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Mejoramiento de la Población Rural en las Zonas Forestales Tropicales

Por P. ALLOUARD, del Centro Técnico de Silvicultura Tropical, Francia

EN casi todos los países tropicales, la explotación desordenada de los bosques da por resultado el empobrecimiento de las gentes que viven en ellos y el menoscabo de los propios bosques. A causa de la misma naturaleza de su composición heterogénea, los bosques tropicales son relativamente pobres y, si se talan sin tener en cuenta ningún principio de silvicultura, su valor disminuye ano más y no pueden ser capaces de sustentar a las gentes que viven en ellos.

Por consiguiente, el aprovechamiento de los bosques debe llevarse a cabo con vistas a su mejora futura y a la elevación en los niveles de vida de las personas que de ellos dependan.

Los habitantes de los bosques tropicales subsisten, principalmente, gracias a cultivos temporales o migratorios, usando para este objeto superficies reducidas de tierra aclarada de árboles y después quemada, que posteriormente abandonan, trasladándose a nuevos claros. Tales prácticas, si no están debidamente dirigidas, conducen a un rápido empobrecimiento del suelo y a la transformación progresiva de las tierras boscosas en sabanas, totalmente inservibles para cualquier tipo de cultivo agrícola. Cuando se arrasan las sabanas por medio de fuegos anuales, el suelo se vuelve cada vez más estéril, se acentúa la erosión de la tierra, el curso de los ríos se hace torrencial y el clima local sufre cambios perjudiciales que pueden extenderse, incluso, a regiones distantes del lugar en que tales perturbaciones se originan.

Por ello, es imperativo detener el agotamiento de los bosques tropicales, tanto si éste se debe a una explotación anárquica, como si lo origina la agricultura migratoria desordenada. Si pudiese ponerse un freno a estos dos males simultáneamente, el agotamiento de los recursos forestales y la degradación de los suelos - las dos causas principales del empobrecimiento de los habitantes - quedarían, automáticamente, eliminados.

Sin embargo, no basta eliminar el desgaste de los recursos materiales. Además ha de concederse atención al progreso de los propios habitantes, a los que no hay que considerar simplemente como gente atrasada. Los habitantes de casi todos los bosques tropicales - sobre todo los que viven de la agricultura migratoria - están asentados a grandes distancias unos de otros, su nivel económico de vida es muy reducido y son esclavos de su forma de existencia; sus vidas son muy primitivas, su salud precaria, sus cabañas pobres, la natalidad escasa y la educación casi puede decirse que no existe; pero cualquier mejora introducida en su forma de vivir debe depender de los progresos que puedan lograrse en el aprovechamiento de los recursos naturales que los rodean.

Aunque queda todavía mucho por aprender en cuanto a la agricultura y silvicultura tropicales, algunos hechos son ya bien conocidos. En muchos países se han aplicado ya, con éxito, la rotación de cultivos, el uso de abonos químicos, la cría de ganados, los sistemas de riego, el cultivo de las tierras contra la erosión, la formación y cuidado de bosques, la lucha contra los incendios, etc. Sin embargo, casi en todas partes, los intentos individuales por introducir tales prácticas, por muy dignos de encomio que hayan sido, han tenido poco efecto para mejorar las condiciones de las comunidades forestales que se encontraban en un grado primitivo de desarrollo. De esto se ha sacado, a menudo, la conclusión de que tales poblaciones no pueden adaptarse a la vida moderna y de que son incapaces de progreso alguno, con el resultado de que los esfuerzos hechos para ayudarlos han sido, con harta frecuencia, abandonados.

Aunque las comunidades forestales, bien a causa de su reducido nivel de vida, o bien por la escasez de su población, no pueden tener una gran importancia económica en el futuro inmediato, merecen, sin embargo una sincera consideración. Los esfuerzos encaminados a mejorar sus condiciones de vida son justificables, en primer lugar, como medios para detener el desgaste de sus recursos naturales - desgaste que puede afectar adversamente a las comunidades vecinas de mayor desarrollo - y en segundo, porque cualquier mejora, por pequeña que sea, puede muchas voces ser el punto de partida de realizaciones más completas, cuando las condiciones sean favorables.

Las ideas que presentamos en este artículo se basan en la experiencia práctica de diez años, obtenido en Camboja, Indochina, acerca de los problemas que afectaban a seis aldeas - con una población total de unas 1.500 personas - que se encontraban en distintas etapas de evolución hacia una forma más moderna de vida. Las lecciones allí aprendidas han sido comparadas, desde entonces, con experiencias similares de otros países; por consiguiente, los principios aquí sentados no son simples teorías o utopías, sino que tienen una sólida base real. La larga práctica nos ha enseñado que la aplicación de estos principios es un asunto de la más urgente necesidad que, si fuera en general mejor comprendido, sería el medio de evitar muchas decepciones y gastos considerables.

La Necesidad de Estrecha Cooperación entre los Técnicos

Cuando se examinan de cerca las razones por las que una comunidad no adopta las prácticas modernas que se busca imponerle, aparecen dificultades inesperadas, que sólo podrán comprenderse poniéndose en el lugar de las gentes a las que debieran beneficiar.

El autor ha tratado un caso típico, concerniente a las posibilidades de mejorar ciertas tierras bajas, mediante el uso de una variedad de arroz de gran rendimiento.

Esta variedad particular de arroz requería no solamente una tierra bien regada, sino también el empleo de abonos - proceso totalmente desconocido en aquella región. Para conseguir los abonos necesarios, había que criar ganado, procurar forrajes y recoger el estiércol. Además, se hacían necesarios secaderos especiales, para que el arroz alcanzara una calidad normal, requiriéndose para su funcionamiento condiciones físicas superiores a las que podían encontrarse entre la población indígena. El proyecto entero dependía, por consiguiente, de la mejora de los regímenes alimentarios de la comunidad: la cual podría lograrse más económicamente si el arroz fuese descascarado en el lugar de producción (y no, como venía haciéndose hasta entonces, en los grandes centros de molienda), y las cascarillas fuesen empleadas como pienso para el ganado, sobre todo porcino, con el consiguiente beneficio para la comunidad. Con ello se habría establecido una pequeña industria agrícola local, que precisaría trabajadores competentes para su funcionamiento, traídos incluso de otras regiones, en cuyo caso deberían ser provistos de alojamiento y facilidades sanitarias.

La finalidad de este ejemplo es mostrar que, para cualquier región determinada en que la economía se oriente hacia la obtención de un producto particular (sea agrícola o forestal), es necesario conseguir un progreso, no sólo en un campo técnico, aunque éste sea el más importante, sino también en todas las ramificaciones accesorias de esa labor. Se puede afirmar como regla general que el firme progreso en un aspecto de una actividad dada es proporcional al progreso conseguido en todos los demás aspectos de la misma actividad. En otras palabras, el progreso o es total o es nulo.

Puede aún citarse otro ejemplo de Camboja. Cierta región era tan pantanosa que apenas si estaba habitada; para llevar a cabo en ella trabajos forestales, el Servicio Forestal se vió obligado a traer trabajadores de otras regiones más pobladas. Sin embargo, para hacer posible que éstos pudiesen trabajar en regiones tan malsanas, fué necesario acometer una campaña sistemática contra las condiciones pantanosas, habiéndose dispuesto como medida preliminar, el suministro de medicamentos contra la malaria a todos los trabajadores ocupados en desecar la región. Como no era preciso desecar toda la región, sino únicamente aquellos puntos que debían ser saneados de la malaria, se establecieron grupos de personas en los lugares en que se requería un mínimo de saneamiento, dejando agua suficiente para los estanques de los aserraderos, el riego de los viveros forestales y las necesidades diarias de los habitantes. Los canales de avenamiento contra la malaria se utilizaron para regar las ricas tierras bajas que quedaron así transformadas en huertos. La repoblación forestal se llevó a cabo de tal forma que cubriese los canales de avenamiento con una densa vegetación, para evitar así el crecimiento de mulas hierbas y prevenir la reproducción del mosquito propagador de la malaria. Los estanques para maderos, próximos a los aserraderos, se construyeron de forma que permitiesen a las aguas tratadas pasar a los canales de avenamiento contra la malaria, en los que quedaban destruidas las larvas de mosquitos anóteles. Las dependencias para el ganado se situaron de manera que formasen una barrera protectora entre las habitaciones humanas y la zona de los mosquitos, ya que éstos tienen mayor preferencia por el ganado que por las personas. Esto nos da un ejemplo de cómo una empresa difícil y costosa puede resolverse con la coordinación de varias técnicas, como son las sanitarias. agrícolas y forestales.

Necesidad de Coordinación en el Campo

La cooperación debe existir, no solamente entre las distintas técnicas interesadas en la economía rural, sino también entre las organizaciones que representan intereses privados y públicas, autoridades administrativas y cualquier otro servicio que ejerza influencia local. La necesidad de tal cooperación parece tan lógica y elemental que no hay necesidad de insistir sobre ella. Sin embargo, en la práctica, los técnicos sólo se interesan, con frecuencia, en sus propias actividades, excluyendo de éstas las actividades de los demás. Debe crearse un espíritu de cooperación que esté por encima de las personalidades y de las actividades especializadas, cooperación que encuentra su mejor expresión en el trabajo en el campo. Para este objeto, una sola persona debe ser responsable de la dirección y de los esfuerzos combinados de todos los servicios. Ha de asegurarse la permanencia de su posición y debe contar con la ayuda de un cuadro de técnicos. Su papel es ejercer una influencia personal favorable sobre la población y dirigir todas las actividades públicas y privadas hacia la labor combinada de modernización. Este es el mismo principio que se aplica, en una escala mucho mayor, en la Administración del Valle del Tennessee; los mismos que se encuentran en «l'Organisme français de modernisation du paysannat au Maroc» y otras organizaciones similares de muchos otros países. Este movimiento de modernización no debe ser una actividad puramente pública: puede ser sostenido y patrocinado por empresas privadas cuyos intereses económicos particulares coincidan con los planes de modernización, o bien emprenderse como parte de un contrato con el gobierno.

Importancia del Factor Psicológico

Con frecuencia, las dificultades que se presentan en la aplicación de un plan de modernización responden no a una falta de conocimientos técnicos, sino a la actitud y reacciones de los habitantes locales. Las poblaciones de las regiones forestales son con frecuencia supersticiosas, reacias a cambiar sus formas de vida y suspicaces para con los forasteros, sobre todo si son extranjeros. Croen, muchas veces, que una forma de vida distinta de la suya propia, así como unas condiciones de trabajo más ventajosas, son como el derecho exclusivo de una clase privilegiada que dispone de una riqueza que ellas nunca podrán tener, una clase que viaja a expensas del gobierno y que asocia con gentes que consideran opresoras. Por eso, para conseguir una mayor comprensión, es esencial que la persona que promueva cualquier plan de modernización, así como sus colaboradores, puedan hablar la lengua de la región; deben tener tanto el deseo como la paciencia suficientes para llegar a entenderse con la población local, y deben ser capaces de apreciar la posición y las reacciones de aquellos con los cuales tienen que tratar. Debe recordarse que, si una población forestal es recalcitrante y desconfiada, ello se debe con frecuencia al hecho de que sus experiencias anteriores con el mundo exterior han consistido en el trato con comerciantes de maderas sin escrúpulos, que se aprovecharon de su ignorancia, o porque se han visto sujetos a torpes y onerosas regulaciones administrativas. Pero, una vez ganada su confianza, estas poblaciones, cuyas necesidades materiales de ordinario son pocas, colaborarán en proyectos de los que ellos mismos no obtienen ningún beneficio inmediato, cosa mucho más difícil de lograr con las poblaciones de nivel más elevado.

La psicología aplicada está hoy a la orden del día, habiendo logrado algunos países en los últimos años progresos considerables en este sentido, en relación con el bienestar rural. Al emprender cualquier plan de modernización rural en las regiones forestales de los trópicos, pueden evitarse muchas costosas e innecesarias decepciones, si se aprovecha la experiencia que en el mismo campo se ha ganado en otros países.

Sector es de Desarrollo

Con el fin de que la cabeza directora de cualquier empresa de fomento pueda ejercer una influencia efectiva, la experiencia aconseja que su responsabilidad no debe cubrir ninguna comunidad de más de 2.000 a 4.000 personas. Este número puede reducirse ventajosamente ano más, según la dispersión y grado de desarrollo económico de la población. Incluso con una unidad administrativa de esta magnitud, cualquier intento de modernización debe ser gradual, empezándose al principio con una sola comunidad y los territorios que dependan directamente de ella. Por conveniencia, llamaremos a esta unidad «sector de desarrollo». Cualquier programa local de modernización debe coordinarse con el programa general; pero debe concederse un margen suficiente para las adaptaciones locales cuya necesidad se haga patente.

En los sectores de desarrollo son de importancia fundamental la continuidad de esfuerzo, un apoyo financiero seguro y, especialmente, la retención del personal competente. Pueden citarse muchos ejemplos de desarrollo rural, que comenzaron bien pero fracasaron después, bien porque la persona que inició el movimiento abandonó la región, o porque cesó la recepción de los fondos necesarios, o porque las autoridades responsables abandonaron el proyecto al enfrentarse con la primera dificultad. Debe asegurarse el apoyo financiero, punto éste que los promotores de las tareas y los mismos ingenieros no siempre aprecian debidamente. Una interrupción temporal en la construcción de una presa o una carretera no puede decirse, como regla general, que de por resultado una pérdida material irreparable; mas una interrupción en los progresos rurales, supone con frecuencia un golpe del que ex difícil recobrarse. Puede ser más fácil comenzar todo de nuevo que intentar la reparación del daño.

Creación de Sectores Piloto

El objetivo final de la asistencia técnica es, desde luego, conseguir una modernización, no simplemente en áreas reducidas, sino en territorios vastos. Si se desea obtener resultados para fines demostrativos, estos resultados deben ser substanciales y remuneradores. Aquellas comunidades que se beneficien con la modernización deben mostrarse a favor de ésta, y deseosas de sufragar sus gastos, aun cuando éstos se prolonguen por un período de años. Para crear en una población un estado mental favorable a la modernización, es preciso hacerle ver los beneficios que de ella puede recibir, además de darle seguridades verbales por parte de los dirigentes de los sectores de desarrollo. La demostración más eficaz no es la proporcionada por la estación experimental individual, sino por el ejemplo de una aldea vecina o núcleo de población que haya logrado elevar sus condiciones de vida y esté satisfecha con los resultados obtenidos. Esto es así especialmente cuando las condiciones originales de Las dos comunidades son comparables y los habitantes hablan la misma lengua. Sin embargo, lo que más se necesita es la creación de un sector piloto en cada región o en cada tipo de economía rural, centro donde pueden demostrarse las lecciones más avanzadas de experiencia acumulada, así como su aplicación práctica. Esto no debe estar limitado a un solo tipo de estación experimental o de procedimiento técnico, sino que debe ser típico de una comunidad total con sus habitantes, el territorio del que dependen, su vida económica y sus problemas. En el sector piloto pueden concentrarse estudios intensivos de un carácter fundamental, llevar a cabo ensayos prácticos de diferentes métodos de producción, establecer empresas piloto de una clase u otra y realizar otras actividades similares. El costo de mantenimiento de uno de estos centros está totalmente justificado, de ordinario, porque la experiencia obtenida es de incalculable valor sobre una amplia zona.

Puesto que el propósito final de estos trabajos es conseguir para las comunidades las mejoras necesarias, por sus propios esfuerzas o con ayuda de empresas privadas, es esencial que el coste de los proyectos de desarrollo sea mantenido con precisión y por separado de los gastos de investigación. Solamente en esta forma puede probarse el progreso real de la modernización. Debe evitarse el empleo de un gran número de habitantes como objectos de investigación pagados con regularidad. Si son necesarios investigaciones y estudios, éstos deben efectuarse en los sectores piloto, manteniendo su coste por separado.

El Ejemplo es el Mejor Maestro

En las comunidades que han asimilado totalmente las ideas de modernización, o que están situadas en un plano más elevado de desarrollo económico, los resultados conseguidos en un sector piloto encuentran aplicación inmediata. Cuando las lecciones aprendidas no se difunden más allá del sector, es aconsejable interesar a las empresas privadas, o autoridades diversas, en la organización de viajes de estudio desde las colonias vecinas. Si esto no basta, deberán entonces crearse sectores suplementarios de carácter más simple, pero sobre un campo mayor. Tales sectores pueden integrarse con ventaja en alguna actividad específica, como por ejemplo, los proyectos de silvicultura en las regiones forestales. Cada empresa forestal, bien sea de corta de madera o de repoblación, asume como parte de su tarea el establecimiento de colonias, construcción de carreteras, trabajos de avenamiento etc. Estas labores pueden servir, por sí mismas, como demostraciones prácticas de modernización.

En algunos países, los sectores de modernización agrícola se agrupan para fines administrativos en una organización central que constituye un servicio público independiente. En Marruecos, por ejemplo, se denomina «Le Paysannat marocain». No es necesario disponer de une organización independiente para la modernización forestal: los tipos de economía y las condiciones de vida de las poblaciones forestales son muy parecidos, y lo que se necesita es más bien un pequeño número de sectores piloto, para demostrar los medios por los cuales puede conseguirse progreso. La mejor solución parece ser dejar la inspección de estos sectores a cargo del Servicio Forestal.

Los medios hasta aquí discutidos para elevar el nivel de vida de las regiones forestales, se basan en la persuasión, educación y creación de condiciones apropiadas para progresos estables. El éxito de estos esfuerzos dependerá de la personalidad de los directores de los sectores de desarrollo, de la eficacia de los métodos de propaganda y demostración y de las mejoras técnicas. Con frecuencia se presenta la duda de si estos medios son suficientes por sí solos, y de si la intervención de las autoridades administrativas locales podría prestar alguna ayuda decisiva. Para las poblaciones atrasadas es de gran importancia una autoridad paternal «bien aconsejada». Esta autoridad debe estar, ciertamente, bien aconsejada, porque existe siempre el riesgo de que cualquier cambio artificial impuesto sobre la forma de vida de los habitantes desaparezca tan pronto como la autoridad se debilite o cambie. Sin embargo, los decretos obligatorios son, con frecuencia, la única forma de estimular el entusiasmo por el trabajo, en las poblaciones más bien inclinadas a la pereza. Una elevación en el nivel de la vida rural no durará mucho. a menos de que se haya «ganado» por los esfuerzas de aquellos que, en última instancia, se beneficiarán con ella. Pero, cualesquiera que sean los medios empleados - persuasión o autoridad - la influencia de las autoridades locales ya en ejercicio de sus funciones, sean administrativas, religiosas o incluso comerciales, no debe perderse nunca de vista. Por estar en un nivel más elevado que el resto de la población. son, con frecuencia, las más fáciles de convertir a las ideas de modernización.

Sin embargo, sigue siendo verdad que los mejores medios son siempre los de persuasión y propaganda rural. Lo que se necesita ahora es un esfuerzo concertado a través de una cooperación internacional, para estudiar las nuevas formas de reducir los costos de modernización, crear nuevos métodos y desarrollar nuevos medios para continuar las investigaciones sobre el terreno y para difundir información, de forma que cada paso dado hacia el progreso en este aspecto, no importa en qué país, pueda redundar en beneficio de todos los demás.

Debe concederse una atención especial a lo siguiente: mientras menor sea el desarrollo económico de una población, mayor es la necesidad de estudiar, metódicamente y por completo, el problema de la modernización en los tipos particulares de empresas productivas en que participan activamente los habitantes. En las regiones forestales solamente pueden obtenerse progresos firmes por medio de una concentración de los esfuerzos en los lugares en que el trabajo ha de realizarse. Un examen de la cuestión en su conjunto, hará patentes los problemas con ella relacionados para los cuales hay que encontrar una solución, en consonancia con las condiciones locales.1

[1 Se expone en detalle la misma tesis en la publicación de las Naciones Unidas titulada Formulación y Evaluación Económica de los Proyectos de Fomento.]

En el dominio del bienestar rural. como en todas las actividades humanas que requieren un alto grado de perseverancia, es prudente actuar con lentitud, circunscribiéndose a los límites de las posibilidades. La creación de sectores piloto que permitirán estudiar los problemas en toda su amplitud, con el respaldo de lo s fondos necesarios, debe ser. por consiguiente. la primera etapa de cualquier progreso duradero que pueda conseguirse por medio de asistencia técnica.


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