y no agrícolas locales en dos etapas sucesivas: los hogares rurales migran para obtener efectivo y regresan a las zonas rurales donde reinvierten ese efectivo en capital agrícola, ganado, educación y vivienda. Seguidamente, gracias a los conocimientos, tal vez adquiridos o perfeccionados en la migración, y a la educación, crean empresas locales no agrícolas (con barreras de acceso relativamente altas en lo que respecta al capital, como la carpintería).
 

La educación es un factor determinante del éxito empresarial, del nivel salarial y de la productividad en el sector RNA, y es importante también para crear una distribución del ingreso más equitativa.
  Educación. La importancia de la educación como factor determinante del éxito empresarial, el nivel salarial y la productividad en el sector RNA es generalmente admitida en la actualidad. Estudios sobre la industrialización rural en Asia han subrayado la importancia de la adquisición de conocimientos técnicos para una distribución más equitativa del empleo rural no agrícola comparando, por ejemplo, los resultados a este respecto de la Provincia China de Taiwán y la República de Corea29. Dado el fuerte incentivo de los pobres para diversificar sus fuentes de ingresos, no es de extrañar que una de las principales inversiones de los agricultores en las zonas de cultivo comercial sea la educación (como lo atestigua el auge de la inversión en la construcción de escuelas rurales en Malí inmediatamente después de la reciente devaluación que hizo que aumentaran los ingresos derivados del algodón30.

   Collier y Lal31 ofrecen un ejemplo de la importancia de la educación para una distribución más igualitaria de los ingresos en el centro de Kenya. La nivelación del desarrollo estuvo respaldada por un acceso más equitativo a la educación, el acceso al empleo asalariado urbano y una innovación agrícola neutral respecto de la escala (es decir, que puede ser adoptada indiferentemente por pequeños y grandes productores). Los ingresos no agrícolas (especialmente los ingresos de la migración procedentes del empleo público) se canalizaron hacia la agricultura. Dado que las innovaciones que aumentaron la productividad fueron independientes del tamaño de las explotaciones agrícolas (de hecho, neutrales respecto de la escala), las inversiones generadas mediante la utilización de los ingresos no agrícolas y de los ingresos de la migración (respecto de los cuales la educación fue un determinante de primer orden) dieron lugar a aumentos de la productividad en los hogares tanto pobres como ricos, lo que intensificó aún más los efectos niveladores del acceso al empleo no agrícola. El acceso a los ingresos no agrícolas permitió a los hogares más pobres participar en inversiones con mayores rendimientos pero también más arriesgadas en arboricultura (con un largo período de gestación) y mejora del ganado mediante cruzamientos (a veces con una alta tasa de mortalidad).

FOTO 13
Elaboración manual de objetos de terracota, utilizados para hacer tortillas en México
Las pequeñas empresas rurales producen utensilios y objetos que se venden en las aldeas próximas pero también en los mercados urbanos
 

   La otra cara de la moneda es que, donde la educación está mal distribuida, los subsectores (o las actividades dentro de un subsector) no agrícolas que requieran educación tendrán una distribución de los ingresos sumamente desigual y su importancia en la economía local podrá aumentar la desigualdad en general. Por ejemplo, en Pakistán, Adams32 comprobó que, si bien los ingresos no agrícolas tenían un efecto nivelador en general sobre la distribución de los ingresos, esto no se aplicaba a todas las fuentes específicas de ingresos no agrícolas. De hecho, se observó que las fuentes en que se requería un alto coeficiente de educación (como por ejemplo el empleo público) tenían un efecto desnivelador, ya que a ellas podían acceder sobre todo los hogares ricos con un grado superior de educación.

   Sin embargo, incluso los efectos de la educación presentan cierta ambigüedad, esta vez en lo que respecta a la importancia relativa de esta variable en las fuentes de ingresos sectoriales. Los escasos datos disponibles tienden a apoyar la hipótesis de que los rendimientos económicos de la escolarización son mayores en el sector no agrícola que en el agrícola. Taylor y Yunez-Naude33 en su estudio sobre aldeas mexicanas, documentan que se alcanzaron rendimientos elevados debidos a la escolarización en actividades tanto agrícolas como no agrícolas. También observan que la educación estimula a los hogares a desplazarse de las actividades agrícolas a las no agrícolas. Estas conclusiones refejan la importancia del tipo de escolarización (en este caso, la educación de la familia frente a la educación del agricultor). Los resultados son también susceptibles de variación según los tipos de educación (extensión agraria frente a enseñanza general, por ejemplo) y la ubicación (por ejemplo, en zonas agrícolas tradicionales o donde se ha producido la revolución verde).

   Es posible que estas ambigüedades expliquen situaciones como la de Palanpur, en la India34, donde los ingresos no agrícolas se hicieron más iguales entre el período anterior a la revolución verde y los inicios de ésta, volviéndose después progresivamente más desiguales (y llegando a ser una fuente mayor de desigualdad en general) entre el período inicial y el período final de la revolución verde. Es decir, hubo una combinación de fuerzas en virtud de la cual los puestos de trabajo no agrícola de fácil acceso empezaron a ser más numerosos pero relativamente mal remunerados. Sin embargo, el auge de la economía creó las condiciones para un aumento de la demanda de productos y servicios no agrícolas y una expansión de las oportunidades de empleo no agrícola relativamente mejor remunerado. Estas oportunidades de empleo resultaron también atractivas para los hogares con cierto nivel de educación y relativamente acomodados de las aldeas, los cuales estaban en mejor posición para salir vencedores en la competencia por esos puestos de trabajo. Este segundo efecto contrarrestó presumiblemente el primero. Es interesante señalar que esta evolución es un reflejo exacto de un hecho observado con frecuencia, a saber un aumento de la demanda de mano de obra asalariada agrícola (empleo poco calificado de fácil acceso) en las etapas iniciales de la revolución verde, con una nivelación de esta demanda a medida que la revolución madura y los beneficios iniciales se transforman en acumulación de capital agrícola.

   Un estudio especialmente interesante sobre la conexión entre educación, empleo no agrícola y desigualdad de los ingresos es el realizado por Estudillo y Otsuka35 en Luzón central, en Filipinas, con datos que abarcan varios decenios sobre los ingresos no agrícolas de hogares agrícolas en una zona afectada por la revolución verde. Los autores preguntaron si el aumento observado de los ingresos no agrícolas se había debido a la expansión del capital humano (lo que, por consiguiente, habría favorecido al sector de la población agrícola con cierto grado de educación) o a la expansión de las oportunidades de empleo para la mano de obra rural en general, lo que habría mejorado más equitativamente la situación de los hogares agrícolas con respecto a los ingresos. Comprobaron que la educación había tenido importantes efectos sobre los ingresos no agrícolas (pero no sobre los ingresos derivados del cultivo del arroz en la revolución verde), tanto antes como después de dicha revolución, y que los hogares con cierto grado de educación habían tendido a desplazarse de la agricultura al empleo no agrícola. También observaron que una gran parte de ese empleo se había producido en las zonas urbanas y en la migración, y que para acceder a dicho empleo era necesaria la educación. Según estos autores, «los beneficiarios de la reforma agraria fueron sobre todo los hogares con ingresos no agrícolas más altos, los cuales invirtieron en la educación de sus hijos para aprovechar los rendimientos crecientes de la educación».

  Riqueza inicial de los hogares. La riqueza precedente de los hogares es uno de los principales determinantes tanto del grado de participación en el sector RNA, como del carácter de esa participación. Los hogares pobres tienden a concentrarse en el mercado de mano de obra agrícola peor remunerado y de fácil acceso y en el empleo asalariado RNA con gran intensidad de mano de obra, más que en el empleo por cuenta propia. Dado que los mercados de crédito para financiar actividades no agrícolas están poco desarrollados, las fuentes propias de efectivo (en particular, la ganadería, los cultivos comerciales y la migración) son importantes para establecer empresas no agrícolas y hacer frente a los costos de transacción necesarios con el fin de obtener empleo no agrícola. Más adelante se examinan los datos relativos a las relaciones entre pobreza y empleo y se estudian las barreras de acceso de los pobres a las actividades RNA.
 

Efectos de las actividades rurales no agrícolas sobre la agricultura

   Del mismo modo que la naturaleza y las características de la agricultura influyen en las actividades RNA, estas últimas pueden a su vez tener efectos sobre la agricultura por diversos medios.
Las actividades no agrícolas influyen en la disponibilidad de efectivo para realizar las inversiones de capital agrícola que son necesarias con el fin de adoptar tecnologías apropiadas.
   La naturaleza de la agroindustrialización36 influye en la agricultura local mediante el aumento del valor de la tierra (como ha sucedido, por ejemplo, en zonas hortícolas de Chile, Perú y Bolivia) y de la rentabilidad de los productos que forman parte del sistema agroindustrial (con un abandono relativo de los cultivos de subsistencia). El tipo de producto agroindustrial y la organización influirán en las modalidades de cultivo y el tipo de agroindustria tendrá efectos indirectos sobre la economía local, según la dependencia de la tecnología agroindustrial respecto de la escala y de los factores.

   Los ingresos derivados de las actividades agroindustriales influyen en la capacidad de los hogares agrícolas para invertir en capital agrícola y comprar insumos modernos. Las actividades no agrícolas influyen en la disponibilidad de efectivo para realizar las inversiones de capital agrícola (y las compras de insumos agrícolas) que son necesarias con el fin de adoptar tecnologías apropiadas. Por tanto, las actividades no agrícolas de los hogares agrícolas son potencialmente importantes para la seguridad alimentaria a largo plazo, a través del aumento de la utilización de insumos agrícolas y en consecuencia de la productividad agrícola y de la capacidad para intensificar la producción. En África, los ingresos no agrícolas suelen ser la principal fuente de efectivo o un «sucedáneo de la garantía» para obtener crédito. Datos de recientes encuestas de sobre el terreno realizadas en Burkina Faso, Níger y Senegal indican que, en casi toda la región del Sahel, el crédito rural de fuentes oficiales es inexistente, salvo para el cultivo del algodón y, en una medida mucho más limitada que antes, para el cultivo del maní, y que los mercados no estructurados de crédito están muy poco desarrollados. El acceso a ingresos no agrícolas tiende a ser crucial para la compra de insumos agrícolas, por ejemplo semillas de maní, fertilizantes y equipo de tracción animal. Esto puede tener un efecto dinámico: el efectivo procedente del sector no agrícola se reinvierte en equipo agrícola y este capital sustituye a la mano de obra y reduce la demanda de mano de obra agrícola.

  El sector RNA influye en los precios de los factores y de los productos que han de pagar los agricultores, y por consiguiente en la rentabilidad de la agricultura y la combinación de cultivos. Las manufacturas y los servicios familiares locales permiten reducir el precio y aumentar la disponibilidad de insumos agrícolas y adaptarlos a las necesidades de los agricultores locales. La elaboración y distribución de productos agrícolas pueden influir también en el nivel y la estabilidad de los precios de los productos.

   La consecuencia inversa es que las limitaciones del sector RNA en las fases finales del proceso de producción pueden impedir el desarrollo del sector agrícola al elevar los costos de elaboración y distribución y reducir en consecuencia los beneficios de las explotaciones agrícolas. Por ejemplo, en el norte del Senegal, los datos de una encuesta de reconocimiento rápido indican que la inexistencia de instalaciones para el transporte y el comercio dio lugar al abandono del caupí (tras la introducción de este cultivo y el aumento de su producción); análogamente, datos de una encuesta realizada en Malí demuestran que la falta de servicios de elaboración para el maíz está limitando el desarrollo de ese subsector.

   De manera similar, las limitaciones del sector RNA en las fases iniciales del proceso de producción pueden obstaculizar también el desarrollo del sector agrícola. Puede que, en una determinada zona, la agricultura no estimule una demanda suficiente de insumos (por ejemplo, equipo de tracción animal o acaballonadoras) en esas fases iniciales porque las empresas de la zona o el pequeño municipio rural producen un equipo que es demasiado costoso para los pequeños agricultores (y que tal vez sólo puede ser costeado por agricultores con más recursos) o que sólo es apropiado para determinados tipos de suelo y terrenos locales. Por ejemplo, un equipo costoso o inapropiado de acaballonado en Burkina Faso obstaculizó el progreso de la conservación de suelos en explotaciones agrícolas de la zona productora de algodón.

   Un aspecto importante para el análisis de los sistemas agrícolas sostenibles es que las actividades RNA pueden en ocasiones competir por los recursos que utilizan los agricultores en la agricultura. Ello puede afectar a la importancia de los factores para la tecnología agrícola. Si los rendimientos de la mano de obra no agrícola son mayores que los de los puestos de trabajo en el mercado de mano de obra agrícola o en las explotaciones agrícolas, según la integración del mercado de trabajo, los salarios agrícolas subirán y se reducirá la demanda de mano de obra incrementándose la densidad de capital de la agricultura, o se producirá una reorientación hacia cultivos con un uso menos intensivo de mano de obra. Especialmente cuando el cultivo es más arriesgado, las actividades RNA pueden competir por la mano de obra y el efectivo para mejorar la tecnología aplicada en la estación de la cosecha y para invertir en mejoras de la tierra en la estación seca. Desde el punto de vista de la agricultura sostenible, la consecuencia es que, si la rentabilidad no es mayor o más rápida que en el caso de las alternativas no agrícolas, puede que los hogares agrícolas no deseen adoptar medidas de productividad y conservación, lo que significa que en el criterio del beneficio en función de los costos aplicado a la conservación de los recursos debería incluirse no sólo la rentabilidad positiva, sino también el nivel y la estabilidad de esa rentabilidad frente a usos alternativos de los fondos y la mano de obra.

   Al evaluar los efectos de las actividades RNA sobre la sostenibilidad, hay que tener en cuenta también que el empleo RNA puede reducir la presión sobre la tierra en zonas frágiles. En la medida en que reducen la incidencia de la pobreza y la dependencia directa respecto de la tierra, las actividades no agrícolas permiten salir del círculo vicioso de pobreza-ampliación de la superficie cultivada-degradación-pobreza, y generar efectivo para comprar bienes de equipo con los que intensificar la producción en determinadas tierras, reduciendo la necesidad de extenderla a otras tierras más frágiles. Las actividades no agrícolas pueden contribuir a que los ingresos sean más fluidos, al actuar como mecanismo de seguro para los cultivos y eliminar en parte la necesidad de criar ganado como medida cautelar, con lo que se aliviarían los problemas asociados con el pastoreo excesivo. Pero este efecto es ambiguo. En las zonas donde en general no hay un buen sistema de bancos rurales, los agricultores reinvierten a menudo los ingresos no agrícolas en ganado como instrumento para la acumulación de bienes.
 

EL SECTOR RURAL NO AGRÍCOLA, EL BIENESTAR DE LOS HOGARES Y LA DISTRIBUCIÓN DE LOS INGRESOS

Las actividades rurales no agrícolas y la seguridad alimentaria

Las actividades rurales no agrícolas tienen un efecto significativo sobre el acceso a los alimentos y contribuyen a la seguridad alimentaria.
   Los efectos a corto plazo de la participación en actividades RNA sobre el acceso a los alimentos suscitan pocas polémicas. Un determinado hogar podrá hacer frente a una sequía o a una cosecha insuficiente, entre otras cosas, trabajando fuera de la explotación agrícola y obteniendo efectivo para cubrir el déficit de alimentos. Un estudio realizado en Burkina Faso antes y después de la sequía de 1984 ilustra los efectos típicos: los hogares con mayor diversificación de los ingresos pudieron comprar alimentos y superar los efectos de la sequía, y tendieron a tener ingresos globales más altos que los que no pudieron complementar sus ingresos agrícolas con ingresos RNA. Además, para los hogares agrícolas de las zonas pobres, los ingresos RNA son a menudo una importante fuente de ahorros que pueden utilizarse para comprar alimentos en períodos de dificultad.

   Las polémicas empiezan a surgir cuando se trata de los efectos sobre la seguridad alimentaria a más largo plazo, es decir si es cierto que el hecho de trabajar fuera de la explotación agrícola (o de dedicarse al cultivo comercial) reduce la disponibilidad de alimentos del hogar y propicia la malnutrición debido a la competencia entre el trabajo no agrícola y la producción de alimentos. Los datos tienden a contradecir esta tesis. Como parte de un estudio realizado en varios países (que abarcó 13 estudios de casos de África, Asia y América Latina), en el que se investigó si los hogares pobres expuestos a la desnutrición dependían más de las fuentes de ingresos no agrícolas que los hogares no expuestos a la desnutrición, Von Braun y Pandya-Lorch37 llegaron a la conclusión de que las diferencias no eran significativas. Otras investigaciones recientes han obtenido resultados análogos (por ejemplo, en México38).
 

Efectos del empleo sobre la desigualdad de los ingresos: las barreras de acceso

  Se estima con frecuencia que el empleo rural no agrícola, y por consiguiente los programas de fomento de las pequeñas empresas que tienen como objetivo estimular ese sector, reducirán inequívocamente la desigualdad de los ingresos rurales y, como resultado de ello, las tensiones sociales y políticas. Esta posición se presenta habitualmente como una hipótesis según la cual las actividades no agrícolas reducen la desigualdad de los ingresos totales en la «aldea» y en consecuencia son «niveladoras»39. Sin embargo, esta afirmación no tiene en cuenta la posibilidad de que los ingresos generados por esas actividades se distribuyan de manera aún más desigual en favor de los ricos y con ello empeoren de hecho la distribución de los ingresos, aun a pesar del aumento del nivel de los ingresos en todos los sectores de la población.

  Asimismo, en este tipo de razonamiento se considera que los ingresos no agrícolas son independientes de los ingresos agrícolas y se les equipara con una transferencia de ingresos, en la que los ingresos no agrícolas compensan una mala cosecha o la insuficiencia de tierras. Esto quiere decir que, para un determinado hogar con un determinado nivel de ingresos agrícolas, un aumento de los ingresos no agrícolas incrementa inequívocamente los ingresos totales en esa misma cantidad, enriqueciendo al hogar y haciendo que los ingresos sean más «fluidos» para compensar, por ejemplo, un descenso de la producción agrícola.

  Ahora bien, cuando se supera el nivel de los hogares para examinar el panorama general de una aldea o una zona, ni la teoría ni los datos justifican de manera inequívoca esta idea generalmente aceptada. De hecho, en ciertas condiciones, el desarrollo rural no agrícola puede aumentar la desigualdad rural. Los datos disponibles relativos a los efectos del empleo no agrícola sobre la distribución de los ingresos son dispares. En esta sección se ofrecen hipótesis, desde el punto de vista de las inversiones, que reconcilian estos datos dispares, y se analizan los distintos modos en que los ingresos agrícolas y no agrícolas se determinan de manera conjunta y se influyen mutuamente. Se examinan dos tipos de datos de encuestas: la distribución de los ingresos no agrícolas según el tamaño de las fincas y el nivel de los ingresos globales y las comparaciones entre indicadores de la distribución de los ingresos.

  Distribución de los ingresos no agrícolas según el tamaño de las fincas y el nivel de los de ingresos globales. Los efectos del empleo no agrícola sobre la desigualdad de los ingresos globales pueden analizarse mediante la relación entre el nivel de los ingresos no agrícolas, por un lado, y el nivel de los ingresos agrícolas y/o el tamaño de las explotaciones, por otro. La tesis, sostenida a menudo de forma implícita, es que esos dos factores se mueven en direcciones opuestas, de manera que, en el fondo, los ingresos agrícolas y no agrícolas se compensan mutuamente. En otras palabras, que las explotaciones agrícolas más pequeñas tienen ingresos no agrícolas más altos que las grandes explotaciones o, al menos, que la proporción de los ingresos no agrícolas en los ingresos totales disminuye a medida que aumentan los ingresos totales de los hogares.

Las actividades rurales no agrícolas no necesariamente mejoran la disitribución de los ingresos.
   En realidad, sin embargo, los datos relativos a la relación entre la proporción de los ingresos no agrícolas en los ingresos totales de los hogares, por un lado, y el nivel de los ingresos totales y/o el tamaño de las fincas, por otro, son contradictorios. En la Figura 40A-C se presenta una selección de diferentes tipos de relaciones (procedentes de encuestas sobre el terreno; véase el Cuadro 3 del Apéndice) entre la proporción y el nivel de los ingresos no agrícolas, por un lado, y los ingresos totales de los hogares o el tamaño de las fincas, por otro. La selección tiende a ser representativa de la variedad de tipos que se encuentran en las regiones.

   En uno de los extremos, existen de hecho ciertos datos que demuestran una fuerte relación negativa y lineal (la idea generalmente aceptada) entre la proporción de los ingresos no agrícolas, por un lado, y el nivel de los ingresos totales de los hogares o el tamaño de las fincas, por otro (Figura 40A). En el extremo opuesto, sin embargo, hay también ejemplos de una fuerte relación positiva y lineal (que contradice la idea generalmente aceptada). Este tipo de relación se ilustra en la Figura 40B. Reardon40 comprobó también, en 18 estudios de campo realizados en África, que la proporción de los ingresos no agrícolas en los ingresos totales es como promedio dos veces mayor en los hogares del tercil superior de los ingresos que en los hogares del tercil inferior. Entre ambos extremos se encuentran diferentes tipos de casos (Figura 40C).

FIGURA 40A
RELACIÓN NEGATIVA ENTRE LA PROPORCIÓN DE LOS INGRESOS NO AGRÍCOLAS Y LOS INGRESOS TOTALES O EL TAMAÑO DE LA FINCA: CASOS ESCOGIDOS
 
FIGURA 40B
RELACIÓN POSITIVA ENTRE LA PROPORCIÓN DE LOS INGRESOS NO AGRÍCOLAS Y LOS INGRESOS TOTALES O EL TAMAÑO DE LA FINCA: CASOS ESCOGIDOS
 
FIGURA 40C
OTRAS RELACIÓN ENTRE LA PROPORCIÓN DE LOS INGRESOS NO AGRÍCOLAS Y LOS INGRESOS TOTALES O EL TAMAÑO DE LA FINCA: CASOS ESCOGIDOS
 
 

   Es habitual encontrar grandes diferencias en la naturaleza y el rendimiento para la mano de obra del conjunto de actividades no agrícolas que realizan normalmente los pobres y los ricos, los pequeños agricultores y los grandes agricultores. Las actividades con un alto coeficiente de conocimientos técnicos, de bienes materiales o de ambos factores (por ejemplo, manufactura familiar, transporte por medio de un vehículo, comercio al por menor y empleos asalariados) tienen los rendimientos más altos, como era de prever, y son realizadas por los grupos de hogares más ricos. Los pobres (es decir, los que tienen bienes y/o conocimientos técnicos limitados) tienden a realizar actividades con un alto coeficiente de mano de obra no calificada (por ejemplo, como trabajadores asalariados agrícolas, porteadores en el mercado, recolectores de madera, trabajadores no calificados en fábricas).

   Los estudios de casos indican también la existencia de barreras de acceso a las actividades no agrícolas. Hay por consiguiente constancia de «superbeneficios» para determinadas actividades no agrícolas y de salarios no agrícolas muy altos en relación con los salarios agrícolas en diversas zonas. Los niveles que se señalan en esos estudios parecen ser muy superiores a los que se justificarían con las diferencias de productividad intersectorial y los niveles de conocimientos técnicos y la educación. Esto parece indicar una segmentación del mercado de trabajo entre los sectores agrícola y no agrícola y dentro del mercado de mano de obra no agrícola. Puede que sea también la prueba de la divisibilidad o indivisibilidad de algunos subsectores.

   Datos relativos a los efectos de los ingresos no agrícolas sobre la distribución de los ingresos. Otra metodología que se ha utilizado con frecuencia para analizar los efectos niveladores o desniveladores de los ingresos no agrícolas es la que se basa en el cálculo del coeficiente de Gini41, con o sin ingresos no agrícolas, o en el desglose de las variaciones en el coeficiente de Gini en cuanto variaciones en los ingresos no agrícolas. Los resultados de esos cálculos varían considerablemente según los casos.

   También en este caso hay constancia de que los ingresos no agrícolas tienen efectos desniveladores42. Por ejemplo, en 1983-85, en la zona del norte de Burkina Faso, con una agricultura precaria y arriesgada, Reardon y Taylor43 utilizando el método de comparación de los coeficientes de Gini, comprobaron que la distribución de los ingresos globales era menos equitativa que la de los ingresos agrícolas exclusivamente, debido a los efectos desniveladores de los ingresos no agrícolas. Por consiguiente, la adición de estos ingresos «empeoraba» la distribución de los ingresos globales. De hecho, la desigualdad de los ingresos globales es atribuible en gran parte al empleo no agrícola. Otro ejemplo es el de la  zona de Palanpur, en Uttar Pradesh, India, en rápido crecimiento durante la revolución verde, donde Lanjouw y Stern44 observaron que en 1983/84 los ingresos no agrícolas habían tenido efectos desniveladores muy acusados, mientras que curiosamente dos decenios antes habían tenido efectos niveladores en esa misma zona.

  Por otra parte, es posible encontrar también indicaciones de que los ingresos no agrícolas tienen efectos niveladores (es decir, reducen el coeficiente global de Gini). Reardon y Taylor45 aplicando el método de comparación de Gini con datos intersectoriales en el sur de Burkina Faso (que es la zona agroclimática más favorable, con una agricultura dinámica) observaron que el empleo no agrícola nivelaba los ingresos. Chadha46 llegó a la conclusión de que la distribución de los ingresos totales de los hogares en las aldeas del Punjab, en la India, era más desigual que la de los ingresos no agrícolas, es decir que estos últimos se distribuían más equitativamente. En lo que respecta a las zonas rurales de Tailandia, la distribución de los ingresos agrícolas es más desigual que la de los ingresos procedentes de todas las fuentes47, lo que indica una vez más los efectos niveladores de los ingresos rurales no agrícolas

    Sin embargo, cabe hacer varias advertencias. En general, no es posible deducir de los datos cómo se distribuirían los ingresos globales si no hubiera ingresos no agrícolas. Supóngase que los ingresos no agrícolas estuvieran distribuidos de modo más desigual que los ingresos globales. A primera vista, pareciera que los ingresos no agrícolas aumentaran la desigualdad. Sin embargo, es posible que si quienes trabajan actualmente en el sector no agrícola se dedicaran a alguna actividad alternativa, como el trabajo agrícola, los salarios agrícolas fueran más bajos y la desigualdad de los ingresos globales aumentara de hecho. Por consiguiente, puede que el sector no agrícola, en lugar de aumentar la desigualdad, evite de hecho que ésta siga aumentando. Además, no es posible afirmar, basándose en una mera observación de los coeficientes de Gini, qué grado de correlación existe entre las dos fuentes de ingresos y por tanto entre las dos distribuciones.

   Interpretación de los datos relativos al empleo rural no agrícola y a la desigualdad de los ingresos. Cabe interpretar que los resultados antes mencionados dependen de los incentivos de los hogares y de su capacidad para realizar actividades RNA. Las relaciones inversas (o en forma de U) entre la parte correspondiente a los ingresos no agrícolas y los ingresos globales o la riqueza, observadas con más frecuencia en los estudios sobre Asia y América Latina, que entrañan una proporción relativamente alta de ingresos no agrícolas en los hogares más pobres, tienden a estar asociadas con tres circunstancias:

a) la disponibilidad de puestos de trabajo con un uso elevado de mano de obra en relación con el capital y barreras de acceso bajas para los hogares pobres (con muy pocos recursos). Esta disponibilidad parece estar asociada a su vez con una infraestructura relativamente buena, una alta densidad de población y de mercado, una agricultura dinámica, desigualdad en el tamaño de las fincas y desarrollo de los pequeños municipios rurales fuera de las zonas metropolitanas;

 b) la posibilidad de que los hogares con un volumen medio de recursos se especialicen en una producción agrícola con un uso intensivo de tierra que, también en este caso, es más habitual en las zonas donde se ha desarrollado la revolución verde;.

c) la capacidad de los hogares con un volumen alto de recursos para diversificar sus ingresos mediante actividades con una gran densidad de capital, autofinanciando esa diversificación o utilizando sus recursos como garantía para obtener créditos. La posesión de recursos permite a los hogares diversificar la producción para obtener los ingresos previstos o por razones de riesgo.

  En cambio, en las zonas donde se tiende a observar una asociación positiva entre la parte correspondiente a los ingresos no agrícolas y el nivel de ingresos totales o de riqueza (como en muchos de los estudios sobre África), las condiciones suelen ser muy diferentes. Escasean las actividades con barreras de acceso bajas y gran densidad de mano de obra; esto sucede tanto en el sector no agrícola como en el agrícola, donde hay un mercado poco desarrollado de mano de obra agrícola y tecnologías de producción predominantemente tradicionales que utilizan insumos familiares.
 

¿Están asociadas las desigualdades de los ingresos en los sectores agrícola y no agrícola?

   Anteriormente se estableció la existencia de datos dispares sobre el modo en el que la economía RNA influye en la desigualdad de los ingresos globales y se examinaron las condiciones para la variación de esos resultados. Cabe plantearse, sin embargo, varias preguntas, con importantes repercusiones para las políticas, a las que no se ha respondido en el examen anterior. Estas preguntas giran en torno a la cuestión del grado y la naturaleza de la asociación de las desigualdades de los ingresos en los sectores agrícola y no agrícola.

   Una de esas preguntas es si esas desigualdades están determinadas conjuntamente por una serie común de factores externos que influyen en la capacidad de los hogares para generar ingresos agrícolas y no agrícolas, y cuáles de estos factores han de tenerse en cuenta para aumentar la participación de los pobres en el sector no agrícola. Los problemas que ello entraña se examinaron ya  en el contexto del análisis de los determinantes de las actividades RNA en los distintos hogares y zonas, y especialmente en relación con la importancia de la infraestructura y del acceso a la educación

   Otra pregunta, a la que se responderá aquí, es si las desigualdades en los sectores agrícola y RNA están directamente relacionadas, de manera que los ingresos generados en uno de ellos, y la acumulación de recursos que posibilitan, influyen en la capacidad para obtener ingresos también en el otro sector. En otras palabras, ¿es la posición de un hogar por lo que respecta a los recursos un buen indicador de su capacidad para obtener ingresos no agrícolas?

   Puede suponerse, por consiguiente, que las desigualdades sectoriales mantienen una dependencia recíproca (al menos en parte). El examen de este supuesto se estructura por factores de producción (mano de obra y capital, frente a la tierra), ya que es a través de las necesidades de esos factores como interactúan los sectores, y las desigualdades en la distribución de sus ingresos.

   Puede que haya una competencia por el uso de la mano de obra entre los dos sectores, pudiendo la rigidez en la tecnología de uno de ellos obstaculizar la disponibilidad de mano de obra para el desarrollo del otro. Por ejemplo, una tecnología con uso tradicional de la mano de obra puede hacer que la mano de obra quede «atrapada» en las explotaciones de los pequeños agricultores, impidiendo que pueda utilizarse para actividades no agrícolas. Esta es una situación que se describe con frecuencia en los estudios de casos asiáticos, en la que la industrialización rural se ve dificultada hasta que la mecanización de las explotaciones agrícola libera mano de obra de la agricultura, reduciendo el subempleo estacional y permitiendo a los miembros de los hogares agrícolas especializarse en actividades no agrícolas mejor remuneradas. Por consiguiente, la inversión en el cambio tecnológico del sector agrícola, a la que tal vez sólo tengan acceso los hogares con recursos, es necesaria para liberar la mano de obra que ha de trabajar en el sector no agrícola.

   Existe también una interrelación entre los mercados rurales de capital y de mano de obra no agrícola. Con frecuencia, se da preferencia a los documentos que prueben una remuneración fija en el mercado de trabajo no agrícola como garantía para préstamos, como se observa en los ejemplos de Kenya y Benin. Las limitaciones a la obtención de ingresos no agrícolas se traducen también directamente en limitaciones a la acumulación de capital agrícola. Cuando los mercados de crédito rural están poco desarrollados, los ingresos no son la principal fuente de efectivo para las inversiones agrícolas (la migración, la ganadería y las ventas de cultivos comerciales vienen en segundo lugar) y el empleo no agrícola tiene efectos importantes sobre las inversiones agrícolas48. Dado que esas inversiones agrícolas determinan la productividad y los ingresos, los cuales influyen en el efectivo disponible para emprender actividades no agrícolas, este proceso puede poner en marcha una dinámica de diferenciación social y aumentar la desigualdad.
 

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Actividades de confección en una pequeña fábrica
Las actividades no relacionadas directamente con la agricultura demuestran la segunda fase de transformación de las ocupaciones rurales no agrícolas
 

   La desigualdad en el acceso a unas tierras escasas tiene también como consecuencia la desigualdad en las oportunidades de empleo no agrícola, ya que los ingresos agrícolas en efectivo, la utilización de la tierra como garantía para créditos y la influencia política que la propiedad de tierras lleva a menudo consigo pueden afectar a la participación en actividades RNA. El acceso inicial a la tierra en condiciones desiguales puede incluso seguir acentuándose, ya que al parecer la desigualdad en los ingresos no agrícolas se traduce en modalidades de posesión desigual de tierras (por ejemplo, en Kenya occidental49). Hay también indicaciones de esto en el estudio de André y Platteau50 sobre Rwanda, en el que señalan:.

  «El acceso a oportunidades de obtener ingresos no agrícolas habituales tiende a acentuar y no a mitigar las desigualdades en la dotación de tierras a través del funcionamiento de un mercado activo (e ilegal) de tierras (lo que implica que las restricciones consuetudinarias a las ventas de tierras han desaparecido en gran medida) en el que muchas parcelas embargadas y puestas a la venta son compradas por personas con ingresos no agrícolas habituales.»

  Sin embargo, ese efecto parece desvanecerse a medida que los mercados de mano de obra no agrícola se desarrollan y el capital humano sustituye a la tierra como motor de la participación en las actividades no agrícolas y del rendimiento de éstas. Por ejemplo, en situaciones de cambio tecnológico neutral respecto de la escala (como en el caso del arroz en la revolución verde), la tenencia de tierras cede el paso con el tiempo a la educación como el principal determinante de los ingresos no agrícolas para los hogares rurales, como en Filipinas51.
 
 

PROBLEMAS  Y CONSECUENCIAS DE LAS POLÍTICAS

Políticas macroeconómicas: necesarias, pero no suficientes

   Las políticas macroeconómicas generales bien concebidas son necesarias, pero no suficientes, para el desarrollo de las actividades RNA, al igual que lo son para conseguir un uso eficiente de los recursos en toda la economía. Una combinación de esas políticas (mejora del contexto macroeconómico, devalua-       ción de las monedas crónicamente sobrevaloradas de muchos países, liberalización del comercio, incluida la reducción de los obstáculos arancelarios y no arancelarios, reducción de los déficit fiscales, eliminación o privatización de las empresas paraestatales y reducción de las subvenciones) es utilizada con el fin de generar beneficios universales para la economía mediante una asignación mejorada de los recursos.

   Los efectos positivos de esas políticas por lo que se refiere a la asignación mejorada de los recursos deberían extenderse a las zonas rurales, especialmente en la medida en que eliminen la tendencia a privilegiar a las zonas urbanas, que ha sido frecuente en las políticas económicas de muchos países en desarrollo. La consecuencia de este último aspecto sería una mejora del comercio de bienes producidos en las zonas rurales, lo cual tendría especial importancia para el sector agrícola, pero sería también pertinente para ciertos bienes producidos en el sector RNA. Por consiguiente, este sector se beneficiaría directamente, gracias a la mejora de la relación de intercambio de los bienes comercializables producidos en él, e indirectamente, a través de los vínculos de producción, desembolso e inversión con el sector agrícola.

   Sin embargo, la reforma macroeconómica, por sí sola, no basta para estimular el desarrollo del sector RNA. A este respecto son importantes dos cuestiones:

• Hay con frecuencia una notable ambigüedad, al menos en lo que respecta a los efectos a corto plazo de las reformas sobre las zonas rurales. De hecho, aunque puede ocurrir que la liberalización mejore la relación de intercambio y cree oportunidades para el desarrollo de actividades RNA, uno de los efectos a corto plazo puede ser que el sector RNA quede desprotegido, y que algunos de sus subsectores se vean expuestos a la competencia de las empresas urbanas y de las importaciones, lo que obliga a introducir penosos procesos de ajuste en la economía rural.

• Según la situación, las reformas pueden tener efectos positivos sobre los incentivos para las empresas rurales y las explotaciones agrícolas, pero hay importantes limitaciones de capacidad para responder a los nuevos incentivos, o para hacerlo de una manera equitativa que incluya a quienes tienen pocos recursos.
 

Infraestructura física y social y reforma institucional

Las inversiones en infraestructura rural fomentan las actividades rurales no agrícolas y la producción.
   Las zonas rurales suelen estar insuficientemente equipadas en lo que concierne a la infraestructura. Las políticas de inversión en infraestructura pueden reforzar los vínculos entre el sector RNA y la agricultura, creando con ello, a partir del crecimiento de ésta, multiplicadores de las actividades RNA, como ocurrió por ejemplo en la Provincia China de Taiwán, en Costa Rica y en el sudeste de Burkina Faso. Es muy importante mejorar tanto la infraestructura física (por ejemplo, carreteras, electrificación) como la de servicios (por ejemplo, sistema bancario, sistemas de información sobre el mercado) con el fin de reducir los costos de transacción para las nuevas actividades comerciales y para la subcontratación en las zonas rurales, y aumentar la productividad de los empresarios del sector RNA.52

   También en lo que respecta a la educación, las zonas rurales se encuentran con frecuencia en una posición de desventaja, cuando la importancia de la mejora de la educación rural para el desarrollo del sector RNA es indiscutible. Se ha señalado anteriormente que en los estudios empíricos se pone claramente de manifiesto que la educación es un factor que determina la participación de los hogares y (el nivel de) los salarios obtenidos mediante las actividades RNA. Sin embargo, para promover estas actividades en el contexto actual de un comercio competitivo y liberalizado resultan necesarios unos conocimientos
técnicos y una capacitación más específicos. Un ejemplo procedente del sector no agrícola es la necesidad de capacitar a la población rural en especialidades que le permitan participar en el mercado de mano de obra calificada.
 

Falta de vínculos entre las políticas agrícolas y el desarrollo del sector rural no agrícola

   Los datos relativos a la importancia de los ingresos y el empleo RNA que se presentan en este capítulo no deben interpretarse como una indicación de que el fomento de las actividades RNA constituye una alternativa para solucionar los problemas del desarrollo agrícola, ni como una negación de la importancia de las políticas y la investigación agrícolas. Por el contrario, en todas las zonas agroclimáticas, con excepción de las más desfavorecidas, el sector RNA suele estar estrechamente relacionado con la agricultura, y las actividades asociadas con ellas son las fuerzas predominantes en el primer y el segundo estadio de transformación del sector RNA. Esto significa que la agricultura es con frecuencia crucial para el éxito de las estrategias de desarrollo del sector RNA, y viceversa. Además, las políticas sectoriales en general, y las políticas agrícolas en particular, suelen dejarse de lado en el debate sobre el desarrollo del sector RNA, por lo que aquí son objeto de especial atención.

   El objetivo general de una política sectorial debe ser determinar los subsectores más prometedores y, seguidamente, examinar de manera sistemática las limitaciones a los incentivos y la capacidad de desarrollo: desde la participación de los pequeños y medianos agricultores, pasando por el desarrollo de la pequeña y mediana agroindustria y/o las relaciones con las empresas agroindustriales de mayores dimensiones, hasta la expansión del mercado y la aceptación de los productos por los consumidores. El objetivo específico debe ser proporcionar incentivos y capacidad para que los hogares rurales y las empresas del sector RNA superen las barreras de acceso, y crear un entorno favorable al establecimiento de vínculos entre la agricultura y las actividades RNA.
 

La investigación agropecuaria: el cambio de una perspectiva sectorial restringida a una perspectiva intersectorial amplia

La investigación agrícola debe considerar la importancia que conceden los agricultores a los rendimientos de las nuevas tecnologías en comparación con los rendimientos derivados de la utilización de los recursos de los hogares en actividades no agrícolas.
   Puede que sea necesario que la investigación agrícola incluya en sus estrategias sobre determinación de tecnologías y productos prioritarios consideraciones relativas a la importancia que conceden los agricultores a los rendimientos de las nuevas tecnologías agrícolas en comparación con los de la utilización de los recursos de los hogares en actividades no agrícolas. De los análisis presentados anteriormente en este capítulo se desprenden dos cuestiones importantes con miras a evaluar políticas y proyectos alternativos para el sector RNA:

• La preferencia que han demostrado los hogares agrícolas por la diversificación mediante actividades no agrícolas significa que, en igualdad de circunstancias, es posible que los agricultores deseen liberar mano de obra de la agricultura para diversificar sus ingresos a través de dichas actividades. Esta cuestión tienen repercusiones para la investigación agrícola, la cual no deberá centrarse necesariamente en la búsqueda de tecnologías con alto coeficiente de mano de obra, incluso en las zonas donde ésta abunda:
• Una consecuencia de esto es que los hogares tal vez no deseen adoptar medidas de productividad y conservación si la rentabilidad no es mayor o más rápida que en el caso de las alternativas no agrícolas: esto cambia el criterio del beneficio en función de los costos, en el que han de incluirse las actividades no agrícolas entre las alternativas que han de tenerse en cuenta. No es de prever que los hogares agrícolas deseen automáticamente adoptar prácticas de ordenación de recursos naturales y realizar inversiones para su conservación si éstas entrañan la utilización de una mano de obra y/o un capital que podrían ser más rentables en otros sectores.

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Una mujer de Gambia utiliza un molino para preparar alimentos destinados al mercado
Esta tecnología permite ahorrar trabajo en las comunidades rurales y, por lo tanto, una mayor productividad que en el pasado
 

   Otra consecuencia importante que tiene para la investigación la alta proporción de las actividades no agrícolas en los ingresos y el empleo de los hogares agrícolas se refiere a la medición de la productividad de la mano de obra agrícola. En las estimaciones más simples de esa productividad, el denominador es el número de personas que participan activamente en la agricultura. Aun si la actividad no agrícola muestra un sesgo estacional en favor de la estación seca, en casi todos los casos se registran algunas actividades no agrícolas incluso en la estación de las lluvias. Las actividades no agrícolas constituyen un tiempo de la estación productiva que debe restarse del tiempo estimado para la agricultura. Esto incrementa la estimación correspondiente a la productividad agrícola per cápita, en la que se efectúa también un ajuste al alza para tener en cuenta el salario implícito de los trabajadores agrícolas (ingresos agrícolas por día efectivo de trabajo). Por supuesto, en las encuestas sobre la gestión de las explotaciones se trata en general de medir el número efectivo de horas dedicadas a las tareas agrícolas, pero la realización de encuestas de ese tipo resulta costosa53.

   Es probable que las explotaciones agrícolas y las empresas agroindustriales más pequeñas tengan una mayor tendencia a utilizar servicios de reparación de herramientas agrícolas, transporte y empresas comerciales de carácter local, y a invertir los beneficios a nivel local, todo lo cual contribuiría a aumentar los efectos de propagación en la economía local. Los hogares más pobres que se beneficiarían de ese empleo serían también los que más probablemente gastarían localmente sus ganancias en productos y servicios de empresas del sector RNA, con lo que se produciría un aumento de los multiplicadores a través de esos vínculos de desembolso. La posibilidad de que las empresas agroindustriales o las explotaciones agrícolas de mayores dimensiones pudieran generar multiplicadores análogos habría de evaluarse caso por caso y dependería de su densidad de mano de obra y de su grado de creación de actividades secundarias locales54.

  Para ayudar a los pequeños productores a competir, la investigación y la extensión agrícolas deben abarcar todos los aspectos de las operaciones agroindustriales: diseño y comercialización de herramientas e insumos, tecnologías de elaboración de productos agrícolas y estrategias de mercado, tecnologías de almacenamiento postcosecha y comercialización, investigación sobre comercialización y distribución, y ensayos sobre preferencias y reacciones de los consumidores (incluidos sondeos sobre nuevos nichos de mercado). Esto requiere una colaboración de las universidades, cámaras de comercio y organizaciones de agricultores locales con los gobiernos.
 

Incorporación de una perspectiva multisectorial en las políticas de desarrollo agrícola y rural

  Un tema fundamental de este capítulo ha sido la existencia no sólo de importantes barreras de acceso, sino también de limitaciones a la competitividad de los pobres en las actividades RNA. Puede haber dificultades incluso en países con una buena infraestructura, tasas de educación relativamente altas y un entorno favorable de políticas macroeconómicas. Schejtman55 señala que, incluso en Chile, sólo un 10-15 por ciento aproximadamente de los pequeños agricultores participan en la expansión reciente de la horticultura, y al parecer son relativamente pocas las pequeñas empresas agroindustriales asociadas con ella.

   Con el creciente aumento de los ingresos en los países en desarrollo, las posibles opciones para el establecimiento de vínculos entre las actividades agrícolas y no agrícolas son en general los cereales elaborados, los tubérculos y raíces y las legumbres, las frutas frescas y elaboradas, las hortalizas y los productos lácteos y otros productos pecuarios. Algunas de estas actividades, como las relacionadas con las frutas, las hortalizas y el sector lácteo, tienden a caracterizarse por la ausencia de economías de escala, por lo que la elaboración de sus productos es especialmente apropiada para las pequeñas y medianas empresas56. La ampliación de la participación de los hogares rurales en la agricultura y en empresas agroindustriales y conexas relacionadas con los productos susodichos tropieza con importantes obstáculos normativos. Para superarlos es necesario no sólo aumentar la productividad agrícola sino mejorar también la coordinación de las políticas rurales. La cooperación y coordinación institucionales son elementos fundamentales de tales políticas.

El desarrollo del sector RNA ha caído en un vacío institucional, al no ser competencia ni de los ministerios de agricultura ni de los ministerios de industria.
   El desarrollo del sector RNA ha caído en un vacío institucional, al no ser competencia ni de los ministerios de agricultura, cuyas atribuciones se limitan a la agricultura propiamente dicha, ni de los ministerios de industria, centrados por lo general en las grandes empresas del sector estructurado. Pero, como se ha demostrado en este capítulo, es posible que ese vacío haya dejado al margen del debate o de la acción normativa a un tercio de la economía rural. Por ello es muy importante que los encargados de formular políticas adopten una perspectiva general que englobe tanto al sector agrícola como al sector RNA. Este planteamiento no es un argumento en favor de un simple retorno a un desarrollo rural integrado, sino más bien un llamamiento en favor de una estrecha cooperación, en la formulación y ejecución de políticas y programas, entre los ministerios de agricultura y de otros ramos (industria, tecnología, comercio, etc.) para la promoción del desarrollo del sector RNA.

   Para aumentar el alcance de los efectos secundarios de la agroindustrialización sobre el empleo en las zonas rurales, es necesario conseguir que un mayor número de pequeños y medianos agricultores participen también en calidad de productores. Sin embargo, actualmente esa participación está limitada por las restricciones en el acceso a los insumos, especialmente a raíz del desmantelamiento parcial o total de los sistemas públicos de distribución. En muchos países, la participación del sector privado en el suministro de insumos y crédito no ha sido suficiente hasta la fecha para cubrir el vacío dejado por la retirada del gobierno57. Los agricultores se ven a menudo obligados a recurrir a sus propias fuentes de efectivo (empleo no agrícola y cultivos comerciales) para pagar los insumos y suplir la falta de crédito. Hay algunos ejemplos notables de los efectos de esos cambios sobre la participación de los agricultores en contratos agroindustriales (por ejemplo, el de Zamora, México, donde muchos pequeños productores tuvieron que abandonar la producción de fresas en manos de las empresas envasadoras locales58, aunque esta situación no siempre exige una acción normativa). Con frecuencia, la necesidad de crédito e insumos se convierte en el motor de una variedad de acuerdos contractuales entre los agricultores y las empresas agroindustriales, entre los que se incluyen el suministro de insumos y créditos por éstas últimas..

   Uno de los problemas más arduos en lo que respecta a las políticas será el de facilitar la coordinación entre las empresas y las explotaciones agrícolas, de manera que puedan crearse y aprovecharse economías de escala. Las empresas agroindustriales y las industrias secundarias serán reacias a invertir en la masa crítica de capacidad (hasta el mínimo de la escala óptima) a menos que puedan estar razonablemente seguras de que los agricultores dispondrán de suficientes productos del tipo y la calidad apropiados. Análogamente, los agricultores serán reacios a orientar su producción hacia los nuevos cultivos y a realizar las inversiones necesarias en capital y conocimientos especializados, si los elaboradores y distribuidores de productos agrícolas no aseguran un mercado rentable. La solución de este problema requiere una coordinación entre diversas instituciones de los sectores público y privado. La función del sector público es decisiva para facilitar la comunicación, rebajar los costos de transacción y proporcionar conocimientos técnicos con el fin de encontrar soluciones mutuamente ventajosas que culminen en las inversiones necesarias en ambos sectores. Esa labor de facilitación implicaría reformas jurídicas para sancionar los contratos, capacitación técnica y sistemas de información sobre el mercado y sobre los vínculos empresariales.

   El conocimiento de las calidades y normas internacionales, y la capacidad para respetarlas, da a menudo a las grandes empresas urbanas una ventaja sobre las empresas locales, especialmente en los mercados de exportación. De hecho, el establecimiento de calidades y normas, además de reducir los costos de transacción, puede ocasionar también una concentración industrial debido a la falta de acceso de los pequeños productores a los medios para cumplir y seguir las normas. En consecuencia, una medida importante para hacer que el entorno sea más favorable a la creación de vínculos con la agricultura y posibilitar la competencia de las pequeñas y medianas empresas agroindustriales es el establecimiento y la amplia difusión de información sobre las calidades y las normas.
 

Medidas para posibilitar la participación de los pobres

   Es imprescindible mejorar la base de recursos de los pobres. En este capítulo se ha demostrado que los hogares agrícolas pobres carecen con frecuencia de los recursos (como activo licuefactible, educación, acceso al crédito y seguridad en el derecho al uso de la tierra) que son variables importantes para la capacidad de participar en actividades RNA. A su vez, un acceso desigual al empleo mejor remunerado en el sector RNA puede ocasionar una concentración ulterior de la riqueza (en este caso, tierras): hay constancia de ello, por ejemplo, en el oeste de Kenya y en Rwanda. Pueden darse círculos viciosos análogos en relación con otros recursos agrícolas.
El aumento de los ingresos entre la población rural pobre es un motor fundamental para el crecimiento rural a través de los vínculos de producción y desembolso.
   En algunos países donde la distribución de la tierra es muy desigual, la falta de tierras entre los pobres puede constituir una limitación al crecimiento de las actividades y el empleo RNA.
El aumento de los ingresos entre la población rural pobre es un motor fundamental para el crecimiento rural a través de los vínculos de producción y desembolso. Por el contrario, el aumento de los ingresos de la población más acomodada (en este caso los grandes terratenientes) puede estar asociado a conexiones con sectores urbanos y extranjeros. Por ejemplo, Saith59 demostró que la reforma agraria había sido decisiva para la industrialización rural difusa en la Provincia China de Taiwán y en la China continental, al crear una amplia clase media rural, un aumento de los ingresos, garantías para créditos y una demanda de productos e insumos por parte de la agroindustria local.
Los vínculos entre las pequeñas empresas rurales y las empresas urbanas más grandes se pueden establecer mediante acuerdos basados en los intereses recíprocos.

Competencia entre las pequeñas y medianas empresas del sector rural no agrícola y las grandes empresas

  Una cuestión importante es si se pueden conciliar intereses contrapuestos, es decir, si es posible un aumento significativo de las actividades RNA de las pequeñas y medianas empresas en situaciones en las que hay grandes empresas que compiten en los mismos mercados. La liberalización del comercio y de las inversiones extranjeras y la mejora de la infraestructura pueden representar una amenaza para las pequeñas y medianas empresas. La reducción de la protección económica y «natural» de las empresas rurales puede limitar su competitividad frente a los bienes de consumo y a los insumos «importados» de las zonas metropolitanas y/o del extranjero. Esta situación se ha dado, por ejemplo, en Filipinas, Sudáfrica, Chile o México, en el contexto de una economía dual en la que grandes puntos de venta al por menor y grandes empresas manufactureras compiten con pequeñas y medianas empresas rurales en pequeños municipios rurales y ciudades intermedias. Esta competencia no puede sino intensificarse con la globalización o regionalización de los mercados.
En tales casos, aun cuando las pequeñas empresas rurales tengan una ventaja por lo que respecta a los costos de producción, ésta no se traducirá necesariamente en una ventaja en el mercado, ya que es posible que las grandes empresas urbanas tengan mejores redes de distribución, una marca de fábrica atractiva, etc..

   En el contexto de una política económica liberal poco favorable a las medidas que desvirtúan los incentivos y dentro de las limitaciones políticas y fiscales con que se enfrentan los gobiernos, el problema es ayudar a las pequeñas empresas a determinar nichos de mercado y sacar provecho de sus ventajas comparativas, y promover diversos tipos de acuerdos basados en los intereses recíprocos de las pequeñas empresas rurales y los mercados o empresas mayores.

   El acuerdo más tradicional, al que parece ajustarse la idea que suelen tener los encargados de formular políticas, consiste en el establecimiento de una fábrica y la contratación de trabajadores locales por una gran empresa urbana, como sucedió en la industria textil de la primera mitad del decenio de 1900 que fue la piedra angular de la industrialización japonesa o en los complejos agroindustriales del norte de México o el centro de Chile. Con frecuencia, los gobiernos nacionales o locales han apoyado firmemente los acuerdos de ese tipo mediante exenciones temporales de impuestos, creación de infraestructura, incluidos servicios de autobuses públicos y electrificación, etc. Se ha observado que algunos empleados del sector público estructurado pasan a crear sus propias pequeñas empresas utilizando los conocimientos técnicos adquiridos en él..

   Un tipo de acuerdo prometedor es, sin embargo, el de la vinculación entre grandes empresas urbanas y pequeñas empresas rurales en régimen de contratación externa y de franquicia. Estos acuerdos se están extendiendo rápidamente en Asia oriental, y en cierta medida en América Latina y en algunas partes de África, como Sudáfrica y Zimbabwe. En tales acuerdos la pequeña empresa puede servir para introducirse en un nicho de mercado al que está especialmente adaptada y/o rebajar los costos de la mano de obra e incrementar la flexibilidad de los convenios laborales. Cuando en la tanda inicial de empresas aumentan los costos y los conocimientos técnicos, puede producirse una segunda oleada de relaciones de contratación externa en virtud de las cuales las empresas rurales subcontratan a otras empresas rurales. La creación de infraestructura, que permite reducir los costos, constituye un ingrediente fundamental del éxito de esos acuerdos.

  Este tipo de acuerdo de subcontratación parece tener varias ventajas importantes, ya que ofrece conocimientos especializados a las pequeñas empresas, facilita el acceso a unos mercados dinámicos, concede crédito en algunos casos, etc. El comprador proporciona en ocasiones capital a las proveedores al pagar los pedidos por adelantado o suministrar materias primas para la elaboración. Esos vínculos empresariales pueden ayudar a los proveedores a reducir sus necesidades de capital, así como el tiempo de búsqueda y de puesta en funcionamiento, al orientar la producción hacia un mercado determinado. La pequeña empresa puede recibir también asesoramiento sobre comercialización de la empresa mayor a la que está asociada. Un ejemplo de acuerdo de esa índole podría ser el de un empresario rural que crea una pequeña empresa para distribuir insumos agrícolas o para recoger productos agrícolas y encargarse de la fase inicial de su elaboración en nombre de una gran empresa. Este acuerdo puede consistir en una alianza estratégica entre empresas agroindustriales y pequeñas explotaciones agrícolas, una franquicia o un acuerdo de producción o contratación externa. Otro ejemplo podría ser un acuerdo de franquicia entre una gran empresa de fertilizantes y pequeños centros de mezcla en zonas rurales. Sin embargo, la opción de la subcontratación es la que ofrece mayores oportunidades, siempre que haya un
sector industrial dinámico en las zonas urbanas, una educación rural generalizada y una infraestuctura y un sistema de comunicaciones satisfactorios
 

CONCLUSIONES

  El sector rural no agrícola tiene ya una gran importancia para la economía rural por sus efectos sobre la producción y el empleo. Este sector proporciona servicios y productos procedentes de las fases iniciales y finales del proceso de producción en la agricultura a los componentes no agrícolas del sistema de producción de alimentos y fibras que son fundamentales para el dinamismo de la agricultura. Además, los ingresos RNA de los hogares agrícolas constituyen una parte importante y creciente de los ingresos rurales, inclusive para los campesinos pobres. Estas contribuciones del sector adquirirán una importancia creciente en los años venideros para la seguridad alimentaria, la mitigación de la pobreza y la competitividad y productividad del sector agrícola.
Equitable development of the RNF sector will not be smooth or automatic.
  Sin embargo, el desarrollo equitativo del sector RNA no será fácil ni automático. Las conclusiones del presente estudio incluyen dos paradojas, con los corolarios correspondientes en lo que respecta a las políticas y a los problemas que plantean, y una advertencia final sobre los costos que entraña la adaptación del sector RNA al entorno de los mercados abiertos e integrados como resultado del ajuste estructural y de la liberalización de dichos mercados.

  La primera paradoja es la del contraste entre los hogares, que se deriva del hecho de que los hogares más pobres aunque son los que más necesitan un empleo remunerativo en el sector RNA (para reducir el riesgo y hacer frente a las perturbaciones o a las limitaciones en las explotaciones agrícolas), son también los que más dificultades tienen para beneficiarse del empleo en el mencionado sector, debido a la falta de recursos fundamentales (como educación y conocimientos específicos, o capital inicial) o de oportunidades (determinadas por la distancia a los mercados de mano de obra y productos o el acceso a ellos). Y, al contrario, los hogares más ricos, que se enfrentan con menos necesidades, tienen al mismo tiempo una capacidad mayor para participar en el sector RNA y en particular en sus actividades más remunerativas. El grado y la naturaleza de su participación dependen pues, sobre todo, de consideraciones basadas en los rendimientos relativos y las oportunidades de obtener beneficios. Esta paradoja pone de manifiesto la desigualdad en el acceso al empleo RNA y las barreras de acceso con que se enfrentan los pobres.

   La principal conclusión que puede sacarse es la importancia de ayudar a los pobres a superar las limitaciones, permitiéndoles de ese modo participar en las actividades RNA. Para ello es necesario diagnosticar los tipos de pobreza de recursos que impiden a los pobres tener acceso a las actividades RNA más dinámicas y remunerativas, y utilizar políticas y programas para afrontar esas limitaciones de recursos. Esto significará a menudo invertir en educación general y en la adquisición de conocimientos específicos para las actividades RNA (como tecnologías de elaboración de productos agrícolas), así como en centros de información sobre el mercado y la tecnología en las zonas rurales que identifiquen las oportunidades más prometedoras. También significará promover el empleo y fortalecer los vínculos agrícolas en las zonas con una infraestructura deficiente. Ello implica realizar inversiones públicas que tengan como objetivo permitir a las zonas más pobres del interior beneficiarse del crecimiento y participar en él.

   La segunda paradoja es la del contraste entre las zonas, que consiste en el hecho de que las zonas o lugares con un bajo potencial agrícola (y también a menudo con una infraestructura deficiente) son las que más necesitan un empleo remunerativo en el sector RNA (para compensar las deficiencias del sector agrícola), pero son también las que tropiezan con más dificultades, debido a la falta de recursos (como buenas carreteras, mano de obra calificada y fuentes baratas de materias primas), para desarrollar el mercado. Otro aspecto de esta paradoja es que la falta de poder adquisitivo limita la posibilidad de desarrollo del sector RNA. Las dos limitaciones están relacionadas entre sí, ya que la pobreza que tiene su origen en un sector agrícola débil e inactivo dificulta el desarrollo del sector RNA desde el punto de vista tanto de la oferta como de la demanda. A la inversa, las zonas más favorables, a pesar de que están menos necesitadas de empleo en el sector (en el sentido de que el hogar medio ha sido capaz de salir de la pobreza mediante la agricultura y/o el trabajo agrícola asalariado), tienen mayor capacidad para generar actividades RNA, del mismo modo que tiende a haber puestos de trabajo mejor remunerados en el sector RNA de esas zonas que en el de las zonas con pocos recursos. De hecho, lo más frecuente es que el crecimiento y las transformaciones sean estimulados en sus orígenes, ya se deba a actividades de las explotaciones agrícolas en las fases iniciales o finales del proceso productivo, en el caso de los vínculos de producción, o al aumento de los ingresos agrícolas, en el caso de los vínculos de consumo.

   El problema principal que platea la segunda paradoja es el fomento de la inversión privada en las zonas con pocos recursos a través de una inversión pública inicial bien orientada. Con frecuencia esas zonas se dan por perdidas, basándose en el razonamiento de que el crecimiento de las economías urbanas absorberá la migración procedente de las zonas pobres, que en consecuencia se despoblarán, por lo que invertir en ellas es un despilfarro de recursos. Sin embargo, la congestión de las grandes ciudades y la tendencia secular al aumento de la relación capital/mano de obra en las economías urbanas han mostrado los límites de la migración a las ciudades. Es imprescindible invertir en nuevas oportunidades en el sector RNA de las zonas con pocos recursos. Esas inversiones deberán centrarse en la adquisición de conocimientos generales y la creación de infraestructura que son necesarias como base para el comercio y la manufactura en pequeña y mediana escala.
 

FOTO 16
La  cestería, industria artesanal
Las mujeres de comunidades rurales trabajan muchas veces en casa para producir mercancías con destino al mercado
 
 

 Las autoridades responsables se enfrentan con el problema de proyectar políticas e inversiones que ayuden a las economías locales a adaptarse a la nueva situación y a sacar provecho de ella, en lugar de poner obstáculos a la instalación de grandes y medianas empresas agroindustriales o minoristas en las zonas rurales, lo cual serviría solo para mantener a esas zonas al margen de los mercados externos y urbanos. Para asegurar el éxito de esa política será fundamental facilitar la participación de los pobres, a través de la puesta en marcha de empresas RNA, de cultivo bajo contrato y de empleo asalariado. Las políticas para el sector productivo desempeñarán también en este caso una función decisiva estimulando un desarrollo equitativo del sector RNA, que es con frecuencia un elemento ausente en el debate sobre las políticas idóneas. Además, para incentivar esa participación será necesario aplicar políticas de desarrollo institucional e infraestructural que coloquen a las pequeñas empresas en igualdad de condiciones, reduzcan los costos de transacción para las zonas del interior y mejoren los conocimientos técnicos y la salud de los pobres.
 

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