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Asociaciones entre empresas y comunidades forestales: un fenómeno creciente

J. Mayers

James Mayers es el Director del Programa de actividades forestales y uso de la tierra del Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIMAD), con sede en Londres (Reino Unido).

Sistemas de contrata, operaciones conjuntas y otros arreglos formales e informales en relación con los árboles fuera del bosque.

Los cambios que se están regis-trando en las políticas, los mer-cados y la sociedad civil suscitan un interés creciente por las posibilidades de cooperación del sector privado con comunidades o personas (incluidas aquí en la definición de comunidad) para la producción de bienes y servicios forestales. Al mismo tiempo, en muchos países se están reduciendo los bosques extensos y está cobrando mayor importancia la actividad forestal en las explotaciones agrícolas, de manera que un número cada vez mayor de asociaciones forestales corresponden a bienes y servicios producidos fuera del bosque.

Dos tendencias principales están influyendo en la colaboración de las empresas privadas y las comunidades y están llamando la atención sobre ella: las presiones políticas por el control a nivel local, y la mundialización de los mercados, los flujos de capital y la tecnología (Mayers y Bass, 1999). Por una parte, se concede mayor atención a las actividades forestales como instrumento para la poten-ciación de las comunidades locales, gracias al cual comunidades y personas que antes estaban desfavorecidas se benefician de la asunción del control y responsabilidad efectivos del proceso de adopción de decisiones relativas a sus activos forestales. Por otra parte, esto suele ocurrir en contextos en que, mediante procesos de privatización y una utilización creciente de instrumentos de política basados en el mercado, está aumentando el control que ejerce el sector privado sobre los recursos y los terrenos forestales. Con la mayor presión sobre las tierras locales, se están intensificando las relaciones entre el sector privado y las instancias locales, aunque no siempre benefician a ambas partes. ¿Qué requisitos deben cumplirse para establecer relaciones mutuamente beneficiosas?

En este artículo se examinan las diversas formas que adopta la relación, relativamente nueva pero cada vez más generalizada, entre las empresas y las comunidades -sistemas de contrata y operaciones conjuntas, otras formas contractuales y arreglos informales- y se analizan sus ventajas e inconvenientes en relación con los árboles fuera del bosque. Se extraen algunas enseñanzas sobre el potencial de esas relaciones para producir seguridad respecto de los bienes y servicios forestales y las condiciones para que se pueda establecer una asociación fructífera.

El establecimiento de asociaciones

Los términos "empresa", "comunidad" y "relación" pueden tener distintos significados (véase el recuadro), y las razones que impulsan a las empresas y a la población local a establecer una relación productiva son de índole diversa.

Las relaciones entre la empresa y la comunidad

- Las empresas, ya sean grandes compañías o pequeñas empresas privadas, tienen como finalidad conseguir beneficios.
- Las comunidades engloban a agricultores y personas locales, así como entidades comunitarias de organización social, tales como grupos de agricultores, grupos de usuarios y cooperativas.
- Se entiende por asociaciones la diversidad de relaciones establecidas entre las distintas partes mencionadas con el objetivo de conseguir beneficios. Pueden ser de carácter formal o informal y pueden involucrar a terceras partes en una variedad de funciones.

Todas las empresas, desde las poderosas multinacionales hasta las pequeñas empresas comunitarias, se guían hasta cierto punto por el deseo de lucro y, especialmente, por la necesidad de desarrollar su actividad en un ambiente seguro. A algunas empresas les guía también el interés por el medio ambiente y el deseo de hacer una contribución positiva al desarrollo local y nacional. Algunas están fuertemente influidas (aunque al principio no por propia voluntad) por organizaciones no gubernamentales (ONG) ecologistas y por las políticas de compra de los compradores que buscan productos procedentes de bosques explotados de forma adecuada. El mercado y las presiones fiscali-zadoras son incentivos importantes, y todas las empresas pretenden mantener bajos los costos de la tierra y de la mano de obra por motivos de buena administración empresarial (Hingman et al., 1999).

Por lo general, la población local tiene bastante capacidad para el manejo de los recursos arbóreos, tanto por su proximidad a ellos, como por sus derechos tradicionales o legales, el conocimiento y los sistemas autóctonos que afectan a la tierra y los árboles, la dependencia económica y cultural de los bienes y servicios forestales y, en ocasiones, la existencia de mecanismos adecuados para la solución de conflictos (Colfer et al., 1999). Las comunidades en cuanto tales rara vez son unidades de organización social adecuadas para la ordenación de los recursos arbóreos. En su seno hay un gran número de personas y subgrupos con intereses, derechos, pretensiones y aspiraciones diferentes respecto de los bienes y servicios forestales. Por ejemplo, puede darse el caso de que los agricultores en mejor situación económica deseen plantar un gran número de árboles de una o dos especies comerciales, y que los más pobres prefieran plantar distintas especies para diversificar los productos disponibles para su utilización en el hogar (Shepherd, 1999).

Antes de iniciar una asociación, la población local debe sopesar una serie de factores importantes. Por ejemplo, los agricultores que estén considerando la posibilidad de participar en un plan basado en la actividad forestal en la explotación agrícola deberán tener en cuenta los posibles beneficios en forma de madera, sombra y abrigo frente a la posible pérdida de producción agrícola.

Tipos de asociación entre empresas y comunidades

En el cuadro aparece una tipología de asociaciones, unas formales y otras informales, así como algunas formas de asociación cuyo potencial aún no se ha experimentado. Se trata sólo de una de las muchas tipologías posibles. Hay que señalar que las personas o las empresas pueden encuadrarse en más de una categoría y que estos tipos teóricos pueden modificarse con el paso del tiempo. Continuamente aparecen nuevas formas, muchas de ellas totalmente informales.

Asociaciones entre empresas y comunidades en el sector forestal

Factores que impulsan a las empresas a establecer asociaciones

- menor tolerancia pública frente a un comportamiento irresponsable de las empresas;
- preocupaciones sociales y ambientales planteadas por un mercado selectivo;
- inexistencia o alto costo de otras fuentes de madera y de tierra;
- posibilidad de reducir los costos y los riesgos financieros de la explotación de la tierra y la producción de fibra;
- posibilidad de conseguir una mayor seguridad en materia de recursos diversifi-cando las fuentes de suministro;
- posibilidad de reducir los costos de la gestión y de la mano de obra;
- oportunidad de evitar los riesgos sociales -como los conflictos relativos a la tenencia y uso de la tierra- y de mantener buenas relaciones de vecindad.

Factores que inducen a los agricultores, los usuarios de productos forestales y los grupos locales a establecer asociaciones

- posibilidad de obtener ingresos netos de la tierra y el trabajo (en forma de ingresos o acumulación de capital) superiores a los que pueden ofrecer otras alternativas;
- oportunidad de conseguir un flujo de efectivo fiable, en forma de ingresos regulares y/o menor riesgo comercial, asegurando las ventas;
- oportunidad de explotar tierras abandonadas o infrautilizadas sin comprometer la producción de alimentos;
- seguridad de la tenencia de la tierra y los derechos sobre los recursos arbóreos;
- posibilidad de contar con apoyo técnico y financiero, por ejemplo, mientras crecen los árboles;
- medios bien definidos de participación con la empresa asociada.

Las principales asociaciones formalizadas son los sistemas de contrata y las operaciones conjuntas, contratos legales entre dos o más partes combinando tierra, capital, manejo y oportunidades de mercado, establecidas con la finalidad de producir una cosecha forestal comercial. Existe una gran variación en la naturaleza de la relación. Por ejemplo, en algunos sistemas de contrata, la empresa paga el precio de mercado a la entrega del producto y apenas ejerce algún tipo de control sobre la producción, mientras que en el otro extremo se dan casos en que se fijan los precios y la empresa ejerce un control constante y estricto sobre todos los aspectos de la producción.

Desde principios de los años ochenta, las empresas internacionales Sappi y Mondi, dedicadas a la fabricación de pasta y papel, vienen aplicando en Sudáfrica sistemas de contrata con agricultores. Con arreglo a estos planes, la empresa ofrece a los agricultores servicios de producción y comercialización para cultivar árboles en sus propias tierras mediante acuerdos de compra establecidos en un contrato. Aunque se iniciaron como iniciativas de la responsabilidad social de la empresa, el sistema de producción por contrata es interesante para Sappi y Mondi, aun cuando el precio de la producción de fibra sea superior al precio medio de transferencia, y porque no se necesita invertir para dotar a la empresa de recursos forestales propios. Los costos no se imputan al balance, en el que los activos forestales pueden convertirse fácilmente en pasivos muy costosos, sino a la cuenta de beneficios y pérdidas.

En la actualidad, la madera que obtiene la empresa Sappi mediante el sistema de contrata procede de una superficie de
88 000 ha en Kwazulu-Natal, que incluye 11 000 ha propiedad de 8 000 pequeños propietarios negros y las propiedades de unos 260 agricultores blancos con una extensión de 50 ha o más cada uno. Los agricultores firman con Sappi un contrato que les garantiza asesoramiento técnico, capacitación en técnicas silví-colas y plántulas sin costo alguno, un anticipo por el trabajo al que se han comprometido y un mercado asegurado para los árboles que planten, al precio de mercado. Cuando los árboles alcanzan el tamaño necesario para que puedan ser talados, Sappi abona a los cultivadores el valor de mercado de la producción, descontadas las cantidades anticipadas. Los cultivadores por contrata perciben alrededor de 205 dólares EE.UU. por hectárea y año, suma superior a la que obtendrían en otras actividades, como el pastoreo o la producción de azúcar. En Australia, se han plantado mediante tres modalidades distintas de operaciones conjuntas 82 900 ha, el 8 por ciento de la superficie de plantaciones del país, desde mediados de los años ochenta (Curtis y Race, 1998).

En el ámbito de los programas de cultivadores por contrata en Sudáfrica, los agricultores plantan árboles en sus propias tierras bajo acuerdos de compra con empresas productoras de pasta y papel

- J. MAYERS/sa99.1

Empresas

Comunidades

 

Propietarios/arboricultores individuales

Usuarios de árboles individuales

Grupo de terratenientes/ arboricultores

Grupo de usuarios de árboles

Gran comprador, elaborador y/o plantador de productos forestales

Cultivadores por contrata

Operaciones conjuntas

Arrendamiento de tierra para plantación de árboles

Contratos de suministro de productos

Cultivadores por contrata

Operaciones conjuntas

Elaboradores por contrata

Contratos para el suministro de productos

Cultivadores por contrata

Propietario de una gran concesión o plantación forestal

Acuerdos de acceso y de compensación

Contratos para el aprovechamiento o suministro de productos forestales madereros y no madereros

Acuerdos de desarrollo local

Contratos para la utilización de madera

Sistemas de cultivos intercalados o de pastoreo

Taungya

Gran terrateniente y/o empresa de servicios forestales

Operaciones conjuntas

Empresas de ecoturismo

Pagos por servicios ambientalesa

Acuerdos de aprovechamiento compartido

Contratos para el cultivo de árboles

Acuerdos de prospección biológicaa

Operaciones conjuntas

Empresas de ecoturismo

Pagos por servicios ambientalesa

Acuerdos de aprovechamiento compartido

Contratos para el cultivo de árboles

Acuerdos de prospección biológicaa

Operaciones conjuntas

Acuerdos de suministro de crédito o de productos

Acuerdos para el suministro de productos

Acuerdos de suministro de crédito o de productos

Acuerdos para el suministro de productos

Pequeña empresa elaboradora o comunitaria local

Participación en el capital social

 

Participación en el capital social

 

Tipo de asociación con un potencial considerable, aún sin realizar.

En las operaciones conjuntas de arrendamiento, el agricultor arrienda la tierra a la industria. Este sistema es conveniente para los agricultores comerciales y los pequeños productores, ya que se realizan pagos periódicos durante un período convenido. Dado que las sumas que se pagan en concepto de arrendamiento varían de 90 a 170 dólares por hectárea y año, los beneficios son mayores que los que obtienen muchas empresas ganaderas de las proximidades.

En las operaciones conjuntas de reparto de la producción, el propietario de la explotación y la empresa u organismo público asociados aportan los insumos y se reparten proporcionalmente los beneficios en el momento de la cosecha, sobre la base del precio del mercado. Estos sistemas suelen ser útiles para las tierras agrícolas infrautilizadas -que a menudo presentan un acceso difícil y una baja productividad-, que no siempre son adecuadas para las necesidades de las empresas.

Las operaciones conjuntas basadas en el mercado garantizan la venta al cultivador, generalmente al precio vigente en el mercado en el momento de la cosecha. El cultivador se compromete a ofrecer a su socio una opción preferente de compra, pero si consigue un precio más elevado puede efectuar la venta a otro comprador.

Cada vez es mayor la diversidad, la escala de las operaciones y los tipos de asociaciones entre las empresas y las comunidades. En una encuesta mundial sobre las empresas forestales que producen pasta de madera que efectuó el Instituto Internacional de Medio Ambientey Desarrollo (IIMAD), el 60 por ciento de las empresas que respondieron notificaron que obtienen una parte de la producción de cultivadores que trabajan por contrata o participan de algún otro modo en la extensión de la actividad de plantación de árboles en las explotaciones agrícolas (IIMAD, 1996). Un estudio mundial más reciente sobre la participación del sector privado en la actividad forestal (Landed-Mills y Ford, 1999) reveló la existencia de al menos un caso de iniciativa conjunta entre empresas y comunidades durante el pasado decenio en el 57 por ciento de los 76 países abarcados. El recuadro ilustra la diversidad de sistemas de asociación que se practican en los países desarrollados y en desarrollo.

Otros interesados

Con frecuencia es de escasa utilidad referirse a las asociaciones entre empresas y comunidades sin tener en cuenta que tienen lugar en un contexto en el que existen múltiples interesados. Entre las partes interesadas cabe mencionar las siguientes:

Enseñanzas que pueden extraerse

Pocas publicaciones sobre el desarrollo analizan la asociación entre empresas y comunidades. Los estudios se refieren generalmente a los sistemas de cultivo por contrata y a las operaciones conjuntas, por ejemplo, en la India, el sur del Brasil y Filipinas (Roberts y Dubois, 1996), Sudáfrica (Arnold, 1997; Clarke, Magagula y von Maltitz, 1997) y Australia (Curtis y Race, 1998). Son muchos los factores contextuales que hay que tener en cuenta en cada caso. En la India, el hecho de que el Estado sea propietario del 95 por ciento de la tierra forestal y de que existan límites a la propiedad de tierras por las empresas ha tenido una gran influencia en el desarrollo de relaciones contractuales con agricultores, mientras que en Sudáfrica las grandes empresas estaban inicialmente más interesadas en esos sistemas como forma de demostrar su responsabilidad social.

Así pues, las comparaciones directas entre los distintos sistemas suelen tener un valor limitado.

Las asociaciones son arreglos de reparto del riesgo que dependen estrechamente del contexto

Una asociación distribuye el riesgo entre un grupo local o un productor individual local, que asumen los riesgos de la producción, y una empresa o contratista, que asume los riesgos de la comercialización. El arreglo dependerá del entorno de políticas, las condiciones del mercado, las organizaciones, el crédito, el régimen de tenencia y el tipo de tierra de que se trate. Incluso explotaciones agrícolas similares de la misma zona pueden exigir arreglos distintos. Es necesaria una gran flexibilidad para actividades como la comercialización y el control de calidad, aunque en muchos casos las asociaciones se establecen con criterios rígidos y fórmulas arcaicas.

El programa de cultivo de álamos de la Western India Match Company -que otorgó préstamos a los agricultores, sustituyó los latizos que murieron durante los dos primeros años y proporcionó información sobre riego, poda y rotación- fracasó en sus propósitos originales pero contribuyó mucho al desarrollo de las actividaes forestales en las explotaciones agrícolas

- fao/13463/I.DE BORHEGYI

Inestabilidad de los mercados

Los acuerdos de asociación (al igual que otro tipo de empresas forestales), cuyas actividades tienen un horizonte temporal muy prolongado, son vulnerables a la inestabilidad del mercado. Muchos sistemas han fracasado por no haberse hecho un análisis adecuado de la flexibilidad del margen de precios por parte de las comunidades y las empresas, o por no haber previsto las consecuencias de los cambios que podían producirse en las condiciones del mercado, como el ciclo internacional de auge y caída del sector de la pasta y el papel. No obstante, algunas asociaciones pueden contribuir a crear unos mercados locales y regionales más activos y prosperar gracias a ello.

En China, el Gobierno apoya las operaciones conjuntas en gran escala entre empresas locales y grupos cooperativos para el establecimiento de plantaciones destinadas a la regeneración forestal. En la foto, la primera madera cosechada proveniente de un bosque de pino y abeto chino replantado en la provincia de Sichuan

- fao/16136/P. JOHNSON

Un poder de negociación variable

La fortaleza de los socios y su posición negociadora relativa viene marcada en buena medida por el contrato que hayan negociado y por el contexto económico y de política en que se desarrolla la actividad. Es raro encontrar una asociación en la que exista una igualdad real, y, de hecho, la percepción de que no existe frena muchas iniciativas. Los productores individuales y los grupos locales suelen carecer de la organización y la capacidad necesarias para establecer acuerdos equitativos, y casi todos ellos se beneficiarían de un apoyo para establecer una asociación más fuerte que les permitiera conseguir un mayor poder negociador. Además, el poder de negociación varía muchas veces con el paso del tiempo, y las asociaciones más sólidas suelen ser las que se renegocian de forma regular.

Los programas de cultivadores por contrata que han dado buenos resultados suelen establecer centros de abstecimiento agrícolas -como este vivero de árboles en Zimbabwe- que proporcionan material de plantación de alta calidad y generan ganancias por sí mismos

- D. REED/zopp83

Beneficios desiguales de las asociaciones

La contribución de las asociaciones a la consecución de un medio de vida equitativo varía. En Sudáfrica, las arboledas que se desarrollan en las tierras de los pequeños agricultores en el marco de los sistemas de contrata proporcionan ingresos adicionales a la economía familiar, muchas veces son propiedad de mujeres y son explotadas por ellas, y generalmente no detraen tierra ni mano de obra de otras actividades. En cambio, en la India, donde para establecer asociaciones se necesita seguridad en la tenencia de la tierra y una cierta capacidad demostrada de negociación, la explotación forestal en las granjas mediante el sistema de contrata parece ser una estrategia adecuada para los medianos o grandes agricultores de las zonas en las que se practica la agricultura comercial. Además existen pruebas de que los terratenientes absentistas favorecen este sistema de contrata y expulsan de la tierra a los arrendatarios.

En la medida en que se desarrollan las asociaciones, será necesario constituir un capital social para las operaciones conjuntas que éstas realizan

- D. REED/zopp50

Longevidad de las asociaciones más amplias

Las asociaciones que se basan en la producción para un comprador garantizado pueden ser temporales. A medida que los campesinos adquieren más capacidad, material de plantación y un conocimiento del mercado, y aprenden a encajar los cultivos forestales con sus restantes actividades, no tienen tanta necesidad de establecer una relación formal. Una serie de empresas han sufrido pérdidas importantes porque los agricultores han anulado sus contratos y se han decidido a vender su producción en el mercado libre. Pero otras empresas han sabido comprender que para asegurarse la producción de los agricultores, además de pagar el precio de mercado deben consolidar la relación. La interacción entre la empresa y el productor durante todo el tiempo que dura el ciclo de crecimiento -abordar las expectativas de los agricultores, las necesidades técnicas y los problemas- es fundamental.

Importancia de la extensión y el apoyo técnico

En los sistemas por contrata que funcionan de forma satisfactoria se establecen para los agricultores centros de suministro que proporcionan plantas de vivero de gran calidad y rinden beneficios por sí mismos. Por lo general, los agricultores necesitan ser asesorados sobre las técnicas y la tecnología más adecuadas para cultivar los árboles, pero el intercambio de conocimientos técnicos también es un proceso interactivo en una asociación.

Exigencias de las comunidades

Para las empresas suele ser más fácil, tanto desde el punto de vista jurídico como operacional, tratar con personas individuales que con grupos comunitarios más amplios. Muchas empresas no comprenden bien la dinámica social de las comunidades o no contribuyen a fortalecer la capacidad de la comunidad, para poder disponer de un socio motivado y con buenos conocimientos y para que sea posible resolver las disputas internas cuando se planteen. En Sudáfrica, el Gobierno favorece la inversión del sector privado en la actividad forestal, pero aquél todavía considera que tratar con las comunidades locales comporta un riesgo elevado. Por ello, se ha propuesto crear una oficina de desarrollo forestal que actúe como intermediaria entre los inversores y las comunidades.

Las funciones de las terceras partes

La responsabilidad del desarrollo de las asociaciones es muchas veces vaga, particularmente entre el gobierno y el sector privado. Los mercados remuneran las medidas a corto plazo que permiten las políticas y las leyes. A los gobiernos les corresponderá la función básica de ayudar a que las asociaciones realicen su potencial como instrumento para mejorar el desarrollo forestal y local, pero la capacidad de los gobiernos para apoyar las asociaciones no está en general bien desarrollada. Por ello, los gobiernos deberán tomar en consideración la experiencia de otros sectores y de la sociedad civil. En algunas ocasiones, las ONG pueden aportar una notable experiencia en materia de intermediación y de gestión.

Repartir también los beneficios de la elaboración

La mayor parte de los sistemas en vigor se centran exclusivamente en la producción de fibra. A medida que aumenta la demanda, se presta cada vez más atención a los acuerdos para participar en el capital social en los procesos de elaboración, así como a otras operaciones conjuntas más amplias. Dichos arreglos pueden exigir, por ejemplo, aceptar como capital social el valor de la tierra comunitaria. Además, para asegurar la base de producción, las empresas se verán obligadas, a largo plazo, a fijarse objetivos socioeconómicos más amplios, incluso el suministro de bienes y servicios distintos de la fibra. Las asociaciones con las comunidades (que pueden contar con los derechos y capacidades adecuados, pero no con la organización y los recursos necesarios) para explotar la tierra con el fin de obtener otros bienes y servicios forestales distintos de la fibra asumirán mayor importancia. 

Ejemplos de asociaciones

Fracasa la producción de madera por contrata, pero despega la actividad forestal en las explotaciones agrícolas en el norte de la India

Enfrentada a una situación de grave escasez de materia prima, la Western India Match Company (WIMCO) invirtió en el desarrollo de álamos clónicos de gran calidad (Populus deltoides), que en las tierras agrícolas podían producir árboles para aserrar en un plazo de ocho años. A los agricultores les gustan los álamos porque, al ser especies caducas, pierden las hojas durante el invierno, que es la estación principal de crecimiento de las hortalizas y el trigo. En el marco del plan que inició a finales de los años ochenta, WIMCO arregló la concesión de créditos a los campesinos por el Banco Nacional de Agricultura y Des-arrollo Rural, abonados directamente a WIMCO a lo largo de los ocho años de duración del plan, a fin de cubrir el costo de cada latizal y el apoyo a la extensión. Para obtener el préstamo, los agricultores debían demostrar que tenían derecho legal sobre la tierra, y WIMCO garantizaba los préstamos asegurando a los agricultores un precio de compra mínimo de la producción, aunque podían venderla a otros compradores si encontraban quien pagara un precio más elevado. Los términos del acuerdo estipulaban también que WIMCO sustituiría los latizos que murieran durante los dos primeros años y especificaban los pormenores del riego, la poda y la rotación. WIMCO estima que durante los años noventa se vendieron más de 20 millones de plántulas a unos 30 000 agricultores, cubriendo una superficie aproximada de 40 000 ha.

No obstante, al cabo de cuatro o cinco años los agricultores empezaron a vender la producción a otros compradores, en buena medida debido a los bajos precios previstos por WIMCO, pues cuando los árboles alcanzaron la madurez, el precio del mercado libre era el doble del garantizado inicialmente por WIMCO. La demanda de material clónico de vivero de gran calidad comenzó a superar a la oferta, y el plan de crédito para estimular a los agricultores dejó de ser necesario. El aumento del suministro de madera alentó el establecimiento de numerosas unidades de elaboración en pequeña escala que producían contrachapados y chapas desenrolladas.

Actualmente, WIMCO centra su actividad en la venta de plantones a los agricultores (alrededor de 1,5 millones de plantones al año) sin un acuerdo de recompra garantizada. El personal de campo de la empresa sigue prestando asesoramiento a los agricultores y ello contribuye a que mantenga la competitividad con otros viveros que venden el material de plantación de álamos. Así, aunque el plan original ha caído en desuso, lo cierto es que supuso un impulso importante de la actividad forestal en las explotaciones agrícolas y de la creación de empleo rural (Saigal, 1998; Saxena, 1998; E. Morrison, comunicación personal, 1999).

Productores de madera por contrata refuerzan la imagen de la empresa y reducen el costo de la tierra en el Brasil

La empresa productora de pasta y papel Kablin ha puesto en marcha cuatro proyectos de explotación forestal en tierras agrícolas cuyas características varían en función de la extensión de la finca del agricultor y de sus necesidades. En uno de ellos, la empresa toma en arriendo las tierras, paga al agricultor el 30 por ciento del rendimiento final y aporta todo el material y la mano de obra necesarios. El segundo proyecto es una operación conjunta con el agricultor. En los otros dos proyectos, el campesino prepara la tierra y planta y cuida los árboles, mientras que, por su parte, la empresa proporciona una cantidad variable de insumos. Los agricultores no están obligados a vender a la empresa el producto final. Los ingresos anuales de los agricultores varían notablemente, de 76 a 217 dólares por hectárea.

Kablin tiene el propósito de ampliar el programa de explotación por contrata, principalmente por la necesidad de mantener la buena imagen de la empresa y por el costo cada vez mayor de la tierra para establecer plantaciones. La empresa trata de conseguir la certificación de quienes cultivan para ella por contrata, a fin de que puedan cubrir la demanda de las empresas locales de muebles que venden sus productos a mercados sensibles a las cuestiones ambientales (O. Dubois y M. Grieg-Gran, comunicación personal, 1999).

Producción de pasta de eucalipto en Tailandia mediante contrata

En el marco de un programa iniciado en 1992 para aprovisionar a su nueva fábrica de pasta, Advance Agro PLC (Grupo Soon Hua Seng) explota un vivero para la obtención de material clónico (como centro comercial), presta asesoramiento en materia agrícola y silvícola por medio de agentes de extensión, coordina a los contratistas encargados de las operaciones de extracción y transporte y ofrece a los agricultores un precio garantizado. Los pequeños agricultores, cuyas fincas tienen una extensión media de 10 ha, reciben del banco agrícola estatal préstamos para iniciar las operaciones. Con un período de rotación de cuatro años en promedio y un incremento medio anual de 28 m3 por hectárea y año, los campesinos consiguen un flujo de efectivo neto anual de 343 dólares por hectárea, en promedio. Dado que el precio de los cultivos alternativos como la tapioca está disminuyendo, la producción de fibra parece ser una opción atractiva para muchos agricultores de la zona. Se han puesto en cultivo tierras que estaban degradadas y en 1998 suministraron a las aserradoras 1,6 millones de toneladas (J. Gilliland, comunicación personal, 1999).

Empresas estatales consiguen beneficios en asociación con agricultores en Irlanda

Como alternativa a la compra de tierra para actividades de forestación, Coillte, organismo estatal irlandés dedicado a la actividad forestal y autofinanciado, está dirigiendo una operación conjunta en la que los agricultores proporcionan tierra, a cambio de lo cual Coillte comparte con los propietarios los ingresos correspondientes a las donaciones para forestación y los ingresos procedentes de la venta de madera. Este plan ha permitido a Coillte aumentar la producción y ofrece a los agricultores ingresos exentos de impuestos. Hasta la fecha, se han puesto en marcha 216 proyectos de estas características, que abarcan una extensión de 4 481 ha (Landed-Mills y Ford, 1999).

Contratos con agricultores de Ghana para la producción de madera de frondosas

A diferencia de otras empresas que desarrollan su actividad en las proximidades, Swiss Lumber Company, en el sudoeste de Ghana, no tiene una concesión forestal, y pretende cubrir sus necesidades futuras de madera mediante contratos de producción con agricultores. Los acuerdos no se refieren a especies exóticas de crecimiento rápido, sino a especies autóctonas de frondosas de crecimiento relativamente lento, tales como Triplochiton scleroxylon, Khaya ivorensis y Entandrophragma angolense. Además, contemplan la producción de madera en tierras degradadas, que actualmente se dedican a otros cultivos con rendimientos marginales, en lugar de competir con las tierras predominantemente agrícolas.

La empresa ofrece a los agricultores cuatro opciones distintas para el pago: una suma global, un porcentaje de la madera en el momento de la cosecha (del 20 al 50 por ciento), una renta anual por la tierra, y la primera opción sobre un contrato de escarda de la plantación. El contrato obliga a los agricultores a ofrecer a la empresa la primera opción en la compra de la parte de madera que les corresponde, al precio de mercado.

Aunque este proyecto está en su fase inicial, muchos agricultores de la zona se han inscrito para participar en él y la propiedad conjunta de la madera los está induciendo a proteger los árboles de los incendios y de la explotación ilegal (Kotey et al., 1998).

Operaciones conjuntas en gran escala en China

En China, el Gobierno no sólo ha hecho posible las operaciones conjuntas entre empresas locales y grupos cooperativos, sino que ha impulsado asociaciones con empresas extranjeras, particularmente para el establecimiento de plantaciones o para realizar operaciones de regeneración forestal. Las asociaciones con empresas extranjeras se han concentrado en las provincias litorales, donde las condiciones meteorológicas son favorables para establecer plantaciones de especies de crecimiento rápido y donde la existencia de una infraestructura más desarrollada favorece la producción comercial. El gobierno local alienta estas asociaciones porque se considera que mejoran la ordenación forestal, al aumentar el acceso a la financiación y la tecnología e intensificar la supervisión. En algunos casos se ofrecen incentivos a la inversión extranjera en forma de exenciones de impuestos y derechos, así como de acceso prioritario a servicios básicos como el agua y la electricidad.

Un ejemplo es una iniciativa conjunta en la que participan Plantation Forest Timber Products Ltd, Robabank, International Finance Corporation, centros de la industria forestal local y agricultores. La operación conjunta, que se está desarrollando en tres provincias, está valorada en 124 millones de dólares. Las oficinas de la industria forestal actúan como mediadores pagados, de forma que la empresa no tiene que tratar con los miles de agricultores que aportan madera. (La empresa afirma que sólo en Sichuan paga a 600 000 agricultores.) Las administraciones locales perciben cánones forestales (N. Landell-Mills, comunicación personal, 1999).

Asociaciones con arrendatarios forestales para la ordenación forestal sostenible en el Canadá

En el marco del proyecto de bosque modelo del Bajo San Lorenzo, en la provincia de Quebec, se ha elaborado una forma de asociación basada en la explotación forestal por arrendatarios (Servicio Forestal del Canadá, comunicación personal, 1999). La sociedad Abitibi-Consolidated Inc. (ACI), una gran empresa que se dedica a la producción de papel de imprenta, ha encomendado la gestión de dos grandes explotaciones (con una extensión aproximada de 45 000 ha) a la sociedad del bosque modelo, para permitir el asentamiento de arrendatarios forestales. Estos manejan individualmente recursos madereros en su sección de la explotación, y colectivamente explotan los productos forestales no madereros (caza, pesca y esparcimiento). Aunque pueden vender la madera en el mercado, ACI se reserva el derecho de decidir el destino de las trozas. A cambio, los arrendatarios pagan un derecho de tala, una forma de renta, que administra el bosque modelo, y tienen que respetar las directrices de la ordenación forestal sostenible a través de planes quinquenales, planes operacionales anuales y previsiones financieras.

Hasta la fecha se han establecido 26 explotaciones, con una extensión de 1 000 ha en promedio. Tras cinco campañas, los ingresos brutos anuales de los arrendatarios son en promedio de 34 000 dólares, cifra muy superior a la media regional, de 19 000 dólares, e incluso a la media de la provincia, de 28 000 dólares. El socio privado se beneficia de los cuidados forestales que proveen los arrendatarios y de una imagen mejorada de la empresa. El éxito del modelo ha despertado interés y actualmente se está considerando la posibilidad de implantarlo en los terrenos de propiedad pública que rodean a las comunidades rurales. (Casi el 90 por ciento de los bosques comerciales de la provincia son de propiedad pública.)

Bibliografía


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