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Discusión y conclusiones

La larga serie histórica investigada ofrece, por primera vez, un cuadro coherente de la pesca en Cuba en los últimos 60 años. Los datos analizados muestran el crecimiento sostenido de las capturas desde mediados de los años cincuenta hasta finales de los setenta, una disminución de la tasa de crecimiento en el período de los ochenta y una decadencia en varias pesquerías importantes a principios de los noventa.

El análisis de la dinámica de las pesquerías de las 21 especies o grupos de recursos más importantes para la pesca cubana conduce a concluir que en 1995 aproximadamente un 38,9 por ciento de los recursos se encontraban en una fase decadente (con tendencia al descenso en las capturas), un 48,7 por ciento se encontraban en la fase de madurez con un alto nivel de explotación, y que sólo un 12,4 por ciento estaba en fase de desarrollo, con ciertas posibilidades de crecimientos futuros. En la actualidad, ninguna pesquería se encuentra en la fase de no desarrollo. Ello significa que el 87,6 por ciento de los recursos pesqueros se encuentra en estado crítico desde el punto de vista de la ordenación y que, por consiguiente, se requieren medidas urgentes relacionadas con el control del esfuerzo pesquero.

La teoría de que la explotación pesquera tiene el efecto de cambiar la abundancia relativa de los diferentes grupos funcionales del ecosistema (Froese, Torres y Pauly, 1998) ha sido verificada, y la intensidad (período) de pesca redujo de forma estadísticamente significativa el nivel trófico medio y la talla máxima promedio en el caso de las 21 especies o grupos de especies estudiadas en este trabajo. Según Baisre (FAO, 1993), la mayor parte de las especies comerciales de Cuba (y de los mares tropicales de todo el mundo), corren un alto riesgo de ser sobreexplotadas debido a que presentan una o una combinación de las siguientes características:

El análisis de cada uno de los recursos y sus picos máximos de captura muestra que ha existido una pérdida histórica de unas 20 000 toneladas. Ello significa que si las capturas de las especies o grupos individuales pudieran ser restablecidas, se podrían obtener unas 20 000 toneladas adicionales. Los picos de producción en las series de tiempo suavizadas (Cuadro 1) indican la captura promedio a largo plazo que puede obtenerse: el potencial pesquero de Cuba, para el total de las especies consideradas, es de 50 800 toneladas, que equivalen a 79 870 toneladas si se consideran todas las capturas. Esta cifra está se aproxima a las estimaciones anteriores (80 000 toneladas) del potencial pesquero cubano de Baisre y Páez (1981) y Baisre (1985).

La pregunta más inmediata es si es posible recuperar los desembarques perdidos. En particular, las caídas de la cherna criolla y las lisas, del orden de un 95 y un 88 por ciento respectivamente, resultan verdaderamente críticas. Aun cuando las estadísticas sobre la cherna criolla pueden estar sobrevaloradas por las capturas realizadas en Bahamas antes de 1976, año en que ese país prohibió la pesca en sus aguas territoriales, la caída de esta especie no deja de ser impresionante y corresponde a la caída observada en toda la región (FAO, 1997). Probablemente, este fenómeno está asociado a la pesca indiscriminada de las agrupaciones de desove que forma esta especie durante la época reproductiva (Colin, Shapiro y Weiler, 1987; Olsen y La Place, 1979; Tucker, Bush y Slaybaugh, 1993), a su condición de especie hermafrodita que provoca una mortalidad diferencial entre ambos sexos y a la lenta tasa de crecimiento que la caracterza. El hecho de que se observa una disminución de las capturas en toda el zona podría indicar que existen muy pocas posibilidades para una recuperación a corto plazo.

Mientras que la sobrepesca es sin lugar a dudas una de las causas de la disminución de las capturas, no todas las diferencias pueden ser atribuidas a este factor, y algunos de los cambios que se han producido son probablemente irreversibles. En el caso de las lisas, la pesca indiscriminada con utlilización de tranques durante la época de la «corrida» (Baisre, 1985) y el impacto del represado de los principales ríos probablemente se han combinado para provocar la grave caída de las capturas de un grupo de especies cuyo ciclo de vida depende de los ambientes estuarinos. Sin embargo, la recuperación de estas especies dependerá de la posibilidad de retablecer sus áreas de cría. Se ha comprobado que el represado de numerosos ríos que fluyen a la plataforma suroriental de Cuba, la región más importante para las lisas y otras especies estuarinas, ha provocado no sólo una disminución de los nutrientes en las aguas costeras sino la reducción de las áreas de cría debido al relleno de numerosas lagunas costeras (González y Aguilar, 1984). Por lo tanto, la recuperación de estas pesquerías tampoco será factible a corto plazo

Según Caddy (1991), es escasa la documentación sobre el impacto del escurrimiento terrestre sobre las pesquerías marinas. El incremento de las descargas de nutrientes ha jugado un papel en el incremento de la productividad biológica y el rendimiento pesquero mediante la «eutrofización cultural» en el Mediterráneo y el mar Negro. En Cuba, parece suceder lo contrario. No sólo se debe haber producido una reducción del flujo de nutrientes como consecuencia del intenso represado de los ríos, sino también por la drástica reducción en la importación y producción de fertilizantes en la última década. La magnitud de estas reducciones y su impacto sobre los recursos pesqueros deberá ser un tema prioritario en las futuras investigaciones.


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