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Leguminosas forrajeras tropicales en los sistemas agroforestales

M. Shelton

Max Shelton es profesor asociado en la Facultad de Recursos Naturales, Agricultura y Veterinaria de la Universidad de Queensland, Australia.
De enero a abril de 1999 trabajó como científico visitante en el Servicio de Cultivos y Pastos, Dirección de Producción y Protección Vegetal de la FAO.

Nota: Este artículo es una adaptación de un trabajo del autor publicado en la página Web de inicio del Grupo de Pastos de la FAO:

www.fao.org/WAICENT/FAOINFO/AGRICULT/AGP/AGPC/doc/Present/Shelton/default.htm

El uso de arbustos forrajeros para alimentar el ganado puede mejorar la productividad de los sistemas agrícolas.

El uso de leguminosas arbustivas en los sistemas agrícolas tropica-les se remonta a los comienzos de la agricultura doméstica. Se utilizaban tradicionalmente para diversos fines como proporcionar alimentación, leña, material de construcción y sombra. Pero en ciertas zonas, sobre todo en las áridas y semiáridas como el Sahel y África del Norte, las leguminosas arbustivas se han utilizado siempre como forraje. Estas leguminosas -principalmente Acacia spp.- siguen proporcionando en las regiones secas una parte del pienso verde y la mayor parte de las proteínas que consume el ganado, en especial en períodos secos (Baumer, 1992). La introducción de árboles y arbustos de la familia de las leguminosas en los sistemas agroforestales y de alimentación del ganado es prometedora para satisfacer la demanda creciente de alimentos en todo el mundo.

El Instituto Internacional de Investigaciones Agropecuarias (ILRI, 1997) prevé que la demanda de leche y carne se duplicará en 2020, correspondiendo el mayor aumento a los países en desarrollo. La insuficiencia de los piensos es el principal obstáculo para satisfacer la demanda creciente, sobre todo para los pequeños agricultores periurbanos. El uso de árboles forrajeros, junto con rastrojos, será una de las estrategias principales para superar ese obstáculo. En los pastizales de Zimbabwe, por ejemplo, donde el ganado desempeña un papel importante en los sistemas agrícolas y los forrajes escasean, es de esperar que los sistemas agroforestales concebidos para mejorar la producción forrajera contribuyan de manera notable a elevar la productividad (Campbell, Clarke y Gumbo, 1991). En Australia se planta la leucaena en gran escala porque los pastizales de leucaena, sostenibles y muy productivos, permitirán a los granjeros criar ganado para los ricos mercados nacionales y de exportación en Asia oriental y sudoriental (Larsen et al., 1998).

En Australia, la leucaena se planta en gran escala y se usa en la producción de ganado destinado a mercados de alto valor, tanto nacionales como de exportación

- H.M.SHELTON

Además de su valor como alimento para el ganado, las leguminosas arbustivas son apreciadas por sus variadas contribuciones a la productividad de los sistemas agrícolas, por sus usos domésticos y su papel en la protección del medio ambiente.

Valor de las leguminosas arbustivas forrajeras en la agricultura

Para el ganado

- Las leguminosas arbustivas proporcionan un forraje de alta calidad rico en proteínas para la subsistencia y la producción comercial de ganado.
- Los árboles forrajeros dan follaje durante períodos secos en que no se encuentran especies herbáceas.
- La introducción de leguminosas arbus-tivas de raíces profundas y resistentes a la sequía es a menudo la única opción para mejorar la alimentación del ganado en regiones áridas y semiáridas.
- Los árboles pueden usarse como setos vivos para el ganado.
- Algunas especies se utilizan como vermí-fugos para el ganado monogástrico.

Para los sistemas agrícolas

- Las leguminosas sirven como capote o pajuzo rico en nitrógeno para cubrir cultivos.
- Promueven la sostenibilidad de los siste-mas agrícolas por su longevidad y su contribución a la fertilidad y la estabilidad física del paisaje.
- Pueden servir de espalderas o apoyo para plantas trepadoras y dar sombra a los cultivos.
- Pueden ser una fuente valiosa de frutas, legumbres y hierbas medicinales para el consumo humano.

Para las personas y el medio ambiente

    - Las leguminosas arbustivas ofrecen oportunidades para la intensificación sostenible de la producción agrícola.
    - Gracias a sus raíces profundas, los árboles forrajeros se utilizan para estabilizar tierras en pendiente y dunas arenosas contra la erosión.
    - Los árboles forrajeros son con frecuencia los principales proveedores de madera, leña y carbón vegetal para el consumo doméstico.
    - Ofrecen un hábitat para la fauna, y como plantas perennes leñosas absorben el dióxido de carbono, con efectos positivos sobre el clima.
    - El follaje de las leguminosas arbustivas, vendido como forraje fresco o aglomerado en gránulos y exportado, es una fuente de ingresos monetarios para los agricul-tores.

La flexibilidad de sus usos les da un valor especial tanto para el pequeño agricultor de subsistencia como para las grandes explotaciones comerciales.

Especies idóoneas y sus características

De las 5 000 especies leñosas conocidas fijadoras de nitrógeno, varios cientos pueden ser forrajeras. La mayoría no han sido estudiadas. Pocas se utilizan actualmente en medida apreciable; columna de la izquierda.

Especies de leguminosas arbustivas más utilizadas como forraje

Especies de más alta calidad

Albizia lebbeck
Chamaecytisus palmensis
Cratylia argentea
Desmodium rensonii
Desmodium virgatus
Gliricidia sepium
Leucaena leucocephala
Leucaena diversifolia
Sesbania grandiflora
Sesbania sesban

Especies de más baja calidad

Acacia aneura*
Acacia nilotica
Acacia tortilis*
Albizia chinensis
Albizia saman
Calliandra calothyrsus
Erythrina spp.
Faidherbia albida*
Flemingia macrophylla
Prosopis juliflora

* Se utilizan principalmente en sistemas indígenas de semisubsistencia.

Aunque todas las especies toleran una defoliación moderada, muchas sufren daños con el pastoreo directo. La Leucaena leucoce-phala es una notable excepción por su rara tolerancia de la defoliación grave, por poda o por pastoreo, durante períodos prolongados (10 a 30 años).

Características deseables de las leguminosas arbustivas forrajeras

Agronómicas

- Fácil implantación y rápido crecimiento temprano para competir con la cizaña.
- Nodulación y fijación del nitrógeno efectivas con presencia natural de Rhizobium en el suelo.
- Alta productividad con tolerancia de poda, pastoreo o ramoneo repetidos.
- Suministro de forraje para piensos extemporáneos y en tiempo de sequía.
- Necesidad de poco o ningún fertilizante, resistencia a malas condiciones ambientales como frío, suelos ácidos, plagas y enfermedades.
- Ausencia de espinas, raíces profundas y vida dilatada.
- Producción abundante de semillas o propagación vegetativa segura.

Cualidades nutricionales

- Alto contenido proteínico y mineral y digestibilidad.
- Bajo contenido de tanino en las hojas, suficiente para permitir el paso de proteínas.
- Sabor agradable para el ganado.
- Ausencia de factores antinutritivos.

Las especies deben ser adaptables a ambientes muy diversos (trópicos húmedos, trópicos estacionalmente secos, trópicos más frescos con elevadas altitudes y zonas áridas) y a suelos variados. No hay una especie única que responda a todas las condiciones. Se dispone de especies para ambientes fríos, ácidos y pantanosos. No se ha conseguido todavía, en cambio, la resistencia a enfermedades e insectos.

Las leguminosas arbustivas destinadas a forraje deben tener una alta calidad nutricional para lograr en el animal los efectos económicos requeridos para justificar la inversión de los granjeros. La medida más importante de la calidad del forraje es el contenido de materia seca digerible (valor nutritivo) y en último término la cantidad de producto animal. Se dispone de esta información sobre especies bien estudiadas como Leucaena leucocephala, Sesbania sesban, Calli-andra calothrysus y Gliricidia sepium, pero la información es mucho más escasa sobre otras especies.

Aunque todas las especies tienen niveles proteínicos suficientes, muchas especies arbustivas leguminosas contienen taninos condensados que reducen la disponibilidad de proteínas y merman la digestibilidad. Pueden contener también otros componentes antinutritivos.

En cuanto al gusto, cada especie e incluso cada raza de animales tiene sus preferencias. No obstante, los animales pueden acostumbrarse a menudo a nuevos piensos.

En el África semiárida y árida el ganado vacuno, ovino, equino, la fauna silvestre, la mayoría de los antílopes y gacelas comen leguminosas forrajeras arbustivas en la estación seca para completar su dieta. Durante la estación húmeda prefieren hierba. Cabras, camellos, ciervos, impalas, kudus, elefantes, jirafas, rinocerontes negros y algunos antílopes ramonean sobre todo leguminosas arbustivas forrajeras (Wickens et al., 1995). La capacidad de los herbívoros para ramonear los árboles depende a menudo de su capacidad para enfrentarse con espinas, materiales leñosos o follaje de alto contenido en tanino. La afición de las cabras a las especies de alto contenido en tanino es mayor que en el caso del ganado ovino o vacuno, pues la prolina en la saliva de aquéllas reduce la astringencia de los taninos (Kaitho, 1997).

Las leguminosas arbustivas no suelen ser adecuadas como alimento de animales monogástricos por su alto contenido de compuestos antinutritivos (que los no rumiantes tienen gran dificultad en digerir), su alto contenido de fibra y su bajo contenido energético.

Ganado pastando vainas de Prosopis africana en los campos de algodón de Holom, en el norte del Camerún

- C. BERNARD

Cultivo y conservación

El desarrollo y el mejoramiento de leguminosas arbustivas para su uso agrope-cuario dependen de la disponibilidad de germoplasma de los lugares de origen de las especies. La conservación in situ de algunas especies se considera amenazada. Es pues imperativo proteger las leguminosas arbustivas nativas contra la explotación excesiva.

En muchas poblaciones introducidas la diversidad genética no será suficiente para asegurar la estabilidad a largo plazo. Por ejemplo, la introducción de Gliri-cidia sepium de Trinidad en Sri Lanka se hizo con semillas de un solo árbol (Stewart, Allison y Simons, 1996).

Otro problema es que las opciones de los agricultores han reducido la diversidad. En Flores, Indonesia, se cultivaban muy diversas especies de leguminosas arbustivas en sistemas de agricultura mixta en los años sesenta. Con la intensificación y la comercialización, se prestó más atención a unas pocas especies, en especial la leucaena (Djogo, Siregar y Gutteridge, 1995). La aparición de la plaga del insecto psílide de la leucaena en esta región fue particularmente devas-tadora.

Según Wickens et al. (1995), las antiguas comunidades de Acacia en el Sahel en África del Norte y en Cercano Oriente se han deteriorado de manera casi irrecuperable, principalmente a causa de la demanda excesiva de leña, pero también por el pastoreo excesivo y la demanda de más tierras agrícolas, todo ello impulsado por las crecientes presiones demográficas. La rehabilitación de estas tierras será muy lenta cuando se ha producido la desertificación y un movimiento del suelo, y hay pocas reservas de semillas en el suelo. Son esenciales las medidas preventivas, basadas en métodos participativos de bajo costo.

Las cabras se alimentan de Acacia senegal en una reserva silvopastoral del norte del Senegal

- fao/I. BALDERI/1874

Los rodales de Faidherbia albida en Wadi Aribo, Sudán occidental, están en peligro por el ramoneo indiscriminado de los camellos nómadas (Wickens et al., 1995).

La mayoría de las especies Albizia están gravemente esquilmadas en sus tierras nativas de México y América Central. La mayor parte de ellas siguen siendo abundantes sólo en unas pocas zonas. Promoviendo el mayor uso de las especies se contribuiría a su conservación in situ (Hughes y Pottinger, 1997).

Las especies Leucaena no están en peligro en su mayor parte. No obstante, L. matudae, L. magnifica y L. involucrata son raras y su conservación es muy preocupante. Se conocen menos de 400 pies de plantas de L. magnifica (Hughes, 1998).

La Prosopis africana está gravemente amenazada en las tierras bajas semiáridas de Á frica occidental en Burkina Faso, Níger, Malí y Senegal. El Centro Internacional de Investigación en Agrofores-tería (ICRAF) ha organizado recolecciones de semillas de esta especie para guardar la diversidad genética antes de que se pierdan unos inestimables recursos genéticos (Tchoundjeu, Weber y Guarino, 1998).

Especies exóticas y nativas

Las especies exóticas son a menudo más vigorosas y su rendimiento es mayor que el de las indígenas, y en muchas regiones sus contribuciones han sido inestimables. Se ha calculado que entre 150 y 200 millones de personas utilizan las gliri-cidias en todo el mundo, la mayoría de las cuales crecen fuera de sus tierras nativas (Simons, 1996). La leucaena está ya naturalizada en Filipinas, donde es la principal proveedora de forraje y leña, y esta especie sirve de apoyo para una ganadería de vacuno sostenible y muy productiva en el norte de Australia (Middleton et al., 1995).

Las especies exóticas pueden tener efectos notables sobre especies asociadas del ecosistema. En Puerto Rico, el sotobosque nativo y árboles y matorrales naturalizados han sido regenerados bajo especies arbustivas (Casuarina equi-setifolia, Eucalyptus robusta y Leucaena leucocephala) (Parrotta, 1995). En Sudáfrica, al contrario, plantas exóticas invasivas como Acacia longifolia y A. mearnsii fueron perjudiciales para la fauna nativa invertebrada del terreno. Las plantas exóticas pueden alterar la combinación de especies asociadas. Al introducirlas hay que prestar pues atención a las necesidades del ecosistema, para asegurar la conservación de especies útiles.

En los últimos años ha crecido el interés por las especies indígenas y se ha discutido sobre la conveniencia de introducir especies exóticas en ecosistemas indígenas. Esta tendencia se apoya en las siguientes razones:

Algunas especies nativas, por ejemplo, Acacia albida (Faidherbia albida), se recolectan todavía mediante las actividades tradicionales con que se recogen las especies silvestres, y sólo ahora están siendo objeto de domesticación preliminar para ampliar su uso (Nouaille, 1992).

Probablemente lo más adecuado es un uso prudente tanto de las especies nativas como de las exóticas. Por ejemplo, en las montañas de Kenya, bajo una creciente presión demográfica, el cultivo intensivo de leguminosas arbustivas exóticas se ha hecho corriente para la producción de forraje y de abono verde. Estas especies se combinan con las tradicionales, desempeñando papeles complementarios en el mosaico forestal resultante.

Las leguminosas como plantas perjudiciales

Varias leguminosas arbustivas introducidas han llegado a ser plagas graves. Por ejemplo, la Acacia nilotica se introdujo en Queensland occidental para dar sombra y forraje a las ovejas, pero ahora invade 6 millones de hectáreas de pastizales de Astrebla (Carter, 1994). En los últimos 80 a 100 años, la mesquite (Prosopis spp.) ha invadido agresivamente los pastizales desérticos del suroeste de los Estados Unidos (Ibrahim, 1992). El movimiento de la Leucaena leucocephala subsp. leucocaphala por todo el mundo desde el siglo XVII ha hecho que esta variedad inferior pero fecunda sea considerada una mala hierba en muchos ambientes tropicales (Hughes, 1994).

La hibridización natural que tiene lugar cuando grupos taxonómicos próximos se plantan en lugares vecinos, lo que se facilita con el libre movimiento de semillas en las actividades internacionales de investigación y desarrollo, puede elevar el riesgo de invasión por hierbas indeseables (Hughes, 1998; Nouaille, 1992).

Hay especies que pueden llegar también a ser nocivas en su propio ambiente. La Albizia tomentosa lo es en zonas perturbadas de México (Hughes y Pottinger, 1997) y la Acacia aneura es a menudo una mala hierba en el suroeste de Queensland, Australia, si se administra mal (Beale, 1994).

Quizás lo más importante para evitar que una nueva especie llegue a ser nociva sea asegurarse de que la comunidad rural que la adopte tenga los conocimientos y los medios que le permitan hacer pleno uso de la especie con fines múltiples. No deberían introducirse leguminosas arbustivas cuando haya un alto riesgo, o cuando la vegetación cercana afectada pudiera resultar ecológicamente amenazada.

Un pequeño agricultor ofrece Gliricidia sepium a un búfalo en Bali (Indonesia)

- H. M. SHELTON

Integración de las leguminosas forrajeras en los sistemas agrícolas

Los ejemplos de adopción lograda de leguminosas arbustivas exóticas e indígenas para usos múltiples, incluido el forraje, son muy numerosos. Pueden destacarse la Leucaena leucocephala en Australia (Middleton et al., 1995) y Asia (Moog, Bezkorowajnyj y Nitis, 1998), la Gliricidia sepium en Asia sudoriental (Stewart, 1996), la Sesbania grandiflora en Indonesia (Gutteridge, 1994), la Calliandra calothyrsus en Indonesia (Palmer, Macqueen y Gutteridge, 1994) y la Acacia spp. en Á frica (Wickens et al., 1995).

Las cabras alimentadas en corral consumen forraje del arbusto Gliricidia

- H.M. SHELTON

No obstante, pese a la intensa promoción, la aceptación por los agricultores ha sido menor de lo previsto. Muchos intentos recientes de adopción de nuevas variedades y paquetes agroforestales han fracasado o han tenido un éxito sólo parcial. Se han encontrado dificultades para alcanzar altos niveles de adopción de la Leucaena en África (Dzowela et al., 1998), América del Sur (Argel y Lascano, 1998) y Asia (Moog, Bezkorowajnyj y Nitis, 1998).

La aceptación del agricultor

Para facilitar la aceptación por parte de los agricultores, el personal de desarrollo debe esforzarse por comprender la opción de especies y el sistema agroforestal de los agricultores, condicionados por sus necesidades específicas y por lo limitado de sus recursos. La experimentación sobre el terreno de nuevas variedades y sistemas podría llevar a los agricultores a participar más directamente en la toma de decisiones y resolver sus dificultades sociales (riesgos, oportunidad, trabajo, medio ambiente) y económicas (incentivos, mercados y beneficios).

Se precisan redes de comunicación, formación, extensión e investigación, así como una formación adecuada de especialistas y técnicos en todos los aspectos de la ordenación y el uso de leguminosas arbustivas. Científicos, ingenieros forestales y agrícolas, extensionistas y agricultores deben esforzarse por colaborar.

Faltan a menudo mecanismos comunitarios de suministros para proporcionar semillas después del proyecto. Además, como los agricultores pueden utilizar el material disponible gratuitamente, es importante cuidar de que dispongan de semillas de alta calidad por los conductos tradicionales a un precio razonable. Podrían promoverse tal vez planes de producción de semillas por pequeños agricultores que proporcionarí an ingresos y permitirían disponer de semillas locales. Estas empresas pueden servir también como incentivo para conservar las especies nativas amenazadas, aunque el control de calidad puede ser un problema.

La superioridad del germoplasma y la ventaja sustancial en rendimiento de biomasa leñosa y foliácea debe demostrarse para que los agricultores se interesen por nuevas variedades. Éstas se plantarán si se les reconocen beneficios importantes.

Conclusiones

Las leguminosas forrajeras arbustivas son ya un elemento importante en los sistemas agrícolas. Podrían ser todavía más importantes en las industrias ganaderas, elevando así la calidad de la vida de las comunidades rurales.

Se atribuyen muchos beneficios a las leguminosas forrajeras arbustivas. Además de su valor para el ganado, se reconocen sus contribuciones a los sistemas agrícolas, al bienestar de las poblaciones rurales y a la protección del medio ambiente. Hay actualmente muchas especies y variedades disponibles para su uso, con muchas posibilidades de adaptación ecológica. Sin embargo, no hay una especie única que aporte todos los beneficios, ni una especie única que se adapte a todas las condiciones posibles.

Aunque el forraje no es sino uno de los diversos usos de las leguminosas arbus-tivas, a menudo ofrece la mejor oportunidad para una empresa comercial, siempre que haya mercados ganaderos. La mayoría de los demás usos son en parte de subsistencia o se refieren al medio ambiente, lo que limita las perspectivas económicas. Es significativo que tanto en pequeña como en gran escala se encuentran aplicaciones interesantes para las leguminosas arbustivas. La clave es evaluar cuidadosamente el nivel de riesgo, rechazar las introducciones de alto riesgo y proceder con sumo cuidado para minimizar las posibilidades de irrupción de malas hierbas. 

Bibliografía


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