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El rendimiento persistente y la conciencia nacional

La silvicultura significa mucho más que el mero cultivo de árboles. Es una manifestación del único código de ética mediante el cual puede progresar la humanidad. La silvicultura utiliza los recursos naturales que ofrece el mundo y, al mismo tiempo, los conserva y los mejora, para bien de las futuras generaciones. Nosotros, los silvicultores, hablamos de rendimientos persistentes y de masas que tardan más de un siglo en alcanzar su edad de cortabilidad, como hechos fundamentales y aceptados de la vida. Progresan la investigación, la ordenación y los aprovechamientos. No obstante, a menos y hasta que no se logre inculcar en nuestros conciudadanos la idea de aceptar la necesidad de incrementar el rendimiento persistente de todos los recursos naturales como parte integral de su sistema de vida, podemos considerar que hemos fracasado y que, en lugar de silvicultores, no hemos pasado de ser simples arboricultores.

No hay silvicultor digno del nombre que limite sus planes a recoger el producto de un año sin cuidarse de tomar las medidas preventivas necesarias para proteger el de los venideros contra los riesgos del fuego, de los insectos y de las criptógamas. Aborrecemos la negligencia que puede dar lugar a futuras pérdidas. Miramos mucho más lejos. Sin embargo, en los últimos años, la investigación científica puede haber contribuido a aclarar el largo camino que se extiende ante nosotros, pero como un haz de proyector que esconde a nuestros ojos los peligros que acechan fuera de este rayo de luz que, de haber abarcado más, haciendo nuestra visión más amplia, nos hubiera permitido percatarnos del peligro tan real que amenaza a la silvicultura. No somos simples arboricultores técnicamente competentes, nos debemos también al público como servidores administrativos, y de nosotros se espera que tomemos todas las medidas necesarias para salvaguardar el dominio público forestal contra todos los peligros que lo amenacen, incluyendo entre éstos la ignorancia o apatía del electorado.

La silvicultura nace y se desarrolla en base a la esperanza y fe en el futuro y en la continuidad de una acción gubernamental acertada. Si los pueblos creen en el planeamiento para el futuro y en todo lo que esto encierra, entonces están en el buen camino hacia el progreso de la civilización. Por el contrario, si los pueblos en lo que creen es en una explotación egoísta, en la creencia de que si ellos no talan los montes y esquilman la tierra, otros lo harán, sólo dejarán desiertos como herencia. La humanidad no comprende la necesidad, el porqué ni el objeto de la silvicultura ni de cualquier otro fomento de renta persistente obtenido de los recursos naturales. Desconoce que el problema existe y seguirá ignorante a menos y hasta el momento en que se lo hagamos ver.

Figura 1. Descarga y almacenaje de maderas no duraderas sin elaborar, procedentes de Birmana, en una fabrica europea. En la foto puede verse una grúa en el momento de descargar un tronco de «Leza» (Lagerstrœmia tomentosa).

Figura 2 Secciones de pared de una casa tropical completa, listas para su envío a Birmania. (Se calcula que la superficie de asiento es aproximadamente de 800 pies cuadrados).


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