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Bosquejo de una política forestal general para los trópicos

Por JUSTUS W. GONGGRYP

De acuerdo con los datos más recientes, contenidos en La Situación Mundial en Materia de Silvicultura y Productos Forestales, 1937-1946, dados a conocer por la FAO, extensos bosques tropicales cubren aproximadamente la mitad de la superficie de los terrenos forestales en el mundo. Este cálculo, al igual que los anteriores, incluye grandes zonas de bosques improductivos. Los conocimientos que se tienen acerca de los bosques tropicales son vagos e inciertos y se requieren considerables estudios adicionales respecto a superficies, variedades, agrupamientos, crecimiento y silvicultura.

En todas las regiones donde existen bosques tropicales, como Sur América, Africa, o el Lejano Oriente, los problemas esenciales acerca de los cuales es urgente realizar investigaciones, presentan similitudes básicas. Las medidas constructivas que habrán de ayudar a que estos recursos forestales beneficien por igual a los pueblos de los países tropicales y a los demás pueblos de las zonas templadas donde es grande la escasez de maderas, son fundamentalmente las mismas.

El presente trabajo, basado en muchos años de estudio de los bosques tropicales y sus problemas, se propone señalar algunas de las características comunes y sugiere medidas de acción productivas para el futuro.

Como resultado de un sentimiento general, en el sentido de que el trastorno ocasionado por la última guerra haría necesaria una revisión de las ideas que prevalecen sobre los recursos económicos disponibles, incluyendo los bosques, un buen número de países han emprendido amplios estudios.

Es así como el Servicio Forestal de los Estados Unidos de América ha iniciado la preparación de una serie de informes titulados Un Reavalúo de la Situación Forestal (A reappraisal of the Forest Situation). El Reino Unido, también ha publicado oficialmente un Informe sobre la Política Forestal de la Postguerra (Report on post-war Forest Policy), y sin duda alguna los gobiernos de otras naciones están bien enterados de la urgencia y complejidad de los problemas que se incluyen en tales revisiones.

En el Tercer Informe a los Gobiernos de las Naciones Unidas sometido por la Comisión Interina sobre la Alimentación y la Agricultura (Third Report to the Governmnets of the United Nations by the Interim Commission on Food and Agriculture), se hace notar que se ha expresado el temor de que en un futuro inmediato los recursos forestales de los Estados Unidos de América y del Canadá puedan ser insuficientes para abastecer de materia prima a la creciente industria de la pulpa en la América del Norte. La misma tendencia existe en una amplia escala mundial.

Este estudio está basado en la suposición de que es esencial disponer de un abastecimiento abundante y continuo de maderas y otros productos forestales de los bosques de todo el mundo, incluyendo aquellos de los trópicos, para lograr una economía mundial más amplia y elevar los niveles de vida. Esto no significa que todos los bosques del mundo deban ponerse en producción. Existen extensas áreas forestales que son incapaces de producir una cantidad suficiente de madera, ya sea debido a su inaccesibilidad, o a que no producen maderas comerciales. Igualmente, la explotación de algunos bosques se halla restringida bien como resultado de su valor escénico, o que es necesario preservarlos para fines científicos o por la protección que ofrecen y que, en ciertos casos, puede ser considerada como su más importante función.

Es cierto, sin embargo, que la escasez de producción que se ha pronosticado para los bosques de las zonas templadas en el hemisferio occidental es igualmente aplicable para el hemisferio oriental. Esta escasez no se siente con tanta fuerza en ninguna otra parte como en Europa. El mundo no puede darse el lujo de tener sin explotar grandes extensiones de bosques productivos, por lo que es esencial determinar, primero, en qué lugares están situados tales bosques, segundo, qué es lo que pueden producir y en qué cantidad y por último, cómo puede lograrse esta producción. La investigación relativa debería comenzar determinado hasta qué punto ha progresado ya la explotación y administración racional de los bosques y hasta qué grado los bosques del mundo han servido hasta hoy al género humano.

La falta de maquinaria matriz hace más difícil el transporte de las trozas. Acarreo de trozas de aguacatillo o laurel canelo, en la Guayana Inglesa. (Fotografía del Servicio Forestal de los Estados Unidos.)

Mucho se ha escrito sobre el particular. En el Tercer Informe a los Gobiernos de las Naciones sometido par la Comisión Interina sobre la Agricultura y la Alimentación se considera la cuestión forestal como un problema mundial, y se hace resaltar la necesidad de que se le preste consideración especial a los trópicos. En este artículo se intentará formular de manera concisa los varios puntos que hay que considerar para la política mundial a seguir en el futuro respecto a los bosques tropicales. El Informe que se menciona en renglones anteriores ya señaló la necesidad de considerar el asunto en ese nivel.

LA SILVICULTURA EN LOS TRÓPICOS

Existen ciertos aspectos relativos a la silvicultura tropical que hacen que su consideración desde un punto de vista internacional sea aún más urgente que la de otras partes del mundo. Uno de estos aspectos puede ser la consecuencia de las condiciones primitivas de vida que prevalecen en los países tropicales condición que si bien ya existía antes de la guerra, ha sido pródiga en más complicaciones desde que terminó el conflicto armado debido a cambios políticos en varias partes de los trópicos.

Es un hecho ya establecido que la explotación y administración de los bosques coincide con una cierta madurez del Gobierno. A un Gobierno con poca experiencia hay que convencerlo de que los gastos que requiere la administración racional de los bosques son una necesidad y no el capricho de un bien intencionado, pero equivocado entusiasmo. En muchos casos, en el pasado, se ha llegado a esta convicción un poco tarde cuando ya se ha ocasionado un daño irreparable a los bosques y se ha afectado el bienestar de los pueblos que dependen de ellos.

Antes de la guerra se obtuvieron excelentes resultados a través de los Servicios Forestales que se hallaban ya establecidos en varios países tropicales y que estaban en proceso de ampliarse. En los países invadidos después del ataque a Pearl Harbor, la gran mayoría de los funcionarios forestales locales fueron sometidos a prisión o enviados a campos de concentración. Aún en los casos donde las instituciones forestales fueron respetadas, se duda que los resultados obtenidos sobrevivan la confusión del período de la postguerra. Los países situados en las zonas bélicas que no fueron ocupados por el enemigo, tuvieron la ventaja de hallarse en condiciones de reanudar sus programas con más facilidad, aunque en algunos casos las condiciones han cambiado tanto como resultado de la guerra, que el mantenimiento de los antiguos Servicios Forestales es muy incierto. La mayoría de los Servicios Forestales de los trópicos, los más antiguos de los cuales datan solamente desde mediados del siglo XIX, dependían en gran parte del consejo y adiestramiento suministrado al personal por técnicos forestales europeos o de los Estados Unidos. Esos servicios fueron establecidos solamente después que los gobiernos se convencieron de la necesidad de los mismos debido a las desastrosas consecuencias del descuido y la negligencia en la administración de los bosques. Sería verdaderamente trágico que la misma secuencia de errores y descuidos se repitiera nuevamente. Las consecuencias serían mucho más serias de lo que fueron hace 100 años, debido al gran aumento de la población.

Aún cuando la capacidad productiva de los bosques tropicales es suficiente para asegurar el logro de un nivel de vida más elevado mediante una administración razonable y eficiente, hay que reconocer por otro lado, que la falta de medidas apropiadas puede dar por resultado la ruina absoluta de un país.

En los llamados bosques vírgenes de la América Central el técnico forestal encuentra rastros de la agricultura maya que son indicios de que estas regiones prácticamente deshabitadas en la actualidad, deben haber sostenido hace varios siglos una numerosa población con un alto grado de civilización. Igual puede decirse del Africa tropical donde algunos bosques revelan los restos de conglomerados humanos, villas y civilizaciones de las cuales ano sus nombres han sido olvidados. Por el otro lado, existe en todos los bosques de los trópicos evidencia visible de los terribles estragos que el hombre puede causar con los incendios y que a la postre pueden dar por resultado la creación de desiertos. Todos los técnicos forestales y los de conservación de suelos conocen la seriedad de estas tendencias que en muchos casos han dado como resultado la desaparición o la emigración de los núcleos humanos. Dichos acontecimientos podrían ser considerados como inevitables dados los escasos conocimientos que existían en el pasado; pero no en la actualidad en que se dispone de medidas de protección adecuadas para promover el bienestar del género humano. Esto no puede acontecer de una manera automática, sino que es solamente resultado de une planeación e investigación cuidadosas.

ESTIMACIÓN DE LA SUPERFICIE MUNDIAL FORESTAL

Zon y Sparhawk han hecho una estimación del total del área forestal del mundo y la misma labor ha sido realizada también por Ilvessalo y Jalava. Aunque los métodos utilizados para estas estimaciones fueron diferentes, las cifras que resultaron no son fundamentalmente distintas. Respecto a los dos grupos de cifras puede hacerse una objeción, y es que, en ambos casos no existe el requisito principal que debe llenar una tabulación estadística, o sea que no hay una definición exacta de términos de lo que constituye, en este caso, un bosque. El cuadro que aparece a continuación indica el promedio de las cifras de las dos tabulaciones que han sido adjustadas en números redondos a millones de kilómetros cuadrados.

TOTAL DE DAS SUPERFICIES Y AREAS CUBIERTAS CON BOSQUES, POR CONTINENTES

Continente

Superficie total

Area total de bosques

Bosques de coníferas

Bosques de especies caducifolias

Clima templado

Clima tropical

(Millones de kilómetros cuadrados)

Europa

9.9

2.9

2.0

0.9

...

Asia

42.2

8.3

3.6

2.1

2.6

Africa

29.4

3.2

0.1

...

3.1

América del Norte

21.7

5.8

4.2

1,2

0.4

América del Sur

18.7

8.4

0.5

0.3

7.6

Australia e islas adyacentes

9.0

1.1

0.1

...

1.0

TOTAL

130,9

29.7

10.5

4.5

14 7

Del examen del cuadro anterior podría llegarse a la conclusión de que todos los agrupamientos de coníferas están situados en climas templados. Esto no es completamente exacto ya que algunas coníferas se encuentran también en los trópicos, como por ejemplo, los bosques de pino del Caribe, Pinus caribaea, en la América Central y en las Antillas; bosques de pino del Paraná, Araucaria augustifolia, en la América del Sur; bosques de Pinus merkusii, en Sumatra; bosques de Pinus merkusii y Pinus insularis en las Filipinas; y bosques de Agathis spp. en Borneo y en Nueva Guinea. Sin duda alguna que la silvicultura tropical encontrará que es conveniente aumentar muy considerablemente el área de las coníferas. Sin embargo, la mayor parte de los 10 millones de kilómetros cuadrados de bosques de coníferas que existen actualmente están situados en la zona templada septentrional, donde constituyen hasta la fecha la más importante sección económica de las areas forestales.

En 1935 el Comité Internacional de Bosques (CIB) determinó que el 92 por ciento de las importaciones mundiales de madera procedía de las coníferas. Prácticamente toda esta enorme masa de más de 50 millones de metros cúbicos de madera, provino de los bosques de Europa y de la América del Norte. La aportación al mercado mundial de madera procedente de los trópicos fué tan pequeña que el Comité Internacional de Bosques declaró de manera específica que los detalles relativos al comercio de maderas tropicales carecían de importancia para incluirlos en los registros.

En los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, una estimación aproximada hecha en Intersylva1 colocó las exportaciones anuales de madera de los trópicos a los países de las zonas de clima templado en 2 millones de metros cúbicos aproximadamente. Las importaciones de madera o de sus productos derivados excedió grandemente esta cifra. Las cifras del Instituto Internacional de Agricultura de Roma2 muestran que, en Africa, durante un largo período de años, el valor de las importaciones anuales de madera y de productos forestales excedió al de las exportaciones en cantidades que variaron de 34 a 90 millones de francos oro.

[1 Intersylva, Boletín del Centro Internacional de Silvicultura, II (1942), p. 242.

2 Instituto Internacional de Agricultura, Anuario Internacional de Estadísticas Forestales, Vol. III: Africa (Roma, 1942).]

Otra estimación que se hizo respecto al Africa3 indica un exceso en las importaciones de madera sobre las exportaciones, de 2.5 millones de toneladas. Puede asumirse que la mayor parte de esta madera fué de procedencia europea. De igual manera los bosques de la América del Norte cubrieron las necesidades de la América Central y la del Sur. Aunque los bosques del Asia Meridional fueron más productivos que los del Africa, quizá no es generalmente conocido el hecho de que en su mayor parte se importan de Finlandia las cajas de madera en las que se exporta el té, el caucho y otros productos de Malaca, India y otros lugares en el Oriente. Países tales como China y Japón que podrían ser abastecidos con madera del Asia Sudoriental, importaron grandes cantidades de madera de la América del Norte. Pronto se podrá disponer de cifras que corroborarán en detalle estas declaraciones; pero no hay duda de que hasta que se inició la Segunda Guerra Mundial los trópicos constituían un sumidero para los recursos forestales de las zonas templadas del norte, y a este respecto las áreas tropicales tenían que ser consideradas, hablando en términos mercantiles, más como una obligación que como un capital activo.

[3 Intersylva, op. cit., p. 545.]

Una situación similar prevalece en algunos de los países de la América del Sur 4. Costa Rica, por ejemplo, importa más productos forestales que los que exporta, a pesar de contar con bosques situados lejos de los centros densamente poblados que en gran parte están todavía vírgenes.

[4 Los Bosques de Costa Rica, Informe General formulado por el Servicio Forestal de los Estados Unidos en cooperación con la oficina del Coordinador de Asuntos Interamericanos, Wáshington, Noviembre de 1943.]

Aún así, esta situación en las regiones de bosques tropicales puede seguir siendo de no mucha preocupación para el resto del mundo, hasta tanto los bosques de otros lugares sean abundantes y suficientemente productivos para abastecer no sólo las necesidades de Costa Rica, sino las demandas de madera barata de cualquiera otra nación. La situación está cambiando desde que los países del norte han tenido que darse cuenta de que sus riquezas forestales no son inagotables. Deben conservar sus recursos, economizarlos, planear y limitar sus propias necesidades con el fin de satisfacer todas las necesidades presentes y futuras.

Algunas veces el término "productos forestales" cuando se usa en su más amplio sentido, puede incluir otros árboles cultivados tales como los que producen el cancho, las gomas, la quina, los aceites vegetales, etc. En Puerto Rico ano el cafeto está en ciertos respectos incluido en esta categoría; y puede decirse que es una ventaja para algunos de estos productos el que se les apliquen los principios forestales de cultivo, más bien que los principios agrícolas. Sin embargo, en vista del hecho de que la rotación de esos tipos de cultivos es muy corta, no han sido considerados en el presente trabajo, de manera que para nuestro propósito el término "productos forestales" se usa en su más estrecho sentido incluyendo solamente los productos forestales más permanentes.

PELIGROS QUE AMENAZAN A LOS BOSQUES TROPICALES

Quizá los mayores peligros para los bosques tropicales más frecuentemente subestimados por los investigadores, son los incendios y la agricultural nómada. Frecuentemente los primeros son complemento de esta última práctica. Un vuelo en aeroplano sobre los bosques tropicales revela inmediatamente la influencia catastrófica de dichos factores. Es de esperarse que todos los Gobiernos responsables así lo reconozcan y tomen las medidas necesarias al respecto. Una concepción apropiada del perjuicio que ya han ocasionado estos factores, puede obtenerse solamente mediante una serie de reconocimientos aéreos de amplitud nacional. Indudablemente que a este respecto será esencial la cooperación internacional. Sin embargo, si uno fuera a anticipar los resultados de tales reconocimientos, no habría duda acerca del hecho de que las áreas forestales de los trópicos están disminuyendo. Es obvio, por consiguiente, que desde un punto de vista internacional, uno de los peores resultados de la presente crisis sería el que los países productores de madera en el hemisferio norte trataran de aliviar su propia situación produciendo solamente para su consumo interno. Haciéndolo así, la presión sobre los bosques tropicales aumentaría y sería acelerado el proceso de destrucción. Ciertamente que sería muy optimista suponer que en unos cuantos años las regiones tropicales estarán capacitadas para desarrollar, sin ninguna clase de ayuda, estos principios y las prácticas de una silvicultura científica, cuya evolución le ha tomado a la civilización occidental varios siglos.

De aquí que la solución más lógica parece ser el acelerar la aplicación de los principios de explotación y administración racional en los bosques de los trópicos y conservarlos así para un aprovechamiento permanente, obteniéndose de ellos los productos forestales necesarios para el consumo interno de los países tropicales y al mismo tiempo ofreciendo los excedentes a la exportación con el fin de aliviar la presión sobre los bosques del hemisferio norte contribuyendo a su rehabilitación

PRODUCCIÓN DE LOS BOSQUES TROPICALES

Se ha señalado que el balance de madera de los países europeos de 1927 a 1929, se basó en una área productiva de cerca de 1.35 millones de kilómetros cuadrados de bosques y que durante ese período se dispuso de un excedente total anual de cerca de 30 millones de metros cúbicos de madera sin labrar para ser exportada a los países no europeos.5 Para los años de 1928-1929, Egon Glesinger6 había calculado la producción normal del norte de Europa, excluyendo a U.R.S.S., de madera y de leña para combustible en 231.62 millones de metros cúbicos; pero estimó que la producción real fué de 253.11 millones de metros cúbicos y que el consumo total fué de 255.69 millones de metros cúbicos. Sin embargo, aunque la capacidad de producción exacta de los bosques de Europa está sujeta a debate, la eficiencia de la administración moderna de los bosques permanece indisputable. Debería ser posible obtener enormes cantidades de productos forestales de los bosques tropicales, que constituyen la mitad del área forestal del mundo y cubren más de 10 veces el área productiva de los bosques europeos. En la actualidad, en una gran parte estos bosques no solamente permanecen inexplotados, sino que están siendo destruidos y sus productos están siendo quemados. Solamente cuando los bosques tropicales produzcan lo suficiente para cubrir los gastos de administración podrán ser consideradas como una seria posibilidad las medidas para su protección. Sería ilusorio suponer que la ayuda económica que se preste para la explotación de tales bosques se proporcionaría solamente por motivos altruistas. No existe mejor descripción de este desarrollo integral que la frase francesa "la mise en valeur des forêts tropicales". Este desarrollo implica no solamente su aprovechamiento, sino también el ponerlos en buen uso, haciendo lucrativos estos enormes recursos y asegurando una utilidad adecuada a la inversión que se haga. El proyecto es también lo suficientemente extenso no sólo para ofrecer un aliciente para la inversión del gran capital que se necesita, sino también para proporcionar empleos bien remunerados y ayudar a mejorar las condiciones de trabajo en los trópicos.

[5 Silvae Orbis, Monografías del Centro Internacional de Silvicultura No. 6 (alemán) o No. 6 A (francés) (1942), p. 1.

[6 Egon Glesinger, Le Bois en Europe (París, 1932), p. 127.]

Por regla general, la explotación de los bosques tropicales ha diferido mucho de las operaciones de corte en los bosques de coníferas en el hemisferio septentrional. Mientras esta última operación incluye el corte de todos los árboles maderables, en los bosques tropicales generalmente se cortan solamente los árboles de mayor tamaño, de los que se obtienen maderas especiales. En la Costa de Marfil de Africa, donde Aubreville estima un volumen total por hectárea de 400 metros cúbicos en trozas y de 200 metros cúbicos en leña para combustible, solamente se cortó un árbol de caoba blanca, Entandrophragma laplaei, en 10 a 20 hectáreas; un aboudikro, Entandrophragma cylindricum, en 10 a 24 hectáreas; un dibetou, Lovoa klaineana, en 8 a 14 hectáreas; y un bossé, Guarea cedrata, en 4 a 16 hectáreas. Los espléndidos bosques de la América Central, con centenares de diferentes especies de árboles, muy frecuentemente se explotan solamente para la extracción de la caoba, pues las demás especies no se consideran comerciales. Los árboles que habrán de ser cortados y extraídos en muchos bosques tropicales están tan esparcidos que los madereros encargados de localizarlos son llamados a veces cazadores de caoba o cazadores de palo de leopardo, según sea el caso.

La conclusión a que han llegado los técnicos forestales después de la investigación realizada en los bosques tropicales es que tarde o temprano, y con muy pocas excepciones, puede encontrarse un uso adecuado para cada una de las especies. En la actualidad, se están aplicando los métodos modernos de corte en la América Central en el caso de la caoba; pero a menos que pueda cortarse en una sola operación continua casi todo el agrupamiento de árboles de tamaños comerciales, no hay que esperar madera barata de los trópicos.

Fred C. Simmons7 lamenta que "en los Estados Unidos .... se hace un gran corte solamente de un producto específico, teniendo en cuenta las necesidades de una fábrica determinada en vez de extraer en una sola operación toda la madera útil ya lista para ser cortada" .... En cada operación sucesiva tienen que repararse o construirse caminos, puentes, campamentos, etc., así como reclutar y supervisar a la nueva cuadrilla. Este método de hacer los cortes no puede tener otro resultado que hacer que los costos resulten elevados".

[7 Frederick C. Simmons. Recent Developments in Logging in the Northeast, Northeastern Forest Experiment Station, Forest Products Paper No. 7 (Enero 1946).]

Las dificultades que se han descrito son evidentes y se multiplican en muchos de los bosques tropicales. A menos que se encuentre un mercado para muchas de las especies que no son suficientemente conocidas, el uso económico de maquinaria moderna para el corte y la extracción de los productos resulta imposible y la explotación significa la retención de métodos de trabajo propios de la época de la esclavitud, no mejores que aquellos que se emplearon en los tiempos de los faraones, lo que resultará también en un alto costo de la madera.

ESTUDIO DE LAS MADERAS TROPICALES

Por consiguiente, el primer requisito para aumentar el aprovechamiento de los bosques tropicales es un mejor conocimiento de sus maderas. Ya se ha realizado una gran labor en este sentido. Como ejemplo puede mencionarse la literatura de actualidad que sobre la materia se incluye en la publicación de la Escuela de Silvicultura de la Universidad de Yale intitulada Maderas Tropicales (Tropical Woods). La investigación se ha hecho las más de las veces, tratando de encontrar un substituto para maderas de precios elevados. Debería ser todo lo contrario. La investigación debería ampliarse y principiar por verificar la composición de los agrupamientos de árboles en los bosques y los usos que pueden darse a sus maderas. La consideración de estos usos no debe limitarse a productos especiales tales como madera para la construcción de aeroplanos, barcos y muelles, sino que se deberían incluír los usos de las maderas ordinarias que se necesitan para la construcción de casas, para la fabricación de muebles, huacales de empaque y para los numerosos fines de la tecnología moderna de la madera.

Tal labor de investigación ya constituye una enorme tarea en la actualidad. La silvicultura tropical debe estar agradecida por el trabajo que sobre las maderas tropicales han realizado los grandes Laboratorios de Productos Forestales del hemisferio septentrional. Sin embargo, las investigaciones que son necesarias, de acuerdo con los lineamientos que se indican, no están siendo desarrolladas de acuerdo con un plan general. Los institutos de investigación del norte fueron establecidos para examinar sus propios problemas forestales y este objetivo primordial los mantiene más que ocupados.

Antes de la guerra las estaciones experimentales de los bosques tropicales tenían sus programas, cada uno adaptado a su propia región, pero la Estación Experimental de Bosques del Caribe en Puerto Rico, es quizá la única cuyo desarrollo no ha sido fundamentalmente modificado por las dificultades de la guerra y de la postguerra. Aún cuando no hubiese ocurrido la guerra, los medios y la organización de que se disponía para realizar la labor de investigación que requieren los bosques tropicales no hubieran sido suficientes, considerados desde un punto de vista global.

Existe la necesidad de que se creen varios laboratorios de productos forestales en los trópicos. Sería absurdo suponer que la iniciativa privada será capaz de llenar esta necesidad. Los bosques tropicales continúan ofreciendo grandes ventajas al hombre de negocios con visión y capital; pero el comercio de la madera es muy conservador y nadie que haya tenido alguna vez cualquiera conexión con la venta de nuevas especies de madera, podrá imaginarse que esta proposición ofrecería el mismo atractivo a la inversión de capitales como sucedería en el caso del petróleo, de los minerales, o aún del caucho y otros productos de las plantaciones.

Existen razones suficientes para que los laboratorios de productos forestales en el norte consideren la conveniencia de ensanchar sus actividades a fin de incluir en ellas los bosques tropicales. Aunque ya lo han hecho así en algunos casos, más bien se ha debido a circunstancias accidentales. La política forestal de los países productores de madera del hemisferio septentrional no puede seguir circunscrita al interés de esos propios países, sino que tendrá que correlacionarse cada día más con la explotación de los bosques de los trópicos. Consecuentemente es de interés mundial la coordinación de las labores de investigación sobre bosques tropicales y sus productos.

Si se llegare a un acuerdo sobre un plan general para la coordinación internacional de la labor de investigación en los bosques tropicales o, más generalmente, de la investigación de los recursos de los bosques tropicales, existe un punto que requerirá atención especial. El número de las especies en los bosques tropicales excede grandemente al de las de los bosques de zonas de clima templado y la misma necesidad que ya existe en el norte de incluir varias especies botánicas bajo un solo nombre en el comercio de la madera, asume gran importancia. Además, la variabilidad de muchas de las maderas tropicales es muy grande. Por ejemplo, la gravedad específica de la balsa, Ochroma lagopus, varía desde 0.08 hasta 0.48, o sea en una relación de 1 a 6. Tanto la cuestión de la nomenclatura como la de la clasificación son mucho más importantes y complicadas de lo que ordinariamente parece. La anatomía y la taxonomía de los árboles es indispensable para la silvicultura tropical; pero es pueril imaginarse que la identificación mediante una pequeña muestra de madera será suficiente para establecer el valor de una troza o de un cargamento de las mismas especies. El comercio de la madera valorizará más, con toda razón, un cargamento de madera bien clasificada, de origen botánico heterogéneo, que un cargamento de una sola especie que haya sido clasificada sin prestar la debida atención a las exigencias técnicas.

En muebles de maderas veteadas o en maderas enchapadas, la identidad botánica no será impugnada por el comercio. Un comprador de maderas pagará mucho más por un madero hermosamente veteado de una de las numerosas caobas "falsas", que por un madero sencillo de autenticidad reconocida. Sin embargo, el comerciante necesitará una evidencia científica microscópica si desea evadir un contrato oneroso. La desconfinza del comercio respecto a muchas maderas tropicales se intensifica como consecuencia de la enorme complicación de los nombres indígenas. de los diferentes nombres aplicados a la misma madera en lugares vecinos, y del mismo nombre dado a maderas que son completamente diferentes. Aún con la adopción de los nombres científicos la confusión sigue existiendo aunque en menor escala. Con la mejor de las intenciones algunas de las descripciones botánicas han sido confeccionadas tomando como base muestras de hojas, flores y frutos, las que subsecuentemente han resultado ser de especies diferentes. En los bosques de Java y de Surinam los investigadores fijaron números sobre los árboles que seleccionaron, los que fueron visitados en diferentes épocas por los recolectores. Igualmente, se les pidió a los miembros de las diversas tribus aborígenes que en distintas estaciones del año identificaran y dieran el nombre de los árboles seleccionados. De esta manera se obtuvo un material auténtico para los herbarios y - las colecciones de madera, procedente de árboles individuales auténticos que permanecieron en lugares conocidos del bosque y disponsibles para su re-examen y control. Con esta lista se formó un diccionario de los nombres indígenas y científicos. El trabajo controlado de los recolectores puede utilizarse para hacer las descripciones de los árboles, proporcionando así una base muy satisfactoria para la diagnosis de la identidad botánica.

La gran importancia del árbol individual ha sido demostrada muy claramente en la investigación practicada en Escandinavia sobre la selección del abedul (masurbirch) y de otros árboles de agrupamientos forestales. La numeración de árboles-madre seleccionados en los bosques tropicales puede quizá conducir, en el transcurso de algunas generaciones humanas, a un mejoramiento del linaje que apenas si sería creíble en la actualidad.

Los árboles de un significado histórico o poético son conservados con orgullo en todos los países. En algunos casos estos árboles pueden ser de interés botánico o silvícola. No sería muy trabajoso y podría ser de gran valor en la investigación forestal, el sugerir que en cada país del mundo se marcaran permanentemente con una placa numerada y se preservaran para fines científicos al menos 5 árboles adultos de cada una de las especies indígenas. La relación de estos árboles numerados, conteniendo todos los particulares de la información científica obtenido de ellos, debería depositarse en una institución forestal internacional, como la Dirección de Silvicultura y Productos Forestales de la FAO.

Para que pueda efectuarse una expansión económica y se alcancen altos niveles de vida, es necesario el desarrollo de los bosques tropicales.

En la actualidad la importación de madera y otros productos forestales es mayor que la exportación, de manera que los trópicos están drenando los recursos forestales de los países septentrionales.

CONCLUSIONES

La explotación y administración eficientes podrían convertir a los bosques tropicales en una riqueza muy valiosa, ofreciendo una oportunidad de inversión muy atractiva para el capital así como trabajo para un gran número de personas.

Esta explotación racional no podrá realizarse si no se logra que el aprovechamiento de los bosques tropicales resulte costeable. La explotación de estos bosques está grandemente restringida en la actualidad debido a que solamente unas cuantas clases de árboles. útiles para propósitos especiales, se entresacan de la mayor parte de los agrupamientos. Tiene que encontrársele mercado a las numerosas clases de maderas cuyas buenas cualidades no son lo suficientemente conocidas.

La situación forestal de los países del norte hace que esta investigación sea un asunto de interés mundial. Los institutos de investigación sobre los bosques septentrionales han realizado ya una labor considerable acerca de los bosques tropicales. Esta labor tiene que ampliarse e incorporarse dentro de un plan integral.

Es de recomendarse que cada país marque y conserve para propósitos científicos, por lo menos cinco árboles completamente desarrollados de cada una de sus especies indígenas.

Trozas terminadas en punta que son conducidas al aserradero en carreta tirada por bueyes, en Costa Rica.


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