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Declaración de Política Forestal de la India


por la SECRETARIA DE LA FAO

El 12 de octubre de 1894 el Gobierno de la India publicó un documento oficial exponiendo las líneas generales de la política forestal que se proponía aplicar en la ordenación de los bosques nacionales. Constituyó ello un importante paso. Muchos países europeos han estado siguiendo durante siglos políticas forestales permanentes, pero ninguno de ellos parece haberse tomado la molestia de expresar pública y oficialmente los principios contenidos en las mismas.

El hecho de que el actual Gobierno de la India estimara conveniente el publicar una nueva declaración de política forestal, no supone que hayan variado los principios fundamentales en que se basó la declaración de 1894. Los redactores del más reciente de estos documentos, no parecen estimar necesaria la promulgación de ninguna medida legislativa más para la aplicación de la nueva política. La Ley Forestal India sigue en vigor, sin haber sufrido modificación alguna, en todos los Estados en que hasta ahora se aplicaba, y la declaración de 12 de mayo de 1952 recomienda a loa demás Estados que extiendan su observancia a sus respectivos territorios. La declaración presente, por tanto, se limitará únicamente a infundir una nueva orientación al espíritu con que se ha de poner en práctica la ley antigua y a los propósitos a que ha de encaminarse.

La nueva orientación

Seria, pues, un error, como lo subraya la propia Declaración del 12 de mayo, el atribuir esta nueva orientación exclusivamente a los cambios políticos ocurridos en la India desde 1894. La Declaración dice que «se ha llegado a comprender mejor el papel que desempeñan los bosques para el mantenimiento de las condiciones físicas del país», lo que quiere decir que ahora se conocen mejor los bosques y que se han realizado grandes adelantos en la silvicultura y en los métodos de aprovechamiento de la madera.

Mas antes de pasar a describir la nueva orientación de la política forestal de la India y analizar los puntos principales contenidos en la declaración del 12 de mayo de 1952, será conveniente observar que su importancia, por lo que a la India se refiere, estriba, fundamentalmente, en la unanimidad con que fué adoptada.

El vasto subcontinente comprende muchos Estados y de muy variadas condiciones, tanto climatológicas como políticas, económicas y sociales. A primeros de mayo de 1951, el Servicio Federal de Bosques presentó un proyecto de declaración en una reunión especialmente convocada a dicho efecto en Dehra Dun, reunión a la que se invitó a la FAO a enviar un representante. Asistieron a la misma ingenieros de montes, altos funcionarios administrativos y los Ministros de Agricultura y Montes de todos los Estados de la India. No se llegó inmediatamente a un acuerdo, y sólo después, tras un año de cuidadoso estudio por parte de los altos funcionarios, fué posible aprobar el texto convenido como la nueva declaración de la política forestal de la India.

La nueva declaración se aplica a todos los bosques de la India, cualesquiera que sean sus propietarios, y no ya exclusivamente a los bosques estatales. Esto sin embargo, no es sino un detalle más de la nueva declaración. Su espíritu difiere esencialmente del de la anterior en dos direcciones notables, fundadas ambas en la idea de que el bosque es una riqueza nacional que ha de administrarse de modo que beneficie a la totalidad del país, y que a esta consideración han de subordinarse todas las demás.

La justa demanda del suelo para la silvicultura

En primer lugar, la declaración del 12 de mayo de 1952 se opone a «la idea ampliamente profesada de que la silvicultura, como tal, carece de todo derecho intrínseco a la tierra, aunque podría tolerársela, resignadamente, en la superficie residuaria no requerida para cualquier otro propósito». No cabe duda que en 1894, para hacer frente a la apremiante necesidad de una producción agrícola aumentada, tenía que haberse concedido prioridad a las peticiones para efectuar desmontes encaminados a aumentar la superficie de cultivo. También es verdad que la antigua política admitía ciertas limitaciones de este principio; pero los obstáculos que ponía contra el desmonte eran fácilmente eludidos, lo que conducía no ya a la destrucción de bosques de los que las poblaciones locales deberían haber obtenido la madera y el combustible que necesitaban, sino que, además, «dejaba también desguarnecida la tierra de sus defensas naturales» contra la erosión eólica e hídrica.

Ahora el problema estriba en cuál será, según la nueva política, la futura distribución de la tierra entre la agricultura y el bosque. Las necesidades de la primera, naturalmente, no son en 1953 inferiores a las de 1894; en realidad, son mucho mayores. La experiencia ha demostrado, sin embargo, que no tienen que ser satisfechas con una extensión indiferenciada de la agricultura, a expensas del bosque, y que la solución residiría, más bien, en una intensificación y mejora de los métodos de cultivo, las que únicamente serían factibles en un suelo debidamente protegido contra la erosión y en el que la colectividad rural disfrutara de existencias seguras de leña y madera. O sea que, para expresarlo con otras palabras, el reparto de la tierra entre la agricultura y el bosque ha de fundarse en un «sistema de aprovechamiento equilibrado y coordinado de la tierra, de conformidad con el cual sea asignado cada uno de los tipos de ésta a la forma de aprovechamiento según la cual pueda rendir el máximo y empobrecerse el mínimo».

Utilización cuidadosa de los bosques

El segundo aspecto por el que la nueva política se distingue de la antigua, consiste en la severa restricción impuesta a la utilización del bosque por las colectividades vecinas. «El mero accidente de que una aldea se halle situada cerca de un bosque no puede afectar al derecho de la totalidad del país a disfrutar de los beneficios de una riqueza nacional». La conservación y el aprovechamiento racional de un bosque exigen, evidentemente, la estricta observancia de ciertas normas. «Por tanto, a pesar de tener que satisfacerse en un grado razonable las necesidades de la población local, no deberán sacrificarse a ello los intereses nacionales, por el mero hecho de no ser inmediatamente perceptibles, ni tampoco deberán quedar subordinados los derechos e intereses de las generaciones futuras a la imprevisión de la actual».

Clasificación de los bosques

La nueva declaración contiene una clasificación de los bosques, de carácter práctico, encaminada, simplemente, a llamar la atención sobre la función principal de cada zona y que no contradice en manera alguna la clasificación de la Ley Forestal de la India, clasificación ésta que se funda en el grado de ordenación a que se somete cada rodal.

La declaración distingue entre: (a) bosques de protección, (b) bosques nacionales, (c) bosques de aldea y (d) arboledas. Las tres primeras denominaciones se explican por sí solas. La cuarta, en cambio, es nueva, y se la define como «aquellas zonas que, si bien se hallan fuera del alcance de la administración forestal regular, son indispensables para el mejoramiento de las condiciones naturales del país».

Esta clase se propone abarcarprinci pálmente a las plantaciones artificiales, consistentes, a veces, nada más que en unos pocos árboles que el agricultor planta a lo largo de su campo. Estas parcelas arboladas, aunque técnicamente dependan del Servicio Forestal, sería imposible que fuesen obra suya, aunque no fuera más que por las mismas dimensiones de la labor, la cual requiere en efecto, un amplio apoyo público que sólo podría engendrarse con la activa colaboración de todas las autoridades interesadas en tamaña empresa. El Gobierno de la India prevé la plantación de 30 millones de árboles en un plazo de 10 años; pero la declaración calcula que se necesitarán 2.000 millones para «restaurar el equilibrio nutritivo hidrológico del país», sin contar con los beneficios adicionales que los aldeanos podrían derivar de ella en forma de frutos, forrajes y madera extraídos de las plantaciones en marco y en faja hechas en zonas puramente de cultivo, donde la falta de árboles suele constituir una verdadera tragedia.

La declaración subraya que la realización de ese plan no es una quimera. El éxito de los «Vana Mahotsava» (Fiestas del Arbol) es testimonio elocuente de ello, e indica que la delegación de la India en el último período de sesiones de la Conferencia de la FAO pisaba terreno firme al proponer la celebración de una «Fiesta Mundial del Arbol», en la cual todos los Estados Miembros de la FAO que todavía no posean una ceremonia anual para desarrollar la conciencia pública de los valores forestales, tomaran inmediatas medidas para instituir tales ceremonias.

Intervención en los bosques privados

La declaración de 12 de mayo de 1952 recomienda que en todos los Estados de la India en que la propiedad forestal privada revista todavía alguna importancia, se tomen medidas para la reglamentación estricta de los bosques privados, «de modo que el ejercicio indiscriminado de los derechos del individuo no perjudique ni dañe el bienestar general»

Ya viene ejerciéndose en varios Estados una intervención del tipo que la declaración propose, y se recomienda la aplicación general a los demás de aquellos sistemas que han demostrado ser los más acertados. Suponen éstos el sometimiento obligatorio de las fincas privadas a los planes de explotación aprobados por las autoridades competentes, pero limitándose jurídicamente los motivos para que las autoridades interesadas asuman la responsabilidad directa de la explotación a aquellos casos en que los propietarios se vean «tentados a sacrificar su capital por ganancias inmediatas». Sea como fuere, los ingresos que rinda el bosque seguirán perteneciendo a su propietario. Ahora bien, si las disposiciones actuales resultasen inefectivas o no consiguieran detener la destrucción de los bosques privados o la corta abusiva de los mismos, se estimula a los gobiernos de los estados a que promulguen leyes que les autoricen a asumir la propiedad de aquellos rodales más necesarios que parezcan estar amenazados de extinción.

El problema del pastoreo

El problema del pastoreo es una de las cuestiones más arduas e importantes que tienen planteadas los silvicultores de la India.

Debido a lo numeroso de los animales que guardan los agricultores, muchos de ellos sin ningún valor económico, existe, como se sabe, una presión continua para obtener autorización para apacentarlos en los bosques vecinos a las aldeas, en un grado que excede con mucho la capacidad de pastoreo del bosque. Ello supone un desgaste continuo de la riqueza forestal y un peligro, en potencia, para los rodales y para el propio suelo del bosque.

«En términos generales», afirma la declaración, «todo pastoreo en los bosques, singularmente el ilimitado y sin freno, es incompatible con la silvicultura científica».

Sean cuales fueren las características propias que la silvicultura india haya adquirido en todos estos años, sigue siendo todavía un vástago de la silvicultura de la Europa Occidental, y las palabras aludidas revelan claramente ese parentesco. La idea contenida en esas palabras podría ser expresada más correctamente diciendo que todo pastoreo ilimitado y desenfrenado en los bosques es incompatible con la conservación racional de los recursos naturales, lo cual es exacto no sólo en lo que atañe al pastoreo en los bosques, sino al de cualquier otra clase de tierra. A primera vista, parece existir una ligera contradicción entre esta parte del documento y una manifestación contenida en otro pasaje, que afirma que entre las «necesidades vitales» de la nación que justifican la politice forestal enunciada, se cuenta la necesidad de aumentar los recursos de pastoreo. En cuanto a la tercera clase de bosques, la de los «bosques de aldea», se los define de hecho como aquellos que han de «proporcionar, entre otras cosas, pastos para el ganado»

En tales condiciones, hubiera sido más lógico reconocer que algunos bosques indios por lo menos, al igual que los de muchos otros países, se prestan a un aprovechamiento múltiple, siendo el pastoreo uno de estos usos que, dadas las actuales circunstancias sociales y económicas de la India, reviste especial importancia, pero que el empleo de los bosques para el pastoreo, lo mismo que los demás aprovechamientos, debe hallarse estrictamente regulado y limitado.

Tal es, en efecto, la política que recomienda la presente declaración y que es merecedora de una aprobación sin reserva. Exige que se impongan todas las reglamentaciones necesarias, pero que éstas vayan acompañadas de esfuerzas para demostrar a la población rural los beneficios que, en último término, se derivarán indudablemente de aquellas. Requiere también la imposición de una «tarifa razonable», respecto a cada uno de los animales afectados, por el privilegio de apacentarlos, ya que «el pastoreo barato en los bosques causa un efecto desmoralizador y conduce a la viciosa espiral del aumento desenfrenado del número de animales, el pastoreo forestal insuficiente, la calidad reducida de los rebaños y el aumento ulterior del número de cabezas para contrarrestar la baja en calidad».

El pastoreo de ovejas debe ser regulado muy estrictamente. En cuanto a las cabras, deberían crearse para ellas «recintos especiales dentro de los bosques que se hallaren sujetos a un estricto control rotatorio».

El principio del rendimiento permanente

La declaración insiste, claro está, en el principio del rendimiento permanente, y en su aplicación, mediante planes de trabajo cuidadosamente confeccionados, a todos los bosques. Aconseja a cada Estado que dentro de su administración de montes cree un servicio especial para el desenvolvimiento de esos planes, es decir, para «su recopilación y revisión, así como para las excepciones que se hayan de hacer a los mismos, la investigación y la estadística y la realización de reconocimientos minuciosos de los recursos forestales disponibles, que son condición sine qua non para una sana explotación forestal».

Otras disposiciones

La declaración comprende todos los demás aspectos pertinentes de la política forestal, aunque, naturalmente, deja a la discreción de cada Estado la forma en que deba poner en práctica sus propias medidas, dentro de la estructura más amplia de los principios generales, y en tanto que ello sea consecuente con los intereses superiores de la Nación.

También hace alusión al estrecho enlace que debiera existir entre las industrias forestales y los ingenieros de montes, singularmente en lo que se refiere a la investigación, aunque en el documento no se trata de fijar política alguna para el fomento de dichas industrias. Esto es bastante lógico, dada la situación en que la India se encuentra hoy en día, ya que tal política debiera elaborarse, más bien, en el plano del Estado Miembro, e incluso en el plano de cada bosque en particular. Las condiciones locales ofrecen demasiada variedad para que una declaración de amplitud nacional pueda ser algo más que de un carácter muy general, y no se vea reducida a afirmar que es menester fomentar las industrias madereras y que las innovaciones deberían acompasarse al progreso de la silvicultura y de la producción forestal.

De las otras recomendaciones contenidas en la declaración, y de las que no se ha hecho alusión todavía, debería llamarse especialmente la atención sobre la enseñanza forestal. A posar de la diversidad de condiciones locales, la declaración recomienda que se centralice la capacitación las categorías superiores de ingenieros y ayudantes de montes, en los Institutos y Escuelas de Montes de Dehra Dun, e insiste en la conveniencia de «inculcar un esprit de corps entre los ingenieros de montes, estimular una apreciación común de las cuestiones forestales y conseguir la implantación de políticas bien coordinadas e integradas en todo el país.

Figura también en la declaración un párrafo sobre presupuestos forestales, en el que se recomienda la creación de un fondo independiente de amortización, que se formaría mediante la inversión en el mismo de una parte de las rentas obtenidas de los bosques, y mis especialmente durante los años más prósperos. También se recomienda la formación de cooperativas de trabajadores forestales. Además de su valor social y profesional, tales asociaciones servirían grandemente para formar una conciencia de los valores forestales entre las poblaciones rurales». «En cuanto la población local aprenda a considerar al bosque como un medio de vida, se habrá dado con ello un gran paso adelante».

Al comienzo de este articulo se dijo que el documento publicado por el Gobierno Central el 12 de mayo de 1952 revestía gran importancia para la India. Para concluir, podría afirmarse también que la declaración posee importancia asimismo desde un aspecto más amplio, el regional y el mundial

En su Sexto Período de Sesiones, celebrado en Roma, la Conferencia de la FAO recomendó que todos los Estados Miembros pusieran en práctica los generales «principios de política forestal» que se adoptaron entonces solemnemente. Por fortuna, muchos países habían ya seguido tales principios durante muchos años, aunque una cuidadosa lectura de la resolución de la Conferencia podría hacer perceptibles, quizá, ciertas deficiencias que seria posible corregir.

La India, sin embargo, es el primer país que, por voz de su propio Gobierno, se ha adherido oficial, explícita y absolutamente a tales «principios».

Cambios en el Personal de la FAO

Después de cinco años de prestar distinguidos servicios en la FAO el Sr. D. Roy Cameron ha renunciado al cargo de Jefe de Asistencia Técnica en Silvicultura. Sus relaciones con la FAO y con la Dirección de Silvicultura datan de los comienzos de la Organización. En 1947, después de desempeñar la labor ed Ingeniero Forestal del Dominio del Canadá, el Sr. Cameron entró a formar parte del personal de la FAO como Jefe de la Oficina Europea de la Dirección de Silvicultura, en Ginebra, cargo que ocupó durante tres años, actuando también con gran éxito como Director de la Dirección de la Madera en la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas. Al trasladarse las Oficinas Centrales de la FAO, de Wáshington a Roma, el Sr. Cameron se hizo cargo de las actividades del Programa Ampliado de Asistencia Técnica, relacionadas con la silvicultura.

El Sr. P. Terver, quien durante los últimos tres años ha actuado como Jefe de la Oficina Regional de la FAO en Río de Janeiro, ha pasado a desempeñar el cargo dejado vacante por el Sr. Cameron.

El Sr. W. R. Chapline, Jefe de la Dirección de Investigaciones sobre Pastizales, del Servicio Forestal del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, ha sido nombrado Jefe de Sección en el Departamento de Política Forestal de la Dirección.

El Sr. S. von der Recke, Jefe Adjunto del Servicio Forestal de la República Federal Alemana, ha sido designado para dirigir el grupo de trabajo latino-americano de Silvicultura.

El Sr. S.A. Vahid, ex-inspector general de Silvicultura, ha aceptado el cargo de delegado de Silvicultura en el Cercano Oriente.


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