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Las nuevas aldeas forestales de la Gran Bretaña

por H. L. EDLIN

de la Comisión de Silvicultura del Reino Unido

RECIENTE y notable acontecimiento en el programa forestal de Gran Bretaña ha sido la creación de aldeas para alojar a los trabajadores forestales. Esta actividad forma parte del plan formulado por la Comisión de Silvicultura para restaurar y aumentar los recursos de madera en pie que existen en el país, labor que implica, además del cuidado de los montes de propiedad particular, la creación de 1,2 millones de hectáreas (cerca de 3 millones de acres) de bosques del Estado, en un período de 50 anos. La Gran Bretaña, con una densidad de población media de 212 habitantes por kilómetro cuadrado (550 por milla cuadrada) parece ofrecer pocas posibilidades para nuevos asentamientos rurales. Pero esta población está distribuida en forma muy irregular, y gran parte de las tierras que podrían utilizarse para las nuevas plantaciones se hallan en las zonas altas, escasamente pobladas, sobre todo en Escocia, en Gales y en los condados septentrionales de Inglaterra. Muchos de los 413 bosques que la Comisión ha creado desde 1919 se encuentran situados a tal distancia de las ciudades o de los pueblos que la provisión de mano de obra constituye un problema. Aunque en muchos casos todo lo que se requiere son unas cuantas casas en los centros poblados existentes o próximas a ellos, hay ciertas zonas boscosas tan alejadas que precisan de todas las comodidades que brinda una comunidad perfectamente organizada. En estos casos el departamento de silvicultura debe planear y, en cierto modo proporcionar, tiendas, escuelas, iglesias, posadas y círculos de reunión, lo mismo que viviendas. Por supuesto, este trabajo debe hacerse en cooperación con otras autoridades gubernamentales, tanto centrales como locales, que se ocupen de los aspectos especiales del bienestar público, como por ejemplo, la educación; pero el departamento de silvicultura, que es el único que necesita utilizar la mano de obra, sigue siendo el organismo más directamente interesado. Debe conseguir los servicios de proyectistas urbanos, arquitectos, ingenieros y constructores, y dedicar cierta atención a algunos asuntos que son del todo ajenos a la silvicultura y a la ordenación de las tierras boscosas. Pero esta labor es de utilidad evidente y, en realidad, fundamental, ya que si no se cuenta con trabajadores expertos y satisfactorios no es posible lograr el desarrollo de los nuevos bosques.

La necesidad de nuevas aldeas

Pocos trabajadores forestales en la Gran Bretaña disponen de recursos suficientes para construir o comprar sus propias casas, y la mayor parte de ellos son arrendatarios que pagan un alquiler semanal. La casa rural típica, de piedra o ladrillo, es de construcción cara, si bien muy duradera. Una buena construcción es esencial, debido a lo variable del clima británico, y a que, además, las condiciones de alojamiento que se requieren en la actualidad son elevadas. En las explotaciones silvícolas particulares es corriente que el propietario proporcione las casas de campo para todos o para algunos de sus trabajadores, por lo cual, la Comisión de Silvicultura ha seguido una política análoga desde que empezó sus trabajos en 1919. Cuando se adquieren tierras para repoblación, van incluidas en ellas con frecuencia, algunas casas de campo, pudiéndose construir otras posteriormente a medida que se necesiten. Hasta la iniciación de la Segunda Guerra Mundial, se había planeado la erección de muchas casas de labor que pudieran disponer de una pequeña extensión de tierra agrícola, y formaran una unidad conocida como Propiedad de los Trabajadores Forestales, tal procedimiento permitía al arrendatario dividir su tiempo entre el trabajo en los bosques - y el cultivo de su propia tierra, conforme a un horario que se acordaba previamente. Estas medidas resultaron convenientes en los primeros anos de la expansión de los bosques del Estado, es decir, cuando solamente se precisaba un reducido núcleo de trabajadores para plantar y cuidar cada monte. Pero el desarrollo de los programas de repoblación, los nuevos métodos de protección contra incendios y, sobre todo, el volumen mucho mayor del trabajo de explotación que se requiere cuando el material en crecimiento alcanza la fase del aclareo, han exigido que en gran parte de los bosques más importantes se edifiquen las nuevas casas agrupándolas en forma de aldeas o pequeños centros comunales.

Debe hacerse mención, en forma breve, de los dos métodos de suministrar mano de obra para los nuevos bosques. Ambos se aplican aún en cierto grado, como solución temporal, pero ninguno puede satisfacer una necesidad permanente. El uno consiste en procurar albergue para que vivan los trabajadores, de ordinario jóvenes solteros. Desde el momento en que deben facilitarse edificios y servidumbre, este método, si se toman en cuenta los gastos ordinarios para cada hombre que trabaja regularmente, no resulta más barato que la aldea. Su mayor inconveniente, sin embargo, es que no consigue atraer una mano de obra estable; los trabajadores pueden reclutarse fácilmente, pero al no disponer de un alojamiento permanente, abandonan sus labores en cualquier momento. Por esta razón no puede confiarse en que un albergue proporcione un grupo permanente de trabajadores especializados y con experiencia. La segunda alternativa consiste en traer a los obreros desde la ciudad más próxima. También en este caso los gastos de transporte y el tiempo perdido en los viajes, hace que el costo neto de la consecución de la mano de obra sea casi igual al de alojar a los trabajadores cerca de los bosques. Como en el caso de los albergues, no hay seguridad de poder conseguir una mano de obra permanente, ya que los habitantes de las ciudades se encuentran en una posición favorable para aceptar cualquier otro empleo. Lo peor de todo, desde el punto de vista del silvicultor local, es el hecho de que no es posible reunir fácilmente a los trabajadores para combatir un incendio forestal o para hacer frente a cualquier otra eventualidad parecida. El costo inicial de una aldea forestal puede ser elevado en comparación con los procedimientos anteriores, pero representa una inversión permanente en la explotación forestal considerada en conjunto.

El mayor de los nuevos bosques británicos estará formado por el grupo de la frontera anglo-escocesa, cuyo centro será el bosque de Kielder. La nueva aldea, cuya maqueta aparece en la fotografía, se está construyendo en un lugar protegido por barreras arboladas, en un recodo del río North Tyne. El verdadero lugar de emplazamiento puede verse a la izquierda del castillo de Kielder, en el centro de la ilustración de la página opuesta. Esta fotografía se tomó en 1948 antes de que se hubieran iniciado los trabajos para construir la aldea, y el lugar de emplazamiento se ve en dirección opuesta a la de la maqueta.

El mayor de los nuevos bosques británicos estará formado por el grupo de la frontera anglo-escocesa, cuyo centro será el bosque de Kielder. La nueva aldea, cuya maqueta aparece en la fotografía, se está construyendo en un lugar protegido por barreras arboladas, en un recodo del río North Tyne. El verdadero lugar de emplazamiento puede verse a la izquierda del castillo de Kielder, en el centro de la ilustración de la página opuesta. Esta fotografía se tomó en 1948 antes de que se hubieran iniciado los trabajos para construir la aldea, y el lugar de emplazamiento se ve en dirección opuesta a la de la maqueta

Financiación de aldeas y de sus servicios sociales

Las nuevas aldeas se están construyendo en un momento en que deben vencerse muchas dificultades atribuibles sobre todo a la Segunda Guerra Mundial. La escasez de materiales de construcción, especialmente la de madera, es un problema que debe resolverse y, en algunos distritos, existe también una falta de artesanos hábiles. Los costos de construcción son elevados y la mayor parte de los que se relacionan con la erección de viviendas debe subvencionarlos el Gobierno, pero las nuevas aldeas forestales, que son construidas por un departamento del Estado, no reciben tales subsidios. Sus costos se sufragan con los fondos que se asignan a la Comisión de Silvicultura para el programa general de fomento silvícola. Las rentas que pagan los trabajadores forestales se han fijado en cifras moderadas que, después de permitir las reparaciones periódicas usuales, bastan para hacer frente a la depreciación del valor capital de cada casa, lo cual no es suficiente para ofrecer ningún beneficio considerable sobre el capital invertido. El valor del plan se puede apreciar tomando en cuenta la adecuada y competente mano de obra que se obtiene y de la eficaz protección contra los incendios. Por supuesto, una característica de este estado de cosas es el hecho de que todas las casas destinadas a los trabajadores deben ser ocupadas por las personas que realmente trabajan en los bosques del Estado, y de que todas las viviendas se alquilan a base de tal entendimiento.

Además del alquiler, cada arrendatario debe pagar un impuesto local que sirva para sufragar los gastos del Consejo del Condado de su distrito, así como los de alguna otra autoridad gubernamental de la localidad. Sin embargo, los gastos de estos organismos se atienden en cierto grado con los fondos del Gobierno central. Al arrendatario de una casa de la Comisión de Silvicultura le corresponde pagar por este concepto una proporción exactamente igual que la que se fija para cualquier otro amo de casa y, a cambio de ello recibe, por lo regular, los mismos servicios. Los servicios que exigen las mayores alícuotas de las escalas totales de impuestos son, de ordinario, la educación de los niños en edad escolar, la conservación de las carreteras principales, los servicios de sanidad pública y bienestar rural, los de policía del condado y el mantenimiento de brigadas contra incendios y de bibliotecas públicas. Aunque el funcionamiento de estos servicios sociales incumbe principalmente a las autoridades gubernamentales de la localidad, en colaboración con los departamentos gubernamentales centrales, la Comisión de Silvicultura puede, con frecuencia, prestar su ayuda, sobre todo en las fases iniciales de la creación de una aldea forestal; y, en particular, al reservar ciertos lugares para la erección de escuelas y edificios públicos análogos puede proporcionar una asistencia material a bajo costo.

Planeamiento de una aldea forestal

El planeamiento de toda una aldea, en la que se espera que se desarrolle una nueva comunidad, exige realmente que se consideren numerosos aspectos de la vida social que no precisan mucha atención cuando solamente se edifican unas cuantas casas dispersas. Combinados con la edificación de viviendas van sus servicios colaterales, como, por ejemplo, la construcción de carreteras de acceso, suministro de agua, alcantarillado y recolección y destrucción de basuras. Siempre que sea posible debe suministrarse energía eléctrica. La necesidad siguiente, en orden de urgencia, es de ordinario un local que sirva como punto de reunión para toda clase de actividades comunales y, sobre todo, para ciertos entretenimientos, tales como bailes, conciertos, representaciones teatrales y proyección de películas. La falta de tiendas raramente causa dificultades inmediatas en estas remotas localidades, ya que hasta ellas llegan desde la ciudad más próxima los furgones de los comerciantes, vehículos que en realidad desempeñan el papel de tiendas ambulantes. Pero para las necesidades diarias, es de lo más conveniente disponer de tiendas establecidas en el lugar y, por ésto, en los planes de las aldeas se prevé la edificación de locales para un número apropiado de ellas. Se espera que la primera tienda que se establezca en cada aldea, sea una especie de almacén general en el que se puedan adquirir comestibles, dulces, tabaco, artículos de papelería y una amplia variedad de mercancías, a ser posible con servicio de correos.

Debe, igualmente concederse cierta atención al aprovisionamiento de leche, si bien ésta proviene de ordinario de granjas situadas en las mejores tierras agrícolas próximas al bosque. Además, es menester construir, desde la fase inicial del proyecto, un edificio para escuela ya que, de otra manera, los niños tendrían que desplazarse diariamente a grandes distancias, sea a pie o en autobús, para llegar al establecimiento de instrucción más cercano, el cual por otra parte, podría llegar a tener un número excesivo de alumnos. Debe atenderse, asimismo, a las necesidades religiosas de la población, lo cual es bastante complicado por el hecho de que, en muchos distritos, pueden encontrarse dos o tres sectas religiosas cada una de las cuales puede exigir su iglesia o su círculo de reunión por separado. La posada de la aldea es una característica tradicional de casi todas las antiguas poblaciones inglesas, pero además de estas casas sencillas, la situación remota de algunas aldeas forestales puede aconsejar la construcción de un hotel con ciertas comodidades para que en él puedan pernoctar los visitantes. El desarrollo de los medios de comunicación es muy importante, y seguramente será menester ampliar los servicios postales existentes añadiendo barzones, cabinas telefónicas y quizás una nueva estafeta de correos. A intervalos adecuados, debe organizarse el transporte público, sea por ferrocarril o por autobús, hasta la ciudad más próxima en donde se puedan hacer compras y quizá deban proporcionarse asimismo garages para automóviles, complementando así tales servicios. Ciertas zonas de recreo, campos para deportes de invierno y de verano y jardines para los niños, deben incluirse asimismo en el plan correspondiente. Para dar idea de lo que puede exigir el planeamiento de una aldea, diremos que ha habido necesidad de determinar lotes especiales para la edificación de casas que sirvan de cuartel a los policías locales, de organizar servicios de banca y hasta de destinar ciertos terrenos para cementerios.

Un departamento de silvicultura se saldría de su esfera normal de actividades si se dedicara a proporcionar escuelas o servicios de autobús y a mantener los edificios públicos. Por consiguiente, debe seguirse el procedimiento de cooperar con el organismo local competente - que puede ser una autoridad del lugar, una empresa nacional, una sociedad que colabore voluntariamente, una entidad religiosa o una compañía comercial - para asegurar la prestación de tales servicios y la satisfacción de las necesidades de los aldeanos. De otra manera, aún en el caso de que las viviendas fueran atractivas y sus alquileres bajos, la comunidad no prosperará. Por consiguiente, en los planes originales deben incluirse las disposiciones adecuadas para prestar todos los servicios fundamentales.

No todas las aldeas exigen una completa organización de todos estos servicios. A veces, el lugar elegido se encuentra al lado de la principal fuente de aprovisionamiento de agua o de energía eléctrica, o de una línea de autobús; pero cada fase hace surgir problemas especiales, que precisan soluciones particulares y locales. Además de las necesidades de los habitantes, deben considerarse también las necesidades de la ordenación forestal. Se aprecia claramente que una aldea es un centro adecuado para oficinas administrativas, almacenes y cuarteles de bomberos. Es, por lo tanto, probable que, inmediatamente, o quizá en el futuro, sea necesario que disponga de aserraderos y de otras instalaciones para la manipulación de los productos forestales. Al formular los planes deben tenerse en cuenta todos estos aspectos.

Evidentemente, la creación de una comunidad tan completa exige tiempo y, en la práctica, se logran mejores resultados acometiendo la empresa por fases bien definidas. La mayoría de los planes rurales señalan una serie de «etapas». La primera «etapa» consiste generalmente en proporcionar un pequeño grupo de casas con que atender a las primeras necesidades de los empleados que se ocupan de la repoblación; la segunda, puede consistir en la adición de más casas para los trabajadores que efectúan los primeros aclareos, y los que se encargan de la primera tienda y de la casa comunal; en una tercera etapa pueden levantarse más viviendas, otra tienda, una iglesia y una posada; por último, pueden edificarse los aserraderos y las habitaciones para los que trabajan en ellos. Esta expansión gradual significa que las casas no se construyen mientras no se hayan conseguido las personas que van a ocuparlas inmediatamente, y también que los gastos correspondientes se distribuirán a lo largo de muchos años. Por supuesto, es esencial que exista un plan modelo a fin de que cada paso conduzca por sí mismo al próximo y, en la práctica, el proyecto para la formación de la aldea está ya trazado en líneas generales antes de que se inicien los trabajos de la primera «etapa». Esta primera fase es, con frecuencia, la más cara, ya que comprende los trabajos preliminares de desmonte del lugar, construcción de carreteras y edificios, y provisión de servicios de agua, electricidad y alcantarillado. Por ejemplo, puede construirse un sistema hidráulico capaz de abastecer a 250 casas, aunque sólo se construyan 50 inmediatamente. Pero, a la larga, un plan completo supone una economía.

La construcción de aldeas para el alojamiento de los trabajadores debe iniciarse antes de que comience el desarrollo de los nuevos bosques. La campiña desnuda situada detrás de Llwynygog llegará un día a formar parte del Bosque de Harren, en Gales del Norte. Arriba puede verse la disposición real de la aldea, y abajo los primeros grupos de viviendas, ya habitadas.

La construcción de aldeas para el alojamiento de los trabajadores debe iniciarse antes de que comience el desarrollo de los nuevos bosques. La campiña desnuda situada detrás de Llwynygog llegará un día a formar parte del Bosque de Harren, en Gales del Norte. Arriba puede verse la disposición real de la aldea, y abajo los primeros grupos de viviendas, ya habitadas.

Organización de la construcción de la aldea

Una característica importante del planeamiento y construcción de estas aldeas, así como de la administración general de los medios de alojamiento de la Comisión de Silvicultura, es el empleo de agentes rurales competentes en calidad de miembros permanentes del Departamento. Estos agentes, conocidos con el nombre de funcionarios de propiedades rústicas trabajan al lado de los funcionarios forestales y forman parte de los mismos cuerpos técnicos. Sin embargo, se han capacitado en ordenación de propiedades rurales y son miembros muy competentes de las asociaciones profesionales respectivas. Ellos facilitan la continuidad esencial de los planes y coordinan los trabajos de los arquitectos, ingenieros y constructores con el programa general de ordenación forestal. En la oficina de cada uno de los once superintendentes de conservación de bosques se encuentra un alto funcionario de propiedades rústicas, a la vez que uno de los ayudantes de éste, de ordinario un empleado en los trabajos, vigila la marcha de las operaciones en el lugar de la construcción.

El planeamiento real de la aldea lo efectúa un arquitecto competente, que no pertenece al personal permanente de la Comisión de Silvicultura, sino que se le contrata para un proyecto determinado. Este recibe la ayuda de un topógrafo y de un avaluador, pero si es necesario efectuar extensos trabajos sobre el terreno, es posible que se precise de los servicios de un ingeniero civil. Si bien el arquitecto planea la disposición y proyecta los edificios, vigilando en general su construcción, la edificación la efectúa por lo general una firma contratista, y de ordinario se reciben varias ofertas antes de adjudicar el trabajo. En ocasiones, pueden emplearse dos arquitectos, uno que se encarga del planeamiento de la aldea en su conjunto, y el otro del proyecto detallado y de la construcción de las casas. Los arquitectos reciben un salario con arreglo a la escala fijada por su asociación profesional.

No se ha hecho intento alguno de normalizar los planes de emplazamiento, la forma de las casas ni siquiera los materiales de construcción. En las diferentes aldeas se emplean distintos arquitectos, y aún a los que trabajan en la misma aldea se los anima a que den variedad al aspecto de las viviendas. En esta forma se espera que cada colonia tenga su propio carácter y que, además, aproveche lo más eficazmente el terreno de que dispone. El lugar, a su vez, se elige con toda minuciosidad, y cuando no se cuenta con terreno adecuado dentro de los límites del bosque, puede ser necesario adquirir tierras vecinas.

La primera propuesta para la construcción de una aldea forestal la hace generalmente el Superintendente de Conservación de Bosques de la región interesada, quien puede prever la necesidad de un mayor volumen de mano de obra a medida que se amplíe algún bosque determinado. Si esta propuesta es aprobada por las autoridades superiores, se proporcionan los fondos necesarios y se inicia la construcción de la aldea bajo la guía del personal de funcionarios de propiedades rústicas. Para las primeras fases del programa, se cuenta también con la ayuda de otros departamentos oficiales y, en ocasiones, de alguna autoridad local encargada de análogos planes de construcción de casas, pero, como regla general, el departamento de silvicultura se encarga en la actualidad de inspeccionar los contratos por sí mismo.

Cuando se termina la construcción de una aldea o de una fase definida de su establecimiento el hecho da lugar a una ceremonia de inauguración que preside una persona prominente de la localidad. Esto sirve para hacer llegar a la prensa y al público la noticia de la existencia de una nueva comunidad, lo que a su vez ayuda a conseguir una actitud benévola en caso de que surjan ciertos problemas, como los relativos al transporte o a los medios de educación. Los arrendatarios para las nuevas casas se encuentran con toda facilidad, dándose preferencia a los jóvenes ya empleados en la Comisión de Silvicultura que deseen casarse y crear un hogar, o bien, conseguir mejores medios de vida para una familia ya formada. Un gran número de los primeros arrendatarios, sin embargo, son hombres que han abandonado sus empleos en las ciudades porque prefieren trabajar en los bosques siempre que sus condiciones de vida sean satisfactorias. De esta manera, las aldeas forestales ayudan a detener la despoblación de las zonas rurales, lo que en algunas partes de Gran Bretaña se ha convertido en un grave problema.

El programa de viviendas de la Comisión

No se han llevado estadísticas independientes sobre la edificación de casas en las aldeas forestales o en otros lugares, pero para dar una idea de la magnitud de este esfuerzo basta indicar que, durante el año que terminó el 30 de septiembre de 1951, los gastos efectuados en nuevas edificaciones alcanzaron casi la cifra de un millón de libras esterlinas, habiéndose terminado 324 casas, mientras que estaban en marcha los trabajos de construcción de otras 636. El número total de casas de campo adquiridas o construidas por la Comisión de Silvicultura, llegaba en esa fecha a 1686, a la vez que existían también 1466 propiedades de los trabajadores forestales, lo que arrojaba un total de 3152. Se calcula que, por cada dos casas, llegarán tres trabajadores forestales, lo que significa que existen medios de alojamiento para unos 4.700 hombres o muchachos o, lo que es lo mismo, para una tercera parte del total de trabajadores del Departamento, que es de 12.300 personas. No se conoce exactamente el número total de trabajadores forestales y familiares a su cargo que se alojan en las casas facilitadas por la Comisión de Silvicultura, pero con toda probabilidad no será muy inferior a 10.000 personas. Además de estas casas para los trabajadores, el Departamento ha facilitado asimismo 475 viviendas para sus inspectores forestales. El programa no prevé el alojamiento de todos sus trabajadores forestales en las casas del Departamento. Por ejemplo, muchos tendrán que ocupar las viviendas que han construido las autoridades gubernamentales de la localidad, tales como los Consejos del Condado, para hacer frente a las necesidades generales de alojamiento de sus distritos respectivos. Pero tomando como base un hombre por cada 20 hectáreas (50 acres) de monte productivo, resulta claro que la mano de obra para los 1,2 millones de hectáreas (3 millones de acres) a que asciende la superficie de los bosques del Estado, será aproximadamente de 60.000 trabaja dores, para los cuales se necesitan 40.000 casas. Si solamente la mitad de éstas las facilita la Comisión de Silvicultura, será preciso construir aún 17.000 viviendas en los próximos 45 años. De aquí que el programa tenga un carácter de larga duración, exigiendo un gran volumen de planeamiento previo, y aunque alguno de los planes que se describen puede parecer algo ambicioso, guarda sin embargo relación con el volumen del desarrollo forestal.

En las aldeas levantadas por la Comisión de la Silvicultura se ha procurado que las casas para los trabajadores forestales estén en armonía con sus alrededores. Las que aparecen en esta ilustración, situadas casi en el mismo borde del monte, están construidas con madera sueca. Este bello lugar es el bosque de Glenbranter, en el Parque Nacional Forestal de Argyll, Escocia.

Llwyn-y-Gog, aldea típica

Para ilustrar con un ejemplo real en qué forma se llevan a cabo los trabajos, pueden considerarse los resultados obtenidos hasta la fecha en una aldea típica. Dicha aldea es Llwyn-y-Gog, adyacente al Bosque Hafren, en el Condado de Montgomery, situado en el centro de Gales. Llwyn-y-Gog significa «el bosque del cuco», mientras que «Hafren» es el nombre galés original del río Severn, que nace en el bosque que cubre la falda del Plynlimon, montaña de 740 metros de altura. Este bosque es muy jóven, habiéndose creado solamente hace 16 años, es decir, en 1937, mediante la adquisición de doce granjas ganaderas que estaban situadas en los collados. Su superficie total es de 4.250 hectáreas (10.614 acres), de las cuales casi unas tres cuartas partes (3.000 hectáreas o 7.506 acres) están disponibles para la repoblación. La cuarta parte restante, que comprende la mayor parcela de las mejores tierras, se reserva para la agricultura y, aunque todas las granjas han continuado funcionando, si bien en reducidas extensiones de tierra, las casas que existen no pueden facilitar mucho alojamiento para los trabajadores forestales. Al principio, cuando se acababa de iniciar la plantación de árboles, podía conseguirse suficiente mano de obra entre los aldeanos locales, a pesar de que estas tierras altas de pastoreo están muy escasamente pobladas. Posteriormente, se hizo necesario traer todos los días a los trabajadores en autocamiones desde Llanidloes, la ciudad y mercado más próximos, situados a unos 14,5 km. (9 millas). Excepto durante las horas de labor, no podía disponerse de un núcleo organizado de trabajadores en los bosques para combatir los incendios. Hacia 1951, las plantaciones se extendían a casi 2.000 hectáreas (5.000 acres); cada año se plantaban 280 hectáreas (700 acres), y 40 hectáreas (100 acres) de las plantaciones primitivas precisaban ya los primeros aclareos, pudiéndose colegir que en unos cuantos años más debería emprenderse un programa de aclareo anual de mayor envergadura. Ya se habían llegado a emplear más de 50 hombres y, evidentemente, no era nada satisfactorio el transportarlos diariamente desde una ciudad distante.

Distintas de las casas de otras aldeas ilustradas en estas páginas, estas construcciones pertenecen a la aldea de Santon Downham, situada en el gran bosque de Thetford, en el este de Inglaterra. Se ha procurado agrupar las casas en la manera tradicional del sur de Inglaterra, alrededor de un parque central. A diferencia de las otras aldeas que se han ilustrado, ésta se halla situada en una llanura de tierras bajas.

En 1948, la Comisión de Silvicultura, después de haber elegido un lugar previa consulta con el Consejo del Condado de Montgomeryshire, contrató a un reputado arquitecto galés, el Sr. T. Alwyn Lloyd, de Cardiff, para trazar los planos de una aldea que, una vez terminada, comprendería 80 casas, y contaría por lo menos con una tienda, una escuela y un edificio comunal.

Como primera «etapa» se han construido 20 casas, que junto con otras ocho situadas a unas cuantas millas de distancia, proporcionan actualmente alojamiento para la mitad de los trabajadores. La construcción comenzó en 1949, y las casas se ocuparon por primera vez en 1951. A continuación se describe la distribución corriente de cada casa.

En la parte baja: Un zaguán, una sala, una cocina grande, que también sirve como sala adicional y un fregadero con una despensa.

En el piso superior: Tres dormitorios un cuarto de baño, un retrete independiente y varias alacenas.

En el exterior: Un lavadero, un retrete y varios cobertizos para almacenamiento de combustible y para guardar bicicletas.

Cada casa dispone de algo más de una hectárea (3 acres) de jardín.

Para el suministro de agua se ha construido un dique en el bosque para contener una corriente que viene de la montaña, y se ha instalado un ariete hidráulico y un pequeño depósito. También se ha construido un moderno sistema de eliminación de aguas residuarias. Se cuenta con una instalación provisional para el suministro de energía eléctrica, que, según se espera, posteriormente será sustituida por una línea que extenderá la National Grid System. Las nuevas carreteras de la aldea están conectadas con la vía principal que pasa a poca distancia y se ha llegado a un acuerdo con la compañía local de autobuses para que preste servicio una vez a la semana, el día del mercado, hasta la ciudad de Llanidloes. En el caserío de Staylittle, situado a milla y media de la nueva aldea, se dispone de una escuela y de una oficina postal pero se tiene la intención en último término, de establecer estos servicios en la propia aldea. En dicha población existen también algunas capillas para los servicios religiosos. La posada más próxima se encuentra a una distancia de tres millas.

El primer edificio comunal que se terminó en Llwyn-y-Gog fué precisamente la casa comunal provisional, que se inauguró en octubre de 1951. Fué construido por la Comisión de Silvicultura, pero posteriormente se arrendó a los síndicos locales, quienes se encargan de su funcionamiento. Su sala principal mide 24 × 6 metros (80 × 20 pies), y tiene un escenario y muchas otras habitaciones menores. Ya se le ha utilizado para celebrar partidas de whist, funciones teatrales, conciertos y reuniones políticas, y también han funcionado en él las oficinas del instituto femenino de la localidad, la filial de la biblioteca del Condado y la organización de bienestar infantil, que es una dependencia de la autoridad sanitaria local. Como la sala más próxima que podría utilizarse en su lugar se encuentra a una distancia de nueve millas, es decir, en Llanidloes, la importancia de este sitio de reunión para la nueva comunidad forestal es evidente. Entre los otros edificios comunales proporcionados hasta ahora, se cuentan una tienda general y una serie de garages cerrados para automóviles y motocicletas. Alrededor de la aldea se han plantado una serie de árboles de especies coníferas y frondosas, que constituyen un cinturón de protección. Las casas se ocuparon en cuanto estuvieron listas; trece de los arrendatarios son galeses y casi todos hablan el idioma de su región, mientras que los siete restantes vienen de Inglaterra. Junto con sus mujeres e hijos, forman una comunidad de más de setenta personas. Es probable que las ampliaciones futuras hagan que esta cifra llegue a más de trescientos residentes.

Un rumbo análogo, en mayor o menor escala, puede observarse en casi todos los bosques en que se ha considerado esencial establecer nuevas aldeas. En los montes del lago Vyrnwy, en Montgomeryshire, existe un interesante plan del que se están ocupando conjuntamente la Comisión de Silvicultura y el Departamento de Obras Hidráulicas de la Liverpool Corporation, que explotan en colaboración los bosques situados alrededor del pantano y, asimismo, el Consejo el Condado de Montgomeryshire, que se encarga de las labores educativas en ese distrito. Ya se han construido veinte casas, que forman la nueva aldea de Abertridwr, cerca de Llanwddyn, y la escuela está proyectada en forma que sirva también como casa comunal durante las noches, ahorrándose con ello el costo de un edificio más.

Los planes Kielder

En Northumberland, que es el condado más septentrional de Inglaterra, próximo a la frontera escocesa, se están llevando a cabo trabajos en gran escala. En esta comarca, existen tres bosques adyacentes, el Kielder, el Wark y el Redesdale, que tienen en conjunto una superficie total de 49.000 hectáreas (121.500 acres) o sea 490 kilómetros cuadrados (190 millas cuadradas). De esta superficie, se han plantado ya 19.500 hectáreas (48.500 acres), y se espera que al finalizar los trabajos, 33.500 hectáreas (82.500 acres) estarán cubiertas de árboles maderables. Ha podido disponerse de este territorio para la repoblación en gran escala, porque es inadecuado para los cultivos agrícolas en forma económica y, dentro de sus límites, en el momento de su adquisición, no existía ninguna colonia de suficiente magnitud para poderla llamar aldea, sino unas cuantas granjas desperdigadas. Basándose en una densidad de población de un hombre por cada 50 acres plantados, es evidente que será factible encontrar 1.650 trabajadores forestales activos, de los cuales, si se incluyen las personas a su cargo, harán que la población total de esta nueva región forestal llegue a unos 5.000 habitantes. Una cifra tan grande resulta excesiva para una sola aldea y por ello se han planeado siete aldeas, de las cuales ya están en construcción tres. Para hacer el mejor uso posible de esta oportunidad excepcional de reconstrucción rural, la Comisión de Silvicultura ha contratado los servicios del Dr. Thomas Sharp, uno de los primeros asesores británicos en planeamiento de ciudades, quien procede a su vez de la región Noroeste. El Dr. Sharp ha dirigido el proyecto durante varios años, estudiando cada uno de sus detalles, desde la elección del lugar apropiado y el plano de los edificios, en consonancia con sus alrededores, hasta la determinación del nombre de las nuevas calles. Cada aldea tiene sus características especiales, y todas, si bien rodeadas por los bosques, poseen terrenos abiertos adecuados, que se reservan para deportes y juegos. Antes de darse comienzo a los primeros trabajos de las nuevas aldeas, se han facilidado ya en el propio bosque Kielder, un centenar de casas para trabajadores forestales, diseminadas a lo largo de las quince millas del valle del Tyne Septentrional, unas adaptadas y otras de nueva construcción; pero es evidente que, tanto desde el punto de vista de la ordenación forestal como del de la vida social, es mejor disponer que las futuras casas estén más agrupadas.

La nueva aldea Kielder tiene como núcleo un antiguo albergue de caza, el Castillo Kielder, que ahora sirve en parte como oficinas administrativas para el personal forestal y, en parte, como círculo social. También existe una estación de ferrocarril y un grupo de dieciocho casas para trabajadores forestales, construidas antes de 1939. La primera «etapa» después del conflicto mundial, la cual consistió en la erección de veinte casas nuevas, quedó terminada en mayo de 1952, fecha en que la aldea fué inaugurada oficialmente por el Presidente de la Comisión de Silvicultura, Lord Robinson of Kielder Forest and Adelaide, a quien se le confirió este título en parte por la creación del nuevo bosque y, en parte, por su origen australiano. Continúan activamente los trabajos de la segunda «etapa», que comprende la edificación de treinta y ocho casas, en una franja de terrenos llanos, que bordea una curva del río conocida como Butteryhaugh. El plan completo comprende más de doscientas cincuenta casas, agrupadas alrededor de una plaza central, con una iglesia, una sala de reuniones, una posada, una hilera de tiendas, una escuela y varios campos de deportes. Se ha estimado que la población máxima será de 800 personas.

En el bosque Redesdale están ya listas para ser ocupadas cuarenta y siete casas, que constituyen la nueva aldea de Byrness; si bien está situada en pleno corazón del monte, linda con una de las pocas carreteras principales que van desde Inglaterra a Escocia. En el bosque Wark, situado hacia el sur, siguen en marcha los trabajos de construcción de una nueva aldea en Stonehaughsields, que una vez terminada contará con más de 100 casas. Están en plena ejecución otros planes en los condados septentrionales de Inglaterra, pero más al sur los montes son ordinariamente menores y el campo más colonizado, de forma que rara vez surge la necesidad de establecer grandes comunidades forestales.

La aldea de Santon Downham

Sin embargo, en el bosque de Thetford Chase, en los límites de Norfolk y Suffolk, el incremento de las oportunidades de empleo que siguió a la labor de plantación y al aprovechamiento cada vez mayor de las 13.400 hectáreas (33.000 acres) de brezales estériles, han exigido la creación de una aldea en Santon Downham, próxima a la pequeña ciudad industrial de Brandon. Esta aldea tiene un interés particular, por cuanto supone el resurgimiento de otra población muy antigua, y representa quizás el primer esfuerzo de la Comisión de Silvicultura en pro del planeamiento comunal. La antigua iglesia de Santon Downham es un edificio de piedra de estilo normando construido en el siglo XI de nuestra era, pero cuando estas tierras fueron adquiridas para la repoblación forestal en 1922, quedaron pocos vestigios de las colonias anteriores, y la feligresía construyó un campo de deportes en la mansión de Santon Downham. Cuando se demolió esta edificación, pudo disponerse de seis casas de campo que estaban anexas a la misma y que sirvieron para los trabajadores forestales. Además, otras edificaciones exteriores, tales como establos y cocheras, estaban construidas tan sólidamente que fué posible convertirlas en viviendas y, en esta forma, se pudo disponer de dieciseis casas más. Después, se abrió una tienda, y los propios trabajadores organizaron una sala de reuniones y un club deportivo, con un campo de tennis y otro de bolos.

Después de 1945, el incremento de los trabajos forestales condujo a la creación de un depósito de productos en Brandon, y de oficinas administrativas, depósito de materiales de ingeniería y de un cuartel de bomberos en Santon Downham. Por consiguiente, se trazaron los planes para una considerable expansión de la aldea. Dichos planes incluyen la construcción de ochenta nuevas casas, que se agruparán alrededor de un ejido central próximo a la antigua iglesia, así como de la casa comunal, tiendas y campos de deportes. Entre 1947 y 1949 se terminaron las primeras cuarenta casas, que formaron una atractiva colonia en el corazón del bosque de pinos. La mayor parte de las nuevas construcciones son de ladrillo, pero seis de ellas son casas prefabricadas, de madera, importadas de Suecia, y en Brandon se han levantado dos casas de cedro, que se trajeron desarmadas desde el Canadá.

Las aldeas forestales en Escocia

La primera aldea forestal que se creó en Escocia fué la del bosque de Ae, situado a unas nueve millas al norte de la ciudad de Dumfries. Desde 1927 se han plantado gradualmente en esta aldea 5.500 acres de tierras altas utilizando principalmente abetos piceas. La extensión de, las plantaciones a la terminación de los trabajos, será de 8.000 acres. Las pocas y desperdigadas granjas y casas de campo proporcionaban escasa mano de obra, pero hasta 1947 se hizo frente a esta necesidad construyendo diez chalets, inclusive varios bungalows de madera, con techos de tejamaniles de cedro canadiense. Después, se trazaron los planos para la nueva aldea de Ae, que constará de ochenta casas y de los edificios públicos consiguientes. Los trabajos comenzaron el mismo año, en una ceremonia presidida por el Sr. Thomas Johnston, Comisionado Forestal y antiguo Secretario de Estado para Escocia. El primer grupo de catorce casas quedó terminado en 1950, y la segunda serie de dieciseis, en 1951. Proyectadas por un arquitecto de Edimburgo, las casas se ajustan al modelo tradicional escocés, altas, con ventanas estrechas, paredes blancas y techos grises, y están en armonía con su emplazamiento en tierras elevadas.

Más al oeste, pero en las mismas tierras altas meridionales, está en marcha un importante plan en el Parque Forestal Nacional de Glen Trool, en Ayrshire y Kirkcudbrigtshire, donde existen 116.500 acres de tierras altas que comprenden cinco bosques independientes; ya se han plantado 14.000 acres, y quedan 31.000 por repoblar. En toda la región no existe ninguna ciudad grande sino unas cuantas aldeas, y para llevar a cabo las fases iniciales de los trabajos, hubo que transportar diariamente a los trabajadores, desde lugares situados a veinte millas de distancia. En la actualidad para el bosque de Glen Trool se ha planeado una aldea que habrá de llamarse Minnoch, nombre del río vecino y que consistirá en ciento diez casas, de las cuales las cuarenta primeras, ya están en construcción. En esta parte de Escocia, por diversas razones se siguen dos modalidades de desarrollo. En algunos casos se añaden pequeñas comunidades a las ciudades o aldeas ya existentes, al mismo tiempo que, en otras partes, se crean aldeas totalmente nuevas.

Las tierras altas escocesas en las que la silvicultura es de importancia particular como medio de detener la despoblación rural, no han brindado hasta ahora la oportunidad de edificar grandes aldeas forestales. La mano de obra que se requiere proviene de pescadores o pequeños propietarios que se han dedicado a la silvicultura, como actividad más lucrativa. Cuando se estima que es fundamental levantar nuevas construcciones, resulta con frecuencia difícil encontrar en los estrechos y escabrosos valles un lugar que permita el buen trazado de una aldea. En consecuencia, la construcción de viviendas tiende a adoptar la forma de pequeños grupos comunales, próximos a la carretera principal, a una o dos millas de alguna aldea ya existente. Un buen ejemplo de esta disposición se encuentra en el bosque de Loch Ard, en Perthshire, en el que se han construido cinco de tales grupos (Braeval, Balleich, Corrie, Renagour y Kinlochard) a unas cuantas millas de Aberfoyle, que es la jurisdicción central. En el Parque Forestal Nacional de Argyll se han construido grupos de casas que sirven para alojar a los trabajadores de los bosques de Benmore, Glenbranter y Glenfinart, siendo algunas de ellas construcciones prefabricadas de madera. Estas casas se trajeron desarmadas desde Suecia y han dado un resultado del todo satisfactorio, a pesar de la precipitación pluvial que es excepcionalmente elevada y, con frecuencia, llega a los 250 centímetros (100 pulgadas) por año. Otros planes análogos están en marcha en todos los condados de las tierras altas escocesas y para algunos de los bosques más remotos puede significar la clave en lo que respecta a utilización de tierras que han permanecido improductivas durante mucho tiempo. Por ejemplo, en Dalavich, sobre la costa occidental de Loch Awe que pertenece a Argyll, un nuevo grupo de treinta y una casas proporciona trabajadores para los bosques de Inverliever y de Inverinan, situados en una región muy alejada de las antiguas colonias y en un punto accesible únicamente por mar o recorriendo muchas millas de malas carreteras, ya que la ciudad más próxima, que es Oban, se encuentra a una distancia de treinta millas.

Por qué construyen las aldeas comunales

La concepción de una aldea forestal implica la creencia de que el trabajador y su familia deben estar satisfactoriamente alojados y próximos al bosque que les proporciona trabajo, gozando a la par de todas las comodidades sociales razonables. Unicamente en esta forma es posible conseguir la mano de obra necesaria para el trabajo en los bosques y detener la migración de los trabajadores rurales a las ciudades. La consecución de una mano de obra constante y estable compensará con creces los gastos y los esfuerzos correspondientes.


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