Indice Página siguiente


Oro verde


Este es el titulo de una nueva película documental acerca de bosques y madera que pronto será exhibida por los teatros de todo el mundo.¹ Fué producida para las Naciones Unidas por la Svensk Filmindustri, y en ella se recalca que las naciones del globo deben laborar en conjunto a fin de asegurar la perpetuidad y uso de los bosques para el bien de todos. Este artículo sirve de presentación de la película al publico en general. También describe las diligencias de los 58 países miembros de la FAO, en sus es fuerzos por promover el más amplio desarrollo de sus recursos forestales al través de la FAO.

¹La distribución se hace por medio del Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas, Lake Success Nueva York, Estados Unidos Duración, 20 minutos, blanco y negro; tamaño, 16 o 35 milímetros. Narrada en inglés, francés o sueco.

EN un día de verano de un apacible valle de Suecia, la película Oro Verde muestra a un finquero arando en sus campos, mientras en la aldea cercana la vida diaria reanuda su curso. Un carpintero repara una casa, un niño juega en un columpio, y una ama de casa cocina la comida de la familia. Ninguna de estas actividades cotidianas serían posibles sin la madera. Así aunque durante todo el largo verano la vida de la aldea se consagra al cultivo de los campos, apenas entra el invierno, el finquero y sus vecinos, inician su segunda ocupación en la silvicultura. Mientras los campos se tienden bajo la pesada nieve, ellos llevan sus caballos y trineos a los bosques aledaños. Ahora, la vida de la aldea gira en torno de los montes que repercuten con el ruido de hachas y serruchos, y el estruendo de los árboles al caer. Las trozas tiradas por caballos, van por los caminos de nieve a los lagos y ríos, formando así el segundo eslabón de la cadena entre el bosque, la finca y la casa.

Con la llegada de la primavera, se forja el otro eslabón de la cadena. Cuando viene el deshielo, las trozas van empujándose río abajo, cada vez moviéndose más lentamente en tanto se aproximan al mar. En las aguas costeras, hombres y mujeres clasifican las trozas guiándolas al aserradero y a las fábricas de pasta. Ahora la cadena se extiende; en el aserradero se hace madera aserrada para casas, y de la fábrica de pasta viene el papel, que constituye el artículo más comúnmente usado en la vida diaria. Algunas de las trozas toman una senda distinta y se convierten en postes de telégrafo y madera multilaminar, o en casi cualquier otra cosa, desde un mueble hasta aeroplanos.

Muchos de estos productos de la madera se cargan en barcos y son objetos de comercio en los centros financieros e industriales del mundo. Millones de personas usarán estos artículos, y millones más vivirán directa o indirectamente de los bosques del mundo y cuando el arboricultor recibe el pago de su "oro verde", el último eslabón de la cadena queda cerrado.

"Sí, la madera es oro verde", dice la película, "pero el bosque no es una mina de oro para ser explotada cruelmente." Un árbol puede necesitar 70 años para crecer, pero nada más que 70 segundos para derribarse; y cuando los bosques se destruyen, la naturaleza devuelve golpe por golpe. El desastre puede comenzar con la furia de una tormenta sobre fincas y campos desamparados de bosques. El agua entonces, chapotea sin trabas sobre la tierra lavada de su rica capa superficial, y los irritados ríos se desbordan arrastrando los bancos de tierra. En muy poco tiempo desaparecerán de una vez las prósperas fincas y sobrevendrá la ruina de sus propietarios.

Los bosques del mundo deben de ser preservados, ano cuando sólo fuera porque son los guardianes del suelo y el agua. Ellos protegen la tierra de la erosión, crean grandes reservas de agua, influyen en el clima y, ano algunas veces, suministran al finquero del suelo en que cultiva sus granos. La trabazón entre bosques y fincas se hace más consistente, porque en la mayoría de los países el finquero depende de los bosques para su casa, sus graneros, su combustible y sus cercas, y es él quien debe hacer más por preservarlos.

En Suecia y otros lugares de Europa, el arboricultor puede manejar apropiadamente sus arbolados, pero siempre sin poner en duda su riqueza forestal. El sabe que hay abundancia de madera para las necesidades cotidianas de su familia y que, además, se halla en capacidad de vender mucho más. Sin embargo, en la India, China y muchos otros países del Asia, los arboricultores saben que sus desnudos bosques no pueden proporcionar suficiente madera, ni aun para llenarle a cualquiera las simples necesidades de leña y casas. En el Cercano Oriente no hay mayor riqueza forestal; unas pocas arboledas es todo lo que queda de los cedros del Líbano, famosos en los tiempos bíblicos, y las que fueron fértiles tierras agrícolas de sus alrededores han quedado convertidas en un árido desierto.

Pero en otros continentes, notablemente en la América Latina, existen grandes selvas vírgenes inexplotadas y a menudo sin figurar en los mapas. Además de los bosques tropicales, compuestos de una infinita variedad de especies, hay algunos bosques de madera comercial, casi vírgenes. Por muchas razones técnicas y económicas, estos bosques nunca se han tocado; pero ninguna de estas razones son suficientes para justificar el que esta situación continúe existiendo. Por medio de técnicas modernas será posible, en la próxima generación, hacer de la América Latina, uno de los más grandes suplidores de productos forestales para un mundo próspero.

De los cuatro mil millones de hectáreas de suelos forestales del mundo, solamente se ha hecho uso de un tercio. El rendimiento de estos bosques explotados, es cerca de una tonelada de productos de madera por cada hectárea. Además, con una apropiada administración, los bosques pueden llegar a rendir, por lo menos, dos toneladas de productos de madera por cada hectárea. Esto duplicaría la cantidad de los productos de madera de la que pudieran disponer los pueblos de todos los continentes.

No hay duda de que hay una gran demanda contenida en los productos de madera. Según los estadísticos, un tercio de toda la humanidad que vive en Europa, Norte-América y Rusia, ocupa el 80 por ciento de toda la madera y el 90 por ciento de toda la pasta producida en el mundo. Sin embargo, mil quinientos millones de personas que habitan otras regiones del globo, necesitan igualmente de madera. Además de esta demanda potencial, los recientes descubrimientos de los químicos y tecnologistas de la madera en los múltiples usos nuevos de los productos de la madera, han creado ya una mayor demanda de este material más allá de las necesidades básicas de leña y casas.

En los tiempos de crisis económica mundial, cuando los mercados parecen estar saturados de madera, muchos arboricultores de los países de gran producción maderera de Europa y Norte-América, pueden creer muy bien que ya hay demasiada madera en el mundo. Pero si todas las naciones del globo laboraran en conjunto para resolver el difícil, pero no imposible problema de aumentar el poder de compra de los países menos desarrollados, entonces, millones de personas más estarían en condiciones de adquirir estos productos, y aquellos que los producen, estarían seguros de venderlos a buen precio. Con un bien delineado programa de desarrollo forestal, y con la ayuda de la ciencia, billones de toneladas de artículos adicionales de levaduras de proteínas para la alimentación, y plásticos para papel y casas, serían extraídos de los bosques cada año, abriendo una nueva era en el uso de la madera.

Este es el tema de la nueva película Oro Verde de las Naciones Unidas. Es también la idea básica que sostiene a la Dirección de Silvicultura y Productos Forestales de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Por encargo de los países miembros, la FAO se ocupa del trabajo de incrementar los rendimientos de sus fincas, bosques y pescas, y la Dirección de Silvicultura y Productos Forestales, tiene la especifica tarea de aumentar las existencias de madera del mundo. Trata de llevar a cabo esta obra animando a los países miembros a que reduzcan los desperdicios de madera en las operaciones de corte y carga de trozas, manufactura y uso; a que mejoren la distribución doméstica e internacional; incrementen los rendimientos de los bosques existentes por medio de métodos científicos, y a que creen nuevos bosques. El nombre de la Dirección indica por sí mismo el sentido de su política general. Ya está reconocido que no puede haber una línea divisoria entre los bosques y sus productos, porque la cosecha del bosque es una cosecha industrial, la que una vez cortada se transforma en una infinita variedad de productos. Seria tan ilógico para la FAO considerar solamente a los bosques en si mismos, como considerar el cultivo del grano y la crianza de animales sin prestar atención a las necesidades de nutrición de un mundo hambriento.

Durante sus tres años de operaciones, la Dirección ha hecho importantísimos adelantos en su gran aventura. Ha comenzado con la enorme tarea de descubrir hechos reales, porque no hay en la actualidad una fuente para obtener siquiera una breve valoración de todos los recursos forestales del mundo. Los ha tenido que tomar de muchos de los múltiples cuerpos silvicultores internacionales que habían contendido entre si antes de la guerra. Esto es, delineando la ruta perseguida por los laboratorios del mundo en sus intentos por resolver las numerosas dificultades de la transformación de la madera en productos útiles. Respaldada por 58 países miembros, continuará dando su ayuda hasta que los aserraderos transitorios de ayer, sean transformados en las estables e importantes industrias del mañana.

La película Oro Verde nos da solamente una idea de las ramificaciones de este trabajo, pero proporciona un reflejo de la Conferencia Marianske-Lazne, efectuada en Checoeslovaquia en 1947, y que fué la precursora de otras conferencias organizadas por la FAO, donde concurrieron las naciones para ajustar sus planes nacionales de silvicultura, dentro de una amplia norma regional. Europa fué seleccionada como la primera zona de acción de la FAO, a causa de la tremenda carestía de madera que siguió a consecuencia de la última guerra. El trabajo en Europa fué llevado a efecto en tres fases, las que se adoptaron como modelo de acción en todas las otras regiones del globo.

En la primera fase, los expertos de la FAO llegaron a Europa a examinar la situación de primera mano. Encontraron que los bosques de Europa habían estado desprovistos de una sexta parte de sus árboles desde 1937, mientras los países seguían cortando más árboles de los que se podían ir produciendo, con el objeto de reconstruir sus fábricas y entibar las paredes de las minas a medida que así lo exigían las necesidades de carbón. Encontraron que el equipo para extraer madera estaba gastado y que los caballos que antes sirvieron para el transporte de trozas habían desaparecido sin ser reemplazados. Cuando habla hombres disponibles, éstos no siempre iban a los bosques de las montañas a cortar madera en el deshielo de la primavera, porque hacía falta buena comida, ropa adecuada para el frío y zapatos para sostenerse en su pesado trabajo. Mientras tanto, las casas esperaban la madera aserrada. De acuerdo con el reciente cálculo hecho en 15 países europeos, se necesitan más de un millón y medio de casas cada año para el próximo lustro. Frente a esta demanda sin precedentes, estos países pueden edificar tan sólo cerca de medio millón de casas en un año. Las verdaderas necesidades de madera eran enormes, pero debido a que la mayoría de los países no contaban con suficientes divisas extranjeras para comprar madera en el exterior, tuvieron que reducir sus demandas a menos de la mitad de lo que realmente necesitaban. En lo general, el comercio internacional y los conductos normales de distribución, se habían roto completamente con la guerra y no existía una maquinaria internacional capaz de ponerla en marcha otra vez. Una aguda crisis de madera parecía inevitable.

La FAO puso en acción la segunda fase de su programa, y preparó la Conferencia Internacional de la Madera en Marianske-Lazne, para reunir a las 27 naciones europeas. Aquí los expertos dieron ocupación a sus lápices, y calcularon que para 1948 Europa necesitaría cerca de tres millones más de standards para madera aserrada de la que se podía conseguir bajo las condiciones existentes. Se habla dado un paso audaz. Las naciones convinieron en cortar un 10 por ciento más de árboles de la que habían planeado, y usar madera aserrada solamente donde fuera absolutamente. Esto fué completamente conseguido y así pudo Europa obtener casi dos millones y medio de standards extras para cubrir durante ese año sus imperiosas necesidades de madera.

Sin embargo, esta drástica solución ocasionó después un empobrecimiento de los ya agotados bosques de Europa. Este problema fué reconocido en Marianske-Lazne. La FAO, desde luego, decidió poner en acción la tercera fase del programa, la cual se realizó organizando una Comisión Europea de Silvicultura y Productos Forestales, encargada de la responsabilidad de promover todos los aspectos de una buena administración forestal y de estimular a los países europeos a la revisión de sus planes nacionales forestales con vista a las condiciones de un mundo futuro. Esta oficina informó recientemente que toda la restauración en gran escala y la replantación de bosques recomendadas en Marianske-Lazne para compensar el considerable aumento temporal de las talas, ya se estaban llevando a cabo.

Mientras estas tres fases del programa de la FAO se ponían en práctica, una nueva agencia internacional apareció en escena: la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa. Esta agencia carga con la responsabilidad general de promover la reconstrucción económica y el desarrollo del continente. Juntas la FAO y la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa, decidieron organizar un Comité de la Madera, dentro de la estructura de esta última, para continuar trabajando en los problemas emergentes de la existencia de madera europea. Hacia el final del año pasado, la brecha entre las inmediatas necesidades de madera de Europa y las existencias, la cual, hace dos años, habla parecido uno de los más alarmantes aspectos de la reconstrucción europea, estaba ya sustancialmente cerrada. Ahora la tarea consiste en lograr más madera para satisfacer las necesidades reales de las comunidades europeas.

El Comité tiene un plan delineado para incrementar las exportaciones de coníferas europeas por la suma de 120 millones de dólares, durante los próximos dos años. El plan excita a conseguir esta madera poniendo a disposición de los países productores equipos silvicultores de un valor aproximado de 16 millones de dólares, comprendiendo desde arreos de cuero, hasta aserraderos completos. Después de un examen de las existencias disponibles en Europa y Norte-América, se descubrió que solamente cerca de la mitad de este equipo habría de ser comprado con dólares, porque mucho de lo que se necesitaba, era manufacturado en Europa y seria obtenido a cambio de madera. El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, también convino en principio en otorgar créditos a los países interesados para la compra del equipo necesario en los Estados Unidos de América. Las negociaciones para estos préstamos de madera, ya están en una etapa avanzada, pero los acuerdos finales de comercio y capital, solamente han sido firmados, hasta ahora, con Finlandia. En reciprocidad a esta ayuda, los productores europeos de madera, se han comprometido por si mismos a exportar las existencias extras de este material que se produzcan por medio de este equipo. Con la firma de otros acuerdos entre los varios países interesados y el Banco, habrá más madera aserrada disponible, y Europa habrá adelantado un gran paso en la modernización de sus industrias forestales.

En la América Latina, la FAO siguió el mismo programa de acción. En la primera fase, algunos de los miembros del personal de la FAO apreciaron sobre el terreno la situación de la madera en todo el continente. Ellos ya saben que las selvas vírgenes de la América Latina cubren más de 850 millones de hectáreas de tierra, y están compuestas de una gran variedad de especies. Saben también, que a pesar de esta inenarrable riqueza, la América Latina quizás importa hoy en día dos veces más madera de la que exporta. Ellos querían descubrir la fórmula de cómo desarrollar estas tierras de bosques. Seguramente por este medio se conseguiría formular un programa de acción común a ser suscrito por todos los países latinoamericanos, ante la gigantesca tarea de explotar las nuevas especies de madera y levantar las industrias forestales. Estas personas informaron a la Dirección de la FAO de sus conversaciones con los altos empleados forestales de la América Latina acerca de las posibilidades de desarrollo, y se decidió poner en acción la segunda fase del programa.

En mayo de 1948, 18 países asistieron a la Conferencia Latinoamericana de Silvicultura y Productos Forestales reunida en Teresópolis, Brasil. En esta Conferencia las naciones representaban cuatro grandes intereses en el fomento forestal de la América Latina. Entre el grupo latinoamericano se hallaban los países que cuentan con enormes reservas de riqueza forestal. El segundo grupo consistía de las naciones grandemente industrializadas, de las cuales procedería la maquinaria y equipo para la explotación de estos bosques. Las naciones europeas presentes en la Conferencia formaban el tercer grupo, interesado en las posibilidades de la futura exportación. El cuarto grupo se componía de los expertos silvicultores europeos y norteamericanos, con experiencia de primera mano acerca de las condiciones forestales de los países latinoamericanos que podrían ayudar a estos países a plantear sus problemas.

El fruto más saliente de la Conferencia de Teresópolis fué el acuerdo unánime de todos los gobiernos interesados de América Latina para impeler la formación de programas de fomento de acción concreta. Ayudados por la FAO, los países comenzaron por formular la lista de sus necesidades inmediatas de equipo y créditos. Hicieron preparaciones para el inventario completo de sus recursos forestales, la extensión de los servicios forestales nacionales y la organización de los medios de investigación y adiestramiento sobre bases internacionales, en todos los países latinoamericanos. La naturaleza de los obstáculos que hay que vencer, puede comprenderse con sólo plantear el problema de conseguir arboricultores suficientemente experimentados. La América Latina necesita más de 1,000 arboricultores profesionales y más de 2,000 semiprofesionales capacitados, para garantizar así la apropiada administración de sus magníficos recursos forestales. Con todo, hoy en día, se hallan trabajando solamente unos 300 arboricultores profesionales y 450 semiprofesionales, y muchos de éstos, con necesidad de una instrucción más intensiva.

Para conservar un intimo contacto con los planes de los arboricultores nacionales, la FAO organizó, a principios de 1949 y con carácter permanente, una Oficina de Silvicultura y Productos Forestales para la Amé rica Latina en Río Janeiro. Con el establecimiento de una Comisión Latinoamericana de Silvicultura y Productos Forestales, que ya tuvo su primer periodo de sesiones, quedó completada para esta región la tercera fase de la acción preparatoria de la FAO. La tarea básica de esta Comisión, es la de inducir a todos los países latinoamericanos a que adopten programas específicos de desarrollo para sus bosques e industrias forestales, dentro de un marco regional de trabajo.

En su primera reunión, esta Comisión adoptó un informe inicial del monto de capital y equipo que se necesita para el desarrollo de los bosques continentales. Una investigación posterior ya había demostrado otro aspecto de la cuestión, particularmente el que la falta de equipo no es el verdadero obstáculo para el desarrollo. Antes de que el equipo pueda entrar en servicio, debe existir una industria capaz de ponerlo en uso, y en la actualidad una industria semejante sólo puede encontrarse en unos pocos casos y en pequeña escala. Desde luego, el énfasis de este informe fué centralizado en las necesidades de capital, dirección industrial y mercado para el desarrollo sistemático de las modernas industrias forestales en los diferentes países.

Puede ser que el problema de hacer un completo uso de estos bosques tropicales tenga muchos aspectos, y la tarea no es en verdad un asunto fácil. La investigación y el examen deben llevarse a cabo antes de que las industrias forestales puedan establecerse en el Valle del Amazonas y en otras regiones de bosques tropicales de este continente. Desde luego, se propone organizar tan pronto como sea posible, una o dos llamadas "combinaciones silvicultoras" en las regiones tropicales. Tal combinación está basada en principios de uso completo y administración sistemática de una gran región forestal determinada. Esto se consigue organizando una variedad de industrias que se complementen entre si, tales como molinos de pasta, aserraderos, fábricas de madera multilaminar y, posiblemente, plantas capaces de manufacturar un cierto número de productos químicos. De esta manera, el residuo procedente de una operación se convierte en materia prima para las otras, y los rendimientos, que en las industrias aisladas alcanzan apenas un 20 por ciento del volumen de cortes de madera, podrían elevarse a un 60 o un 80 por ciento.

Si este proyecto llegara a tener buen éxito, suministrará la llave para inaugurar uno de los mayores almacenes de riqueza renovable del mundo, con la capacidad de estar proporcionando casi toda clase de productos, tanto para las necesidades domésticas del pueblo de la América Latina, como para la exportación a otros continentes.

A diferencia de las regiones americanas y europeas, el Lejano Oriente cuenta con recursos forestales relativamente escasos. Como resultado, la densísima población de esta parte del mundo, tiene que mantenerse con una pequeña fracción de madera en relación con la que pueden disponer los pueblos de Europa y de las dos Américas. La necesidad de madera es tan grande, que seria fútil esperar colmarla en un corto lapso, ya sea con los bosques del Lejano Oriente o por las cuantiosas contribuciones de los otros continentes. La escasez de madera se debe principalmente a los siglos de destrucción de bosques y a la mala. administración efectuada por la tremenda presión ejercida en las tierras de los alrededores por el progresivo crecimiento de la población. En muchos países, la necesidad de alimento ha sido tan grande, que han tenido que cultivar los granos en las vertientes - de las colinas, donde jamás se debía haber talado los bosques. En otros países, los bosques han sido derribados completamente, y las zonas que antes ocupaban, se hallan ahora infecundas y estériles. Los resultados de la extensa erosión de las tierras de fincas, han alcanzado, hoy en día, proporciones alarmantes, con amenaza de la vida de millones de personas. No hay una salida para este círculo vicioso, a excepción de la ayuda de los gobiernos para un plan y ejecución de replantamiento en gran escala de las extensiones desarborizadas. Mientras tanto, mediante el firme desarrollo de los pocos restos de bosques inexplotados, el incremento de las exportaciones de madera procedente de las más compactas regiones boscosas a otras partes de la región, y el uso más apropiado de las existencias actuales, pueden hacer mucho para aliviar las dos más urgentes necesidades: leña y madera aserrada barata para casas, así como cualquiera otra obra de construcción.

En esta región la FAO ha completado la primera de las dos fases de su programa de fomento forestal. Después de los contactos preliminares con los principales oficiales silvicultores del Lejano Oriente, la Conferencia de Silvicultura y Utilización de la Madera fué convocada en Misora, India, en 1949. Esta fué la primera reunión internacional que se llevó a cabo para tratar de los problemas forestales del Asia y el Pacifico, y la respuesta de los 10 países concurrentes, fué entusiasta.

Acerca del problema inmediato de conseguir más leña y carbón de madera para las aldeas, los delegados a esta Conferencia convinieron en un conjunto de medidas para que los gobiernos las pusieran en acción.

Se dispone de mucho más madera de la que generalmente se cree, pero debe ser llevada de las regiones de abundancia, a las regiones de escasez y ser empleada económicamente. Los hornos modernos de carboneo y los aserraderos, reducirían el desperdicio en el empleo de madera, alargando así las existencias disponibles.

En cuanto al emergente problema del control de la erosión del suelo, la Conferencia pidió a cada gobierno de la región que organizara una autoridad central para el plan y ejecución de buenas prácticas para el uso y conservación del suelo. Se propuso la emisión de leyes en cada país para facultar a los gobiernos a actuar en el momento en que esas prácticas fueran descuidadas, ya sea en tierras del Estado o en las de propiedad privada. Se pidió también que se pusieran en efecto planes audaces de protección y replantamiento de árboles en las cabeceras de los grandes ríos de esta región, así como para proyectos de reforestación en gran escala. Todas estas medidas serán promovidas activamente por el «rapo de Trabajo para la Silvicultura y Productos Forestales del Lejano Oriente, recientemente fundado.

La tercera parte del programa está proyectada para 1950 con la organización de la Comisión de Silvicultura y Productos Forestales para el Asia y el Pacifico, la cual fué solicitada en la Conferencia de Misora.

La FAO también ha comenzado a trabajar en otras regiones forestales del mundo. En el Cercano Oriente, donde la restauración forestal es una de las más gran des necesidades, la primera fase del programa de fomento ya está siendo ejecutado por países miembros. También han comenzado a hacerse viajes de exploración al Africa y se está intercambiando información entre la FAO y los oficiales forestales de los países comprendidos en esta región. En la región norteamericana, que incluye a los Estados Unidos de América, Canadá y Alaska, ya hay excelentes servicios forestales para la apropiada administración de sus enormes recursos, y las grandes compañías industriales, están practicando cada vez mejor silvicultura. El resto de la gran región forestal del mundo se encuentra en la Unión Soviética. Este país no es todavía miembro de la FAO, pero el gobierno de la Unión Soviética está procurando medidas con las cuales cumplir la gran promesa para un sólido desarrollo de los inmensos bosques del país.

En tanto exista necesidad en el mundo, la inmediata tarea de la FAO es la de incrementar las actuales existencias de alimentos y madera y llevarlas donde hagan más falta. Pero la tarea del futuro es la de realizar el uso prudente de la tierra, de suerte que habrá de levantarse un mundo mejor alimentado y mejor abrigado. Para estas dos tareas, debemos de proclamar al bosque, más allá de su papel de protector de cosechas y conservador de aguas, como la fábrica que produce el más importante recurso renovable de la tierra: la madera.

Cortando en largas tiras el papel periódico de acuerdo con el tamaño exigido por las prensas. Una parte del dinero que usted paga por su periódico todas las mañanas va a parar a manos del arboricultor. (Cortesía de la Junta Nacional Cinematográfica del Canadá)


Inicìo de página Página siguiente